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Genesis
I. Desde la Creación del mundo hasta el Diluvio
Génesis 1
Creación del cielo y de la tierra.
1 [1] Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
2 [2] La tierra era confusión y caos, y tinieblas cubrían la faz del abismo, mas el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.
3 [3] Y dijo Dios: “Haya luz”; y hubo luz.
4 [4] Vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
5 [5] Llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y hubo tarde y hubo mañana: primer día.
6 [6] Después dijo Dios: “Haya un firmamento en medio de las aguas que separe unas aguas de otras”.
7 [7] E hizo Dios el firmamento, y separó las aguas que estaban bajo el firmamento de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y así fue.
8 Llamó Dios al firmamento cielo; y hubo tarde y hubo mañana: día segundo.
9 [8] Y dijo Dios: “Júntense en un lugar las aguas que quedan bajo el cielo y aparezca lo seco”.
10 Llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Dios que estaba bien.
11 [9] Después dijo Dios: “Brote la tierra hierba verde, plantas que den semilla, árboles frutales que produzcan fruto según su especie y cuya semilla esté en ellos sobre la tierra”. Y así fue.
12 Brotó, pues, la tierra hierba verde, plantas que tenían en sí semilla según su especie, y árboles que producían frutos y cuya semilla se hallaba en ellos según su especie. Y vio Dios que estaba bien.
13 Y hubo tarde y hubo mañana: día tercero.
14 [10] Luego dijo Dios: “Haya lumbreras en el firmamento del cielo, que separen el día de la noche y sirvan de señales y (marquen) las estaciones, días y años.
15 Sirvan también de lumbreras en el firmamento del cielo para alumbrar la tierra”. Y así fue.
16 Hizo, pues, Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para presidir el día, y la lumbrera menor para presidir la noche, y las estrellas.
17 Púsolas Dios en el firmamento del cielo para alumbrar la tierra,
18 para regir el día y la noche y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que estaba bien.
19 Y hubo tarde y hubo mañana: día cuarto.
20 [11] Después dijo Dios: “Pululen las aguas multitud de seres vivientes; y vuelen aves sobre la tierra debajo del firmamento del cielo”.
21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todos los seres vivientes que marchan arrastrándose, de los cuales hierven las aguas, según su especie; y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que estaba bien.
22 [12] Y Dios los bendijo, diciendo: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid las aguas en los mares; y multiplíquense las aves sobre la tierra”.
23 Y hubo tarde y hubo mañana: día quinto.
24 [13] Luego Dios dijo: “Produzca la tierra seres vivientes según su especie: animales domésticos, reptiles, bestias salvajes, según su especie”. Y así fue.
25 Hizo, pues, Dios las bestias salvajes según su especie, y los animales domésticos según su especie, y todo reptil de la tierra según su especie. Y vio Dios que estaba bien.
La creación del hombre.
26 [14] Después dijo Dios: “Hagamos al hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza; y domine sobre los peces del mar y las aves del cielo, sobre las bestias domésticas, y sobre toda la tierra y todo reptil que se mueve sobre la tierra”.
27 [15] Y creó Dios al hombre a imagen suya;
a imagen de Dios lo creó;
varón y mujer los creó.
28 [16] Los bendijo Dios; y les dijo Dios: “Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; y dominad sobre los peces del mar y las aves del cielo, y sobre todos los animales que se mueven sobre la tierra”.
29 Después dijo Dios: “He aquí que Yo os doy toda planta portadora de semilla sobre la superficie de toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto de árbol con semilla, para que os sirvan de alimento.
30 Y a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que se mueve sobre la tierra, que tiene en sí aliento de vida, les doy para alimento toda hierba verde”. Y así fue.
31 [17] Vio Dios todo cuanto había hecho; y he aquí que estaba muy bien. Y hubo tarde y hubo mañana: día sexto.
Génesis 2
Dios santifica el sábado
1 [18] Fueron, pues, acabados el cielo y la tierra con todo el ornato de ellos.
2 [19] El día séptimo terminó Dios la obra que había hecho; y descansó en el día séptimo de toda la obra que había hecho.
3 Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó; porque en él descansó Dios de toda su obra que en la creación había realizado.
El paraíso
4 [20] Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.
El día en que Yahvé Dios creó la tierra y el cielo,
5 no había aún en la tierra arbusto campestre alguno; y ninguna planta del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrase el suelo;
6 [21] pero brotaba una fuente de la tierra, que regaba toda la superficie de la tierra.
7 [22] Y formó Yahvé Dios al hombre (del) polvo de la tierra e insufló en sus narices aliento de vida, de modo que el hombre vino a ser alma viviente.
8 [23] Y plantó Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.
9 [24] Yahvé Dios hizo brotar de la tierra toda clase de árboles de hermoso aspecto y (de frutos) buenos para comer, y en el medio del jardín del árbol de la vida, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10 De Edén salía un río que regaba el jardín; y desde allí se dividía y se formaban de él cuatro brazos.
11 [25] El nombre del primero es Fisón, el cual rodea toda la tierra de Havilá, donde está el oro.
12 [26] El oro de aquella tierra es fino. Allí se encuentra también el bedelio y la piedra de ónice.
13 [27] El nombre del segundo río es Gihón, que circunda toda la tierra de Cus.
14 El tercer río se llama Tigris, el cual corre al oriente de Asir. Y el cuarto río es el Éufrates.
15 [28] Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo llevó al jardín de Edén, para que lo labrara y lo cuidase.
16 [29] Y mandó Yahvé Dios al hombre, diciendo: “De cualquier árbol del jardín puedes comer,
17 mas del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás; porque el día en que comieres de él, morirás sin remedio”.
Creación de la mujer
18 [30] Entonces dijo Yahvé Dios: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda semejante a él”.
19 Formados, pues, de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, los hizo Yahvé Dios desfilar ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que el nombre de todos los seres vivientes fuese aquel que les pusiera el hombre.
20 Así, pues, el hombre puso nombres a todos los animales domésticos, y a las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; mas para el hombre no encontró una ayuda semejante a él.
21 [31] Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió; y le quitó una de las costillas y cerró con carne el lugar de la misma.
22 [32] De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la condujo ante el hombre.
23 [33] Y dijo el hombre:
“Esta vez sí es hueso de mis huesos
y carne de mi carne;
ésta será llamada varona,
porque del varón ha sido tomada”.
24 [34] Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se adherirá a su mujer, y vendrán a ser una sola carne.
25 [35] Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, más no se avergonzaban.
Génesis 3
Tentación y caída
1 [36] La serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho, dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios ha mandado “No comáis de ningún árbol del jardín”?”
2 [37] Respondió la mujer a la Serpiente: “Podemos comer del fruto de los árboles del jardín;
3 mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis, no sea que muráis”.
4 [38] Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis;
5 pues bien sabe Dios que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”.
6 [39] Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comida y una delicia para los ojos, y que el árbol era apetecible para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió y dio también a su marido (que estaba) con ella, y él comió también.
7 [40] Efectivamente se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaba desnudos; por lo cual cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
Castigo del pecado y promesa del Redentor
8 Cuando oyeron el rumor de Yahvé Dios que se paseaba en el jardín al tiempo de la brisa del día, Adán y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvé Dios por entre los árboles del jardín.
9 [41] Yahvé Dios llamó a Adán y le dijo: “¿Dónde estás?”
10 [42] Este contestó: “Oí tu paso por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí”.
11 [43] Mas Él dijo: “¿Quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del cual te prohibí comer?”
12 Respondió Adán: “La mujer que diste por compañera me dio del árbol, y comí.”
13 Dijo luego Yahvé Dios a la mujer: “¿Qué es lo que has hecho?” Y contestó la mujer: “La serpiente me engañó, y comí.”
14 [44] Entonces dijo Yahvé Dios a la serpiente:
“Por haber hecho esto, serás maldita
como ninguna otra bestia doméstica o salvaje.
Sobre tu vientre caminarás,
y polvo comerás todos los días de tu vida.
15 [45] Y pondré enemistad entre ti y la mujer,
y entre tu linaje y su linaje:
éste te aplastará la cabeza,
y tú le aplastarás el calcañar.”
16 [46] Después dijo a la mujer:
“Multiplicaré tus dolores
y tus preñeces;
con dolor darás hijos a luz;
te sentirás atraída por tu marido,
pero él te dominará.”
17 A Adán le dijo:
“Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que Yo te había prohibido comer,
será maldita la tierra por tu causa;
con doloroso trabajo te alimentarás de ella
todos los días de tu vida;
18 te producirá espinas y abrojos,
y comerás de las hierbas del campo.
19 [47] Con el sudor de tu rostro comerás el pan,
hasta que vuelvas a la tierra;
pues de ella fuiste tomado.
Polvo eres y al polvo volverás.”
Destierro del paraíso
20 [48] Adán puso a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.
21 E hizo Yahvé Dios para Adán y su mujer túnicas de pieles y los vistió.
22 [49] Y dijo Yahvé Dios: “He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora, pues, no vaya a extender su mano para que tome todavía del árbol de la vida, y comiendo (de él) viva para siempre.”
23 Después Yahvé Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase la tierra de donde había sido tomado.
24 [50] Y habiendo expulsado a Adán puso delante del jardín de Edén querubines, y la fulgurante espada que se agitaba, a fin de guardar el camino del árbol de la vida.
Génesis 4
El sacrificio de Caín y Abel
1 [51] Conoció Adán a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un varón con el favor de Yahvé.”
2 Otra vez dio a luz (y tuvo) a Abel, su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador.
3 [52] Pasado algún tiempo, presentó Caín a Yahvé una ofrenda de los frutos de la tierra.
4 Y también Abel ofreció de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahvé miró a Abel y su ofrenda;
5 pero no miró a Caín y su ofrenda, por lo cual se irritó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
6 Entonces dijo Yahvé a Caín: “¿Por qué andas irritado, y por qué ha decaído tu semblante?
7 [53] ¿No es cierto que si obras bien, podrás alzarlo? Mas si no obras bien, está asechando a la puerta el pecado que desea dominarte; pero tú debes dominarle a él.”
8 [54] Dijo después Caín a su hermano Abel: “Vamos al campo.” Y cuando estuvieron en el campo, se levantó Caín contra su hermano Abel y lo mató.
Castigo de Caín
9 [55] Preguntó Yahvé a Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” Contestó: “No sé. ¿Soy acaso el gurda de mi hermano?”
10 [56] Y dijo (Yahvé): “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano está clamando a Mí desde la tierra.
11 [57] Por eso andarás maldito, lejos de esta tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
12 Cuando labres la tierra, ella no te dará más su fruto; fugitivo y errante vivirás sobre la tierra.”
13 [58] Entonces dijo Caín a Yahvé: “Mi culpa es demasiado grande para soportarla.
14 He aquí que hoy me echas de esta tierra y he de esconderme de tu presencia; andaré fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará.”
15 [59] Yahvé le respondió: “Pues por eso, cualquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces.” Y puso Yahvé una señal a Caín para que no lo matara quien lo hallase.
16 [60] Salió entonces Caín de la presencia de Yahvé y habitó en el país de Nod, al oriente de Edén.
Descendientes de Caín
17 [61] Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Y edificando por entonces una ciudad, le dio el nombre de su hijo, Enoc.
18 Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehuyael. Mehuyael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec.
19 Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una era Adá, y el nombre de la otra Sillá.
20 Adá dio a luz a Jabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado.
21 El nombre de su hermano era Jubal, el cual vino a ser padre de todos los que tocan la cítara y la flauta.
22 También Sillá dio a luz; a Tubalcaín, forjador de toda herramienta de cobre y hierro. Hermana de Tubalcaín fue Naamá.
23 [62] Y dijo Lamec a sus mujeres:
“Adá y Sillá, escuchad mi voz;
Yo maté a un hombre que me hirió,
Y a un joven por una contusión que recibí.
24 Caín será vengado siete veces,
mas Lamec lo será setenta veces siete.”
Set y Enós
25 [63] Conoció Adán de nuevo a su mujer; y ella dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Set; porque (dijo ella) “Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín”.
26 [64] También a Set le nació un hijo, a quien llamó Enós. En aquel tiempo se comenzó a invocar el nombre de Yahvé.
Génesis 5
El linaje de Set
1 [65] Este es el libro de los descendientes de Adán. El día en que Dios creó a Adán, lo hizo a imagen de Dios.
2 Los creó varón y mujer y los bendijo: y los llamó “hombre” en el día de su creación.
3 Tenía Adán ciento treinta años cuando engendró un hijo a su semejanza, según su imagen, al cual puso por nombre Set.
4 Fueron los días de Adán, después de engendrar a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas.
5 [66] Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años, y murió.
6 Set tenía ciento cinco años cuando engendró a Enós.
7 Y vivió Set, después de engendrar a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas.
8 Y fueron todos los días de Set novecientos doce años, y murió.
9 Enós tenía noventa años cuando engendró a Cainán.
10 Vivió Enós, después de engendrar a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas.
11 Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años, y murió.
12 Cainán tenía setenta años cuando engendró a Mahalalel.
13 Vivió Cainán, después de haber engendrado a Mahalalel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas.
14 Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años, y murió.
15 Mahalalel tenía sesenta y cinco años, cuando engendró a Yared.
16 Vivió Mahalalel, después de engendrar a Yared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas.
17 Y fueron todos los días de Mahalalel ochocientos noventa y cinco años, y murió.
18 Yared tenía ciento sesenta y dos años cuando engendró a Enoc.
19 Vivió Yared, después de engendrar a Enoc, ochocientos años y engendró hijos e hijas.
20 Y fueron todos los días de Yared novecientos sesenta y dos años, y murió.
21 Enoc tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén.
22 Anduvo Enoc con Dios, (viviendo) después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas.
23 Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años.
24 [67] Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó.
25 Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lamec.
26 Vivió Matusalén, después de engendrar a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas.
27 Y fueron todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años, y murió.
28 Lamec tenía ciento ochenta y dos años, cuando engendró un hijo,
29 [68] al cual puso por nombre Noé, diciendo: Este nos consolará de nuestras fatigas y del trabajo de nuestras manos, causado por la tierra que maldijo Yahvé.
30 Vivió Lamec, después de engendrar a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas.
31 Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años, y murió.
32 Noé tenía quinientos años, cuando engendró a Sem, Cam y Jafet.
II. Desde el Diluvio hasta Abraham
Génesis 6
Corrupción del género humano
1 Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas,
2 [69] y vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre todas ellas por mujeres las que les agradaron.
3 Entonces dijo Yahvé: “No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, a causa de su delito; no es más que carne, y serán sus días ciento veinte años.”
4 [70] En aquellos días había gigantes en la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se llegaron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Éstos son los héroes, los varones famosos de la antigüedad.
5 Viendo, pues, Yahvé que era grande la maldad del hombre sobre la tierra, y que todos los pensamientos de su corazón se dirigían únicamente al mal, todos los días,
6 [71] Yahvé se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, y se dolió en su corazón.
7 Y dijo Yahvé: “Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta las bestias, hasta los reptiles, y hasta las aves del cielo, porque me arrepiento de haberlo hecho.”
8 Mas Noé halló gracia a los ojos de Yahvé.
El patriarca Noé
9 [72] He aquí la historia de Noé. Noé fue varón justo y perfecto entre los hombres de su tiempo, pues anduvo con Dios.
10 Y engendró Noé tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
11 La tierra estaba entonces corrompida delante de Dios, y llena de violencia.
12 Miró, pues, Dios la tierra, y he aquí que estaba depravada, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.
Construcción del arca
13 Dijo entonces Dios a Noé: “He decidido el fin de toda carne; porque la tierra está colmada de violencia por culpa de ellos; por eso he aquí que voy a exterminarlos juntamente con la tierra.
14 Hazte un arca de maderas resinosas, la cual dividirás en compartimientos y calafatearás por dentro y por fuera con betún.
15 [73] La fabricarás de esta manera: trescientos codos será la longitud del arca, cincuenta codos su anchura, y treinta codos su altura.
16 [74] Harás en el arca una abertura para la luz, la cual dispondrás arriba, a un codo del techo. La puerta del arca pondrás en uno de sus costados, y harás un piso primero, un segundo y un tercero.
17 Pues he aquí que voy a traer un diluvio de aguas sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene en sí aliento de vida bajo el cielo. Todo lo que existe en la tierra, perecerá.
18 [75] Pero contigo estableceré mi pacto: Entrarás en el arca tú, y tus hijos, y tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo.
19 Y de todos los animales de toda carne, de toda clase (de ellos), introducirás parejas en el arca para que tengan vida contigo; serán macho y hembra;
20 [76] de las aves según su especie, de las bestias según su especie, de todos los reptiles de la tierra según su especie. Dos de cada clase vendrán a ti, para que les conserves la vida.
21 Provéete de todo alimento que se come, acópiate provisiones para que os sirvan de comida a ti y a ellos.”
22 Noé hizo conforme a cuanto Dios le había mandado. Así se hizo.
Génesis 7
Noé entra en el arca
1 Y dijo Yahvé a Noé: “Entra en el arca, tú y toda tu casa, porque a ti te he visto justo delante de Mí en medio de esta generación.
2 De todos los animales puros te elegirás siete parejas, machos con sus hembras; y de todos los animales que no son puros, dos parejas, machos con sus hembras.
3 Asimismo de las aves del cielo siete parejas, machos y hembras para que se conserve su descendencia sobre la faz de toda la tierra.
4 Porque de aquí a siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches y exterminaré de la tierra todo ser viviente que he hecho.”
5 [77] E hizo Noé conforme a cuanto Yahvé le había mandado.
El diluvio
6 [78] Tenía Noé seiscientos años cuando el diluvio de aguas vino sobre la tierra.
7 Entró Noé en el arca, y con él sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio.
8 De los animales puros, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobe la tierra,
9 llegaron a Noé al arca, parejas, machos y hembras, como Dios había ordenado a Noé.
10 Y al cabo de siete días las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.
11 [79] El año seiscientos de la vida de Noé, el mes segundo, el día diez y siete del mes, en ese día prorrumpieron todas las fuentes del grande abismo, y se abrieron las cataratas del cielo.
12 Y estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
13 En aquel mismo día entró Noé en el arca, con Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé, y con ellos la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos;
14 ellos, con todos los animales, según su especie, y todas las bestias domésticas según su especie, y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, según su especie, y todas las aves según su especie, todo pájaro, todo volátil.
15 Se llegaron a Noé, al arca, de dos en dos, de toda carne en que hay aliento de vida
16 Y los que habían venido, machos y hembras de toda carne, entraron como Dios había mandado. Y tras él cerró Yahvé la puerta.
Los efectos del diluvio
17 El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Y crecieron las aguas y levantaron el arca, la cual se alzó sobre la tierra.
18 Y se aumentaron las aguas y crecieron muchísimo sobre la tierra, mientras el arca flotaba sobre las aguas.
19 Tan desmesuradamente crecieron las aguas sobre la tierra, que quedaron cubiertos todos los montes más altos que había bajo el cielo entero.
20 Quince codos se alzaron sobre ellos las aguas y fueron así cubiertos los montes.
21 [80] Entonces murió toda carne que se movía sobre la tierra; aves y ganados y fieras y todo reptil que se arrastraba sobre la tierra, y todos los hombres.
22 Todos los seres que en sus narices tenían soplo de vida, de cuantos hay en la tierra firme, perecieron.
23 [81] Así fue exterminado todo ser viviente que había sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, hasta los reptiles y hasta las aves del cielo. Fueron exterminados de la tierra, y quedaron solamente Noé y los que con él estaban en el arca.
24 Por espacio de ciento cincuenta días se alzaron las aguas sobre la tierra.
Génesis 8
Retroceden las aguas
1 Acordóse Dios de Noé y de todas las fieras y de todas las bestias que con él estaban en el arca; e hizo Dios pasar un viento sobre la tierra, y bajaron las aguas.
2 Entonces se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas del cielo, y se detuvo la lluvia del cielo.
3 Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra; y cuando al cabo de ciento cincuenta días las aguas empezaron a menguar,
4 [82] reposó el arca sobre los montes de Ararat, en el mes séptimo, el día diecisiete del mes.
5 Las aguas siguieron decreciendo paulatinamente hasta el mes décimo, y el día primero del décimo mes aparecieron las cumbres de los montes.
6 Pasados cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca,
7 [83] y soltó un cuervo, el cual yendo salía y retornaba hasta que se secaron las aguas sobre la tierra.
8 Después soltó Noé una paloma, para ver si se habían retirado ya las aguas de la superficie terrestre.
9 Mas como la paloma no hallase donde poner la planta de su pie, tornó hacia él, al arca, porque había todavía agua sobre toda la tierra; y alargando él su mano, la asió y la metió consigo en el arca.
10 Esperó otros siete días y soltó de nuevo la paloma fuera del arca.
11 [84] La paloma volvió a él al atardecer, y he aquí que traía en su pico hoja verde de olivo, por donde conoció Noé que las aguas se habían retirado de la tierra.
12 Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, la cual no volvió más a él.
Noé sale del arca
13 El año seiscientos uno, el día primero del primer mes, ya no había aguas sobre la tierra, y abriendo Noé la cubierta del arca miró y vio que estaba seca la superficie del suelo.
14 En el mes segundo, a los veintisiete días del mes, quedó seca la tierra.
15 Habló entonces Dios a Noé, y dijo:
16 “Sal del arca, tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos.
17 Y sacarás contigo todos los animales de toda carne que te acompaña, aves, bestias y todos los reptiles que se arrastran en el suelo; pululen sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra.”
18 Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos.
19 Salieron también del arca, según sus especies, todos los animales, todos los reptiles y todas las aves, todo cuanto se mueve sobre la tierra.
Sacrificio de Noé
20 Después erigió Noé un altar a Yahvé, y tomando de todos los animales puros, y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar.
21 [85] Al aspirar Yahvé el agradable olor dijo en su corazón: “No volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque los deseos del corazón humano son malos desde su niñez, ni volveré a exterminar a todos los seres vivientes, como he hecho.
22 Mientras dure la tierra, no cesarán (de sucederse) sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche.
Génesis 9
Dios bendice a Noé
1 Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: “Creced y multiplicaos y llenad la tierra.
2 Tengan miedo y tiemblen ante vosotros todos los animales de la tierra, y todas las aves del cielo y todo lo que se arrastra sobre el suelo, y todos los peces del mar. En vuestra mano están puestos.
3 [86] Todo lo que se mueve y tiene vida, os servirá de alimento. Como ya la hierba verde, así os lo entrego todo.
4 [87] Pero no comeréis la carne con su vida, es decir, con su sangre.
5 [88] Pues, en verdad, Yo pediré cuenta de vuestra sangre, para (protección) de vuestra vida; de mano de todo ser viviente la demandaré. De mano del hombre, de mano de su propio hermano, demandaré la vida del hombre.
6 Cualquiera que derramare sangre humana,
por mano de hombre será derramada su sangre;
porque a imagen de Dios
hizo Él al hombre.
7 Vosotros, pues, creced y multiplicaos; dilataos sobre la tierra y aumentaos en ella.”
Alianza de Dios con Noé
8 Dijo Dios a Noé, y a sus hijos juntamente con él:
9 “He aquí que Yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra descendencia después de vosotros;
10 y con todo ser viviente que esté entre vosotros, aves, bestias domésticas y salvajes de la tierra que hay entre vosotros, con todo lo que sale del arca, hasta el último animal de la tierra.
11 Hago mi pacto con vosotros: No será exterminada ya toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.”
12 Y dijo Dios: “Esta es la señal del pacto que por generaciones perpetuas establezco entre Mí y vosotros y todo ser viviente que se halla entre vosotros:
13 [89] Pondré mi arco en las nubes, que servirá de señal del pacto entre Mí y la tierra.
14 Cuando Yo cubriere la tierra con nubes y apareciere el arco entre las nubes,
15 me acordaré de mi pacto que hay entre Mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y las aguas no volverán más a formar un diluvio para exterminar toda carne.
16 Pues cuando aparezca el arco en las nubes, Yo lo miraré, para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, de toda carne que existe sobre la tierra.”
17 Dijo, pues, Dios a Noé: “Esta es la señal del pacto que he establecido entre Mí y toda carne sobre la tierra.”
Los hijos de Noé
18 Los hijos de Noé, que salieron del arca, eran Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán.
19 Estos tres son los hijos de Noé, y por ellos ha sido poblada toda la tierra.
20 Noé comenzó a cultivar la tierra y plantó una viña.
21 [90] Mas bebiendo del vino se embriagó, y se quedó desnudo en medio de su tienda.
22 Vio Cam, padre de Canaán, la desnudez de su padre, y fue a decirlo a sus dos hermanos (que estaban) afuera.
23 Entonces Sem y Jafet tomaron entrambos el manto (de Noé), se lo echaron sobre los hombros, y yendo hacia atrás cubrieron la desnudez de su padre. Tenían vuelto el rostro de modo que no vieron la desnudez de su padre.
24 Cuando despertó Noé de su vino y supo lo que había hecho con él su hijo menor,
25 [91] dijo:
“Maldito sea Canaán;
esclavo de esclavos será para sus hermanos.”
26 [92] Y agregó:
“Bendito sea Yahvé, el Dios de Sem;
y sea Canaán su esclavo.
27 Dilate Dios a Jafet,
que habitará en las tiendas de Sem;
y sea Canaán su esclavo.”
28 Vivió Noé, después del diluvio, trescientos cincuenta años.
29 Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años, y murió.
Génesis 10
Los pueblos descendientes de Noé
1 [93] Estos son los descendientes de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes después del diluvio nacieron estos hijos:
2 [94] Hijos de Jafet: Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mósoc y Tirás.
3 [95] Hijos de Gómer: Asquenaz, Rifat, Togormá.
4 [96] Hijos de Javán: Elisá, Tarsis, Kitim y Dodanim.
5 Estos se propagaron sobre las islas de las gentes y en sus tierras, según sus lenguas y sus tribus y sus naciones.
6 [97] Hijos de Cam: Cus, Misraim, Put y Canán.
7 [98] Hijos de Cus: Sabá, Havilá, Sabtá, Ragmá y Sabtecá. Hijos de Ragmá: Sabá y Dedán.
8 Cus engendró Nimrod, el cual fue el primero que se hizo poderoso en la tierra.
9 [99] Fue él un gran cazador delante de Yahvé; por lo cual suele decir: “Gran cazador delante de Yahvé, como Nimrod”.10 [100] Reinó primero en Babel, Erec, Acad y Calné, en la tierra de Sinear.
11 De aquella tierra salió para Asur y edificó Nínive, Rehobot-Ir, Calah,
12 [101] y Resen, entre Nínive y Calah; aquella es la gran ciudad.
13 [102] Misraim engendró a los de Ludim, los Anamim, los Lahabim, los Naftuhim,
14 [103] los Patrusim, los Casluhim, de donde salieron los Filisteos y los Caftoreos.
15 [104] Canaán engendro a Sidón, su primogénito, y a Het,
16 [105] y también al Jebuseo, al Amorreo, al Gergeseo,
17 al Heveo, al Araceo, al Sineo,
18 al Arvadeo, al Samareo y al Hamateo. Después se dispersaron las tribus de los cananeos.
19 El territorio de los cananeos se extendió desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y en dirección a Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboím, hasta Lesa.
20 Éstos son los hijos de Cam, según sus familias y según sus lenguas, en sus territorios y según sus naciones.
21 Nacieron hijos también a Sem, padre de todos los hijos de Éber y hermano mayor de Jafet.
22 [106] Hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.
23 [107] Hijos de Aram: Us, Hul, Géter y Mas.
24 Arfaxad engendró a Sálah, y Sálah engendró a Éber.
25 [108] A Éber le nacieron dos hijos: el nombre de uno fue Fáleg, porque en sus días fue dividida la tierra. Su hermano se llamaba Joctán.
26 Joctán engendró a Almodad, a Sálef, a Hazarmávet, a Járah,
27 a Hadoram, a Uzal, a Diklá,
28 a Obal, a Abomael, a Sabá,
29 [109] a Ofir, a Havilá y a Jobab. Todos éstos fueron hijos de Joctán.
30 Su territorio se extendió desde Mesá, en dirección a Sefar, al monte del Oriente.
31 Éstos son los hijos de Sem, según sus tribus y lenguas, en sus territorios y según sus naciones.
32 [110] Éstas son las tribus de los hijos de Noé, según su origen y sus naciones; y de ellas se propagaron los pueblos en la tierra después del diluvio.
Génesis 11
La torre de Babel
1 Tenía la tierra entera una misma lengua y las mismas palabras.
2 [111] Mas cuando (los hombres) emigrando desde el Oriente hallaron una llanura en la tierra de Sinear, donde se establecieron,
3 [112] se dijeron unos a otros: “Vamos, fabriquemos ladrillos, y cozámoslos bien.” Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el betún les sirvió de argamasa.
4 [113] Y dijeron, pues: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cumbre llegue hasta el cielo; hagámonos un monumento para que no nos dispersemos sobre la superficie de toda la tierra.”
5 [114] Pero Yahvé descendió a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hijos de los hombres.
6 Y dijo Yahvé: “He aquí que son un solo pueblo y tienen todos una misma lengua. ¡Y esto es sólo el comienzo de sus obras! Ahora, nada les impedirá realizar sus propósitos.
7 [115] Ea, pues, descendamos, y confundamos allí mismo su lengua, de modo que no entienda uno el habla del otro.”
8 Así los dispersó Yahvé de allí por la superficie de toda la tierra; y cesaron de edificar la ciudad.
9 [116] Por tanto se le dio el nombre de Babel; porque allí confundió Yahvé la lengua de toda la tierra; y de allí los dispersó Yahvé sobre la faz de todo el orbe.
Descendientes de Sem hasta Abraham
10 [117] Éstos son los descendientes de Sem. Sem tenía cien años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio.
11 Vivió Sem, después de haber engendrado a Arfaxad, quinientos años; y engendró hijos e hijas.
12 Arfaxad tenía treinta y cinco cuando engendró a Sálah.
13 Y vivió Arfaxad, después de haber engendrado a Sálah, cuatrocientos tres años; y engendró hijos e hijas.
14 Sálah tenía treinta años cuando engendró a Éber.
15 Y vivió Sálah, después de haber engendrado a Éber, cuatrocientos tres años; y engendró hijos e hijas.
16 Éber tenía treinta y cuatro años cuando engendró a Fáleg.
17 Y vivió Éber, después de engendrar a Fáleg, cuatrocientos treinta años; y engendró hijos e hijas.
18 Fáleg tenía treinta años cuando engendró a Reú.
19 Y vivió Fáleg, después de haber engendrado a Reú, doscientos nueve años; y engendró hijos e hijas.
20 Reú tenía treinta y dos años cuando engendró a Sarug.
21 Y vivió Reú, después de haber engendrado a Sarug, doscientos siete años; y engendró hijos e hijas.
22 Sarog tenía treinta años cuando engendró a Nacor.
23 Y vivió Sarug, después de haber engendrado a Nacor, doscientos años y engendró hijos e hijas.
24 Nacor tenía veinte y nueve años cuando engendró a Táreh.
25 Y vivió Nacor, después de haber engendrado a Táreh, ciento diez y nueve años; y engendró hijos e hijas.
26 Táreh tenía setenta años cuando engendró a Abram, a Nacor y a Aram.
III. Historia de Abrahán
La familia de Abrahán
27 Éstos son los descendientes de Táreh. Táreh engendró a Abram, a Nacor y a Aram; Aram engendró a Lot.
28 [118] Y murió Aram, antes de su padre Táreh, en el país de su nacimiento, en Ur de los caldeos.
29 Abram y Nacor tomaron para sí mujeres. El nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milcá, hija de Aram, padre de Milcá y padre de Jescá.
30 Era Sarai estéril y no tenía hijo.
31 [119] Y tomó Táreh a Abram su hijo, y a Lot, hijo de su hijo de Aram, su nieto, y a Sarai, su nuera, mujer de su hijo Abram; y salieron juntos de Ur de los caldeos, para dirigirse al país de Canaán. Y llegaron a Harán, donde se quedaron.
32 Y fueron los días de Táreh doscientos cinco años; y murió Táreh en Harán.
Génesis 12
Vocación de Abrahán
1 [120] Dijo Yahvé a Abram:
“Sal de tu tierra, y de tu parentela,
y de la casa de tu padre,
al país que Yo te mostraré.
2 [121] Pues de ti haré una nación grande
y te bendeciré;
haré grande tu nombre,
y serás una bendición.
3 Bendeciré a quienes te bendigan
y maldeciré a quienes te maldigan;
y en ti serán benditas
todas las tribus de la tierra.”
4 Marchó, pues, Abram, como se lo había mandado Yahvé; y con él partió Lot. Tenía Abram setenta y cinco años cuando salió de Harán.
5 [122] Tomó Abran a Sarai su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que poseían, y con las familias que habían procreado en Harán. Partieron para dirigirse a la tierra de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán.
6 [123] Atravesó Abran el país hasta el lugar de Siquem, hasta la encina de Moré.
7 [124] Entonces se apareció Yahvé a Abram y dijo: “A tu descendencia daré esta tierra.” Allí erigió un altar a Yahvé que se le había aparecido.
8 [125] Pasó de allí a la montaña, al oriente de Betel, donde asentó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente. Allí construyó un altar a Yahvé en invocó el nombre de Yahvé.
9 [126] Después levantó Abram su tienda y se dirigió en etapas hacia el Négueb.
Abrahán baja con Sara a Egipto.
10 Mas hubo hambre en el país, por lo cual Abram bajó a Egipto para morar allí, pues era gran el hambre en el país.
11 Estando ya próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer: “Mira, yo sé que eres mujer hermosa;
12 por eso, cuando te vean los egipcios, dirán: “Ésta es su mujer”; y me matarán a mí, y a ti te dejarán la vida.”
13 [127] Di, pues, te ruego, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya, y sea salva mi vida por amor de ti.”
14 Efectivamente, cuando Abram entró en Egipto, vieron los egipcios que la mujer era muy hermosa.
15 Viéronla también los cortesanos del Faraón, los cuales se la alabaron al Faraón, de modo que la mujer fue llevada al palacio del Faraón.
16 Éste trató a Abram muy bien por causa de ella; y se le dieron ovejas y ganados y asnos y siervos y siervas y asnas y camellos.
17 Mas Yahvé hirió al Faraón con grandes plagas, a él y a su casa, por Sarai, la mujer de Abram.
18 Entonces llamó el Faraón a Abram, y le dijo: “¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿Por qué no me dijiste que era tu mujer?
19 ¿Por qué afirmaste: “Es mi hermana”, de manera que yo la tomé por mujer? Ahora, pues, ahí tienes a tu mujer; tómala y anda.”
20 Y el Faraón dio orden respecto de él a sus hombres, los cuales despidieron a él y a su mujer, con todo cuanto poseía.
Génesis 13
Abrahán y Lot
1 [128] De Egipto subió Abram al Négueb, él su mujer y toda su hacienda, y Lot con él.
2 Era Abram muy rico en rebaños, en plata y oro.
3 Y se volvió, caminando por etapas, desde el Négueb hasta Betel, donde había acampado al principio, entre Betel y Hai,
4 [129] hasta el lugar del altar que alzara allí anteriormente; e invocó allí Abram el nombre de Yahvé.
5 También Lot, que iba con Abram, poseía rebaños, vacadas y tiendas.
6 Mas el país no les permitía vivir juntos, porque era mucha su hacienda, de modo que no podían habitar juntamente.
7 De ahí nacieron contiendas entre los pastores de las greyes de Abram y los pastores de las greyes de Lot. Además, los cananeos y los fereceos habitaban en aquel tiempo en esa región.
8 [130] Dijo, pues Abram a Lot: “No haya, te ruego, contienda entre mí y ti, ni entre mis pastores y tus pastores; pues somos hermanos.
9 ¿No está todo el país delante de ti? Sepárate, por favor, de mí. Si tú vas a la izquierda, yo iré a la derecha; y si tú vas a la derecha, yo iré a la izquierda.”.
10 [131] Alzando entonces Lot sus ojos vio toda la vega del Jordán, toda ella de regadío, hasta los límites de Segor. Antes que destruyese Yahvé a Sodoma y Gomorra era esta región como el jardín de Yahvé, como la tierra de Egipto.
11 [132] Eligió, pues, Lot para sí toda la vega del Jordán, y se trasladó al oriente; y así se separaron el uno del otro.
12 Abram se estableció en la tierra de Canaán, y Lot habitó en las ciudades de la Vega, donde plantó sus tiendas hasta Sodoma.
