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EVANGELIO DE N. S. JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCASNota introductoria
El autor del tercer Evangelio, “Lucas, el médico” (Col. 4, 14), era un sirio nacido en Antioquía, de familia ,pagana. Tuvo la suerte de convertirse a la fe de Jesucristo y encontrarse con San Pablo, cuyo fiel compañero y discípulo fué por muchos años, compartiendo con él hasta la prisión en Roma.
Según su propio testimonio (1, 3) Lucas se informó “de todo exactamente desde su primer origen” y escribió para dejar grabada la tradición oral (1, 4). No cabe duda de que una de sus principales fuentes de información fué el mismo Pablo, y es muy probable que recibiera informes también de la santísima Madre de Jesús, especialmente sobre la infancia del Señor, que Lucas es el único en referirnos con cierto detalle. Por sus noticias sobre el Niño y su Madre, se le llamó el Evangelista de la Virgen. De ahí que la leyenda le atribuya el haber pintado el primer retrato de María.
Lucas es llamado también el Evangelista de la misericordia, por ser el único que nos trae las parábolas del Hijo Pródigo, de la Dracma Perdida, del Buen Samaritano, etc.
Este tercer Evangelio fué escrito en Roma a fines de la primera cautividad de San Pablo, o sea entre los años 62 y 63. Sus destinatarios son los cristianos de las iglesias fundadas por el Apóstol de los Gentiles, así como Mateo se dedicó más especialmente a mostrar a los judíos el cumplimiento de las profecías realizadas en Cristo. Por eso el Evangelio de San Lucas contiene un relato de la vida de Jesús que podemos considerar el más completo de todos y hecho a propósito para nosotros los cristianos de la gentilidad.
PRÓLOGO
(1, 1 – 4)
Lucas 1
1 Habiendo muchos tratado de componer una narración de las cosas plenamente confirmadas entre nosotros,
2 según lo que nos han transmitido aquellos que, fueron, desde el comienzo [10362] , testigos oculares y ministros de la palabra;
3 me ha parecido conveniente, también a mí, que desde hace mucho tiempo he seguido todo exactamente, escribirlo todo en forma ordenada, óptimo Teófilo [10363] ,
4 a fin de que conozcas bien la certidumbre de las palabras en que fuiste instruido.
I. INFANCIA DE JESÚS
(1, 5 – 2, 52)
Anunciación del nacimiento del Precursor.
5 Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abía [10364] . Su mujer, que descendía de Aarón, se llamaba Isabel.
6 Ambos eran justos delante de Dios, siguiendo todos los mandamientos y justificaciones [10365] del Señor de manera irreprensible.
7 Mas no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran de edad avanzada [10366] .
8 Un día que estaba de servicio delante de Dios, en el turno de su clase,
9 fué designado, según la usanza sacerdotal para entrar en el Santuario del Señor y ofrecer el incienso.
10 Y toda la multitud del pueblo estaba en oración afuera. Era la hora del incienso.
11 Apareciósele, entonces, un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar de los perfumes.
12 Al verle, Zacarías se turbó, y lo invadió el temor.
13 Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, pues tu súplica ha sido escuchada: Isabel, tu mujer, te dará un hijo, al que pondrás por nombre Juan.
14 Te traerá gozo y alegría y muchos se regocijarán con su nacimiento.
15 Porque será grande delante del Señor; nunca beberá vino ni bebida embriagante, y será colmado del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre;
16 y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. “Caminará delante de Él con el espíritu y el poder de Elías,
17 para convertir los corazones de los padres hacia los hijos”, y los rebeldes a la sabiduría de los justos, y preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” [10367] .
18 Zacarías dijo al ángel: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer ha pasado los días”.
19 El ángel le respondió: “Yo soy Gabriel, el que asisto a la vista de Dios; y he sido enviado para hablarte y traerte esta feliz nueva.
20 He aquí que quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que esto suceda, porque no creíste a mis palabras, que se cumplirán a su tiempo”.
21 El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que tardase en el santuario [10368] .
22 Cuando salió por fin, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido alguna visión en el santuario; les hacía señas con la cabeza y permaneció sin decir palabra.
23 Y cuando se cumplió el tiempo de su ministerio, se volvió a su casa.
24 Después de aquel tiempo, Isabel, su mujer, concibió, y se mantuvo escondida durante cinco meses, diciendo:
25 “He ahí lo que el Señor ha hecho por mí, en los días en que me ha mirado para quitar mi oprobio entre los hombres”.
El ángel Gabriel anuncia a María la Encarnación del Verbo.
26 Al sexto mes, el ángel Gabriel fué enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
27 a una virgen prometida en matrimonio a un varón, de nombre José, de la casa de David [10369] ; y el nombre de la virgen era María.
28 Y entrado donde ella estaba, le dijo: “Salve, llena de gracia; el Señor es contigo” [10370] .
29 Al oír estas palabras, se turbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
30 Mas el ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios.
31 He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
32 El será grande y será llamado el Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre [10371] ,
33 y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su, reinado no tendrá fin.
34 Entonces María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” [10372]
35 El ángel le respondió y dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.
36 Y he aquí que tu parienta Isabel, en su vejez también ha concebido un hijo, y está en su sexto mes la que era llamada estéril;
37 porque no hay nada imposible para Dios”.
38 Entonces María dijo: “He aquí la esclava del Señor: Séame hecho según tu palabra” [10373] . Y el ángel la dejó.
Visita de María a Isabel. El Magnificat.
39 En aquellos días, María se levantó y fué apresuradamente a la montaña, a una ciudad de Judá [10374] ;
40 y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Y sucedió cuando Isabel oyó el saludo de María, que el niño dio saltos en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo.
42 Y exclamó en alta voz y dijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno!
43 ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí?
44 Pues, desde el mismo instante en que tu saludo sonó en mis oídos, el hijo saltó de gozo en mi seno.
45 Y dichosa la que creyó, porque tendrá cumplimiento lo que se le dijo de parte del Señor”.
46 Y María dijo: “Glorifica mi alma al Señor [10375] ,
47 y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador,
48 porque ha mirado la pequeñez de su esclava. Y he aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones;
49 porque en mí obró grandezas el Poderoso. Santo es su nombre [10376] ,
50 y su misericordia, para los que le temen va de generación en generación.
51 Desplegó el poder de su brazo; dispersó a los que se engrieron en los pensamientos de su corazón [10377] .
52 Bajó del trono a los poderosos, y levantó a los pequeños;
53 llenó de bienes a los hambrientos, y a los ricos despidió vacíos [10378] .
54 Acogió a Israel su siervo [10379] , recordando la misericordia,
55 conforme lo dijera a nuestros padres en favor de Abrahán y su posteridad para siempre” [10380] .
56 Y quedóse María con ella como tres meses, y después se volvió a su casa.
Nacimiento del Precursor. El Benedictus.
57 Y a Isabel le llegó el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo.
58 Al oír los vecinos y los parientes la gran misericordia que con ella había usado el Señor, se regocijaron con ella.
59 Y, al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y querían darle el nombre de su padre: Zacarías.
60 Entonces la madre dijo: “No, su nombre ha de ser Juan” [10381] .
61 Le dijeron: “Pero nadie hay en tu parentela que lleve ese nombre”.
62 Preguntaron, pues, por señas, al padre cómo quería que se llamase.
63 El pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Y todos quedaron admirados.
64 Y al punto le fué abierta la boca y lengua, y se puso a hablar y a bendecir a Dios.
65 Y sobrecogió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se hablaba de todas estas cosas;
66 y todos los que las oían las grababan en sus corazones, diciendo: “¿Qué será este niño”?, pues la mano del Señor estaba con él.
67 Y Zacarías su padre fué colmado del Espíritu Santo y profetizó así [10382] :
68 Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
69 al suscitarnos un poderoso Salvador, en la casa de David, su siervo,
70 como lo había anunciado por boca de sus santos profetas, que han sido desde los tiempos antiguos:
71 un Salvador para librarnos de nuestros enemigos, y de las manos de todos los que nos aborrecen;
72 usando de misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santa alianza [10383] ,
73 según el juramento, hecho a Abrahán nuestro padre, de concedernos
74 que librados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor
75 en santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
76 Y tú, pequeñuelo, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para preparar sus caminos,
77 para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación, en la remisión de sus pecados,
78 gracias a las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, por las que nos visitará desde lo alto el Oriente [10384] ,
79 para iluminar a los que en tinieblas y en sombra de muerte yacen, y dirigir nuestros pies por el camino de la paz”.
80 Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y habitó en los desiertos hasta el día de darse a conocer a Israel.
Lucas 2
Nace en Belén el Salvador del mundo.
1 En aquel tiempo, apareció un edicto del César Augusto [10385] , para que se hiciera el censo de toda la tierra.
2 Este primer censo, tuvo lugar cuando Quirinio era gobernador de Siria.
3 Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad.
4 Subió también José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem, porque él era de la casa y linaje de David,
5 para hacerse inscribir con María su esposa, que estaba encinta.
6 Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento [10386] .
7 Y dio a luz a su hijo primogénito [10387] ; y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la hostería.
8 Había en aquel contorno unos pastores acamados al raso, que pasaban la noche custodiando su rebaño,
9 y he aquí que un ángel del Señor se les apareció, y la gloria del Señor los envolvió de luz, y los invadió un gran temor.
10 Díjoles el ángel: “¡No temáis! porque os anuncio una gran alegría que será para todo el pueblo:
11 Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor.
12 Y esto os servirá de señal: hallaréis un niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre”.
13 Y de repente vino a unirse al ángel una multitud del ejército del cielo, que se puso a alabar a Dios diciendo:
14 “Gloria Dios en las alturas, y en la tierra paz entre hombres (objeto) de la buena voluntad”.
Adoración de los pastores.
15 Cuando los ángeles se partieron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos, pues, a Betlehem y veamos este acontecimiento, que el Señor nos ha hecho conocer”.
16 Y fueron a prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17 Y al verle, hicieron conocer lo que les había sido dicho acerca de este niño.
18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de las cosas que les referían los pastores.
19 Pero María retenía todas estas palabras ponderándolas en su corazón.
20 Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto según les había sido anunciado.
Circuncisión y Presentación en el Templo.
21 Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el mismo que le fué dado por el ángel antes que fuese concebido en el seno.
22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación [10388] de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor,
23 según está escrito en la Ley de Moisés: “Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor”,
24 y a fin de dar en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, “un par de tórtolas o dos pichones”.
La profecía de Simeón.
25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo era sobre el.
26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Ungido del Señor.
27 Y, movido por el Espíritu, vino al templo; y cuando los padres llevaron al niño Jesús para cumplir con él las prescripciones acostumbradas en la Ley,
28 él lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios y dijo:
29 “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, según tu palabra [10389] ,
30 porque han visto mis ojos tu salvación,
31 que preparaste a la faz de todos los pueblos.
32 Luz para revelarse a los gentiles, y para gloria de Israel, tu pueblo”.
33 Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía de Él.
34 Bendíjolos entonces Simeón, y dijo a María, su madre: “Este es puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción [10390] –
35 y a tu misma alma, una espada la traspasará–, a fin de que sean descubiertos, los pensamientos de muchos corazones” [10391] .
La profetisa Ana.
36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada; había vivido con su marido siete años desde su virginidad;
37 y en la viudez, había llegado hasta los ochenta y cuatro años, y no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
38 Se presentó también en aquel mismo momento y se puso a alabar a Dios y a hablar de aquel (niño) a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
39 Y cuando hubieron cumplido todo lo que era exigido por la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret en Galilea.
40 El niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él.
Jesús entre los doctores.
41 Sus padres iban cada año a Jerusalén, por la fiesta de Pascua.
42 Cuando tuvo doce años, subieron, según la costumbre de la fiesta;
43 mas a su regreso, cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen [10392] .
44 Pensando que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos.
45 Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca
46 Y, al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos;
47 y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas.
48 Al verlo (sus padres) quedaron admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”.
49 Les respondió: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?” [10393]
50 Pero ellos no comprendieron [10394] las palabras que les habló.
51 Y bajó con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, su madre conservaba todas estas palabras (repasándolas) en su corazón [10395] .
52 Y Jesús crecía en sabiduría [10396] , como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres.
II. PREPARACIÓN DE JESÚS PARA LA VIDA PÚBLICA
(3,1-4,13)
Lucas 3
Predicación de Juan Bautista.
1 El año décimoquinto del reinado de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, Filipo su hermano tetrarca de Iturea y de la Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene [10397] ,
2 bajo el pontificado de Anás y Caifás [10398] , la palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3 Y recorrió toda la región del Jordán, predicando el bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados,
4 como está escrito en el libro de los vaticinios del profeta Isaías: “Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas [10399] .
5 Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina ha de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse rectos, y los escabrosos, llanos [10400] ;
6 y toda carne verá la salvación de Dios”.
7 Decía, pues, a las multitudes que salían a hacerse bautizar por él: “Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a escapar de la cólera que os viene encima?
8 Producid frutos propios del arrepentimiento. Y no andéis diciendo dentro de vosotros: “Tenemos por padre a Abrahán”. Porque os digo que de estas piedras puede Dios hacer que nazcan hijos a Abrahán [10401] .
9 Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles; todo árbol que no produce buen fruto va a ser tronchado y arrojado al fuego”.
10 Preguntábanle las gente “¡Y bien! ¿qué debemos hacer?”
11 Les respondió y dijo: “Quien tiene dos túnicas, dé una a quien no tiene; y quien víveres, haga lo mismo”.
12 Vinieron también los publicanos [10402] a hacerse bautizar, y le dijeron: “Maestros ¿qué debe os hacer?
13 Les dijo: “No hagáis pagar nada por encima de vuestro arancel”.
14 A su vez unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?” Les dijo: “No hagáis extorsión nadie, no denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestra paga”.
15 Como el pueblo estuviese en expectación, y cada uno se preguntase, interiormente, a propósito de Juan, si no era él el Cristo,
16 Juan respondió a todos diciendo: “Yo, por mi parte, os bautizo con agua [10403] . Pero viene Aquel que es más poderoso que yo, a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
17 El aventador está en su mano para limpiar su era y recoger el trigo en su granero, pero la paja la quemará en un fuego que no se apaga”.
18 Con estas y otras muchas exhortaciones evangelizaba al pueblo.
19 Pero Herodes, el tetrarca, a quien él había reprendido a causa de Herodías, la mujer de su hermano, y a causa de todas sus maldades,
20 añadió a todas éstas la de poner a Juan en la cárcel.
Bautismo de Jesús.
21 Al bautizarse toda la gente, y habiendo sido bautizado también Jesús, y estando Éste orando, se abrió el cielo [10404] ,
22 y el Espíritu Santo descendió sobre Él, en figura corporal, como una paloma, y una voz vino del cielo: “Tú eres mi Hijo, el Amado; en Ti me recreo”.
Genealogía de Jesús.
23 Y el mismo Jesús era, en su iniciación, como de treinta años, siendo hijo, mientras se creía de José, de Helí [10405] ,
24 de Matat, de Leví, de Malquí, de Jannaí, de José,
25 de Matatías, de Amós, de Naúm, de Eslí, de Naggaí,
26 de Maat, de Matatías, de Semeín, de Josech, de Jodá,
27 de Joanán, de Resá, de Zorobabel, de Salatiel, de Nerí,
28 de Melquí, de Addí, de Kosam, de Elmadam, de Er,
29 de Jesús, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví,
30 de Simeón, de Judá, de José, de Jonam, de Eliaauim,
31 de Meleá, de Menná, de Matatá, de Natan, de David [10406] ,
32 de Jessaí, de Jebed, de Booz, de Salá, de Naassón,
33 de Aminadab, de Admín, de Arní, de Esrom, de Farés, de Judá,
34 de Jacob, de Isaac, de Abrahán, de Tara, de Nachor,
35 de Seruch, de Ragau, de Falce, de Eber, de Salá,
36 de Cainán, de Arfaxad, de Sem, de Noé, de Lamec,
37 de Matusalá, de Enoch, de Járet, de Maleleel, de Cainán, de Enós, de Set, de Adán, de Dios.
Lucas 4
Tentación de Jesús.
1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, dejó el Jordán, y fué conducido por el Espíritu al desierto;
2 (donde permaneció) cuarenta días, y fué tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días; y cuando hubieron transcurrido, tuvo hambre [10407] .
3 Entonces el diablo le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se vuelva pan”.
4 Jesús le explicó: “Escrito está: «No sólo de pan vivirá e hombre»” [10408] .
5 Después le transportó (el diablo) una altura, le mostró todos los reinos del mundo, en un instante,
6 y le dijo: “Yo te daré todo este poder y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y la doy a quien quiero [10409] .
7 Si pues te prosternas delante de mí, Tú la tendrás toda entera”.
8 Jesús le replicó y dijo: “Escrito está: «Adoraras al Señor tu Dios, y a Él solo servirás»” [10410] .
9 Lo condujo entonces a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo, y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo,
10 porque está escrito: «Él mandará en tu favor a sus ángeles que te guarden» [10411] ;
11 y «ellos te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra»”.
12 Jesús le replicó diciendo: “Está dicho: «No tentarás al Señor tu Dios» [10412] ”.
13 Entonces el diablo habiendo agotado toda tentación, se alejó de Él hasta su tiempo.
III. LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS EN GALILEA
(4,14- 9,50)
Predicación en Nazaret.
14 Y Jesús volvió con el poder del Espíritu a Galilea, y su fama se difundió en toda la región.
15 Enseñaba en las sinagogas de ellos y era alabado por todos.
16 Vino también a Nazaret, donde se había criado, y entró, como tenía costumbre el día de sábado, en la sinagoga, y se levantó a hacer la lectura.
17 Le entregaron el libro del profeta Isaías, y al desarrollar el libro halló el lugar en donde estaba escrito:
18 “El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque Él me ungió; Él me envió a dar la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos la liberación, y a los ciegos vista, a poner en libertarla los oprimidos,
19 a publicar el año de gracia del Señor” [10413] .
20 Enrolló el libro, lo devolvió al ministro, y se sentó; y cuantos había en la sinagoga, tenían los ojos fijos en Él.
21 Entonces empezó a decirles: “Hoy esta Escritura se ha cumplido delante de vosotros”.
22 Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras llenos de gracia, que salían de sus labios, y decían: “¿No es Éste el hijo de José?
23 Y les dijo: “Sin duda me aplicaréis aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm, hazlo aquí también, en tu pueblo” [10414] .
24 Y dijo: “En verdad, os digo, ningún profeta es acogido en su tierra.
25 En verdad, os digo: había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo quedó cerrado durante tres años y seis meses, y hubo hambre grande en toda la tierra;
26 mas a ninguna de ellas fué enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
27 Y había muchos leprosos en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fué curado, sino Naamán el sirio”.
28 Al oír esto, se llenaron todos de cólera allí en la sinagoga;
29 se levantaron, y, echándolo fuera de la ciudad, lo llevaron hasta la cima del monte, sobre la cual estaba edificada su ciudad, para despeñarlo.
30 Pero Él pasó por en medio de ellos y se fué.
Expulsa a un demonio.
31 Y bajó a Cafarnaúm [10415] , ciudad de Galilea. Y les enseñaba los días de sábado.
32 Y estaban poseídos de admiración por su enseñanza, porque su palabra era llena de autoridad.
33 Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y gritó con voz fuerte:
34 “¡Ea! ¿qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido para perdernos? Ya sé quien eres Tú: el Santo de Dios”.
35 Y Jesús le increpó diciendo: “¡Cállate y sal de él!” Y el demonio, salió de él, derribándolo al suelo en medio de ellos, aunque sin hacerle daño.
36 Y todos se llenaron de estupor, y se decían unos a otros: “¿Qué cosa es ésta que con imperio y fuerza manda a los espíritus inmundos, y salen?”
37 Y su fama se extendió por todos los alrededores.
Sana a la suegra de Pedro y a muchos enfermos.
38 Levantóse de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón padecía de una fiebre grande, y le rogaron por ella [10416] .
39 Inclinándose sobre ella increpó a la fiebre, y ésta la dejó. Al instante se levantó ella y se puso a atenderlos.
40 A la puesta del sol, todos los que tenían enfermos, cualquiera que fuese su mal, se los trajeron, y Él imponía las manos sobre cada uno de ellos, y los sanaba.
41 Salían también los demonios de muchos, gritando y diciendo: “;Tú eres el Hijo de Dios!” Y Él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que Él era el Cristo [10417] .
42 Cuando se hizo de día, salió y se fué a un lugar desierto. Mas las muchedumbres que se pusieron en su busca, lo encontraron y lo retenían para que no las dejase.
43 Pero Él les dijo: “Es necesario que Yo lleve también a otras ciudades la Buena Nueva del reino de Dios, porque para eso he sido enviado”.
44 Y anduvo predicando por las sinagogas de Judea.
Lucas 5
La pesca milagrosa.
1 Y sucedió que la muchedumbre se agolpaba sobre Él para oír la palabra de Dios, estando Jesús de pie junto al lago de Genesaret [10418] .
2 Y viendo dos barcas amarradas a la orilla del lago, cuyos pescadores habían descendido y lavaban sus redes,
3 subió en una de aquéllas, la que era de Simón, y rogó a éste que la apartara un poco de la tierra. Y sentado, enseñaba a la muchedumbre desde la barca [10419] .
4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Guía adelante, hacia lo profundo, y echad las redes para pescar”.
5 Respondióle Simón y dijo: “Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra, echaré las redes”.
6 Lo hicieron, y apresaron una gran cantidad de peces. Pero sus redes se rompían [10420] .
7 Entonces hicieron señas a los compañeros, de la otra barca, para que viniesen a ayudarles. Vinieron, y se llenaron ambas barcas, a tal punto que se hundían.
8 Visto lo cual, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús, y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque yo soy un pecador!” [10421]
9 Es que el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros, por la pesca que habían hecho juntos;
10 y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Pedro. Y Jesús dijo a Simón: “No temas; desde ahora pescarás hombres” [10422] .
11 Llevaron las barcas a tierra y, dejando todo [10423] , se fueron con Él.
Curación de un leproso.
12 Encontrándose Él en cierta ciudad, presentóse un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús se postró rostro en tierra, y le hizo esta oración: “Señor, si Tú lo quieres, puedes limpiarme”.
13 Alargando la mano, lo tocó y dijo: “Quiero; sé limpiado”. Y al punto se le fué la lepra.
14 Y le encargó que no lo dijera a nadie, sino (le dijo): “Muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés, para testimonio a ellos” [10424] .
15 Y difundiéndose mas y más la fama de Él, las muchedumbres afluían en gran número para oírle y hacerse curar de sus enfermedades;
16 pero Él se retiraba a los lugares solitarios, para hacer oración.
Curación de un paralítico.
17 Un día estaba ocupado en enseñar, y unos fariseos y maestros de la Ley estaban ahí sentados, habiendo venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea, así como de Jerusalén, y el poder del Señor le impelía a sanar [10425] .
18 Y sucedió que unos hombres, que traían postrado sobre un lecho un paralítico, trataban de ponerlo dentro y colocarlo delante de Él.
19 Y como no lograban introducirlo a causa de la apretura de gentes, subieron sobre el techo y por entre las tejas bajaron al enfermo, con la camilla, en medio (de todos), frente a Jesús.
20 Viendo la fe de ellos, dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”.
21 Comenzaron entonces los escribas y los fariseos a pensar: “¿Quién es Éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?”
22 Mas Jesús, conociendo bien los pensamientos de ellos, respondióles diciendo:
23 “¿Qué estáis pensando en vuestro corazón? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda?”
24 ¡Y bien! para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados –dijo al paralitico– “A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y ve a tu casa” [10426] .
25 Al punto se levantó, a la vista de ellos, tomó el lecho sobre el cual había estado acostado, y se fué a su casa glorificando a Dios.
26 Y todos quedaron sobrecogidos de asombro y glorificaban a Dios; y penetrados de temor decían: “Hemos visto hoy cosas paradójicas”.
Vocación de Mateo.
27 Después de esto se fué, y fijándose en un publicano llamado Leví, que estaba en la recaudación de los tributos, le dijo: “Sígueme”.
28 Y éste, dejándolo todo, se levantó y le siguió [10427] .
29 Ahora Leví le ofreció un gran festín en su casa, y había allí un grupo numeroso de publicanos y tras personas que estaban a la mesa con ellos;
30 y los fariseos y los escribas de entre ellos pusieron a murmurar contra los discípulos de Jesús y decían: “¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y los pecadores?”
31 Respondió Jesús y les dijo: “No necesitan médico los santos, sino los enfermos.
32 Yo no he venido para con. vidar al arrepentimiento a los justos sino a los pecadores” [10428] .
Parábolas del remiendo y del vino nuevo.
33 Entonces le dijeron: “Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen súplicas, e igualmente los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben”.
34 Mas Jesús les dijo: “¿Podéis hacer ayunar a los compañeros del esposo, mientras está con ellos el esposo? [10429]
35 Un tiempo vendrá, en que el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunaran”.
36 Y les dijo también una parábola: “Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para ponerlo (de remiendo), a un vestido viejo; pues si lo hace, no sólo romperá el nuevo, sino que el pedazo cortado al nuevo no andará bien con el viejo [10430] .
37 Nadie, tampoco, echa vino nuevo en cueros viejos; pues procediendo así, el vino nuevo hará reventar los cueros, y se derramará, y los cueros se perderán [10431] .
38 Sino que el vino nuevo ha de echarse en cueros nuevos.
39 Y nadie que bebe de lo viejo quiere luego de lo nuevo, porque dice: “el viejo es excelente” [10432] .
Lucas 6
Jesús, dueño del sábado.
1 Un día sabático iba Él pasando a través de unos sembrados, y sus discípulos arrancaban espigas y las comían, después de estregarlas entre las manos.
2 Entonces algunos de los fariseos dijeron: “¿Porqué hacéis lo que no es lícito hacer en sábado?” [10433]
3 Jesús les respondió y dijo: “¿No habéis leído siquiera lo que hizo David cuando tuvieron hambre, él y los que le acompañaban;
4 cómo entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que no pueden comer sino los sacerdotes, comió y dio a sus compañeros?”
5 Y díjoles: “El Hijo del hombre es señor aun del sábado”.
El hombre de la mano seca.
6 Otro día sabático entró en la sinagoga para enseñar. Y había allí un hombre cuya mano derecha estaba seca.
7 Los escribas y los fariseos lo acechaban, para ver si sanaría en sábado, y hallar así acusación contra Él.
8 Pero Él conocía los pensamientos de ellos, y dijo al hombre, que tenía la mano seca: “¡Levántate y ponte de pie en medio!” Y éste se levantó y permaneció de pie.
9 Entonces Jesús les dijo: “Os pregunto: ¿Es lícito, en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o dejarla perder?”
10 Y habiendolos mirado a todos en derredor, dijo al hombre: “Extiende tu mano”, y él lo hizo y su mano fué restablecida.
11 Pero ellos se llenaron de furor y se pusieron a discutir unos con otros qué harían contra Jesús.
Elección de los apóstoles.
12 Por aquellos días se salió a la montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios [10434] .
13 Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y de entre ellos eligió a doce a los que dio el nombre de apóstoles:
14 a Simón, a quien también llamó Pedro, y a Andrés el hermano de éste; a Santiago y Juan; a Felipe y Bartolomé;
15 a Mateo y Tomás; a Santiago (hijo) de Alfeo, y Simón llamado el celoso;
16 a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, el que llegó a ser el traidor.
17 Con éstos descendió y se estuvo de pie en un lugar llano, donde había un gran numero de sus discípulos y una gran muchedumbre del pueblo de toda la Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón,
18 los cuales habían venido a oírlo y a que los sanara de sus enfermedades; y también los atormentados de espíritus inmundos eran sanados.
19 Y toda la gente quería tocarlo, porque de Él salía virtud y sanaba a todos.
Las bienaventuranzas.
20 Entonces, alzando los ojos dijo, dirigiéndose a sus discípulos: “Dichosos los que sois pobres, porque es vuestro el reino de Dios [10435] .
21 Dichosos los que estáis hambrientos ahora, porque os hartaréis. Dichosos los que lloráis ahora, porque reiréis.
22 Dichosos sois cuando os odiaren los hombres, os excluyeren, os insultaren, y proscribieren vuestro nombre, como pernicioso, por causa del Hijo del hombre.
23 Alegraos entonces y saltad de gozo, pues sabed que vuestra recompensa es mucha en el cielo. Porque de la misma manera trataron sus padres a los profetas.
24 Mas, ¡ay de vosotros, ricos! porque ya recibisteis vuestro consuelo [10436] .
25 ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos! porque padeceréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora! porque lloraréis de dolor.
26 ¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres! porque lo mismo hicieron sus padres con los falsos profetas” [10437] .
Hay que amar a nuestros enemigos.
27 “A vosotros, empero, los que me escucháis, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian [10438] ;
28 bendecid a los que os maldicen; rogad por los que os calumnian.
29 A quien te abofetee en la mejilla, preséntale la otra; y al que te quite el manto, no le impidas tomar también la túnica [10439] .
30 Da a todo el que te pida; y a quien tome lo tuyo, no se lo reclames.
31 Y según queréis que hagan los hombres con vosotros, así haced vosotros con ellos [10440] .
32 Si amáis a los que os aman, ¿qué favor merecéis con ello? También los pecadores aman a los que los aman a ellos.
33 Y si hacéis bien a quienes os lo hacen, ¿qué favor merecéis con ello? También los pecadores hacen lo mismo.
34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis restitución, ¿qué favor merecéis con ello? Los pecadores también prestan a los pecadores, para recibir el equivalente.
35 Vosotros, amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar nada en retorno, y vuestra recompensa será grande, y seréis los hijos del Altísimo; de Él, que es bueno con los desagradecidos y malos” [10441] .
Imitad la misericordia del Padre.
36 “Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro padre [10442] .
37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; absolved, y se os absolverá [10443] .
38 Dad y se os dará; una medida buena y apretada y remecida y rebosante se os volcará en el seno; porque con la medida con que medís se os medirá” [10444] .
Contra la hipocresía.
39 Les dijo también una parábola: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo?
40 No es el discípulo superior al maestro, sino que todo discípulo cuando llegue a ser perfecto será como su maestro.
41 ¿Cómo es que ves la pajuela que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu propio ojo? [10445]
42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la pajuela de tu ojo», tú que no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la pajuela del ojo de tu hermano”.
Por su fruto se conoce el árbol.
43 Pues no hay árbol sano que dé frutos podridos, ni hay a la inversa, árbol podrido que dé frutos sanos.
44 Porque cada árbol se conoce por el fruto que da. No se recogen higos de los espinos, ni de un abrojo se vendimian uvas.
45 El hombre bueno saca el bien del buen tesoro que tiene en su corazón; mas el hombre malo, de su propia maldad saca el mal; porque la boca habla de lo que rebosa el corazón [10446] .
46 ¿Por qué me llamáis: “Señor, Señor”, si no hacéis lo que Yo digo?
47 Yo os mostraré a quien se parece todo el que viene a Mí, y oye mis palabras y las pone en práctica [10447] .
48 Se asemeja a un hombre que para construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; cuando vino la creciente, el río dio con ímpetu contra aquella casa, mas no pudo moverla, porque estaba bien edificada.
49 Pero, el que (las) oye y no (las) pone por obra, es semejante a un hombre que construyó su casa sobre el suelo mismo, sin cimientos; el río se precipitó sobre ella, y al punto se derrumbó, y fué grande la ruina de aquella casa”.
Lucas 7
La fe del centurión pagano.
1 Después que hubo acabado de decir al pueblo todas estas enseñanzas, volvió a entrar en Cafarnaúm.
2 Y sucedió que un centurión tenía un servidor enfermo a punto de morir, y que le era de mucha estima.
3 Habiendo oído hablar de Jesús, envió a Él a algunos ancianos de los judíos, para rogarle que viniese a sanara su servidor.