13 Mas los habitantes de Sodoma eran malos y grandes pecadores ante Yahvé.
Nueva bendición de Abrahán
14 Dijo Yahvé a Abram, después que Lot se hubo separado de él: “Alza tus ojos y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte y hacia el mediodía, hacia el oriente y hacia el occidente;
15 [133] pues toda la tierra que ves, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
16 Y haré tu descendencia (tan numerosa) como el polvo de la tierra. Si fuera posible contar el polvo de la tierra, podría contarse también tu descendencia.
17 Levántate, recorre el país, a su largo y a su ancho; porque a ti te lo daré.”
18 [134] Y levantó Abram las tiendas y vino a establecerse en el encinar de Mamré, cerca de Hebrón, donde edificó un altar a Yahvé.
Génesis 14
Invasión de los reyes de Oriente
1 [135] Aconteció que en los días de Amrafel, rey de Sínear; Arioc, rey de Elasar; Codorlaómer, rey de Elam, y Tidal, de Goím,
2 hicieron guerra a Bera, rey de Sodoma; a Birsá, rey de Gomorra; a Sinab, rey de Adamá; a Seméber, rey de Seboím, y al rey de Bela, que es Segor.
3 [136] Todos éstos se juntaron en el valle de Siddim, que (ahora) es el Mar Salado.
4 Doce años habían servido a Codorlaómer, mas el año decimotercero se rebelaron.
5 [137] Vinieron, pues, en el año decimocuarto Codorlaómer, y los reyes con él coaligados y derrotaron a los refaítas en Astarot-Carnaim, a los susitas en Ham, a los emeos en Savé-Cariataim,
6 [138] y a los horreos en sus montes en Seír, hasta El-Farán, que está junto al desierto.
7 Y volviéndose vinieron a En-Mispar, que es Cades, y derrotaron todo el campo de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Hazazón-Tamar.
8 Salieron entonces el rey de Sodoma, y el rey de Gomorra, y el rey de Adamá, y el rey de Seboím, y el rey de Bela, que es Segor, y ordenaron batalla contra ellos en el valle de Siddim;
9 ésto es, contra Codorlaómer, rey de Elam; Tidal, rey de Gím; Amrafel, rey de Sinear, y Arioc, rey de Elasar; cuatro reyes contra cinco.
10 Ahora bien, había en el valle de Siddim muchísimos pozos de betún; cuando huyeron los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos. Los demás huyeron a la montaña.
11 (Los invasores) se llevaron toda la hacienda de Sodoma y Gomorra y todos sus víveres y se marcharon.
12 Se llevaron también a Lot, hijo del hermano de Abram, y su hacienda, pues él habitaba en Sodoma, y se fueron.
Abram derrota a los invasores
13 [139] Mas uno que escapó, fue a avisar a Abram el hebreo, el cual habitaba en el encinar de Mamré, el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de Abram.
14 [140] Y como oyese Abram que su hermano había sido hecho prisionero, reclutó entre los siervos nacidos en su casa a los más adiestrados, en número de trescientos diez y ocho, y persiguió (a los invasores) hasta Dan.
15 Y habiendo dividió su tropa (cayó) sobre ellos durante la noche, él y sus siervos, los derrotó y los persiguió hasta Hobá, que está a la izquierda de Damasco.
16 Y recuperó toda la hacienda, y también a su hermano Lot con sus bienes; y asimismo a las mujeres y la gente.
17 Cuando regresaba tras la derrota de Codorlaómer y de los reyes que con él estaba, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Savé, que es el valle del Rey.
El sacrificio de Melquisedec
18 [141] Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo.
19 Y le bendijo, diciendo
“¡Bendito sea Abram del Dios altísimo,
Señor del cielo y de la tierra!
20 [142] ¡Y bendito sea el Dios altísimo,
que puso tus enemigos en sus manos!”
Y le dio (Abram) el diezmo de todo.
21 [143] Dijo luego el rey de Sodoma a Abram: “Dame la gente, mas la hacienda tómala para ti.”
22 Pero Abram dijo al rey de Sodoma: “Levanto mi mano (jurando) por Yahvé, Dios altísimo, Señor del cielo y de la tierra,
23 que ni un hilo, ni la correa de un zapato, tomaré de lo que es tuyo, no sea que digas: “Yo he enriquecido a Abram”;
24 a excepción de lo que han comido los muchachos, y la porción de esos varones que vinieron conmigo, Aner, Escol y Mamré. Éstos tomarán su porción.”
Génesis 15
Fe del santo Patriarca
1 [144] Después de estos acontecimientos habló Yahvé a Abram en una visión, diciendo: “No temas, Abram; Yo soy tu escudo, tu recompensa sobremanera grande.”
2 [145] Respondió Abram: “Adonai, Yahvé, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijo, y el heredero de mi casa será este damasceno Eliécer?”
3 Y repitió Abram: “Aquí me tienes, no me has dado descendencia, y así es que un hombre de mi casa me ha de heredar.”
4 Mas he aquí que Yahvé le habló, diciendo: “No te heredará éste, sino que uno que saldrá de tus entrañas, ése te ha de heredar.”
5 [146] Y le sacó fuera, y dijo: “Mira el cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas”, y le agregó: “Así será tu descendencia.”
6 [147] Y creyó a Yahvé, el cual se lo reputó por justicia.
Alianza de Dios con Abrahán
7 Díjole después: “Yo soy Yahvé que te saqué de Ur de los caldeos, a fin de darte esta tierra por herencia.”
8 Preguntó él: “Adonai, Yahvé, ¿en qué conoceré que he de heredarla?”
9 Y le respondió: “Escógeme una novilla de tres años, un tórtola y un pichón.”
10 Tomó entonces (Abram) todos estos (animales) y partiéndolos por el medio puso cada mitad en frente de la otra, pero sin partir las aves.
11 Sobre estos cuerpos muertos bajaron las aves de rapiña, mas Abram las espantaba.
12 [148] Y sucedió que estando ya el sol para ponerse, cayó sobre Abram un profundo sueño, y he aquí que le sobrevino un terror, una tiniebla muy grande.
13 Entonces dijo (Dios) a Abram: “Ten por cierto que tus descendientes vivirán como extranjeros en una tierra no suya, donde serán reducidos a servidumbre y oprimidos durante cuatrocientos años.
14 Mas la nación a la cual han de servir, Yo la juzgaré; y después saldrán con grandes riquezas.
15 Tú (entretanto) irás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena ancianidad.
16 [149] Mas a la cuarta generación volverán acá; porque hasta el presente la maldad de los amorreos no ha llegado a su colmo.”
17 [150] Y sucedió que, puesto ya el sol, apareció, en medio de densas tinieblas, un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre aquellos animales divididos.
18 [151] En aquel día hizo Yahvé alianza con Abram, diciendo: “A tu descendencia he dado esta tierra, desde el rio de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates:
19 los cineos, los ceneceos, los cadmoneos,
20 los heteos, los fereceos, los refaítas,
21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.”
Génesis 16
Nacimiento de Ismael
1 Sarai, mujer de Abram, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar,
2 [152] y dijo Sarai a Abram: “Mira que Yahvé me ha hecho estéril; llégate, pues, te ruego, a mi esclava. Quizás podré tener hijos de ella.” Escuchó Abram la voz de Sarai.
3 Y así al cabo de diez años de habitar Abram en el país de Canaán, tomó Sarai, la mujer de Abram, a Agar la egipcia, su esclava, y se la dio por mujer a Abram, su marido.
4 Llegóse, pues, él a Agar, la cual concibió; mas luego que vio que había concebido, miraba a su señora con desprecio.
5 [153] Dijo entonces Sarai a Abram: “El agravio hecho a mí cae sobre ti. Yo puse mi esclava en tu seno, más viéndose ella encinta me mira con desprecio. Juzgue Yahvé entre mí y ti.”
6 Respondió Abram a Sarai: Ahí tienes a tu sierva a tu disposición. Haz con ella como bien te parezca.” Luego la maltrató Sarai; y ella huyó de su presencia.
7 [154] La encontró el Ángel de Yahvé en el desierto, junto a una fuente de agua, que está en el camino de Sur;
8 y dijo: “¿Agar, esclava de Sarai, de dónde vienes y adónde vas?” Contestó ella: “Voy huyendo de la presencia de Sarai, mi señora.”
9 ”Vuelve a tu señora, le replicó el Ángel de Yahvé, y humíllate bajo su mano.”
10 Y agregó el Ángel de Yahvé: “Multiplicaré de tal manera su descendencia, que por su gran multitud no podrá contarse.”
11 [155] Le dijo además el Ángel de Yahvé:
“Mira, has concebido, y darás a luz un hijo,
al que llamarás Ismael;
porque Yahvé ha oído su aflicción.
12 Será hombre (fiero) como el asno montés.
Su mano será contra todos,
y la mano de todos contra él;
y frente a todos sus hermanos pondrá su morada.”
13 [156] Entonces ella llamó a Yahvé, que con ella hablaba, con el nombre de: “Atta El Roí”, pues dijo: “¿No he visto aquí mismo al que me ve?”
14 [157] Por tanto llamó a aquel pozo “Pozo del Viviente que me ve.” Es el que está entre Cades y Barad.
15 [158] Y Agar le dio un hijo a Abram, el cual al hijo que Agar había dado a luz, le puso por nombre Ismael.
16 Tenía Abram ochenta y seis años cuando Ismael le nació de Agar.
Génesis 17
Dios renueva el pacto con Abrahán
1 [159] Cuando Abram tenía noventa y nueve años, se le apareció Yahvé y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; camina en mi presencia y sé perfecto.
2 Yo estableceré mi pacto entre Mí y ti, y te multiplicaré sobremanera.”
3 Entonces Abram se postró rostro en tierra, y Dios siguió diciéndole:
4 “En cuanto a Mí, he aquí mi pacto contigo: tú serás padre de una multitud de pueblos;
5 [160] y no te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abrahán, porque te he puesto por padre de muchos pueblos.
6 Te haré crecer sobremanera, y te haré padre de pueblos, y reyes saldrán de ti.
7 Y estableceré mi pacto en Mí y ti, y tu descendencia después de ti en la serie de sus generaciones, como pacto eterno, para ser Yo el Dios tuyo y el de tu posteridad después de ti.
8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua; y Yo seré su Dios.”
La circuncisión
9 Dijo Dios a Abrahán: “Tú, pues, guarda mi pacto, y tu descendencia después de ti en la serie de sus generaciones.
10 [161] Éste es mi pacto que habéis de guardar entre Mí y vosotros y tu posteridad después de ti: Todo varón entre vosotros ha de ser circuncidado.
11 Os circundaréis la carne de vuestro prepucio; y esto será en señal del pacto entre Mí y vosotros.
12 A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón en el transcurso de vuestras generaciones, tanto el nacido en (tu) casa como el comprado con dinero a cualquier extraño, aunque no sea de su raza,
13 Sí, deben ser circuncidados el nacido en tu casa y el adquirido con tu dinero, de modo que mi pacto estará en vuestra carne como alianza eterna.
14 El varón incircunciso, que no se circuncidare la carne de su prepucio, será exterminado de entre su pueblo por haber quebrantado mi pacto.”
Anuncio del nacimiento de Isaac
15 [162] Dijo Dios a Abrahán: “A Sarai, tu mujer, no la llamarás más Sarai, porque su nombre será Sara.
16 Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré, y será madre de naciones; reyes de pueblos procederán de ella.”
17 [163] Entonces cayo Abrahán sobre su rostro y riéndose dijo en su corazón: “¿A hombre de cien años le ha de nacer hijo, y Sara ya nonagenaria va a dar a luz?”
18 [164] Y dijo Abrahán a Dios: “¡Viva al menos delante de Ti Ismael!”
19 Respondió Dios: “De cierto que Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Isaac; y Yo estableceré mi pacto con él como pacto eterno, y con su posteridad después de él.
20 [165] “En cuanto a Ismael, he otorgado tu petición. He aquí que le he bendecido; le multiplicaré y le haré crecer sobremanera. Doce príncipes engendrará y le haré padre de un gran pueblo.
21 Pero mi pacto lo estableceré con Isaac, que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.”
22 Y después de hablar con él, subió Dios dejando a Abrahán.
23 Tomó entonces Abrahán a Ismael, su hijo, y a todos los nacidos en su casa, y a todos los comprados con su dinero, a todos los varones de la casa de Abrahán, y en ese mismo día les circuncidó la carne del prepucio, como Dios le había mandado.
24 Ismael, su hijo, era de trece años cuando fue circuncidado en la carne de su prepucio.
26 En el mismo día fueron circuncidados Abrahán y su hijo Ismael.
27 Y todos los varones de su casa, los nacidos en su casa, y los comprados a extraños por dinero, fueron circuncidados juntamente con él.
Génesis 18
Dios se aparece de nuevo a Abrahán
1 Apareciósele Yahvé (a Abrahán) en el encinar de Mamré mientras estaba sentado a la entrada de la tienda, durante el calor del día.
2 [166] Alzando los ojos miró, y he aquí que estaban parados delante de él tres varones. Tan pronto como los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de su tienda, y postrándose en tierra
3 dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego no pases de largo junto a tu siervo.
4 [167] Permitid que se traiga un poco de agua; y lavaos los pies, y descansaos debajo del árbol.
5 Traeré, entretanto, un bocado de pan, y fortaleceréis vuestros corazones; después pasaréis adelante; pues por eso habéis pasado delante de vuestro siervo.”
6 Fue, pues, Abrahán apresuradamente a la tienda, a Sara, y dijo: “¡Pronto, tres medidas de flor de harina; amasa y haz tortas!”
7 Corrió Abrahán también a la vacada, tomó un ternero tierno y gordo, y lo dio a un mozo, el cual se apresuró a aderezarlo.
8 Después tomó requesón y leche y el ternero que había aderezado, y se lo puso adelante; y mientras comían, él se quedó de pie junto a ellos, bajo el árbol.
Dios renueva la promesa de dar un hijo
9 Preguntáronle: “¿Dónde está Sara, tu mujer?” “Ahí, en la tienda”, contestó él.
10 Entonces dijo (Dios): “Volveré a ti sin falta, por este mismo tiempo, y he aquí que Sara, tu mujer, tendrá un hijo.” Entretanto Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, detrás de él.
11 Porque Abrahán y Sara eran ancianos, de avanzada edad, y había cesado ya en Sara la costumbre de las mujeres.
12 [168] Se rió, pues Sara interiormente y dijo: “¿Con que siendo ya consumida he de tener deleite? y también mi señor es viejo.”
13 Entonces dijo Yahvé a Abrahán: “¿Por qué se ha reído Sara, diciendo?: ‘¿Será cierto que voy a dar a luz, siendo, como soy, vieja?’
14 ¿Hay acaso para Yahvé cosa imposible? En el plazo señalado por este mismo tiempo, te visitaré otra vez, y Sara tendrá un hijo.”
15 Pero Sara negó, diciendo: “No me he reído”; pues tenía miedo. Mas Él dijo: “No, que te has reído”.
Abrahán intercede por Sodoma
16 Levantáronse de allí los varones y se dirigieron hacia Sodoma, y Abrahán los acompañó para despedirlos.
17 Entonces se dijo Yahvé: “¿He de encubrir a Abrahán lo que voy a hacer?
18 Pues Abrahán ha de ser padre de una nación grande y fuerte y serán benditos en él todos los pueblos de la tierra.
19 Porque le he constituido para eso: que mande a sus hijos y a su casa después de él, guardar el camino de Yahvé, practicando la justicia y el derecho, a fin de que Yahvé haga venir sobre Abrahán lo que tiene prometido a su favor.”
20 [169] Dijo, pues, Yahvé: “El clamor de Sodoma y Gomorra es grande, y sus pecados son extraordinariamente graves.
21 Bajaré a comprobar si han hecho realmente según el clamor que ha llegado hasta Mí; y si no, lo sabré.”
22 Partieron, pues, de allí los varones, y se encaminaron hacia Sodoma; mas Abrahán permanecía todavía en pie delante de Yahvé.
23 Y acercándose dijo Abrahán: “¿Es así que vas a destruir al justo con el impío?
24 Quizás habrá cincuenta justos en la ciudad. ¿Los exterminarás acaso, y no perdonarás al lugar por los cincuenta justos que se hallaren allí?
25 ¡Lejos de Ti obrar de esta manera, que hagas morir al justo con el impío, y que el justo y el malvado sean tratados del mismo modo! ¡Lejos eso de Ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no ha de hacer justicia?”
26 Dijo entonces Yahvé: “Si hallare en Sodoma cincuenta justos en la ciudad, perdonaré a todo el lugar por amor de ellos.”
27 Replicó Abrahán diciendo: “Mira, te ruego, me he atrevido a hablar al Señor, aunque soy polvo y ceniza.
28 Quizás falten de los cincuenta justos cinco; ¿destruirás por los cinco toda la ciudad?” Respondió: “No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.”
29 Y de nuevo le preguntó y dijo: “Quizás se encuentren allí cuarenta.”Contestó: “No lo haré por amor de los cuarenta.”
30 Dijo entonces: “No se irrite el Señor si sigo hablando. Quizás se hallen allí treinta.” Y respondió: “No lo haré si hallare allí treinta.”
31 Prosiguió: “Mira, ya que he osado hablar al Señor: Quizás haya allí veinte.” Respondió: “No la destruiré por amor de los veinte.”
32 [170] Te ruego, insistió; no se irrite el Señor si hablare una sola vez más: Quizás se encuentre allí diez.” “No la destruiré por amor de los diez”, contestó Él.
33 Y se fue Yahvé, luego que acabó de hablar con Abrahán; y Abrahán volvió a su lugar.
Génesis 19
Los ángeles llegan a Sodoma
1 [171] Llegaron los dos ángeles a Sodoma por la tarde cuando Lot estaba sentado en la puerta de Sodoma. Al verlos se levantó Lot a salirles al encuentro; y postrándose rostro en tierra,
2 dijo: “Mirad, señores míos, os ruego que os dirijáis hacia la casa de vuestro siervo, para pernoctar y lavaros los pies, y de madrugada os levantaréis para seguir vuestro camino.” Mas ellos dijeron: “No, pues pasaremos la noche en la plaza.”
3 Pero les instó de tal manera que se encaminaron y fueron a su casa, donde les preparó un banquete y coció panes ácimos; y comieron.
4 Mas antes que fueran a acostarse, los hombres de la ciudad, los sodomitas, que habían cercado la casa, todo el pueblo junto, desde los jóvenes hasta los viejos,
5 [172] llamaron a Lot y le dijeron: “¿Dónde están los varones que han venido a ti esta noche? Sácanoslos para que los conozcamos.”
6 Lot salió a la entrada donde ellos estaban, y cerrando tras sí la puerta,
7 dijo: “Os ruego, hermanos míos, no hagáis esta maldad.
8 Mirad, tengo aquí dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré fuera; haced con ellas como bien os parezca, pero no hagáis nada a estos varones; pues para eso se han acogido a la sombra de mi techo.”
9 Mas ellos respondieron: “¡Quítate allá!” Y añadieron: “¡Éste individuo que vino como extranjero, quiere hacerse juez! Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.” Y arrojándose sobre el hombre, sobre Lot, con gran violencia se acercaron a forzar la puerta.
10 Entonces los (dos) varones alargaron la mano y metieron a Lot dentro de la casa donde estaban, y cerraron la puerta.
11 [173] Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de modo que se fatigaron (inútilmente) por hallar la puerta.
Salvación de Lot
12 Luego dijeron los varones a Lot: “¿Tienes aquí todavía alguno? Sácalos a todos de aquí: los yernos, tus hijos y tus hijas, y todo cuanto tengas en la ciudad.
13 Pues vamos a destruir este lugar, porque se ha hecho grande su clamor delante de Yahvé, y Yahvé nos ha enviado a exterminarla.”
14 [174] Salió, pues, Lot y habló con sus yernos, desposados con sus hijas, diciendo: “Levantaos, salid de este lugar; porque Yahvé va a destruir la ciudad.” Más era a los ojos de sus yernos como quien se burlaba.
15 Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot, diciendo: “Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se hallan (contigo), no sea que perezcas por la maldad de la ciudad.”
16 [175] Y como él tardase, los varones lo asieron de la mano, y, por compasión de Yahvé hacia él, también a su mujer y a sus dos hijas. Lo sacaron, pues, y lo pusieron fuera de la ciudad.
17 Y mientras los sacaban fuera, dijo uno: “Ponte a salvo, por tu vida. No mires atrás, ni te pares en ningún lugar de la Vega. Huye a la montaña, no sea que perezcas.”
18 Pero Lot les dijo: “No, por favor, Señor mío.
19 Veo que tu siervo ha hallado gracia a tus ojos, y le has mostrado tan grande misericordia salvándome la vida; mas no puedo escapar a la montaña, sin riesgo de que me alcance la destrucción y la muerte.
20 He ahí cerca esa ciudad donde podría refugiarme. Es tan pequeña. Con tu permiso huiré a ella -¿no es ella tan pequeña?- y vivirá mi alma.”
21 Contestóle: “Bien, te concedo también esta gracia de no destruir la ciudad de la cual hablas.
22 [176] Date prisa, refúgiate allá; pues nada podré hacer hasta que hayas entrado en ella.” Por eso fue llamada aquella ciudad Segor.
23 Salía el sol sobre la tierra cuando Lot entraba en Segor.
Destrucción de Sodoma
24 [177] Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego que venía de Yahvé, desde el cielo.
25 Y destruyó aquellas ciudades y toda la Vega, con todos los habitantes de las ciudades, hasta las plantas del suelo.
26 [178] Mas la mujer de (Lot) miró atrás y se convirtió en estatua de sal.
27 Levantóse Abrahán muy de mañana y se fue al lugar donde había estado en pie delante de Yahvé.
28 Miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la región de la Vega, y vio que de aquella tierra subía humo, como humo de un horno.
29 Así, pues, cuando Dios destruyó las ciudades de la Vega, se acordó de Abrahán y sacó a Lot de en medio de la ruina, al asolar las ciudades donde Lot habitaba.
Las hijas de Lot
30 [179] Subió Lot de Segor y habitó con sus hijas en la montaña, porque tuvo miedo de quedarse en Segor. Se estableció, por eso, en una cueva, él y sus dos hijas.
31 Y dijo la mayor a la menor: “Nuestro padre es viejo y no hay en el país hombre que se llegue a nosotras, como es costumbre en toda la tierra.
32 Vayamos a embriagar a nuestro padre con vino, y nos acostaremos con él, a fin de conseguir de nuestro padre descendencia.”
33 Embriagaron, pues, con vino a su padre esa misma noche, y entró la mayor y se acostó con su padre, sin que él se diera cuenta de ello, ni cuando ella se acostó ni cuando se levantó.
34 Al día siguiente dijo la mayor a la menor: “Mira, yo me acosté anoche con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra tú para acostarte con él, de modo que de nuestro padre consigamos descendencia.”
35 Embriagaron, pues, con vino, también aquella noche a su padre y fue la menor a acostarse con él, sin que él se diera cuenta de ello, ni cuando ella se acostó, ni cuando se levantó.
36 Y sucedió que las dos hijas de Lot concibieron de su padre.
37 La mayor dio a luz un hijo, a quien llamó Moab. Es el padre de los moabitas hasta hoy.
38 También la menor dio a luz un hijo, el cual llamó Ben-ammi, Es el padre de loa ammonitas hasta hoy.
Génesis 20
Abrahán en Gerar
1 [180] De allí se trasladó Abrahán a la región del Négueb, y habitó entre Cades y el Sur, morando temporalmente en Gerar.
2 [181] Y dijo Abrahán de Sara, su mujer: “Es mi hermana”; por lo cual Abimelec, rey de Gerar, envió a tomar a Sara.
3 Pero vino Dios a Abimelec en el sueño durante la noche, y le dijo: “He aquí que morirás a causa de la mujer que has tomado, porque es mujer casada.”
4 Abimelec aún no se había acercado a ella, por lo cual dijo: “Señor, ¿matarás Tú también a gente justa?
5 ¿No me dijo él mismo: ‘Es mi hermana’, y ella también dijo: ‘Es mi hermano’? Con sencillez de mi corazón, y con manos inocentes he hecho esto.”
6 [182] Y le respondió Dios en sueños: “Bien sé que con sencillez de corazón has hecho esto; y Yo soy también quien te he preservado de pecar contra Mí. Por eso no te he permitido que la tocaras.
7 Devuélve, pues, la mujer de este hombre, porque es un profeta y rogará por ti, para que vivas; mas si no la devuelves, sabe que morirás indefectiblemente, tú con todos los tuyos.
8 Se levantó Abimelec muy de mañana, llamó a todos sus siervos y contó a sus oídos todas estas palabras. Y quedaron muy amedrentados.
9 Después llamó Abimelec a Abrahán, y le dijo “¿Qué es lo que has hecho con nosotros? ¿Y en qué te he ofendido, para que hayas traído sobre mí y mi reino un pecado tan grande? Has hecho tú conmigo cosas que no deben hacerse.”
10 [183] Y Abimelec siguió diciendo a Abrahán: “¿Qué has visto para que hicieras esto?”
11 Respondió Abrahán: “Pensé: Seguramente no hay temor de Dios en este lugar y me van a matar a causa de mi mujer.”
12 [184] Y en verdad, ella es también mi hermana, hija de mi padre, aunque no hija de mi madre; y vino a ser mi mujer.
13 Mas cuando Dios me hizo errar fuera de la casa de mi padre, le dije a ella: “Este es el favor que me has de hacer. En cualquier lugar a que lleguemos, dirás de mí: ‘Es mi hermano’.”
14 Entonces Abimelec tomó ovejas y ganado y siervos y siervas, y se los dio a Abrahán. Le devolvió también a Sara, su mujer, diciéndole:
15 “He aquí que mi tierra está a tu disposición; habita en donde mejor te parezca.”
16 [185] Y a Sara le dijo: “Mira, he dado mil siclos de plata a tu hermano. Esto te servirá para velar tus ojos ante todos los que están contigo. Así quedas justificada.”
17 Y rogó Abrahán a Dios, y sanó Dios a Abimelec, y a su mujer, y a sus siervas, y ellas tuvieron hijos.
18 Porque Yahvé había cerrado completamente toda matriz en la casa de Abimelec, a causa de Sara, mujer de Abrahán.
Génesis 21
Nacimiento de Isaac
1 Visitó, pues, Yahvé a Sara según había dicho, y cumplió en ella lo prometido.
2 Concibió Sara y dio a Abrahán un hijo en su vejez, al tiempo que Dios había predicho.
3 Abrahán dio al hijo que le nació y cuya madre era Sara, el nombre de Isaac.
4 Y circuncidó Abrahán a Isaac, su hijo, a los ocho días, como Dios le había mandado.
5 Abrahán tenía cien años cuando nació su hijo Isaac.
6 [186] Y dijo Sara:
“Dios me ha dado motivo para reírme;
todo el que lo sepa se reirá de mí.”
7 Y agregó:
“¿Quién hubiera dicho a Abrahán
que Sara amamantaría hijos?;
pues le he dado un hijo
en su vejez.”
8 Creció el niño y fue destetado; y el día en que fue destetado Isaac, dio Abrahán un gran convite.
9 Mas cuando Sara vio que el hijo que Abrahán había recibido de Agar la egipcia, se burlaba,
10 [187] dijo a Abrahán: “Echa fuera a esta esclava y a su hijo; porque el hijo de esta esclava no ha de ser heredero con mi hijo Isaac.”
Expulsión de Agar e Ismael
11 Esta palabra parecía muy dura a Abrahán, por cuanto se trataba de su hijo.
12 [188] Pero Dios dijo a Abrahán:”No te aflijas por el niño y por tu esclava. En todo lo que dijere Sara, oye su voz; pues por Isaac será llamada tu descendencia.
13 Mas también del hijo de la esclava hare una nación, por ser descendiente tuyo.”
14 Se levantó, pues, Abrahán muy de mañana, tomó pan y un odre de agua, y se lo dio a Agar, poniéndolo sobre el hombro de ésta; (le entregó) también el niño, y la despidió. La cual se fue y anduvo errante por el desierto de Bersabee.
15 Cuando se acabó el agua del odre, echó ella al niño bajo uno de los arbustos,
16 y fue a sentarse frente a él, a la distancia de un tiro de arco; porque decía “No quiero ver morir al niño.” Sentada, pues en frente, alzó su voz y prorrumpió en lágrimas.
17 Mas Dios oyó la voz del niño; y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: “Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del niño en el lugar donde está.
18 [189] Levántate, alza al niño, y tómalo de la mano, porque haré de él un gran pueblo.”
19 [190] Y le abrió Dios los ojos, y ella vio un pozo de agua; fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al niño.
20 Y Dios asistió al niño, el cual creció y habitó en el desierto, y vino a ser tirador de arco.
21 [191] Se estableció en el desierto de Farán, y su madre le dio una mujer de la tierra de Egipto.
Alianza entre Abrahán y Abimelec
22 [192] En aquel tiempo Abimelec, acompañado de Picol, capitán de sus tropas, dijo a Abrahán: “Dios está contigo en todo lo que haces.
23 Ahora bien, júrame, aquí por Dios que no me engañarás, ni a mí, ni a mis hijos, ni a mis nietos, sino que me tratarás a mí y la tierra que te dio hospedaje con la bondad que yo he usado contigo.”
24 Respondió Abrahán: “Lo juraré.”
25 [193] Pero se quejó Abrahán ante Abimelec con motivo de un pozo de agua del que se habían apoderado los siervos de Abimelec.
26 A lo cual contestó Abimelec: “No sé quien ha hecho esto; ni tú me lo has manifestado, ni yo lo he oído hasta ahora.”
27 Tomó entonces Abrahán ovejas y ganado y se los dio a Abimelec; e hicieron los dos un pacto.
28 Mas como Abrahán pusiese aparte siete corderas del rebaño,
29 le dijo Abimelec: “¿Qué significan estas siete corderas que has puesto aparte?”
30 Respondió: “Estas siete corderas has de aceptar de mi mano, para que me sirvan de testimonio de que yo he excavado este pozo.”
31 [194] Por eso fue llamado aquel lugar Bersabee, porque allí juraron los dos.
32 Hicieron, pues alianza en Bersabee; y se levantó Abimelec, con Picol, capitán de sus tropas, y se volvieron al país de los filisteos.
33 Después plantó (Abrahán) un tamarisco en Bersabee e invocó allí el nombre de Yahvé, el Dios eterno.
34 Y se detuvo Abrahán mucho tiempo en el país de los filisteos.
Génesis 22
El sacrificio de Isaac
1 Después de esto probó Dios a Abrahán, y le dijo “¡Abrahán!” “Heme aquí”, contestó éste.
2 [195] Le dijo entonces: “Toma a tu hijo único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécele allí en holocausto sobre uno de los montes que Yo te mostraré.”
3 Se levantó, pues, Abrahán muy de mañana, aparejó su asno y tomó consigo dos de sus criados y a Isaac, su hijo; después de partir leña para el holocausto se puso en camino para ir al lugar que Dios le había indicado.
4 Cuando al tercer día Abrahán alzó los ojos y vio el lugar desde lejos,
5 dijo a sus mozos: “Quedaos aquí con el asno; yo y el niño iremos hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.”
6 Tomó, pues, Abrahán la leña para el holocausto, la cargó sobre Isaac, su hijo, y tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y caminaron los dos juntos.
7 Y se dirigió Isaac a Abrahán, su padre diciendo: “Padre mío”; el cual respondió: “Heme aquí, hijo mío”. Y dijo (Isaac): “He aquí el fuego y la leña, mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?”
8 [196] Contestó Abrahán: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío.” Y siguieron caminando los dos juntos.
9 Llegado al lugar que Dios le había indicado, erigió Abrahán allí el altar, y dispuso la leña, después ató a Isaac su hijo, y le puso sobre el altar, encima de la leña.
10 Y alargando su mano tomó Abrahán el cuchillo para degollar a su hijo,
11 [197] cuando he aquí que el Ángel de Yahvé le llamó desde el cielo, diciendo: “¡Abrahán, Abrahán!” Él respondió: “Heme aquí.”
12 [198] Dijo entonces (el Ángel): “No extiendas tu mano contra el niño, ni le hagas nada; pues ahora conozco que eres temeroso de Dios, ya que no has rehusado darme tu hijo, tu único.”
13 Y alzó Abrahán los ojos y miró, y vio detrás de él un carnero, enredado por los cuernos en un zarzal. Fue Abrahán y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14 Y dio Abrahán a aquel lugar el nombre de “Yahvé ve” por donde se dice hoy día: “En el monte de Yahvé se verá”.
El premio a la obediencia
15 El Ángel de Yahvé llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo,
16 y dijo: “Por mí mismo he jurado, dice Yahvé: Por cuanto has hecho esto, y no has rehusado darme a tu hijo, tu único,
17 [199] te colmaré de bendiciones y multiplicaré grandemente tu descendencia como las estrellas del cielo, y como las arenas de la orilla del mar, y tus descendientes poseerán la puerta de sus enemigos;
18 [200] y en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, porque has obedecido mi voz.”
19 Luego volvió Abrahán a sus criados y levantándose se dirigieron juntos a Bersabee, y habitó Abrahán en Bersabee.
Descendencia de Nacor.
20 Pasadas estas cosas fue dada a Abrahán esta noticia: “También Milcá ha dado a luz hijos a Nacor, tu hermano (cuyos nombres son):
21 Us, el cual es su primogénito; Buz, su hermano; Camuel, padre de Aram,
22 Cased, Azau, Feldas, Jedlaf y Batuel.
23 Batuel engendró a Rebeca. Estos ochos dio Milcá a luz a Nacor, hermano de Abrahán.
24 Su concubina, llamada Reumá, le dio también hijos: Tábeh, Gáham, Tahas y Maaca.
Génesis 23
Muerte y sepultura de Sara.
1 Sara vivió ciento veinte y siete años; tantos fueron los años de la vida de Sara.
2 Murió Sara en Quiriat-Arbá, que es Hebrón, en la tierra de Canaán y vino Abrahán a llorar a Sara y hacer duelo por ella.
3 [201] Después se levantó Abrahán de junto a su difunta, y habló con los hijos de Het diciendo:
4 [202] “Extranjero y huésped soy en medio de vosotros; dadme una propiedad sepulcral entre vosotros, para que pueda enterrar a mi difunta, sacándola de mi vista.”
5 Los hijos de Het respondieron a Abrahán, diciéndole:
6 “Óyenos, señor, tú eres un príncipe de Dios en medio de nosotros; entierra a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros; ninguno de nosotros te negará su sepulcro, para que entierres a tu muerta.”
7 Entonces se levantó Abrahán, y postrándose ante el pueblo del país, los hijos de Het,
8 les habló en estos términos: “Si es vuestra buena voluntad que sepulte yo a mi difunta, sacándola de mi vista, escuchadme, y rogad por mí a Etrón, hijo de Sóhar,
9 [203] que me ceda la cueva de Macpelá que es de su propiedad y que está al extremo de su campo; que me la ceda por buena plata, para poseer sepultura entre vosotros.”
10 Efrón estaba sentado entre los hijos de Het, y respondió Efrón, el heteo, a Abrahán en presencia de los hijos de Het, de todos los que habían venido a la puerta de la ciudad, diciendo:
11 No, señor mío; óyeme; te doy el campo y te cedo la cueva que está en él; en presencia de los hijos de mi pueblo te la cedo; entierra a tu muerta.”
12 Entonces Abrahán, postrándose de nuevo ante el pueblo del país,
13 dijo a Efrón, oyéndolo el pueblo del país: “¡Ojalá me escucharas! Te doy el precio del campo; recíbelo de mí, y enterraré allí a mi muerta.”
14 Respondió Efrón a Abrahán, diciéndole:
15 “Señor mío, escúchame: Un terreno de cuatrocientos siclos de plata, entre tú y yo, ¿qué es esto? Sepulta a tu muerta.”
16 Oyó Abrahán a Efrón; y Abrahán pesó a Efrón el dinero que éste había pedido en presencia de los hijos de Het: cuatrocientos siclos de plata corriente entre mercaderes.
17 Con esto el campo de Efrón, que estaba en Macpelá frente a Mamré, el campo y la cueva que estaba en él, con todos los árboles de ese campo, con todos sus contornos,
18 [204] vino a ser propiedad de Abrahán, estando presentes los hijos de Het, todos los que habían venido a la puerta de su ciudad.
19 [205] Después de esto sepultó Abrahán a Sara, su mujer, en la cueva del campo, en Macpelá, frente a Mamré, que es Hebrón, en la tierra de Canaán.
20 Así este campo, y la cueva que había en él, vinieron a ser propiedad de Abrahán como posesión sepulcral, adquirida de los hijos de Het.
Génesis 24
Abrahán elige esposa a Isaac
1 [206] Era Abrahán ya viejo, de edad muy avanzada; y Yahvé había bendecido a Abrahán en todo.
2 [207] Dijo, pues, Abrahán al siervo más viejo de su casa, el cual administraba todo lo que tenía: “Pon, te ruego, tu mano debajo de mi muslo,
3 para que te haga jurar por Yahvé, Dios del cielo y Dios de la tierra, de que no tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos en medio de los cuales habito;
4 [208] sino que irás a mi tierra y a mi parentela, a fin de tomar mujer para mi hijo Isaac.”
5 Respondióle el siervo: “Tal vez no quiera la mujer venir conmigo a este país. ¿Debo en tal caso llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?”
6 Contestóle Abrahán: “Guárdate de llevar allá a mi hijo.
7 Yahvé, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y del país de mi nacimiento, y que me habló y me juró, diciendo: ‘A tu descendencia daré esta tierra’; Él enviará su ángel delante de ti, de modo que puedas traer de allí mujer para mi hijo.
8 Si la mujer no quisiere venir contigo, estarás libre de este mi juramento, pero no lleves allá a mi hijo.”
9 Entonces puso el siervo su mano debajo del muslo de Abrahán, su señor, y le prestó juramento sobre estas cosas.
El siervo de Abrahán llega a Mesopotamia
10 Luego tomó el siervo diez camellos de su señor y emprendió el viaje, llevando consigo las cosas más preciosas que tenía su señor, y levantándose se dirigió a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor.
11 Allí hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto al pozo de agua, al caer la tarde, al tiempo que suelen salir las mujeres a sacar agua;
12 y dijo: “Yahvé, Dios de mi señor Abrahán, concede, te ruego, que tenga suerte hoy, y ten misericordia de mi señor Abrahán.
13 Heme aquí en pie junto a la fuente de aguas, adonde las hijas de los habitantes de la ciudad están saliendo a sacar agua.
14 Ahora bien, la joven a quien yo dijere: ‘Baja, por favor, tu cántaro para que yo beba’, y ella respondiere: ‘Bebe tú, y también a tus camellos daré de beber’, ésa sea la que designaste para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que has tenido misericordia de mi señor.”
15 Aun no había acabado de hablar, cuando he aquí que salía Rebeca, hija de Batuel, el hijo de Milcá, mujer de Nacor, hermano de Abrahán.
16 La joven era de muy hermoso aspecto, virgen, que no había conocido varón. Bajó a la fuente, llenó su cántaro y volvió a subir.
17 El siervo le salió al encuentro y dijo: “Dame de beber un poco de agua de tu cántaro.”
18 “Bebe, señor mío”, respondió ella, y se apresuró a bajar el cántaro de su mano, y le dio de beber.
19 Y después de darle de beber, dijo: “También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber.”
20 Y vaciando apresuradamente su cántaro en el abrevadero, corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos.
21 [209] Entretanto el hombre la contemplaba en silencio por saber si Yahvé había bendecido o no su camino.
22 Cuando los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro, de medio siclo de peso, y dos brazaletes que pesaban diez siclos de oro para los brazos de ella.
23 Y preguntó: “¿De quién eres hija? Dime, te ruego, ¿hay en casa de tu padre lugar para pasar la noche?”
24 Ella le contestó: “Soy hija de Batuel, el hijo de Milcá, a quien ella dio a luz a Nacor.”
25 Y agregó: “Tenemos paja y forraje en abundancia, y lugar para pernoctar.”
26 Entonces se postró el hombre y adoró a Yahvé,
27 y dijo: “Bendito sea Yahvé, el Dios de mi señor Abrahán, que no ha dejado de mostrar su benevolencia y su fidelidad para con mi señor, pues me ha guiado Yahvé en el camino a la casa de los hermanos de mi señor.”
28 Entretanto, la joven se fue corriendo y contó en casa de su madre todas estas cosas.
El siervo de Abrahán en casa de Nacor
29 Tenía Rebeca un hermano que se llamaba Labán. Salió entonces Labán presuroso afuera en busca del hombre que estaba junto a la fuente.
30 Había visto el anillo, y los brazaletes en las manos de su hermana, y había oído las palabras de Rebeca, su hermana, que decía: “Así me habló el hombre.” Vino, pues, al hombre cuando éste estaba todavía con los camellos junto a la fuente.
31 Y dijo: “¡Entra, bendito de Yahvé! ¿Por qué te quedas afuera?, pues tengo preparado la casa, y un lugar para los camellos.”
32 Fue el hombre a la casa, y desaparejó los camellos, Entretanto dio (Labán) paja y forraje a los camellos, y agua para que se lavasen los pies al hombre y los que le acompañaban.
33 [210] Después le sirvió la comida; mas él dijo: “No comeré hasta que haya dicho mi mensaje.” A lo que respondió (Labán): “Habla.”
34 Dijo, pues: “Yo soy siervo de Abrahán.
35 Yahvé ha colmado de bendiciones a mi señor, el cual se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y ganado, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
36 Y Sara, mujer de mi señor, envejecida ya, dio a luz un hijo a mi señor, quien le ha dado todo cuanto posee.
37 Y me hizo jurar mi señor, diciendo: «No tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos en cuya tierra habito,
38 sino que irás a casa de mi padre y a mi parentela, y traerás mujer para mi hijo».
39 Yo dije a mi señor: «Tal vez no quiera la mujer venir conmigo».
40 Mas él respondió: «Yahvé, en cuya presencia ando, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino, y así tomarás mujer para mi hijo de mi parentela y de la casa de mi padre.
41 [211] Serás libre de mi maldición cuando llegues a mi parentela; si no te la dieren, libre quedarás entonces de mi maldición».
42 Ahora bien, llegué hoy a la fuente y dije: «Yahvé, Dios de mi señor Abrahán, si en verdad Tú bendices el camino por donde yo ando,
43 he aquí que me quedo junto a la fuente de agua; si saliere una doncella a sacar agua, y yo le dijere: ‘Dame de beber un poco de agua de tu cántaro’,
44 y ella me respondiere: ‘Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua’, ésa será la mujer que Yahvé ha designado para el hijo de mi señor.
45 Y aun no había acabado de hablar en mi corazón, cuando he aquí que salía Rebeca, con su cántaro al hombro, y ella bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: «Dame, te ruego, de beber»
46 y al mismo instante ella bajó su cántaro de sobre su hombro, y dijo «Bebe, y también a tus camellos daré de beber». Bebí y ella abrevó también a los camellos.
47 [212] Entonces le pregunté, diciendo: «¿De quién eres hija?» Me respondió: «Soy hija de Batuel, el hijo de Nacor, para quién Milcá le dio a luz». Luego puse el anillo en su nariz, y los brazaletes en sus manos;
49 y postrándome adoré a Yahvé, y bendije a Yahvé, el Dios de mi señor Abrahán, que me ha conducido por camino recto, a fin de traer la hija del hermano de mi señor, para su hijo.
49 Por lo cual, si ahora queréis usar de benevolencia y lealtad con mi señor, decídmelo; y si no, decídmelo también, para que yo me dirija a la derecha o a la izquierda.”
50 Respondieron Labán y Batuel, diciendo: “De Yahvé viene esto; nosotros no podemos decirte ni mal ni bien.
51 Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea ella mujer del hijo de tu señor, como lo ha dispuesto Yahvé.”
52 Cuando el siervo de Abrahán oyó lo que decían, se postró en tierra ante Yahvé.
53 [213] Y sacó el siervo objetos de plata y objetos de oro y vestidos y los dio a Rebeca; hizo también ricos presentes a su hermano y a su madre.
El siervo vuelve con Rebeca.
54 Después comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban y pasaron la noche. Cuando se levantaron a la mañana, dijo: “Dejadme volver a casa de mi señor.”
55 A lo cual respondieron el hermano de ella y su madre: “Quédese la niña con nosotros algunos días, unos diez; después partirá.”
56 Mas él les contestó: “No me detengáis, ya que Yahvé ha bendecido mi viaje; despedidme para que vaya a mi señor.”
57 Ellos dijeron: “Llamemos a la joven y preguntemos lo que diga ella.”
58 Llamaron, pues, a Rebeca, y la preguntaron: “Quieres ir con este hombre.” “Iré”, contestó ella.
59 Entonces despidieron a Rebeca, su hermana, y a su nodriza, y al siervo de Abrahán con sus hombres.
60 Y bendijeron a Rebeca, diciéndole:
“¡Hermana nuestra,
crezcas en millares y decenas de millares,
y apodérese tu descendencia
de la puerta de sus enemigos!”
61 Después se levantó Rebeca con sus doncellas, y montadas sobre los camellos, siguieron al hombre, el cual tomó a Rebeca y partió.
Casamiento de Isaac con Rebeca.
62 [214] Entre tanto Isaac había vuelto del pozo del “Viviente que me ve”; pues habitaba en la región del Négueb;
63 [215] y por la tarde cuando salió al campo a meditar y alzó los ojos vio que venían unos camellos.
64 También Rebeca alzó sus ojos y viendo a Isaac, descendió del camello;
65 y preguntó al siervo: “Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro” Contestó el siervo: “Es mi señor.” Entonces ella tomó su velo y se cubrió.
66 [216] El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho;
67 [217] y condujo Isaac a Rebeca a la tienda de Sara, su madre; y tomó a Rebeca, la cual pasó a ser su mujer; y la amó; y así se consoló Isaac después de la muerte de su madre.
Génesis 25
Últimos años y muerte de Abrahán
1 Abrahán tomó todavía otra mujer, que se llamaba Keturá.
2 De ésta le nacieron Simrán, Jocsán, Madán, Madián, Jesboc y Sua.
3 Jocsan engendró a Sabá y a Dedán. Los hijos de Dedán fueron los Asurim, los Letusim y los Leummim.
4 Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Enoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de Keturá.
5 [218] Todo cuanto tenía dio Abrahán a Isaac.
6 A los hijos de sus concubinas les hizo donaciones; y, viviendo aún él mismo, los separó de Isaac, enviándolos hacia el Oriente, a las regiones orientales.
7 Éstos fueron los días de los años de la vida de Abrahán: ciento setenta y cinco años.
8 [219] Expiró Abrahán y murió en buena vejez, anciano y satisfecho; y fue a reunirse con su pueblo.
9 Isaac e Ismael, sus hijos lo enterraron en la cueva de Macpelá, en el campo de Efrón, hijo de Sohar, el heteo, frente a Mamré,
10 [220] en el campo que Abrahán había comprado a los hijos de Het. Allí está sepultado Abrahán, con Sara, su mujer.
11 [221] Después de la muerte de Abrahán bendijo Dios a Isaac, su hijo, el cual habitaba junto al pozo del “Viviente que me ve”.
Descendientes de Ismael
12 [222] Éstos son los descendientes de Ismael, hijo de Abrahán, que le nació de Agar la egipcia, esclava de Sara.
13 Y éstos son los nombres de los hijos de Ismael, según los nombres de sus linajes: El primogénito de Ismael fue Nebayot; después Kedar, Abdeel, Mibsam,
14 Mismá, Dumá, Masá.
15 Hadad, Temá, Yetur, Nafís y Kedmá.
16 Éstos son los hijos de Ismael, y éstos son sus nombres según sus poblados y sus campamentos; doce príncipes de otros tantos pueblos.
17 Y éstos fueron los años de la vida de Ismael: ciento treinta y siete años; después expiró y murió, y fue a reunirse con su pueblo.
18 [223] Habitó desde Havilá hasta Sur, que está frente a Egipto, cuando uno va a Asiria, y se extendió al este de todos sus hermanos.
IV. Desde Isaac hasta José
Nacimiento de Esaú y Jacob
19 Esta es la historia de Isaac, hijo de Abrahán: Abrahán engendró a Isaac.
20 Isaac tenía cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Batuel, arameo, de Mesopotamia, hermana de Labán, arameo.
21 Rogó Isaac a Yahvé por su mujer, porque ella era estéril; y Yahvé le escuchó, y concibió Rebeca, su mujer.
22 [224] Pero se chochaban los hijos en su seno, por lo cual dijo “Si es así, ¿qué será de mí?” Y se fue a consultar a Yahvé.
23 [225] Le respondió Yahvé:
“Dos pueblos están en tu seno,
dos naciones que se dividirán desde tus entrañas.
Y una nación será más fuerte que la otra;
pues el mayor servirá al menor.”
24 Y he aquí, cuando llegó el tiempo de dar a luz, había mellizos en su seno.
25 [226] Salió el primero, rubio todo él como un manto de pelo; y le llamaron Esaú.
26 Después salió su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú; por lo cual le llamaron Jacob. Isaac contaba sesenta años cuando nacieron.
Esaú vende la primogenitura
27 [227] Crecieron los niños, y fue Esaú diestro en la caza, hombre del campo; Jacob, empero, hombre apacible, que quedaba en casa.
28 Isaac amaba a Esaú, porque comía de su caza; Rebeca, por su parte, quería a Jacob.
29 Ahora bien, Jacob habíase hecho un guiso; y cuando Esaú, muy fatigado, volvió del campo,
30 [228] dijo a Jacob: “Por favor, déjame comer de este guiso rojo, que estoy desfallecido.” Por esto fue llamado Edom.
31 [229] Respondió Jacob: “Véndeme ahora mismo tu primogenitura.”
32 “Mira, dijo Esaú, yo me muero, ¿de qué me sirve la primogenitura?”
33 Replicó Jacob: “Júramelo ahora mismo.” Y él se lo juró, vendiendo a Jacob su primogenitura.
34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y el guiso de lentejas, y éste comió y bebió; después se levantó y se marchó. Así despreció Esaú la primogenitura.
Génesis 26
Dios renueva las bendiciones dadas a Abrahán
1 Vino un hambre sobre el país, fuera de la primera hambre que había habido en tiempo de Abrahán. Se fue entonces Isaac a Gerar, a Abimelec, rey de los filisteos.
2 Pues se le apareció Yahvé, y le dijo: “No desciendas a Egipto; fija tu residencia en el país que Yo te indicaré.
3 Vive como extranjero en este país, y Yo estaré contigo y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierra, y cumpliré el juramento que hice a tu padre Abrahán.
4 [230] Multiplicaré tu posteridad como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra,
5 por haber obedecido Abrahán mi voz, y haber cumplido mi servicio, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”
Abimelec y Rebeca
6 Habitó, pues, Isaac en Gerar.
7 [231] Al preguntarle los hombres del lugar acerca de su mujer, dijo: “Es mi hermana”; porque tenía miedo de que al decir: “Es mi mujer”, lo matasen los hombres del lugar a causa de Rebeca; pues ella era de hermoso aspecto.
8 [232] Mas como se prolongase allí su estancia, aconteció que Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana vio que Isaac acariciaba a su mujer Rebeca.
9 Entonces llamó Abimelec a Isaac y le dijo: “Bien veo que ella es tu mujer. ¿Por qué, pues dijiste: ‘Es mi hermana’?” Y le respondió Isaac: “Porque pensé: No vaya yo a morir por causa de ella.”
10 Replicó Abimelec: “¿Qué es esto que nos has hecho? Fácilmente alguno del pueblo hubiera podido tomar tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros un pecado.”
11 Por lo cual dio Abimelec a todo el pueblo una orden que decía: “Quien tocare a este hombre o a su mujer, morirá irremisiblemente.”
Dios bendice a Isaac con bienes
12 Sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año el ciento por uno; pues Yahvé le bendijo.
13 [233] Y el hombre se hizo rico y fue engrandeciéndose cada día más, de manera que vino a ser muy rico.
14 Tenía rebaños de ovejas y de ganados y mucha servidumbre. Por lo cual los filisteos le tuvieron envidia;
15 y cegaron todos los pozos que los siervos de su padre habían cavado en tiempo de Abrahán, su padre y los llenaron de tierra.
Isaac se retira del país de los filisteos
16 Dijo entonces Abimelec a Isaac: “Retírate de nosotros, porque te has hecho mucho más poderoso que nosotros.”
17 Fuése, pues, Isaac de allí, y acampó en el valle de Gerar, donde fijó su residencia.
18 Isaac abrió de nuevo los pozos de agua cavados en los días de Abrahán, su padre, que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abrahán; y les dio los mismos nombres que les había puesto su padre.
19 Después cavaron los siervos de Isaac en el valle, y hallaron allí un pozo de agua viva.
20 Pero riñeron los pastores de Gerar con los pastores de Isaac, diciendo: “Nuestra es el agua.” De donde llamó al pozo Esec, porque habían reñido con él.
21 Cavaron otro pozo; y también por él se pelearon, por lo cual le puso por nombre Sitná.
22 [234] Partió de allí y cavó otro pozo, por el cual no hubo altercado; por tanto lo llamó Rehobot, diciendo: “Porque ahora Yahvé nos ha dado anchura, y podremos prosperar sobre la tierra.”
Isaac en Bersabee
23 De allí subió a Bersabee;
24 y se le apareció Yahvé aquella noche, y dijo:
“Yo soy el Dios de Abrahán, tu padre.
No temas, porque Yo estoy contigo;
te bendeciré,
y multiplicaré tu descendencia
por amor a Abrahán, mi siervo.”
25 Erigió allí un altar, donde invocó el nombre de Yahvé y plantó su tienda; y los siervos de Isaac cavaron allí un pozo.
26 [235] Vino entonces a él Abimelec desde Gerar, con Ahuzar, su amigo, y Picol, capitán de sus tropas.
27 Isaac les dijo: “¿Cómo es que venís a mí, vosotros que me odiáis y me habéis echado de entre vosotros?”
28 Contestaron ellos: “Hemos visto claramente que Yahvé está contigo; por lo cual nos dijimos: Haya un juramento entre nosotros, entre ti y nosotros. Pactaremos alianza contigo,
29 de que no nos harás mal alguno, así como nosotros no te hemos tocado, pues no hemos hecho contigo sino bien, y te hemos despedido en paz. Tú eres ahora el bendito de Yahvé.”
30 Entonces les dio un convite, y comieron y bebieron;
31 y levantándose muy de mañana juraron el uno al otro. Después los despidió Isaac, y se retiraron de él en paz.
32 Aquel mismo día vinieron los siervos de Isaac a darle noticia del pozo que habían cavado, diciéndole: “Hemos hallado agua.”
33 [236] Y lo llamó Sebá. Por eso el nombre de aquella ciudad es Bersabee hasta el día de hoy.
Esaú se casa con mujeres paganas
34 Cuando Esaú tenía cuarenta años, tomó por mujeres a Judit, hija de Beerí, heteo, y a Basemat, hija de Elón, heteo,
35 [237] las cuales causaron a Isaac y Rebeca mucha amargura.
Génesis 27
Isaac bendice a su hijo Jacob
1 Cuando Isaac era viejo y se le habían debilitado los ojos, de modo que ya no veía, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “Hijo mío”; el cual le contestó: “Heme aquí.”
2 Y dijo: “Mira, yo soy viejo, y no sé el día de mi muerte.
3 Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba, y tu arco, y sal al campo, cázame algo,
4 y prepárame un buen guiso, según mi gusto, y tráemele para comida, y mi alma te bendecirá antes de morirme.”
5 Mas Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a Esaú, su hijo; y cuando Esaú fue al campo a cazar una presa de casa para traérselo,
6 habló Rebeca con Jacob, su hijo, diciendo: “Mira, he oído a tu padre cómo hablando con Esaú tu hermano, le decía:
7 [238] ‘Tráeme caza, y hazme un buen guiso para comida, y te bendeciré delante de Yahvé antes de morirme’.
8 Ahora bien, hijo mío, oye mi voz en lo que te mando.
9 Ve al rebaño, y tráeme de allí dos buenos cabritos; y yo haré con ellos para tu padre un sabroso guiso como a él le gusta;
10 [239] y se lo presentarás a tu padre, el cual lo comerá y te bendecirá antes de su muerte”.
11 Contestó Jacob a Rebeca, su madre: “Mira que Esaú, mi hermano, es hombre velludo, y yo lampiño.
12 Quizás me palpe mi padre; seré entonces a sus ojos como quien se burla de él y me acarrearé maldición, en lugar de bendición.”
13 Replicóle su madre: “Sobre mí tu maldición, hijo mío; oye tan sólo mi voz, anda y tráemelos.”
14 Fué, pues, a tomarlos, y los trajo a su madre; e hizo su madre un sabroso guiso, como le gustaba a su padre.
15 Después tomó Rebeca vestidos de Esaú, su hijo mayor, los mejores que tenía en casa, y los vistió a Jacob, su hijo menor.
16 Y con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte lisa de su cuello.
17 Luego puso el guiso y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo,
18 el cual entró donde estaba su padre, y dijo “Padre mío”, a lo que éste respondió: “Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío?”
19[240] “Yo soy tu primogénito Esaú”, dijo Jacob a su padre. “He hecho como me dijiste; levántate, te ruego, siéntate, y come de mi caza, para que me bendiga tu alma.”
20 Preguntó Isaac a su hijo: “¿Cómo es que has podido encontrarla tan pronto, hijo mío?” El cual respondió: “porque Yahvé, tu Dios me la puso delante.”
21 Dijo entonces Isaac a Jacob: “Acércate, y te palparé, a ver si realmente eres o no mi hijo Esaú.”
22 Acercóse, pues Jacob a su padre Isaac, el cual lo palpó y dijo: “La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú.”
23 Y no lo reconoció, porque sus manos estaban velludas, como las manos de su hermano Esaú y así lo bendijo.
24 Pero repitió la pregunta: “¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?” Y él respondió: “Soy yo.”
25 Dijo entonces: “Acércame la caza, y comeré de ella, hijo mío, para que te bendiga mi alma.” Se la acercó, y comió; le sirvió también vino y bebió.
26 Después le dijo Isaac, su padre: “Acércate y bésame, hijo mío.”
27 [241] Se acercó y lo besó; y cuando (Isaac) sintió la fragancia de sus vestidos, le bendijo diciendo:
“Mira, el olor de mi hijo
es como el olor de un campo
bendecido por Yahvé.
28 [242] ¡Te de Dios del rocío del cielo,
y de la grosura de la tierra,
y abundancia de trigo y de vino!
29 ¡Sírvante pueblos,
y póstrense delante de ti naciones;
sé señor de tus hermanos,
e inclínense ante ti los hijos de tu madre!
¡Maldito el que te maldiga,
y bendito quien te bendiga!”
Isaac bendice también a Esaú
30 Apenas Isaac había acabado de bendecir a Jacob, y no bien había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, cuando Esaú, su hermano, volvió de su caza.
31 Hizo también un sabroso guiso y presentándolo a su padre le dijo: “Levántese mi padre y coma la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma.”
32 Isaac, su padre, le dijo: “¿Quién eres tú?” Le contestó: “Soy tu hijo, el primogénito tuyo Esaú.”
33 Asombróse Isaac sobremanera, hasta el extremo, y dijo: “¿Quién es, pues, aquel que fue a cazar y me trajo caza, y yo he comido de todo antes que tu vinieses, y lo he bendecido de suerte que quedará bendito?”
34 Al oír Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y extremadamente amargo, y dijo a su padre: “¡Bendíceme también a mí, padre mío!”
35 Mas él respondió: “Ha venido tu hermano con engaño, y se ha llevado tu bendición.”
36 [243] Dijo entonces (Esaú): “Con razón se llama Jacob; pues me ha suplantado ya dos veces: me quitó la primogenitura, y ya ves que ahora me ha quitado la bendición.” Y añadió “¿No has reservado bendición para mí?
37 [244] Isaac respondió y dijo a Esaú: “Mira, le he puesto por señor tuyo, le he dado por siervos a todos sus hermanos y le he provisto de trigo y vino. Por ti, pues, ¿qué podré hacer ahora, hijo mío?”
38 Dijo Esaú a su padre: “¿No tienes más que un sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí, padre mío!” y levantó Esaú su voz y rompió a llorar.
39 Entonces repuso Isaac, su padre, diciendo:
“He aquí que lejos de la grosura
de la tierra será tu morada,
y lejos del rocío que baja del cielo.
40 [245] De tu espada vivirás,
y servirás a tu hermano,
pero cuando empieces a dominar,
romperás su yugo de sobre tu cerviz.”
Esaú amenaza a Jacob con la muerte
41 Esaú concibió odio contra Jacob a causa de la bendición con que le había bendecido su padre; y dijo Esaú en su corazón: “Se acercan ya los días en que haré duelo por mi padre; después mataré a Jacob, mi hermano.”
42 Rebeca tuvo noticia de las palabras de Esaú, su hijo mayor; por lo cual envió a llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo: “Mira, tu hermano Esaú quiere vengarse de ti, matándote.
43 Ahora, pues, hijo mío, oye mi voz: levántate y huye a Harán, a casa de mi hermano Labán;
44 y estarás con él algún tiempo, hasta que se apacigüe la cólera de tu hermano;
45 hasta que la ira de tu hermano se aparte de ti, y él se olvide de lo que le has hecho. Yo entonces enviaré por ti y te traeré de allá. ¿Por qué he de quedar privada de vosotros dos en un mismo día?
46 [246] Y dijo Rebeca a Isaac: “Me da fastidio el vivir, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de este país, ¿para qué seguir viviendo?”
Génesis 28
Isaac envía a Jacob a Mesopotamia
1 Llamó, pues, Isaac a Jacob y lo bendijo, y le dio esta orden: “No tomes mujer de las hijas de Canaán.
2 Levántate y ve a Mesopotamia, a casa de Batuel, padre de tu madre, y toma de allí mujer, de las hijas de Labán, hermano de tu madre.
3 Bendígate el Dios Todopoderoso, y te haga crecer, y te multiplique, para que llegues a ser padre de muchos pueblos.
4 Y te conceda la bendición de Abrahán, a ti y a tu descendencia contigo; a fin de que poseas la tierra de tus peregrinaciones, que Dios ha dado a Abrahán.”
5 Despidió, pues, Isaac a Jacob, el cual se fue a Mesopotamia, a Labán, hijo de Batuel, arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú.
Esaú se casa con una hija de Ismael
6 Vio, pues Esaú que Isaac había bendecido a Jacob, y le había enviado a Mesopotamia a fin de que allí se tomase mujer, y que al bendecirlo le había dado la orden: “No tomes mujer de las hijas de Canaán”,
7 y que Jacob, obedeciendo a su padre y a su madre, había marchado a Mesopotamia,
8 conoció Esaú que las hijas de Canaán eran malas a los ojos de Isaac, su padre,
9 [247] por lo cual fue Esaú a Ismael, y se tomó por mujer, sobre las mujeres que ya tenía, a Mahalat, hija de Ismael, el hijo de Abrahán y hermana de Nabayot.
Viaje de Jacob a Harán
10 Jacob salió de Bersabee y se dirigió a Harán.
11 [248] Llegado a cierto lugar, pasó allí la noche, porque ya se había puesto el sol. Y tomando una de las piedras del lugar, se la puso por cabezal, y se acostó en aquel sitio.
12 [249] Y tuvo un sueño: he aquí una escalera que se apoyaba en la tierra, y cuya cima tocaba en el cielo; los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.
13 Y sobre ella estaba Yahvé, que dijo: “Yo soy Yahvé, el Dios de tu padre Abrahán, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado, te la daré a ti y a tu descendencia.
14 [250] Tu posteridad será como el polvo de la tierra; y te extenderás hacia el occidente y hacia el oriente, hacia el aquilón y hacia el mediodía; y en ti y en tu descendencia serán benditas todas las tribus de la tierra.
15 Y he aquí que Yo estaré contigo, y te guardaré en todos tus caminos y te restituiré a esta tierra; porque no te abandonaré hasta haber cumplido cuanto te he dicho.”
16 [251] Cuando Jacob despertó de su sueño, exclamó: “Verdaderamente Yahvé está en este lugar y yo no lo sabía.”
17 Y lleno de temor añadió: “¡Cuan venerable es este lugar!, no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo.”
18 [252] Se levantó Jacob muy de mañana, tomó la piedra que había puesto por cabezal, la erigió en monumento y derramó óleo sobre ella.
19 [253] Y llamó a aquel lugar Betel -antiguamente el nombre de la ciudad era Luz.
20 [254] Y Jacob hizo un voto, diciendo: “Si Dios está conmigo, y me guarda en este viaje que hago, y me da pan que comer y ropa con que vestirme,
21 y vuelvo yo en paz a la casa de mi padre, entonces será Yahvé mi Dios.
22 Esta piedra que he erigido en monumento será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, te daré el diezmo sin falta.”
Génesis 29
Jacob en casa de Labán
1 [255] Jacob prosiguió su viaje y se fue al país de los hijos de Oriente.
2 Mirando vio en el campo un pozo y he aquí tres rebaños de ovejas sesteando junto a él; pues en aquel pozo se abrevaban los rebaños; y había una piedra grande sobre la boca del pozo.
3 Allí se reunían todos los rebaños; (los pastores) removían la piedra de sobre la boca del pozo, para abrevar los rebaños, y después volvían aponer la piedra en su lugar sobre la boca del pozo.
4 Díjoles Jacob: “Hermanos, ¿de dónde sois?” Contestaron: “Somos de Harán”.
5 [256] Les preguntó: “¿Conocéis a Labán, hijo de Nacor?” Respondieron: “Lo conocemos.”
6 Les dijo entonces: “¿Está bien?” “Bien está, respondieron ellos, y he aquí a Raquel, su hija, que viene con su rebaño.”
7 Entonces dijo: “Todavía es muy de día, no es hora de recoger el ganado; abrevad las ovejas, y volved a apacentarlas.”
8 Ellos respondieron: “No podemos, hasta que se reúnan todos los rebaños y se remueva la piedra de sobre la boca del pozo para que abrevemos las ovejas.”
9 Aun estaba hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues ella era pastora.
10 Como viese Jacob a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, se acercó y removió la piedra de sobre la boca del pozo y abrevó las ovejas de Labán, hermano de su madre.
11 Y besó Jacob a Raquel, y alzó su voz para llorar.
12 [257] Luego declaró Jacob a Raquel que era hermano de su padre e hijo de Rebeca. Tras lo cual ella echó a correr y avisó a su padre.
13 Cuando Labán oyó lo que le decía de Jacob, hijo de su hermana, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo condujo a su casa. Y (Jacob) contó a Labán todas estas cosas.
14 Díjole entonces Labán: “De veras, eres hueso mío y carne mía.” Y estuvo con él por espacio de un mes.
Jacob se casa con Raquel
15 Dijo Labán a Jacob: “¿Acaso por ser mi hermano, has de servirme de balde? Dime cuál será tu salario.”
16 Ahora bien, tenía Labán dos hijas; el nombre de la mayor era Lía, y el nombre de la menor, Raquel.
17 [258] Lía tenía los ojos enfermos; Raquel, en cambio, era de buena figura y de hermoso aspecto.
18 Jacob amaba a Raquel, por lo cual dijo: “te serviré siete años por Raquel, tu hija menor.”
19 Labán respondió: “Mejor es dártela ti, que dársela a otro; quédate conmigo.”
20 [259] Sirvió, pues, Jacob por Raquel siete años, que le parecieron como unos pocos días, por el amor que le tenía.
21 Dijo entonces Jacob a Labán: “Dame mi mujer, que se han cumplido los días, y me llegaré a ella.”
22 Reunió, pues, Labán a toda la gente del lugar y dio un banquete.
23 Mas por la noche tomó a Lía, su hija, y la llevó a Jacob, y éste se llegó a ella.
24 [260] Y dio Labán a su hija Lía su sierva Silfá para esclava.
25 Llegada la mañana, vio (Jacob) que era Lía. Dijo, pues, a Labán: “¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?”
26 Respondió Labán: “No es costumbre en nuestra tierra dar la menor antes que la mayor.
27 Cumple la semana con ésta, y te daremos también la otra, por el servicio que me prestarás durante otros siete años.”
28 Jacob lo hizo así; y habiendo cumplido la semana con ella, le dio por mujer a su hija Raquel.
29 Y dio Labán por esclava a su hija Raquel su sierva Bilhá.
30 [261] Así se llegó (Jacob) también a Raquel, a la cual amó más que a Lía y sirvió a (Labán) otros siete años.
Hijos de Lía
31 Viendo Yahvé que Lía era menospreciada, la hizo fecunda, mientras Raquel era estéril.
32 [262] Concibió Lía y dio a luz un hijo, al cual llamó Rubén, pues decía: “Yahvé ha mirado mi aflicción; ahora sí que me amará mi marido.”
33 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Yahvé oyó que yo era menospreciada; por eso me ha dado también éste.” Y le llamó Simeón.
34 Concibió de nuevo y dio a luz un hijo, y dijo: “Ahora, esta vez, mi marido se aficionará a mí, ya que le he dado tres hijos.” Por eso le llamó Leví.
35 Volvió a concebir, y dio a luz un hijo, y dijo “Esta vez alabaré a Yahvé.” Por tanto, le puso por nombre Judá; y cesó de tener hijos.
Génesis 30
Los restantes hijos de Jacob
1 Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y dijo a Jacob: “Dame hijos, de lo contrario me muero.”
2 Entonces se airó Jacob contra Raquel, y dijo: “¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios, que te ha negado el fruto del seno?”
3 [263] A lo cual ella contestó: “Ahí tienes a mi sierva Bilhá: llégate a ella para que dé a luz sobre mis rodillas. Así también yo tendré descendencia, por medio de ella.”
4 Dióle, pues, a Bilhá, su sierva, por mujer; y Jacob se llegó a ella.
5 Concibió Bilhá y dio a Jacob un hijo.
6 Y dijo Raquel: “Dios me ha hecho justicia, y también ha oído mi voz, concediéndome un hijo.” Por eso le llamó Dan.
7 Concibió otra vez Bilhá, sierva de Raquel, y dio a Jacob un segundo hijo.
8 [264] Entonces dijo Raquel: “Luchas de Dios he luchado con mi hermana y he vencido.” Y le llamó Neftalí.
9 Ahora bien, cuando Lía vio que había dejado de dar a luz, tomó a Silfá, su sierva, y se la dio a Jacob por mujer.
10 Y cuando Silfá, sierva de Lía, dio a Jacob un hijo,
11 exclamó Lía: ¡Qué buena suerte!”, y le puso por nombre Gad.
12 Silfá, sierva de Lía, dio a Jacob también un segundo hijo,
13 y dijo Lía: “¡Por dicha mía!, porque me llamarán dichosa las doncellas.” Y le llamó Aser.
14 Un día salió Rubén, en tiempo de la cosecha del trigo, y halló mandrágoras en el campo, que llevó a su madre Lía. Y dijo Raquel a Lía: “Dame, por favor, de las mandrágoras de tu hijo.”
15 [265] Mas ella le contestó: “¿Te parece poco haberme quitado mi marido? ¿Quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo?” A lo cual contestó Raquel: “Duerma entonces contigo esta noche, a trueque de las mandrágoras de tu hijo.”
16 A la tarde, cuando Jacob volvió del campo, salió Lía a su encuentro y le dijo: “A mí has de venir, pues te he comprado por las mandrágoras de mi hijo”; por lo cual aquella noche durmió con ella.
17 Y oyó Dios a Lía, que concibió y dio a Jacob un quinto hijo.
18 Y dijo Lía. “Dios ha dado mi recompensa por haber dado mi sierva a mi marido”; y le llamó Isacar.
19 Lía concibió otra vez y dio un sexto hijo a Jacob.
20 Y dijo Lía: “Dios me ha dado un buen regalo; ahora habitará mi marido conmigo, pues le he dado seis hijos.” Y le puso por nombre Zabulón.
21 Después dio a luz una hija, a la que llamó Dina.
22 Se acordó Dios también de Raquel, la oyó y la hizo fecunda.
23 [266] Concibió y dio a luz un hijo, y dijo: “Ha quitado Dios mi oprobio.”
24 Y le puso por nombre José, diciendo: “Añádame Yahvé otro hijo”.
Dios enriquece a Jacob
25 Cuando Raquel hubo dado a luz a José, dijo Jacob a Labán: “Déjame marchar, e iré a mi lugar y a mi tierra.
26 Dame mis mujeres y mis hijos, por quienes te he servido, y me iré; bien sabes los servicios que te he hecho.”
27 Le respondió Labán: “¡Halle yo gracia a tus ojos! He observado que Yahvé me ha bendecido por tu causa.”
28 Y agregó: “Fíjame tu salario, y lo daré.”
29 Contestó él: “Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha crecido tu hacienda conmigo.
30 Poco era lo que tenías antes de mi venida, pero se ha aumentado en extremo, pues Yahvé te ha bendecido con mi llegada. Ahora, pues, ¿cuándo podré trabajar también por mi casa?”