4 Presentáronse ellos a Jesús, y le rogaron con insistencia, diciendo: “Merece que se lo concedas,
5 porque quiere bien a nuestra nación, y él fué quien nos edificó la sinagoga”.
6 Y Jesús se fué con ellos. No estaba ya lejos de la casa, cuando el centurión envió unos amigos para decirle: “Señor, no te des esta molestia, porque yo no soy digno de que Tú entres bajo mi techo [10448] ;
7 por eso no me atreví a ir a Ti en persona: mas dilo con tu palabra, y sea sano mi criado.
8 Pues también yo, que soy un subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Anda”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace” [10449] .
9 Jesús al oírlo se admiró de él; y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: “Os digo que en Israel no hallé fe tan grande”.
10 Y los enviados, de vuelta a la casa, hallaron sano al servidor.
Resurrección del joven de Naím.
11 Después se encaminó a una ciudad llamada Naím [10450] ; iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre de pueblo.
12 Al llegar a la puerta de la ciudad, he ahí que era llevado fuera un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda, y venía con ella mucha gente de la ciudad.
13 Al verla, el Señor movido de misericordia hacia ella, le dijo: “No llores”.
14 Y se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo: “Muchacho, Yo te digo: ¡Levántate!”
15 Y el (que había estado) muerto se incorporó y se puso a hablar. Y lo devolvió a la madre.
16 Por lo cual todos quedaron poseídos de temor, y glorificaron a Dios, diciendo: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros”, y: “Dios ha visitado a su pueblo”.
17 Esta fama referente a su persona se difundió por toda la Judea y por toda la comarca circunvecina.
Jesús y el Bautista.
18 Los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas. Entonces, Juan llamando a dos de sus discípulos,
19 enviólos a decir al Señor: “¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” [10451]
20 Y llegados a Él estos hombres, le dijeron: “Juan el Bautista nos envió a preguntarte: ‘¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?’”
21 En aquella hora sanó Jesús a muchos, de enfermedades y plagas y de malos espíritus, y concedió la vista a muchos ciegos.
22 Les respondió, entonces, y dijo: “Volved y anunciad a Juan lo que acabáis de ver y oír: ciegos ven, cojos andan, leprosos son limpiados, sordos oyen, muertos resucitan, a pobres se les anuncia la Buena Nueva.
23 Y ¡bienaventurado el que no se escandalizare de Mí!” [10452] .
24 Cuando los enviados de Juan hubieron partido, se puso Él a decir a la multitud acerca de Juan: “¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Acaso una caña sacudida por el viento?
25 Y si no ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? Los que llevan vestidos lujosos y viven en delicias están en los palacios.
26 Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
27 Este es aquel de quien está escrito: «Mira que Yo envío mi mensajero ante tu faz que irá delante de Ti para barrene el camino».
28 Os digo, no hay, entre los hijos de mujer, más grande que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él [10453] ;
29 porque todo el pueblo que lo escuchó (a Juan), y aun los publicanos reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Él.
30 Pero los fariseos y los doctores de la Ley frustraron los designios de Dios para con ellos, al no dejarse bautizar por Juan”.
Parábola de los niños caprichosos.
31 “¿Con quién podré comparar a hombres de este género?
32 Son semejantes a esos muchachos que, sentados en la plaza, cantan unos a otros aquello de: ‘Os tocamos la flauta, y no danzasteis; entonamos lamentaciones, y no llorasteis’ [10454] .
33 Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y vosotros decís: ‘Está endemoniado’ [10455] ;
34 ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: ‘Es un hombre glotón y borracho, amigo de publicanos y pecadores’.
35 Mas la sabiduría ha quedado justificada por todos sus hijos” [10456] .
La pecadora perdonada.
36 Uno de los fariseos le rogó que fuese a comer con él, y habiendo entrado (Jesús) en la casa del fariseo, se puso a la mesa.
37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús se encontraba reclinado a la mesa en casa del fariseo, tomó consigo un vaso de alabastro, con ungüento [10457] ;
38 y, colocándose detrás de Él, a sus pies, y llorando con sus lágrimas bañaba sus pies y los enjugaba con su cabellera; los llenaba de besos y los ungía con el ungüento.
39 Viendo lo cual el fariseo que lo había convidado dijo para sus adentros: “Si Éste fuera profeta, ya sabría quién y de qué clase es la mujer que lo está tocando, que es una pecadora”.
40 Entonces Jesús respondiendo (a sus pensamientos) le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. Y él: “Dilo, Maestro”.
41 Y dijo: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.
42 Como no tuviesen con qué pagar, les perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?”
43 Simón respondió diciendo: “Supongo que aquel a quien más ha perdonado”. Él le dijo: “Bien juzgaste”.
44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Vine a tu casa, y tú no vertiste agua sobre mis pies; mas ésta ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.
45 Tú no me diste el ósculo; mas ella, desde que entró, no ha cesado de besar mis pies.
46 Tú no ungiste con óleo mi cabeza; ella ha ungido mis pies con ungüento [10458] .
47 Por lo cual, te digo, se le han perdonado sus pecados, los muchos, puesto que ha amado mucho. A la inversa, aquel a quien se perdone poco, ama poco” [10459] .
48 Después dijo a ella: “Tus pecados se te han perdonado”.
49 Entonces, los que estaban con Él a la mesa se pusieron a decir entre sí: “¿Quién es Éste, que también perdona pecados?”
50 Y dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado: ve hacia la paz” [10460] .
Lucas 8
Las santas mujeres.
1 En el tiempo siguiente anduvo caminando por ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del reino de Dios, y con Él los Doce,
2 y también algunas mujeres, que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades: María, la llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios [10461] ;
3 Juana, mujer de Cuzá el intendente de Herodes; Susana, y muchas otras, las cuales les proveían del propio sustento de ellas.
Parábola del sembrador.
4 Como se juntase una gran multitud, y además los que venían a Él de todas las ciudades, dijo en parábola:
5 “El sembrador salió a sembrar su simiente. Y al sembrar, una semilla cayó a lo largo del camino; y fué pisada y la comieron las aves del cielo [10462] .
6 Otra cayó en la piedra y, nacida, se secó por no tener humedad.
7 Otra cayó en medio de abrojos, y los abrojos, que nacieron juntamente con ella, la sofocaron.
8 Y otra cayó en buena tierra, y brotando dio fruto centuplicado”. Diciendo esto, clamó: “¡Quién tiene oídos para oír oiga!”
9 Sus discípulos le preguntaron lo que significaba esta parábola.
10 Les dijo: “A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; en cuanto a los demás (se les habla) por parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo, no entiendan» [10463] .
11 La parábola es ésta: «La simiente es la palabra de Dios.
12 Los de junto al camino, son los que han oído; mas luego viene el diablo, y saca afuera del corazón la palabra para que no crean y se salven.
13 Los de sobre la piedra, son aquellos que al oír la palabra la reciben con gozo, pero carecen de raíz: creen por un tiempo, y a la hora de la prueba, apostatan.
14 Lo caído entre los abrojos, son los que oyen, mas siguiendo su camino son sofocados por los afanes de la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurar.
15 Y lo caído en la buena tierra, son aquellos que oyen con el corazón recto y bien dispuesto y guardan consigo la palabra y dan fruto en la perseverancia».”
16 Nadie que enciende luz, la cubre con una vasija ni la pone bajo la cama, sino en el candelero, para que todos los que entren, vean la luz [10464] .
17 Nada hay oculto que no deba ser manifestado, ni nada secreto que no deba ser conocido y sacado a luz.
18 ¡Cuidad de escuchar bien! Al que tiene, se le dará, y al que no tiene, aun lo que cree tener le será quitado”.
Los parientes de Jesús.
19 Luego su madre y sus hermanos se presentaron y no podían llegar hasta Él por causa de la multitud.
20 Le anunciaron: “Tu madre y tus hermanos están de pie afuera y desean verte”.
21 Respondióles y dijo: “Mi madre y mis hermanos son éstos: los que oyen la palabra de Dios y la practican” [10465] .
La tempestad calmada.
22 Por aquellos días subió con sus discípulos en una barca, y les dijo: “Pasemos a la otra orilla del lago”, y partieron.
23 Mientras navegaban, se durmió [10466] . Entonces un torbellino de viento cayó sobre el lago, y las aguas los iban cubriendo, y peligraban.
24 Acercándose a Él, lo despertaron diciendo: “¡Maestro, Maestro, perecemos!” Despierto, Él increpó al viento y al oleaje, y cesaron, y hubo bonanza.
25 Entonces les dijo: “¿Dónde está vuestra fe?” Y llenos de miedo y de admiración, se dijeron unos a otros: “¿Quién, pues, es Éste que manda a los vientos y al agua, y le obedecen?”.
El poseso de Gergesa.
26 Y abordaron en la tierra de los gergesenos, que está en la ribera opuesta a Galilea [10467] .
27 Cuando hubo descendido a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, que tenía demonios; hacía mucho tiempo que no llevaba ningún vestido, ni vivía en casa, sino en los sepulcros.
28 Al ver a Jesús, dio gritos, postróse ante Él y dijo a gran voz: “¿Qué tenemos que ver yo y Tú, Jesús, hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes”.
29 Y era que Él estaba mandando al espíritu inmundo que saliese del hombre. Porque hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; lo ataban con cadenas y lo sujetaban con grillos, pero él rompía sus ataduras, y el demonio lo empujaba al desdoblado.
30 Y Jesús le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Respondió: “Legión”; porque eran muchos los demonios que habían entrado en él.
31 Y le suplicaron que no les mandase ir al abismo.
32 Ahora bien, había allí una piara de muchos puercos que pacían sobre la montaña; le rogaron que les permitiese entrar en ellos, y se lo permitió [10468] .
33 Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los puercos, y la piara se despeñó precipitadamente en el lago, y allí se ahogó [10469] .
34 Los porqueros que vieron lo ocurrido huyeron y dieron la noticia en la ciudad y por los campos.
35 Vinieron, pues, las gentes a ver lo que había pasado, y al llegar junto a Jesús, encontraron al hombre, del cual los demonios habían salido, sentado a los pies de Jesús, vestido, en su sano juicio, y se llenaron de miedo.
36 Los que lo habían visto les refirieron cómo había quedado libre el endemoniado.
37 Y todos los pobladores de la comarca de los gergesenos le rogaron a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. Y Él, entrando en la barca, se volvió [10470] ,
38 Y el hombre, del cual los demonios habían salido, le suplicaba estar con Él; pero Él lo despidió diciéndole:
39 “Vuelve de nuevo a tu casa, y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo”. Y él se fué proclamando por toda la ciudad todas las cosas que le había hecho Jesús.
Jesús resucita a la hija de Jairo y sana a una mujer enferma.
40 A su regreso, Jesús fué recibido por la multitud, porque estaban todos esperándolo.
41 He ahí que llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga. Se echó a los pies de Jesús y le suplicó que fuera a su casa [10471] ;
42 porque su hija única, como de doce años de edad, se moría. Mas yendo Él, la multitud lo sofocaba.
43 Y sucedió que una mujer que padecía de un flujo de sangre, desde hacía doce años y que, después de haber gastado en médicos todo su sustento, no había podido ser curada por ninguno,
44 se acercó por detrás y tocó la franja de su vestido, y al instante su flujo de sangre se paró.
45 Jesús dijo: “¿Quién me tocó?” Como todos negaban, Pedro le dijo: “Maestro, es la gente que te estrecha y te aprieta”.
46 Pero Jesús dijo: “Alguien me tocó, porque he sentido salir virtud de Mí”.
47 Entonces, la mujer, viéndose descubierta, vino toda temblorosa a echarse a sus pies y declaró delante de todo el pueblo por qué motivo lo había tocado, y cómo había quedado sana de repente.
48 Y Él le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado, ve hacia la paz”.
49 Cuando Él hablaba todavía, llegó uno de casa del jefe de la sinagoga a decirle: “Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro”.
50 Oyendo Jesús, le dijo: “No temas; únicamente cree y sanará”.
51 Llegado, después, a la casa, no dejo entrar a nadie consigo, excepto a Pedro, Juan y Santiago, y también al padre y a la madre de la niña [10472] .
52 Todos lloraban y se lamentaban por ella. Mas Él dijo: “No lloréis; no ha muerto, sino que duerme”.
53 Y se reían de Él, sabiendo que ella había muerto.
54 Mas Él, tomándola de la mano, clamó diciendo: “Niña, despierta”.
55 Y le volvió el espíritu, y al punto se levantó y Jesús mandó que le diesen de comer.
56 Sus padres quedaron fuera de sí; y Él les encomendó que a nadie dijeran lo acontecido.
Lucas 9
Misión de los apóstoles.
1 Habiendo llamado a los Doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades.
2 Y los envió a pregonar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.
3 Y les dijo [10473] : “No toméis nada para el camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas.
4 En la casa en que entrareis, quedaos, y de allí partid [10474] .
5 Y dondequiera que no os recibieren, salid de esa ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos”.
6 Partieron, pues, y recorrieron las aldeas, predicando el Evangelio y sanando en todas partes.
7 Oyó Herodes, el tetrarca, todo lo que sucedía, y estaba perplejo, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos,
8 otros que Elías había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas había resucitado.
9 Y decía Herodes: “A Juan, yo lo hice decapitar, ¿quién es, pues, éste de quien oigo decir tales maravillas?” Y procuraba verlo.
Multiplicación de los panes.
10 Vueltos los apóstoles le refirieron (a Jesús) todo lo que habían hecho. Entonces, tomándolos consigo, se retiró a un lugar apartado, de una ciudad llamada Betsaida.
11 Y habiéndole sabido las gentes, lo siguieron. Él los recibió, les habló del reino de Dios y curó a cuantos tenían necesidad de ello [10475] .
12 Mas al declinar el día los Doce se acercaron a Él para decirle: “Despide a la multitud, que vayan en busca de albergue y alimento a las aldeas y granjas de los alrededores, porque aquí estamos en despoblado”.
13 Les dijo: “Dadles vosotros de comer”. Le contestaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a menos que vayamos nosotros a comprar qué comer para todo este pueblo”.
14 porque eran como unos cinco mil hombres. Dijo entonces a sus discípulos: “Hacedlos recostar por grupos como de a cincuenta”.
15 Hiciéronlo así y acomodaron a todos.
16 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y los dio a sus discípulos para que los sirviesen a la muchedumbre [10476] .
17 Todos comieron hasta saciarse, y de lo que les sobró se retiraron doce canastos de pedazos.
Confesión de Pedro.
18 Un día que estaba orando a solas
[10477] , hallándose con Él sus discípulos, les hizo esta pregunta: “¿Quién dicen las gentes que soy Yo?”
19 Le respondieron diciendo: “Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los antiguos profetas ha resucitado”.
20 Díjoles: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” Pedro le respondió y dijo: “El Ungido de Dios” [10478] .
21 Y Él les recomendó con energía no decir esto a nadie [10479] ,
22 agregando: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea reprobado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y por los escribas, que sea muerto, y que al tercer día sea resucitado”.
Negación del yo.
23 Y a todos les decía: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo [10480] , tome su cruz cada día, y sígame.
24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; mas el que pierda su vida a causa de Mí, la salvará [10481] .
25 Pues ¿qué provecho tiene el hombre que ha ganado el mundo entero, si a sí mismo se pierde o se daña?
26 Quien haya, pues, tenido vergüenza de Mí y de mis palabras, el Hijo del hombre tendrá vergüenza de él, cuando venga en su gloria, y en la del Padre y de los santos ángeles.
27 Os digo, en verdad, algunos de los que están aquí, no gustarán la muerte sin que hayan visto antes el reino de Dios” [10482] .
La gloriosa Transfiguración.
28 Pasaron como ocho días después de estas palabras, y, tomando a Pedro, Juan y Santiago, subió a la montaña para orar [10483] .
29 Y mientras oraba, la figura de su rostro se hizo otra y su vestido se puso de una claridad deslumbradora.
30 Y he aquí a dos hombres hablando con Él: eran Moisés y Elías,
31 los cuales, apareciendo en gloria, hablaban del éxodo [10484] suyo que Él iba a verificar en Jerusalén.
32 Pedro y sus compañeros estaban agobiados de sueño, mas habiéndose despertado, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban a su lado.
33 Y en el momento en que se separaban de Él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, bueno es para nosotros estarnos aquí; hagamos, pues, tres pabellones, uno para Ti, uno para Moisés, y uno para Elías”, sin saber lo que decía.
34 Mientras él decía esto, se hizo una nube que los envolvió en sombra. Y se asustaron al entrar en la nube.
35 Y desde la nube una voz se hizo oír: “Éste es mi Hijo el Elegido: escuchadle a Él” [10485] .
36 Y al hacerse oír la voz, Jesús se encontraba solo. Guardaron, pues, silencio; y a nadie dijeron, por entonces, cosa alguna de lo que habían visto.
El niño epiléptico.
37 Al día siguiente, al bajar de la montaña, una gran multitud de gente iba al encuentro de Él [10486] .
38 Y he ahí que de entre la muchedumbre, un varón gritó diciendo: “Maestro, te ruego pongas tus ojos sobre mi hijo, porque es el único que tengo.
39 Se apodera de él un espíritu, y al instante se pone a gritar; y lo retuerce en convulsiones hasta hacerle echar espumarajos, y a duras penas se aparta de él, dejándolo muy maltratado.
40 Rogué a tus discípulos que lo echasen, y ellos no han podido”.
41 Entonces Jesús respondió y dijo: “Oh, generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo estaré con vosotros y tendré que soportaron? Trae acá a tu hijo” [10487] .
42 Aun no habla llegado éste a Jesús, cuando el demonio lo zamarreó y lo retorció en convulsiones. Mas Jesús increpó al espíritu impuro y sanó al niño, y lo devolvió a su padre.
43 Y todos estaban maravillados de la grandeza de Dios.
Predicción de la Pasión. Como se admirasen todos de cuanto Él hacía, dijo a sus discípulos:
44 “Vosotros, haced que penetren bien en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de los hombres”.
45 Pero ellos no entendían este lenguaje, y les estaba velado para que no lo comprendiesen; y no se atrevieron a interrogarlo al respecto.
Humildad y tolerancia.
46 Y entró en ellos la idea: ¿Quién de entre ellos sería el mayor?
47 Viendo Jesús el pensamiento de sus corazones, tomó a un niño, púsolo junto a Sí,
48 y les dijo: “Quien recibe a este niño en mi nombre, a Mí me recibe; y quien me recibe, recibe al que me envió; porque el que es el más pequeño entre todos vosotros, ése es grande”.
49 Entonces Juan le respondió diciendo: “Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo impedíamos, porque no (te) sigue con nosotros”.
50 Mas Jesús le dijo: “No impidáis, pues quien no está contra vosotros, por vosotros está” [10488] .
IV. VIAJE A JUDEA Y ACTIVIDAD EN JERUSALÉN
(9,51 – 21,38)
Los samaritanos le niegan hospedaje.
51 Como se acercase el tiempo en que debía ser quitado, tomó resueltamente la dirección de Jerusalén.
52 Y envió mensajeros delante de sí, los cuales, de camino, entraron en una aldea de samaritanos para prepararle alojamiento.
53 Mas no lo recibieron, porque iba camino de Jerusalén [10489] .
54 Viendo (esto) los discípulos Santiago y Juan, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos que el fuego caiga del cielo, y los consuma?”
55 Pero Él, habiéndose vuelto a ellos los reprendió.
56 Y se fueron hacia otra aldea.
El seguimiento de Jesús.
57 Cuando iban caminando, alguien le dijo: “Te seguiré a donde quiera que vayas”.
58 Jesús le dijo: “Las raposas tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.
59 Dijo a otro: “Sígueme”. Este le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”.
60 Respondióle: “Deja a los muertos enterrar a sus muertos; tú, ve a anunciar el reino de Dios” [10490] .
61 Otro más le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme primero decir adiós a los de mi casa”.
62 Jesús le dijo: “Ninguno que pone mano al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.
Lucas 10
Misión de los setenta y dos discípulos.
1 Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería ir.
2 Y les dijo: “La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3 Id: os envío como corderos entre lobos [10491] .
4 No llevéis ni bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis [10492] a nadie por el camino.
5 En toda casa donde entréis, decid primero: «Paz a esta casa» [10493] .
6 Y si hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no, volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den, porque el obrero es acreedor a su salario. No paséis de casa en casa.
8 Y en toda ciudad en donde entréis y os reciban, comed lo que os pusieren delante.
9 Curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios está llegando a vosotros».
10 Y en toda ciudad en donde entrareis y no os quisieren recibir, salid por sus calles, y decid:
11 “Aun el polvo que de vuestra ciudad se pegó a nuestros pies, lo sacudimos (dejándolo) para vosotros. Pero sabedlo: ¡el reino de Dios ha llegado!”
12 Os digo que en aquel día será más tolerable para los de Sodoma que para aquella ciudad [10494] .
13 ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! [10495] porque si en Tiro y Sidón hubiesen sido hechos los milagros que se cumplieron entre vosotros, desde hace mucho tiempo se habrían arrepentido en saco y en ceniza.
14 Mas para Tiro y para Sidón, será más tolerable, en el juicio, que para vosotros.
15 Y tú, Cafarnaúm, ¿serás acaso exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el abismo descenderás!
16 Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a Mí me rechaza; ahora bien, quien me rechaza a Mí, rechaza a Aquel que me envió” [10496] .
17 Entretanto los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre”.
18 Díjoles: “Yo veía a Satanás caer como un relámpago del cielo [10497] .
19 Mirad que os he dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada os dañará.
20 Sin embargo no habéis de gozaros en esto de que los demonios se os sujetan, sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo” [10498] .
Infancia espiritual.
21 En aquella hora se estremeció de gozo, en el Espíritu Santo, y dijo: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mantenido estas cosas escondidas a los sabios ya los prudentes, y las has revelado a los pequeños. Si, Padre, porque así te plugo a Ti [10499] .
22 Por mi Padre, me ha sido dado todo, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelarlo”.
23 Y volviéndose hacia sus discípulos en particular, dijo: “¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis! [10500]
24 Os aseguro: muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron”.
El buen samaritano.
25 Se levantó entonces un doctor de la Ley y, para enredarlo le dijo: “Maestro, ¿qué he de hacer para lograr la herencia de la vida eterna?”
26 Respondióle: “En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?”
27 Y él replicó diciendo: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”.
28 Díjole (Jesús): “Has respondido justamente. Haz esto y vivirás”.
29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”
30 Jesús repuso diciendo: “Un hombre, bajando de Jerusalén a Jericó, vino a dar entre salteadores, los cuales, después de haberlo despojado y cubierto de heridas, se fueron, dejándolo medio muerto.
31 Casualmente, un sacerdote iba bajando por ese camino; lo vio y pasó de largo.
32 Un levita llegó asimismo delante de ese sitio; lo vio y pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de viaje, llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció de él;
34 y acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; luego poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo condujo a una posada y cuidó de el.
35 Al día siguiente, sacando dos denarios los dio al posadero y le dijo: “Ten cuidado de él, todo lo que gastares de más, yo te lo reembolsaré a mi vuelta”.
36 ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los bandoleros?”
37 Respondió: “El que se apiadó de él”. Y Jesús le dijo: “Ve, y haz tú lo mismo” [10501] .
María y Marta.
38 Durante su viaje, entró en cierta aldea, y una mujer llamada Marta, lo recibió en su casa [10502] .
39 Tenía ésta una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
40 Pero Marta, que andaba muy afanada en los múltiples quehaceres del servicio, vino a decirle: “Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude”.
41 El Señor le respondió: “¡Marta, Marta! tú te afanas y te agitas por muchas cosas.
42 Una sola es necesaria. María eligió la buena parte, que no le será quitada” [10503] .
Lucas 11
La oración dominical.
1 Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos”.
2 Les dijo: “Cuando oráis, decid: Padre, que sea santificado tu nombre; que llegue tu reino [10504] .
3 Danos cada día nuestro pan supersubstancial;
4 y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos introduzcas en prueba” [10505] .
Parábola del amigo inoportuno.
5 Y les dijo: “Quien de vosotros, teniendo un amigo [10506] , si va (éste) a buscarlo a medianoche y le dice: “Amigo, necesito tres panes,
6 porque un amigo me ha llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle”,
7 y si él mismo le responde de adentro: “No me incomodes, ahora mi puerta está cerrada y mis hijos están como yo en cama, no puedo levantarme para darte”,
8 os digo, que si no se levanta para darle por ser su amigo, al menos a causa de su pertinacia, se levantará para darle todo lo que le hace falta.
9 Yo os digo: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, golpead y se os abrirá” [10507] .
10 Porque todo el que pide obtiene, el que busca halla, al que golpea se le abre.
11 ¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Si pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente?
12 ¿O si pide un huevo, le dará un escorpión?
13 Si pues vosotros, aunque malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre dará desde el cielo el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” [10508]
Blasfemias de los fariseos.
14 Estaba Jesús echando un demonio, el cual era mudo. Cuando hubo salido el demonio, el mudo habló. Y las muchedumbres estaban maravilladas.
15 Pero algunos de entre ellos dijeron: “Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios”.
16 Otros, para ponerlo a prueba, requerían de Él una señal desde el cielo.
17 Mas Él, habiendo conocido sus pensamientos, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo, es arruinado, y las casas caen una sobre otra.
18 Si pues, Satanás se divide contra él mismo, ¿cómo se sostendrá su reino? Puesto que decís vosotros que por Beelzebul echo Yo los demonios.
19 Ahora bien, si Yo echo los demonios por virtud de Beelzebul, ¿vuestros hijos por virtud de quién los arrojan? Ellos mismos serán, pues, vuestros jueces [10509] .
20 Mas si por el dedo de Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros el reino de Dios.
21 Cuando el hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros.
22 Pero si sobreviniendo uno más fuerte que él lo vence, le quita todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos.
23 Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no acumula conmigo, desparrama”.
Poder de Satanás.
24 “Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, recorre los lugares áridos, buscando donde posarse, y, no hallándolo, dice: «Me volveré a la casa mía, de donde salí».
25 A su llegada, la encuentra barrida y adornada.
26 Entonces se va a tomar consigo otros siete espíritus aun más malos que él mismo; entrados, se arraigan allí, y el fin de aquel hombre viene a ser peor que el principio”.
27 Cuando Él hablaba así, una mujer levantando la voz de entre la multitud, dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que Tú mamaste!”
28 Y Él contestó: “¡Felices más bien los que escuchan la palabra de Dios y la conservan!” [10510]
La señal de Jonás.
29 Como la muchedumbre se agolpaba, se puso a decir: “Perversa generación es ésta; busca una señal, mas no le será dada señal, sino la de Jonás [10511] .
30 Porque lo mismo que Jonás fué una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre será una señal para la generación esta.
31 La reina del Mediodía será despertada en el juicio frente a los hombres de la generación esta y los condenará, porque vino de las extremidades de la tierra [10512] para escuchar la sabiduría de Salomón; y hay aquí más que Salomón.
32 Los varones ninivitas actuarán en el juicio frente a la generación esta y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y hay aquí más que Jonás”.
La lámpara de la sabiduría.
33 “Nadie enciende una candela y la pone escondida en un sótano, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para alumbrar a los que entran.
34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está claro, todo tu cuerpo goza de la luz, pero si él está turbio, tu cuerpo está en tinieblas [10513] .
35 Vigila pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tiniebla.
36 Si pues todo tu cuerpo está lleno de luz (interiormente), no teniendo parte alguna tenebrosa, será todo él luminoso (exteriormente), como cuando la lámpara te ilumina con su resplandor”.
Jesús nos denuncia el mal con apariencia de bien.
37 Mientras Él hablaba lo invitó un fariseo a comer con él; entró y se puso a la mesa.
38 El fariseo se extrañó al ver que no se había lavado antes de comer.
39 Díjole, pues el Señor: “Vosotros, fariseos, estáis purificando lo exterior de la copa y del plato, en tanto que por dentro estáis llenos de rapiña y de iniquidad [10514] .
40 ¡Insensatos! el que hizo lo exterior ¿no hizo también lo interior?
41 Por eso, dad de limosna el contenido [10515] , y todo para vosotros quedará puro.
42 Pero, ¡ay de vosotros, fariseos! ¡porque dais el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejáis de lado la justicia y el amor de Dios! Era menester practicar esto, sin omitir aquello.
43 ¡Ay de vosotros, fariseos! porque amáis el primer sitial en las sinagogas y ser saludados en las plazas públicas.
44 ¡Ay de vosotros! porque sois como esos sepulcros, que no lo parecen y que van pisando las gentes, sin saberlo”.
45 Entonces un doctor de la Ley le dijo: “Maestro, hablando así, nos ultrajas también a nosotros?”
46 Mas Él respondió: “¡Ay de vosotros también, doctores de la Ley! porque agobiáis a los demás con cargas abrumadoras, al paso que vosotros mismos ni con un dedo tocáis esas cargas.
47 ¡Ay de vosotros! porque reedificáis sepulcros para los profetas, pero fueron vuestros padres quienes los asesinaron [10516] .
48 Así vosotros sois testigos de cargo y consentidores de las obras de vuestros padres, porque ellos los mataron y vosotros reedificais (sus sepulcros).
49 Por eso también la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos matarán y perseguirán [10517] ;
50 para que se pida cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo,
51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fué matado entre el altar y el santuario. Sí, os digo se pedirá cuenta a esta generación [10518] .
52 ¡Ay de vosotros! hombres de la Ley, porque vosotros os habéis apoderado de la llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los que iban a entrar, vosotros se lo habéis impedido” [10519] .
53 Cuando hubo salido, los escribas y los fariseos se pusieron a acosarlo vivamente y a quererle sacar respuestas sobre una multitud de cosas,
54 tendiéndole lazos para sorprender alguna palabra de su boca.
Lucas 12
Contra la hipocresía.
1 Mientras tanto, habiéndose reunido miles y miles del pueblo, hasta el punto que unos a otros se pisoteaban, se puso a decir, dirigiéndose primeramente a sus discípulos: “Guardaos a vosotros mismos de la levadura –es decir de la hipocresía– de los fariseos [10520] .
2 Nada hay oculto que no haya de ser descubierto, nada secreto que no haya de ser conocido.
3 En consecuencia, lo que hayáis dicho en las tinieblas, será oído en plena luz; y lo que hayáis dicho al oído en los sótanos, será pregonado sobre los techos.
4 Os lo digo a vosotros, amigos míos, no temáis a los que matan el cuerpo y después de esto nada más pueden hacer.
5 Voy a deciros a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de haber dado la muerte, tiene el poder de arrojar en la gehenna. Sí, os lo digo, a Aquel temedle”.
Solicitud del Padre Celestial.
6 “¿No se venden cinco pájaros por dos ases? Con todo, ni uno solo es olvidado de Dios.
7 Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados [10521] . No tenéis vosotros que temer: valéis más que muchos pájaros.
8 Yo os lo digo: a quien me confesare delante de los hombres, el Hijo del hombre lo confesará también delante de los ángeles de Dios.
9 Mas el que me haya negado delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”.
El pecado contra el Espíritu Santo.
10 “A cualquiera que hable mal contra el Hijo del hombre, le será perdonado, pero a quien blasfemare contra el Santo Espíritu, no le será perdonado.
11 Cuando os llevaren ante las sinagogas, los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo y qué diréis para defenderos o qué hablaréis [10522] .
12 Porque el Espíritu Santo os enseñará en el momento mismo lo que habrá que decir”.
13 Entonces uno del pueblo le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que parta conmigo la herencia”.
14 Jesús le respondió: “Hombre, ¿quién me ha constituido sobre vosotros juez o partidor?” [10523] .
El rico insensato.
15 Y les dijo: “Mirad: preservaos de toda avaricia; porque, la vida del hombre no consiste en la abundancia de lo que posee”.
16 Y les dijo una parábola: “Había un rico, cuyas tierras habían producido mucho.
17 Y se hizo esta reflexión: “¿Qué voy a hacer? porque no tengo dónde recoger mis cosechas”.
18 Y dijo: “He aquí lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré unos mayores; allí amontonaré todo mi trigo y mis bienes.