31 Le preguntó (Labán): “¿Qué es lo que he de darte?” “No me des nada, respondió Jacob, antes bien haz conmigo lo que te voy a decir, y volveré a pastorear y guardar tu rebaño.
32 [267] Recorreré hoy toda tu grey, apartando de ella todo animal salpicado y mancho y todo animal negro entre los corderos y todo animal manchado y salpicado entre las cabras, y (esto) será mi recompensa.
33 Y responderá por mí mi rectitud el día de mañana, cuando se presente delante de ti mi salario: Todo lo que no fuere salpicado y manchado entre las cabras, y negro entre los corderos, será en mí un robo.”
34 “Bien está, dijo Labán, sea como dices.”
35 Y aquel mismo día (Labán) separó los chivos listados y manchados y todas las cabras salpicadas y manchadas, todo lo que tenía algo de blanco, y todo lo negro entre los corderos, y lo entregó en manos de sus hijos.
36 Además fijó una distancia de tres jornadas entre él y Jacob, el cual siguió apacentando el resto del rebaño de Labán.
37 [268] Entonces tomó Jacob unas varas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y les quitó parte de la corteza, dejando al descubierto lo blanco de las varas.
38 Y colocó las varas así descortezadas en los canales o abrevaderos de agua a donde venían los animales a beber. (Las colocó) a la vista de los animales, para que se encelasen al tiempo de beber.
39 Y así se encelaban los animales a la vista de las varas, y parían crías listadas, salpicadas y manchadas.
40 [269] Y Jacob separó los corderos, dirigiendo ese ganado hacia las reses listadas y poniendo, en cambio, todo lo negro en el rebaño de Labán; y él colocó sus hatos aparte, sin ponerlos junto al rebaño de Labán.
41 Y cada vez que se encelaban las reses robustas, ponía Jacob las varas ante los ojos del ganado en los abrevaderos, para que se encelasen ante las varas.
42 Mas cuando el ganado estaba débil, no las ponía, de modo que las crías débiles eran para Labán, y las robustas para Jacob.
43 Así el hombre se enriqueció de un modo extraordinario, y tuvo muchos rebaños, siervas y siervos, camellos y asnos.
Génesis 31
Vuelta de Jacob a Canaán
1 Oyó Jacob las palabras de los hijos de Labán, que decían: “Jacob se ha apoderado de todo lo que era de nuestro padre, y con la hacienda de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza.”
2 Jacob observó también el rostro de Labán y vio que no era para él como antes.
3 Dijo, pues, Yahvé a Jacob: “Vuélvete a la tierra de tus padres y a tu parentela, y Yo estaré contigo.”
4 Entonces Jacob envió llamar a Raquel y a Lía al campo, donde estaban sus rebaños,
5 y le dijo “Veo que el rostro de vuestro padre no es para mí como antes, mas el Dios de mi padre ha estado conmigo.
6 Como sabéis he servido a vuestro padre con todas mis fuerzas;
7 [270] pero vuestro padre se ha burlado de mí, cambiando diez veces mi salario, aunque Dios no le ha permitido dañarme.
8 Si él decía: ‘Las ovejas salpicas serán tu salario’, todas las ovejas parían crías salpicadas. Y se decía: ‘Las listadas serán tu salario’, todas las ovejas parían crías listadas.
9 [271] De esta suerte Dios ha quitado la hacienda de vuestro padre y me la ha entregado a mí.
10 Al tiempo que las ovejas entraban en calor, alcé mis ojos y vi en sueños que los machos que cubrían el ganado eran listados, salpicados y manchados,
11 [272] Y me dijo el Ángel de Dios en sueño: ‘¡Jacob!’, a lo cual yo respondí: ‘Heme aquí.’
12 Y dijo Él: ‘Alza los ojos, y verás que todos los machos que cubren el ganado son listados, salpicados y manchados, porque he visto todo lo que te ha hecho Labán.
13 Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste un monumento, y donde me hiciste un voto. Ahora, pues, levántate, sal de esta tierra, y vuelve al país de tu nacimiento.”
14 Respondieron Raquel y Lía, diciéndole: “¿Tenemos acaso todavía alguna parte y herencia en la casa de nuestro padre?
15 ¿No nos ha tratado como extranjeras?, pues nos vendió, y se comió por completo nuestro dinero.
16 Mas ahora toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, es nuestra y de nuestros hijos. Haz, pues, cuanto te ha dicho Dios.”
17 [273] Se levantó entonces Jacob, hizo subir a sus hijos y a sus mujeres sobre los camellos,
18 y llevándose todo su ganado, y toda su hacienda que había adquirido, los bienes que había ganado en Mesopotamia, y se fue a Isaac, su padre, al país de Canaán.
Labán da alcance a Jacob
19 [274] Labán había ido a esquilar sus ovejas. Entre tanto robó Raquel los terafim que tenía su padre,
20 y Jacob engañó a Labán, arameo, no comunicándole su huída.
21 [275] Pues huyó con todo lo que era suyo, y levantándose pasó el río, y se encaminó hacia las montañas de Galaad.
22 Al tercer día recibió Labán la noticia de que Jacob había escapado.
23 Entonces tomó a sus hermanos consigo, y persiguiéndolo durante siete días, le dio alcance en la montaña de Galaad.
24 [276] Mas Dios se llegó a Labán, arameo, en sueño durante la noche y le dijo: “Guárdate de decir a Jacob cosa alguna, sea buena, sea mala.”
25 Alcanzó, pues Labán a Jacob, cuando éste tenía fijadas sus tiendas en el monte, y acampó también Labán, con sus hermanos, en el monte de Galaad.
26 Y dijo Labán a Jacob: “¿Qué es lo que has hecho? Me engañaste y te has llevado a mis hijas como cautivas de guerra.
27 ¿Por qué escapaste secretamente, engañándome, y no me avisaste? Te habría despedido con alegría y cantos, con tamboriles y cítaras.
28 Ni siquiera me has dejado besar a mis hijos y a mis hijas. De veras, has obrado neciamente.
29 Está en mi mano el haceros mal; pero el Dios de vuestro padre me habló anoche, diciendo: ‘Guárdate de decir a Jacob cosa alguna, sea buena, sea mala.’
30 Mas ya que has partido, porque tanto deseabas ir a la casa de tu padre, ¿por qué has robado mis dioses?”
31 Conterstó Jacob, y dijo a Labán: “Tuve miedo, pues pensaba que tal vez me quitarías tus hijas.
32 En cuanto a tus dioses, aquel en cuyo poder los encuentres, que muera. En presencia de nuestros hermanos haz tus pesquisas, y en caso que tengo yo algo, llévatelo.” Pues Jacob no sabía que Raquel los había robado.
33 Entró entonces Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lía, y en la tienda de las dos siervas, y no halló nada. Salió de la tienda de Lía, y entró en la tienda de Raquel.
34 Mas Raquel había tomado los terafim y los había metido en la albarda del camello, sentándose encima, y a Labán que registró toda la tienda, sin encontrar nada,
35 le dijo: “No se irrite mi señor si no puedo levantarme delante de ti; porque estoy con la costumbre de las mujeres.” De manera que él, a pesar de escudriñarlo (todo), no halló los terafim.
36 [277] Entonces Jacob, montado en cólera, recriminó a Labán; y tomando Jacob la palabro dijo a Labán: “¿Cuál es mi crimen, y cuál mi pecado, para que tanto te enardezcas en mi persecución?
37 Después de registrar todo mi equipaje, ¿qué has hallado de todos los objetos de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de tus hermanos, y sean ellos jueces entre nosotros dos.
38 Hace veinte años que estoy contigo, y tus ovejas y tus cabras no han abortado, y no me he comido los carneros de tu rebaño.
39 Lo destrozado no te lo he mostrado, pues yo mismo pagaba el daño; y lo robado de noche y lo robado de día de mi mano lo reclamabas.
40 [278] De día me consumía el calor, y de noche el frío, y huía el sueño de mis ojos.
41 Ésta ha sido mi suerte por veinte años en tu casa. Catorce años te he servido por tus dos hijas, y seis años por tu rebaño; y diez veces has cambiado mi salario.
42 [279] Si el Dios de mi padre, el Dios de Abrahán y el Temor de Isaac, no hubiera estado conmigo, me habrías ahora despedido con las manos vacías. Mas Dios ha visto mi aflicción, y el trabajo de mis manos; y Él (te) recriminó la noche pasada.”
Labán hace alianza con Jacob
43 Respondiendo dijo Labán a Jacob: “Las hijas, hijas mías son, los hijos son hijos míos y los rebaños, rebaños míos; y todo cuanto ves, mío es. Mas ¿qué puedo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han dado a luz?
44 Ahora, ven, pues, pactemos alianza, yo y tú, que será para testimonio entre los dos.”
45 Tomó entonces Jacob una piedra, y la erigió en monumento.
46 Y dijo Jacob a sus hermanos: “Recoged piedras.” Y recogieron piedras e hicieron un montón; y comieron allí sobre aquel montón.
47 [280] Labán lo llamó “Jegar-Sahaduta”, y Jacob lo llamó “Galaad”.
48 Y dijo Labán: “Este majano sea hoy testigo entre mí y entre ti,” Por eso se le dio el nombre de Galaad,
49 y también de Masfá, porque dijo: “¡Vele Yahvé sobre nosotros dos, cuando nos hallemos separados el uno del otro!
50 Si tu maltratas a mis hijas, o si tomas otras mujeres, además de mis hijas, estará entre nosotros no un hombre; mira, es Dios quien estará como testigo entre los dos.”
51 Y siguió diciendo Labán a Jacob: “He aquí este majano, y he aquí este monumento que he erigido entre mí y entre ti;
52 este majano sea testigo, y testigo sea este monumento de que yo no pasaré este majano yendo contra ti, y de que tú no pasarás este majano y este monumento yendo contra mí para hacerme mal.
53 El Dios de Abrahán, el Dios de Nacor y el Dios de sus padres sea juez entre nosotros”. Y Jacob juró por el Temor de su padre Isaac.
54 Luego ofreció Jacob un sacrificio en el monte e invitó a sus hermanos a comer. Comieron, pues, y pasaron la noche en el monte.
55 A la mañana se levantó Labán muy temprano, besó a sus hijos y a sus hijas y los bendijo; luego se puso en camino para volver a su lugar.
Génesis 32
Temores de Jacob
1 Prosiguió Jacob su camino y le salieron al encuentro ángeles de Dios.
2 [281] Al verlos, dijo Jacob: “Este es el campamento de Dios”; y llamó a aquel lugar Mahanaim.
3 [282] Luego envió Jacob mensajeros delante de sí a su hermano Esaú, al país de Seír, a las campiñas de Edom,
4 [283] y les dio esta orden: “Así diréis a mi señor Esaú: Esto dice tu siervo Jacob: He estado con Labán donde me detuve como huésped hasta hoy.
5 Tengo bueyes, asnos, ovejas, siervos y siervas; y ahora envío mensaje a mi señor, para hallar gracia a tus ojos.”
6 Los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: “Hemos ido a tu hermano Esaú, y él viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres.”
7 Se atemorizó entonces Jacob en gran manera, y lleno de angustia dividió la gente que tenía, incluso las ovejas, el ganado mayor y los camellos, en dos campamentos;
8 pues se decía: “Si viene Esaú a uno de los dos campamentos y lo destroza, se salvará el campamento restante.”
9 Y oró Jacob: “Oh Dios de mi padre Abrahán y Dios de mi padre Isaac, Yahvé, que me dijiste: Vuelve a tu tierra y al país de tu nacimiento, que Yo te haré bien,
10 ¡qué poco merecía yo todas las mercedes y toda la fidelidad de que has hecho objeto a tu siervo! Pues con sólo mi cayado pasé este Jordán, y ahora he venido a formar dos campamentos.
11 [284] Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú; porque le temo, no sea que venga y me destruya a mí y a las madres con los hijos.
12 [285] Tú mismo dijiste: Yo te colmaré de bienes y haré tu descendencia como las arenas del mar, que a causa de su muchedumbre no pueden contarse.”
Jacob aplaca a su hermano Esaú
13 Habiendo pasado allí aquella noche, tomó Jacob de lo que tenía a mano para hacer un presente a Esaú, su hermano:
14 doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros,
15 treinta camellas criando con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte asnas y diez pollinos.
16 Los entregó a sus siervos, cada rebaño aparte, y dijo a sus siervos: “Id delante de mí, dejando un espacio entre rebaño y rebaño.”
17 Y dio al primero esta orden: “Cuando te encontrare Esaú, mi hermano, y te preguntare: ¿De quién eres, y adónde vas, y de quién es lo (que marcha) delante de ti?,
18 dirás: De tu siervo Jacob; es un presente, enviado a mi señor Esaú; y he aquí que él mismo viene detrás de nosotros.”
19 Y también al segundo, como asimismo al tercero, y a todos los que iban tras los rebaños, mandó: “En éstos términos hablaréis a Esaú cuando lo encontrareis.”
20 Y diréis también: “He aquí, tu siervo Jacob viene detrás de nosotros.” Porque se decía: Aplacaré su ira con el presente que va delante de mí; después veré su rostro; quizá me sea propicio.
21 Pasó, pues el presente delante de él; mas él se quedó aquella noche en el campamento.
La lucha con el Ángel
22 [286] Aquella noche se levantó Jacob, tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, para pasar el vado del Yaboc.
23 Los tomó, y los hizo pasar el río, e hizo pasar también todo lo que tenía.
24 [287] Así se quedó Jacob solo, y luchó con él un hombre hasta rayar el alba.
25 [288] Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación del muslo de Jacob mientras luchaba con él.
26 Por lo cual dijo: “Déjame que ya raya el alba.” Mas (Jacob) contestó: “No te dejaré ir si no me bendices.”
27 Le preguntó él: “¿Cuál es tu nombre?”, y respondió: “Jacob.”
28 [289] Le dijo entonces: “En adelante no te llamarás más Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con hombres, y has prevalecido.”
29 Preguntóle Jacob, diciendo: “Dime, por favor, tu nombre.” Mas él contestó: “¿Por qué preguntas mi nombre?” Y le bendijo allí.
30 [290] Jacob dio a aquel lugar el nombre de Fanuel, porque (dijo): “He visto a Dios cara a cara, y ha quedado a salvo mi vida.”
31 Apenas había pasado de Fanuel cuando salió el sol; e iba cojeando del muslo.
32 [291] Por tanto, los hijos de Israel no comen, hasta el día de hoy, el nervio ciático, que está en la articulación del muslo, por haber sido tocada la articulación del muslo de Jacob en el nervio ciático.
Génesis 33
Reconciliación con Esaú
1 Cuando Jacob alzando los ojos vio que venía Esaú, y con él cuatrocientos hombres, repartió los niños entre Lía y Raquel y las dos siervas,
2 poniendo delante a las siervas con sus hijos, detrás a Lía con sus hijos, y a Raquel con José los postreros.
3 Él mismo se les adelantó y se postró en tierra siete veces, hasta que se hubo acercado a su hermano.
4 [292] Entonces Esaú corrió a su encuentro, le abrazó, se echó sobre su cuello y le besó; y lloraron.
5 Alzando los ojos, vio (Esaú) a las mujeres y a los niños, y preguntó: “¿Quiénes son estos que tienes contigo?” Respondió: “Son los hijos que Dios ha dado a tu siervo.”
6 Y se acercaron las siervas, ellas y sus hijos, y se postraron.
7 Acercóse también Lía con sus hijos, y se postraron; y después se acercaron José y Raquel, y se postraron.
8 Preguntó entonces: “¿Qué significa toda esta caravana que acabo de encontrar?” A lo que respondió (Jacob): “Es para hallar gracia a los ojos de mi señor.”
9 “Vivo en abundancia, hermano mío, contestó Esaú; sea para ti lo que es tuyo.”
10 [293] Pero Jacob replicó: “De ninguna manera. Si he hallado gracia a tus ojos, acepta mi presente de mi mano, por cuanto he visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado tu benevolencia.
11 [294] Acepta, pues, mi bendición que te he traído; pues Dios me ha favorecido y tengo de todo.” Y le instó tanto que aceptó.
12 Luego dijo (Esaú): “Partamos y pongámonos en marcha, y yo iré delante de ti.”
13 Mas él respondió: “Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas preñadas; y si las arrean apresuradamente un solo día, morirá todo el ganado.
14 Adelántese, pues, mi señor a su siervo, y yo seguiré lentamente, al paso de los rebaños que llevo delante, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor, a Seír.”
15 Respondió Esaú: “Dejaré entonces para ti parte de la gente que tengo conmigo.” Mas (Jacob) dijo: “¿Para qué esto? ¡Con tal que halle yo gracia a los ojos de mi señor!”
16 Se volvió, pues, Esaú ese mismo día rumbo a Seír.
Jacob en Sucot y Siquem
17 [295] Jacob marchó a Sucot, donde hizo una casa para sí, y cabañas para su ganado. Por donde se llamó aquel lugar Sucot.
18 [296] De vuelta de Mesopotamia llegó Jacob sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en el país de Canaán, y acampó frente a la ciudad.
19 [297] Y compró a los hijos de Hemor, padre de Siquem, por cien kesitas, la parte del campo donde había asentado su tienda.
20 [298] Allí erigió un altar, y lo llamó El-Elohé-Israel.
Génesis 34
Crimen de los siquemitas
1 Diná, la hija que Lía había dado a luz a Jacob, salió para ver a las hijas del país.
2 [299] La vio Siquem, hijo de Hemor el heveo, príncipe del país, y la tomó y cohabitó con ella, haciéndole violencia.
3 Y se prendó de Dina, hija de Jacob, de tal manera que se enamoró de la joven y le habló al corazón.
4 Habló, pues, Siquem a su padre Hemor, diciendo: “Tómame esta joven por mujer.”
5 Supo Jacob que (Siquem) había violado a su hija Dina; mas estando sus hijos con el ganado en el campo, se calló Jacob hasta su regreso.
6 Entretanto, Hemor, padre de Siquem fue a ver a Jacob para hablar con él.
7 Cuando los hijos de Jacob vinieron del campo y lo supieron, se entristecieron y se irritaron mucho, porque con la violación de la hija de Jacob se había cometido un crimen contra Israel, cosa que no se debía hacer.
8 Habló Hemor con ellos, y dijo: “Siquem, mi hijo, está enamorado de vuestra hija; os ruego, dádsela por mujer.
9 Emparentad con nosotros, dadnos vuestras hijas, y tomad para vosotros nuestras hijas;
10 y habitad con nosotros, pues la tierra estará a vuestra disposición. Permaneced en ella, recorredla y tomadla en posesión.”
11 También Siquem dijo al padre y a los hermanos de ella: “¡Halle yo gracia a vuestros ojos!, pues daré lo que me pidiereis.
12 [300] Exigidme mucha dote y muchos dones; yo daré cuanto me digáis; pero dadme a la joven por mujer.”
13 Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a Hemor, su padre, hablando con dolo, por cuanto había violado a Dina su hermana,
14 [301] y les dijeron: “No podemos hacer eso de dar nuestra hermana a un hombre incircunciso; porque sería para nosotros una deshonra.
15 Sólo con esta condición podremos acceder a vuestro deseo: si consentís en ser como nosotros, circuncidando a todo varón de entre vosotros.
16 Entonces os daremos nuestras hijas, y nos tomaremos vuestras hijas; y habitaremos con vosotros, formando un solo pueblo.
17 Pero, si no queréis escucharnos y no os circuncidáis, tomaremos a nuestra hija y nos iremos.”
18 Parecieron bien sus palabras a Hemor y a Siquem, hijo de Hemor;
19 y no tardó el joven en hacer aquello, porque estaba prendado de la hija de Jacob; y era él el más distinguido de toda la casa de su padre.
Simón y Leví toman venganza
20 [302] Luego fueron Hemor y Siquem, su hijo, a la puerta de su ciudad, y hablaron con los hombres de la ciudad, diciendo:
21 “Estos hombres son pacíficos con nosotros; habiten, pues, en el país y lo recorran. He aquí que el país es suficientemente largo y ancho para ellos. Tomaremos a sus hijas por mujeres y les daremos nuestras hijas.
22 Pero los hombres sólo querrán consentir en habitar con nosotros y formar un mismo pueblo con tal que se circuncide todo varón de entre nosotros, así como ellos son circuncisos.
23 Entonces sus ganados y sus riquezas y todas sus bestias, ¿no serán nuestros?, tan sólo accedamos a sus deseos; y así habitarán con nosotros.”
24 Asintieron a Hemor y a Siquem, su hijo, todos los que venían a la puerta de su ciudad; y se circuncidaron todos los varones que venían a la puerta de su ciudad.
25 [303] Mas al tercer día, cuando sintieron los dolores, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y en plena paz entraron en la ciudad, y mataron a todos los varones.
26 Mataron también a Hemor y a Siquem, su hijo, al filo de espada; y tomando a Dina de la casa de Siquem se volvieron.
27 Después los hijos de Jacob se arrojaron sobre los muertos y saquearon la ciudad, por cuanto habían violado a su hermana.
28 Tomaron sus ovejas, sus vacadas y sus asnos; todo lo que había en la ciudad y lo que había en el campo.
29 [304] Se llevaron como botín todos sus bienes, a todos sus niños y a sus mujeres, y todo cuanto había en las casas.
30 [305] Dijo entonces Jacob a Simeón y Leví: “Me habéis desconcertado, haciéndome odioso a los moradores de esta tierra, a los cananeos y los fereceos; y no tengo sino poca gente; se juntarán contra mí y me matarán; y seré destruido yo y mi casa.”
31 Le respondieron: “¿Debió él tratar a nuestra hermana como a una prostituta?”
Génesis 35
Jacob erige un altar en Betel
1 Dijo Dios a Jacob: “Levántate, sube a Betel, donde habitarás, y construye allí un altar al Dios que se te apareció cuando ibas huyendo de Esaú, tu hermano.
2 [306] Dijo, pues, Jacob a su familia, y a todos los que con él estaban: “Apartad los dioses extraños que hay en medio de vosotros; purificaos y mudad vuestros vestidos.
3 Nos levantaremos para subir a Betel, donde construiré un altar al Dios que me oyó en el día de mi angustia y me asistió en el camino por donde he andado.”
4 [307] Entonces entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, y los pendientes que traían en las orejas; y Jacob los escondió bajo la encina que está cerca de Siquem.
5 [308] Luego se pusieron en marcha, y vino el terror de Dios sobre las ciudades circunvecinas, de manera que no persiguieron a los hijos de Jacob.
6 Llegó, pues, Jacob a Luz, en tierra de Canaán, que es Betel, él y todo su pueblo con él.
7 [309] Allí erigió un altar, y llamó al lugar El-Betel; porque allí se le apareció Dios, cuando huía de su hermano.
8 Y murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue enterrada al pie de Betel, bajo una encina, la cual fue llamada Encina del Llanto.
El Señor renueva las promesas
9 Aparecióse Dios otra vez a Jacob después de su vuelta de Mesopotamia, y le bendijo.
10 [310] Dios le dijo: “Tu nombre es Jacob; pero ya no te llamarás Jacob; tu nombre será Israel.” Y le puso por nombre Israel.
11 Y le dijo Dios: “Yo soy el Dios Omnipotente. Crece y multiplícate; de ti nacerá una nación y una multitud de naciones, y reyes saldrán de tus lomos.
12 Y la tierra que di a Abrahán y a Isaac, te la daré a ti; a tu posteridad después de ti daré esta tierra.”
13 Y desapareció Dios de su presencia, en el lugar donde había hablado con él.
14 [311] En aquel lugar donde había hablado con él levantó Jacob un monumento, un monumento de piedra, sobre el cual ofreció una libación y derramó óleo.
15 Y Jacob dio al lugar donde Dios le había hablado, el nombre de Betel.
Muerte de Raquel
16 [312] Partieron de Betel, y faltaba aun algún trecho de camino para llegar a Efrata cuando Raquel dio a luz. Tuvo ella un duro parto,
17 y cuando peligraba en el parto, le dijo la partera: “No temas, porque también esta vez tienes un hijo.”
18 [313] Y al salir su alma -pues estaba ya moribunda- le llamó Benoní; mas su padre le llamó Benjamín.
19 Murió, pues, Raquel y fue sepultada en el camino de Efrata, que es Betlehem.
20 [314] Erigió Jacob un monumento sobre su tumba, es el monumento de la tumba de Raquel hasta el día de hoy.
Crimen de Rubén
21 [315] Partió Israel y asentó sus tiendas más allá de Migdal-Eder.
22 [316] Y mientras moraba Israel en aquella región, fue Rubén y cohabitó con Bilhá, concubina de su padre, lo que supo Israel.
Los doce hijos de Jacob
Los hijos de Israel eran doce:
23 Hijos de Lía: Rubén, el primogénito de Jacob; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
24 Hijos de Raquel: José y Benjamín.
25 Hijos de Bilhá, sierva de Raquel: Dan y Neftalí.
26 Hijos de Silfá, sierva de Lía: Gad y Aser. Estos son los hijos de Jacob que le nacieron en Mesopotamia.
Muerte de Isaac
27 Fue Jacob adonde vivía Isaac, su padre, a Mamré, a Quiriat Arbá, que es Hebrón, donde moraron como extranjeros Abrahán e Isaac.
28 Fueron los días de Isaac ciento ochenta años.
29 [317] Anciano y colmado de días expiró Isaac y murió, y fue reunido con su pueblo; le sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.
Génesis 36
Los descendientes de Esaú
1 [318] Esta es la historia de Esaú, que es Edom:
2 Esaú tomó sus mujeres de entre las hijas de Canaán: a Adá, hija de Elón, heteo; a Oholibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, heveo;
3 y a Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebayot.
4 De Adá nació a Esaú Elifaz, y de Basemat Reuel.
5 Oholibamá dio a luz a Jeús, a Jalam y a Core. Estos son los hijos de Esaú, que le nacieron en tierra de Canaán.
6 Esaú tomó a sus mujeres, sus hijos y sus hijas, y a todas las almas de su casa, su ganado y todas sus bestias, con todos los bienes que había adquirido en tierra de Canaán, y se dirigió a un país alejado de Jacob, su hermano.
7 Porque la hacienda de ellos era tan grande, que no podían habitar juntos; pues la tierra de sus peregrinaciones no era capaz de sostenerlos a causa de sus ganados.
8 [319] Se estableció, pues, Esaú en la montaña de Seír. Esaú es lo mismo que Edom.
9 Estos son los descendientes de Esaú, padre de los idumeos, en la montaña de Seír,
10 y estos son los nombres de sus hijos: Elifaz, hijo de Adá, mujer de Esaú.
11 Los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefó, Gatam y Quenaz.
12 Timná fue concubina de Elifaz, hijo de Esaú, y dio a luz a Amalec. Éstos son los descendientes de Adá, mujer de Esaú.
13 Y éstos son los hijos de Reuel: Náhat, Sera, Samá y Misá. Son éstos los descendientes de Basemat, mujer de Esaú.
14 Los hijos de Oholibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, mujer de Esaú, que ella dio a luz a Esaú, fueron éstos: Jeús, Jalam y Core.
15 He aquí los príncipes de los hijos de Esaú. De los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: el príncipe Temán, el príncipe Omar, el príncipe Sefó, el príncipe Quenaz,
16 el príncipe Core, el príncipe Gatam, el príncipe Amalec. Éstos son los príncipes de Elifaz, en el país de Edom, y éstos son los descendientes de Adá.
17 Los hijos de Reuel, hijo de Esaú, fueron el príncipe Náhat, el príncipe Sera, el príncipe Samá, el príncipe Misá. Éstos son los príncipes de Reuel, en el país de Edom; y éstos son los descendientes de Basemat, mujer de Esaú.
18 Los hijos de Oholibamá, mujer de Esaú, fueron: el príncipe Jeús, el príncipe Jalam, el príncipe Core. Éstos son los príncipes de Oholibamá, hija de Aná, mujer de Esaú.
19 Éstos son los hijos de Esaú, y éstos sus príncipes. Éste es Edom.
Descendiente de Seír
20 [320] He aquí los hijos de Seír, el horreo, que habitaba aquella tierra: Lotá, Sobal, Sibeón, Aná,
21 Disón, Eser y Disán. Éstos son los príncipes de los horreos, hijos de Seír, en el país de Edom.
22 Los hijos de Lotán fueron: Horí y Hemán; y la hermana de Lotán fue Timná.
23 Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manáhat, Efal, Sefó y Onam;
24 [321] y los hijos de Sibeón: Ayá y Aná. Éste es el mismo Aná que halló las aguas calientes en el desierto, cuando apacentaba los asnos de su padre Sibeón.
25 [322] Los hijos de Aná: Disón y Oholibamá, hija de Aná.
26 Los hijos de Disón: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.
27 Los hijos de Eser: Bilhán, Saaván y Acán.
28 Los hijos de Disán: Us y Arán.
29 Éstos son los príncipes horreos: el príncipe Lotán, el príncipe Sobal, el príncipe Sibeón, el príncipe Aná,
30 el príncipe Disón, el príncipe Eser, el príncipe Disán. Éstos son los príncipes horreos, según sus principados en el país de Seír.
Los reyes de Edom
31 [323] Éstos son los reyes que reinaron en el país de Edom, antes que tuvieran rey los hijos de Israel.
32 Reinó en Edom Bela, hijo de Beor; y el nombre de su ciudad era Dinabá.
33 Murió Bela, y reinó en su lugar Jobab, hijo de Sera, de Bosra.
34 Murió Jobab, y reinó en su lugar Husam, de la tierra de los temanitas.
35 Murió Husam, y reinó en su lugar Hadad, hijo de Badad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad era Avit.
36 Murió Hadad, y reinó en su lugar Samlá, de Masrecá.
37 Murió Samlá, y reinó en su lugar Saúl, de Rehobot del Río.
38 Murió Saúl, y reinó en su lugar Baalhanán, hijo de Acbor.
39 Murió Baalhanán, hijo de Acbor, y reinó en su lugar Hadar; y el nombre de su ciudad era Pau, y el nombre de su mujer Mehetabel, hija de Matred, hija de Mesahab.
40 Éstos son los nombres de los príncipes de Esaú, según sus familias, según sus territorios, y por sus nombres: el príncipe Timná, el príncipe Alvá, el príncipe Jetet,
41 el príncipe Oholibamá, el príncipe Elá, el príncipe Pinón,
42 el príncipe Quenaz, el príncipe Temán, el príncipe Mibsar,
43 el príncipe Magdiel, el príncipe Iram. Éstos son los príncipes de Edom, según sus moradas, en la tierra que ocupa. Éste es Esaú, padre de Edom.
V. Historia de José
Génesis 37
Envidia de los hijos de Jacob contra José su hermano
1 Habitó Jacob en la tierra de las peregrinaciones de su padre, en la tierra de Canaán.
2 [324] He aquí la historia de Jacob.
Cuando José tenía diez y siete años, apacentaba con sus hermanos los rebaños, y por ser todavía joven, estaba con los hijos de Bilhá y los hijos de Silfá, mujeres de su padre; y dio José noticia de la mala fama que ellos tenían.
3 [325] Israel amaba a José más que a todos sus hermanos, por ser el hijo de su vejez; y le había hecho un traje talar.
4 Viendo, pues, sus hermanos que su padre le amaba más que a todos sus hermanos, cobraron tal odio contra él que no podían hablarle en paz.
5 Tuvo José un sueño, que contó a sus hermanos, por lo cual le odiaron más todavía.
6 Les dijo: “Escuchad este sueño que he soñado.
7 [326] Estábamos atando gavillas en el campo, y vi cómo se levantaba mi gavilla y se mantenía derecha, mientras que vuestras gavillas la rodeaban, y se postraban ante mi gavilla.”
8 Le dijeron sus hermanos: “¿Quieres acaso reinar sobre nosotros o dominarnos por completo?” De modo que le odiaron aun más a causa de sus sueños y sus palabras.
9 Tuvo, además otro sueño, y lo contó a sus hermanos diciendo: “Mirad, he tenido otro sueño más: el sol y la luna y once estrellas se postraban delante de mí.”
10 Lo contó a su padre y a sus hermanos, por lo cual su padre le reprendió, diciendo: “¿Qué sueño es éste que has soñado? ¿Debemos acaso venir, yo y tu madre y tus hermanos, y postrarnos en tierra delante de ti?”
11 [327] Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre reflexionaba sobre lo sucedido.
José es arrojado en una cisterna.
12 Los hermanos de José fueron a apacentar los rebaños de su padre en Siquem,
13 y dijo Israel a José: “¿No están tus hermanos pastoreando en Siquem? Ven, que te enviaré a donde ellos están.” Le respondió: “Heme aquí.”
14 Y dijo: “Anda, y ve cómo están tus hermanos y cómo se halla el ganado, y tráeme noticias.” Así le envió desde el valle de Hebrón, y (José) se fue a Siquem.
15 Y cuando andaba errante por el campo le encontró un hombre, el cual le preguntó: “¿Qué estás buscando?”
16 Contestó: “Busco a mis hermanos; dime por favor, dónde están pastoreando.”
17 [328] Dijo el hombre; “Se han ido de aquí, pues les oí decir: ‘Vamos a Dotain’.” Con esto se marchó José en busca de sus hermanos, y los halló en Dotain.
18 Cuando ellos le vieron desde lejos, ya antes que llegase a ellos, buscaron cómo matarle dolosamente,
19 diciéndose uno a otro: “Mirad, ahí viene ese soñador.
20 Vamos a matarle y arrojarle en una de estas cisternas; y diremos que una fiera lo ha devorado; entonces veremos qué será de sus sueños.”
21 Rubén, que oyó esto, trató de librarlo de sus manos, diciendo: “No le quitemos la vida.”
22 [329] Y los exhortó Rubén: “No derraméis sangre; arrojadlo en esta cisterna que está en el desierto, mas no pongáis en él la mano”, (esto decía) para librarlo de su mano, a fin de devolverlo a su padre.
23 Con todo, cuando José llegó a sus hermanos, le despojaron de su túnica, el traje talar que traía puesto;
24 y tomándolo lo arrojaron en la cisterna. La cisterna estaba vacía, no había agua en ella.
José en Egipto
25 [330] Después se sentaron a comer, y levantando los ojos vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, y cuyos camellos llevaban especias y bálsamo y resina para transportarlos a Egipto.
26 Entoences dijo Judá a sus hermanos: “¿Qué ganaremos con matar a nuestro hermano y ocultar su sangre?
27 Vamos, vendámoslo a los ismaelitas y no pongamos en él nuestra mano; pues es nuestro hermano, carne nuestra.” Sus hermanos estaban de acuerdo,
28 [331] y cuando pasaron los mercaderes madianitas, sacaron a José, alzándole de la cisterna. Y vendieron a José por veinte piezas de plata a los ismaelitas, que le llevaron a Egipto.
29 Cuando Rubén volvió a la cisterna y vio que José no estaba en la cisterna, rasgó sus vestidos,
30 y volviéndose a sus hermanos, les dijo: “El niño no aparece; ahora, ¿adónde voy yo?”
31 Mas ellos tomaron la túnica de José, degollaron un macho cabrío, empaparon la túnica en la sangre,
32 y enviaron el traje talar a su padre, diciendo: “Esto hemos hallado; comprueba, pues, si es o no la túnica de tu hijo.”
33 Y él la reconoció y dijo: “Es la túnica de mi hijo; una fiera lo ha devorado. Despedazado, despedazado ha sido José.”
34 [332] Y rasgó Jacob sus vestidos, puso un saco sobre sus lomos e hizo duelo por su hijo muchos días.
35 [333] Todos sus hijos y todas sus hijas vinieron a consolarle; mas él no quiso ser consolado, sino que dijo: “Por tristeza bajaré adonde está mi hijo, al scheol.” Así lo lloró su padre.
36 [334] Los madianitas le vendieron en Egipto a Putifar, eunuco del Faraón, jefe de la guardia.
Génesis 38
Hijos de Judá
1 [335] En aquel tiempo se separó Judá de sus hermanos, y bajando llegó a un adullamita que se llamaba Hirá.
2 Allí vio Judá a la hija de un cananeo, llamado Súa; la tomó (por mujer) y se llegó a ella;
3 la cual concibió y dio a luz un hijo, a quien llamó Er.
4 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, al que puso por nombre Onán.
5 Volvió a dar a luz un hijo, a quien llamó Selá. Estaba en Quesib cuando dio a luz.
6 Ahora bien, tomó Judá para Er, su primogénito, una mujer que se llamaba Tamar.
7 Pero Er, el primogénito de Judá, era malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé le quitó la vida.
8 [336] Entonces dijo Judá a Onán: “Llégate a la mujer de tu hermano, y cumple con ella tu deber de cuñado, suscitando descendencia a tu hermano.”
9 [337] Mas Onán, sabiendo que la descendencia no había de ser suya, siempre que se llegaba a la mujer de su hermano, derramaba en tierra, para no dar prole a su hermano.
10 Lo que hacía, era malo a los ojos de Yahvé, por lo cual lo mató a él también.
11 Dijo entonces Judá a Tamar, su nuera: “Quédate como viuda en casa de tu padre, hasta que sea mayor mi hijo Selá”, porque se decía: “No sea que muera también él, como sus hermanos.” Se fue, pues, Tamar, y habitó en casa de su padre.
Judá y Tamar
12 Pasados ya muchos días, murió la hija de Súa, mujer de Judá; y concluido el duelo, subió Judá con su amigo Hirá adullamita a Timná donde estaban los esquiladores de sus ovejas.
13 Lo supo Tamar, pues le decían: “Mira, tu suegro sube a Timná, al esquileo de sus ovejas.”
14 Entonces ella se quitó los vestidos de su viudez y se cubrió de un velo; y así envuelta se sentó a la entrada de Enaim, en el camino de Timná, porque veía que Selá era ya grande, y ella no le había sido dada por mujer.
15 Como la viese Judá, la tuvo por ramera, por tener ella cubierto el rostro;
16 y dirigiéndose hacia ella, en el borde del camino dijo: “Déjame, por favor llegarme a ti”, pues no sabía que era su nuera. Ella preguntó: “¿Qué me darás por llegarte a mi?”,
17 Respondió: “Enviaré un cabrito del rebaño”, a lo cual ella dijo: “Sí, con tal que me des una prenda, hasta que lo mandes.”
18 [338] “¿Qué prenda te he de dar?”, preguntó él, y ella contestó: “Tu sello, tu cordón y el bastón que llevas en la mano.” Se lo dio, y llegóse a ella, la cual concibió de él.
19 Después se levantó y se fue, se quitó el velo y se vistió los vestidos de su viudez.
20 Envió Judá el cabrito por mano de su amigo, el adullamita, para retirar de la mujer los objetos dados en prenda, pero no la halló.
21 Por lo cual preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo “¿Dónde está la prostituta de Enaim, la de junto al camino?” Respondieron: “Aquí no ha habido prostituta alguna.”
22 Se volvió, pues, a Judá y dijo: “No la he encontrado; y además los hombres de aquel lugar dicen: ‘No ha habido aquí prostituta alguna.’”
23 Dijo entonces Judá: “Tómeselo para sí, para que nadie pueda burlarse de nosotros. He aquí, yo he enviado este cabrito, mas tú no la has encontrado.”
24 Pasados unos tres meses fue dada a Judá esta noticia: “Tu nuera Tamar se ha prostituido, y también está encinta a consecuencia de sus fornicaciones.” Y mandó Judá: “¡Sacadla, y sea quemada!”
25 [339] Fue, pues, sacada, mas envió a decir a su suegro: “Del varón a quien pertenecen estas cosas estoy yo encinta.” Y añadió: “Averigua tú, te ruego, de quien son este sello, este cordón y este bastón.”
26 Los reconoció Judá, y dijo: “Más justa es ella que yo, por cuanto no se la he dado a Selá, mi hijo.” Y no volvió más a conocerla.
27 [340] Venido el tiempo de su parto, sucedió que había mellizos en su seno.
28 Y al dar a luz, uno sacó la mano; la tomó la partera y ató a ella un hijo de escarlata, diciendo: “Este salió primero.”
29 Pero retiró él su mano y salió su hermano. Y ella dijo: “¡Cómo te abriste brecha!” Y fue llamado Fares.
30 Luego salió su hermano, el que tenía en la mano el hijo de escarlata, y fue llamado Zara.
Génesis 39
José en casa de Putifar
1 José fue llevado a Egipto; y Putifar, eunuco del Faraón, capitán de la guardia, egipcio, le compró a los ismaelitas que allá le habían llevado.
2 Mas Yahvé estaba con José e hizo prosperar lo que hacía. Habitaba en casa de su señor, el egipcio;
3 y su señor vio que Yahvé le asistía y que Yahvé favorecía en sus manos todas sus empresas.
4 [341] Así José halló gracia a sus ojos, y le servía de tal manera que le encargó el gobierno de su casa y puso en sus manos todo lo que tenía.
5 Y sucedió que desde el tiempo en que le encargara el gobierno de su casa y de todo lo que tenía, Yahvé bendijo la casa del egipcio por amor a José; y la bendición de Yahvé se derramó sobre todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo;
6 de manera que dejó todo lo suyo en manos de José, sin tener otra preocupación que la de comer. Era José de bella figura y de hermoso aspecto.
7 [342] Acaeció después de estas cosas que la mujer de su señor puso los ojos en José y dijo: “Acuéstate conmigo.”
8 Pero él rehusó, diciendo a la mujer de su señor: “Es verdad que mi señor no me pide cuentas acerca de lo que tiene en su casa, y todos sus bienes los ha puesto en mi mano;
9 [343] nadie hay en esta casa que sea más grande que yo, y él no se ha reservado nada, a excepción de ti, por cuanto eres su mujer. ¿Cómo, pues, voy a hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?”
10 [344] Todos los días hablaba ella así, pero él no consintió en acostarse a su lado y estarse con ella.
11 Mas cuando cierto día entró en la casa para cumplir su tarea, y no había ninguno de los sirvientes de la casa allí dentro,
12 le asió de su vestido y dijo: “Acuéstate conmigo.” Pero él, dejando su vestido en mano de ella, huyó y salió afuera.
13 Viendo ella que le había dejado su vestido en la mano y había huido afuera,
14 llamó a los sirvientes de su casa y les dijo: “Mirad, nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros; vino a mí para acostarse conmigo, pero yo clamé a grandes voces;
15 y él, como oyese que yo alzaba mi voz y clamaba, dejó su vestido junto a mí y escapó huyendo.”
16 Y puso ella junto a sí el vestido de él hasta que su señor volviera a la casa.
17 A éste le habló en los mismos términos, diciendo: “Vino a mí el siervo hebreo que nos trajiste, para burlarse de mí;
16 pero cuando yo levanté mi voz y grité, dejó su vestido junto a mí y huyó afuera.”
José en la cárcel
19 Al oír el señor las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: “Esto me ha hecho su siervo”, montó en cólera,
20 [345] y tomando a José lo metió en la cárcel, en el lugar donde se guardaban los presos del rey; y allí quedó en la cárcel.
21 Mas Yahvé estaba con José, y le mostró su misericordia, haciéndolo grato a los ojos del jefe de la cárcel,
22 de tal manera que el jefe de la cárcel puso todos los presos que había en la cárcel en manos de José, y sin José no se hacía nada allí.
23 El jefe de la cárcel no se cuidaba de cosa alguna que estaba en manos (de José), porque Yahvé le asistía, y Yahvé favorecía todas sus acciones.
Génesis 40
José interpreta los sueños de sus compañeros.
1 Después de esto sucedió que el copero del rey de Egipto y el panadero faltaron contra su señor, el rey de Egipto.
2 Y se encolerizó el Faraón contra sus dos ministros, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos;
3 y los metió presos en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.
4 El capitán de la guardia los puso bajo la custodia de José, y éste les atendía. Estando ya algún tiempo en prisión,
5 el copero y el panadero del rey de Egipto, que se hallaban presos en la cárcel, soñaron sueños, ambos en la misma noche, cada uno el suyo, cada uno según lo que había de significar su sueño.
6 Cuando por la mañana José vino a ellos, vio que estaban tistes;
7 por lo cual preguntó a los ministros del Faraón que estaban con él en la cárcel, en la casa de su señor, diciendo: “¿Por qué están hoy vuestros semblantes tan tristes?”
8 [346] Le respondieron: “Hemos soñado sueños, y no hay quien los interprete.” Les replicó José: “¿No es Dios el que da interpretación? Contadme (el sueño), os ruego.
9 Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño, diciendo: “En mi sueño vi una vid delante de mí.
10 En la vid había tres sarmientos; estaba brotando, salía su flor, y sus racimos maduraban uvas.
11 Yo tenía en mi mano la copa del Faraón, y tomando las uvas las exprimí en la copa del Faraón, y entregué la copa en mano del Faraón.”
12 José le dijo: “Esta es su interpretación: Los tres racimos son tres días.
13 Al cabo de tres días el Faraón exaltará tu cabeza, y te restituirá en tu cargo, y darás la copa del Faraón en su mano, como tenías costumbre anteriormente, cuando eras su copero.
14 Sólo te pido que te acuerdes de mí cuando te vaya bien; y que uses de misericordia conmigo, recordándome ante el Faraón, y que me saques de esta casa.
15 [347] Pues he sido robado del país de los hebreos; y aun aquí no he hecho nada para que me metieran en el calabozo.”
16 Viendo el jefe de los panaderos que era buena la interpretación, dijo a José: “Yo, por mi parte, vi en mi sueño tres canastos de pasta fina sobre mi cabeza.
17 En el canasto de encima había toda clase de pastelería para el Faraón, y las aves comían del canasto que llevaba sobre mi cabeza.”
18 Respondió José diciendo: “Esta es su interpretación: Los tres canastos son tres días.
19 [348] Al cabo de tres días el Faraón te quitará la cabeza, te colgará en un madero y las aves comerán tu carne.”
20 [349] Y, efectivamente, al día tercero, día del cumpleaños del Faraón, hizo éste un banquete para todos sus siervos; y alzó en medio de sus siervos la cabeza del jefe de los coperos y la del jefe de los panaderos.
21 Restituyó al jefe de los coperos a su oficio de copero, el cual volvió a poner la copa en mano del Faraón.
22 Mas al jefe de los panaderos le colgó, como les había interpretado José.
23 [350] Y no se acordó el jefe de los coperos de José, sino que se olvidó del mismo.
Génesis 41
José interpreta los sueños del Faraón
1 [351] Dos años después tuvo el Faraón un sueño: le parecía que estaba junto al río,
2 y subían del río siete vacas hermosas de parecer y gordas de carne, y pacían en los lugares lagunosos.
3 Y he aquí otras siete vacas que subían del río tras ella, feas de parecer y flacas de carne, que se pusieron junto a aquellas vacas a la orilla del río.
4 Y las vacas feas de parecer y flacas de carne devoraron a las siete vacas hermosas de parecer y gordas. Tras esto despertó el Faraón.
5 Volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño: vio siete espigas que brotaban de una misma caña, gruesas y lozanas.
6 Pero detrás de ellas brotaban siete espigas delgadas y abrasadas por el solano;
7 y las siete espigas delgadas devoraron a las siete espigas gruesas y llenas. Despertó el Faraón, y he aquí que era un sueño.
8 [352] A la mañana, sintiendo perturbado su espíritu, envió a llamar a todos los adivinos de Egipto y a todos sus sabios. Les contó el Faraón su sueño, más no hubo quien se lo interpretase al Faraón.
9 Entonces habló el jefe de los coperos al Faraón, diciendo: “Ahora recuerdo mis faltas.
10 Cuando el Faraón estuvo enojado con sus siervos y me echó en la cárcel en la casa del capitán de la guardia, a mí y al jefe de los panaderos,
11 soñamos sueños en una misma noche, yo y él, soñando cada uno según el significado que correspondía a su sueño.
12 Estaba allí con otros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; le contamos nuestros sueños y él nos dio su interpretación, cada uno la interpretación correspondiente a su sueño.
13 Y según nos había interpretado, así ocurrió: a mí me restituyó a mi cargo, y al otro lo hizo colgar.”
14 [353] El Faraón envió a llamar a José, al cual sacaron a toda prisa del calabozo. Se afeitó, se mudó de ropa y vino al Faraón.
15 Y dijo el Faraón a José: “He tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti que apenas oído un sueño sabes interpretarlo.”
16 [354] Contestó José al Faraón: “No depende de mí; Dios es quien dará al Faraón una respuesta favorable.”
17 Dijo entonces el Faraón a José: “En mi sueño, me parecía que estaba de pie a la orilla del río,
18 y he aquí que subían del río siete vacas gordas de carne y hermosas de aspecto, que pacían en los lugares lagunosos.
19 Mas he aquí que otras siete vacas subían detrás de ellas, delgadas, y muy feas de parecer y flacas de carne; nunca las he visto tan feas como ellas, en todo el país de Egipto.
20 Y las vacas flacas y feas devoraron a los primeras siete vacas gordas,
21 las cuales entraron en su vientre sin que se notase que en él hubieran penetrado, siendo su aspecto tan feo como antes. Y desperté.
22 Vi también en mi sueño siete espigas que brotaban de una misma caña, gruesas y lozanas.
23 Mas tras ellas brotaban siete espigas secas, delgadas y abrasadas por el solano;
24 y las siete espigas delgadas se tragaron a las siete espigas buenas. Se lo he contado a los adivinos mas no hay quien me lo interprete.”
25 Dijo entonces José al Faraón: “El sueño del Faraón es uno solo. Dios ha manifestado al Faraón lo que va a hacer.
26 Las siete vacas hermosas son siete años, y las siete espigas lozanas son siete años; el sueño es uno mismo.
27 Las siete vacas flacas y feas, que subían después de ellas, son también siete años, y serán, (como) las siete espigas vacías que abrasó el solano, siete años de hambre.
28 Es lo que he dicho al Faraón: Dios ha manifestado al Faraón lo que va a hacer.
29 He aquí que vendrán siete años de grande abundancia en todo el país.
30 Después de ellos vendrán siete años de hambre, y se olvidará en la tierra de Egipto toda la abundancia, pues el hambre consumirá el país.
31 Y no se conocerá más la abundancia en el país a causa del hambre que la seguirá y que será muy grande.
32 La repetición del sueño al Faraón por dos veces significa que es cosa establecida por parte de Dios, y Dios se apresura a ejecutarla.
33 [355] Ahora, pues, busque el Faraón un hombre entendido y sabio, y póngale el frente del país de Egipto,
34 y procure el Faraón nombrar intendentes sobre el país, que durante los siete años de abundancia recojan la quinta parte (de la cosecha) en la tierra de Egipto,
35 y junten así toda la producción (sobrante) de esos años buenos que vienen, y almacenen trigo a disposición del Faraón, para abastecimiento de las ciudades, y lo conserven,
36 a fin de que esta producción sea una reserva para el país cuando vengan los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto. De esta manera el país no será consumido por el hambre”.
37 Agradó este consejo al Faraón y a todos sus servidores.
José virrey de Egipto
38 [356] Y dijo el Faraón a sus siervos: “¿Podríamos acaso hallar un varón como éste, lleno del espíritu de Dios?”
39 Dijo, pues, el Faraón a José: “Ya que Dios te ha dado a conocer todo esto, no hay nadie que sea tan inteligente y sabio como tú.
40 [357] Tú gobernarás mi casa, y obedecerá a tu voz todo mi pueblo. Tan sólo por el trono seré más grande que tú.”
41 Y dijo el Faraón a José: “He aquí, te pongo sobre toda la tierra de Egipto.”
42 Se quitó luego el Faraón su anillo de la mano y lo puso en la mano de José; lo vistió con vestiduras de lino finísimo, y colgó un collar de oro alrededor de su cuello.
43 Lo hizo subir en la segunda carroza que tenía, gritando delante de él un heraldo: “Poneos de rodillas.” Así fue puesto sobre toda la tierra de Egipto.
44 También dijo el Faraón a José: “Yo soy el Faraón; mas sin ti nadie levantará mano ni pie en toda la tierra de Egipto.”
45 [358] El Faraón puso a José por nombre Safnat Panea, y le dio por mujer a Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On. Y recorrió José la tierra de Egipto.
46 José tenía treinta años cuando se presentó delante del Faraón, rey de Egipto. Recorrió, pues, José toda la tierra de Egipto, después de haberse retirado de la presencia del Faraón.
José almacena el trigo
47 La tierra produjo a montones en los siete años de abundancia;
48 y él recogió toda la producción de los siete años que hubo en la tierra de Egipto, y almacenó la producción en las ciudades, depositando en cada ciudad los productos del campo que estaba alrededor de ella.
49 Almacenó José tanto trigo como las arenas del mar; en tan gran cantidad que dejó de contarlo, porque no tenía número.
Hijos de José
50 Antes que viniese el año del hambre, le nacieron a José dos hijos, que le dio a luz Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On.
51 Llamó José al primogénito Manasés (diciendo): “Dios me ha hecho olvidar todas mis penas y toda la casa de mi padre.”
52 Al segundo puso por nombre Efraím (diciendo): “Dios me ha dado prole en la tierra de mi aflicción.”
Comienzo de la carestía
53 Terminados los siete años de abundancia que hubo en el país de Egipto,
54 comenzaron a venir los siete años de hambre, como José había anunciado; y hubo hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto hubo pan.
55 [359] Al sentir el hambre toda la tierra de Egipto clamó el pueblo al Faraón por pan; y dijo el Faraón a todos los egipcios: “Id a José; haced lo que él os dijere.”
56 Y habiendo hambre sobre toda la faz de la tierra, abrió José todo lo que tenía en los graneros y vendió (trigo) a los egipcios, pues el hambre arreció en la tierra de Egipto.
57 Y de todos los países fueron a Egipto a comprar grano a José; porque era grande el hambre en toda la tierra.
Génesis 42
Primer viaje de los hermanos de José a Egipto
1 [360] Viendo Jacob que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: “¿Por qué estáis mirándoos el uno al otro?”
2 Y añadió: “He aquí, he oído que hay grano en Egipto. Bajad allá a comprárnoslo de allí, a fin de que vivamos y no muramos.”
3 Bajaron entonces diez de los hermanos de José a comprar trigo en Egipto.
4 Mas a Benjamín, hermano de José, no lo envió Jacob con sus hermanos, pues dijo: “No sea que le suceda alguna desgracia.”
5 Así llegaron, entre otros, también los hijos de Israel a comprar trigo, porque había hambre en el país de Canaán.
6 [361] José era entonces gobernador del país, el que vendía el trigo a todo el pueblo de la tierra. Por tanto, cuando llegaron los hermanos de José se postraron delante de él rostro a tierra.
7 Al ver José a sus hermanos, los reconoció, mas fingiéndose extraño para ellos les habló con dureza, diciéndoles: “¿De dónde venís?” Contestaron: “De la tierra de Canaán, a comprar víveres.”
8 Reconoció, pues, José a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron a él.
9 Se acordó entonces José de los sueños que había soñado acerca de ellos, y les dijo: “Espías sois; habéis venido a observar los lugares indefensos del país.”
10 Le contestaron “No, señor mío; tus siervos han venido a comprar víveres.
11 Todos somos hijos de un mismo padre; hombres honestos somos; tus siervos no son espías.”
12 Pero él les dijo: “No, a observar los puntos indefensos del país habéis venido.”
13 Respondieron: “Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un mismo padre en la tierra de Canaán; el menor está todavía con nuestro padre, y el otro ya no existe.”
José prueba a sus hermanos
14 Les replicó José: “Es como os he dicho: sois espías.
15 [362] En esto seréis probados. ¡Por la vida del Faraón! No saldréis de aquí, a menos que venga acá vuestro hermano menor.
16 Enviad a uno de vosotros que traiga a vuestro hermano; entretanto, vosotros quedaréis presos. Serán puestas a prueba vuestras palabras (para comprobar) si hay verdad en vosotros. Si no, ¡por la vida del Faraón! que sois espías.”
17 Y los puso juntos en la cárcel por espacio de tres días.
José continúa la prueba
18 [363] Al tercer día les dijo José: “Haced esto y viviréis; pues yo soy temeroso de Dios.
19 Si sois gente honesta, uno de vuestros hermanos quede preso en la casa de vuestras prisión; mas vosotros, id y llevad el grano para el hambre de vuestras casas,
20 y traedme a vuestro hermano menor; entonces se verá si vuestras palabras son verdaderas, y no moriréis.” Ellos hicieron así,
21 [364] diciendo el uno al otro: “Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano; porque vimos la angustia de su alma cuando nos pedía compasión y no le escuchamos; por eso nos ha sobrevenido esta tribulación.”
22 Respondióles Rubén, diciendo: “¿No os decía yo que no pequéis contra el niño; y no me escuchasteis? Ahora se nos demanda su sangre.”
23 No se daban cuenta de que José escuchaba, pues les hablaba por medio de un intérprete.
24 [365] Y se retiró de ellos para llorar. Después volvió donde estaban, y les habló; y tomando de entre ellos a Simeón, lo hizo atar ante sus ojos.
Los hermanos regresan a Canaán
25 Dio José orden que les llenasen los costales de trigo y devolvieran el dinero de cada uno poniéndolo en su saco, y les diesen provisiones para el viaje; y así hicieron con ellos.
26 Cargaron, pues, ellos el trigo sobre sus asnos y se marcharon de allí.
27 Mas al abrir uno en la posada su saco para dar pienso a su asno, vio que su dinero se hallaba en la boca de su costal.
28 Y dijo a sus hermanos: “Me ha sido devuelto mi dinero; vedlo en mi costal.” Llenos de temor y temblando se dijeron unos a otros: “¿Qué es esto que Dios ha hecho con nosotros?”
29 Llegados a Jacob, su padre, a la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido, diciendo:
30 “Ese hombre, señor de aquella tierra, nos habló con dureza, y nos tomó por espías del país.
31 Nosotros le dijimos: Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; el uno ya no vive, y el menor está ahora con nuestro padre en la tierra de Canaán.
33 Mas aquel hombre, señor del país, nos dijo: “En esto conoceré que sois gente honesta: Dejad conmigo a uno de vuestros hermanos, y tomad (lo necesario) para el hambre de vuestras casas y partid;
34 y traedme a vuestro hermano menor; así sabré que no sois espías, sino gente honesta. Os daré entonces a vuestro hermano, y podréis recorrer el país.”
35 Y sucedió que al vaciar ellos sus costales estaba en el costal de cada uno el bolsillo con su dinero, y cuando ellos y su padre vieron los bolsillos con su dinero tuvieron temor.
36 Y les dijo su padre Jacob: “Vosotros me vais a dejar sin hijos. ¡José ya no está, Simeón tampoco, y (ahora) queréis llevar a Benjamín! ¡Todo eso ha venido sobre mí!”
37 Edntonces Rubén habló a su padre, diciendo: “Quita la vida de mis dos hijos si yo no te lo devuelvo. Entrégalo en mi mano, y yo te lo devolveré.”
38 [366] Mas él respondió: “No bajará mi hijo con vosotros, pues su hermano murió, y él es el único que me ha quedado. Si le sucediera alguna desgracia en el camino por donde vais, tendrías la culpa de que mis canas desciendan de puro dolor al sepulcro.”
Génesis 43
Segundo viaje de los hijos de Jacob a Egipto
1 El hambre pesaba sobre la tierra,
2 por lo cual cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: “Volved y compradnos algo que comer.”
3 [367] Le respondió Judá, diciendo: “Aquel hombre nos declaró terminantemente: ‘No veréis mi rostro, si vuestro hermano no viene con vosotros’.
4 Bajaremos, pues, con tal que dejes ir con nosotros a nuestro hermano, y te compraremos alimentos;
5 pero si no quieres dejarlo ir, no bajaremos; porque aquel hombre nos dijo: “No veréis mi rostro si vuestro hermano no viene con vosotros.”
6 A lo cual respondió Israel: “¿Por qué me habéis hecho este mal, de decir a aquel hombre que aun teníais otro hermano?”
7 Contestaron: “Aquel hombre nos preguntó detalladamente acerca de nosotros y de nuestra familia, diciendo: ‘Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano?’ Y le contestamos conforme a estas preguntas. ¿Podíamos acaso saber que iba a decir: ‘Traed a vuestro hermano?’.”
8 Entonces dijo Judá a Israel, su padre: “Envía al joven conmigo, de modo que nos pondremos en marcha e iremos, para que vivamos y no muramos, ni nosotros, ni tú, ni nuestros niños.
9 [368] Yo respondo por él; reclámalo de mi mano. Si no te lo devuelvo y lo pongo delante de ti, seré culpable ante ti por siempre.
10 Si no fuera por esta demora, estaríamos de vuelta ya por segunda vez.”
11 [369] Les dijo, pues, Israel, su padre: “Si así ha de ser, haced esto: tomad de lo mejor del país (y ponedlo) en vuestro equipaje, y haced a aquel hombre un presente: un poco de bálsamo, un poco de miel, especias, resina, pistachos y almendras.
12 [370] Y llevad en vuestra mano doble cantidad de dinero para restituir el dinero que os fue devuelto en la boca de vuestros costales. Quizás fue por equivocación.
13 El Dios Todopoderoso os haga hallar gracia ante ese hombre, para que deje volver con vosotros al otro hermano vuestro y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de ser privado de hijos, séalo.”
15 Tomaron, pues, los hombres aquel presente. Tomaron también en sus manos la doble cantidad de dinero y a Benjamín, Luego se pusieron en camino y bajaron a Egipto y se presentaron ante José.
El convite
16 [371] Apenas vio José con ellos a Benjamín, dijo al mayordomo de su casa: “Lleva a estos hombres a mi casa, degüella animales y pon la mesa, porque estos hombres comerán conmigo a mediodía”.
17 E hizo éste como José había mandado y los llevó a casa de José.
18 Mientras los hombres eran conducidos a casa de José, sobrecogidos de temor, decían “Por el dinero que la vez pasada nos han devuelto en nuestros costales, somos traídos acá; es para asaltarnos; van a caer sobre nosotros y prendernos como siervos, juntamente con nuestros asnos.”
19 Acercáronse, pues, al mayordomo de la casa de José, y hablando con él a la puerta de la casa,
20 dijeron: “Disculpe, señor mío. Nosotros hemos bajado ya una vez a comprar provisiones.
21 Mas cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros costales, he aquí que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en igual peso; por lo cual lo hemos vuelto a traer con nosotros.
22 Hemos traído con nosotros también otro dinero para comprar provisiones. No sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.”
23 A lo que él respondió: “¡Estad tranquilos! No temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os puso un tesoro en vuestros costales. Vuestro dinero llegó a mí.” Y condujo a Simeón adonde estaban.
24 Después introdujo a los hombres en la casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies, y también pienso a sus asnos.
25 Prepararon entonces el presente para cuando viniese José al mediodía; pues habían oído que allí tendrían que comer.
26 Cuando José llegó a casa, transportaron a su palacio el presente que habían traído consigo; y se postraron en tierra delante de él.
27 El cual les preguntó cómo estaban y dijo: “¿Está bien vuestro anciano padre de quien me hablasteis? ¿Vive todavía?
28 Contestaron: “Tu siervo nuestro padre está bien y vive todavía”; e inclinándose se postraron.
29 Alzando los ojos, vio a Benjamín, su hermano, hijo de su madre, y dijo: “¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?” Y agregó: “¡Dios te bendiga, hijo mío!”
30 [372] Tras esto buscó José precipitadamente un lugar donde llorar, porque se le conmovieron las entrañas a causa de su hermano; entró, pues, en su aposento y allí lloró.
31 Después de haberse lavado el rostro, salió; y haciendo esfuerzo por contenerse, dijo: “Servid la comida.”
32 [373] Y sirvieron para él aparte, y para ellos aparte, y aparte para los egipcios que comían con él; pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, porque esto es cosa abominable para los egipcios.
33 (Los hermanos de José) ocupaban los asientos delante de él, el mayor según su primogenitura, y el menor según su menor edad, por lo cual se miraban con asombro unos a otros.
34 Les hizo servir de las porciones que tenía delante de sí; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de todos ellos. Y bebieron y se alegraron con él.
Génesis 44
La copa de José
1 Después dio José al mayordomo de su casa esta orden: “Llena de provisiones los costales de estos hombres cuanto puedan llevar y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal.
2 Pon también mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, juntamente con el dinero de su trigo.” Y él hizo según la orden que José había dado.
3 Al rayar el alba se despidieron los hombres con sus asnos.
4 Pero apenas habían salido de la ciudad, hallándose aun a poca distancia de ella, dijo José al mayordomo de su casa: “Levántate y corre tras esas gentes, y cuando los alcances, les dirás: “¿Por qué habéis devuelto mal por bien?
5 [374] ¿No es ésta (la copa) en que bebe mi señor, y por medio de la cual suele adivinar? Habéis obrado mal en lo que hicisteis.”
6 Y él, habiéndolos alcanzado, les repitió estas mismas palabras.
7 Contestáronle: “¿Por qué dice mi señor tal cosa? Lejos de tus siervos hacer algo semejante.
8 He aquí que hemos vuelto a traerte desde el país de Canaán el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales; ¿cómo íbamos a robar de la casa de tu señor plata u oro?
9 Aquel de tus siervos en cuyo poder fuere hallada, muera, y en cuanto a nosotros seremos siervos de mi señor.”
10 Sea así como decís, respondió él. Aquel en cuyo poder fuere hallado será mi siervo; mas vosotros quedaréis sin culpa.”
11 Con esto se apresuraron a bajar cada uno su costal a tierra; y abrió cada cual su costal.
12 Y él (los) registró, empezando por el mayor, y acabando por el menor, y fue hallada la copa en el costal de Benjamín.
13 [375] Rasgaron entonces sus vestidos, y cargando cada uno su asno, volvieron a la ciudad.
14 Así llegó Judá con sus hermanos a la casa de José -éste se hallaba todavía allí- y se echaron delante de él a tierra.
15 Díjoles José: “¿Qué es lo que habéis hecho? ¿No sabíais que un hombre como yo sabe adivinar?”
16 [376] A lo cual respondió Judá: “¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué vamos a hablar, o cómo nos justificaremos? Dios ha descubierto la iniquidad de tus siervos. Henos aquí, siervos somos de mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue hallada la copa.”
17 “Lejos de mí hacer tal cosa, contestó José. El hombre en cuyo poder fue hallada la copa, ése será siervo mío; vosotros, empero, subid en paz a casa de vuestro padre.”
Judá se ofrece en lugar de Benjamín.
18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: “Por favor, señor mío, permite que tu siervo diga una palabra a oídos de mi señor, y no se encienda tu ira contra tu siervo; porque tú eres igual al Faraón.
19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ‘¿Tenéis padre o hermano?’
20 Respondimos a mi señor: ‘Sí, tenemos un padre anciano, y un niño de su vejez, que es el menor y cuyo hermano murió, de modo que él solo le ha quedado de su madre, y su padre le ama’.
21 Tú dijiste entonces a tus siervos: ‘Traédmelo, para que ponga mis ojos sobre él’.
22 Mas nosotros respondimos a mi señor: ‘El joven no puede dejar a su padre; porque si lo dejare, su padre morirá’.
23 Pero tú dijiste a tus siervos: ‘Si no baja con vosotros vuestro hermano menor, no volveréis a ver mi rostro’.
24 Subimos, pues a casa de tu siervo, mi padre, y le contamos las palabras de mi señor.
25 Y cuando dijo nuestro padre: ‘Volved a comprarnos algo para comer’,
26 contestamos nosotros: ‘No podemos bajar. Pero si nuestro hermano menor va con nosotros, bajaremos; pues no podremos ver el rostro de aquel hombre, a no ser que vaya con nosotros nuestro hermano menor’.
27 [377] Entonces nos dijo tu siervo, mi padre: ‘Vosotros sabéis que mi esposa me dio dos hijos.
28 El uno desapareció de mi presencia, y yo dije: Sin duda ha sido devorado, y hasta ahora no le he visto más.
29 Si lleváis también a éste de mi presencia, y le sucede alguna desgracia, haréis descender con dolor mis canas al sepulcro’.
30 Ahora, pues, si yo llego a tu siervo mi padre, y no está con nosotros el joven, de cuya vida depende la suya,
31 sucederá que al ver que el joven no existe, morirá; y así tus siervos harán descender con dolor al sepulcro las canas de tu siervo, nuestro padre.
32 Porque tu siervo se hizo responsable por el joven ante mi padre, diciendo: ‘Si no te lo vuelvo a traer, seré para siempre reo de pecado contra mi padre’.
33 Te ruego, pues, que tu siervo quede en lugar del joven por esclavo de mi señor, a fin de que el joven pueda volver con sus hermanos.
34 [378] Pues ¿cómo podré yo subir a casa de mi padre, sin que el joven esté conmigo? ¡No vea yo el mal que vendrá sobre mi padre!”
Génesis 45
José se da a conocer
1 José, no pudiendo ya contenerse delante de cuantos lo rodeaban, gritó: “¡Haced salir a todos de mi presencia!” De modo que no se quedó nadie con José cuando se dio a conocer a sus hermanos.
2 Y se puso a llorar en alta voz, de suerte que lo oyeron los egipcios; lo oyó también la casa del Faraón.
3 Entonces dijo José a sus hermanos: “Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?” Pero sus hermanos no pudieron responderle, porque su presencia los había llenado de espanto.
4 Dijo, pues, José a sus hermanos: “Acercaos a mí.” Ellos se le acercaron; y les repitió: “Yo soy José, vuestro hermano, a quien vendisteis a Egipto.
5 Mas ahora no os aflijáis, y no os pese el haberme vendido acá, que para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros.
6 Porque hace dos años ya que hay hambre en la tierra, y aun restan cinco años en que no habrá ni siembra ni siega.
7 [379] Dios me ha enviado delante de vosotros para dejaros un resto sobre la tierra, y a fin de conservaros la vida para una gran salvación.
8 [380] Así, pues, ya no sois vosotros los que me habéis enviado acá, sino Dios, quien me ha constituido padre del Faraón y señor de toda su casa y gobernador de todo el país de Egipto.
9 Apresuraos a subir donde mi padre, y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha hecho señor de todo en Egipto; ven a mí sin tardar.
10 [381] Habitarás en el país de Gosen, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y los hijos de tus hijos, tus ovejas y tus vacadas y todo cuanto tienes.
11 Y yo te sustentaré allí -pues vendrán todavía cinco años de hambre- no sea que perezcas tú y tu casa y todo lo tuyo.
12 He aquí que vuestros ojos, y también los ojos de mi hermano Benjamín están ahora viendo que es mi propia boca la que os habla.
13 Contad a mi padre toda mi gloria en Egipto y todo lo que habéis visto, y apresuraos a traer a mi padre acá.”
14 Arrojándose sobre el cuello de Benjamín su hermano lloró, llorando también Benjamín sobre el cuello de José.
15 Besó también a todos sus hermanos, llorando sobre ellos. Después de esto sus hermanos conversaron con él.
José despide a sus hermanos en paz
16 La nueva fue oída también en el palacio del Faraón, al cual dijeron: “Han venido los hermanos de José”, y se holgaron el Faraón y sus servidores.
17 Y dijo el Faraón a José: “Di a tus hermanos: Haced esto: Cargad vuestras bestias y encaminaos al país de Canaán,
18 y tomad a vuestro padre y vuestras familias, y venid a mí. Yo os daré lo mejor del país de Egipto, y comeréis de la grosura de la tierra.
19 [382] Y tú ordénales: Llevaos del país de Egipto carros para vuestros niños y para vuestras mujeres; y tomad a vuestro padre y venid.
20 [383] Vuestros ojos no miren por las cosas (que dejáis); pues lo mejor de toda la tierra de Egipto es vuestro.”
21 Los hijos de Israel hicieron así; y José les dio carros por mandato del Faraón, entregándoles además provisiones para el viaje.
22 [384] Dio también a todos ellos vestidos de fiesta; más a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco vestidos de fiesta.
23 Y a su padre envió igualmente diez asnos cargados con las cosas más preciosas de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, pan y víveres para el viaje de su padre.
24 [385] Luego despidió a sus hermanos, y cuando se fueron, les dijo: “No os peleéis en el camino.”
Alegría de Jacob
25 Subieron, pues, de Egipto y llegaron al país de Canaán, a su padre Jacob,
26 al cual dieron la nueva, diciendo: “Vive todavía José y es gobernador de todo el país de Egipto.” Más no se conmovió su corazón, porque no les dio crédito.