19 Y diré a mi alma: Alma mía, tienes cuantiosos bienes en reserva para un gran número de años; reposa, come, bebe, haz fiesta”.
20 Mas Dios le dijo: “¡Insensato! esta misma noche te van a pedir el alma, y lo que tú has allegado, ¿para quién será?”
21 Así ocurre con todo aquel que atesora para sí mismo, y no es rico ante Dios” [10524] .
Confianza en la divina providencia.
22 Y dijo a sus discípulos: “Por eso, os digo, no andéis solícitos por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué lo vestiréis.
23 Porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido.
24 Mirad los cuervos: no siembran, ni siegan, ni tienen bodegas ni graneros, y sin embargo Dios los alimenta. ¡Cuanto más valéis vosotros que las aves!
25 ¿Quién de vosotros podría, a fuerza de preocuparse, añadir un codo a su estatura?
26 Si pues no podéis ni aun lo mínimo ¿a qué os acongojáis por lo restante?
27 Ved los lirios cómo crecen: no trabajan, ni hilan. Sin embargo, Yo os digo que el mismo Salomón, con toda su magnificencia, no estaba vestido como uno de ellos.
28 Si pues a la yerba que está en el campo y mañana será echada al horno, Dios viste así ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
29 Tampoco andéis pues afanados por lo que habéis de comer o beber, y no estéis ansiosos.
30 Todas estas cosas, los paganos del mundo las buscan afanosamente; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas.
31 Buscad pues antes su reino, y todas las cosas os serán puestas delante.
32 No tengas temor, pequeño rebaño mío, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino.
33 Vended aquello que poseéis [10525] y dad limosna. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladón no llega, y donde la polilla no destruye.
34 Porque allí donde está vuestro tesoro, allí también está vuestro corazón”.
Parábola de los servidores vigilantes.
35 “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas.
36 Y sed semejantes a hombres que aguardan a su amo a su regreso de las bodas, a fin de que, cuando Él llegue y golpee, le abran en seguida.
37 ¡Felices esos servidores, que el amo, cuando llegue, hallará velando! En verdad, os lo digo, el se ceñirá, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirles [10526] .
38 Y si llega a la segunda vela, o a la tercera, y así los hallare, ¡felices de ellos!
39 Sabedlo bien; porque si el dueño de casa supiese a qué hora el ladrón ha de venir, no dejaría horadar su casa.
40 Vosotros también estad prontos, porque a la hora que no pensáis es cuando vendrá el Hijo del hombre” [10527] .
Juicio de los servidores.
41 Entonces, Pedro le dijo: “Señor, ¿dices por nosotros esta parábola o también por todos?”
42 Y el Señor dijo: “¿Quién es pues el mayordomo fiel y prudente, que el amo pondrá a la cabeza de la servidumbre suya para dar a su tiempo la ración de trigo? [10528]
43 ¡Feliz ese servidor a quien el amo, a su regreso, hallará haciéndolo así!
44 En verdad, os digo, lo colocará al frente de toda su hacienda [10529] .
45 Pero si ese servidor se dice a sí mismo: “Mi amo tarda en regresar”, y se pone a maltratar a los servidores y a las sirvientas, a comer, a beber, y a embriagarse [10530] ,
46 el amo de este servidor vendrá en día que no espera y en hora que no sabe, lo partirá por medio, y le asignara su suerte con los que no creyeron [10531] .
47 Pero aquel servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no se preparó, ni obró conforme a la voluntad de éste, recibirá muchos azotes.
48 En cambio aquel que, no habiéndole conocido, haya hecho cosas dignas de azotes, recibirá pocos. A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho le será demandado; y más aún le exigirán a aquel a quien se le haya confiado mucho” [10532] .
El fuego de Jesús.
49 Fuego vine a echar sobre la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté encendido!
50 Un bautismo tengo para bautizarme, ¡y cómo estoy en angustias hasta que sea cumplido!
51 ¿Pensáis que vine aquí para poner paz en la tierra? No, os digo, sino división [10533] .
52 Porque desde ahora, cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos, y dos contra tres.
53 Estarán divididos, el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra”.
Las señales de los tiempos.
54 Dijo también a la muchedumbre: “Cuando veis una nube levantarse al poniente, luego decís: “Va a llover”. Y eso sucede.
55 Y cuando sopla el viento del mediodía, decís: “Habrá calor”. Y eso sucede.
56 Hipócritas, sabéis conocer el aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo?
57 ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
58 Mientras vas con tu adversario en busca del magistrado, procura en el camino librarte de él, no sea que te arrastre ante el juez, que el juez te entregue al alguacil y que el alguacil te meta en la cárcel.
59 Yo te lo declaro, no saldrás de allí hasta que no hayas reintegrado el último lepte” [10534] .
Lucas 13
Todos necesitamos arrepentirnos.
1 En aquel momento llegaron algunas personas a traerle la noticia de esos galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios [10535] .
2 Y respondiendoles dilo: “¿Pensáis que estos galileos fueron los mas pecadores de todos los galileos, porque han sufrido estas cosas?
3 Os digo que de ninguna manera, sino que todos pereceréis igualmente si no os arrepentís [10536] .
4 O bien aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?
5 Os digo que de ninguna manera sino que todos perecereis igualmente si no os convertís”.
La higuera estéril.
6 Y dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Vino a buscar fruto de ella, y no lo halló [10537] .
7 Entonces dijo al viñador: “Mira, tres años hace que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Por qué ha de inutilizar la tierra?”
8 Mas él le respondió y dijo: “Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor y eche abono.
9 Quizá dé fruto en lo futuro; si no, la cortarás”.
La mujer encorvada.
10 Un día sabático enseñaba en una sinagoga.
11 Había allí una mujer que tenía desde hacía dieciocho años, un espíritu de enfermedad: estaba toda encorvada, y sin poder absolutamente enderezarse.
12 Al verla Jesús, la llamó y le dijo: “Mujer, queda libre de tu enfermedad”.
13 Y puso sobre ella sus manos, y al punto se enderezó y se puso a glorificar a Dios.
14 Entonces, el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en día sabático, respondió y dijo al pueblo: “Hay seis días para trabajar; en esos días podéis venir para haceros curar, y no el día de sábado”.
15 Mas Jesús le replicó diciendo: “Hipócritas, ¿cada uno de vosotros no desata su buey o su asno del pesebre, en día sabático, para llevarlo al abrevadero?
16 Y a ésta, que es una hija de Abrahán, que Satanás tenía ligada hace ya dieciocho años, ¿no se la había de libertar de sus ataduras, en día sabático?”
17 A estas palabras, todos sus adversarios quedaron anonadados de vergüenza, en tanto que la muchedumbre entera se gozaba de todas las cosas gloriosas hechas por Él.
Parábola del grano de mostaza y de la levadura.
18 Dijo entonces: “¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué podré compararlo? [10538]
19 Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y fue a sembrar en su huerta; creció, vino a ser un árbol, y los pájaros del cielo llegaron a anidar en sus ramas”.
20 Dijo todavía: “¿Con qué podré comparar el reino de Dios?
21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina y, finalmente, todo fermentó”.
La puerta angosta.
22 Y pasaba por ciudades y aldeas y enseñaba yendo de viaje hacia Jerusalén.
23 Díjole uno: “Señor, ¿los que se salvan serán pocos?”
24 Respondióles: “Pelead para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os lo declaro, tratarán de entrar y no podrán [10539] .
25 En seguida que el dueño de casa se haya despertado y haya cerrado la puerta, vosotros, estando fuera, os pondréis a llamar a la puerta diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Mas él respondiendo os dirá: “No os conozco (ni sé) de dónde sois”.
26 Entonces comenzaréis a decir: “Comimos y bebimos delante de ti, y enseñaste en nuestras plazas” [10540] .
27 Pero él os dirá: “Os digo, no sé ele dónde sois. Alejaos de mí, obradores todos de iniquidad” [10541] .
28 Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros arrojados fuera.
22 y del oriente y del occidente, del norte y del mediodía vendrán a sentarse a la mesa en el reino de Dios.
30 Y así hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”.
El zorro Herodes.
31 En ese momento se acercaron algunos fariseos, para decirle: “¡Sal, vete de aquí, porque Herodes te quiere matar”.
32 Y les dijo: “Id a decir a ese zorro: He aquí que echo demonios y obro curaciones hoy y mañana; el tercer día habré terminado.
33 Pero hoy, mañana y al otro día, es necesario que Yo ande, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén” [10542] .
¡Ay de Jerusalén!
34 Jerusalén, Jerusalén, tú que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces quise Yo reunir a tus hijos, como la gallina reúne su pollada debajo de sus alas, y vosotros no lo habéis querido! [10543]
35 Ved que vuestra casa os va a quedar desierta. Yo os lo digo, no me volveréis a ver, hasta que llegue el tiempo en que digáis: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”
Lucas 14
Jesús sana a un hidrópico.
1 Como Él hubiese ido a casa de un jefe de los fariseos, un día sabático a comer, ellos lo acechaban.
2 Estaba allí, delante de Él un hombre hidrópico.
3 Tomando la palabra, Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Es lícito curar, en día sabático, o no?”
4 Pero ellos guardaron silencio. Tomándolo, entonces, de la mano, lo sanó y lo despidió.
5 Y les dijo: “¿Quién hay de vosotros, que viendo a su hijo o su buey caído en un pozo, no lo saque pronto de allí, aun en día de sábado?”
6 Y no fueron capaces de responder a esto.
Parábola de los primeros puestos.
7 Observando cómo elegían los primeros puestos en la mesa, dirigió una parábola a los invitados, diciéndoles: [10544]
8 “Cuando seas invitado a un convite de bodas, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya allí otro convidado objeto de mayor honra que tú
9 y viniendo el que os convido a ambos, te diga: “Deja el sitio a éste”, y pases entonces, con vergüenza, a ocupar el último lugar.
10 Por el contrario, cuando seas invitado, ve a ponerte en el último lugar, para que, cuando entre el que te invitó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Y entonces tendrás honor a los ojos de todos los convidados [10545] .
11 Porque el que se levanta, será abajado; y el que se abaja, será levantado”.
12 También dijo al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea, que ellos te inviten a su vez, y que esto sea tu pago.
13 Antes bien, cuando des un banquete, convida a los pobres, a los lisiados, a los cojos, y a los ciegos.
14 Y feliz serás, porque ellos no tienen cómo retribuirte, sino que te será retribuido en la resurrección de los justos” [10546] .
Parábola del gran banquete.
15 A estas palabras, uno de los convidados le dijo: “¡Feliz el que pueda comer en el reino de Dios!”
16 Mas Él le respondió: “Un hombre dio una gran cena a la cual tenía invitada mucha gente [10547] .
17 Y envió a su servidor, a la hora del festín, a decir a los convidados: “Venid, porque ya todo está pronto” [10548] .
18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo, y es preciso que vaya a verlo; te ruego me des por excusado”.
19 Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes, y me voy a probarlas; te ruego me tengas por excusado”.
20 Otro dijo: “Me he casado, y por tanto no puedo ir”.
21 El servidor se volvió a contar todo esto a su amo. Entonces, lleno de ira el dueño de casa, dijo a su servidor: “Sal en seguida a las calles y callejuelas de la ciudad; y tráeme acá los pobres, y lisiados, y ciegos y cojos”.
22 El servidor vino a decirle: “Señor, se ha hecho lo que tú mandaste, y aun hay sitio”.
23 Y el amo dijo al servidor: “Ve a lo largo de los caminos y de los cercados, y compele a entrar, para que se llene mi casa.
24 Porque yo os digo, ninguno de aquellos varones que fueron convidados gozará de mi festín”.
El amor de preferencia.
25 Como grandes muchedumbres le iban siguiendo por el camino, se volvió y les dijo [10549] :
26 “Si alguno viene a Mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun también a su propia vida, no puede ser discípulo mío [10550] .
27 Todo aquel que no lleva su propia cruz y no anda en pos de Mí, no puede ser discípulo mío” [10551] .
28 “Porque, ¿quién de entre vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular el gasto y a ver si tiene con qué acabarla?
29 No sea que, después de haber puesto el cimiento, encontrándose incapaz de acabar, todos los que vean esto comiencen a menospreciarlo
30 diciendo: “Este hombre se puso a edificar, y ha sido incapaz de llegar a término”.
31 ¿O qué rey, marchando contra otro rey, no se pone primero a examinar si es capaz, con diez mil hombres, de afrontar al que viene contra él con veinte mil?
32 Y si no lo es, mientras el otro está todavía lejos, le envía una embajada para pedirle la paz.
33 Así, pus, cualquiera que entre vosotros no renuncia a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío [10552] .
34 La sal es buena, mas si la sal pierde su fuerza, ¿con qué será sazonada? [10553]
35 Ya no sirve, ni tampoco sirve para la tierra, ni para el muladar: la arrojan fuera. ¡Quién tiene oídos para oír, oiga!”
Lucas 15
Parábola de la oveja descarriada.
1 Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírlo.
2 Mas los fariseos y los escribas murmuraban y decían: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.
3 Entonces les dirigió esta parábola:
4 “¿Qué hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega a perder una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el desierto, para ir tras la oveja perdida, hasta que la halle? [10554]
5 Y cuando la hallare, la pone sobre sus hombros, muy gozoso,
6 y vuelto a casa, convoca a amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque hallé mi oveja, la que andaba perdida”.
7 Así, os digo, habrá gozo en el cielo, más por un solo pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse”.
La dracma perdida.
8 “¿O qué mujer que tiene diez dracmas [10555] , si llega a perder una sola dracma, no enciende un candil y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la halla?
9 Y cuando la ha encontrado, convoca a las amigas y las vecinas, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”.
10 Os digo que la misma alegría reina en presencia de los ángeles de Dios, por un solo pecador que se arrepiente” [10556] .
El hijo pródigo.
11 Dijo aún: “Un hombre tenía dos hijos [10557] ,
12 el menor de lo cuales dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes, que me ha de tocar”. Y les repartió su haber.
13 Pocos días después, el menor, juntando todo lo que tenía, partió para un país lejano, y allí disipó todo su dinero, viviendo perdidamente.
14 Cuando lo hubo gastado todo, sobrevino gran hambre en ese país, y comenzó a experimentar necesidad.
15 Fué, pues, a ponerse a las órdenes de un hombre del país, el cual lo envió a sus tierras a apacentar los puercos.
16 Y hubiera, a la verdad, querido llenarse el estómago con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
17 Volviendo entonces sobre sí mismo, se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me muero de hambre!
18 Me levantaré, iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y delante de ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus jornaleros” [10558] .
20 Y levantándose se volvió hacia su padre. Y cuando estaba todavía lejos, su padre lo vio, y se le enternecieron las entrañas, y corriendo a él, cayó sobre su cuello y lo cubrió de besos [10559] .
21 Su hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo”.
22 Pero el padre dijo a sus servidores: “Pronto traed aquí la ropa, la primera, y vestidlo con ella; traed un anillo para su mano, y calzado para sus pies;
23 y traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y hagamos fiesta:
24 porque este hijo mío estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado”. Y comenzaron la fiesta.
25 Mas sucedió que el hijo mayor estaba en el campo. Cuando, al volver llegó cerca de la casa, oyó música y coros.
26 Llamó a uno de los criados y le averiguó qué era aquello.
27 Él le dijo: “Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha matado el novillo cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.
28 Entonces se indignó y no quería entrar. Su padre salió y lo llamó [10560] .
29 Pero él contestó a su padre: “He aquí tantos años que te estoy sirviendo y jamás he transgredido mandato alguno tuyo; a mí nunca me diste un cabrito para hacer fiesta con mis amigos.
30 Pero cuando tu hijo, éste que se ha comido toda, su hacienda con meretrices, ha vuelto, le has matado el novillo cebado”.
31 El padre le dijo: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo.
32 Pero estaba bien hacer fiesta y regocijarse, porque este hermano tuyo había muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado”.
Lucas 16
Parábola del administrador infiel.
1 Dijo también, dirigiéndose a sus discípulos: “Había un hombre rico, que tenía un mayordomo. Este le fué denunciado como que dilapidaba sus bienes.
2 Lo hizo venir y le dijo: “¿Qué es eso que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no puedes ser mayordomo”.
3 Entonces el mayordomo se dijo dentro de sí mismo: “¿Qué voy a hacer, puesto que mi amo me quita la mayordomía? De cavar no soy capaz; mendigar me da vergüenza.
4 Yo sé lo que voy a hacer, para que, cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas”.
5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”
6 Y él contestó: “Cien barriles de aceite” [10561] . Le dijo: “Aquí tienes tu vale; siéntate en seguida y escribe cincuenta”.
7 Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Éste le dijo: “Cien medidas de trigo”. Le dijo: “Aquí tienes tu vale, escribe ochenta” [10562] .
8 Y alabó el señor al inicuo mayordomo, porque había obrado sagazmente. Es que los hijos del siglo, en sus relaciones con los de su especie, son más listos que los hijos de la luz [10563] .
9 Por lo cual Yo os digo, granjeaos amigos por medio de la inicua riqueza para que, cuando ella falte, os reciban en las moradas eternas [10564] .
10 El fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel; y quien en lo muy poco es injusto, también en lo mucho es injusto [10565] .
11 Si, pues, no habéis sido fieles en la riqueza inicua, ¿quién os confiará la verdadera?
12 Y si en lo ajeno no habéis sido fieles, ¿quién os dará lo vuestro?” [10566] .
13 “Ningún servidor puede servir a dos amos, porque odiará al uno y amará al otro, o se adherirá al uno y despreciará al otro; no podéis servir, a Dios y a Mammón”.
La hipocresía de los fariseos.
14 Los fariseos, amadores del dinero, oían todo esto y se burlaban de Él.
15 Díjoles entonces: “Vosotros sois los que os hacéis pasar por justos a los ojos de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones. Porque lo que entre los hombres es altamente estimado, a los ojos de Dios es abominable [10567] .
16 La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ese momento el reino de Dios se está anunciando, y todos le hacen fuerza [10568] .
17 Pero es más fácil que el cielo y la tierra pasen, y no que se borre una sola tilde de la Ley.
18 Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio” [10569] .
El rico epulón y Lázaro.
19 “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y banqueteaba cada día espléndidamente.
20 Y un mendigo, llamado Lázaro, se estaba tendido a su puerta, cubierto de úlceras,
21 y deseando saciarse con lo que caía de la mesa del rico [10570] , en tanto que hasta los perros se llegaban y le lamían las llagas.
22 Y sucedió que el pobre murió, y fué llevado por los ángeles al seno de Abrahán. También el rico murió, y fué sepultado.
23 Y en el abismo, levantó los ojos, mientras estaba en los tormentos, y vio de lejos a Abrahán con Lázaro en su seno.
24 Y exclamó: “Padre Abrahán, apiádate de mí, y envía a Lázaro para que, mojando en el agua la punta de su dedo, refresque mi lengua, porque soy atormentado en esta llama”.
25 Abrahán le respondió: “Acuérdate, hijo, que tú recibiste tus bienes durante tu vida [10571] , y así también Lázaro los males. Ahora él es consolado aquí, y tú sufres.
26 Por lo demás, entre nosotros y vosotros un gran abismo ha sido establecido, de suerte que los que quisiesen pasar de aquí a vosotros, no lo podrían; y de allí tampoco se puede pasar hacia nosotros” [10572] .
27 Respondió: “Entonces te ruego, padre, que lo envíes a la casa de mi padre,
28 porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, afín de que no vengan, también ellos, a este lugar de tormentos”.
29 Abrahán respondió: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”.
30 Replicó: “No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va junto a ellos, se arrepentirán”.
31 Él, empero, le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se dejarán persuadir, ni aun cuando alguno resucite de entre los muertos” [10573] .
Lucas 17
El escándalo.
1 Dijo a sus discípulos: “Es inevitable que sobrevengan escándalos, pero, ¡ay de aquel por quien vienen! [10574]
2 Más le valdría que le suspendiesen una piedra de molino alrededor del cuello, y lo echasen al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños.
3 Mirad por vosotros”.
Perdón ilimitado de las ofensas. “Si uno da tus hermanos llega a pecar, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo.
4 Y si peca siete veces en un día contra ti, y siete veces vuelve a ti y te dice: «Me arrepiento», tú le perdonarás” [10575] .
Poder de la fe.
5 Y los apóstoles dijeron al Señor: “Añádenos fe” [10576] .
6 Y el Señor dijo: “Si tuvierais alguna fe, aunque no fuera más grande que un grano de mostaza, diríais a este sicomoro: “Desarráigate y plántate en el mar”, y él os obedecería.
7 ¿Quien de vosotros, que tenga un servidor, labrador o pastor, le dirá cuando éste vuelve del campo: “Pasa en seguida y ponte a la mesa?”
8 ¿No le dirá más bien: “Prepárame de comer; y ceñido sírveme luego hasta que yo haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?”
9 ¿Y acaso agradece al servidor por haber hecho lo que le mandó?
10 Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os, está mandado, decid: “Somos siervos inútiles, lo que hicimos, estábamos obligados a hacerlo” [10577] .
Los diez leprosos.
11 Siguiendo su camino hacia Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
12 Y al entrar en una aldea, diez hombres leprosos vinieron a su encuentro, los cuales se detuvieron a la distancia,
13 y, levantando la voz, clamaron: “Maestro Jesús, ten misericordia de nosotros”.
14 Viéndolos, les dijo: “Id, mostraos a los sacerdotes”. Y mientras iban quedaron limpios.
15 Uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz,
16 y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias, y éste era samaritano.
17 Entonces Jesús dijo: ¿No fueron limpiados los diez? ¿Y los nueve dónde están?
18 ¿No hubo quien volviese a dar gloria a Dios [10578] sino este extranjero?”
19 Y le dijo: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado”.
Las dos venidas del Mesías.
20 Interrogado por los fariseos acerca de cuándo vendrá el reino de Dios, les respondió y dijo: “El reino de Dios no viene con advertencia [10579] ,
21 ni dirán: «¡Está aquí!» o «¡Está allí!» porque ya está el reino de Dios en medio de vosotros”.
22 Dijo después a sus discípulos: “Vendrán días en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
23 Y cuando os digan: «¡Está allí!» o «¡Está aquí!» no vayáis allí y no corráis tras de él.
24 Porque, como el relámpago, fulgurando desde una parte del cielo, resplandece hasta la otra, así será el Hijo del hombre, en su día [10580] .
25 Mas primero es necesario que él sufra mucho y que sea rechazado por la generación esta.
26 Y como fué en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre [10581] .
27 Comían, bebían, se casaban (los hombres), y eran dadas en matrimonio (las mujeres), hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el cataclismo y los hizo perecer a todos.
28 Asimismo, como fué en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
29 mas el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre, y los hizo perecer a todos [10582] .
30 Conforme a estas cosas sera en el día en que el Hijo del hombre sea revelado.
31 En aquel día, quien se encuentre sobre la azotea, y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje a recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva por las que dejó atrás.
32 Acordaos de la mujer de Lot [10583] .
33 El que procurare conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la hallará [10584] .
34 Yo os digo, que en aquella noche, dos hombres estarán reclinados a una misma mesa: el uno será tomado, el otro dejado;
35 dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, la otra dejada.
36 [Estarán dos en el campo; el uno será tomado, el otro dejado]” [10585] .
37 Entonces le preguntaron: “¿Dónde, Señor?” Les respondió: “Allí donde está el cadáver, allí se juntarán los buitres” [10586] .
Lucas 18
El juez inicuo.
1 Les propuso una parábola sobre la necesidad de que orasen siempre sin desalentarse:
2 “Había en una ciudad un juez que no temía a Dios y no hacía ningún caso de los hombres.
3 Había también allí, en esta misma ciudad, una viuda, que iba a buscarlo y le decía: “Hazme justicia librándome de mi adversario”.
4 Y por algún tiempo no quiso; mas después dijo para sí: “Aunque no temo a Dios, ni respeto a hombre,
5 sin embargo, porque esta viuda me importuna, le haré justicia, no sea que al fin venga y me arañe la cara.
6 Y el Señor agregó: “Habéis oído el lenguaje de aquel juez inicuo.
7 ¿Y Dios no habrá de vengar a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y se mostraría tardío con respecto a ellos? [10587]
8 Yo os digo que ejercerá la venganza de ellos prontamente. Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?” [10588] .
El fariseo y el publicano.
9 Para algunos, los que estaban persuadidos en sí mismos de su propia justicia, y que tenían en nada a los demás, dijo también esta parábola [10589] :
10 “Dos hombres subieron al Templo a orar, el uno fariseo, el otra publicano.
11 El fariseo, erguido, oraba en su corazón de esta manera: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, ni como el publicano ése.
12 Ayuno dos veces en la semana y doy el diezmo de todo cuanto poseo”.
13 El publicano, por su parte, quedándose a la distancia, no osaba ni aún levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, compadécete de mí, el pecador”.
14 Os digo: éste bajó a su casa justificado
[10590] , mas no el otro; porque el que se eleva, será abajado; y el que se abaja, será elevado”.
Necesidad de la infancia espiritual.
15 Y le traían también los niñitos, para que los tocase; viendo lo cual, los discípulos los regañaban [10591] .
16 Pero Jesús llamó a los niños, diciendo: “Dejad a los pequeñuelos venir a Mí: no les impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
17 En verdad os digo: quien no recibe el reino de Dios como un niñito, no entrará en él” [10592] .
Peligros de la riqueza.
18 Preguntóle cierto dignatario: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para poseer en herencia la vida eterna?”
19 Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno: Dios.
20 Conoces los mandamientos. “No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”.
21 Él repuso: “Yo he cumplido todo esto desde mi juventud”.
22 A lo cual Jesús replicó: “Una cosa te queda todavía: todo cuanto tienes véndelo y distribuye a pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; y ven y sígueme” [10593] .
23 Al oír estas palabras, se entristeció, porque era muy rico.
24 Mirándolo, entonces, Jesús dijo: “¡Cuán difícilmente, los que tienen los bienes entran en el reino de Dios! [10594]
25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”.
26 Y los oyentes dijeron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”
27 Respondió: “Las cosas imposibles para hombres, posibles para Dios son” [10595] .
28 Entonces Pedro le dijo: “Tú ves, nosotros hemos dejado las cosas propias y te hemos seguido”.
29 Respondióles: “En verdad, os digo, nadie dejará casa o mujer o hermanos o padres o hijos a causa del reino de Dios,
30 que no reciba muchas veces
[10596] otra tanto en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna”.
Jesús predice nuevamente su Pasión.
31 Tomando consigo a los Doce, les dijo: “He aquí que subimos a Jerusalén, y todo lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el Hijo del hombre.
32 Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él [10597] ,
33 y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día resucitará”.
34 Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no conocieron de qué hablaba [10598] .
El ciego de Jericó.
35 Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, y mendigaba.
36 Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó que era eso.
37 Le dijeron: “Jesús, el Nazareno pasa”.
38 Y clamó diciendo: “Jesús, Hijo de David, apiádate de mí!” [10599]
39 Los que iban delante, lo reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía mucho más: “¡Hijo de David, apiádate de mí!”
40 Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le preguntó:
41 “¿Qué deseas que te haga?” Dijo: “¡Señor, que reciba yo la vista!”
42 Y Jesús le dijo: “Recíbela, tu fe te ha salvado”.
43 Y en seguida vio, y lo acompañó glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
Lucas 19
Zaqueo el publicano.
1 Entró en Jericó, e iba pasando.
2 Y he aquí que un hombre rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos,
3 buscaba ver a Jesús para conocerlo, pero no lo lograba a causa de la mucha gente, porque era pequeño de estatura [10600] .
4 Entonces corrió hacia adelante, y subió sobre un sicomoro para verlo, porque debía pasar por allí.
5 Cuando Jesús llegó a este lugar, levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, desciende pronto, porque hoy es necesario que Yo me hospede en tu casa” [10601] .
6 Y éste descendió rápidamente, y lo recibió con alegría.
7 Viendo lo cual, todos murmuraban y decían: “Se ha ido a hospedar en casa de un varón pecador”.
8 Mas Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: “Señor, he aquí que doy a los pobres la mitad de mis bienes; y si en algo he perjudicado a alguno le devuelvo el cuádruplo”.
9 Jesús le dijo: “Hoy se obró salvación a esta casa, porque también él es un hijo de Abrahán.
10 Vino el Hijo del hombre a buscar y a salvar lo perdido”.
Parábola de las minas.
11 Oyendo ellos todavía estas cosas, agregó una parábola, porque se hallaba próximo a Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios iba a ser manifestado en seguida [10602] .
12 Dijo pues: “Un hombre de noble linaje se fué a un país lejano a tomar para sí posesión de un reino y volver.
13 Llamó a diez de sus servidores y les entregó diez minas
[10603] , diciéndoles: “Negociad hasta que yo vuelva”.
14 Ahora bien, sus conciudadanos lo odiaban, y enviaron una embajada detrás de él diciendo: “No queremos que ése reine sobre nosotros” [10604] .
15 Al retornar él, después de haber recibido el reinado, dijo que le llamasen a aquellos servidores a quienes había entregado el dinero, a fin de saber lo que había negociado cada uno [10605] .
16 Presentóse el primero y dijo: “Señor, diez minas ha producido tu mina”.
17 Le dijo: “Enhorabuena, buen servidor, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe potestad sobre diez ciudades”.
18 Y vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco minas”.
19 A él también le dijo: “Y tú sé gobernador de cinco ciudades”.
20 Mas el otro vino diciendo: “Señor, aquí tienes tu mina, que tuve escondida en un pañuelo.
21 Pues te tenía miedo, porque tú eres un hombre duro; sacas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste” [10606] .
22 Replicóle: “Por tu propia boca te condeno, siervo malvado. ¿Pensabas que soy hombre duro, que saco lo que no puse, y siego lo que no sembré?
23 Y entonces por que no diste el dinero mío al banco? (Así al menos) a mi regreso lo hubiera yo recobrado con réditos” [10607] .
24 Y dijo a los que estaban allí: “Quitadle la mina, y dádsela al que tiene diez”.
25 Dijéronle: “Señor, tiene diez minas”.
26 “Os digo: a todo el que tiene, se le dará; y al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado.
27 En cuanto a mis enemigos, los que no han querido que yo reinase sobre ellos, traedlos aquí y degolladlos en mi presencia” [10608] .
Aclamación del Mesías Rey en Jerusalén.
28 Después de haber dicho esto, marchó al frente subiendo a Jerusalén.
29 Y cuando se acercó a Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de su discípulos [10609] ,
30 diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente. Al entrar en ella, encontraréis un burrito atado sobre el cual nadie ha montado todavía; desatadlo y traedlo.
31 Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, diréis así: “El Señor lo necesita”.
32 Los enviados partieron y encontraron las cosas como les había dicho.
33 Cuando desataban el burrito, los dueños les dijeron: “Por qué desatáis el pollino?”
34 Respondieron: “El Señor lo necesita” [10610] .
35 Se lo llevaron a Jesús, pusieron sus mantos encima, e hicieron montar a Jesús.
36 Y mientras Él avanzaba, extendían sus mantos sobre el camino [10611] .
37 Una vez que estuvo próximo al descenso del Monte de los Olivos, toda la muchedumbre de los discípulos, en su alegría, se puso a alabar a Dios con gran voz, por todos los portentos que habían visto,
38 y decían: “Bendito el que viene, el Rey en nombre del Señor. En el cielo paz, y gloria en las alturas”.
39 Pero algunos fariseos, de entre la multitud, dirigiéndose a Él, dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos” [10612] .
40 Mas Él respondió: “Os digo, si estas gentes se callan, las piedras se pondrán a gritar”.
¡Ay de Jerusalén!
41 Y cuando estuvo cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella [10613] .
42 y dijo: “¡Ah si en este día conocieras también tú lo que sería para la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
43 Porque vendrán días sobré ti, y tus enemigos te circunvalarán con un vallado, y te cercarán en derredor y te estrecharán de todas partes;
44 derribarán por tierra a ti, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo en que has sido visitada” [10614] .