27 Dijéronle entonces todas las palabras que José les había dicho y cuando vio los carros que José había enviado para transportarle revivió el espíritu de Jacob, su padre.
28 [386] Y exclamó Israel: “¡Basta! ¡Vive todavía mi hijo José; iré y lo veré antes de morir!”
Génesis 46
Jacob baja a Egipto
1 [387] Israel se puso en marcha con todo lo que tenía, y llegó a Bersabee, donde ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
2 Y habló Dios a Israel en visión nocturna y le dijo: ¡Jacob, Jacob!” Él respondió: “Heme aquí.”
3 [388] Y dijo: “Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te haré padre de una gran nación.
4 Yo bajaré contigo a Egipto; y Yo te subiré también; y José pondrá su mano sobre tus ojos.”
5 Luego partió Jacob de Bersabee, y los hijos de Israel pusieron a Jacob su padre, y a sus niños y a sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para transportarlo.
6 Lleváronse también sus ganados y la hacienda que habían adquirido en el país de Canaán, y fueron a Egipto: Jacob y con él toda sus descendencia.
7 Llevó consigo a Egipto a sus hijos y a los hijos de sus hijos, a sus hijas y a las hijas de sus hijos y a toda su familia.
La familia de Jacob
8 Éstos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto: Jacob y sus hijos: el primogénito de Jacob: Rubén.
9 Y los hijos de Rubén: Enoc, Falú, Hesrón, Carmí.
10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Sóhar y Saúl, hijo de la cananea.
11 Los hijos de Leví: Gersón, Caat y Merarí.
12 [389] Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zara; pero habían muerto ya Er y Onán en el país de Canaán. Hijos de Fares: Hesrón y Hamul.
13 Los hijos de Isacar: Tolá, Fuá, Job y Simrón.
14 Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Jahleel.
15 Éstos son los hijos que Lía dio a Jacob en Mesopotamia, con Diná, su hija. Todas las almas de sus hijos y de sus hijas fueron treinta y tres.
16 Los hijos de Gad: Sifión, Haguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí.
17 Los hijos de Aser: Jimná, Isuá, Isuí, Beriá y Sera, hermana de ellos. Hijos de Beriá: Héber y Malquiel.
18 Éstos son los hijos de Silfá, la cual Labán dio a su hija Lía, y ella dio estos a Jacob: diez y seis almas.
19 Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín.
20 Nacieron a José en tierra de Egipto Manasés y Efraím, de Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On.
21 Los hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Gerá, Naamán, Ehí, Ros, Mupim, Hupim y Ard.
22 Estos son los hijos de Raquel, que nacieron de Jacob. En total catorce almas.
23 Los hijos de Dan: Husim.
24 Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guní, Jéser y Silem.
25 Éstos son los hijos de Bilhá, la cual Labán dio a su hija Raquel; y de ella nacieron éstos a Jacob, en total siete almas.
26 Toda la familia de Jacob, que vino a Egipto, descendientes suyos sin contar las mujeres de los hijos de Jacob, todas estas almas eran sesenta y seis.
27 [390] Los hijos de José, que le habían nacido en Egipto, eran dos. Todas las almas de la casa de Jacob, que vinieron a Egipto, eran setenta.
Llegada de Jacob a Egipto
28 Envió (Jacob) a Judá delante suyo adonde estaba José para que éste preparara su llegada a Gosen; y así llegaron a la tierra de Gosen.
29 Entretanto, José había enganchado su carroza y subido a recibir a Israel, su padre, en Gosen; y cuando lo vio se arrojó a su cuello y lloró largo tiempo sobre su cuello.
30 Y dijo Israel a José: “Ahora puedo morir, ya que he visto tu rostro, pues tú vives todavía.”
31 Y dijo José a sus hermanos y a la casa de su padre: “Iré a dar parte al Faraón, diciendo: Han venido a mí mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en el país de Canaán.
32 Son pastores de ovejas, pues poseen rebaños, y han traído sus ovejas y sus ganados y todo lo que tienen.
33 Y cuando el Faraón os llamare y preguntare: ¿Cuál es vuestra ocupación?
34 [391] responderéis: Criadores de ganado han sido tus siervos desde nuestra infancia hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres. Así podréis habitar en la tierra de Gosen; porque los egipcios detestan a todo pastor de ovejas.”
Génesis 47
Jacob y sus hijos ante el Faraón
1 Fue, pues, José a dar parte al Faraón, diciendo: “Mi padre y mis hermanos han venido del país de Canaán, con sus ovejas y sus vacadas y todo lo que poseen, y he aquí que están en la tierra de Gosen.”
2 Después tomó a cinco de sus hermanos y se los presentó al Faraón.
3 Y cuando el Faraón preguntó a sus hermanos: “¿Cuál es vuestra ocupación?”, respondieron al Faraón: “Nosotros, tus siervos, somos pastores de ganado menor, tanto nosotros como nuestros padres.”
4 Y dijeron además al Faraón: “Hemos venido para morar en esta tierra; porque no hay pastos para los rebaños que tienen tus siervos, por ser grande el hambre en el país de Canaán. Permite, pues, que habiten tus siervos en la tierra de Gosen.”
5 Dijo entonces el Faraón a José: “Tu padre y tus hermanos han venido a ti.
6 La tierra de Egipto está a tu disposición. Da a tu padre y a tus hermanos morada en la mejor parte del país; habiten ellos en la tierra de Gosen; y si sabes que hay entre ellos hombres capaces, hazlos mayorales de mis ganados.”
7 [392] Luego José hizo venir a su padre Jacob y le presentó al Faraón; y Jacob bendijo al Faraón.
8 Cuando preguntó el Faraón a Jacob: “¿Cuántos son los días de los años de tu vida”?,
9 [393] contestó Jacob al Faraón: “Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no llegaron a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.”
10 Después de haber bendecido Jacob al Faraón, salió de su presencia.
11 [394] Según había mandado el Faraón, estableció José a su padre y a sus hermanos, asignándoles posesiones en la tierra de Egipto, en la mejor parte del país, en la comarca de Ramesés.
12 Y José proveyó de pan a su padre y a sus hermanos y a toda la casa de su padre, según el número de los hijos.
José prudente administrador
13 No había pan en todo el país, porque el hambre era muy grande; la tierra de Egipto y también la tierra de Canaán estaban agotadas por el hambre.
14 Entonces José recogió toda la plata que se hallaba en el país de Egipto y en el país de Canaán a cambio del trigo que ellos compraron, y llevó ese dinero al palacio del Faraón.
15 [395] Acabado el dinero del país de Egipto y del país de Canaán, vinieron todos los egipcios a José, diciendo: “Danos pan. ¿Por qué hemos de morir en tu presencia?, pues el dinero se ha agotado.”
16 Contestó José: “Entregad vuestro ganado, y os lo daré por vuestro ganado, si es que se ha acabado el dinero.”
17 Trajeron, pues, sus ganados a José, y José les dio pan a cambio de caballos y de rebaños de ovejas y de vacas y de asnos. Aquel año los proveyó de pan a trueque de todos sus ganados.
18 Pasado aquel año, vinieron a él el año siguiente y le dijeron: “No ocultaremos a nuestro señor que se ha agotado el dinero, y también los ganados pertenecen ya a nuestro señor; no nos queda nada delante de nuestro señor, salvo nuestros cuerpos y nuestras tierras.
19 ¿Por qué hemos de perecer ante tus ojos, tanto nosotros como nuestras tierras? Cómpranos a nosotros y nuestras tierras por pan, y nosotros y nuestras tierras serviremos al Faraón, y danos para sembrar; así viviremos y no moriremos, y no quedarán desolados los campos.”
20 Adquirió, pues, José todo el suelo de Egipto para el Faraón; todos los egipcios vendieron cada uno su campo porque el hambre prevalecía sobre ellos. Así la tierra vino a ser propiedad del Faraón;
21 [396] el cual hizo pasar al pueblo a las ciudades, desde un extremo del territorio de Egipto hasta el otro.
22 Mas no adquirió las tierras de los sacerdotes; porque los sacerdotes percibían del Faraón una ración determinada, y comían la ración determinada que les daba el Faraón; por eso no vendieron sus tierras.
23 Dijo entonces José al pueblo: “Mirad, hoy os he comprado para el Faraón, a vosotros y vuestras tierras. Ahí tenéis semilla, sembrad la tierra;
24 [397] y al tiempo de la siega, daréis la quinta parte al Faraón; las otras cuatro partes serán vuestras, para sembrar los campos, y para sustentar a vosotros y los que están en vuestras casa, y para alimento de vuestros niños.”
25 A lo cual ellos dijeron: “Nos ha dado la vida. Con tal que hallemos gracia a los ojos de mi señor, seremos siervos del Faraón.”
26 [398] Y José puso esto por ley que vale para las tierras de Egipto hasta el día de hoy y en virtud de la cual la quinta parte es para el Faraón. Tan sólo las tierras de los sacerdotes no vinieron a ser propiedad del Faraón.
Últimos años del Jacob
27 Habitó Israel en el país de Egipto, en la región de Gosen; allí adquirieron posesiones y crecieron y se multiplicaron mucho.
28 Vivió Jacob diez y siete años en la tierra de Egipto, y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años.
29 [399] Cuando los días de Israel tocaron a su fin, llamó a José, y le dijo: “Si he hallado gracia a tus ojos, te ruego pongas tu mano debajo de mi muslo y uses conmigo de misericordia y de fidelidad: No me sepultes en Egipto.
30 Cuando yo descansare con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos.”
31 [400] “Júramelo”, dijo Jacob. Y José se lo juró, e Israel se postró sobre la cabecera de su lecho.
Génesis 48
Jacob adopta a los hijos de José
1 Después de esto recibió José la noticia: “He aquí, tu padre está enfermo.” Tomó, pues, consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraím;
2 y se lo anunciaron a Jacob, diciendo: “Mira que viene a ti tu hijo José.” Entonces Israel esforzándose se sentó en su lecho.
3 [401] Y dijo Jacob a José: “El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo,
4 diciéndome: ‘He aquí que Yo te haré crecer y te multiplicaré, y haré de ti una muchedumbre de pueblos y daré esta tierra en posesión perpetua a tu descendencia después de ti’.
5 [402] Ahora bien, tus dos hijos que te han nacido en tierra de Egipto antes de mi venida a ti a Egipto, serán míos. Como Rubén y Simeón, así serán míos Efraím y Manasés.
6 [403] Mas tus hijos que has engendrado después de ellos, son tuyos, y en cuanto a la herencia llevarán el nombre de sus hermanos.
7 Al volver yo de Mesopotamia, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino a poca distancia de Efrata; y la enterré allí en el camino de Efrata, que es Betlehem.”
El patriarca bendice a Efraím y Manasés
8 Viendo entonces Israel a los hijos de José, preguntó: “¿Quiénes son éstos?”
9 Respondió José a su padre: “Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí.” Y él dijo: “Acércamelos, te ruego, para que los bendiga.”
10 Pues los ojos de Jacob se habían nublado por la vejez y no podía ya ver. Entonces José se los acercó, y él los besó y los abrazó.
11 Después dijo Israel a José: “Yo no pensaba ya ver más tu rostro, y he aquí que Dios me ha concedido ver también a tus hijos.”
12 [404] Y sacándolos de entre las rodillas de Jacob se postró José delante de él en tierra.
13 Luego tomó José a ambos, a Efraím a su derecha, o sea a la izquierda de Israel, y a Manasés a su izquierda, o sea a la derecha de Israel, y los acercó a éste.
14 E Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraím, que era el menor, y su izquierda (la puso) sobre la cabeza de Manasés, cruzando las manos, aunque Manasés era el primogénito.
15 [405] Y bendijo a José, diciendo:
“El Dios en cuya presencia caminaron
mis padre Abrahán e Isaac,
el Dios que ha sido mi Pastor
desde que existo hasta el día de hoy,
16 el Ángel que me ha librado de todo mal,
bendiga a estos niños;
sean llamados con mi nombre
y con el nombre de mis padres Abrahán e Isaac,
y multiplíquense más y más
sobre la tierra.”
17 [406] Cuando José vio que su padre tenía la mano derecha puesta sobre la cabeza de Efraím, no le pareció bien; tomando la mano de su padre para pasarla de la cabeza de Efraím a la cabeza de Manasés,
18 dijo a su padre: “No así, padre mío, éste es el primogénito; pon tu derecha sobre su cabeza.”
19 [407] Pero se negó su padre, diciendo: “Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, también él será grande; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia vendrá a ser una multitud de naciones.”
20 [408] Y los bendijo en aquel día, diciendo:
“Por ti se bendecirá en Israel con las palabras:
«¡Dios te haga como a Efraím y como a Manasés!»”
21 Después dijo Israel a José: “He aquí que yo me muero; mas Dios estará con vosotros y os hará volver al país de vuestros padres.
22 [409] Y a ti te doy una porción más que a tus hermanos, la que tomé al amorreo con mi espada y con mi arco.”
Génesis 49
Jacob bendice a sus hijos
1 [410] Llamó Jacob a sus hijos, y dijo “Reuníos, y os haré conocer las cosas que os han de suceder en los días postreros:
2 Reuníos y oíd, hijos de Jacob,
escuchad a Israel, vuestro padre.
3 Rubén, tú mi primogénito;
mi vigor y el primer fruto de mi fuerza;
el primero en dignidad, el primero en poder;
4 [411] tú que hierves como el agua, no tendrás más la primacía;
porque subiste al lecho de tu padre.
Lo manchaste, porque subiste a mi lecho.
5 Simeón y Leví, hermanos;
instrumentos inicuos son sus espadas.
6 ¡En su consejo no entres, oh alma mía;
honra mía, no te reúnas con su asamblea!
porque en su saña mataron hombres,
y por su capricho desjarretaron toros.
7 [412] ¡Maldita su ira, porque fue violenta,
y su furor, porque fue cruel!
Los dividiré en Jacob,
y los esparciré en Israel.
8 A ti, Judá, te alabarán tus hermanos;
tu mano pesará sobre la cerviz de tus enemigos;
te adorarán los hijos de tu padre.
9 [413] Cachorro de león es Judá;
-¡cómo te levantas, hijo mío, de la presa!-
se encorva, echándose como un león,
y cual leona, ¿quién le despertará?
10 [414] No se apartará de Judá el cetro,
ni el báculo de entre sus pies,
hasta que venga Schiloh:
a Él obedecerán las naciones.
11 [415] Él ata a la vid su pollino,
y a la cepa el pollino de su asna,
lava en vino sus vestidos,
y en sangre de uvas su manto.
12 Sus ojos brillan por el vino,
y sus dientes son blancos por la leche.
13 [416] Zabulón habita en la ribera del mar,
en la ribera donde (aportan) las naves;
y su flanco se extiende hacia Sidón.
14 [417] Isacar es un asno huesudo,
que descansa entre los apriscos.
15 Viendo que el reposo es bueno,
y la tierra amena;
ofrece su hombro para cargas,
y se somete a pagar tributos.
16 [418] Dan juzgará a su pueblo
como cualquier otra tribu de Israel.
17 [419] Será Dan una culebra junto al camino,
una víbora en la senda,
que muerde los talones del caballo,
para que caiga hacia atrás su jinete.
18 [420] Espero tu salvación, Yahvé.
19 [421] A Gad lo atacan salteadores,
mas él asalta su retaguardia.
20 [422] Aser tiene pan con aceite,
proporciona bocados dignos de reyes.
21 [423] Neftalí es un ciervo suelto;
profiere palabras hermosas.
22 [424] Retoño fecundo es José,
retoño de árbol fértil,
al borde de una fuente;
sus vástagos pasan el muro.
23 [425] Le causan amarguras, le asaetean,
le hostigan los flecheros,
24 [426] más su arco queda fuerte,
y los brazos de sus manos son ágiles,
por la ayuda del Fuerte de Jacob,
por el Nombre del Pastor, la Roca de Israel.
25 [427] El Dios de tu padre te ayudará,
y el Todopoderoso te bendecirá
con bendiciones celestiales de lo alto,
bendiciones del abismo que yace abajo,
bendiciones de los pechos y del seno.
26 [428] Las bendiciones de tu padre superan
a las bendiciones de los montes eternos,
y los tesoros de los collados perennes.
¡Vengan ellas sobre la cabeza de José,
sobre el vértice del príncipe entre sus hermanos!
27 [429] Benjamín es un lobo rapaz;
por la mañana devora la presa,
y a la tarde reparte los despojos.”
28 Todas estas son las doce tribus de Israel;
y esto es lo que les dijo su padre cuando los bendijo: a cada una la bendijo con la bendición que le correspondía.
Muerte de Jacob
29 Y les dio orden, diciéndoles: “Yo voy a reunirme con mi pueblo; sepultadme con mis padres, en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo,
30 en la cueva que está en el campo de Macpelá, frente a Mamré, en el país de Canaán; en el campo que compró Abrahán a Efrón, el heteo, para sepultura propia;
31 donde sepultaron a Abrahán y a Sara, su mujer, donde sepultaron a Isaac y a Rebeca, su mujer, y donde sepulté yo a Lía;
32 [430] en el campo y la cueva que en él hay, que yo he comprado a los hijos de Het.”
33 Y cuando acabó Jacob de dar estas órdenes a sus hijos, recogió sus pies en el lecho y expiró, y se reunió con su pueblo.
Génesis 50
Jacob es sepultado en Canaán
1 Se echó entonces José sobre el rostro de su padre y llorando sobre él lo besó.
2 Y mandó José a los médicos que tenía a su servicio, que embalsamaran a su padre; y embalsamaron los médicos a Israel.
3 Emplearon en ello cuarenta días; porque éste es el tiempo que se emplea para el embalsamamiento; y Egipto lo lloró por espacio de setenta días.
4 [431] Pasado el tiempo de su llanto, habló José a los cortesanos del Faraón, diciendo: “Si he hallado gracia a vuestros ojos, hacedme el favor de hacer llegar a oídos del Faraón esta palabra.
5 “Mi padre me ha tomado juramento diciendo: ‘He aquí que yo me muero; en la sepultura que abrí para mí, en la tierra de Canaán, allí me has de sepultar’. Ahora, pues permíteme que suba a sepultar a mi padre; y luego volveré.”
6 Respondió el Faraón: “Sube y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.”
7 Subió, pues, José a enterrar a su padre; y subieron con él todos los servidores del Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos del país de Egipto;
8 y toda la casa de José, sus hermanos, y la casa de su padre. Sólo a sus pequeñuelos, sus rebaños y sus vacadas dejaron en la tierra de Gosen.
9 Subieron también con él carros y gente de a caballo, de manera que el cortejo era muy grande.
10 Llegados a la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, hicieron allí un duelo grande y muy solemne, y José hizo a su padre un duelo de siete días.
11 [432] Cuando los cananeos, habitantes de la tierra, vieron el llanto en la era de Atad, decían: “Llanto muy grande es éste de los egipcios.” Por eso se dio el nombre de Abel-Misraim a ese lugar que está allende el Jordán.
12 Hicieron, pues, los hijos de Jacob con él según les había mandado:
13 Lleváronle sus hijos a la tierra de Canaán, y le sepultaron en la cueva del campo de Macpelá, frente a Mamré; en el campo que Abrahán había comprado a Efrón, el heteo, para sepultura propia.
14 Después de haber sepultado a su padre, se volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que habían subido con él a sepultar a su padre.
Temor de los hermanos de José
15 Cuando vieron los hermanos de José que había muerto su padre, se dijeron: “A lo mejor José nos guarda rencor y nos devolverá todo el mal que le hemos hecho.”
16 Enviaron, pues a decir a José: “Tu padre mandó, antes de su muerte, diciendo:
17 Así diréis a José: ‘Perdona, por favor, el crimen de tus hermanos y su pecado, porque ciertamente te han hecho mal. Pero ahora perdona, te rogamos, ese crimen de los siervos del Dios de tu padre’.” José lloró mientras así hablaban con él.
18 [433] Fueron entonces sus hermanos personalmente, y postrándose delante de él dijeron: “Henos aquí, somos siervos tuyos.”
19 Mas José le dijo: “No temáis. ¿Estoy yo acaso en lugar de Dios?
20 [434] Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo dispuso para bien para cumplir lo de hoy, a fin de conservar la vida de mucha gente.
21 Así, pues no temáis; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros niños.” Y los consoló, hablándoles al corazón.
Muerte de José
22 Habitó José en Egipto, él y la casa de su padre. Y vivió José ciento diez años.
23 Vio José a los hijos de Efraím hasta la tercera generación. También los hijos de Maquir, hijo de Manasés, nacieron sobre las rodillas de José.
24 [435] Y dijo José a sus hermanos: “Voy a morir; mas Dios seguramente os visitará, y os hará subir de este país a la tierra que juró dar a Abrahán, a Isaac y a Jacob.”
25 [436] Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: “De seguro os visitará Dios, y entonces llevaos de aquí mis huesos.”
26 [437] Murió José a la edad de ciento diez años. Lo embalsamaron, y lo pusieron en un féretro en Egipto.
Comentarios de Mons. Straubinger
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* 1. Al principio, es decir, cuando no existía aún nada de lo que se encierra en las palabras “cielo y tierra”. Desde antiguo se ha observado la semejanza de este pasaje con Juan 1, 1: “En el principio era el Verbo”. De ahí que algunos Padres y Teólogos sostengan que el autor sagrado se refiere aquí al Hijo por el cual todo fue hecho (Juan 1, 3). Cf. Proverbios 8, 22. A favor de esta opinión pueden alegarse otros pasajes, por ejemplo: Hebreos 1, 2; Apocalipsis 3, 14; 22, 13 y especialmente Colosenses 1, 18, donde el Apóstol llama a Cristo “el principio” y dice que “por Él fueron hechas todas las cosas, las de los cielos y las que están sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean dominaciones, sean principados, sean potestades. Todas las cosas fueron creadas por medio de Él y para Él (Colosenses 1, 16). Es de notar que el mismo Jesús se llama “el principio” en Juan 8, 25 (Vulgata). Creó: de la nada; no de alguna materia preexistente, como se lee en las cosmogonías paganas. El verbo hebreo ‘bará’ se usa específicamente para señalar la actividad divina y la creación ex nihilo. “Hacer una cosa cuando no existía nada, es producir de la nada, es crear en el sentido filosófico de la palabra” (Ceuppens). “Dios”, en hebreo Elohim, es un plural que viene de Él o Eloah (=el Fuerte). Sale en el Antiguo Testamento más de 2.500 veces y tiene los siguientes significados: a) Dios, b) los falsos dioses (Éxodo 12, 12), c) los vicarios de Dios: los ángeles, príncipes, jueces (Salmo 96, 7 comparar con Hebreos 1, 6; Salmo 81, 6 comparar con Juan 10, 34; cf. I Reyes 28, 13). Elohim lleva por regla general los atributos y verbos en singular, como en este versículo (cf. También el versículo 26, lo que prueba claramente que no se trata como dicen los racionalistas, de un resto de politeísmo. Al contrario, el politeísmo es una depravación del monoteísmo primitivo, cuyas huellas se han conservado, fuera de la Biblia, hasta nuestros días, en algunos pueblos “salvajes” que viven muy retirados y sin mayor contacto con los otros. Los investigadores modernos, sobre todo la escuela antropológica del P. W. Schmidt, han descubierto en aquellos pueblos la creencia de un Dios supremo, creador de todas las cosas, muy justo y muy bueno, legislador y juez de los hombres. No hay, pues, duda, de que el politeísmo es un producto de la apostasía de la religión primitiva. “El cielo”, incluso los ángeles (cf. El pasaje de Colosenses 11, 16, citado más arriba) y “la tierra”: el orbe entero, sin excluir nada. Orígenes y San Agustín entienden por cielo las cosas espirituales, por tierra las materiales. ↑
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* 2. Confusión y caos: El hebreo usa dos palabras que suenan onomatopéyicamente: tohu y bohu, y que se repiten en Jeremías 4, 23. Los Setenta vierten invisible y carente de orden. Algunos autores modernos ven en este versículo una alusión a un cataclismo anterior a la actual organización de la tierra; opinión que no tiene fundamento en la construcción gramatical del texto hebreo. Los que en el versículo primero incluyen la creación de los ángeles ven aquí una misteriosa conexión con la caída de los ángeles, cuyos sustitutos, por decirlo así, iban a ser los hombres, para los cuales Dios, en su infinita bondad preparaba la tierra. En Isaías 14, 9-14 el profeta nos describe la caída del príncipe de los ángeles bajo la figura del rey de Babilonia que lleva el nombre apocalíptico de Lucifer (Luzbel), y San Juan nos describirá su derrota en los últimos tiempos (Apocalipsis 12, 7 ss.). Muy poco sabemos de la rebelión de Satanás, pues Moisés no relata explícitamente la creación de los ángeles, sino que la presupone. “El abismo”: las aguas revueltas que rodean la tierra aprisionada por ellas (Ceuppens). Los antiguos se representaban la tierra rodeada por todas partes de inmensas profundidades. La palabra hebrea “tehom” (abismo) corresponde a la babilónica “tiamat”, que es la personificación del océano. “El Espíritu de Dios”: el Espíritu Santo. Así lo explican los Santos Padres. La Liturgia del Sábado Santo sigue la misma interpretación. Solamente San Efrén, Teodoreto y algunos modernos lo entienden del viento, pues en hebreo las dos cosas, espíritu y viento, son expresadas por la misma palabra. “Se movía”: el verbo hebreo significa moverse lentamente, revolotear (cf. Deuteronomio 32, 11) a la manera de las aves. Cf. la paloma como símbolo del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento (Mateo 3, 16). Nácar-Colunga traduce: “estaba incubando”, como para dar forma y hermosura al universo. El Espíritu Santo es el artífice que sacó de este caos un mundo bien ordenado. Es, pues, un error creer que el Espíritu Santo solamente se manifiesta desde su venida el día de Pentecostés y que haya estado inactivo en los tiempos antiguos. “En los albores de la Creación, junto a la masa caótica de materia pasiva e incapaz de producir algo por sí misma, el autor sagrado coloca, en contraste admirable, la presencia benigna del Espíritu de Dios, que todo lo vivifica. Y junto a los umbrales del Nuevo Testamento, el libro de la Sabiduría nos habla de una Sabiduría que en algunos capítulos se identifica con Dios.” Cf. Sabiduría 1, 5 s. El Espíritu Santo actúa a lo largo de todo el Testamento Antiguo, siempre moviéndose sobre el caos del mundo y formando el Reino de Dios sobre la tierra. Si los hombres no lo reconocieron, es porque el misterio del Espíritu no se reveló de una vez, sino poco a poco hasta descorrer Dios la plenitud de sus secretos por medio del Verbo hecho carne. Si combinamos esta verdad con lo dicho en 1, 1 y nota, y especialmente con Juan 1, 3 donde el Apóstol dice que por Cristo “fueron hechas todas las cosas”, vislumbramos ya en los primero versículos de la Biblia el misterio de la Trinidad y la eterna preocupación de Dios Trino por nuestra salvación. “Se insinúa aquí, dice San Buenaventura, la Trinidad entera: el Padre con el nombre de Dios Creador, el Hijo con el nombre de Principio, y el Espíritu Santo con el Espíritu de Dios” (Breviloq.). Son de admirar estas luces que Dios nos hace ver desde el Antiguo Testamento sobre el misterio de los misterios. Cf. v. 26; 18, 2; Éxodo 3, 6; Números 6, 24 s; Eclesiástico 50, 22; Isaías 6, 3 y 8, etc. ↑
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* 3. Comienza con este versículo el relato de las obras de la creación que se dividen en dos clases: “opus distinctionis” (creación de los espacios y lugares) y el “opus ornatus” (acción de llenar y poblar los espacios). A la primera clase de obras dedica el autor sagrado los tres primeros días; a la segunda, los días siguientes. Parece haber aquí una contradicción con el versículo 14, donde se narra la creación del sol, fuente de la luz. La contradicción desaparece, si tomamos la voz “luz” en sentido lato: energía, que Dios concentrará en el sol (v. 14). Oigamos sobre este punto un físico moderno: “En nuestro siglo este “grave error” del Génesis se ha disipado, y muy lejos de ver aquí un error, vemos un acierto científico verdaderamente sorprendente. Hoy sabemos que luz y materia no son sino distintas formas de una misma cosa: la energía. Sabemos también que de todas las formas de la energía es la luz la más pura y la única que pudo existir sin un soporte material; si bien en nuestras aplicaciones corrientes, nosotros obligamos a la materia a que nos devuelva luz” (J. Domínguez Casanueva, Estudios, Santiago de Chile, abril 1949, pág. 17). ↑
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* 4. Era buena, no sólo por su belleza o sus buenos efectos, sino por ser la realización de una idea del Creador, pues todo lo que hace Dios es bueno; lo malo entró en el mundo por el pecado (cf. Sabiduría 2, 24 y nota). ↑
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* 5. Tarde y mañana: el comienzo y el fin del día. Para los hebreos comenzaba el día con la puesta del sol, de manera que, por ejemplo, el sábado comenzaba el viernes al caer la noche. Los “días” de la creación no han de entenderse como intervalos de 24 horas, sino que pueden tomarse, como dice la Pontificia Comisión Bíblica, en sentido lato de período (Denz. 2128). Los Padres, p. e., San Crisóstomo, San Basilio, San Ambrosio, prefieren entender esa palabra en su sentido propio. Entre los exégetas modernos hay algunos (Bea, Simón Prado) que ven en los días de la creación un esquema literario “que sigue una línea progresiva desde las cosas imperfectas hasta las perfectas”. No faltan quienes los explican como resultado de una visión, mediante la cual Dios expusiera a Adán o a Moisés el desarrollo de la creación. ↑
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* 6. Firmamento: la bóveda del cielo en que parecen colocados los astros. La palabra hebrea significa “sólido”. ↑
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* 7. Las aguas que están bajo el firmamento son los mares, ríos, fuentes; por aguas superiores, en cambio, se entienden aquellas que parecen estar almacenadas sobre el firmamento, de donde caen sobre la tierra, en forma de lluvias. Como se ve, Moisés no habla en términos científicos, sino según las apariencias y con expresiones populares, como también lo hace el salmista, quien en el Salmo 32, 7 se refiere a las aguas del mar recogidas en un odre. Cf. 7, 1; 8, 2; Salmos 77, 23; 103, 3; 148, 4; Daniel, 3, 60. ↑
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* 9. Lo seco: los continentes que surgen de la masa informe y caótica (v. 2) ↑
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* 11. Los expositores no concuerdan en la interpretación de este versículo. Algunos distinguen solamente dos clases de plantas, otros sostienen que se trata de tres: hierbas, hortalizas y árboles frutales, lo cual concuerda mejor con el texto hebreo. “Brote”: porque la tierra poseía ya las plantas en potencia por el soplo del Espíritu de Dios (v. 2). Ceuppens (Quaestiones selectae ex Historia Primaeva) no cree que aquí el hagiógrafo insinúe la creación de cada especie y excluya el transformismo (mitigado). ↑
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* 14 ss. “Lumbreras”: aludidas ya en el v. 5. “Sirvan de señales”: Aquí se señala su función, que consiste ante todo en servir de reloj para los hombres e indicarles las estaciones del año, los días y las fiestas. Cf. Salmo 103, 19-23. Es de notar que las cosmogonías paganas fueron incapaces de conservar este concepto de la función de los astros y les dieron el carácter de dioses. “A los dioses Schamasch y Sin, Re y Tot, que en Babilonia y en Egipto realmente “dominaban” como representantes de los astros, el autor les atribuye tan poca importancia como el Salmista en Salmo 135, 8 s. De lo contrario no hubiera elegido esta expresión” (Heinisch). La lumbrera mayor (v. 16) es tipo de Cristo que en Malaquías 4, 2 es llamado “Sol de Justicia”. Cf. Isaías 60, 19; Zacarías 3, 8; Lucas 1, 78; Apocalipsis 21, 23, y especialmente el Prólogo del Evangelio de San Juan (Juan capítulo 1). Esta denominación ha sido trasplantada a la Liturgia, en donde sirve para ordenar el año litúrgico. El “Sol de Justicia”, Cristo, es el centro del movimiento cíclico de todas las solemnidades místicas de la Iglesia. ↑
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* 20. Seres vivientes, literalmente: almas. El sentido primitivo de la palabra es aliento, hálito, vida. De ahí que se use en el sentido de alma en todo el Antiguo Testamento y también en el Nuevo (Cf. Mateo 10, 39 y nota). La Vulgata vierte: produzcan las aguas reptiles de alma viviente y aves que vuelen sobre la tierra debajo del firmamento del cielo. El término “produzcan” dio lugar a la creencia de que los peces y también las aves fuesen productos del agua. Así lo interpretan, entre otros, San Cirilo de Alejandría, San Juan Damasceno, muchos escolásticos y el autor del himno de vísperas del jueves:
Magnae Deus potentiae,
qui fertili natos aqua
partim relinquis gurgiti
partim levas in aëra. ↑
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* 22. Dios bendice los animales, pero no las plantas, porque, según interpretan algunos, los animales son capaces de percibir la bendición. Mejor sería decir que Dios bendijo todas las cosas creadas, incluso las plantas, aunque Moisés no lo relata expresamente. ↑
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* 24. Produzca, porque la tierra es la materia (prima) de la cual Dios se sirve para crear los animales (cf. v. 25 y 2, 19). Los autores católicos no concuerdan en la interpretación; unos dicen que Dios creó los animales directamente; otros, en forma mediata; otros opinan que el hagiógrafo prescinde de expresarse sobre este punto y se limita a afirmar la causalidad en todo lo que se refiere a la vida. No se debe mezclar la Biblia con teorías modernas. ↑
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* 26. “La solemnidad de la fórmula indica claramente que se trata de la obra más importante. Dios entra en consejo consigo mismo, e invoca la plenitud de su ser, del cual es revelación la Trinidad” (Náca-Colunga). La creación del hombre difiere de las otras creaciones en tres puntos: a) En vez de dar una orden a la materia prima, es el mismo Dios quien pone mano a la obra; b) Dios crea el hombre según Su imagen y semejanza; c) el hombre es constituido señor de toda la creación visible. “Al hombre”: en hebreo sin artículo, lo cual quiere decir que ha de entenderse en sentido colectivo. Imagen y semejanza: San Basilio, San Jerónimo y otros Padres distinguen entre imagen y semejanza. Esta se referiría a los dones sobrenaturales, aquélla a los naturales. Los modernos, p. ej., Hummelauer, se inclinan a ver en la unión de ambos términos una expresión enfática, que significaría imagen perfecta. ¿En qué consiste la semejanza del hombre con Dios? No en el cuerpo, sino en el espíritu, que es un soplo de Dios (2, 7), una centella del Espíritu divino. “Dios creó al hombre por puro amor, y le dio como destino no solamente una existencia natural, sino que, movido por su afecto paternal, le hizo partícipe de la misma vida divina. Dios dio la vida a la creatura humana, pero al mismo tiempo la ensalzó por encima de sí misma, incorporándola a la naturaleza divina (cf. II Pedro 1, 4). Adán era, por medio de la gracia santificante, un verdadero hijo adoptivo de Dios y como tal también socio de la naturaleza divina. Y por cuanto esta “justitia originalis” había sido dada juntamente con la naturaleza, constituía un bien añadido a la naturaleza perfecta del hombre, y estaba destinada a ser transmitida a toda la humanidad” (Sheeben). En el Nuevo Testamento se restauró esta grandiosa idea de la semejanza del hombre con Dios mediante nuestra inserción vital en Cristo. Léase sobre este insondable misterio el primer capítulo de la Carta de San Pablo a los Efesios, especialmente el v. 10. Sobre Cristo como imagen del Padre véase Colosenses 1, 15 y Hebreos 1, 3. De ahí que algunos vean en esta expresión del Génesis al Hijo, quien es “todo en todos” (Colosenses 3, 11). ↑
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* 27. Tenemos en este versículo la primera prueba de la poesía hebrea, cuya característica es el paralelismo de los hemistiquios. Es de notar que toda la narración muestra cierto ritmo poético. Varón y mujer, es decir, varón y mujer aparte, dos individuos, no un individuo con dos sexos (cf. Mateo 19, 4). Tampoco creó varios géneros humanos, como San Pablo explica en el discurso del Areópago. (Hechos 17,26). ↑
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* 28. Dios aparece en todo este capítulo como Rey del universo, por el hecho mismo de la Creación. Los libros todos del Antiguo Testamento, especialmente los Salmos, celebran tal reinado (Salmos 28; 47; 92; 94; 103; 104; 144; Tobías 13, 1-6; Ester 13, 9-14; Isaías 37, 16; etcétera). Dentro del Reino de Dios, el hombre ocupa un lugar preferido y es también rey, porque a él le entregó Dios el señorío sobre la creación visible, pero tal privilegio se trocó en duro trabajo a causa de la caída del hombre, por lo cual todas las cosas creadas, hasta las inanimadas aguardan “con ardiente anhelo” la libertad de la “servidumbre de la corrupción” (Romanos 8, 19 y 21 y notas). ↑