Ira de Jesús ante el comercio en el templo.
45 Entró en el Templo y se puso a echar a los vendedores [10615] ,
46 y les dijo: “Está escrito: «Mi casa será una casa de oración», y vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones”.
47 Y día tras día enseñaba en el Templo. Mas los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando perderle, y también los jefes del pueblo;
48 pero no acertaban con lo que habían de hacer, porque el pueblo entero estaba en suspenso, escuchándolo.
Lucas 20
Una vez más confunde Jesús a sus enemigos.
1 Un día en que Él enseñaba al pueblo en el Templo, anunciando el Evangelio, se hicieron presentes los sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos [10616] ,
2 y le dijeron: “Dinos, ¿con qué autoridad haces esto, o quién es el que te ha dado esa potestad?”
3 Respondióles diciendo: “Yo quiero, a mi vez, haceros una pregunta. Decidme:
4 El bautismo de Juan ¿venía del cielo o de los hombres?”
5 Entonces ellos discurrieron así en sí mismos: “Si contestamos: «del cielo», dirá: «¿Por qué no le creísteis?»
6 Y si decimos: «de los hombres», el pueblo todo entero nos apedreará, porque esta convencido de que Juan era profeta”.
7 Por lo cual respondieron no saber de dónde.
8 Y Jesús les dijo: “Ni Yo tampoco os digo con cuál potestad hago esto”.
Los viñadores homicidas.
9 Y se puso a decir al pueblo esta parábola: “Un hombre plantó una viña, y la arrendó a unos labradores, y se ausentó por un largo tiempo [10617] .
10 En su oportunidad envió un servidor a los trabajadores, a que le diesen del fruto de la viña. Pero los labradores lo apalearon y lo devolvieron vacío.
11 Envió aún otro servidor; también a éste lo apalearon, lo ultrajaron y lo devolvieron vacío.
12 Les envió todavía un tercero a quien igualmente lo hirieron y lo echaron fuera.
13 Entonces, el dueño de la viña dijo: “¿Qué haré? Voy a enviarles a mi hijo muy amado; tal vez a Él lo respeten”.
14 Pero, cuando lo vieron los labradores deliberaron unos con otros diciendo: “Este es el heredero. Matémoslo, para que la herencia sea nuestra”.
15 Lo sacaron; pues, fuera de la viña y lo mataron. ¿Qué haya con ellos el dueño de la viña?
16 Vendrá y hará perecer a estos labradores, y entregará la viña a otros”. Ellos, al oír, dijeron: “¡Jamás tal cosa!”
17 Pero Él, fija la mirada sobre ellos, dijo: “¿Qué es aquello que está escrito: «La piedra que desecharon los que edificaban, ésa resultó cabeza de esquina?» [10618]
18 Todo el que cayere sobre esta piedra, quedará hecho pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo”.
19 Entonces los escribas y los sumos sacerdotes trataban de echarle mano en aquella misma hora, pero tuvieron miedo del pueblo; porque habían comprendido bien, que para ellos había dicho esta parábola.
20 Mas no lo perdieron de vista y enviaron unos espías que simulasen ser justos, a fin de sorprenderlo en sus palabras, y así poder entregarlo a la potestad y a la jurisdicción del gobernador.
Lo que es del César.
21 Le propusieron, pues, esta cuestión: “Maestro, sabemos que Tu hablas y enseñas con rectitud y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios según la verdad [10619] .
22 ¿Nos es lícito pagar el tributo al César o no?”
23 Pero Él, conociendo su perfidia, les dijo:
24 Mostradme un denario. ¿De quién lleva la figura y la leyenda?” Respondieron: “Del César”.
25 Les dijo: “Así pues, pagad al César lo que es del César, y lo que es de Dios, a Dios” [10620] .
26 Y no lograron sorprenderlo en sus palabras delante del pueblo; y maravillados de su respuesta callaron.
Los saduceos y la resurrección.
27 Acercáronse, entonces, algunos saduceos, los cuales niegan la resurrección, y le interrogaron diciendo:
28 “Maestro, Moisés nos ha prescripto, que si el hermano de alguno muere dejando mujer sin hijo, su hermano debe casarse con la mujer, para dar posteridad al hermano [10621] .
29 Éranse, pues, siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin hijo.
30 El segundo,
31 y después el tercero, la tomaron, y así (sucesivamente) los siete que murieron sin dejar hijo.
32 Finalmente murió también la mujer.
33 Esta mujer, en la resurrección, ¿de quién vendrá a ser esposa? porque los siete la tuvieron por mujer” [10622] .
34 Díjoles Jesús: “Los hijos de este siglo toman mujer, y las mujeres son dadas en matrimonio;
35 mas los que hayan sido juzgados dignos de alcanzar el siglo aquel y la resurrección de entre los muertos, no tomarán mujer, y (las mujeres) no serán dadas en matrimonio,
36 porque no pueden ya morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.
37 En cuanto a que los muertos resucitan, también Moisés lo dio a entender junto a la zarza, al nombrar al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob” [10623] .
38 Porque, no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos para Él viven”.
39 Sobre lo cual, algunos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”.
40 Y no se atrevieron a interrogarlo más.
Jesús demuestra su divinidad con los Salmos.
41 Pero Él les dijo: “¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
42 Porque David mismo dice en el libro de los Salmos: «El Señor dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra,
43 hasta que Yo ponga a tus enemigos por escabel de tus pies”».
44 Así, pues, David lo llama “Señor”; entonces, ¿cómo es su hijo?” [10624] .
Advertencias sobre los escribas.
45 En presencia de todo el pueblo, dijo a sus discípulos [10625] :
46 “Guardaos de los escribas, que se complacen en andar con largas vestiduras, y en ser saludados en las plazas públicas; que apetecen los primeros asientos en las sinagogas y los primeros divanes en los convites [10626] ;
47 que devoran las casas de las viudas, y afectan orar largamente. ¡Para esas gentes será más abundante la sentencia!”
Lucas 21
La ofrenda de la viuda.
1 Levantó los ojos y vio a los ricos que echaban sus dádivas en el arca de las ofrendas.
2 Y vio también a una viuda menesterosa, que echaba allí dos moneditas de cobre;
3 y dijo: En verdad; os digo, esta viuda, la pobre, ha echado mas que todos,
4 pues todos éstos de su abundancia echaron para las ofrendas de Dios, en tanto que ésta echó de su propia indigencia todo el sustento que tenía” [10627] .
Vaticinio de la ruina del templo y del fin del mundo.
5 Como algunos, hablando del Templo, dijesen que estaba adornado de hermosas piedras y dones votivos, dijo [10628] :
6 “Vendrán días en los cuales, de esto que veis, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”.
7 Le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas, y cuál será la señal para conocer que están a punto de suceder?” [10629]
8 Y Él dijo: “Mirad que no os engañen; porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: «Yo soy; ya llegó el tiempo». No les sigáis.
9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os turbéis; esto ha de suceder primero, pero no es en seguida el fin”.
10 Entonces les dijo: “Pueblo se levantará contra pueblo, reino contra reino.
11 Habrá grandes terremotos y, en diversos lugares, hambres y pestes; habrá también prodigios aterradores y grandes señales en el cielo.
12 Pero antes de todo esto, os prenderán; os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, os llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre.
13 Esto os servirá para testimonio [10630] .
14 Tened, pues, resuelto, en vuestros corazones no pensar antes como habéis de hablar en vuestra defensa [10631] ,
15 porque Yo os daré boca y sabiduría a la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir.
16 Seréis entregados aún por padres y hermanos, y parientes y amigos; y harán morir a algunos de entre vosotros,
17 y seréis odiados de todos a causa de mi nombre.
18 Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá.
19 En vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
20 “Mas cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed que su desolación está próxima [10632] .
21 Entonces, los que estén en Judea, huyan a las montadas; los que estén en medio de ella salgan fuera; y los que estén en los campos, no vuelvan a entrar,
22 porque días de venganza son éstos, de cumplimiento de todo lo que está escrito.
23 ¡Ay de las que estén encintas y de las que creen en aquellos días! Porque habrá gran apretura sobre la tierra, y gran cólera contra este pueblo.
24 Y caerán a filo de espada, y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por gentiles hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido”.
25 “Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas).
26 Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
27 Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria.
28 Mas cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca” [10633] .
La señal de la higuera.
29 Y les dijo una parábola: “Mirad la higuera y los árboles todos [10634] :
30 cuando veis que brotan, sabéis por vosotros mismos que ya se viene el verano.
31 Así también, cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está próximo.
32 En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado [10635] .
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
34 Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y con cuidados de esta vida, y que ese día no caiga sobre vosotros de improviso [10636] ,
35 como una red; porque vendrá sobre todos los habitantes de la tierra entera.
36 Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre”.
37 Durante el día enseñaba en el Templo, pero iba a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos.
38 Y todo el pueblo, muy de mañana acudía a Él en el Templo para escucharlo [10637] .
V. PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS
(22,1 – 23,56)
Lucas 22
Judas traiciona al Maestro.
1 Se aproximaba la fiesta de los Ázimos, llamada la Pascua [10638] .
2 Andaban los sumos sacerdotes y los escribas buscando cómo conseguirían hacer morir a Jesús, pues temían al pueblo.
3 Entonces, entró Satanás en Judas por sobrenombre Iscariote, que era del número de los Doce.
4 Y se fué a tratar con los sumos sacerdotes y los oficiales (de la guardia del Templo) de cómo lo entregaría a ellos.
5 Mucho se felicitaron, y convinieron con él en darle dinero [10639] .
6 Y Judas empeñó su palabra, y buscaba una ocasión para entregárselo a espaldas del pueblo.
La Última Cena.
7 Llegó, pues, el día de los Ázimos, en que se debía inmolar la pascua [10640] .
8 Y envió (Jesús) a Pedro y a Juan, diciéndoles: “Id a prepararnos la Pascua, para que la podamos comer” [10641] .
9 Le preguntaron: “Dónde quieres que la preparemos?”
10 Él les respondió. “Cuando entréis en la ciudad, encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo hasta la casa en que entre.
11 Y diréis al dueño de casa: “El Maestro te manda decir: ¿Dónde está el aposento en que comeré la pascua con mis discípulos?”
12 Y él mismo os mostrará una sala del piso alto, amplia y amueblada; disponed allí lo que es menester”.
13 Partieron y encontraron todo como Él les había dicho, y prepararon la pascua.
14 Y cuando llegó la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con Él.
15 Díjoles entonces: “De todo corazón he deseado comer esta pascua con vosotros antes de sufrir.
16 Porque os digo que Yo no la volveré a comer hasta que ella tenga su plena realización en el reino de Dios” [10642] .
17 Y, habiendo recibido un cáliz dio gracias y dijo: “Tomadlo y repartíoslo [10643] .
18 Porque, os digo, desde ahora no bebo del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios”.
19 Y habiendo tomado pan y dado gracias, (lo) rompió, y les dio diciendo: “Este es el cuerpo mío, el que se da para vosotros. Haced esto en memoria mía” [10644] .
20 Y asimismo el cáliz, después que hubieron cenado, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que se derrama para vosotros [10645] .
21 Sin embargo, ved: la mano del que me entrega está conmigo a la mesa.
22 Porque el Hijo del hombre se va, según lo decretado, pero ¡ay del hombre por quien es entregado!”
23 Y se pusieron a preguntarse entre sí quién de entre ellos sería el que iba a hacer esto.
Disputa entre los apóstoles.
24 Hubo también entre ellos una discusión sobre quién de ellos parecía ser mayor [10646] .
25 Pero Él les dijo: “Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que ejercen sobre ellas el poder son llamados bienhechores [10647] .
26 No así vosotros; sino que el mayor entre vosotros sea como el menor; y el que manda, como quien sirve.
27 Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente [10648] .
28 Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas [10649] .
29 Y Yo os confiero dignidad real como mi Padre me la ha conferido a Mí,
30 para que comáis y bebáis a mi mesa en, mi reino, y os sentéis sobre tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Jesús predice la negación de Pedro.
31 Simón Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como se hace con el trigo.
32 Pero Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido [10650] , confirma a tus hermanos.
33 Pedro le respondió: “Señor, yo estoy pronto para ir contigo a la cárcel y a la muerte” [10651] .
34 Mas Él le dijo: “Yo te digo, Pedro, el gallo no cantará hoy, hasta que tres veces hayas negado conocerme” [10652] .
35 Y les dijo: “Cuando Yo os envié sin bolsa, ni alforja, ni calzado, os faltó alguna cosa?” Respondieron: “Nada”.
36 Y agregó: “Pues bien, ahora, el que tiene una bolsa, tómela consigo, e igualmente la alforja; y quien no tenga, venda su manto y compre una espada [10653] .
37 Porque Yo os digo, que esta palabra de la Escritura debe todavía cumplirse en Mí: «Y ha sido contado entre los malhechores». Y así, lo que a Mí se refiere, toca a su fin”.
38 Le dijeron: “Señor, aquí hay dos espadas”. Les contestó: “Basta” [10654] .
Getsemaní.
39 Salió y marchó, como de costumbre, al Monte de los Olivos, y sus discípulos lo acompañaron.
40 Cuando estuvo en ese lugar, les dijo: “Rogad que no entréis en tentación”.
41 Y se alejo o de ellos a distancia como de un tiro de piedra,
42 y, habiéndose arrodillado, oró así: “Padre, si quieres, aparta de Mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
43 Y se le apareció del cielo un ángel y lo confortaba.
44 Y entrando en agonía, oraba sin cesar. Y su sudor fué como gotas de sangre, que caían sobre la tierra [10655] .
45 Cuando se levantó de la oración, fué a sus discípulos, y los halló durmiendo, a causa de la tristeza.
46 Y les dijo: “¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación”.
El beso de Judas.
47 Estaba todavía hablando, cuando llegó una tropa, y el que se llamaba Judas, uno de los Doce, iba a la cabeza de ellos, y se acercó a Jesús para besarlo [10656] .
48 Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”
49 Los que estaban con Él, viendo lo que iba a suceder, le dijeron: “Señor, ¿golpearemos con la espada?”
50 Y uno de ellos dio un golpe al siervo del sumo sacerdote, y le separó la oreja derecha.
51 Jesús, empero, respondió y dijo: “Sufrid aún ésto”; y tocando la oreja la sanó.
52 Después Jesús dijo a los que habían venido contra Él, sumos sacerdotes, oficiales del Templo y ancianos: “¿Cómo contra un ladrón salisteis con espadas y palos?
53 Cada día estaba Yo con vosotros en el Templo, y no habéis extendido las manos contra Mí. Pero ésta es la hora vuestra, y la potestad de la tiniebla”.
La negación de Pedro.
54 Entonces lo prendieron, lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote. Y Pedro seguía de lejos.
55 Cuando encendieron fuego en medio del patio, y se sentaron alrededor, vino Pedro a sentarse entre ellos [10657] .
56 Mas una sirvienta lo vio sentado junto al fuego y, fijando en él su mirada; dijo: “Este también estaba con Él”.
57 Él lo negó, diciendo: “Mujer, yo no lo conozco”.
58 Un poco después, otro lo vio y le dijo: “Tú también eres de ellos”. Pero Pedro dijo: “Hombre, no lo soy”.
59 Después de un intervalo como de una hora, otro afirmó con fuerza: “Ciertamente, éste estaba con Él; porque es también un galileo”.
60 Mas Pedro dijo: “Hombre, no sé lo que dices”. Al punto, y cuando él hablaba todavía, un gallo cantó.
61 Y el Señor se volvió para mirar a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor, según lo había dicho: “Antes que el gallo cante hoy, tú me negarás tres veces”.
62 Y salió fuera y lloró amargamente [10658] .
63 Y los hombres que lo, tenían (a Jesús), se burlaban de Él y lo golpeaban.
64 Y habiéndole velado la faz, le preguntaban diciendo: “¡Adivina! ¿Quién es el que te golpeó?”
65 Y proferían contra Él muchas otras palabras injuriosas.
Ante el Sanhedrín.
66 Cuando se hizo de día, se reunió la asamblea de los ancianos del pueblo, los sumos sacerdotes y escribas, y lo hicieron comparecer ante el Sanhedrín [10659] ,
67 diciendo: “Si Tú eres el Cristo, dínoslo”. Mas les respondió: “Si os hablo, no me creeréis,
68 y si os pregunto, no me responderéis.
69 Pero desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios”.
70 Y todos le preguntaron: “¿Luego eres Tú el Hijo de Dios?” Les respondió: “’Vosotros lo estáis diciendo: Yo soy”.
71 Entonces dijeron: “¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? Nosotros mismos acabamos de oírlo de su boca” [10660] .
Lucas 23
Jesús ante Pilato y Herodes.
1 Entonces, levantándose toda la asamblea, lo llevaron a Pilato;
2 y comenzaron a acusarlo, diciendo: “Hemos hallado a este hombre soliviantando a nuestra nación, impidiendo que se dé tributo al César y diciendo ser el Cristo Rey” [10661] .
3 Pilato lo interrogó y dijo: “¿Eres Tú el rey de los judíos?” Respondióle y dijo: “Tú lo dices”.
4 Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a las turbas: “No hallo culpa en éste hombre” [10662] .
5 Pero aquéllos insistían con fuerza, diciendo: “Él subleva al pueblo enseñando por toda la Judea, comenzando desde Galilea, hasta aquí”.
6 A estas palabras, Pilato preguntó si ese hombre era galileo.
7 Y cuando supo que era de la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes, que se encontraba también en Jerusalén, en aquellos días [10663] .
8 Herodes, al ver a Jesús, se alegró mucho, porque hacía largo tiempo que deseaba verlo por lo que oía decir de Él, y esperaba verle hacer algún milagro.
9 Lo interrogo con derroche de palabras, pero Él no le respondió nada [10664] .
10 Entretanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí, acusándolo sin tregua.
11 Herodes lo despreció, lo mismo que sus soldados; burlándose de Él, púsole un vestido resplandeciente y lo envió de nuevo a Pilato.
12 Y he aquí que en aquel día se hicieron amigos Herodes y Pilato, que antes eran enemigos.
Barrabás y Jesús.
13 Convocó, entonces, Pilato a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo,
14 y les dijo: “Habéis entregado a mi jurisdicción este hombre como que andaba sublevando al pueblo. He efectuado el interrogatorio delante vosotros y no he encontrado en Él nada de culpable, en las cosas de que lo acusáis.
15 Ni Herodes tampoco, puesto que nos lo ha devuelto; ya lo veis, no ha hecho nada que merezca muerte.
16 Por tanto, lo mandaré castigar y lo dejaré en libertad [10665] .
17 [Ahora bien, debía él en cada fiesta ponerles a uno en libertad] [10666] .
18 Y gritaron todos a una: “Quítanos a éste y suéltanos a Barrabás” [10667] .
19 Barrabás había sido encarcelado a causa de una sedición en la ciudad y por homicidio.
20 De nuevo Pilato les dirigió la palabra, en su deseo de soltar a Jesús.
21 Pero ellos gritaron más fuerte, diciendo: “¡Crucifícalo, crucifícalo!”
22 Y por tercera vez les dijo: “¿Pero qué mal ha hecho éste? Yo nada he encontrado en él que merezca muerte. Lo pondré, pues, en libertad, después de castigarlo”.
23 Pero ellos insistían a grandes voces, exigiendo que Él fuera crucificado, y sus voces se hacían cada vez más fuertes.
24 Entonces Pilato decidió que se hiciese según su petición.
25 Y dejó libre al que ellos pedían, que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
Via crucis.
26 Cuando lo llevaban, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, obligándole a ir sustentando la cruz detrás de Jesús [10668] .
27 Lo acompañaba una gran muchedumbre del pueblo, y de mujeres que se lamentaban y lloraban sobre Él.
28 Mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos [10669] ,
29 porque vienen días, en que se dirá: ¡Felices las estériles y las entrañas que no engendraron, y los pechos que no amamantaron!
30 Entonces se pondrán a decir a las montañas: «Caed sobre nosotros, y a las colinas: ocultadnos».
31 Porque si esto hacen con el leño verde, ¿qué será del seco?” [10670] .
La crucifixión.
32 Conducían también a otros dos malhechores con Él para ser suspendidos.
33 Cuando hubieron llegado al lugar llamado del Cráneo, allí crucificaron a Él, y a los malhechores, uno a su derecha, y el otro a su izquierda [10671] .
34 Y Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Entretanto, hacían porciones de sus ropas y echaron suertes.
35 Y el pueblo estaba en pie mirándolo, mas los magistrados lo zaherían, diciendo: “A otros salvó; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el predilecto”.
36 También se burlaron de Él los soldados, acercándose, ofreciéndole vinagre y diciendo:
37 “Si Tú eres el rey de los judíos, sálvate a Ti mismo”.
38 Había, empero, una inscripción sobre Él, en caracteres griegos, romanos y hebreos: “El rey de los judíos es Éste”.
El buen ladrón.
39 Uno de los malhechores suspendidos, blasfemaba de Él, diciendo: “¿No eres acaso Tú el Cristo? Sálvate a Ti mismo, y a nosotros”.
40 Contestando el otro lo reprendía y decía: “¿Ni aun temes tú a Dios, estando en pleno suplicio? [10672]
41 Y nosotros, con justicia; porque recibimos lo merecido por lo que hemos hecho; pero Éste no hizo nada malo”.
42 Y dijo: “Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino” [10673] .
43 Le respondió: “En verdad, te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Muerte de Jesús.
44 Era ya alrededor de la hora sexta, cuando una tiniebla se hizo sobre toda la tierra hasta la hora nona,
45 eclipsándose el sol; y el velo del templo se rasgó por el medio.
46 Y Jesús clamó con gran voz: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró [10674] .
47 El centurión, al ver lo ocurrido, dio gloria a Dios, diciendo: “¡Verdaderamente, este hombre era un justo!” [10675]
48 Y todas las turbas reunidas para este espectáculo, habiendo contemplado las cosas que pasaban, se volvían golpeándose los pechos.
49 Mas todos sus conocidos estaban a lo lejos [10676] –y también las mujeres que lo habían seguido desde Galilea– mirando estas cosas.
La sepultura.
50 Y había un varón llamado José, que era miembro del Sanhedrín, hombre bueno y justo [10677]
51 –que no había dado su asentimiento, ni a la resolución de ellos ni al procedimiento que usaron–, oriundo de Arimatea, ciudad de los judíos, el cual estaba a la espera del reino de Dios [10678] .
52 Éste fué a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
53 Y habiéndolo bajado, lo envolvió en una mortaja y lo depositó en un sepulcro tallado en la roca, donde ninguno había sido puesto.
54 Era el día de la Preparación, y comenzaba ya el sábado [10679] .
55 Las mujeres venidas con Él de Galilea, acompañaron (a José) y observaron el sepulcro y la manera cómo fué sepultado Su cuerpo.
56 Y de vuelta, prepararon aromas y ungüento. Durante el sábado se estuvieron en reposo, conforme al precepto.
VI. RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN DE JESÚS
(24,1 – 52)
Lucas 24
La Resurrección.
1 Pero el primer día de la semana [10680] , muy de mañana, volvieron al sepulcro, llevando los aromas que habían preparado.
2 hallaron la piedra desarrimada del sepulcro.
3 Habiendo entrado, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.
4 Mientras ellas estaban perplejas por esto, he ahí que dos varones de vestidura resplandeciente se les presentaron.
5 Como ellas estuviesen poseídas de miedo e inclinasen los rostros hacia el suelo, ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
6 No está aquí; ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo, estando aún en Galilea:
7 que era necesario que el Hijo del hombre fuese entregado en manos de hombres pecadores, que fuese crucificado y resucitara el tercer día”.
8 Entonces se acordaron de sus palabras.
9 Y de vuelta del sepulcro, fueron a anunciar todo esto a los Once [10681] y a todos los demás.
10 Eran María la Magdalena, Juana y María la (madre) de Santiago; y también las otras con ellas referían esto a los apóstoles.
11 Pero estos relatos aparecieron ante los ojos de ellos como un delirio, y no les dieron crédito.
12 Sin embargo Pedro se levantó y corrió al sepulcro, y, asomándose, vio las mortajas solas. Y se volvió, maravillándose de lo que había sucedido.
Los discípulos de Emaús.
13 Y he aquí que, en aquel mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea, llamada Emaús, a ciento sesenta estadios de Jerusalén [10682] .
14 E iban comentando entre sí todos estos acontecimientos.
15 Y sucedió que, mientras ellos platicaban y discutían, Jesús mismo se acercó y se puso a caminar con ellos.
16 Pero sus ojos estaban deslumbrados para que no lo conociesen.
17 Y les dijo: “¿Qué palabras son éstas que tratáis entre vosotros andando?”
18 Y se detuvieron con los rostros entristecidos. Uno, llamado Cleofás, le respondió: “Eres Tú el único peregrino, que estando en Jerusalén, no sabes lo que ha sucedido en ella en estos días?”
19 Les dijo: “¿Qué cosas?” Y ellos: “Lo de Jesús el Nazareno, que fué varón profeta, poderoso en obra y palabra delante de Dios y de todo el pueblo,
20 y cómo lo entregaron nuestros sumos sacerdotes y nuestros magistrados para ser condenado a muerte, y lo crucificaron.
21 Nosotros, a la verdad, esperábamos que fuera Él, aquel que habría de librar a Israel. Pero, con todo, ya es el tercer día desde que sucedieron estas cosas.
22 Y todavía más, algunas mujeres de los nuestros, nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro,
23 y no habiendo encontrado su cuerpo se volvieron, diciendo también que ellas habían tenido una visión de ángeles, los que dicen que Él está vivo [10683] .
24 Algunos de los que están con nosotros han ido al sepulcro, y han encontrado las cosas como las mujeres habían dicho; pero a Él no lo han visto”.
25 Entonces les dijo: “¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas!
26 ¿No era necesario que el Cristo sufriese así para entrar en su gloria?” [10684]
27 Y comenzando por Moisés, y por todos los profetas, les hizo hermenéutica de lo que en todas las Escrituras había acerca de Él.
28 Se aproximaron a la aldea a donde iban, y Él hizo ademán de ir más lejos.
29 Pero ellos le hicieron fuerza, diciendo: “Quédate con nosotros, porque es tarde, y ya ha declinado el día”. Y entró para quedarse con ellos.
30 Y estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y les dio [10685] .
31 Entonces los ojos de ellos fueron abiertos y lo reconocieron; mas Él desapareció de su vista.
32 Y se dijeron uno a otro: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo dentro de nosotros, mientras nos hablaba en el camino, mientras nos abría las Escrituras?” [10686] .
Jesús se aparece a los Once.
33 Y levantándose en aquella misma hora, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los demás,
34 los cuales dijeron: “Realmente resucitó el Señor y se ha aparecido a Simón”.
35 Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo se hizo conocer de ellos en la fracción del pan.
36 Aún estaban hablando de esto cuando Él mismo se puso en medio de ellos diciendo: “Paz a vosotros” [10687] .
37 Mas ellos, turbados y atemorizados, creían ver un espíritu.
38 Él entonces les dijo: “¿Por qué estáis turbados? y ¿por qué se levantan dudas en vuestros corazones?
39 Mirad mis manos y mis pies: soy Yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne ni husos, como veis que Yo tengo”.
40 Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
41 Como aún desconfiaran, de pura alegría, y se estuvieran asombrados, les dijo: “¿Tenéis por ahí algo de comer?” [10688]
42 Le dieron un trozo de pez asado.
43 Lo tomó y se lo comió a la vista de ellos.
Despedida y Ascensión.
44 Después les dijo: “Esto es aquello que Yo os decía, cuando estaba todavía con vosotros, que es necesario que todo lo que está escrito acerca de Mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos se cumpla”.
45 Entonces les abrió la inteligencia para que comprendiesen las Escrituras [10689] .
46 Y les dijo: “Así estaba escrito que el Cristo sufriese y resucitase de entre los muertos al tercer día [10690] ,
47 y que se predicase, en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén [10691] .
48 Vosotros sois testigos de estas cosas.
49 Y he aquí que Yo envío sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Mas vosotros estaos quedos en la ciudad hasta que desde lo alto seáis investidos de fuerza [10692] .
50 Y los sacó fuera hasta frente a Betania y, alzando sus manos, los bendijo [10693] .
51 Mientras los bendecía, se separó de ellos y fué elevado hacia el cielo.
52 Ellos lo adoraron y se volvieron a Jerusalén con gran gozo.
53 Y estaban constantemente en el Templo, alabando y bendiciendo a Dios [10694] .
Comentarios de Mons. Straubinger
2. Desde el comienzo: Tal es la esencia de la tradición, y lo que hace su eficacia: no el que se haya trasmitido por mucho o poco tiempo, sino el que arranque de la fuente originaria y conserve sin ninguna variación el primitivo depósito. Cf. 1 Tm. 6, 20. ↑
3. Teófilo, a quien dedica el Evangelista su libro, es un noble amigo de San Lucas convertido al cristianismo, o un seudónimo que designa a todos los cristianos. Prefieren algunos exégetas esta interpretación no sólo por ser desconocida dicha personalidad en la literatura evangélica, sino también por el nombre que significa: “el que ama a Dios”. ↑
5. De las 24 familias o grupos sacerdotales que se turnaban en el servicio del Templo, la familia de “Abía” era la octava (1 Cro. 24, 10). ↑
6. Mandamientos y justificaciones. No son dos términos sinónimos; de lo contrario, el segundo sería redundante. La Palabra de Dios no contiene exclusivamente preceptos, como un tratado de obligaciones, sino que está llena de revelaciones de amor y secretos de santidad, por lo cual Jesús llama a su Evangelio la Buena Nueva. Sobre el sentido de esas “justificaciones” en el Antiguo Testamento, puede verse especialmente el Sal. 118 y sus notas. En el Nuevo Testamento, S. Pablo enseña que nuestra justificación es la sangre de Cristo y la Resurrección del Redentor, el cual nos dejó como fruto la gracia del Espíritu Santo que se nos da mediante la fe. Cf. Rm. 3, 24 ss.; 4, 25; 5, 16 ss.; 8, 10 s., etc. ↑
7 ss. No tener hijos se consideraba entre los judíos como un castigo de Dios. Por tanto pedía Zacarías que se quitase a él y a su mujer el oprobio de la esterilidad. Véase 1 Sam. 1, 11. ↑
17. Véase Mal. 3, 1; 4, 6; Mt. 11, 11 y nota. Juan tendrá que preparar el camino para la primera venida de Cristo como Elías lo hará cuando se acerque la segunda (Mt. 17, 11 s. y nota). ↑
21. Después del sacrificio el sacerdote tenía que bendecir al pueblo con la fórmula de Nm. 6, 23 ss. ↑
27. De la casa de David: Aquí parece referirse más bien a José, que sin duda lo era (cf. Mt. 1, 6 y 16). Pero lo mismo se deduce de María en v. 32 y 3, 23 ss. (véase allí la nota). La diferencia entre ambos esposos está en que María descendía de David por Natán (línea no real) y José por la línea real de Salomón. Para que se cumpliese el anuncio del v. 32, Jesús debía reunir en Él la sangre de David, que recibió de su Madre, y el derecho a la corona, que recibió de su padre adoptivo. Bien lo sabían los judíos, pues de lo contrario los enemigos de Cristo lo habrían acusado de impostor cuando fué aclamado como “Hijo de David” (Mt. 21, 9-11). ↑
28. He aquí la fórmula original del Ave María, que se completa con las palabras de Isabel en el v. 42. El ángel la saludó sin duda en lenguaje arameo (el hebreo de entonces, con influencias de Siria y Caldea) con la fórmula “Shalom lak”, o sea literalmente: “Paz sobre ti” (10, 6; Mt. 10, 12 y nota). La fórmula griega “jaíre”, usada para ese saludo, significa literalmente “alégrate” y ha sido traducida al latín por la fórmula equivalente de salutación “Ave”. Las lenguas modernas han conservado a veces la palabra latina, como hace también el español al designar la oración Ave María, o la han traducido diciendo simplemente: “Yo te saludo”, o bien usando expresiones semejantes, por ejemplo: “Salve”. La fórmula “Dios te salve”, que es sin duda la más hermosa para saludar al común de los mortales, no puede evidentemente ser entendida en forma literal, como si la Virgen aun tuviera que ser salvada. “Llena de gracia” (en griego kejaritomene) es también sin duda la grecización de una expresión aramea que algunos traducen por: “objeto del favor divino”, según lo que el ángel agrega en el v. 30. De todas maneras hay una admirable lección de humildad en ese elogio que, sin perjuicio de establecer la más alta santidad en María (habiéndose fundado principalmente en ello el dogma de la Inmaculada Concepción), no alaba en la Virgen ninguna cualidad o virtud como propia de Ella, sino la obra de la divina predilección, como ella misma lo había de proclamar en el Magnificat (v. 48 s). Bendita tú entre las mujeres: estas palabras faltan aquí en muchos códices. Son las que Isabel dijo a María en el v. 42, donde se completa la primera parte del Ave María. La segunda parte fué añadida posteriormente. ↑
32 s. Véase 2, 50 y nota; Dn. 7, 14 y 27; Mi. 4, 7; Mt. 1, 18 ss.; Is. 9, 7; 22, 22; etc. ↑
34. Véase Mt. 1, 19 y nota. De derecho María era esposa de San José. Así la sabiduría de Dios lo había dispuesto para guardar la honestidad de la Virgen a los ojos de la gente. De las palabras: “No conozco varón” se deduce que María había hecho voto de guardar la virginidad. En las pocas veces que habla María, su corazón exquisito nos enseña siempre no sólo la más perfecta fidelidad sino también la más plena libertad de espíritu. No pregunta Ella cómo podrá ser esto, sino: cómo será, es decir que desde el primer momento está bien segura de que el anuncio del Mensajero se cumplirá, por asombroso que sea, y de que Ella lo aceptará íntegramente, cualesquiera fuesen las condiciones. Pero no quiere quedarse con una duda de conciencia, por lo cual no vacila en preguntar si su voto será o no un obstáculo al plan de Dios, y no tarda en recibir la respuesta sobre el prodigio portentoso de su Maternidad virginal. La pregunta de María, sin disminuir en nada su docilidad (v. 38), la perfecciona, mostrándonos que nuestra obediencia no ha de ser la de un autómata, sino dada con plena conciencia, es decir, de modo que la voluntad pueda ser movida por el espíritu. De ahí que Cristo se presente como la luz, la cual no quiere que la sigamos ciegamente. Véase Jn. 12, 46; 1 Co. 12, 2 y notas. ↑
38. La respuesta de María manifiesta, más aún que su incomparable humildad y obediencia, la grandeza de su fe que la hace entregarse enteramente a la acción divina, sin pretender penetrar el misterio ni las consecuencias que para Ella pudiera tener. ↑
39. Una ciudad de Judá: Según unos Ain Carim, a una legua y media al oeste de Jerusalén; según otros, una ciudad en la comarca de Hebrón, lo que es más probable. ↑
46 ss. Este himno, el Magnificat, está empapado de textos de la Sagrada Escritura, especialmente del cántico de Ana (1 Sam. 2, 1-10) y de los Salmos, lo que nos enseña hasta qué punto la Virgen se había familiarizado con los Sagrados Libros que meditaba desde su infancia. El Magnificat es el canto lírico por excelencia, y más que nada en su comienzo. Toda su segunda parte lo es también, porque canta la alabanza del Dios asombrosamente paradojal que prefiere a los pequeños y a los vacíos. De ahí que esa segunda parte esté llena de doctrina al mismo tiempo que de poesía. Y otro tanto puede decirse de la tercera o final, donde “aquella niña hebrea” (como la llama el Dante), que había empezado un cántico individual, lo extiende (como el Salmista en el Sal. 101), a todo su pueblo, que Ella esperaba recibiría entonces las bendiciones prometidas por los profetas, porque Ella ignoraba aún el misterio del rechazo de Cristo por Israel. Pero el lirismo del Magnificat desborda sobre todo en sus primeras líneas, no sólo porque empieza cantando y alabando, que es lo propio de la lira y el arpa, como hizo el Rey David poeta y profeta, sino también y esencialmente porque es Ella misma la que se pone en juego toda entera como heroína del poema. Es decir que, además de expresar los sentimientos más íntimos de su ser, se apresura a revelarnos, con el alborozo de la enamorada feliz de sentirse amada, que ese gran Dios puso los ojos en Ella, y que, por esas grandeza que Él hizo en Ella, la felicitarán todas las generaciones. Una mirada superficial podría sorprenderse de este “egoísmo” con que María, la incomparablemente humilde y silenciosa, empieza así hablando de sí misma, cuando pareciera que pudo ser más generoso y más perfecto hablar de los demás, o limitarse a glorificar al Padre como lo hace en la segunda parte. Pero si lo miramos a la luz del amor, comprendemos que nada pudo ser más grato al divino Amante, ni mas comprensivo de parte de la que se sabe amada, que pregonar así el éxtasis de la felicidad que siente al verse elegida, porque esa confesión ingenua de su gozo es lo que más puede agradar y recompensar al magnánimo Corazón de Dios. A nadie se le ocurriría que una novia, al recibir la declaración de amor, debiese pedir que esa elección no recayese en ella Sino en otra. Porque esto, so capa de humildad, le sabría muy mal al enamorado, y no podría concebirse sinceramente sino como indiferencia por parte de ella. Porque el amor es un bien incomparable –como que es Dios mismo (1 Jn. 4, 16)– y no podría, por tanto, concebirse ningún bien mayor que justificase la renuncia al amor. De ahí que ese “egoísmo” lírico de María sea la lección más alta que un alma puede recibir sobre el modo de corresponder al amor de Dios. Y no es otro el sentido del Salmo que nos dice: “Deléitate en el Señor y te dará cuanto desee tu corazón” (Sal. 36, 4). Ojalá tuviésemos un poco de este egoísmo que nos hiciese desear con gula el amor que Él nos prodiga, en vez de volverle la espalda con indiferencia, como solemos hacer a fuerza de mirarlo, con ojos carnales, como a un gendarme con el cual no es posible deleitarse en esta vida. ↑
49 ss. Véase Sal. 110, 9; 102, 13 y 17; 88, 11; 2 Sam. 22, 28. A la confesión de la humildad, sucede la grandiosa alabanza de Dios. Es muy de admirar, y de meditar, el hecho de que toda esta serie de alabanzas, que podrían haber celebrado tantas otras de las divinas grandezas, se refieran insistentemente a un solo punto: la exaltación de los pequeños y la confusión de los grandes, como para mostrarnos que esta paradoja, sobre la cual tanto había de insistir el mismo Jesús, es el más importante de los misterios que el plan divino presenta a nuestra consideración. En efecto, la síntesis del espíritu evangélico se encuentra en esa pequeñez o infancia espiritual que es la gran bienaventuranza de los pobres en espíritu, y según la cual los que se hacen como niños, no sólo san los grandes en el Reino, sino también los únicos que entran en él (Mt. 3, 2 nota). ↑
51 ss. Véase Sal. 146, 6; 33, 11; 106, 9; 97, 3; Jb. 12, 19. ↑
53. Cf. Sal. 11, 6; 80, 11. ↑
54. Acogió a Israel su siervo: otros traducen “su hijo”. El griego “paidós” y el latín “puerum”, admiten ambas traducciones. ¿Alude aquí la Virgen al Mesías, Hijo de Dios, a quien le llegaban los tiempos de su Encarnación, o al pueblo de Israel, a quien Dios acogía enviándole al Mesías prometido? Fillion expone como evidente esta última solución, señalando además el sentido de protección que tiene el término griego “antelábeto” (acogió). Algunos –como Zorell– se inclinan a la primera solución, señalando como fuente de este texto el de Is. 42, 1 ss., en el cual se alude indiscutiblemente al Mesías como lo atestigua S. Mateo (12, 18 ss.). Pero no parece ser ésa la fuente; la Biblia de Gramática ni siquiera la cita entre los lugares paralelos de nuestro texto. En realidad caben ambas interpretaciones del nombre de Israel. Vemos, por ejemplo, que el texto de Is. 41, 8 se refiere evidentemente a Israel y no a Jesús, pues en el v. 16 le anuncia que se glorificará en el Santo de Israel o sea en el Mesías. En el mismo Isaías Dios vuelve a referirse a Israel como siervo, llamándole sordo, con relación a su rechazo del Mesías (42, 19), y también en 44, 21 ss., donde le dice que vuelva a Él porqué ha borrado sus iniquidades. En cambio, en la gran profecía del Redentor humillado y glorioso (Is. 49, 3 ss.), el Padre habla al “Siervo de Yahvé” y le llama “Israel” (si no es interpolación) dirigiéndose claramente al Mesías, pues le dice que será su servidor para conducir hacia Él las tribus de Jacob, y no sólo para esto, sino también para ser luz de las naciones, tal como la profecía de Simeón llama a Cristo en Lc. 2, 32. ↑
55. En favor de Abrahán, etc. Como se ve, este texto, no sólo en el griego sino también en la Vulgata, según lo hace notar Fillion, no dice que Dios se acordó de su misericordia, como lo hubiese anunciado a los patriarcas incluso Abrahán y su descendencia hasta ese momento, sino que Dios, según lo había anunciado a los patriarcas, recordó la misericordia prometida a Abrahán, a quien había dicho que su descendencia duraría para siempre. Lo cual concordaría también con el hecho de que la Virgen ignoraba el misterio del rechazo del Mesías en su primera venida, por parte del pueblo escogido, y creía, como los Reyes Magos (Mt. 2, 2-6), Zacarías (v. 69 ss.), Simeón (2, 32), los apóstoles Hch. 1, 6) y todos los piadosos israelitas que aclamaron a Jesús el Domingo de Ramos, que el Mesías-Rey sería reconocido por su pueblo, según la promesa que María había recibido del ángel con respecto a su Hijo en el v. 32: “el Señor Dios le dará el trono de David su padre y reinará en la casa de Jacob para siempre, y su reinado no tendrá fin”. Véase 2, 35; 2, 50; Mi. 7, 20 y notas. ↑
60. Juan significa “Dios es bondadoso”. Zacarías le da este nombre como se lo había ordenado el ángel en el v. 13. ↑
67. El cántico de Zacarías es el Benedictus de la Liturgia. Así como el Magníficat, es rezado cada día en el Oficio divino, y contiene también, en primer lugar, una acción de gracias al Todopoderoso, y luego una grandiosa profecía de la Redención y del reino de Jesucristo, cuyo precursor será el recién nacido Juan. ↑
72 ss. Véase Sal. 104, 8 s.; 105, 45 s.; Gn. 17, 6 s.; 22, 16-18; 26, 3. ↑
78 s. El Oriente es Jesucristo, la verdadera luz (2, 32; Jn. 1, 4; 3, 19; 8, 12; 12, 35; Ap. 21, 23), que vino al mundo e ilumina a todo hombre (Jn. 1, 9) como “Sol de justicia” (Mal. 4, 2). Cf. Jn. 9, 5; Is. 60, 2 s.; Za. 3, 8. ↑
1. Véase Mi. 5, 2. Sin saberlo, el emperador romano Augusto fué el instrumento por el cual Dios dio cumplimiento a la profecía de Miqueas 5, 1 que el Caudillo de Israel nacería en Belén, aunque María y José vivían lejos de allí, en Nazaret, que dista más de cien kms. de la dudad de Belén. ↑
6. El nacimiento se hizo en forma milagrosa, pues María pudo atender personalmente al Niño adorable, para el cual “no hubo lugar en la hostería”. ¿No es ésta una figura del mundo y de cada corazón. donde los otros “huéspedes” no dejan lugar para Él? ↑
7. Primogénito es un término de la Ley mosaica. Así se llamaba al, primero, aunque fuese hijo única (Ex. 13, 2). Cf. Mt. 1, 23 y nota. ↑
22 ss. La Virgen purísima no tenía que “purificarse”: sin embargo se sometió, como Jesucristo, a la ley judía que prescribía la purificación de la madre en el plazo de 40 días. La ofrenda es la de los pobres (Ex. 13, 2; Lv. 12, 2-8). ↑
29. La oración de Simeón e es el “Nunc dimittis”, que se reza en el Oficio de Completas. ↑
34. Contradicción: Es el gran misterio de todo el Evangelio. Véase cómo actúa este misterio, en Mt. 13, 5-7. Cf. 7, 23 y nota. ↑
35. Por la profecía de Simeón se despierta en el alma de María el presentimiento de un misterio infinitamente doloroso en la vida de su Hijo. Hasta entonces Ella no había escuchado sino las palabras de Gabriel que le anunciaba para Jesús el trono de su padre David (1, 32). Simeón las confirma en el v. 32, pero introduce una espada –el rechazo del Mesías por Israel (v. 34)– cuya inmensa tragedia conocerá María al pie de la Cruz. Cf. Jn. 19, 25 y nota. ↑
43. María pudo creer que el Niño venía en el grupo de hombres. ↑
49. La voluntad del Padre es todo para Jesús. ¿Como podría oponerse a ella el amor de la familia? ↑
50. No comprendieron: Sobre este misterio de la ignorancia de María véase v. 35; 1, 55 y notas. María, pues, no obstante ser quien era, vivió de fe como Abrahán (Rm. 4, 18). De esa fe que es la vida del justo (Rm. 1, 17); de esa fe que Isabel le elogió como su virtud por excelencia (1, 45). ↑
51. Conservaba todas estas palabras, “como rumiándolas y meditándolas diligentísimamente” (S. Beda). Véase v. 19 y cap. 11, 28. Por esta declaración del evangelista se cree que él escuchó de labios de María muchas cosas, especialmente éstas relativas a la infancia de Jesús, que S. Lucas es el único en referir. ↑
52. Crecía en sabiduría: No quiere decir que Jesús la tuviese menor en ningún momento, sino que la iba manifestando, como convenía a cada edad de su vida santísima. ↑
1. A pesar de las múltiples indicaciones no es posible fijar exactamente el año en que el Bautista empezó a predicar y bautizar. Probablemente fue el año 28 de nuestra era. ↑
2. No había más que un solo sumo sacerdote: Caifás. Anás, su suegro, que había sido sumo sacerdote, se menciona aquí, así como en la pasión de Cristo, por el influjo que aun tenía. ↑
4. Véase 1, 17 y nota; Is. 40, 3-5; Mt. 3, 3; Mc. 1, 2-3; Jn. 1, 23. Voz de uno que clama: Juan era todo voz, dice S. Ambrosio: la voz del Espíritu que anunciaba al Verbo. ↑
5. El sentido profético-histórico de estas palabras de Isaías se refería a las naciones gentiles que debían ser humilladas antes del triunfo mesiánico. Cf. Za. 1, 11; Mal. 3, 1. ↑
8. Aquí se condena la idolatría de la sangre. Dios no tiene en cuenta la raza o descendencia natural, sino el arrepentimiento y la sinceridad de conciencia. ↑
12. Los publicanos o recaudadores de impuestos, eran sumamente odiados por sus injustas exacciones. ↑
16. El bautismo de Juan era para dar el arrepentimiento en que Israel debía recibir al Mesías. Véase Hch. 19, 4. Cf. Rm. 6, 1 ss. ↑
21. No puede sorprendernos la humildad de Juan (v. 16) cuando vemos aquí al Verbo encarnado sometiéndose, para dar ejemplo, al bautismo de la penitencia. ↑
23. S. Mateo (1, 1 ss.) presenta a Jesús como hijo de Abrahán y de David, esto es: miembro del pueblo de Israel y heredero de su cetro. Como esta herencia se transmitía por línea masculina, Mateo expone, en forma descendente, la genealogía legal de Jesús, o sea la de San José, quien aparecía legalmente como su padre. S. Lucas, que acaba de mostrar aquí (v. 22) a Jesús como Hijo de Dios, nos da a continuación una genealogía ascendente que llega hasta Dios y cuyos personajes son distintos de los presentados por Mateo, lo cual inclina a pensar desde luego que no se refiere ya al mismo S. José, y tanto más cuanto que, en Mateo, la descendencia de David es por Salomón (línea real) y en Lucas por Natán. Dura cosa sería además aceptar la opinión de que ambos evangelistas hubiesen omitido darnos la verdadera y única genealogía de Jesucristo, que es la de “María su madre”. Una lectura atenta del texto griego muestra que la versión más probable de este texto es la que toma “hos” en el sentido de “mientras”, como se hace en Ga. 6, 10; Jn. 12, 36, etc., y sobre todo como lo hace el mismo Lucas, v. gr. en 24, 32 donde lo usa por dos veces diciendo: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo entre nosotros mientras nos hablaba en el camino, mientras nos abría las Escrituras?” Resulta así que Jesús, en tanto que se le tenía por hijo de José, lo era en realidad –por la Virgen– de Elí, abreviación de Eliaquim (que significa lo mismo que Joaquín, según una tradición padre de María y abuela del Señor) y, en consecuencia, de todos los ascendientes de Elí hasta Adán, y también del mismo Dios. Creemos que las opiniones que se han apartado de esta interpretación literal, por lo demás ampliamente fundada en la obra de Heer “El árbol genealógico de Jesús” (Friburgo 1910), partieron de los textos latinos que usan –para indicar cada generación– la expresión “qui fuit”, introduciendo un elemento nuevo ausente en el original griego, en el cual se lee simplemente “tu”, que se traduce por “de”, esto es, “hijo de”. Véase 1, 27 y nota. ↑
31. Natán era, como Salomón, hijo de David por Betsabee (1 Cro. 3, 5), la mujer que éste quitó a Urías (2 Sam. 11); por donde vemos la indecible humildad de Jesús que no desdeñó llevar esa sangre. Véase la nota a 1 Tm. 1, 4. ↑
2. Véase Mt. 4, 11; Mc. 1, 12 s. El diablo intentó averiguar quién era Jesús, y por otra parte quiso el Señor experimentar todas las debilidades de la naturaleza humana, aun las tentaciones. El ejemplo de Jesucristo nos enseña así que el ser tentado no es señal de ser rechazado: al contrario, las tentaciones son pruebas, y las pruebas conducen a la perfección (Rm. 5, 3 ss.; 2 Co. 12, 9; St. 1. ss. y notas). “Jesucristo ha sido tentado para que el cristiano no fuese vencido por el tentador, y vencedor Jesucristo, fuésemos nosotros también vencedores” (S. Agustín). ↑
4. Jesús cita aquí (cf. Mt. 4, 4) el texto de Dt. 8, 3 que recuerda a Israel, entre los beneficios de Yahvé su Dios, el maná con que supo milagrosamente alimentarlo en pleno desierto. ↑
6. Podría decirse que Satanás “padre de la mentira” (Jn. 8, 44) habla aquí como impostor al atribuirse frente a Cristo un dominio que precisamente le está reservado a Jesús (Mt. 28, 18; Sal. 2, 8; 71, 8 ss.; Dn. 7, 14, etc.). Debe observarse sin embargo que aquí no se alude ni a ese reino de Jesucristo, que no tendrá fin, ni tampoco al dominio actual sobre la naturaleza, que evidentemente pertenece a Dios (c. Sal. 103 y notas) y del cual nos enseña Jeremías que ni los mismos cielos pueden producir la lluvia sin una orden Suya (Jr. 14, 22); sino que se trata más bien del imperio de la mundanidad, con “sus glorias y sus pompas” a las cuales renunciamos en el Bautismo, es decir, al mundo actual con sus prestigios, cuyo príncipe es Satanás (Jn. 12, 31; 1 Jn. 2, 15; 5, 19) mediante sus agentes (cf. 22, 53 ; Jn. 18, 36). Tal es el mundo que odia necesariamente a Cristo (Jn. 7, 7; 15, 18 s.), aunque a veces haga profesión de estar con Él (véase Mt. 7, 21 s.; 2 Co. 11, 13 s. y nota). Sobre ese mundo adquirió Satanás, con la victoria sobre Adán, un dominio verdadero (cf. Sb. 2, 24 y nota) del cual sólo se libran los que renacen de lo alto (Jn. 3, 3; Col. 1, 13), aplicándose la Redención de Cristo mediante la fe que obra por la caridad (Ga. 5, 6). A éstos llama Jesús, dirigiéndose al Padre, “los que Tú me diste” (Jn. 17, 2) y dice que ellos están apartados del mundo (ibid. 6), y declara expresamente que no ruega por el mundo, sino sólo por aquellos (ibid. 9) que no son del mundo, antes bien son odiados por el mundo (ibid. 14). ↑
8. Véase Dt 6, 13; 10, 20; Mt. 4, 10 y nota. ↑
10. Véase Sal. 90, 11; Mt. 4, 6. El diablo aplica esta promesa a Jesús, pero ella es para todos nosotros porque muestra la asistencia, grandemente consoladora, de los Angeles Custodios. ↑
12. Véase Mt. 4, 7 y nota; Dt. 6, 16. ↑
18 s. Buena Nueva: en griego “euangelion” (Evangelio). Jesús cita aquí Is. 61, 1 s. sólo en la parte relativa a su primera venida. Véase allí la nota. ↑
23 ss. El gusto con que hasta ahora lo han estudiado va a tornarse en furia en cuanto Él, con ejemplos del A. T. (1 R. 17, 9; 2 R. 5, 14), les diga sin contemplaciones la verdad que no agrada al amor propio localista. Ya Jeremías tuvo que padecer como mal patriota por predicar de parte de Dios contra esa forma del orgullo colectivo. Cf. 6, 26; 16, 15. ↑
31. Jesús emigra. La primera vez fué de Belén a Egipto, y ahora es de Nazaret a Cafarnaúm (véase otra emigración en 8, 37). La Virgen lo acompañó, como sin duda lo hizo fidelísimamente en todos los pasos de Él, de cerca o de lejos, si bien los evangelistas parecen tener consigna divina de dejar en silencio cuanto se refiere a Ella. S. José había muerto ya. ↑
38 ss. Véase Mt. 8, 14-16; Mc. 1, 29-34. ↑
41. Jesús no quiere apoyarse en el testimonio de los demonios, que sirven a la mentira, aunque alguna vez digan la verdad, Él, que no recibió testimonio de los hombres y ni siquiera necesitaba el de Juan Bautista porque tenía el de su divino Padre (véase Jn. 5, 34-40 y notas), ¿cómo podía aceptar por apóstoles a los espíritus del mal? Por ahí vemos el honor inmenso que Él nos hace al enviarnos los apóstoles (Jn. 17, 18-21 y notas; 20, 21; Lc. 24, 48). Es de notar que Satanás mismo nunca expresó ese conocimiento que aquí manifiestan los demonios (v. 34 ss.). ↑
1 ss. Véase Mt. 4, 18 ss.; Mc. 1, 16 ss. ↑
3. Simón es el nombre primitivo de Pedro antes de su vocación. Desde esta escena la barca de Pedro es mirada como símbolo de la Iglesia. ↑
6. Se rompían: Nótese el contraste con la segunda pesca milagrosa (Jn. 21, 11), donde se hace constar que las redes no se rompían; por donde parece encerrarse en esto un significado simbólico, que ha sido interpretado de muy diversas maneras, pero que Jesús acentúa en el v. 10. Cf. Mt. 13, 47 y nota. ↑
8. Un día comprenderá Pedro que, precisamente porque somos pecadores, no podemos decirle a Jesús que se aleje, sino que venga como médico. Véase v. 32; Jn. 13, 8 y notas. ↑
10. Pescarás hombres: ¡Maravillosa promesa de eficacia en nuestro apostolado! Así como antes no conseguía ningún pez y ahora tiene tantos por haberse apoyado en la palabra de Jesús para echar la red, así también, aun en medio de este mundo malo, podremos pescar hombres sin número, si usamos para ello las palabras del Evangelio y no las nuestras. Cristo oró por nuestro éxito (Jn. 17, 20) y sigue orando hasta el fin (Hb. 7, 25). ↑
11. Pedro y sus compañeros tenían familia y hogar. En un instante lo dejaron todo para seguir a Jesús, y eso que en aquel momento no creían todavía en su divinidad. Es decir que nadie podía resistirse a la suavidad del trato con Jesús, a menos que tuviera doblez en la conciencia. Cf. Jn. 3, 19. ↑
14. Cf. Mc. 1, 44 y nota. ↑
17 ss. Véase Mt. 9, 1-8; Mc. 2, 1-12. ↑
24. La primera vez que manifiesta Jesús su divinidad es para perdonar (v. 21). ↑
28. Véase Mt. 9, 9 ss.; Mc. 2, 13 ss. Leví cambió no sólo su profesión, sino también su nombre, llamándose en adelante Mateo. Llegó a ser un eminente apóstol y escribió el primer Evangelio. La vocación de un publicano y pecador nos enseña que todos podemos ser escogidos para el apostolado. Pero es Dios quien elige (Jn. 15, 16; Rm. 8, 30; Ga. 1, 16; Col. 1, 12 s.; 2 Ts. 2, 13 s.). Cf. Lc. 2, 14 y nota. ↑
32. Hay aquí, junto a la manifestación del Corazón misericordioso del Redentor, que se inclina sobre los necesitados de perdón, una honda ironía para los fariseos, es decir, para los que se creen justos. Ellos no se dan por redimidos, pues no se sienten necesitados de redención. Y Jesús no los llama a ellos porque sabe que no responderán. Terrible es tado de espíritu que los hará morir en su pecado (Jn. 8, 21). Sobre la dialéctica de Jesús con los fariseos cf. Jn. 9, 39-41. Sobre el privilegio de los que mucho deben cf. 7, 41-49. ↑
34. El “esposo” es Jesucristo, los “compañeros” son los apóstoles, elegidos por Él mismo; el tiempo que Jesús pasa en la tierra es el anuncio de las Bodas eternas del Cordero que se realizarán en su segunda venida (Ap. 19, 6-9). ↑
36. La doctrina del nuevo nacimiento que trae Jesús (Jn. 3, 3 ss.) es una renovación total del hombre; no de a pedazos, como remiendo que sirve de pretexto para continuar en lo demás como antes. Toda ella tiene la unidad de un solo diamante, aunque con innumerables facetas. Es para tomarla tal como es, o dejarla. Veamos en 9, 57 ss.; 14, 25 y nota, la forma asombrosa en que Él reacciona porque no quiere mezclas (Mt. 6, 24; Ap. 3, 15; cf. Dt. 22, 11). Un día oye de Natanael una burla, y lo elogia por su sinceridad (Jn. 1, 46 s.). En cambio, oye de otros alabanzas, y las desprecia porque son de los labios y no del corazón (Mt. 15, 8). Por eso dice que se perdonará la blasfemia contra Él, pero no la que sea contra el Espíritu, el pecado contra la luz (Mt. 12, 31-33). ↑
37 s. Como el cuero viejo no es capaz de resistir la fuerza expansiva del vino nuevo, así las almas apegadas a lo propio, sean intereses, tradiciones o rutinas, no soportan “las paradojas” de Jesús (véase 7, 23 y nota) que son “un escándalo” para los que se creen santos, y “una locura” para los que se creen sabios (1 Co. 1, 23; cf. Lc. 10, 21). Hay aquí una lección semejante a la de Mt. 7, 6 sobre los “cerdos” para que no nos empeñemos indiscretamente en forzar la siembra en una tierra que no quiere abrirse. Cf. Mt. 13, 1 ss. ↑
39. Esta alegoría plantea al vivo el problema del “no conformismo” cristiano. Cristo, “el mayor revolucionario de la historia”, no es aceptado fácilmente por los satisfechos. Si no sentimos en carne viva la miseria de lo que somos nosotros mismos en esta naturaleza caída (cf. Jn. 2, 24 y nota) y de lo que es “este siglo malo” en que vivimos (Ga. 1, 4), no sentiremos la necesidad de un Libertador. Si no nos sentimos enfermos, no creeremos que necesitamos médico (v. 31 s.), ni desearemos que Él venga (Ap. 22, 20), y miraremos su doctrina como perturbadora del plácido sueño de muerte en que nos tiene narcotizados Satanás “el príncipe de este mundo” (Jn. 14, 30). El que está satisfecho con el actual vino, que es el mundo, no querrá otro (cf. Mt. 6, 24 y nota) porque si uno es del mundo no puede tener el Espíritu Santo (Jn. 14, 17), ni puede tener amor (1 Jn. 2, 15), entonces verá pasar la Luz, que es el bien infinito, y la dejará alejarse porque amará más sus propias tinieblas (cf. 18, 22 y nota). Tal es precisamente el tremendo juicio de discernimiento que Jesús vino a hacer (Jn. 3, 19). Y tal es lo que obliga al amor paternal de Dios a enviar pruebas severas a los que quiera salvar de la muerte. ↑
2. Véase Mt. 12, 1 ss.; Mc. 2, 23 ss.; 1 Sam. 21, 6. El sábado es hoy el domingo, día en que resucitó el Señor (cf. Hch. 20, 7; Col. 2, 16; 1 Co. 16, 2). Los fariseos hacían de él un día muerto. Hoy suele serlo de mundanidad. ↑
12. Con su ejemplo enseña Jesús como con su palabra, a orar “en todo tiempo” (Lc. 21, 36), especialmente antes de emprender como aquí cosas de importancia. Sobre la elección de los apóstoles véase Mt. 10, 1-4; Mc. 3, 13-19 y notas. ↑
20. Los vv. que siguen son como un resumen del “Sermón de la Montaña” (Mt. caps. 5-7). Santo Tomás llama a éste el “Sermón del Llano”, haciendo notar que fué pronunciado al bajar del monte, estando de pie y rodeado de gran multitud, en tanto que aquél tuvo lugar sobre el monte y estando el Maestro sentado y rodeado de sus discípulos (Mt. 5, 1). ↑
24. ¡Ya recibisteis! Véase sobre esta grave reflexión 16, 25 y nota; Sant. 5, 1. ↑
26. ¡Y pensar que éste es tal vez el más acariciado deseo de los hombres en general, y que el mundo considera muy legítima, y aun noble, esa sed de gloria! Vemos así cuán opuesto es el criterio del mundo a la luz de Cristo. Véase 16, 15; Jn. 5, 44; Sal. 149, 13; Za. 13, 2 ss.; Flp. 2, 7 y notas. ↑
27. Véase Mt. 5, 44. Como se ve, el amor al enemigo no consiste en el simple hecho de renunciar a la venganza, sino más bien en un acto positivo de perdón y benevolencia. Estas disposiciones han de tenerse en el fondo del corazón e inspirar nuestras obras respecto del prójimo, de modo que Dios vea nuestra intención, aunque el mismo prójimo no lo sepa. ↑
29. Véase Mi. 2, 8 ss. y nota. ↑
31. Véase Mt. 7, 12 y nota. Tob. 4, 16. ↑
35. Estas terminantes expresiones de la voluntad divina muestran cuán por encima está la ley cristiana, de la justicia o equilibrio simplemente jurídico tal como lo conciben los hombres (Mt. 7, 2 y nota). Es de señalar también la diferencia de matiz que existe entre este texto y su paralelo de Mt. 5, 45; allí se muestra cómo la bondad del Padre celestial devuelve bien por mal en el orden físico, dando su sol y su lluvia también a sus enemigos los pecadores. Aquí se alude al orden espiritual mostrando cómo Él es bondadoso con los desagradecidos y los malos. ↑
36. Otro paralelismo de gran importancia para el conocimiento de Dios, señalaremos entre este texto y el correspondiente de Mt. 5, 48. Allí se nos manda ser perfectos y se nos da como modelo la perfección del mismo Padre celestial, lo cual parecería desconcertante para nuestra miseria. Aquí vemos que esa perfección de Dios consiste en la misericordia, y que Él mismo se digna ofrecérsenos como ejemplo, empezando por practicar antes con nosotros mucho más de lo que nos manda hacer con el prójimo, puesto que ha llegado a darnos su Hijo único, y su propio Espíritu, el cual nos presta la fuerza necesaria para corresponder a su amor e imitar con los demás hombres esas maravillas de misericordia que Él ha hecho con nosotros. Véase Mt. 18, 35 y nota. ↑
37. Absolver es más amplio aun que perdonar los agravios. Es disculpar todas las faltas ajenas, es no verlas, como dice el v. 41. Hay aquí una gran luz, que nos libra de ese empeño por corregir a otros (que no están bajo nuestro magisterio), so pretexto de enseñarles o aconsejarles sin que lo pidan. Es un gran alivio sentirse liberado de ese celo indiscreto, de ese comedimiento que, según nos muestra la experiencia, siempre sale mal. ↑
38. Véase sobre este punto primordial Mt. 7, 2 y nota. ¡Medida rebosante! Nótese la suavidad de Jesús que no nos habla de retribución sobreabundante para el mal que hicimos, pero sí para el bien. Cf. Denz. 1014. ↑
41 s. Jesucristo nos muestra aquí que, en cuanto pretendemos juzgar a nuestro prójimo, caemos, no sólo en la falta de caridad, sino también en la ceguera, porque una viga cubre entonces nuestros ojos, impidiéndonos juzgar rectamente. “¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de otro?” (Rm. 14, 4). ↑
45. Es decir que, para hacer el mal, no necesitamos que otro nos lo indique; nos basta con dar de lo propio. En cambio, nada podemos para el bien si no imploramos al Padre que nos dé de su santo Espíritu. Cf. 11, 13; Jn. 15, 5; Mt. 12, 34; Hch. 5, 42 y notas. “Cumplen su voluntad y no la de Dios cuando hacen lo que a Dios desagrada. Mas cuando hacen lo que quieren hacer para servir a la divina voluntad, aunque gustosos hagan lo que hacen, ello es siempre por el querer de Aquél por quien es preparado y ordenado lo que ellos quieren” (Denz. 196). ↑