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* 31. Sobre el “carácter histórico” de los acontecimientos narrados en este capítulo se han escrito muchísimos artículos y libros, principalmente con el fin de establecer la concordancia de las Ciencias naturales con la Biblia, sin que se haya logrado probarla. “Poco servicio hacían a la Biblia los autores del siglo pasado, que querían concordar los trascendentales relatos del Génesis con las teoría de La Place. Era comparar lo incomparable; era no tener idea de lo que es la Biblia” (Celada). La Sagrada Escritura no quiere ser un manual de ciencias, sino que se limita a describir los fenómenos físicos en un lenguaje popular y a veces poético (cf. la nota al versículo 5). Esto lo admite también la Pontificia Comisión Bíblica en su respuesta del 30 de junio de 1909 (Denz. 2121-2128 que transcribimos al final del capítulo tercero) y en la Carta del Cardenal Suhard de París (del 16 de enero de 1948) sobre los once primeros capítulos del Génesis. “Por eso, dice en la citada carta el P. Vosté, secretario de la Comisión Bíblica, invitamos a los sabios católicos a estudiar estos problemas sin parcialidad, a la luz de una sana crítica y de los resultados de los otras ciencias interesadas.” Sin embargo, hay que tener en cuenta el carácter histórico de los hechos que se relacionan con los fundamentos de la religión cristiana, como por ejemplo: la creación de todas las cosas por Dios, la creación particular del hombre, la unidad del género humano, la felicidad original de los primeros padres, su caída, la promesa del futuro Redentor y la institución divina del sábado. Algunos, muy pocos, admiten también un evolucionismo o transformismo mitigado, que no pretende suprimir a Dios ni extender su desarrollo al alma humana, y creen que esta explicación concuerda más con la infinita sabiduría de Dios. Así, por ejemplo, el P. Bea, en la X Semana Bíblica Italiana (1948), no excluye que Dios se haya servido de un organismo ya formado para, modificado, infundir en él un alma racional. La Iglesia no ha aprobado esta tesis, pero tampoco la ha condenado. “Estas teorías conservan, por consiguiente, su mayor o menor probabilidad intrínseca según la fuerza de las razones en que se basan, y su mayor o menor probabilidad extrínseca según la cantidad y calidad de autores que la propagan”. (M. Torres). Todas estas cuestiones están relacionados con lo que se llama “el género literario” (histórico, didáctico, poético, profético, apocalíptico). Entre los católicos es el P. Hummelauer quien más ha contribuido a la investigación de la forma literaria de estos capítulos. Otra cuestión, coherente con esta última, es la del tiempo de su fijación por escrito. Una transmisión escrita no es del todo imposible, pues la invención de la escritura es mucha más antigua que la del alfabeto, el cual no es sino la última etapa del desenvolvimiento de la escritura. “El archivo común de los conocimientos, dice Ricciotti, era la memoria, y no la escritura; en otras palabras, el pensamiento vivo era preferido a su momia embalsamada en la escritura. Esta momia se buscaba cuando más en los casos en que se necesitaba un documento material que atestiguara -como un contrato-, una ley, un monumento, etcétera. (Historia de Israel, núm. 190). Ricciotti trae argumentos contundentes que prueban la importancia que tuvo la memoria entre los pueblos antiguos. La Comisión Bíblica, en una Respuesta dada el 27 de junio de 1906, admite que Moisés para componer su obra se haya servido de fuentes, sacando de ellas algunas cosas a la letra y otras compendiadas. Nada dice de la composición de esas posibles fuentes, ni de la forma de su transmisión en los tiempos anteriores a Moisés. ↑
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* 1. El ornato, en hebreo “sabaot” (ejército). El “ejército del cielo” son las estrellas. Cf. Deuteronomio 4, 19; 17, 3; IV Reyes 17, 16; 21, 3 y 5; Nehemías 9, 6; Isaías 40, 20, etc. La misma palabra se usa en otros lugares como denominación de los ángeles. Cf. Josué 5, 14; III Reyes 22, 19; II Paralipómenos 18, 18. Sobre la creación de los ángeles véase 1, 1 y nota (final). El “ornato de la tierra” son todas las cosas creadas en ella y todas sus fuerzas. ↑
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* 2 s. El día séptimo, o sea, el sábado (que originariamente significaba “siete”), recibe aquí su institución divina. Dios lo santificó (v. 3): Expresión antropomórfica. Dios nunca descansa a manera del hombre. Si Dios no obrase sin cesar, toda la creación volvería a la nada. (Cf. Salmo 62, 9; 103, 29; Sabiduría 1, 7); por lo cual Jesús pudo decir en día de sábado: “Mi Padre hoy como siempre está obrando” (Juan 5, 7). De este versículo se sigue que la institución del sábado o día de descanso es anterior a la legislación sinaítica, la cual la supone (cf. Éxodo 16, 23 y 30). El pueblo de Israel debió descansar después de los seis días de trabajo, y lo mismo la tierra cada siete años (Éxodo 23, 10; Levítico 25, 1 ss.; Deuteronomio 15, 1 ss.), en memoria del séptimo día en que Dios “descansó” después de la Creación. Algunos Santos Padres van más lejos y ven también en la historia del mundo un plan septenario: cuatro milenios antes de Cristo, dos milenios después de Cristo y un milenio de reinado de Jesucristo. Los demás pueblos antiguos no conocían el sábado; los egipcios tenían décadas de días; los babilonios daban el nombre de sábado (schabatu) el día 15 del mes (plenilunio), el cual era para ellos un día de penitencia. El “séptimo día” de los cristianos es, según tradición apostólica, el domingo, el “día del Señor”, porque Cristo resucitó en ese día (cf. I Corintios 16, 2). ↑
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* 4. El autor sagrado vuelve al tema de la creación del hombre, la que nos narra con nuevos detalles. Yahvé Dios, en hebreo “Yahvé Elohim”. Sobre el nombre de Elohim véase 1, 1 y nota. Yahvé significa, etimológicamente, “El que” es, el Viviente, el Eterno. Cf. Éxodo 3, 14, donde Dios mismo se da este nombre, el cual solamente le corresponde a Él, cualquier dios pagano es un no ser, un producto de la imaginación, o a lo más, la representación de un espíritu maligno (cf. I Corintios I, 5; Gálatas 4, 8). Los críticos han llamado la atención sobre el hecho de que en este capítulo y en el siguiente, el escritor sagrado use el nombre de Yahvé, combinándolo con Elohim y formando un compuesto “Yahvé Elohim”. Los más avanzados han atribuido a este fenómeno tanta importancia, que sostienen que en este versículo comienza a escribir otro autor, el “yahvista”. De esta manera destruyen la unidad del Pentateuco y lo reparten entre diversos autores: yahvistas, elohistas y otros, llegando al extremo de negar por completo su origen mosaico. Es verdad que la diversidad de los nombres de Dios es una particularidad notable del Pentateuco. La conocían ya los grandes exégetas de la antigüedad. San Crisóstomo y San Agustín, quienes, no obstante ello, sostenían el origen mosaico y la unidad de los cinco primeros libros de la Biblia. Hoy sabemos que esa particularidad tiene poco peso, pues las versiones antiguas, los Setenta y el Samaritano, no coinciden en este punto con el texto hebreo masorético, lo cual prueba que el uso distinto de los nombres de Dios no tiene tanta importancia como le atribuyen los críticos, si bien se puede admitir que Moisés tuvo a mano fuentes de diverso estilo y diversos nombres de Dios. En todo caso, ha de sostenerse que Moisés es el autor del Pentateuco. ↑
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* 6. Fuente: Traducción incierta. La palabra correspondiente hebrea aparece sólo dos veces en la Biblia, aquí y en Job 36, 27. Su significado sería más bien “humedad”, “líquido”. Más tarde, en Babilonia, significaba “agua que corre en canales”. ↑
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* 7. El sentido de este versículo es: Dios creó el cuerpo del hombre del barro de la tierra, como el de los animales, y le inspiró el alma, de modo que en el hombre se juntan dos mundos, el corpóreo y el incorpóreo o espiritual. Sobre el evolucionismo y transformismo véase la nota a 1, 31, final. La expresión antropomórfica “insufló en sus narices (cf. Isaías 2, 22) quiere expresar simbólicamente que el alma no fue formada a manera del cuerpo, de la materia preexistente, sino creada por Dios directamente de la nada y unida al cuerpo (Santo Tomás). Compárese esta expresión con una semejante del Nuevo Testamento, que trata del Espíritu Santo. Jesús “sopló hacia los discípulos y les dijo Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20, 32). “Aliento de vida”: ¿No se puede ver también aquí una alusión al Espíritu Santo, como en 1, 2? Cf. Job 33, 4: “El Espíritu de Dios me ha hecho, y el soplo del Todopoderoso me da vida”, y en Salmo 32, 6: “Por la palabra del Señor se hicieron los cielos, y sus huestes todas por el aliento de su boca.” ↑
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* 8. Edén, palabra antigua sumeria. Los sumerios fueron los antecesores de los babilonios, a los cuales dejaron su cultura y la escritura cuneiforme. Edén significa en sumerio campo abierto, llanura donde prosperan todos los frutos; de ahí que en hebreo tenga el significado de delicias. La Vulgata traduce “jardín de delicias”, y en vez de “al oriente” vierte “desde el principio”, pues en hebreo las dos cosas se expresan por la misma palabra. ↑
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* 9. “El árbol de la vida” servía para contrarrestar la natural caducidad del cuerpo. Según San Tomás, el fruto de ese árbol libraba el cuerpo de la muerte solamente por algún tiempo, y para evitar la muerte Adán tenía que comer siempre de nuevo. “El árbol del conocimiento” servía para ver si Adán optaba por el bien o por el mal. Su nombre le viene de los efectos que de sus frutos se esperaban (Santo Tomás). ↑
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* 11. De los cuatro ríos sólo conocemos los dos últimos, el Tigris y el Éufrates, los dos grandes ríos de Mesopotamia, que desembocan en el Golfo Pérsico. Havilá: tierra desconocida, localizada por algunos en la Cólquida, en el Cáucaso. Más tarde encontramos ese mismo nombre en el norte de Arabia (Génesis 25, 18; I Reyes 15,7; cf. Génesis 10, 7 y 29). ↑
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* 12. Bedelio: resina odorífera. Piedra de ónice: Nácar-Colunga traduce ágata. Bover-Cantera conserva el nombre hebreo schoham. ↑
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* 13. Cus o Kusch, en tiempos históricos nombre de Etiopía. Se cree que los cusitas (etíopes) originariamente vivieron en el Cáucaso, de donde, al emigrar hacia el sur, se llevaron el nombre de Kusch. “¿Dónde hay que buscar el sitio del paraíso?” Tomando como punto de partida los ríos conocidos, el Tigris y el Éufrates, que nacen en Armenia, tendríamos que identificar esta región con el país del paraíso. En tal caso el Fisón sería idéntico con el Fasis, y el Gihón con el Araxes o uno de los ríos de aquellas montañas. Heinisch busca el paraíso en Aserbeidschan, en la región de los lagos de Wan y Urmia. Otros recurren a la hipótesis de Syce, que busca el paraíso en la región del Golfo Pérsico, entre Mesopotamia y Arabia. Algunos lo buscan en la India, China, Madagascar, Abisinia, Perú, etc. “Después de leer estas opiniones, llegamos a la conclusión de que, si bien el texto bíblico hace la impresión de querer describir la región próxima al paraíso, es muy difícil determinarlo” (Enciso). Sin embargo, se mantiene la fe en su existencia. San Justino, San Agustín, Santo Tomás y otros Padres y Doctores de la Iglesia creen que Enoc y Elías tienen su morada en el paraíso terrenal. ↑
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* 15. Para que lo labrara: Aún antes de su caída, Adán tenía que cultivar la tierra. Le era preciso trabajar, no para procurarse alimento con el sudor de su frente, como después del pecado, sino para ejercitar su inteligencia y sus fuerzas, de tal manera que no se cansase, pero que no estuviese tampoco sin hacer nada (San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Génesis). ↑
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* 16 s. He aquí la primera prohibición que Dios impuso a los hombres. De hecho Adán era señor de toda la tierra (1, 28), gozaba del privilegio de estar exento de enfermedades y de la muerte y vivía en íntima amistad con su Creador, que le había elegido para fundar y difundir el Reino de Dios sobre la tierra; pues todas las obras de Dios respecto del hombre, desde el primer día de la existencia del género humano hasta el fin de los tiempos, tienen por objeto el establecimiento y desarrollo de Su Reino. Su omnipotencia le permitiría hacerlo sin nosotros, pero su infinita bondad desea nuestra colaboración, para que seamos partícipes de un destino inefablemente dichoso. Cf. II Pedro 1, 4; I Juan 3, 1. Si este Reino fracasó aparentemente tan pronto fue por culpa de los primeros padres; y si hasta el presente sufre violencia (Mateo 11, 12), la culpa la tenemos nosotros. En los versículos que siguen, narra el autor sagrado la historia del primer revés del Reino de Dios sobre la tierra, a causa de la desobediencia de los protoparentes, los que dieron más crédito a la serpiente que a su Padre y Creador. (Cf. Sabiduría 2, 24 y nota). “Morirás” (v. 17): Se refiere a la muerte física, pues antes de la caída el hombre no estaba sometido a ella, como lo afirma la Sabiduría: “Por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo” (Sabiduría 2, 24). Lo mismo dice San Pablo en Romanos 6, 23: “El salario del pecado es la muerte”. (Cf. Romanos 45, 12. ↑
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* 18 ss. Adán ejerce el señorío sobre los animales, dándoles nombres que corresponden a su naturaleza, mas al mismo tiempo se da cuenta que no tienen semejanza con él. Siente su aislamiento en el mundo que le rodea, y esto es precisamente lo que Dios le quiere sugerir al presentarle los animales. Tenemos también aquí uno de los antropomorfismos tan frecuentes en este capítulo. No quiere decir que Dios haya organizado un desfile de todos los animales, sino que Adán, al ver las diversas clases de animales, les puso los nombres correspondientes a su naturaleza. Se puede probar lingüísticamente que los primeros nombres de los animales, como también los de las plantas y de todas las demás categorías de cosas, eran genéricos y no especiales como lo son hoy. La especificación se produjo poco a poco, sobre la base de los nombres primitivos puestos por Adán. “No es bueno que el hombre esté solo”. Comentando estas palabra, dice Fray Luis de León: “Dios por su persona concertó el primer casamiento que hubo, y les juntó las manos a los dos primeros casados y los bendijo, y fue juntamente como si dijésemos, el casamentero y el sacerdote” (La Perfecta Casada). ↑
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* 21. Un profundo sueño: La voz hebrea significa sueño profundo y extático. Los Setenta traducen “éxtasis”. Cf. 15, 12; I Reyes 26, 12; Isaías 29, 10. ↑
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* 22. De la costilla… formó una mujer: ¿Ha de entenderse esto en un sentido literal o en sentido figurado? Hay quienes ven en estas palabras solamente una figura que quiere expresar la igualdad de naturaleza entre el hombre y la mujer. A esto se opone el texto de I Corintios 11, 7, donde San Pablo afirma que “no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón”. Por eso la interpretación tradicional veía siempre en la creación de la mujer una acción “especial” de Dios, aunque la costilla puede ser un símbolo para indicar la identidad de naturaleza. Pero puede admitirse que en hebreo “costilla” y “costado” se denominan por la misma palabra, por lo cual no es falso lo que algunos catecismos enseñan, a saber, que Eva fue creada del costado de Adán. La narración bíblica quiere también decir que la mujer es compañera del hombre, pero que éste es su cabeza, como dice San Pablo: “Las mujeres estén sujetas a sus maridos, como al Señor, por cuanto el hombre es la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo, del cual Él mismo es Salvador. De donde, así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así las mujeres lo han de estar de sus maridos en todo” (Efesios 5, 22-24). Cf. Génesis 3, 16. No hay duda de que Adán y Eva son padres de todo el género humano. En esto estriba el dogma del pecado original y de la Redención por Jesucristo, y el precepto de amar a todos los hombres como a hermanos. La Sagrada Escritura atestigua varias veces esta verdad fundamental. Cf. Génesis 3, 20; 10, 32; I Paralipómenos 1, 1; Tobías 8, 8; Sabiduría 7, 1; 10, 1; Eclesiástico 17, 1 ss.; Hechos 17, 26. Eva formada del costado de Adán es, según los santos Padres, figura de la Iglesia, la que salió del costado de Jesucristo. Como Eva es figura de la Iglesia, así lo es Adán respecto de Cristo. Cf. II Corintios 11, 2; Efesios 5, 25-32; Apocalipsis 19, 7 s. ↑
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* 23. Varona: Así dice el hebreo y también la traducción de Scío. Usando la palabra varón en su forma femenina “varona”, hoy caída en desuso, se ve perfectamente que ante Dios, la mujer y el hombre tienen el mismo valor, aunque no la misma posición. ↑
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* 24. Este versículo atestigua la institución divina del “matrimonio”, fundamento de la sociedad humana, cuya célula es la familia. El hombre y la mujer serán una carne, lo que implica la indisolubilidad y unidad del matrimonio, como lo explica Jesús en Mateo 19, 7-8, donde cita nuestro pasaje y agrega: “A causa de la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no fue así”. Es éste uno de los pocos pasajes en que Jesucristo ha dado normas a las ciencias profanas; en este caso para la etnología e historia de la cultura. Sin embargo, debemos comprobar que los eruditos modernos, salvo muy pocas excepciones, no hacen caso de esa palabra de Cristo, sino que sostienen que al principio las relaciones entre varón y mujer obedecían a la ley de la promiscuidad y que los primeros hombres vivían en poligamia. Son ésos los mismos etnólogos que sostienen también que, al comienzo de la historia del género humano, reinaba el politeísmo y no el monoteísmo, con lo cual desprecian expresamente a Dios, quien dice claramente que al principio todo estaba bien, muy bien (1, 31). Esto significa que la depravación, el politeísmo y la poligamia son la segunda etapa de la cultura humana, no la primera. Su consecuencia fue, como veremos en los caps. 6 y 7, el diluvio. ↑
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* 25. Adán: otros traducen el hombre. “En hebreo sólo a partir de 4, 25 aparece el nombre (Adán) sin artículo y como propio, cuando por haberse hablado ya de otros hombres era preciso individualizarlo.” (Bover-Cantera). Para mayor claridad lo usamos ya ahora. “No se avergonzaban”, porque eran como niños. Este pequeño detalle arroja no poca luz sobre el estado extraordinariamente feliz de los primeros padres. “El misterio del estado original es tan grande y maravilloso que recién la revelación del Logos encarnado, la revelación del Nuevo Testamento, no ha proporcionado sobre él una claridad beatificadora, en especial la profunda teología de San Pablo, la que, por la inspiración divina de sus Epístolas se eleva a la esfera de la infalible revelación divina, y no puede, por tanto oponerse a la doctrina de Cristo, como si fuese especulación rabínica o “exaltación” dogmática de la sencilla enseñanza de Jesús, contenida en los sinópticos” (Rhaner, Teología Kerigmática). Solamente la doctrina de la filiación divina, que San Pablo explica particularmente en la Carta a los Efesios, es capaz de darnos una idea del estado primitivo que se perdió por el pecado. Si Cristo vino al mundo para restaurar lo que Adán había perdido, fue para darnos de nuevo la capacidad de ser hijos de Dios como lo fue Adán. ↑
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* 1. La serpiente: no un ser fantástico, sino una verdadera serpiente (como se deduce del v. 14), de la cual se sirvió el diablo, el cual en el Apocalipsis se llama “la antigua serpiente” (Apocalipsis 12, 9; 20,2). Algunos, como p. ej. Ceuppens, prefieren entender directamente el diablo en forma de serpiente. Los antiguos creían que tenía patas (cf. las representaciones en las catacumbas) y que era semejante al dragón que en la antigüedad llevaba también el nombre de serpiente. En la serpiente apareció Satanás por primera vez como Ángel de luz (II Corintios 11, 14), táctica que desde entonces usa con creciente éxito. “El más astuto”, en este caso de un modo especial, por ser el diablo. Sobre el carácter mentiroso y envidioso de este enemigo número 1 de género humano, véase Sabiduría 2, 24; Juan 8, 44: II Corintios 4, 4; Apocalipsis 12, 9, etc. El es padre de la mentira, de lo cual tenemos la primera prueba en este mismo pasaje, donde se maravilla de un precepto que cita en forma exagerada, pues Dios no dijo: “No comáis de todos los árboles”, pero “no-todo” significa en hebreo “ninguno”. El diablo se dirige a Eva, aprovechando la curiosidad y flaqueza de la mujer, y su influencia sobre el marido. El hecho de que la serpiente hablase como un ser racional no extrañaba a Eva, porque antes de la caída Adán y Eva vivían como niños, y toda la naturaleza que los rodeaba era para ellos un milagro, de manera que prácticamente no atendían a la diferencia entre lo natural y lo milagroso. El P. Páramo explica este fenómeno psicológico que tan hábilmente aprovecha el diablo, citando las palabras de San Cirilo, quien dice que Eva, como acababa de salir de las manos de Dios, pudo entrar en duda de si habría algún animal más perfecto que los otros, que pudiese hablar; o si acaso le hablaba algún ángel por medio de la serpiente, sin conocer que fuese bueno o malo. Es de notar que Satanás no pronuncia el nombre de Yahvé (Señor), sino solamente el de Elohim (Dios), lo mismo que Eva en la respuesta (v. 3), mientras que en toda esta narración el nombre de Dios es Yahvé Elohim (Yahvé Dios). ↑
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* 2 s. La respuesta de Eva muestra pleno conocimiento del precepto de Dios, pero agrega: ni lo toquéis, lo cual Dios no había dicho en 2, 17. ↑
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* 4 s. La serpiente, viendo la debilidad de Eva, va más lejos, tachando de mentiroso al mismo Dios, y prometiendo más cosas que el Creador: inmortalidad, omnisciencia, felicidad absoluta, y ante todo igualdad con Dios. De ninguna manera moriréis: mentira sarcástica, como se manifiesta después en el versículo 7. Eva toma las palabras en otro sentido que el tentador maligno. Conocedores del bien y del mal (versículo 5): Estas palabras pueden significar dos cosas: a) conoceréis todas las cosas, las buenas y las malas; o 2) sabréis la diferencia entre lo bueno y lo malo. Otra forma de sarcasmo diabólico: pues esto se realizó, pero muy de otra manera. El diablo no sospechaba que el ansia del mismo Dios consistía precisamente en otorgar a los hombres su propia vida divina, pero no por vía de rebelión, sino por vía de obediencia a su mandato. Notamos ya en este primer encuentro del diablo con el hombre el signo característico de toda rebeldía contra Dios, esa contradicción esencialmente diabólica, que consiste no ya sólo en la monstruosa ingratitud de aprovechar un don para ofender al donante, sino en la indecible estupidez de pretender que somos algo frente al que nos sacó de la nada. Tal fue la actitud de los ángeles rebeldes (cf. Isaías 14, 12 ss. y nota)), y tal fue igualmente el móvil del primer pecado del género humano, cometido bajo los auspicios del diablo. Otra característica, no menos significativa, se revela en esta primera aparición de Satanás en el escenario de la tierra: su audacia en penetrar en el jardín de Dios, el paraíso, y llevar su ataque contra el mismo centro del Reino de Dios que estaba en sus primeros comienzos. De la misma manera se metió también en el colegio más santo del mundo, el de los apóstoles, por medio de su representante Judas. Estemos seguros que el enorme éxito que tuvo con este método le ha inducido a seguirlo y a perfeccionarlo. Por eso, si queremos localizar a Satanás, no hemos de buscarle en el desierto, sino metido en los centros y en los puntos neurálgicos y bien disfrazado como “ángel de la luz” (II Corintios 11, 14). Solamente así se explica el misterio de la apostasía bajo formas de piedad, de la cual habla San Pablo en II Tesalonicenses 2, 3 ss. ↑
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* 6. Eva se deja engañar por el diablo y sus propios apetititos. Dio también a su marido: San Agustín agrega: “con palabras persuasivas”. Ha de excluirse todas las teorías modernas que consideran este primer pecado como un pecado de niño irresponsable, o un pecado de magia, o un pecado sexual. Toda la tradición lo toma como un acto de desobediencia y aunque la desobediencia de Eva precedió a la de Adán, no hay duda de que éste es la causa primera del pecado original y de su propagación, por ser nuestra cabeza y la causa primera de la generación. Santo Tomás y muchos Teólogos opinan que a pesar de la caída de Eva, no habría habido transmisión del pecado original si Adán no hubiera pecado. Comienza aquí el drama del género humano, que se desarrolla de pecado en pecado hasta el último pecado del último hombre, sólo interrumpido por el entreacto de la Redención. Mas en el último acto veremos, como afirma San Pedro, el gran milagro de la “restauración de todas las cosas” (Hechos 3, 21), y en esto se funda nuestra “bienaventurada esperanza” (Tito 2, 13). Cf. Mat 19, 28. Los racionalistas han realizado grandes esfuerzos por dar al relato bíblico de la caída de Adán un carácter mitológico, pero no han encontrado sino un sello babilónico del tercer milenio a. C. En el sello aparecen dos personajes, sentados en escabeles a ambos lados de un árbol. Detrás de la primera persona, que según el vestido puede ser una mujer, hay una serpiente colocada verticalmente. En realidad nadie conoce el verdadero sentido de la escena grabada en el sello. ↑
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* 7. Se les abrieron los ojos, no para adquirir nuevos y más elevados conocimientos, ni mucho menos para ser como Dios, sino para reconocer su propia miseria y el terrible engaño de que habían sido víctimas. Perdieron todos los dones sobrenaturales, la gracia santificante, la inocencia, justicia y santidad original y la amistad de Dios; hasta sus dones naturales comenzaron a flaquear, se despertó la concupiscencia, la carne empezó a rebelarse contra el espíritu, y detrás de todos los males se cernía la muerte y la corrupción de todo el género humano. La caída de Adán tiene mucha semejanza con la del Ángel caído. Ambos sobrepasaban sus derechos buscando en cierto modo arrebatar el Reino de Dios para sí mismos; ambos negaban la autoridad que correspondía Dios solo. Mas la sublevación del Ángel fue definitiva e irreparable; la caída del hombre, en cambio, será reparada por un Redentor que por su obediencia restaurará el Reino de Dios sobre la tierra, destruido por la desobediencia de Adán. La higuera es el primer árbol cuyo nombre aparecen en la Biblia, el segundo es el olivo (8, 11). ↑
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* 9. ¿Dónde estás? No es una simple pregunta, sino la voz del buen pastor que busca la oveja perdida, como si dijera “¿En qué situación estás? ¿A qué extremo te ha reducido tu pecado, que huyes de tu Dios a quien antes buscabas?” (San Ambrosio). ↑
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* 10. Tuve miedo: He aquí la primera palabra del hombre después de la caída: tuve miedo; las primeras angustias de un corazón humano, el primer remordimiento de una conciencia perturbada, que se transmitirá de generación en generación hasta llegar a nosotros, como las ondulaciones producidas por una piedra lanzada en las aguas alcanzan la ribera. ↑
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* 11. “De dos dolores nos habla aquí la Sagrada Escritura: del dolor de Dios y del dolor del hombre. El pecado es el dolor de Dios, su consecuencia es el dolor del hombre. El pecado nos aleja de Dios, el dolor nos acerca a Él. El pecado es separación de Dios, el dolor, unión con Él” (Elpis). ↑
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* 14. El “castigo” se dirige no tanto a la serpiente como al diablo. No quiere decir que la serpiente hubiera tenido patas antes del pecado del paraíso, ni que en adelante se alimentaría del polvo de la tierra, como lo explicaban por ej. Flavio Josefo y Lutero. Arrastrarse sobre el pecho y comer polvo son metáforas que señalan las más profunda humillación (cf. Miqueas 7, 17). Especialmente la segunda metáfora era muy usada entre los pueblos orientales. En la mitología babilónica el polvo era el manjar de los condenados en el infierno. San Judas nos revela que el diablo, pese a su caída y la sentencia pronunciada contra él, sigue siendo de altísima categoría, de modo que San Miguel no se atrevió a maldecirlo directamente, sin que le dijo: “Te reprenda el Señor” (Judas v 9), palabras que repetimos todos los días en el exorcismo que León XIII mandó rezar después de la misa para implorar el encierro de Satanás, que se realizará cuando sea vencido definitivamente (Apocalipsis 12, 7-12) y 20, 10). Entretanto le es dada cierta libertad, como lo vemos en el primer capítulo del libro de Job y en muchos pasajes del Nuevo Testamento, por ej. En I Pedro 5, 8. Cf. también Juan 14, 30: II Corintios 2, 10s; 4, 4 y notas. ↑
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* 15. Brilla aquí el primer rayo de luz después de la caída del hombre. El corazón paternal de Dios tiene preparada una salida, tan compasiva como insospechada: la futura reparación y salvación por medio de un nuevo Adán, Cristo (cf. Romanos 5, 12 ss.), por donde se ve “que en el pensamiento de Dios el Cordero inmaculado se inmola desde el principio del mundo y pone a la humanidad caída en vías de redención” (Eschoyez). Cf. Apocalipsis 13, 8. La nueva versión italiana explicada por el P. Vaccari, profesor del Pontificio Instituto Bíblico, explaya el misterio de este versículo con las siguientes palabras: “La descendencia de la mujer vencerá al demonio de la misma manera que el hombre aplasta la cabeza de una serpiente. La descendencia de la mujer es, en general, el género humano; más principalmente, el Salvador Jesucristo, que es la Cabeza de toda la humanidad (Colosenses 1, 15, 18). Él venció por propia virtud al demonio, lo que los otros hacen en virtud de Él. Contiene, pues, este versículo el primer anuncio del futuro Redentor. Se le da por ello el nombre de “Protoevangelio” (“primera Buena Nueva”). Al triunfo del Salvador va asociada su madre, la magna Señora, que se contrapone a Eva (Lucas 1, 26-38).” En vez de “éste” (el linaje) dice la Vulgata “ésta” (la mujer), lo que dio lugar a muchas discusiones, porque el texto hebreo y todas las versiones antiguas se oponen a esta traducción. El mismo San Jerónimo atestigua que también la primera versión latina, la Itala, traía igualmente el pronombre masculino, y no el femenino. “Le aplastarás el calcañar”: Cristo fue clavado en la Cruz, por obra de la serpiente (Satanás) y sus cooperadores, y así obtuvo Satanás una aparente victoria, mas el verdadero vencedor fue Cristo, que con la muerte de Cruz aplastó al enemigo del género humano, el cual al fin (Apocalipsis 20,10) será precipitado en el “lago de fuego y azufre.” Entretanto, “ronda como león rugiente, buscando a quien pueda devorar” (I Pedro 2, 4; cf. Judas v. 5). Así se explica la misteriosa palabra de San Pablo en I Corintios 6, 3: “¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles?” ↑
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* 16. La sumisión de la mujer al marido, que tantas veces repite San Pablo (Romanos 7, 2; I Corintios 11, 3 ss.; Efesios 5, 22, 24 y 33; Colosenses 3, 18) es, según estas palabras de Dios, una ley natural y divina. Hoy se tiende a olvidar esta norma primitiva, que no significa esclavitud de la mujer, sino su legítima posición dentro de la familia, ya que no puede haber dos cabezas en el mismo cuerpo. ↑
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* 19. En ese momento el hombre empezó a morir, faltándole el fruto del árbol de la vida (v. 22). Desde entonces sentimos que el hombre es polvo. “De la tierra y a la tierra”, he aquí las palabras lapidarias que el dedo de Dios escribió sobre el escudo del género humano. “Todos los hombres no son más que polvo y ceniza”, dice ya el Eclesiástico (17, 31). Mas, si bien el cuerpo se descompone, el alma es un soplo de Dios (2, 7), que no se descompone ni muere (Sabiduría 3, 1-4), y aun el cuerpo descansa en la esperanza de la resurrección (Juan 5, 28 s; Romanos 8, 23; I Corintios 15, 42). De aquí arranca un nuevo concepto de la vida. Somos lo que somos, hijos de Adán y herederos de su carne depravada. Solamente los méritos de Cristo nos dan capacidad para sobreponernos a esta degeneración de la carne y vivir según el espíritu; pero esto, que sólo se da a los que creen con fe viva, no quita nada de nuestra decadencia natural; ya que la vida según el espíritu es un “nuevo nacimiento” en Cristo y presupone la muerte de nuestro “hombre viejo”, para que “caminemos en nueva vida” (Romanos 6, 4). San Pablo explica este misterio a los Efesios, diciéndoles: “Dejad vuestra pasada manera de vivir y desnudaos del hombre viejo, que se corrompe al seguir los deseos del error; renovaos en el espíritu de vuestra mente y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y en la santidad de la verdad” (Efesios 4, 22-24; cf. Efesios 3, 9). Esto, sin duda, es menos frecuente de lo que creemos; pues para ello debe el hombre renunciarse a sí mismo (Lucas 9, 23), lo cual no es difícil si estamos convencidos de esa decadencia en que nacemos, pero es muy difícil para el que tiene esa suficiencia de sí mismo, tan en boga hoy día, pues nadie deja lo que cree bueno, en tanto que es fácil dejar lo que sabemos malo y perjudicial. ↑
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* 20. “Eva” significa literalmente: productora de vida, madre. La misma palabra encontramos, aunque con una pequeña diferencia morfológica, en el nombre de Yahvé (el que es, el viviente). “Adán” significa barro, polvo. ↑
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* 22. ¿Han de entenderse estas palabras de Dios como una simple aserción o en sentido irónico? Son más bien expresión de la compasión del divino Padre, cuyos ojos prevén las calamidades que han de venir sobre los pobres hombres que habían aspirado a ser como Él (v. 5). ↑
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* 24. “Por el pecado del hombre se cerró el paraíso terrenal, en señal de haberse cerrado el celestial” (Sto. Tomás); nos queda sólo la esperanza de la “restauración de todas las cosas”, de la cual habla San Pedro en Hechos 3, 21, y el consuelo de que los ríos del paraíso siguen regándonos místicamente en los Sacramentos. “Los querubines”: ángeles de orden superior; son en el Salmo 17, 11 la “carroza” de Dios, el cual se sienta sobre los querubines (I Reyes 4, 4; Salmo 79, 2; Isaías 37, 16). Es de notar que Dios permitía y ordenaba (Éxodo 25, 18; III Reyes 6, 23) la representación plástica de los querubines, no obstante la prohibición, establecida por Él en el Decálogo, de no hacer imágenes ni figura alguna de las cosas que hay en el cielo y en la tierra (Éxodo 20, 4). También los asirios y babilonios conocían a los querubines (Karibu) y colocaban sus figuras en las puertas como guardianes celestiales de templos y palacios, mas los representaban medio hombre y medio animal, dándoles cuerpo de toro o león, alas de águila y cabeza de hombre con tiara y dos cuernos, símbolos de su divino poder. Cf. la descripción de los querubines en la visión de Ezequiel 1, 5 ss. “La fulgurante espada”, símbolo de la llameante espada divina, la encontramos también en la mitología pagana, donde tiene a veces la forma de tridente. Terminada la explicación de los tres primeros capítulos creemos conveniente llamar de nuevo la atención a la “Respuesta” de la Pontificia Comisión Bíblica del 30 de junio de 1909 que Bover-Cantera sintetiza como sigue: “Los tres primeros capítulos del Génesis contienen narraciones de hechos verdaderos, es decir que responden a la realidad objetiva y verdad histórica; no fábulas mitológicas o cosmogónicas, ni meras alegorías o símbolos destituidos de fundamento objetivo, ni leyendas ejemplares, parte históricas, parte ficticias (Dub. 2). Hay que admitir el sentido literal histórico en los hechos que atañen a los fundamentos de la religión cristiana, cuales son, entre otros: la creación del universo por Dios al principio del tiempo; la peculiar creación del hombre; la formación de la primera mujer, hecha del primer hombre; la unidad del género humano; la felicidad original de los primeros padres en estado de justicia, integridad e inmortalidad; el precepto dado por Dios al hombre para probar su fidelidad; la transgresión del precepto divino, por persuasión del diablo bajo la apariencia de serpiente; la caída de los primeros padres de aquel estado primitivo de inocencia; además la promesa de un futuro Reparador (Dub.3). No hay que entender siempre en sentido propio y material todas las expresiones, que a las veces son evidentemente metafóricas o antropomórficas (Dub. 5). Siendo la mente del hagiógrafo no dar un tratado científico de la naturaleza, sino más bien un conocimiento popular, no hay que interpretar su lenguaje con rigor científico (Dub. 7) La palabra “yom” (día) puede entenderse en sentido impropio o lato (Dub. 8). ↑