47 ss. La fe firme que nunca vacila es la que se apoya sobre las palabras de Jesús como sobre una roca que resiste a las tormentas de la duda (Jn. 4, 4 ss.), porque dice: “Sé a quien he creído” (2 Tm. 1, 12). Los que escuchan la Palabra y no la guardan como un tesoro (2, 19 y 51; 11, 28), demuestran no haberla comprendido, según Él enseña en Mt. 13, 19 y 23. Cf. Sal. 118, 11 y nota. ↑
6. Se fué con ellos: como el servidor (22, 27) siempre dispuesto. Cf. Fil. 2, 7 y nota. No soy digno: Las palabras del centurión sirven para recordar antes de la Comunión, que no somos ni seremos nunca, dignos de la unión con Jesús. Pero antes se dice, en el Agnus Dei, que Él es el Cordero divino que lleva sobre Sí los pecados del mundo, como dijo Juan precisamente cuando “lo vió venir hacia él” (Jn. 1, 29). El mismo Jesús se encargó de enseñarnos que no vino a encontrar justos sino pecadores, y que, como figura del Padre celestial, el padre del hijo pródigo corrió al encuentro de éste para abrazarlo, vestirlo y darle un banquete; y que si tenemos mucha deuda para ser perdonada, amaremos más, pues “aquel a quien menos se le perdona, menos ama” (Lc. 7, 47). ↑
8. Cf. Mt. 8, 5 ss. Además de la fe de este pagano (cf. Hch. cap. 10) es de admirar su caridad que le hace sentir la enfermedad de su criado como suya. Bella enseñanza para que amen los patrones a sus servidores, y las dueñas de casa a sus sirvientes. Véase Ef. 6, 5 ss. y nota. ↑
11. Naím, pequeña ciudad situada en la parte sur de Galilea. ↑
19 ss. Aun en la cárcel cumple el Bautista su misión de precursor del Mesías enviándole sus propios discípulos, que tal vez vacilaban entre él y Jesús. Éste les responde mostrándoles sus obras, que atestiguan su divinidad. Véase Mt. 11, 2 s.; Is. 35, 5; 61, 1; Mal. 3, 1. Cf. Jn. 3, 30. ↑
23. ¡Escandalizarse de Jesús! Parecería irónico decir esto de la santidad infinita. Pero es Él mismo quien se anuncia como piedra de escándalo. Y es que Él, al revelar que el omnipotente Creador es un padre lleno de sencillez y de bondad como Él mismo, dejaba, por ese solo hecho, tremendamente condenada y confundida la soberbia de cuantos se creían sabios o virtuosos (Jn. 7, 7). De ahí que fueran éstos, y no el común de los pecadores, quienes lo persiguieron hasta hacerlo morir. Jesús es signo de contradicción (2, 34) y todo su Evangelio es una constante ostentación de ella. En sólo S. Lucas podremos recorrer las siguientes pruebas, con inmenso provecho de nuestra alma: Cap. 1, vv. 31, 36, 52, 53; cap. 2, 7, 12 y 49; cap. 3, 23; cap. 4, 24 y 41; cap. 5, 32; cap. 6, 20 y 29; cap. 7, 9, 22, 28 y 47; cap. 8, 18, 21, 32, 37; cap. 9, 3, 13, 22, 24, 48 y 58; cap. 10, 4, 12, 15, 21, 24, 33 y 41; cap. 11, 23 y 52; cap. 12, 11, 22, 31, 40 y 51; cap. 13, 2, 19, 24 y 30; cap. 14, 8, 13, 24 y 26; cap. 15, 7 y 29; cap. 16, 8, 15 y 22; cap. 17, 6, 18 y 22; cap. 18, 8, 14, 17, 27 y 34; cap. 19, 5, 10, 17, 24 y 40; cap. 20, 8, 17 y 46; cap. 21, 3, 14, 16 y 33; cap. 22, 21, 26 y 27; cap. 23, 9, 12, 18, 28, 38, 43 y 47; cap. 24, 21 y 46. ↑
28. Juan Bautisla es el último y el más grande de los profetas de la Antigua Alianza. Los verdaderos hijos de la Iglesia son superiores a él, siempre que tengan esa fe viva cuya falta tanto reprochaba Jesús a los mismos apóstoles; pues siendo hijos de Dios (Jn. 1, 12) forman el Cuerpo de Cristo (Ef. 1, 22). Son la Esposa, que es “una” con Él como nueva Eva con el nuevo Adán –en tanto que de Juan sólo se dice que es “amigo del Esposo” (Jn. 3, 29)–; se alimentan con su Carne y su Sangre redentora; reciben su Espíritu y esperan la vuelta del Esposo que los hará gloriosos como Él (Flp. 3, 20 s.). Justo es que a estos privilegios corresponda mayor responsabilidad. Cf. Hb. 6, 4 s.; 10, 26 ss.; Rm. 11, 20-22. ↑
32. Alusión a un juego de niños. Jesús desenmascara la mala fe de los fariseos que, censurándolo a Él como falto de austeridad y amigo de pecadores, habían rechazado también al Bautista que predicaba la penitencia. Cf. Mt. 21, 25 ss. ↑
33. Véase Mt. 3, 4; Mc. 1, 6. ↑
35. Por todos sus hijos: La Sabiduría es el mismo Jesús (Sb. 7, 26; Pr. 8, 22 y notas). Los verdaderos hijos de la Sabiduría son movidos por el Espíritu de Dios (Rm. 8, 14) y con su vida recta dan testimonio de ella. En Mt. 11, 19 dice: “por sus obras”. Véase allí la nota. ↑
37 s. Tan grande como el arrepentimiento era el perdón, y el amor que de éste procedía según el v. 47. Como observa. S. Jerónimo y muchos otros intérpretes, esta cena no es la de Betania (Mt. 26, 6 s.; Mc. 14, 3 ss.; Jn. 12, 1 ss.). ↑
46. Cuando se trata de honrar a Dios no debemos ser avaros, y sólo hemos de cuidar que sea según Él quiere (cf. Is. 1, 11 y nota), y que el amor sea el único móvil y no la vanidad o el amor propio. Véase Jn. 12, 1-8. ↑
47. Ama poco: Esta conclusión del Señor muestra que si la pecadora amó mucho es porque se le había perdonado mucho, y no a la inversa, como parecería deducirse de la primera parte del v. La iniciativa no parte del hombre, sino de Dios que obra misericordia (Sal. 58, 11; 78, 8; Denz. 187). S. Agustín confirma esto diciendo que al fatriseo no se le podía perdonar mucho porque él, creyéndose justo, a la inversa de Magdalena, pensaba deber poco. Y entonces, claro está que nunca podría llegar a amar mucho según lo enseñado por Jesús. ↑
50. Véase 8, 48; 17, 19; 18, 42. ↑
2. Sólo Lucas relata esos nombres de las mujeres que acompañaban a Jesús. Saludemos en ellas a las primeras representantes del apostolado de la mujer en la Iglesia. ↑
5 s. Véase Mt. 13, 1 ss. y el comentario que allí hacemos de esta importantísima parábola; Mc. 4, 1 ss.; Is. 6, 9 s.; Jn. 12, 40. ↑
10. Véase Is. 6, 9 s.; Jn. 12, 40; Hch. 28, 26; Rm. 11, 8. ↑
16. Mt. 5, 15. Vemos aquí cuán ociosa es la pregunta sobre si es necesario hacer alguna vez actos de fe. Ella ha de ser la vida del justo, según enseña San Pablo (Rm. 1, 17; Ga. 3, 11; Hb. 10, 38). Cf. Hab. 2, 4. ↑
21. María es precisamente la primera que escucha la palabra de Dios y la guarda en su corazón (1, 45; 2, 19 y 51; 11, 28). Jesús muestra además que la vocación del apóstol está por encima de la voz de la sangre. Cf. 2, 49; Mt. 12, 46 s.; Mc. 3, 31 ss. ↑
23. Véase Mt. 8, 23 ss.; Mc. 4, 35 s. Olvidado siempre de Sí mismo, el Verbo hecho hombre cae rendido de cansancio en la barca (cf. Jn. 4, 6). Con frecuencia pasaba la noche en el mar o al raso, donde no podía reclinar su cabeza. Cf. 9, 58; Mt. 8, 20; Fil. 2, 7. ↑
26. Gergesa: en Mateo (8, 28): Gadara; en la Vulgata Gerasa, situada al Este del Mar de Galilea. ↑
32. He aquí un ruego de demonios. Y Jesús lo escuchó. Era sin duda menos perverso que el que le hicieron los hombres en él v. 37. ↑
33. El ahogarse la piara parece un castigo infligido a los propietarios de los cerdos, para quienes los sucios animales valían más que la presencia del bienhechor que había curado al endemoniado. Cf. Mt. 8, 28 s.; Mc. 5, 1 ss. ↑
37. Es una oración que ruega a Jesús… ¡para que se vaya! Y es todo un pueblo el que así ruega, con tal de no arriesgar sus puercos. Cf. v. 32; 4, 31. Sobre el miedo que aleja de Cristo, véase Jn. 6, 21 y nota. ↑
41. La fe del que era jefe de la sinagoga no es tan grande como la del centurión pagano. Éste creyó que la presencia de Jesús no era necesaria para hacer un milagro, mientras que Jairo insiste en que Jesús se presente personalmente. Cf. Mt. 9, 18 s.; Mc. 5, 22 s. Jesús nos muestra continuamente esas sorpresas para que no nos escandalicemos por nada. Cf. 10, 13-15 y 31-33; Mt. 15, 24-28; 21, 31; Jn. 16, 1-4. ↑
51. Esta medida y la prohibición de hablar de lo sucedido (v. 56) tienen por objeto prevenir la indiscreción de la muchedumbre que habría estorbado la actividad apostólica del Señor y contribuido a aumentar la envidia y provocar inútilmente la persecución antes del tiempo señalado (cf. 4, 30; Jn. 8, 59). Así también a sus discípulos “corderos entre lobos”, les enseña Él la prudencia de la serpiente (Mt. 10, 16) que cuida de no exponer su cabeza a que la aplasten. Recuérdese las catacumbas donde los cristianos, para hacer el bien, tenían que ocultarse como si fuesen malhechores. Cf. 9, 21. ↑
3. En 22, 35 Él les muestra cómo nada les faltó a pesar de esto. Los apóstoles y sus sucesores deben dedicarse exclusivamente a la propagación del reino de Dios. Es la Providencia la que se encarga de sustentarlos (Mt. 6, 23). Cf. Mt. 10, 9 ss.; Mc. 6, 8 s.; 2 Tm. 2, 4 y nota. ↑
4. El sentido es el mismo de 10, 7. ↑
11. Véase Mt. 14, 13-21; Mc. 6, 33-46; Jn. 6, 1-13. ↑
16. La multiplicación de los panes, efecto de la oración y bendición del Señor, es una figura del misterio eucarístico por el cual todos participamos de un mismo pan que es Cristo (1 Co. 10, 17), nuestro pan celestial (11, 3). ↑
18 s. Véase Mt. 16, 13 ss.; Mc. 8, 27 ss. Estaba orando a solas: Basta saber que Jesús cultivaba la soledad, para comprender que es bueno hacer lo mismo, y que en ello se encuentra un tesoro. No solamente en su Cuaresma del desierto (Mt. 4, 1 ss.; Lc. 4, 1 s.), ni solamente antes de elegir sus discípulos, sino de un modo habitual buscaba la soledad del monte (Mt. 14; 23), o de la noche (Lc. 6, 12; Jn. 8, 1 s.), o de Getsemani, para ponerse en oración; y así nos enseña a que lo imitemos, exhortándonos a orar en la soledad, y en el secreto del aposento (Mt. 6, 5 s.). Todas las biografías de hombres de pensamiento nos muestran que amaron la soledad, el silencio, el campo y que allí concibieron sus más grandes ideas. ¿Cuánto más será así cuando no se trata de puros conceptos terrenales o ensueños de poetas, sino de la realidad toda interior que se pasa entre el alma y Dios? Cuando vemos un paisaje, o sentimos una emoción, o se nos ocurre alguna idea, quisiéramos compartirla con los amigos como un desahogo sentimental. El día que nuestra fe llegue a ser bastante viva para recordar que Jesús, junto con el Padre (Jn. 14, 23) y el Espíritu Santo (Jn. 14, 16), habita siempre en los corazones de los que creen (Ef. 3, 17) y que, por tanto, siempre la soledad es estar con Él como Él estaba con el Padre (Jn. 16, 32) pensando con Él (Jn. 8, 16) y viviendo de Él (Jn. 6, 57); entonces amaremos ese trato con Él real y durable, en conversación activísima y permanente; pues si se interrumpe puede reanudarse siempre al instante. Es allí donde Él nos indica las cosas de caridad y apostolado que Él quiere realicemos, sea por escrito o de obra o de palabra, cuando llegue el momento. “Nadie puede sin peligro aparecer, dice el Kempis, sino aquel que prefiera estar escondido”. Cf. Ct. 1, 8 y nota. ↑
20. Cf. Mt. 16, 13 s. y notas. El Ungido o Mesías. Así también Mc. 8, 29. En Mt. 16, 16 se lee “el Hijo” de Dios, aunque algunos han leído como aquí ungido o “santo de Dios”. ↑
21. Cf. 8, 51 y nota. ↑
23. Jesús no dice, como el oráculo griego: “conócete a ti mismo”, sino: “niégate a ti mismo”. La explicación es muy clara. El pagano ignoraba el dogma de la caída original. Entonces decía lógicamente: analízate, a ver qué hay en ti de bueno y qué hay de malo. Jesús nos enseña simplemente a descalificamos a priori, por lo cual ese juicio previo del autoanálisis resulta harto inútil, dada la amplitud inmensa que tuvo y que conserva nuestra caída original. Ella nos corrompió y depravó nuestros instintos de tal manera, que San Pablo nos pudo decir con el Salmista: “Todo hombre es mentiroso” (Rm. 3, 4; Sal. 115, 2). Por lo cual el Profeta nos previene: “Perverso es el corazón de todos e impenetrable: ¿Quién podrá conocerlo?” (Jr. 17, 9). Y también: “Maldito el hombre que confía en el hombre” (ibid. 5). De Jesús sabemos que no se fiaba de los hombres, “porque los conocía a todos” (Jn. 2, 24; Mc. 8, 34 y nota). ↑
24. Cf. Mt. 10, 39 y nota. Bien se explica, después del v. 23, este fracaso del que intenta lo que no es capaz de realizar. Véase 14, 33; Jn. 15, 5 y notas. Su vida se traduce también: su alma. ↑
27. Véase San Mateo, 16, 28 y nota; San Marcos, 8, 39 [Nota: ¿no será Mc. 9,1?]. ↑
28 s. Véase Mt. 17, 1-8; Mc. 9, 2 s. ↑
31. El éxodo: su muerte (cf. 2 Pe. 1, 15), como el nacimiento es llamado entrada en Hch. 13, 24 (cf. Sb. 3, 2; 7, 6). Jesús solía hablar de su partida y a veces los judíos pensaban que se iría a los gentiles (Jn. 7, 33-36; 8, 21 s.). ↑
35. Escuchadle: Véase Mt. 17, 5; Mc. 9, 6 y nota. “Como si dijera: Yo no tengo más verdades que revelar, ni más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiendo a Cristo; mas ahora el que me preguntase y quisiese que yo algo le revelase, sería en alguna manera pedirme otra vez a Cristo, y pedirme más verdades, que ya están dadas en Él” (S. Juan de la Cruz). ↑
37 ss. Véase Mt. 18, 1-5; Mc. 9, 33 s. ↑
41. Reprende a los discípulos por su falta de fe que les impidió hacer el milagro. Cf. Mc. 9, 29 y nota. ↑
50. Véase Mc. 9, 39 y nota. ↑
53. Los samaritanos y los judíos se odiaban mutuamente. Jesús, cuya mansedumbre contrasta con la cólera de los discípulos, les muestra en 10, 25 s.; 17, 18 y Jn. 4, 1 s. cómo hay muchos samaritanos mejores que los judíos. ↑
60. Los muertos que entierran a sus muertos son los que absortos en las preocupaciones mundanas no tienen inteligencia del reino de Dios (cf. 1 Co. 2, 14). Ni este aspirante, ni los otros dos llegan a ser discípulos, porque les falta el espíritu de infancia y prefieren su propio criterio al de Jesús. Véase 2 Co. 10, 5. ↑
3. Véase Mt. 10, 16 y nota. ↑
4. Ni saludéis: Los orientales son muy ceremoniosos y para ellos saludar equivale a detenerse y perder tiempo. Véase Mt. 10, 9 s. y nota. ↑
5 s. Hijo de paz es aquel que está dispuesto a aceptar la palabra de Dios. Hermosa fórmula de saludo (v. 5), que debiéramos usar en la vida, como se la usa en la Liturgia. Cf. 1, 28; Mt. 10, 12 y notas. ↑
12. El rechazo de los predicadores del Evangelio es para Jesús el peor de los agravios (Jn. 12, 47 s.). ↑
13. El ¡ay! del Señor se ha cumplido de modo espantoso. Las ruinas de esas ciudades lo denuncian hasta hoy. Cf. 11, 21-23. ↑
16. Véase Mt. 10, 40; Jn. 13, 20. ↑
18. Sobre esta visión profética de Jesús véase Ap. 12, 9; Dn. 12, 1. ↑
20. Están escritos en el cielo, “que, en buena teología, es como decir: Gozaos si están escritos vuestros nombres en el libro de la vida. Donde se entiende que no se debe el hombre gozar sino en ir camino de ella, que es hacer las obras en caridad; porque ¿qué aprovecha y qué vale delante de Dios lo que no es amor de Dios?” (S. Juan de la Cruz). Cf. Ap. 20, 15; 22, 19. ↑
21. He aquí el gran misterio de la infancia espiritual, que difícilmente aceptamos, porque repugna, como incomprensible al orgullo de nuestra inteligencia. Por eso S. Pablo dice que la doctrina del Evangelio es escándalo y locura (1 Co. caps. 1-3). Cf. 11, 34 s. y nota; 18, 17; Mt. 11, 25 y nota; 18, 3 s.; 19, 17; 1 Co. 14, 20; 2 Co. 4, 3. ↑
23 s. Véase Mt. 13, 16 s. ↑
37. El doctor de la ley, orgulloso de su raza, que en el v. 29 parecía dispuesto a no reconocer como prójimos sino a sus compatriotas, se ve obligado a confesar aquí que aquel despreciado samaritano era más prójimo del judío en desgracia que el sacerdote y el levita del pueblo escogido. En ese judío herido se veía representado el doctor, y confesaba humillado que el extranjero a quien él no aceptaba como prójimo le había dado pruebas de serlo al portarse como tal, en contraste con la actitud de los otros dos judíos. Cf. Mt. 22, 34 ss.; Mc. 12, 28 ss. Dt. 6, 5; Lv. 19, 18. ↑
38. La aldea es Betania, a tres Km. de Jerusalén. Jesús solía hospedarse allí en casa de estas hermanas de Lázaro. ↑
42. Es éste otro de los puntos fundamentales de la Revelación cristiana, y harto dificil de comprender para el que no se hace pequeño. Dios no necesita de nosotros ni de nuestras obras, y éstas valen en proporción al amor que las inspira (1 Co. 13). Jesucristo es “el que habla” (Jn. 4, 26; 9, 37), y el primer homenaje que le debemos es escucharlo (Mt. 17, 5; Jn. 6, 29). Sólo así podremos luego servirlo dignamente (2 Tm. 3, 16). ↑
2 ss. Compárese esta versión de la Oración dominical con la de San Mateo, 6, 9-13 y notas. Santificado, etc.: Sobre el nombre de Dios, véase Ex. 3, 14 y nota; Sal. 134, 13; Lc. 1, 49. El P. Garrigou-Lagrange dice muy bien que toda la mística está en el Padrenuestro, por donde se ve que hablar de mística no ha de ser cosa rara ni excepcional entre los cristianos, pues que todos saben y rezan esa oración; a menos que la recitasen sólo con los labios y teniendo su corazón distante. Tal es lo que Jesús imputa a sus peores enemigos, los fariseos (Mt. 15, 8). Cualquier cristiano tiene así a su disposición toda la mística, pues lo más alto de esta vida consiste en ser, respecto a nuestro Padre divino, “todo enseñable”, como los niños pequeños. Este Padrenuestro breve que trae San Lucas, sintetiza en forma sumamente admirable esa actitud filial que, deseando toda la gloria para su Padre (cf. Lv. 22, 32), ansía que llegue su reino (para que en toda la tierra se haga su voluntad, como se dice en San Mateo), y entretanto le pide, para poder vivir en este exilio, el don de Jesús que es la vida (1 Jn. 5, 11 s.), “el pan de Dios que desciende del cielo y da la vida al mundo” (Jn. 6, 33 y 48). ↑
4. Job fué puesto a prueba por Satanás con permiso de Dios, y Él lo sostuvo para que fuese fiel, con lo cual Job salió beneficiado de la prueba. Aquí, en cambio, la infinita delicadeza de Jesús nos enseña a pedir al Padre que nos ahorre esa prueba, y que para ello (como añade en Mt. 6, 13) nos libre del Maligno, a la inversa del caso de Job. Admiremos el amor que Jesús, nuestro Hermano Mayor, deja traslucir en esto, y recojamos la suavísima y enorme enseñanza sobre la estimación que Dios hace de la humildad y pequeñez, al punto que, el pedirle nos libre de las pruebas, confesando nuestra debilidad e incapacidad para sufrirlas, le agrada más que la presunción de querer sufrir como Job. Porque si así no fuese, nos habría enseñado Jesús a pedir pruebas. Compárese esto con el fracaso de Pedro cuando alardea de valiente (Jn. 13, 37 y nota). Inmenso y dichoso descubrimiento es éste de que Dios no se goza en vernos sufrir y de que prefiere vernos pequeños como niños a vernos heroicos y soberbios. Toda la espiritualidad de Santa Teresa de Lisieux está aquí. ↑
5. Hemos fijado el verdadero sentido de esta compleja construcción semítica: el amigo importuno no es, en la parábola, uno de los oyentes de Jesús, que va a pedir a otro amigo, sino que es este otro quien viene a importunarlo a él. Jesús usa muchas veces esa fórmula: ¿Quién de vosotros no haría tal cosa?, lo cual es muy elocuente para que cada oyente se ponga en el caso y se examine en su corazón. ↑
9. Véase el envidiable ejemplo de la cananea (Mc. 7, 28) en su fe que cree aún contra toda apariencia (Rm. 4, 18 ss.). ↑
13. Dará el Espíritu Santo: Admirable revelación, que contiene todo el secreto de la vida espiritual. La diferencia entre nuestra actitud frente a Dios, y la que tenemos frente a todo legislador y juez, consiste en que a este último, o le obedecemos directamente, o incurrimos en el castigo, el cual no se perdona aunque nos arrepintamos. Con Dios, en cambio, no sólo sabemos que perdona al que se arrepiente de corazón, sino que podemos también decirle esta cosa asombrosa: “Padre, no soy capaz de cumplir tu Ley, porque soy malo, pero dame Tú mismo el buen espíritu, tu propio Espíritu, que Jesús nos prometió en tu nombre, y entonces no sólo te obedeceré, sino que el hacerlo me será fácil y alegre”. Tal oración, propia de la fe viva y de la infancia espiritual, es la que más glorifica al divino Padre, porque le da ocasión de desplegar misericordia; y su eficacia es infalible, pues que se funda en la promesa hecha aquí por Jesús. ↑
19. Porque ellos también alardeaban de exorcizar y con tan poca suerte como se ve en Hch. 19, 13 ss. ↑
28. Jesús no repite los elogios tributados a María, pero los confirma, mostrándonos que la grandeza de su madre viene ante todo de escuchar la Palabra de Dios y guardarla en su corazón (2, 19 y 51). “Si María no hubiera escuchado y observado la Palabra de Dios, su maternidad corporal no la habría hecho bienaventurada” (S. Crisóstomo). Cf. Mc. 3, 34 y nota. ↑
29 s. Véase Jonás 2. ↑
31. Alude a la reina de Sabá (Arabia) que visitó a Salomón, para ver su sabiduría (1 R. 10, 1; Mt. 12. 39-42; Mc. 8, 12). Estas referencias que hace Jesús a los que vanamente le piden milagros (cf. Jn. 6, 30; 12, 37), tienen por objeto mostrarles que su divina sabiduría basta y sobra para conquistarle, sin necesidad de milagros, la adhesión de cuantos no sean de corazón doble (Jn. 7, 17 y nota). Esta sabiduría de Jesús es la lámpara de que habla en el v. 33 ss., y que no debe ser soterrada por los indiferentes, ni escondida por los maestros, porque todos tenemos necesidad de ella para nosotros y para los demás. ↑
34 ss. Nuestro ojo verá bien, y servirá para iluminar todo nuestro ser, esto es, para guiar toda nuestra conducta, si él a su vez es iluminado por esa luz de la sabiduría divina, que no está hecha para esconderse (v. 33). Esa sabiduría es la que está contenida en la Palabra de Dios, a la cual la misma Escritura llama antorcha para nuestros pies (Sal. 118, 105 y nota). Entonces, cuando nuestro ojo iluminado ilumine nuestro cuerpo, él alumbrará a los demás (v. 36). Así, pues, el candelero (v. 33) somos nosotros los llamados al apostolado. El v. 35 nos previene que cuidemos no tomar por luz, guía o maestro lo que no sea verdad comprobada: es decir, no entregarnos ciegamente al influjo ajeno. Cf. Mt. 7, 15; 1 Jn. 1, 4 y notas. ↑
39 ss. Sobre la condenación del ritualismo farisaico y de su espíritu doble y falto de verdadera fe, véase el terrible discurso del Templo en Mt. 23, 1-36. Cf. Mc. 12, 38 s.; Lc. 20, 46 s. ↑
40. El contenido: esto es, como observa Pirot, lo que está dentro de las copas y platos. Es una de las grandes luces que da Jesús sobre el valor de la limosna, concordando con 16, 9. ↑
47 s. Pretenden no consentirlos (cf, Mt. 23, 29 ss.), pero lo harán obrando como ellos, según les anuncia en el v. 49. ↑
49. En Mt. 23, 34 se ve que Jesús habla de Él mismo, que es la Sabiduría de Dios, y les vaticina lo que harán con sus discípulos. ↑
51. Véase Mt. 23, 35; Gn. 4, 8; 2 Cro. 24, 20-22. ↑
52. La llave del conocimiento de Dios es la Sagrada Escritura (S. Crisóstomo). Los escribas y fariseos que la interpretaban falsamente, o la reservaban para si mismos, son condenados como seductores de las almas. El pueblo tiene derecho a que se le predique la Palabra de Dios. En cuanto al conocimiento de la Sagrada Biblia por parte del pueblo, dice S. S. Pío XII en la reciente Encíclica “Divino Afflante”: “Favorezcan (los Obispos) y presten su auxilio a todas aquellas pías asociaciones, que tengan por fin editar, y difundir entre los fieles ejemplares impresos de las Sagradas Escrituras, principamente de los Evangelios, y procuren con todo empello que en las familias cristianas se tenga ordenada y santamente cotidiana lectura de ellas”. ↑
1 ss. Miles y miles del pueblo: Jesús no teme el escándalo saludable, y aprovecha esa enorme concurrencia para aleccionar públicamente a sus discípulos contra la hipocresía de los doctores y fariseos que acaba de enrostrar a estos mismos en pleno almuerzo (11, 37-54). Pero aquí hay un sentido especial. Ya no se trata sólo de guardarse contra la doctrina de los fariseos (Mt. 16, 6-12) y del daño que ellos les harán (Mt. 10, 17 s.), sino de guardarse de no caer ellos mismos en la hipocresía, contaminados por la contagiosa levadura de los fariseos (cf. Ga. 2, 13 s. y notas). Es decir, pues, que no sólo hemos de predicar y confesar la verdad en plena luz (8, 17), sino también saber que, aunque pretendiésemos usar de hipocresía, todo será descubierto finalmente (v. 3). No hemos pues de temer el decir la verdad (v. 4 s.) y el confesar a Cristo (v. 8) con todas sus paradojas y humillaciones (cf. 7, 23 y nota), pero sí temblar antes de deformar la doctrina por conveniencias mundanas, porque ésa es la blasfemia contra el Santo Espíritu, que no será perdonada (v. 10; Mt. 12, 32; Mc. 3, 28 s.). Nótese en cambio la asombrosa blandura de Jesús para las ofensas contra Él (v. 10). Véase Mc. 4, 22 y nota. ↑
7. Nos parece éste uno de los pasajes en que más se descubre la ternura del corazón de Cristo para con nosotros. No piensa Él por cierto muy bien de los hombres (cf. Jn. 2, 24 y nota), pero nos ama, y por eso es que valemos para Él y para el Padre más que muchos pajarillos, aunque no lo merezcamos. Contar todos los cabellos de nuestra cabeza es un extremo de amoroso interés a que no llegaría la más cariñosa madre. ¿Dudaremos de estas palabras de Jesús porque son demasiado hermosas? ¿Qué dogma puede haber más digno de fe y más obligatorio que las propias palabras de Jesucristo? ↑
11. Cf. 21, 14 y nota. ↑
14. El Señor no se entromete en cosas temporales. De acuerdo con esta directiva, la Iglesia prohibe que sus ministros se mezclen en tales asuntos (2 Tm. 2, 4 y 1 Tm. 3, 8). “Con razón rehusa ajustar diferencias mundanas Él que había venido a revelar los secretos celestiales’ (S. Ambrosio). Véase 20, 25 y nota; Jn. 18, 30. En las palabras Quién me ha constituido hay como un rccuerdo irónico de lo que ocurrió a Moisés cuando se rechazó su autoridad (Ex. 2, 14; Hch. 7, 27). Véase Hch. 3, 22 y nota. “¡Qué ocasión habría tenido aquí Jesús para intervenir como se lo pedían, si hubiera querido ganar influencia e imponer su reino en este mundo!” (cf. Jn. 6, 15; 18, 36; Mt. 11, 12). ↑
21. Jesús condena el atesorar ambiciosamente (1 Tm. 6, 9); no la ordenada economía, como en 9, 17. ↑
33s. Vended aquello que poseéis: no se trata aquí de la pobreza total, como en el caso del joven rico (18, 22). Ello no obstante, vemos que Jesús está hablando a la pequeña grey de sus predilectos que han de compartir su reino (22, 28-30). No es de extrañar, pues, que, sin perjuicio de mantener la situación en que la providencia del Padre ha colocado a cada uno y a su familia, les aconseje desprenderse de lo que pueda ser un tropiezo para la vida espiritual, para no poseer con ahínco ningún bien en que hayamos puesto el corazón (v. 34) y que sea entonces como un pequeño ídolo, rival de Dios. ↑
37. Se pondrá a servirles: Jesús tiene derecho a que le creamos esta promesa inaudita, porque ya nos dijo que Él es nuestro sirviente (22, 27), y que no vino para ser servido, sino para servir (Mt. 20, 28). Por eso nos dice que entre nosotros el primero servirá a los demás (Mt. 20, 26 s.; Lc. 22, 26). En esto estriba sin duda el gran misterio escondido en la Escritura que dice “el mayor servirá al menor” (Gn. 25, 23; Rm. 9, 12). Jesús, aun después de resucitado, sirvió de cocinero a sus discípulos (Jn. 21, 9-12). Él, que desde Isaías se hizo anunciar como “el servidor de Yahvé” (Is. 42, 1 ss.; cf. Ez. 45, 22), quiere también reservarse, como cosa excelente y digna de Él, esa función de servidor nuestro. Y debemos creerle, porque hizo algo mucho más humillante que el servirnos y lavarnos los pies: se dejó escupir por los criados, y colgar desnudo entre criminales, “reputado como uno de ellos” (22, 37; Mc. 15, 28; Is. 53, 12). Vemos, pues, que la inmensidad de las promesas de Cristo, más aún que en la opulencia de darnos su misma realeza y ponernos a su mesa y sentarnos en tronos (Lc 22, 29 s.), está en el amor con que quiere ponerse Él mismo a servirnos. El que no ama no puede comprender semejantes cosas, según enseña S. Juan (1 Jn. 4, 8). ↑
40. El ilustre Cardenal Newman comenta a este respecto: “Sí, el Cristo debe venir algún día tarde o temprano. Los espíritus del mundo se burlan hoy de nuestra falta de discernimiento; mas quien haya carecido de discernimiento triunfará entonces. ¿Y qué piensa el Cristo de la mofa de estos hombres de hoy? Nos pone en guardia expresamente, por su Apóstol, contra los burlones que dirán: “¿Dónde está la promesa de su venida?” (2 Pe. 3, 4). Preferiría ser de aquellos que, por amor a Cristo y faltos de ciencia, toman por señal de su venida algún espectáculo insólito en el cielo, cometa o meteoro, más bien que el hombre que por abundancia de ciencia y falta de amor, se ríe de este error”. Véase 24, 42-44; Mc. 12, 33 s.; 1 Ts. 5, 2; 2 Pe. 3, 10; Ap. 3, 3; 16, 5. ↑
42 ss. Véase Mt. 24, 45-51; 25, 21; 1 Co. 4, 2; 1 Pe. 4, 10. ↑
44. Lo colocará al frente de toda su hacienda. Comp. con el v. 37. Allí habla en plural y se dirige a todos. Aquí habla en singular como en Mt. 24, 47 y se dirige a Pedro, a quien había prometido las llaves del Reino (Mt. 16, 19). ↑
45. “Abusa de su autoridad tanto más fácilmente cuanto que el amo tarda en venir, demora que él supone ha de prolongarse indefinidamente y que interpreta como una señal de que no volverá nunca (cf. 2 Pe. 3, 3-5)” Pirot. ↑
46. “Seria inútil, dice Buzy, tratar de suavizar el castigo, entendiéndolo por ejemplo de una manera metafórica. Se trata aquí de una pena capital”. Es de notar cómo este pasaje, que muestra la tremenda responsabilidad de los que tienen cura de almas (v. 48) prueba al mismo tiempo, contra la opinión de ciertos disidentes, que el plan de Cristo comporta la existencia de pastores hasta que Él vuelva. Cf. Hch. 20, 17 y 18; 1 Tm. 4, 14; Prefacio de Apóstoles. ↑
48. Al mayordomo (v. 41 s.) encarece Él especialmente esa continua espera de su venida (v. 35 ss.). Este recuerdo le librará de abusar como si él fuese el amo (v. 45 s.). Cf. 11, 45 s.; 1 Pe. 5, 1-4. ↑
51 s. Cf. Mt. 10, 34 s. Ésta es la explicación y el consuelo para los que están en inevitable conflicto con familia o amigos por causa del Evangelio. Es necesario, dice S. Pablo, que la división muestre quiénes son aprobados por Dios (1 Co. 11, 19). Cf. 14, 26. ↑
59. Lepte: moneda inferior a un centavo. ↑
1 ss. Como los amigos de Job, tenemos tendencia a pensar que los que reciben a nuestra vista grandes pruebas son los más culpables. Jesús rectifica esta presunción de penetrar los juicios divinos y de ver la paja en el ojo ajeno, mostrando una vez más, como lo bizo desde el principio de su predicación (Mc. 15, 1 y nota), que nadie puede creerse exento de pecado y por consiguiente que a todos es indispensable el arrepentimiento y la actitud de un corazón contrito delante de Dios. ↑
3. El griego metanoeite es algo más que arrepentirse: pensar de otro modo. Equivale al “renunciarse”. Cf. 9, 23 y nota. ↑
6. La higuera estéril es la Sinagoga. Jesús le consiguió del Padre, al cabo de tres años de predicación desoída, el último plazo para arrepentirse (v. 5), que puede identificarse con el llamado tiempo de los Hechos de los Apóstoles, durante el cual, no obstante el deicidio, Dios le renovó, por boca de Pedro y Pablo, todas las promesas antiguas. Desechada también esta predicación apostólica, perdió Israel su elección definitivamente y S. Pablo pudo revelar a los gentiles, con las llamadas Epístolas de la cautividad, la plenitud del Misterio de la Iglesia (Hch. 28, 28 y 31 y notas; Ef. 1, 1 ss. y notas). En sentido más amplio la higuera estéril es figura de todos los hombres que no dan los frutos de la fe, como se ve también en la Parábola de los talentos (Mt. 25, 14 ss.). ↑
18 ss. Dijo entonces: Como observa Pirot, estas palabras (y las análogas del v. 20) vinculan lo que sigue con los vv. 15 ss., en que Jesús está reprochando a los fariseos su hipocresía que en 12, 1 llamó levadura. De ahí que algunos refieren a ellos estas dos parábolas, que Lucas trae aquí sueltas a diferencia de Mt. 13. El grano de mostaza (cf. Mt. 13, 31 s.; Mc. 4, 32) que puede también representar la técnica de la pequeñez, según la cual Dios bendice lo que comienza humildemente como empezaron los apóstoles, se refiere a la planta brassica nigra que, como la cizaña, es una plaga por su crecimiento excesivo. En tal caso los pájaros (v. 19) serían semejantes a los de Mt. 13, 4 y nota. Sobre la levadura cf. Mt. 13, 33 y nota. ↑
24. Como observan algunos exegetas, estas palabras de Jesús ni parecen las mismas de Mt. 7, 13, donde no se habla de esforzarse y se trata más bien de un pasaje que de una puerta. La imagen es sumamente gráfica, pues hace comprender que, así como nos esforzamos por hacernos pequeños para poder pasar por una portezuela en que no caben los grandes, así hemos de luchar por hacernos pequeños para poder entrar en ese reino que está exclusivamente reservado a los que se hacen niños según lo dice Jesús. Cf. 10, 21; Mt. 18, 1-4; Mc. 10, 15. ↑
26. Enseñaste en nuestras Plazas: En el v. 27. Él insiste en decir que no los conoce. Además, escrito está que “nadie oirá su voz en las plazas”, porque Él no será turbulento (cf. Mt. 12, 19 y nota). Si ellos escucharon, pues, fué a otros, como se lo anunció Jesús (Jn. 5, 43 y nota); a otros que no buscaban la gloria del que los envió, sino la propia gloria (Jn. 7, 18 y nota), por lo cual no podían tener fe (Jn. 5, 44 y nota). Ésos no eran por tanto, los verdaderos discípulos a quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escuda” (Lc. 10, 16), sino los falsos profetas sobre los cuales tanto había prevenido Él. Cf. Mt. 7,15 y nota. ↑
27. Véase Mt. 15, 8, citando a Is. 29, 13. Mt. 7, 23; 25, 41. Condena Jesús anticipadamente a aquellos cristianos que se contentan con el solo nombre de tales y con la vinculación exterior a la Iglesia. ↑
33. Ni los fariseos, ni Herodes logran intimidarlo. Él va a morir libremente cuando haya llegado tu hora. Cuando ésta llega, lo vemos con sublime empeño “adelantarse” hacia Jerusalén, sin que nada ni nadie pueda detenerlo. Véase 9, 5; 18, 31; 19, 28. S. Pablo lo imitará. Cf. Hch. 21, 4. ↑
34. Jesús está hablando en singular con Jerusalén. El plural que usa luego alude sin duda a los jefes de la Sinagoga. Cf. Mt. 23, 37.
35. En Mt. 23, 39 el Señor pronuncia este mismo vaticinio del Sal. 117, 26, al terminar su último gran discurso en el Templo. Véase allí la nota. ↑
7 ss. El humilde huye de los primeros puestos como por instinto, porque sabe que esto agrada al Padre Celestial. “al hombre según el Corazón de Dios, hace siempre lo que Él quiere; une su corazón al Corazón de Dios; une su alma al Espíritu Santo; quiere lo que Dios quiere, y no quiere lo que Él no quiere” (S. Crisóstomo). ↑
10. Véase Pr. 25, 6 s.; Mt. 23, 12; Lc. 1; 52; 18, 14; 1 Pe. 5, 5. ↑
14. La resurrección de los justos: Cf. 20, 35; Jn. 5, 25 ss.; 6, 39 s.; 11, 25 ss.; Ap. 20, 6; 1 Co. 15, 22 s.; 15, 51 ss. (texto griego); 1 Ts. 4, 16; Flp. 3, 11; Hch. 4, 2; 24, 15. ↑
16. En la presente parábola el que convida es el Padre Celestial, la cena es figura del reino de Dios. Los primeros convidados son los hijos de Israel, que, por no aceptar la invitación, son reemplazados por los pueblos paganos. Véase Mt. 22, 2-14. ↑
17. Jesús, siervo de Yahvé (Is. 42, 1 s.), se retrata aquí admirablemente como tal y muestra que venía a la hora del festín, es decir, cuando todo estaba dispuesto para el cumplimiento de las profecías (cf. Rm. 15, 8; Jn. 18, 36 s.). Bien sabía Él que lo iban a rechazar y por eso anuncia (v. 23 s.) la entrada del nuevo pueblo de que habla Santiago en Hch. 15, 13 ss. Cf. Is. 35, 5 y nota. ↑
25. Los proselitistas humanos hallarían muy sorprendente esta política de Jesús: Cuando inmensas multitudes lo siguen (cf. 12, 1) Él, en lugar de atraerlas con promesas, como suele hacerse, pone en el más fuerte aprieto la sinceridad de su adhesión (véase 9, 57 ss.). Con ello nos da una de las grandes muestras de su divina verdad. Cf. 12, 22 y nota. ↑
26. Quiere decir simplemente que en el orden de los valores Jesús ocupa el primer lugar, aun frente a los padres. Nótese que, si bien el honrar padre y madre es un gran mandamiento del mismo Dios, Jesús se declara Él mismo instrumento de discordia en las familias (véase 12, 51 y nota), y nos previene que los enemigos estarán en la propia casa (Mt. 10, 34 s.), donde el ambiente mundano o farisaico se burlará de los discípulos como lo hacían del Maestro sus propios parientes. Cf. Mc. 3, 21; Jn. 7, 3-5 y notas. ↑
27. Cf. 9, 23; Mt. 10, 38; 16, 24; Mc. 8, 34; Ga. 6, 14. ↑
33. Es notable que la conclusión de Jesús no nos habla de aumentar nuestros recursos propios, como parecería deducirse de la parábola. Es para enseñarnos que Satanás será siempre más fuerte que nosotros, si pretendemos combatirlo con las armas nuestras (cf. 9, 24 y nota) y sin el auxilio que el mismo Dios nos da por la gracia (1 Pe. 5, 8 s.). Cf. 9, 24; Mt. 10, 39; Jn. 15, 5 y notas. ↑
34 s. La sal, símbolo de la sabiduría sobrenatural, representa a los que han de difundirla en nombre de Jesús. Si ellos pierden la buena doctrina, se hacen despreciables ante Dios como el estiércol. La corrupción de la grey, dicen S. Jerónimo y S. Ambrosio, será siempre el síntoma de que los ministros del Evangelio se han desvirtuado. Cf. 11, 52 y nota. ↑
4. Empiezan aquí las tres parábolas llamadas de la misericordia, en que Jesús nos muestra, como una característica del Corazón de su Padre, la predilección con que su amor se inclina hacia los más necesitados, contrastando con la mezquindad humana, que busca siempre a los triunfadores. ↑
8. La dracma equivale a un peso argentino. ↑
10. Si para nuestro corazón, tan pobre, es un gozo incomparable presenciar la conversión de un amigo que había perdido la fe, ¿qué será esa alegría de los ángeles, que hallan corta la eternidad para alabar y querer y bendecir y agradecer? ↑
11. La parábola del hijo pródigo es sin duda una de las más bellas y trascendentales revelaciones del Corazón misericordioso del Padre celestial. Todos somos hijos pródigos, pecadores. En la primera parte describe Jesús la separación de Dios por parte del hombre; en la segunda, la vuelta del pecador a Dios; en la tercera, el recibimiento del pecador por parte del Padre. Algunos expositores antiguos y modernos refieren la parábola a la vocación de los gentiles, figurando el hijo menor a éstos, y el mayor, a los judíos. Falta, empero, el elemento esencial, pues ni Israel pudo llamarse fiel como el hijo mayor, ni puede decirse que hubiese en la gentilidad un alejamiento y una vuelta al hogar, pues nunca había estado en él (Ef. 2, 12; cf. Is. 54, 1 y nota). La enseñanza de esta parábola es, pues, eminentemente íntima e individual como en 5, 32 y en la perícopa de Jn. 8, 1-11 (que según Joüon y otros corresponde también a Lucas. Cf. 21, 38 y nota). Véase el comentario al v. 28 y los vv. 1-3, que muestran claramente la ocasión en que Jesús habló y lo que quiso enseñar. Darle un sentido histórico sería desviar la atención de su inmenso significado espiritual, infalible para convertir a cualquier pecador que no esté perdido por la soberbia. Cf. Jn. 6, 37; Sant. 4, 6; 1 Pe. 5, 5. ↑
19. Hazme como uno de tus jornaleros: Notemos que esto se propone decirlo el hijo, y es una prueba de la humildad necesaria en la conversión. Pero cuando está ante el padre, ya no alcanza a decir esas palabras (v. 21), porque éste se lo impide con el estallido de su amor generoso (v. 22). ¡Qué bien predica aquí el “misionero” Jesús, para hacernos comprender lo que es el Corazón de “su Padre y nuestro Padre”! (Jn. 20, 17). Él no impone su santo Espíritu; pero, apenas lo deseamos, nos lo prodiga (Lc. 11, 13 y nota), junto con su perdón y sus favores, como si el beneficiado fuera Él. Quien descubre así lo que es Dios –como lo habrá sentido Abrahán cuando el ángel le detuvo el brazo en el sacrificio de Isaac– ¿qué podrá ya pedir o esperar del mundo? ↑
20. Cuando estaba todavía lejos: Jesús revela aquí los más íntimos sentimientos de su divino Padre que, lejos de rechazarnos y mirarnos con rigor a causa de nuestras miserias y pecados, nos sale a buscar cuando estamos todavía lejos. Notemos que si Adán se escondió después del pecado (Gn. 3, 8 s.) fué porque no creyó que Dios fuese bastante bueno para perdonarlo. Es decir que el disimulo y el miedo vienen de no confiar en Dios como Padre. Por donde vemos que la desconfianza es mucho peor que el pecado mismo, pues a éste lo perdona Dios fácilmente, en tanto que aquélla impide el perdón y, al quitarnos la esperanza de conseguirlo, nos aparta de la contrición, arrastrándonos a nuevos pecados, hasta el sumo e irremediablc pecado de la desesperación, que es el característico de Caín (Gn. 4, 3), de Judas (Mt. 27, 3-5) y del mismo Satanás. También la mentira viene de la desconfianza, pues si creyéramos en la bondad de Dios, que nos perdona lisa y llanamente, total y gratuitamente, no recurriríamos a buscar excusas por nuestros pecados, ni nos sería doloroso, sino al contrario, muy grato, declararnos culpables para sentir la incomparable dulzura del perdón (véase Sal. 50, 10 y nota). El que duda de ser perdonado por sus faltas, ofende a Dios mucho más que con esas faltas porque lo está tratando de falso, ya que ese divino Padre ha prometido mil veces el perdón, haciéndonos saber que “Él es bueno con los desagradecidos y malos” (6, 35). Hay en esto también una enseñanza definitiva dada a los padres de familia, para que imiten más que nadie, en el trato con sus hijos, la misericordia del Padre Celestial (cf. 6, 36 y nota), y sepan que los inducen a la mentira, más que a la contrición, si usan un rigor inexorable que les haga dudar de su perdón. ↑
28. El hijo mayor, que no podía comprender la conducta del padre para con el menor, viene a estar más lejos de Dios que su hermano arrepentido. Él es imagen de quienes, creyéndose usufructuarios exclusivos del reino de Dios, se sienten ofendidos cuando Dios es más misericordioso que ellos. Por eso el hijo “justo” recibe una reconvención, mientras su hermano pecador goza de la dicha de ser acogido festivamente por su padre y, al sentirse perdonado, crece en el amor (véase 7, 47). Nótese que esta parábola fué dirigida a los fariseos, como se ve en los vers. 1-3. ↑
6. El barril corresponde al bat hebreo = 36,4 litros. ↑
7. Cien medidas hebreas son 364 hectólitros. ↑
8. Los hijos de la luz son los hijos del reino de Dios. Jesús no alaba las malas prácticas del administrador, sino la habilidad en salvar su existencia. Como el administrador asegura su porvenir, así nosotros podemos “atesorar riquezas en el cielo” (Mt. 6, 20) y no hemos de ser menos previsores que él. Aun las “riquezas de iniquidad” han de ser utilizadas para tal fin. Es de notar que no se trata de un simple individuo sino de un mayordomo y que las liberalidades con que se salvó no fueron a costa de sus bienes propios sino a costa de su amo, que es rico y bueno. ¿No hay aquí una enseñanza también para los pastores, de predicar la bondad y la misericordia de Dios, que viene de su amor (Ef. 2, 4), guardándose de “colocar pesadas cargas sobre los hombros de los demás?” (Mt. 23, 4). Cf. Jr. 23, 33-40 y nota; Cat. Rm. III 2, 36; IV, 9, 7 ss. ↑
9. Enseñanza concordante con la de 11, 40. ↑
10. En lo muy poco: He aquí una promesa, llena de indecible suavidad, porque todos nos animamos a hacer lo muy poco, si es que queremos. Y Él promete que este poquísimo se convertirá en mucho, como diciendo: No le importa a mi Padre la cantidad de lo que hacéis, sino el espíritu con que obráis (cf. Pr. 4, 23). Si sabéis ser niños, y os contentáis con ser pequeños (cf. Mt. 18, 1 s.), Él se encargará de haceros gigantes, puesto que la santidad es un don de su Espíritu (1 Ts. 4, 8 y nota). De aquí sacó Teresa de Lisieux su técnica de preferir y recomendar las virtudes pequeñas más que las “grandes” en las cuales fácilmente se infiltra, o la falaz presunción, como dice el Kempis, que luego falla como la de Pedro (Jn. 13, 37 s.), o la satisfacción venosa del amor propio, como en el fariseo que Jesús nos presenta (18, 9 ss.), cuya soberbia, notémoslo bien, no consistía en cosas temporales, riquezas o mando, sino en el orden espiritual, en pretender que poseía virtudes. ↑
12. Lo ajeno son los bienes temporales, pues pertenecen a Dios que los creó (Sal. 23, 1 ss.; 49, 12), y los tenemos solamente en préstamo; porque Él, al dárnoslos, no se desprendió de su dominio, y nos los dió para que con ellos nos ganásemos lo nuestro, es decir, los espirituales y eternos (v. 9), únicos que el Padre celestial nos entrega como propios. Para la adquisición de esta fortuna nuestra, influye grandemente, como aquí enseña Jesús, el empleo que hacemos de aquel préstamo ajeno. ↑
15. Abominable. “Tumba del humanismo” ha sido llamada esta sentencia de irreparable divorcio entre Cristo y los valores mundanos. Cf. 1 Co. caps. 1-3. ↑
16. El Mesías-Rey vino a lo propio, “y los suyos no lo recibieron” (Jn. 1, 11). Su realeza fué apenas reconocida por un instante, el día de su entrada triunfal en Jerusalén (véanse las aclamaciones del pueblo en 19, 38; Mt. 21, 9; Mc. 11, 10; Jn. 12, 13). Algunos han interpretado metafóricamente el pasaje paralelo de Mt. 11, 12, en el sentido de que, para conquistar el Reino, hemos de hacer violencia a Dios con la confianza: y otros, que hemos de violentar nuestras malas inclinaciones. El contexto de ambos Evangelios muestra que el Señor no trata aquí de doctrina sino de profecía. Además, si este pasaje tuviera un sentido metafórico, nunca habría dicho que todos hacían violencia para entrar al Reino de los cielos, ya que desgraciadamente sucedía todo lo con trario con el rechazo de Cristo. Cf. 17, 20 ss.; Mt. 17, 10 s.; Is. 35, 5 y notas. ↑
18. El divorcio es, pues, contrario a la ley de Dios, aunque fuera aprobado en un país por la unanimidad de los legisladores. Véase Mt. 5, 32; Mc. 10, 11 s., 1 Co. 7, 10. ↑
21. Después de rico la Vulgata añade: y nadie le daba. Es una inserción proveniente de 15, 16. ↑
25. Recibiste tus bienes: es decir, el que sólo aspira a la felicidad temporal ya tuvo lo que deseaba, como enseña Jesús (6, 24; 18, 22 y nota; Mt. 6, 2; 5, 16), y no puede pretender lo eterno, pues no lo quiso. Véase también Mt. 10, 39; 2 Pe. 2, 13 y notas. ↑
26. Cf. Mc. 9, 43; Is. 66, 24. ↑
31. Solemos pensar que la vista de un milagro sería suficiente para producir una conversión absoluta. Jesús muestra aquí que ésta es una ilusión (cf. Jn. 23 s.) y que la conversión viene de la Palabra de Dios escuchada con rectitud (Mt. 13, 1 ss.). La fe, dice S. Pablo, viene del oír (Rm. 10, 17). ↑
1. Véase Mt. 18, 7; Mc. 9, 41. ↑
4. Siete veces en un día quiere decir: muchísimas veces, siempre. En Mateo (18, 22) dice el Señor: setenta veces siete. Dios nos da el ejemplo en 6, 35 s. Cf. 15, 21; Jn. 8, 1-11. ↑
5 s. Los discípulos piden un aumento como quien ya tiene algo de fe. Jesús los desilusiona sobre eso que creen tener. Véase Mt. 17, 20; 21, 21; Mc. 11, 23. ↑
10. “Entregarse todo entero y considerarse siervo inútil es una cosa preciosa para el hombre espiritual. Porque el que lo ha hecho es el que descubre fácilmente cuán mal sabe hacerlo. Y como desea hacerlo cada vez más, pues ha encontrado en ello su reposo, vive pidiendo al Padre que le enseñe a entregarse, comprendiendo que todo cuanto pueda hacer en ese sentido es también obra de la gratuita misericordia de ese Dios cuyo Hijo vino a buscar pecadores y no justos, y sin el cual nada podemos. De ahí que al hombre espiritual ni siquiera se le ocurre pensar –como lo hace el hombre natural– que es dura e injusta esa palabra de Jesús al decir que nos llamemos siervos inútiles, pues el espiritual se da cuenta de que ser así, inútil, no sólo es una enorme verdad que en vano se pretendería negar, sino que es también lo que más le conviene para su ventaja, pues a los hambrientos Dios lo llena de bienes, en tanto que si él fuera rico espiritualmente (o mejor: si pretendiera serio) sería despedido sin nada, como enseña María (Lc. 1, 53). Vemos, pues, que en esto de ser siervo inútil está, no una censura o reproche de Jesús, sino todo lo contrario: nada menos que la bienaventuranza de los pobres en el espíritu (Mt. 5, 3 y nota). Así es la suavidad inefable del Corazón de Cristo: cuando parece exigirnos algo, en realidad nos está regalando. Y bien se entiende esto, pues a Él ¿qué le importaría que hiciéramos tal cosa o tal otra, si no buscara nuestro bien… hasta con su Sangre? De ahí que la característica del hombre espiritual sea ésta: se sabe amado de Dios y por eso no se le ocurre suponerle intenciones crueles, aunque Él a veces disimule su bondad bajo un tono que nos parece severo, como al niño cuando el padre lo manda a dormir la siesta. Porque Él nos dice que no piensa en obligarnos sino en darnos paz (Jr. 29, 11)”. Sobre la diferencia entre el hombre espiritual y el que no lo es, véase 1 Co. 2, 10 y 14. ↑
18. Gloria a Dios: Una vez más hace resaltar Jesús que la gloria de Dios consiste en el reconocimiento de sus beneficios. La alabanza más repetida en toda la Escritura dice: “Alabad al Señor porque es bueno, porque su misericordia permanece para siempre” (Sal. 135, 1 ss. etc.). Sobre el “extranjero”, véase 9, 53 y nota. ↑
20 s. Jesús se presentó en la humildad para probar la fe de Israel; pero las profecías, como también los milagros, mostraban que era el Mesías. Cf. 16, 16 y nota. Como observan el P. de la Briére y muchos otros, el sentido no puede ser que el reino está dentro de sus almas, pues Jesús está hablando con los fariseos. ↑
24. Ahora Jesús habla con los discípulos y alude a su segunda venida, que será bien notoria como el relámpago (Mt. 24, 23; Mc. 13, 21; Ap. 1, 7). Antes de este acontecimiento se presentarán muchos falsos profetas y será general el descreimiento y la burla como en tiempos de Noé y de Lot (Gn. 7, 7; 19, 25; 2 Pe. 3, 3 ss.). No cabe duda de que nuestros tiempos se parecen en muchos puntos a lo predicho por el Señor. Cf. 18, 8 y nota. ↑
26. Véase Gn. 7, 7; S. Mt. 24, 37. ↑
29. Véase Gn. 19, 15-24. ↑
32. Estas palabras nos muestran que si la mujer de Lot (Gn. 19, 26) se convirtió en estatua (el hebreo dice columna) de sal, no fué por causa de curiosidad, sino de su apego a la ciudad maldita. En vez de mirar contenta hacia el nuevo destino que la bondad de Dios le deparaba y agradecer gozosa el privilegio de huir de Sodoma castigada por sus iniquidades, volvió a ella los ojos con añoranza, mostrando la verdad de la palabra de Jesús. “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” (Mt. 6, 21). La mujer deseaba a Sodoma, y Dios le dió lo que deseaba, convirtiéndola en un pedazo de la misma ciudad que se había vuelto un mar de sal: el Mar Muerto. Con el mismo criterio dice Jesús de los que buscan el aplauso: “Ya tuvieron su paga” (Mt. 6, 2, 5 y 16). Y al rico epulón: “Ya tuviste tus bienes” (16, 25). Es decir, tuvieron lo que deseaban y no desearon otra cosa; luego no tienen otra cosa qué esperar, pues Dios da a los que desean, a los hambrientos, según dice María, en tanto que a los hartos deja vacíos (1, 53; cf. Sal. 80, 11 y nota). ↑
33 s. Véase 9, 24; Mt. 10, 39; Mc. 8. 35: Jn. 12, 25; Mt. 24, 40 s.; 1 Ts. 4, 15. ↑
36. Este versículo falta en los mejores códices. ↑
37. Cuerpo y cadáver son dos voces parecidas en griego. Ambas se encuentran en las variantes. Véase Mt. 24, 28, donde el Señor aplica esta expresión a la rapidez y al carácter visible de su segunda venida. Cf. v. 24 y nota. ↑
7. Cf. Sal. 93, 1 s.; Is. 63, 4; Rm. 8, 33; 2 Ts. 1, 6; Ap. 6, 10. ↑
8. ¿Hallará la fe sobre la tierra? Véase 17, 23 s. y nota. Obliga a una detenida meditación este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran misterio que S. Pablo llama de iniquidad y de apostasía (2 Ts. 2) y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su gran discurso escatológico. Cf. Mt. 13, 24, 33, 47 s. y notas. ↑
9 ss. Su propia justicia: Véase Mt. 6, 33 y nota. Para los oyentes el fariseo era modelo de devoción; el publicano, de maldad. Dios mira si halla en el corazón la buena intención, la humildad, el arrepentimiento. Por lo cual el publicano arrepentido fué perdonado, y el fariseo, en cambio, agregó a sus pecados uno nuevo, el de la soberbia, que se atribuye a sí misma el mérito de las buenas obras y se cree mejor que el prójimo. Cf. 17, 10. ↑
14. Bajó justificado: Aquí como en 7, 47 y en 15, 20, enseña Jesús el inmenso valor de la contrición perfecta. Cf. Sal. 50 y notas. ↑
15. Nótese la elocuencia que tiene este pasaje en contraste con el de los fariseos (vv. 9 s.). ↑
17. Véase Mt. 19, 14; Mc. 10, 15. Cf. 10, 21 y nota. ↑
22. Todo el que quiere seguir el camino del reino de Dios (v. 25 y nota) ha de evitar “los abrojos” que impiden aprovechar el mensaje salvador de Jesús (Mt. 13, 22), y, sin dejar, de usar los bienes que el mismo Dios le promete por añadidura (12, 31) y abundantemente (1 Tm. 6, 17; Sal. 127), deberá huir del afán de enriquecimiento (1 Tm. 6, 9 s.), y no poner el corazón en las riquezas (Sal. 61, 11 y nota) so pena de tener en eso “su” recompensa (16, 25 y nota; 12, 15-34). Pero aquí se trata de un llamado particular a dejarlo todo y seguir con Él como los apóstoles, aprovechando sus privilegiadas promesas (v. 28 s.; 22, 28 ss.; Flp. 3, 7-11; 2 Tm. 2, 4). Es una primogenitura a la cual el dignatario prefirió las lentejas (Hb. 12, 16). Véase 5, 39 y nota. Según Mc. 10, 21, “Jesús lo miró con amor”. Pero él, por mirarse a si mismo, no supo mirar a Jesús (Hb. 12, 2). El juicio en cada caso se lo reserva Dios según el v. 27. ↑
24 s. Jesús no quiere decir aquí que Dios no dejará al rico entrar en su Reino, sino que el corazón del rico no se interesará por desearlo, pues estará ocupado por otro amor y entonces no querrá tomar el camino que conduce al Reino. En Si. 31, 8 ss., se dice que hizo una maravilla el rico que, pudiendo pecar, no pecó. ↑
27. Cf. v. 22 y nota; Mt. 19, 16-29; Mc. 10, 17-30 y notas; Rm. 9, 15; 11, 6. ↑
30. Muchas veces: S. Mt. (19, 27 s.) y S. Marcos (10, 30 s.) dicen el céntuplo. Cf. las notas. ↑
32. Será entregado: Este es, como dice Santo Tomás, el significado del Salmo pronunciado por Jesús en la Cruz (cf. Sal. 21, 1 y nota), es decir, el abandono de Jesús en manos de sus verdugos, y no significa que el Padre lo hubiese abandonado espiritualmente, puesto que Jesús nos hizo saber ene el Padre siempre está con Él (Jn. 8, 29). Un ilustre predicador hace notar cómo Jesús recurría a los grandes milagros para confirmar sus palabras cada vez que anunciaba que según las profecías había de morir. Cf. v. 35 ss. ↑
34. No entendieron: Es que todo Israel esperaba al Mesías triunfante tan anunciado por los Profetas, y el misterio de Cristo doliente estaba oculto aun a las almas escogidas (cf. 1, 55 y nota). De ahí el gran escándalo de todos los discípulos ante la Cruz. Fué necesario que el mismo Jesús, ya resucitado, les abriese el entendimiento para que comprendieran las Escrituras, las cuales guardaban escondido en “Moisés, los Profetas y los Salmos” (24, 44 s.) ese anuncio de que el Mesías Rey sería rechazado por su pueblo antes de realizar los vaticinios gloriosos sobre su triunfo. Hoy, gracias a la luz del Nuevo Testamento (cf. Hch. 3, 22 notas), podemos ver con claridad ese doble misterio de Cristo doloroso en su primera venida, triunfante en la segunda, y comprendemos también el significado de las figuras dolorosas del Antiguo Testamento, la inmolación de Abel, de Isaac, del Cordero pascual, cuyo significado permanece aún velado para los judíos (2 Co. 3, 14-16) hasta el día de su conversión (Rm. 11, 25 s.). ↑
38. Cf. Mt. 20, 29-34; Mc. 10, 46-52. Llamando a Jesús “Hijo de David” confiesa el ciego que Jesús es el Mesías. De ahí la respuesta del Señor: “Tu fe te ha salvado” (v. 42). El ciego es una figura del pecador que se convierte pidiendo a Dics la luz de la gracia. “Quienquiera llegue a conocer que le falta la luz de la eternidad, llame con todas sus voces diciendo: Jesús, hijo de David, ten piedad de mí” (San Gregorio). Cf. Sant. 1, 5 ss. ↑
3. Era pequeño: detalle que parece puesto como un símbolo de la humildad y confianza que le valieron a este pecador tan dichosa suerte. ↑
5. Todo el que tiene interés por descubrir la verdad, encuentra, como Zaqueo la higuera que le haga ver a Jesús. Cf. Sb. 6, 14 ss.; Jn. 6, 37. ↑
11. Manifestado en seguida: El evangelista anticipa esta observación para señalar el carácter escatológico de la parábola de las minas. Cf. v. 38; 18, 34 y nota. ↑
13. Una mina, equivale a 750 gramos más o menos. ↑
14. No queremos que ése reine sobre nosotros. Nótese la diferencia entre estas palabras y el grito del Pretorio: “No tenemos otro rey que el César” (Jn. 19, 15), con el cual suele confundirse. Ese grito fué pronunciado por los Pontífices de Israel al rechazar a Cristo en su primera venida, en tanto que esta parábola se refiere a la segunda venida de Cristo. ↑
15. Trátase aquí de la segunda venida de Jesús para el juicio (v. 12). Hay en esta parábola un elemento nuevo, que no figura en la de los talentos (Mt. 25, 14 s.), si bien ambas acentúan la responsabilidad por los dones naturales y sobrenaturales. El siervo que guardaba la mina en un pañuelo, somos nosotros si no hacemos fructificar los dones de Dios. ↑
21 s. Precisamente proque pensaba el siervo que el rey era severo, tenía que trabajar con su don. Jesús recrimina aquí a los que piensan mal de Dios, mostrándonos que éstos nunca podrán servirle, por falta de amor. Véase 17, 32 y nota; Jn. 14, 23 s. ↑
23. Es notable que Jesús no le dijese ¿por qué no lo trabajaste? – sino que le hablase de desprenderse del capital para entregarlo al banco. Él sabe que sin amor y confianza no puede trabajaste con eficacia, y nos señala en cambio la obligación de no retener responsabilidades si no hemos de hacerles frente. Cf. Sb. 6, 6; Sal. 81, 4; Si. 7, 4 y notas. ↑
27. Alude a los del v. 14. Es éste un episodio que distingue la presente parábola de la de los talentos. Otros elementos diferenciales de ambas, están en el objeto del viaje del Señor (vv. 12 y 15) y en el carácter de la retribución (v. 17 s.). ↑
29 s. Véase Mt. 21, 1 ss.; Mc. 11, 1 s.; Jn. 12, 12 ss. Batfagé y Betania: dos pequeñas aldeas a unos dos y tres kms. al este de Jerusalén. ↑
34. El Señor lo necesita: como hace notar un tratadista de vida espiritual, estas palabras no están puestas sin profunda intención. ¡Jesús necesita de un borriquillo! No se dice en cambio que necesitase, de los reyes, ni de los sabios. Felices los que, por ser pequeños, merecen ser elegidos por Él, como María (Lc. 1, 48 s.), para recibir el llamado de la sabiduría (Pr. 9, 4) o la revelación de los secretos de Dios (Lc. 10, 21); para confundir a los sabios y a los fuertes (1 Co. 1, 27); para servir de instrumento a la gloria del Rey, como este borriquillo del Domingo de Ramos; o de instrumento a su caridad apostólica, como aquella escoba que sirvió para barrer la casa y encontrar la dracma perdida (Lc. 15, 8). ↑
36 ss. Con motivo de la fiesta de Pascua se había reunido enorme multitud en Jerusalén y sus alrededores, aprovechando la ocasión de ver a Jesús y aclamarle como Mesías Rey (v. 38). ↑
39. Nótese la perfidia farisaica y el odio. Estos que le llamaron endemoniado, y que le ven hoy triunfante, no vacilan en llamarle ahora Maestro, con tal de conseguir que Él no triunfe. Creían que la humildad de Jesús haría cesar la inmensa aclamación de toda Jerusalén como había hecho tantas otras veces al prohibir que se hablara de sus milagros. Ignoraban que ese triunfo, aunque tan breve, del Rey de Israel anunciado por los profetas, estaba en el plan de Dios para dejar constancia de su público reconocimiento por aquellos que a instancia de la Sinagoga habían de rechazarlo luego. El humilde Jesús responde esta vez lleno de majestad. Algunos consideran que éste es el día en que comenzó a cumplirse la profecía de Daniel (9, 25), porque señaló la grande y única solemnidad en que fué públicamente recibido “el Cristo príncipe”. Cf. Mt. 21, 9 y 15; Mc. 11, 10; Jn. 12, 13. ↑
41. El Señor no tuvo reparo en llorar por el amor que tenía a la Ciudad Santa, y porque veía en espíritu la terrible suerte que vendría sobre ella por obra de sus conductores. Véase 13, 34 s.; 23, 28-31. ↑
44. Véase 21, 6; Mt. 24, 2; Mc. 13, 2. ↑
45 ss. Véase Mt. 21, 12-13; Mc. 11, 15-18; Jn. 11, 14-16; Is. 56, 7; Jr. 7, 11. ↑
1 s. Véase Mt. 21, 23-27 y nota; 11, 27-33. ↑
9 ss. Véase Mt. 21, 34 s. y nota; Mc. 12, 1-12. ↑
17 s. Esta palabra citada del Sal. 117, 22, quiere decir que Cristo, desechado por su pueblo, se convertirá para él en piedra de tropiezo, según lo había anunciado Simeón (2, 34; Is. 8, 14; Rm. 9, 33; Hch. 4, 11; 1 Pe. 2, 7). Nótese que no se dice piedra “fundamental”, que es cosa muy diferente. Cf. 1 Pe. 2, 6. ↑
21. Hacían este elogio de Jesús para fingirse discípulos de Él, como se ve en el v. 20. Jesús, que los conoce bien (v. 23) y los llamó hipócritas (Mt. 22, 18), evita admirablemente el compromiso político en que querían ponerlo (aunque no pudo impedir la calumnia de 23, 2), y lo aprovecha para dejarnos su doctrina al respecto: honradez en el pago de impuestos y prescindencia de lo religioso en lo temporal y viceversa, cosas ambas que Pedro y Pablo confirmaron de palabra y con su vida absolutamente ajena a lo político, no obstante haber vivido bajo persecuciones del poder judío (Hch. 4, 1-3), de Herodes (Hch. 12, 1 ss.) y de Roma, hasta morir bajo el sanguinario Nerón. Pedro, a ejemplo del Maestro, muere como un ciudadano cualquiera, sin resistir al mal (Mt. 5, 39), y Pablo sólo alude al César para someterse a su autoridad (Hch. 25, 10) por mandato del ángel (Hch. 27, 24) y para referirse a los que él convirtió a Cristo en la propia casa del César (Fil. 4;22). ↑
25. Véase Mt. 22, 15-22; Mc. 12, 13-17 y notas. ↑
28. Véase Dt. 25, 5. ↑
33. Esta pregunta capciosa es la última que intentaron los enemigos de Jesús. Agotados ya todos los recursos de astucia y perfidia recurrirán a la violencia. Cf. Jn. 9, 34 y nota. ↑
37. Véase Ex. 3, 6 y 15 s. ↑
44. David (Sal. 109, 1) llama a Jesús “su Señor” en cuanto es Dios; pero, en cuanto Jesús es hombre, desciende de David según la carne. Los enemigos ofuscados no podían contestar, porque no reconocían la divinidad de Jesús. Esperaban que Dios había de enviar al Mesías como un gran Profeta y Rey (Cf. Jn. 1, 21; 6, 14 s. y notas; Ez. 37, 22-28), mas no imaginaban que la magnanimidad de Dios llegase basta mandar a su propio Hijo, Dios como Él. Véase Mt. 22, 41,45; Mc. 12, 35-37. ↑
45. En presencia de todo el pueblo: los evangelistas hacen notar varias veces que el divino Maestro, desafiando las iras de la Sinagoga, elegía las reuniones más numerosas para poner en guardia al pueblo contra sus malos pastores (v. 1 ss.; 12, 1; Mt. 4, 25 y 7, 15; 23, 1). ↑
46 ss. Véase 11, 43; Mt. 23, 1-7; 23, 14; Mc. 12, 38-40. ↑
4. Véase Mc. 12, 43 y nota. Cf. Sant. 2, 5. ↑
5 s. Véase Mt. 24; Mc. 13 y notas. También aquí parecen enlazadas las profecías de la ruina de Jerusalén y del fin del siglo, siendo aquélla la figura de ésta. Véase sin embargo v. 32 y nota. ↑
7. Véase Mt. 24, 3 y nota. Aquí la pregunta se ciñe más a la ruina de Jerusalén. Después de anunciada ésta (v. 20-24), Jesús entra a hablar más de propósito acerca de su venida (v. 25 ss.). ↑
13. Nótese la diferencia con el texto semejante de Mt. 10, 18, que habla de que los discípulos de Cristo perseguidos darán testimonio ante sus perseguidores (Sal. 118, 46). Aquí, en cambio, se trata de que esa persecución será, para los mismos discipulos, un testimonio o prueba de la verdad de estos anuncios del divino Maestro, y un sello confirmatorio de que son verdaderos discípulos. ↑
14 s. Cf. 12, 11; Mt. 10, 19. Promesa terrenal como las de Mt. 6, 25-33, pero ¿quién puede hacerla si no es un Dios? Y si Él no fuera el Hijo ¿podría concebirse tanta falsía en prometer y tanta maldad en Aquel que pasó haciendo el bien (Hch. 31) y desafiando a que lo hallasen en falsedad? (Jn. 8, 46 s.). Esta consideración “ad absurdum” es tan impresionante, que ayuda mucho a consolidar nuestra posición íntima frente a Cristo para creerle de veras todo cuanto Él diga, aunque nos parezca muy paradójico. Cf. 7, 23 y nota. ↑
20 ss. Teniendo presente esta profecía, los cristianos de Jerusalén dejaron la ciudad Santa antes de su ruina, retirándose a Pella al otro lado del Jordán. El tiempo de los gentiles (v. 24) va a cumplirse, esto es, va a terminar con la conversión de Israel (Rm. 11, 24), y el advenimiento del supremo Juez. Cf. Ez. 30, 3; Dn. 2, 29-45; 7, 13 s.; 1 Co. 26; Jn. 19, 37 y notas. ↑
28. Esta recomendación del divino Salvador, añadida a sus insistentes exhortaciones a la vigilancia (cf. Mc. 13, 37), muestra que la prudencia cristiana no está en desentenderse de estos grandes misterios (1 Ts. 5, 20), sino en prestar la debida atención a las señales que Él bondadosamente nos anticipa, tanto más cuanto que el supremo acontecimiento puede sorprendernos en un instante, menos previsible que el momento de la muerte (v. 34). “Vuestra redención”: así llama Jesús al ansiado día de la resurrección corporal, en que se consumará la plenitud de nuestro destino. Cf. Mt. 25, 34; Flp. 3, 20 s.; Ap. 6, 10 s. San Pablo la llama la redención de nuestros cuerpos (Rm. 8, 23). Cf. 2 Co. 5, 1 ss.; Ef. 1, 10 y notas. ↑
29. Véase Mt. 24, 32. Cf. 13, 6 y nota. ↑
32. La generación ésta: Véase Mt. 24, 34 y nota. Un notable estudio sobre este pasaje, publicado en “Estudios Bíblicos”, de Madrid, ha observado que “el Discurso escatológico no tiene sino un solo tema central: el Reino de Dios, o sea, la Parusia en sus relaciones con el Reino de Dios”. Que “la respuesta del Señor (Lc. 21, 8 ss.; Mc. 13, 5 ss.) como en Mt. (24, 4 s.) y el cotejo de su demanda (de los apóstoles) con la del primer Evangelio, nos certifican que, efectivamente, de sólo ella principalmente se trata” y que “la intención primaria de la pregunta era la Parusía soñada”, por lo cual “que el tiempo se refiere directamente a la Parusía es por demás manifiesto” y “en la parábola de la higuera se nos dice que cuando comience a cumplirse todo lo anterior a la Parusía veamos en ello un signo infalible de la cercanía del Triunfo definitivo del Reino”; que la expresión todo esto significa todo lo descrito antes de la Parusía; que el triunfo del Evangelio encontrará “toda clase de obstáculos y persecuciones directas e indirectas” y que a su vez “la generación esta” implica limitación, presencia actual, y “tiene siempre, en labios del Señor, sentido formal cualificativo peyorativo: los opuestos al Evangelio del Reino (como en el Ant. Test. los opuestos a los planes de Yahvé)”. Cita al efecto los siguientes textos, en que Jesús se refiere a escribas, fariseos y saduceos: Mt. 11, 16; Lc. 7, 11; 12, 39; 41, 42, 45; Mc. 8, 12; Lc. 11, 29; 30, 31, 32; Mt. 16, 4; 17, 17; Mc. 9, 19; Lc. 9, 41; 23, 36; Lc. 11, 50, 51; Mc. 8, 38; Lc. 16, 8; 17, 25. Y concluye: “De todo lo cual parece deducirse que la expresión la generación esta es una apelación hecha para designar una colectividad enemiga, opuesta a los planes del Espíritu de Dios, que inicia la guerra al Evangelio ya desde sus comienzos (Mt. 11, 12; Lc. 16, 16; Mt. 23, 13;Jn. 9, 22, 34, 35 y en general a través de todo el Evangelio); el “semen diaboli” (Gn. 3, 15; cf. Jn 8, 41, 44, 38, etc.), en su lucha con el “semen promisum” (Gn. 3, 15 comp. Ga. c. 3, especialmente 16 y 29)”. ↑
34. Lo único que sabemos acerca de la fecha del “último día”, es que vendrá de improviso. (Mt. 24, 39; 1 Ts. 5, 2 y 4; 2 Pe. 3, 10). Por lo cual los cálculos de la ciencia acerca de la catastrofe universal valen tan poco como ciertas profecías particulares. Velad, pues, orando en todo tiempo (v. 36). ↑
38. Algunos manuscritos (grupo Farrar) traen aquí la perícopa Jn. 8, 1-11 (el perdón de la adúltera) que, según observan algunos, por su estilo y por su asunto pertenecería más bien a este Evangelio de la misericordia. ↑
1. La Pascua se llamaba también “fiesta de los Ázimos” porque durante toda la octava se comía panes sin levadura, los que en griego se llaman ázimos. Cf. 13, 21 y nota. ↑
5. Véase Mt. 26, 14 ss.; Mc. 14, 10 s. La suma convenida fué de treinta monedas de plata, precio de un esclavo. El profeta lo llama “el lindo precio en que me estimaron” (Za. 11, 12 s. y nota). ↑
7. Véase Mt. 26, 17 ss.; Mc. 14, 12 ss.; Jn. 13, 1 ss. ↑
8. Las palabras “para que la podamos comer” insinúan tal vez que, si ellos no la comen hoy, mañana será demasiado tarde. Es, pues, natural que tenga Él mismo la iniciativa de los preparativos para esa cena anticipada. Véase Mt. 26, 17; Jn. 18, 28 y nota. ↑
16. Cf. Jn. 21, 19; Hch. 1, 3 y notas. ↑
17. Este cáliz que entrega antes de la Cena (dato exclusivo de Lucas) parece ser como un brindis especial de despedida, pues consta por lo que sigue (v. 20) y por Mt. 26, 27 y Mc. 14, 23, que la consagración del vino se hizo después de la del pan y también después de cenar. Cf. Sal. 115, 13 y nota. ↑
19. Dió gracias: en griego eujaristesas, de donde el nombre de Eucaristía. “Dar gracias tiene un sentido particular de bendición” (Pirot). Este es mi cuerpo. El griego dice: esto es mi cuerpo, y así también Fillion, Buzy, Pirot, etc. Tuto es neutro y se traduce por esto, debiendo observarse sin embargo que cuerpo en griego es también neutro (to soma). Que se da: otros: que es dado (cf. v. 22). “Su cuerpo es dado para ser inmolado, y esto en provecho de los discípulos” (Pirot). Cf. 24, 7; Mt. 16, 21; 17, 12; Jn. 10, 17 s.; Isa. 53, 7. ↑
20. Tres son las instituciones de la doctrina católica que aquí se apoyan: 1º, el sacramento de la Eucaristía; 2º, el sacrificio de la Misa; 3º, el sacerdocio. Véase Mt. 26, 26-29; Mc. 14, 22-25 y nota; 1 Co. 11, 23 ss.; Hb. caps. 5-10 y 13, 10. ↑
24 ss. Véase Mt. 18, 1 s.; 20, 25 ss.; Mc. 10, 42 ss. ¡En el momento más sagrado, están disputando los apóstoles sobre una prioridad tan vanidosa! Sólo con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés van a comprender el carácter de su mislón en “este siglo malo” (Ga. 1, 4), tan distinta de los ministros de un rey actual (v. 25). Cf. Jn. 15, 18 ss. ↑
25. Bienhechores, en griego Evergetes, título de varios reyes de Egipto y Siria. ↑
27. ¡Como el sirvienle! No podemos pasar por alto esta palabra inefable del Hijo de Dios, sin postrarnos con la frente pegada al polvo de la más profunda humillación y suplicarle que nos libre de toda soberbia y de la abominable presunción de ser superiores a nuestros hermanos, o de querer tiranizarlos, abusando de la potestad que sobre ellos hemos recibido del divino Sirviente. Cf. Mt. 23, 11; Fil. 2, 7 s. y nota; 1 Pe. 5, 3; 2 Co. 10, 8; 3 Jn. 9 s. ↑
29 s. Véase v. 16 y 18; Mt. 26, 29; Ap. 2, 27 s.; 3, 21; 20, 4. ↑
32. Una vez convertido: Enseñanza fundamental para todo apostolado: nadie convertirá a otro si no es él mismo un “convertido”, pues nadie puede dar lo que no tiene. Véase las claras palabras de Cristo a Nicodemo, según las cuales el ser Su discípulo implica nada menos que un nuevo nacimiento. Cf Jn. 3, 13 ss. y nota. ↑
33. Jesús acaba de decirle que aún precisa convertirse (cosa que sólo hará el Espíritu en Pentecostés), pero él pretende saber más y se siente ya seguro de si mismo. De ahí la tremenda caída y humillación. Véase la inversa en Mt. 6, 13 y nota. ↑
34. Véase Mt. 26, 33-35; Mc. 14, 29-31; Jn. 13, 38. ↑
36 s. Compre una espada: Jesús está hablando de las persecuciones (v. 37). Ellos no las tuvieron en vida de Él (v. 35) porque Él los guardaba y no perdió ni uno (Jn. 17, 12). Ahora Él será tratado como criminal (v. 37); lo mismo lo serán sus discípulos (Jn. 15, 18 ss.; 16, 1 s.) hasta que Él vuelva en su Reino glorioso (cf. 13, 35; 23, 42), por lo cual necesitan un arma. ¿Cuál es? Pedro tenía una espada y cuando la usó, Él se lo reprochó (v. 51; Mt. 26, 52; Jn. 18, 11); luego no es ésa la buena espada, ni ella lo libró de abandonar a su Maestro en la persecución (Mt. 26, 36 y nota; cf. Mt. 13, 21), y negarlo muchas veces (vv. 54 ss.). San Pablo nos explica que nuestra arma en tales casos es la espada del espíritu: la Palabra de Dios (Ef. 6, 17), la que el mismo Jesús usó en las tentaciones (Mt. 4, 10 y nota). La enseñanza que Él nos da aquí es la misma, como la confirma en Mt. 26, 41 y Jn. 6, 63. No es de acero la espada que Él vino a traer según Mt. 10, 34. El basta (v. 38) no se refiere, pues, a que basten dos espadas. Es un basta ya, acompañado, dice S. Cirilo de Alejandría, con una sonrisa triste al ver que nunca le entendían sino carnalmente. Pirot, citando a Lagrange concordante can esta opinión, agrega al respecto: “Bonifacio VIII en la bula Unam Sanctam interpretó las dos espadas como de la autoridad espiritual y de la autoridad temporal (E. D. 469); es sabido que en las definiciones los considerandos no están garantidos por la infalibilidad”. ↑
38. Sobre el ofrecimiento de espadas véase Mt. 26, 56 y nota. ↑
44. Cf. Mt. 26, 36 s.; Mc. 14, 26 ss. Fué, como dice San Bernardo, un llanto de lágrimas y sangre, que brotaba no solamente de los ojos, sino también de todo el cuerpo del Redentor. Nótese que el dato del sudor de sangre y del ángel es propio de Lucas. Proviene tal vez de una revelación especial hecha a S. Pablo. Puede verse una referencia en las lágrimas de Hb. 5, 7. ↑
47 ss. Véase Mt. 26, 47-57; Mc. 14, 43-53; Jn. 18, 2-13. ↑
55 ss. Véase Mt. 26, 69-75; Mc. 14, 66-72; Jn. 18, 16-18 y 25-27. ↑
62. Sobre la caída de Pedro, cf. v. 33 y nota. ↑
66 s. Véase Mt. 26, 63-69; Mc. 14, 61-64; Jn. 18, 19-21. ↑
71. Los judíos consideraban la respuesta de Jesús como blasfemia, la que según la Ley de Moisés acarreaba la pena capital. ↑
2. Ahora le acusan de sedición, siendo que le habían condenado por blasfemia. A la malicia se agrega la mentira. ↑
4. No halla culpa, porque Jesús le ha dicho (en Jn. 18, 36) que su reino no es de este mundo. De lo contrario, al oírlo así proclamarse rey, Pilato lo habría considerado culpable como opositor al César. ↑
7. Así Pilato creía poder librarse del apuro. Por tener su domicilio en Cafarnaúm. Jesús era súbdito de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, el cual estaba en Jerusalén para la fiesta de Pascua. Éste era hijo de Herodes el Grande (Mt. 2, 3) y tío de Herodes Agripa I, que hizo matar a Santiago el Mayor (Hch. 12, 1 ss.), y cuyo hijo, el “rey Agripa” (II) escuchó a Pablo en Hch. 25, 13 ss. ↑
9. Jesús no responde palabra al rey adúltero y homicida, que sólo por curiosidad quiere ver un milagro. Lo visten con una ropa resplandecienle para burlarse de Él; según S. Buenaventura, para calificarlo de loco o tonto. ↑
16. Cf. v. 22. Véase Jn. 19, 1 y nota; Hch. 3, 13. ↑
17. Este v. es probablemente una glosa tomada de otro Evangelio. Véase Mt. 27, 15 s.; Mc. 15, 6 ss.; Jn. 18, 39 s. ↑
18 s. Jesús quiso agotar la humillación hasta ser pospuesto a un asesino. Había tomado sobre sí los delitos de todos los hombres (cf. Ez. 4, 4 y nota) y no le bastó ser contado entre los malhechores (22, 37; Is. 53, 12). Fué peor que ellos, “gusano y no hombre” (Sal. 21, 6). Cf. Flp. 2, 7 s. y nota. La idea de nuestra muerte se endulza así indeciblemente al pensar que aceptando de buen grado, como merecido, ese transitorio envilecimiento de nuestro cuerpo comido por los gusanos de la “corrupción” (Hch. 13, 36), Podemos en espíritu “asimilarnos a la muerte de Él” (Flp. 3, 10), que si no vió corrupción en el sueño del sepulcro (Hch. 2, 31; 13, 37), la sufrió vivo en su cuerpo santísimo escupido, desangrado y expuesto desnudo entre dos patibularios, a la irrisión del público que a verlo “meneaba la cabeza” (Sal. 21, 8), no de compasión, sino de asco. ↑
26. Del texto deducen algunos que la ayuda de Cireneo no hacía sino aumentar el peso de la Cruz sobre el hombro del divino Cordero, al levantar detrás de Él la extremidad inferior. Véase Mc. 15, 21 y nota. ↑
28. ¡La última amonestación del Señor! Entre las mujeres que lloraban estaba quizá aquella “Verónica” que, según una antigua tradición, alargó a Jesús un lienzo para limpiar su rostro. La misma tradición narra que también María, la santísima madre de Jesús, acompañada de S. Juan, se encontró con su Hijo en la vía dolorosa. ↑
31. El leño seco arde más (Jn. 15, 6). Si tanto sufre el Inocente por rescatar la culpa de los hombres, ¿qué no merecerán los culpables si desprecian esa Redención? Véase Hb. 6, 4 s.; 10, 26 ss. ↑
33. Véase Mt. 27, 33; Mc. 15, 22; Jn. 19, 17. ↑
40 ss. Milagro de la gracia, que aprovecha este “obrero de la última hora” (Mt. 20, 8 y 15) pasando directamente de la cruz al Paraíso. Lo que valoriza inmensamente la fe del buen ladrón es que su confesión se produce en el momento en que Jesús aparece vencido y deshonrado. Cf. 22, 38 y nota. ↑
42. A esto observa Fillion: “El buen ladrón creía en la inmortalidad del alma y en la resurrección, y reconocía a Jesús como el Mesías-Rey. Por eso le pedía encarecidamente un lugar en su Reino”. Y añade: “El Paraíso representa aquí la parte de la morada de los muertos (los limbos) donde habitaban las almas de los elegidos, antes de la Ascensión de Jesucristo”. Cf. 1 Pe. 3, 19; 4, 6; Col. 1, 20. ↑
46. El Salmo 30, de donde Jesús toma estas palabras, resulta así la oración ideal para estar preparado a bien morir. ↑
47. Si la conversión del ladrón es el primer fruto de la muerte de Jesús, la del centurión romano es el segundo; judío aquél, gentil éste. ↑
49. ¡ A distancia los amigos y conocidos! Véase esto anticipado en Sal. 87, 9. ↑
50 ss. Véase Mt. 27, 57 ss.; Mc. 15, 42 ss.; Jn. 19, 38 ss. ↑
51 ss. José de Arimatea fué miembro del Gran Consejo (Sanhedrín) que condenó a Jesús a la muerte. En v. 52 s. da otra prueba de su intrépida fe en Él. No teme ni el odio de sus colegas ni el terrorismo de los fanáticos. Personalmente va a Pilato para pedir el cuerpo de Jesús; personalmente lo descuelga de la cruz, envolviéndolo en una sábana; personalmente lo coloca en su propio sepulcro, con la ayuda de Nicodemo (Jn. 19, 39). El santo Sudario, que nos ha conservado las facciones del divino Rostro, se venera en Turín. Cf. Jn. 20, 7 y nota. ↑
54. El evangelista quiere expresar que ya estaba por comenzar el sábado, el cual, como es sabido, empezaba al caer la tarde, y no con el día natural (véase Gn. 1, 5, 8, etc.). El griego usa un verbo semejante a alborear, pero cuyo sentido es simplemente comenzar. ↑
1 s. Véase Mt. 28, 1 ss.; Mc. 16, 1 ss.; Jn. 20, 1 y nota. Jesús estuvo en el sepulcro desde la noche del viernes hasta la madrugada del domingo. ↑
9. Los Once: faltaba Judas, que se había suicidado. ↑
13. Ciento sesenta esladios: o sea unos 30 kms., distancia que corresponde a la actual Amwás. En algunos códices se lee “sesenta”, en vez de “ciento sesenta”, lo que dió lugar a buscar, como posible escenario de este episodio, otros lugares en las proximidades de Jerusalén (El Kubeibe y Kaloníe). ↑
23. Gran misterio es ver que Jesús resucitado, lejos de ser aún glorificado sobre la tierra (cf. Hch. 1, 6), sigue luchando con la incredulidad de sus Propios discípulos. Cf. Jn. 21, 9 y nota. ↑
26 s. Les mostró cómo las profecías y figuras se referían también a su primera venida doliente (cf. Is. 53; Salmos 21 y 68, etc.). porque ellos sólo pensaban en la venida del Mesías glorioso. Cf. Hch. 3, 22 y nota. ↑
30. Pirot hace notar que ha sido abandonada la opinión de que esta fracción del pan fuese la Eucaristía. ↑
32. Felicidad que hoy está a nuestro alcance (cf. v. 45 y nota). “La inteligencia de las Escrituras produce tal deleite que el alma se olvida no sólo del mundo, sino también de sí misma” (Santa Angela de Foligno). ↑
36. Véase Mc. 16, 14; Jn. 20, 19. ↑
41. No lo dice por tener hambre, sino para convencerlos de que tenía un cuerpo real. Y lo confirma comiendo ante sus ojos. Cf. Jn. 21, 9 y nota. ↑
45. Vemos aquí que la inteligencia de la Palabra de Dios es obra del Espíritu Santo en nosotros, el cual la da a los humildes y no a los sabios (10, 31). Véase v. 32; Sal. 118, 34 y nota. ↑
46. Véase v. 7; Mt. 26, 25; Is. 35, 5 y notas. ↑
47. Véase Mt. 10, 6 y nota. ↑
49. Esa “Promesa” del Padre es el Espíritu Santo, según lo refiere el mismo Lucas en Hch. 1, 4. Véase 3, 16; Mt. 3, 11; Mc. 1, 8; Jn. 1, 26; 14, 26. ↑
50 s. Esta bendición de despedida de Jesús no es sino un “hasta luego” (Jn. 16, 16 s. y nota), porque Él mismo dijo que iba a prepararnos un lugar en la casa de su Padre, y volvería a tomarnos para estar siempre juntos (Jn. 14, 2 s.). San Lucas continúa este relato de la Ascensión en los Hechos de los Apóstoles, para decirnos que, según anunciaron entonces los ángeles, Jesús volverá de la misma manera que se fué, esto es, en las nubes (Hch. 1, 11 y nota). Entonces terminarán de cumplirse todos esos anuncios de que habla Jesús en el v. 44, para cuyo entendimiento hemos de pedirle que nos abra la inteligencia como hizo aquí con los apóstoles (v. 45). ↑
53. En el Templo: El mismo de Jerusalén (cf. Hch. 3, 1) cuyo culto continuó hasta su destrucción por los romanos el año 70, después del anuncio hecho por San Pablo a Israel en Hch. 28, 25 ss. Cf. Hb. 8, 4 y nota. ↑