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* 1. “He adquirido”: Alusión al nombre de Caín, que puede traducirse “adquisición”. Caín, el primogénito, es el hijo de la rebeldía, el representante del espíritu de este mundo, mientras que Abel es el heredero de las promesas mesiánicas, el justo, que creía en el futuro Redentor (cf. Hebreos 11, 4). ↑
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* 3 s. Se menciona aquí el primer sacrificio. Seguramente los dos hijos de Adán no son los inventores del sacrificio, sino que siguieron la costumbre de su padre. El sacrificio es la expresión espontánea de los sentimientos del hombre que reconoce su dependencia de Dios. No había aún sacerdotes; el padre de familia era también sacerdote. “De la grasa”: las partes grasas del animal como fue establecido más tarde por la Ley de Moisés (cf. Levítico 4 versículo 8, 19 y 35). ↑
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* 7. Texto difícil, que se traduce de muy diversas maneras. San Clemente Romano, parafraseándolo según los Setenta, le da la siguiente explicación: “¿Por qué estás tan sobremanera entristecido, y por qué decaído tu rostro? ¿No es cierto que, si rectamente ofrecieras, mas no repartieras rectamente, pecaste? Sosiégate; tu ofrenda volverá a tu poder y de nuevo serás su dueño” (I Carta Corintios IV, 4). San Crisóstomo combina las palabras de este versículo de otra manera, y ve aquí una alusión a la envidia de Caín que teme por la primogenitura. Según esta interpretación, Dios quiere decir: Aunque acepté el sacrificio de Abel, no por eso te privaré de la primogenitura. Abel no la ambiciona, al contrario, su afecto hacia ti es invariable, y tú lo dominarás. Entre los modernos es Nácar-Colunga quien sigue a San Crisóstomo. Dice en la nota: “Parece referirse al amor que Abel sentía por Caín como hermano, que debía ser para éste un motivo para desistir de su odio, junto con la seguridad de que, como primogénito que era, siempre había de dominar sobre él.” ↑
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* 8. Como por su sacrificio, así también por su muerte Abel es figura de Cristo, por el cual la Iglesia ha incluido su nombre en el Canon de la Misa: “Dígnate mirar esta ofrenda con propicios y benignos ojos y acéptala como te dignaste aceptar el sacrificio de tu siervo Abel, el justo.” “Mató”: He aquí el primer homicidio, fruto de la envida (I Juan 3, 12) y del desorden producido por el primer pecado, ¡Cómo se habrán abierto los ojos de Adán al ver por primera vez a un muerto! ¿Y Eva? Una escritora moderna analiza este tema con acertada delicadeza psicológica: “Cuando Dios desterró a Eva del paraíso, le dijo que iba a sufrir dolores, pero ello no pudo comprenderlo, pues nunca había sufrido dolor alguno. Supo lo que es dolor cuando dio a luz a sus hijos, pero era dolor físico, dolor que el gozo de tener un hijo hacía olvidar bien pronto. Pero cuando su hijo Abel fue muerto; cuando él a quien había dado la vida yacía delante de ella, sin vida; cuando ella que había conocido hasta entonces únicamente la inmortalidad, vio a su hijo sometido a la ley de la mortalidad, sintió todo el peso del dolor, experimentó el dolor en toda su profundidad. Y recién entonces supo valorar el castigo de Dios, y quizás el castigo tan tremendo le hizo comprender por primera vez cuán tremenda fue su culpa. La Sagrada Escritura cubre con respetuoso silencio el dolor de la primera madre.” ↑
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* 9. “¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?” Es ésta, exactamente, la pregunta del individualismo moderno. De ahí que necesitemos tantas leyes sociales, tantas instituciones y organizaciones, que en vano se esfuerzan por neutralizar las desastrosas consecuencias del lema cainista. El individualismo no se cura desde afuera sino por el espíritu del Sermón de la Montaña (Mateo Caps. 5-7) y la observancia del gran mandamiento del amor, que nos obliga a ver en cada hombre un hermano que nos ha sido confiado por el mismo Creador y Padre del género humano. Citando este versículo, dirige el Cardenal Mercier esta exhortación a su clero: “Nosotros somos los que tenemos las primeras responsabilidades. Nosotros hemos de marchar al frente del pueblo fiel, y confiados en la fe de su bautismo y en las riquezas inagotables de la misericordia divino, hemos de invitarlo a seguirnos, y resueltamente debemos facilitarle el camino” (Vida Interior, p. 75). ↑
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* 10. “No es la voz de Abel la que acusa, no es su alma, sino la voz de la sangre que has derramado…. Si tu hermano se calla, la tierra te condena” (San Ambrosio, De Caín, II, 9). ↑
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* 11 s. El castigo de Caín es de doble naturaleza: la tierra no le dará fruto, y él mismo ha de andar errante de un cabo a otro de la tierra. Aún es esto, Caín es el tipo del hombre moderno, que no sabe que solamente en Dios podemos encontrar la tranquilidad. “El mundo de hoy se halla en continuo movimiento, a pie, en tranvía, en automóvil, en ómnibus, en tren, a bordo de un barco, como si todos fuésemos hijos de Caín. ¿Quién dominará el cainismo moderno, que es tan fratricida como el del cuarto capítulo del Génesis?” (Mons. Keppler). ↑
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* 13. Mi culpa es demasiado grande: He aquí el primer hombre que no espera perdón. ¡Cuántos pecadores no conocen tampoco la grandeza de las misericordias del Padre Celestial, e imitan a Caín en la desconfianza y desesperación! “Este nuevo pecado fue sin comparación mucho mayor que el mismo fratricidio que poco antes había cometido” (Scío). “El pecado seguido de la desesperación no tiene ya remedio” (San Agustín, Homilía 21). ↑
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* 15. Siete veces: número redondo que el lenguaje de los antiguos pueblos orientales significa la plenitud. “Una señal”: un estigma cuya forma y carácter no sabemos. Caín no será víctima de la venganza humana; el mismo Dios se reserva el castigo del primer homicida, el que no da señales de arrepentimiento. Cf. el caso de Judas, que tiene mucha semejanza con el de Caín. Ambos derraman sangre inocente y matan al justo, ambos a dos creen que su pecado es demasiado grande, por lo cual se rehúsan a implorar la misericordia de Dios, ambos mueren impenitentes y se condenan a sí mismos, pues Dios no puede perdonar al que no quiere ser perdonado. ↑
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* 16. Nod no es propiamente nombre geográfico, sino una alusión a la vida de fugitivo que Caín tendrá que llevar en adelante, en la “tierra de nadie”, sin patria, sin hogar. ↑
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* 17 ss. Enoc, no el justo del mismo nombre, del cual se habla en 5, 21. Nótese que los cainitas se distinguieron por lo que hoy llamamos civilización. El mismo Caín fundó la primera ciudad y algunos de su linaje inventaron los instrumentos más necesarios para la vida técnica y la música (v. 20 y 21). No hay, pues, duda de que la civilización primitiva era preferentemente cainita, no solamente en su origen, sino también en su espíritu, que era exclusivamente materialista. Por eso Dios la borró de la tierra en el diluvio (6, 5 ss.). También la poligamia trae su origen en los cainitas (v. 19), que con ello cambiaron por completo el orden natural instituido por Dios en 2, 24. Mateo 19, 8. ↑
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* 23 s. Este primer poema de la humanidad, que en la literatura lleva el nombre de “la canción de la espada”, arroja luz sobre el materialismo y cruel egoísmo de la raza de Caín, el más lamentable documento de la humanidad primitiva, la que rápidamente pierde el conocimiento de los valores morales y se dedica al culto de la fuerza. “Yo maté”: Algunos traducen: “yo mataré”. Lamec se gloría de ser peor que Caín. “Sabrá vengarse ampliamente si uno lo hiere, no sólo ‘siete veces’ -con lo cual impíamente alude a la palabra divina (v. 15)- sino ‘setenta veces siete’. Su brazo le bastará, no tendrá necesidad de Dios como Caín” (Fillion). Preferimos la lección de la Vulgata en vez del hebreo, que dice “setenta y siete veces”. ↑
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* 25. Set significa “sustituto” o “reemplazante”, a saber, de Abel. Set es el primer eslabón del linaje de los justos elegidos para conservar la revelación divina y el ideal del Reino de Dios sobre la tierra. Le siguen los patriarcas Noé (6, 8ss), Sem (9, 26 s), Abraham (12, 1), Isaac, Jacob, etc. ↑
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* 26. Se comenzó a invocar el nombre de Yahvé: Esta es la traducción que en general se da a este misterioso pasaje. Se refiere, según algunos, al comienzo del culto público (Vaccari). Otros creen que en aquel tiempo comenzaron los hombres a invocar a Dios con su nombre de Yahvé, que es el más grande de todos sus nombres (cf. 2, 4 y nota; Éxodo 3, 14) y el único que expresa su ser (“el que es”). Otros traducen: En aquel tiempo comenzaron a llamarse hijos de Dios (cf. 6, 2), en contraposición a los hijos de los hombres, lo cual significaría la separación definitiva entre los cainitas y los descendientes de Set, o sea, entre “los hijos de Dios” y los “hijos de los hombres” (cf. 6, 2 y nota). ↑
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* 1. Adán, como padre del género humano según la carne, es figura o tipo de Cristo, el restaurador del género humano en sentido espiritual. Cf. Romanos 5, 12 ss.; I Corintios 15, 21 s. y 45-47; Efesios 1, 10. ↑
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* 5. “La longevidad de los patriarcas” es un problema no explicado aún suficientemente, porque conocemos muy poco los antiguos sistemas cronológicos. Sabemos, p. ej., que los babilonios adjudicaban a sus primeros reyes muchos más años que la Biblia a los patriarcas, p. ej., a Enmeduranna, rey de Sipar, 72.000 años, según otra versión, 21.000. Mas ante todo hay que tomar en cuenta que, antes del diluvio, las condiciones de vida eran diversas de las actuales, y que en la tradición del texto de este capítulo hay muchas diferencias entre el hebreo, el samaritano, el de los Setenta y de la Vulgata, lo que prueba que no tenemos seguridad sobre el valor exacto de los números. Entre los modernos muchos invocan el carácter simbólico de los números, muy usado en la Antigüedad, otros recurren a la posibilidad de lagunas en esta genealogía, dando al verbo “engendrar” el significado de varias generaciones, como sucede también en la genealogía de Cristo. Cf. Mt. 1, 1 ss y nota. Interesante es el modo como San Jerónimo explica la longevidad de los patriarcas: “Luego que la serpiente antigua, enredado ya el primer morador del paraíso en lazos de víboras, lo arrojara a estas tierra, trocada la eternidad en mortalidad, la sentencia divina dilató la vida del hombre, como una segunda inmortalidad, por espacio de novecientos y más años. Después, al recrudecer poco a poco el pecado, la impiedad de los gigantes provocó el naufragio universal del mundo. Entonces, limpiado el mundo, por decirlo así, como por un bautismo, la vida del hombre se redujo a más corto término” (Ep. ad Paulam). Véase Salmo 89, 10. ↑
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* 24. Del patriarca Enoc, que desapareció sin haber visto la muerte, dice la Sagrada Escritura en otro lugar: “Enoc agradó a Dios y fue trasladado al paraíso para predicar a los pueblos la penitencia” (Eclesiástico 44, 16, Vulgata; cf. 49, 16). En la carta de San Judas leemos que el patriarca Enoc anunció a los impíos el castigo, y San Pablo lo alaba como ejemplo de fe (Hebreos 11, 5). Muchos Padres sostienen que Enoc ha de venir por segunda vez, como Elías, para combatir al Anticristo, y la exégesis tradicional toma a Enoc y a Elías por los dos testigos de Apocalipsis 11, 3, ss. Hay un libro que lleva el nombre de Enoc, pero por ser apócrifo no ha sido recibido como canónico, aunque gozaba de mucho prestigio en la era patrística. ↑
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* 29. Alusión al nombre de “Noé”, que significa consuelo o consolador. ↑
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* 2. ¿Quiénes son esos hijos de Dios? No se trata aquí de reminiscencias mitológicas, pues la Biblia no ofrece mitologías sino verdades. La interpretación judía, y también la de muchos Padres ha visto en los hijos de Dios a los ángeles. Santo Tomás empero, dice que los ángeles, aunque asumen a veces una apariencia corpórea, no tienen cuerpos materiales y por lo mismo no realizan aquellos actos vitales que se indican en este pasaje. Además, el término “hijos de Dios”, no es exclusivo de los ángeles, sino que se aplica también al hombre, p. ej. en Deuteronomio 14, 1; Sabiduría 5, 5; Os. 1, 10 (Hebreos 2, 1). Las hijas de los hombres: las mujeres de la raza de Caín, que corrompieron a los “hijos de Dios”, es decir, a los hijos del linaje de Set. Tenemos aquí el primer fruto de los matrimonios mixtos. ↑
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* 4 s. Gigantes: hijos de los matrimonios aludidos en el versículo 2. Cultivaban la fuerza física bruta y pisoteaban los derechos de Dios y de los hombres. El profeta Baruc los llama diestros en la guerra (Baruc 3, 26), la que constituía su ocupación principal. La existencia de gigantes está atestiguada no solamente por la Biblia, aun para el tiempo después del diluvio (Núm. 13, 29; Deuteronomio 2, 10; 3, 11; etc.), sino también por las tradiciones orales de muchos pueblos, y ante todo por las excavaciones modernas. Famosos: tal vez por sus progresos técnicos como los cainitas (4, 17 ss y nota), pero mucho más por sus maldades, que les acarrearon el castigo del diluvio. Ante ellos, y ante todos sus contemporáneos, se presenta Noé como “predicador de la justicia” (II Pedro 2, 5), para recordarles las leyes de Dios, aunque su misión está condenada al fracaso, a pesar de los ciento veinte años que Dios le concede para su obra de profeta y predicador (cf. v. 12 s). No le hicieron caso, sino que “siguieron comiendo y bebiendo, tomando en matrimonio y dando en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el Arca”. (Mateo 24, 38). ↑
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* 6. Se arrepintió: Antropomorfismo, “Dios no es un hombre para arrepentirse” (I Reyes 15, 29). Se aflige su corazón paternal porque sabe que para la apostasía no hay otro remedio que el exterminio (cf. Hebreos 6, 4-8; 10, 26 ss.). ↑
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* 9. Anduvo con Dios, lo mismo que Enoc, su bisabuelo (cf. 5, 24), que vivió de la fe y por eso fue trasladado (cf. Hebreos 11, 5). ↑
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* 15. El codo grande o sagrado medía, en centímetros: 52,5 (medida egipcia) o 55 (medida babilónica); el codo pequeño o común, 45 y 49, respectivamente. Aquí se trata probablemente del codo sagrado, de manera que las medidas del arca eran, en metros: 157,5 por 26,5 por 15,75, o 165 por 27,5 por 16,5. San Agustín opina que estas proporciones del arca han sido tomadas del cuerpo, el cual extendido en el suelo es seis veces más largo que ancho y diez veces más largo que alto. El volumen del arca, en total alrededor de 450.000 codos cúbicos, ofrecía espacios suficientes para los animales y las provisiones. ↑
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* 16. Es de suponer que la ventana se extendía por toda la parte superior del arca. “La manera más natural de imaginarse el arca es suponer entre las paredes laterales y el techo un espacio libre, de un codo, para dar aires y luz al arca” (Nácar-Colunga). ↑
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* 18. El pacto consiste en salvar al patriarca y su familia y hacerlo segundo padre del linaje humano. Será el segundo ensayo de fundar el reino de Dios sobre la tierra, después de la apostasía de las generaciones antediluvianas; pero aun esta vez, como veremos más adelante, se le opondrá la mentalidad egoísta del hombre. Cf. 8, 21 y nota. ↑
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* 20. Vendrán a ti: Aunque se ha probado que en el arca cabían todos los seres vivientes, no deja de ser un milagro lo que aquí se dice de la reunión espontánea, sin cooperación humana, de tantos animales, ya que muchos eran salvajes. Obsérvese la distinción entre animales puros e impuros (7, 2), que es como una anticipación de la Ley de Moisés (cf. Levítico capítulo 11: Deuteronomio 14, 3 ss.). Vemos, pues, que la distinción entre bestias puras e impuras es más antigua que la Ley del Sinaí. La diferencia entre ambas clases consistía en que estaba prohibido comer carne de animal impuro o tocarlo, y que también para los sacrificios podían tomarse solamente animales puros. ↑
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* 5. Noé no sólo construyó el arca, sino que al mismo tiempo sufrió el desprecio de sus contemporáneos que lo tomaron por loco. Cf. 6, 4 s. nota; Eclesiástico 44, 17-19; Mateo 24, 37; Lucas 17, 26; Hebreos 11, 7; II Pedro 2, 5. ↑
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* 6. Seiscientos años: San Cirilo de Jerusalén subraya en este caso la longanimidad de Dios y dice: “Quinientos años tenía Noé cuando Dios le anunció el diluvio, y seiscientos cuando lo envió. ¿No ves la grandeza de la clemencia de Dios alargada por cien años más cuando podía haber dado el castigo en el momento de anunciarlo? Pero Él quiso retrasarlo a propósito para dar lugar a la penitencia” (Cat. II). ↑
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* 11. El mes segundo sería, según la era antigua babilónica, la segunda mitad de octubre y la primera de noviembre. Por el “grande abismo”, los antiguos entendían los espacios alrededor de la tierra, en cuyas profundidades se creía que había fuentes. ↑
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* 21. Toda carne, o sea, todos los seres vivientes que en sus narices tenían soplo de vida (v. 22) perecieron, pero no todos perdieron la vida eterna. Esto nos revela San Pedro en el misterioso pasaje de I Pedro 3, 19, donde habla de la predicación del Evangelio, por el mismo Jesucristo, en el infierno y nombra expresamente a los hombres del diluvio. Véase nota respectiva. ↑
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* 23. Se levanta aquí la pregunta: ¿Fue el diluvio una catástrofe “universal”, y en qué sentido? Antiguamente se sostenía con todo rigor la universalidad del diluvio, fundándose en los pasajes del Génesis 6, 7: “Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado” (cf. 6, 13), y Génesis 9, 19: “Estos tres son los hijos de Noé, por los cuales fue poblada la tierra”. Cf. Sabiduría 14, 6: I Pedro, 3, 20: II Pedro 2, 5; 3, 6. Aducen asimismo el testimonio de los Padres y antiguos intérpretes que se han pronunciado unánimemente a favor de la universalidad del diluvio y ven, precisamente por ello, en el arca una figura de la Iglesia. Para resolver el problema de la universalidad conviene estudiarlo bajo sus distintos aspectos: 1) No necesitamos sostener la “universalidad zoológica”, pues no perecieron los peces, de los cuales la Biblia no habla en estos capítulos, como tampoco de los insectos, ya que el término: “todo lo que se arrastra sobre la tierra”, (7, 8) se refiere a los reptiles. La zoología conoce 8.000 especies de animales. Dos o siete parejas de cada especie serían unos 30.000 o 40.000 animales. ¿Cómo atenderlos en el arca, donde había solamente ocho personas? 2) Tampoco existe la necesidad de defender la “universalidad geográfica” del diluvio, pues, como dicen los representantes de las ciencias naturales, faltaba para ello el agua. Todas las aguas de la tierra no serían capaces de cubrir el orbe entero hasta las cumbres más altas de las montañas. 3) Queda, por consiguiente, abierta solamente la cuestión de la “universalidad antropológica”. Los que admiten el carácter parcial del diluvio en sentido antropológico (Hummelauer, Lesètre, Heinisch, Ceuppens, etc.) hacen notar que el autor sagrado habla solamente de un sector de la humanidad, es decir, de los hijos de Caín y Set, sin mencionar a los descendientes de los demás hijos de Adán, (cf. 5, 4), por lo cual, dicen, los capítulo 6 y 7 se refieren exclusivamente a ese reducido grupo de hombres de que se ocupa el autor del Génesis, puesto que los otros no entran en la narración. Afirman también que en hebreo la expresión “toda la tierra”, puede significar “todo el país”, es decir, el país del cual habla el hagiógrafo. Cf. Génesis 41, 54, donde “toda la tierra” también se toma en sentido restringido. En cuanto a la interpretación dada por los Padres, los defensores de esta hipótesis alegan que su unánime testimonio hace fe únicamente cuando explican verdades de fe. Con todo, hay que decir con Simón-Prado que la universalidad antropológica es probabilísima. Ningún acontecimiento bíblico ha dejado tantas huellas en las tradiciones de los pueblos como esta narración del diluvio. Cf. el mito babilónico de Utnapistim, el griego de Deucalión y Pirra, la leyenda de Manú en la India, el Popolvuh o Génesis de los antiguos guatemaltecos, etc. ↑
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* 4. Ararat: Armenia, cuyo nombre babilónico es Urartu. El día diecisiete: La Vulgata de San Jerónimo vierte: del día veintisiete. ↑
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* 7. Salía y retornaba: La Vulgata dice Salió y no volvió. Se ha probado que la Vulgata antigua traía un texto igual al hebreo, por lo cual la Comisión Pontificia, a cuyo cuidado está la revisión de la Vulgata, ha restaurado en este lugar la forma primitiva del texto. ↑
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* 11. “La paloma, dice San Buenaventura, volvió al arca, con un ramo de olivo en el pico. De igual modo, el alma que es semejante a la paloma, vuelve de nuevo al Señor, porque en él halla descanso” (Sermón del Sábado Santo). Desde entonces el ramo de olivo se toma como símbolo de la paz. Tanto la paloma como el aceite de olivos son también símbolos del Espíritu Santo, cuya obra pacificadora no debemos olvidar en esta primera reconciliación del género humano con Dios; pues la paz es, según San Pablo, “fruto del Espíritu” (Gálatas 5, 22). Sobre la actividad del Espíritu Santo en la creación véanse las notas a Génesis 1, 1 y 2. ↑
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* 21. Malos desde su niñez: Alusión al pecado original. Mucho más que nosotros mismos conoce Dios el corazón humano, ese corazón falaz que hoy es bueno y mañana malo, y siempre flaco, porque lleva en sí la herencia del pecado de Adán. Aun los paganos conocían esta flaqueza innata, la cual el poeta Horacio ha caracterizado con las clásicas palabras: “Nitimur in vetitum semper cupimusque negata” (II Ep. 1, 94). La inclinación de nuestra naturaleza corrompida nos lleva siempre a desear lo prohibido y seguir los movimientos desordenados que surgen de nuestro corazón, como confiesa humildemente el apóstol San Pablo: “Ya no soy, pues, yo quién lo hago, sino el pecado que habita en Mí” (Romanos 7, 17). Con todo Dios no hará venir otro diluvio, pues nuestra misma naturaleza, tan débil y expuesta a peligros, provoca su misericordia. Cuanto más endebles somos nosotros, tanto mayor es su ternura y bondad (cf. Salmo 53, 8 y nota). “El diluvio” es figura del juicio final, y también del Bautismo (I Pedro 3, 21); el arca, figura de la Iglesia, “la cual nos hace felices mediante la madera” (de la cruz), dice San Agustín. ↑
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* 3. Fundándose en este versículo, creen algunos expositores que antes del diluvio los hombres no comían carne y que Noé fue el primero en hacerlo después del diluvio. Citan a favor de su hipótesis lo que Dios había dicho a Adán: “Ved que os doy toda planta, portadora de semilla sobre la tierra y todos los árboles, los cuales tienen en sí fruto de árbol con semilla, para que os sirvan de alimento” (Génesis 1, 29). ↑
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* 4. Carne con vida, o sea, sangre, pues la sangre se consideraba como asiento de la vida y la vida como propiedad de Dios, por lo cual el comer sangre era una suerte de sacrilegio. La prohibición de comer sangre fue también uno de los preceptos que los apóstoles, respetando las costumbres de los judíos convertidos al cristianismo, impusieron, al menos transitoriamente, a los cristianos de la gentilidad (Hechos 15, 20). Más adelante se perdió el precepto, porque sólo había sido dado para los que estaban bajo la Ley antigua. ↑
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* 5. La efusión de la sangre humana había de vengarse hasta en las bestias que fueran causa de la muerte de un hombre (véase Éxodo 21, 28), porque el hombre es imagen y semejanza de Dios (Génesis 1, 26). ↑
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* 13. Servirá de señal del pacto: El arco iris, “el testigo fiel en el cielo”, como lo llama el salmista (Salmo 88, 38), no fue puesto para que Dios no olvidase sus promesas, sino para que nosotros, al ver esta señal, nos acordásemos de la misericordia que Dios nos ha prometido, y tuviésemos confianza en ella (San Juan Crisóstomo). ↑
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* 21. Los Padres dicen que Noé no pecó, pues bebió del vino sin conocer su fuerza. ↑
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* 25. “Canaán”, hijo de Cam (10, 6). Los descendientes de Cam, especialmente los canaanitas, serán esclavos. Esto se cumplió en la conquista del país de Canaán en tiempos de Josué, cuando los cananeos fueron subyugados por los israelitas. Se cree que también gran parte de los pueblos de África, siempre tratados como esclavos, son descendientes de Cam. ↑
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* 26 s. “Sem” estará en relación especial con Dios, que por eso es llamado “el Dios de Sem”. Efectivamente, eligió Dios la raza semita para fundar su nuevo reino sobre la tierra. Cf. la vocación de Abrahán, descendiente de Sem, en el capítulo 12 del Génesis. Y ¿no fueron también Cristo y los apóstoles miembros de un pueblo semita? Acerca de “Jafet” (v. 27) dice Noé que se dilatará y habitará en las tiendas de Sem. Esto puede entenderse en sentido geográfico, sin embargo es preferible explicarlo en sentido espiritual. Por su conversión a la religión de Cristo, los pueblos de Europa, hijos de Jafet casi todos, entraron en las tiendas de Sem y se hicieron partícipes de las bendiciones dadas a Sem y su descendiente Abrahán. Las bendiciones de Sem y de Jafet son, pues indudablemente mesiánicas. ↑
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* 1. El capítulo 10 contiene la “tabla de las naciones”, es decir, la nómina de los pueblos antiguos. Para comprobar que Moisés no tenía la intención de enumerar todos los pueblos, basta recordar que de los siete hijos de Jafet, sólo de dos se mencionan los descendientes. Hasta ahora los sabios no han logrado identificar todos los pueblos aquí enumerados. ↑
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* 2. Gómer: tal vez los cimerios, cimbros (germanos). Sobre “Magog”, un país situado al norte, véase Ezequiel 38, 2; 39, 6; Apocalipsis 20, 8. “Madai”: los medos (persas). “Javán”: los jonios (griegos), “Tubal” y “Mósoc”: países mencionados juntamente con Magog en Ezequiel 38, 2; según los cuneiformes, parte de Armenia. Algunos ven en Tubal el nombre de la ciudad de Tobolsk (Siberia). “Tirás”: los tracios, o más bien los terrenos o etruscos (Italia para los países occidentales). ↑
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* 3. Asquenaz: tal vez los escitas. Hoy día llevan este nombre los judíos que viven entre los pueblos del norte de Europa. Rifat y Togormá: probablemente pueblos del Asia Menor. ↑
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* 4. Elisá: según algunos, Chipre, que en las tablas de Tell el-Amarna lleva el nombre de Alaschia, según otros, Elis, región de Grecia. “Tarsis”: ciudad y país cuyo nombre se menciona muchas veces en el Antiguo Testamento, y que los arqueólogos generalmente identifican con Tartessus, ciudad de España. Según otros, una ciudad situada en Cerdeña o en el norte de África. “Kitim”: Chipre, donde la ciudad de Kition recuerda este nombre. “Dodanim”: los dárdanos (troyanos) cuyo nombre recuerdan los Dardanelos, estrechos que separan a Europa de Asia. ↑
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* 6. Cus: Etiopía y región de la Arabia meridional. Misraim: Egipto. Put o Punt, parte de Egipto o Libia. Canaán: Palestina. ↑
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* 7. Pueblos de Arabia. Sobre “Havilá” véase 2, 11 y nota. Sabtá o Sabatá: región de la Arabia meridional. Sabá, de donde vino la reina de Sabá (cf. III Reyes capítulo 10), también en la Arabia meridional. ↑
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* 9. Cazador delante de Yahvé: giro hebreo que quiere decir: cazador famoso. Cf. Jonás 3, 3, donde se dice de Nínive que era una ciudad grande delante de Dios, es decir, una ciudad grandísima. ↑
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* 10. Sinear: Babilonia, parte meridional de Mesopotamia. ↑
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* 12. La gran ciudad: Nínive, situada en la orilla oriental del Tigris, frente a la ciudad moderna de Mossul. Grande se llamaba Nínive porque cubría una superficie de tres jornadas de perímetro y contenía en tiempos de Jonás más de 120.000 pequeñuelos, lo cual equivale a una población total de más de medio millón de habitantes. Cf. Jonás 4, 11. ↑
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* 13. Pueblos del norte de África y vecinos de Egipto. Lahabim: tal vez los libios. Naftuhim: habitantes del delta del Nilo. ↑
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* 14. Patrusim: Alto Egipto. Caftor: Creta, patria de los filisteos. Cf. Deuteronomio 2, 23; Jeremías 47, 4; Am. 9, 7. ↑
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* 15. Sidón: los fenicios. Het: los heteos o hititas que en el segundo milenio antes de Cristo extendieron su reino desde el centro de Asia Menor hasta las fronteras de Egipto. La lengua de sus monumentos hasta ahora no ha sido descifrada por completo. Su centro fue la actual Boghazköi en Asia Menor. ↑
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* 16 ss. Pueblos de Canaán. Los “jebuseos”, antiguos pobladores de Jerusalén. ↑
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* 22. Pueblos de Mesopotamia. Elam: al sudeste de Babilonia. Asur: Asiria. Arfaxad: región montañosa al norte de Asiria. Lud: una tribu de Mesopotamia o Arabia; según otros: los lidios de Asia Menor. Aram: un pueblo semita que ocupó poco a poco gran parte de Siria y Mesopotamia. ↑
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* 23. Us: tal vez Basán, al norte de Transjordania. Géter: tal vez Gesur, entre Basán y el Hermón. ↑
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* 25. Fáleg: Este nombre recuerda la división de los pueblos, pues en hebreo tiene la misma raíz que el verbo “dividir”. ↑
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* 29. Ofir: parte de África, que de Ofir recibió su nombre. ↑
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* 32. “De este cuadro quedan excluidos todos los pueblos que moraban fuera del ámbito geográfico del autor sagrado, que era el de sus contemporáneos. La divina inspiración no ampliaba los conocimientos de los autores sagrados, que por otra parte, no interesaban al fin que se proponía” (Nácar-Colunga). ↑
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* 2. Sinear: Babilonia (cf. 10, 10). Parece que el nombre de Sinear o Senaar (Vulgata) es idéntico con el nombre del pueblo de los sumerios, los más antiguos pobladores de Babilonia, quienes transmitieron su cultura y la escritura cuneiforme a los pueblo semíticos que invadieron el país en el tercer milenio a. C. En aquellos tiempos la tierra de Babilonia no tenía la extensión geográfica de hoy, porque el golfo Pérsico se extendía hacia el norte más allá de la actual juntura del Tigris y Éufrates. Esta parte del golfo se llamaba el Mar Maratu. ↑
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* 3. En aquella región no hay piedras ni cal; por eso se sirven del barro para fabricar ladrillos y del betún en lugar de argamasa. ↑
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* 4. Cuya cumbre llegue hasta el cielo: Esta expresión no ha de tomarse en sentido literal, ya que se aplicaba también a otros templos de Babilonia. Es tal vez la traducción del nombre sumerio de la torre Etemenanki (Casa de los cimientos del cielo y de la tierra), que estaba un poco al norte del templo Esagila de Babilonia, cuya base era de 91,50 metros cuadrados. Algunos buscan los restos de esta torre en las ruinas de Birs Nimrud (“castillo de Nimrod”) en las cercanías de Babilonia, otros en la torre “Babil” de la ciudad de Babel. “Para que no nos dispersemos””: Era la voluntad de Dios que se dispersasen y repoblasen la tierra, como lo había mandado a Noé (9, 1). Pero revivió en ellos el espíritu de Caín, la rebeldía contra Dios, que siempre cunde en el mundo (cf. Judas v. 11). Eran inventores y progresistas, como el hombre moderno, que los imita en la construcción de torres babilónicas, en sentido técnico y más aún en sentido ideológico. En lugar de cumplir la voluntad divina edificaron una ciudad monstruosa, en la cual levantaron, como símbolo de su unidad espiritual, un templo, pues las torres babilónicas eran a su vez santuarios, en cuya cumbre había un templo o por lo menos un altar. La idea que los animaba consistía en crear no sólo un monumento, sino a la vez un centro idolátrico que les sirviese de lazo de unión. De ahí que Dios interviniera con tanta severidad. La soberbia, dice San Agustín, confundió las lenguas, la humildad de Cristo las unió de nuevo. ↑
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* 5. Yahvé descendió para ver: Uno de los antropomorfismos en que tan fecunda es la Biblia, en especial el Génesis. Véase antropomorfismos semejantes en 6, 6; 8, 21; Job 38, 13; Salmo 40, 4. ↑
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* 7. Confundamos su lengua: No deja de ser un fenómeno milagroso esta confusión de las lenguas, que se produjo por intervención del Altísimo. Hay, sin embargo, expositores que dan a este hecho un sentido figurado o naturalista y dicen que aquí se trata de un acontecimiento de orden puramente natural. La desunión en el pensar llevó a los hombres a separarse los unos de los otros, y una vez separados perdieron pronto la unidad de la lengua primitiva. En estas explicaciones hay que proceder con mucha prudencia, a fin de que no se pierda el contenido de la revelación. Cf. la Carta de la Pontificia Comisión Bíblica del 16 de Enero de 1948, sobre la interpretación de los once primeros capítulos del Génesis. Véase 1, 31 y nota. Las consecuencias de la separación de los pueblos y de la confusión de las lenguas repercuten hoy todavía en la humanidad, manifestándose en una desastrosa desunión intelectual, cultural y política y en los nacionalismos extremistas -cultivados más que nunca en nuestros días- como fruto de los cuales presenciamos la supresión de naciones enteras, la explotación de los pueblos pobres y, ante todo, las incesantes guerras, que nunca fueron tan crueles como en nuestro siglo, a pesar de las tan numerosas instituciones internacionales y humanitarias. ↑
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* 9. El nombre de Babel (contracción de Balbel) significa en hebreo algo asó como confusión. Es una etimología popular en que se expresa el desprecio a Babilonia. En lengua babilónica significa Babili (Babel) “puerta de Dios”. La ciudad situada a orillas del Éufrates, adquirió desde muy antiguo extraordinaria importancia política. En el lenguaje de los profetas, Babel o Babilonia es la personificación del poder de los impíos (véase Apocalipsis 14, 8; 17, 5; 18, 2). ↑
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* 10 ss. La “genealogía” que sigue, tiene por objeto establecer la línea directa que enlaza a Abrahán con el padre del género humano. “La Sagrada Escritura nos muestra, a grandes rasgos, el entronque genealógico de Abrahán con Adán por la parte fiel a Dios y heredero de las bendiciones: Sem, en quien recaen las bendiciones de Noé (9, 26); Noé, único setita fiel (4, 8-9); Set, dado por Dios en lugar de Abel (4, 25); Protoparentes, depositarios y transmisores de la promesa llamada Protoevangelio (3, 15). De esta manera Abrahán, y por él el pueblo de Israel, llega a ser el heredero de todas las promesas de la bendición hechas por Dios a la Humanidad”. (Oñate). ↑
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* 28. Ur de los caldeos, ciudad situado al sur de Babilonia, sobre la orilla oriental del Éufrates. Las excavaciones hoy realizadas en aquel lugar, muestran que la ciudad natal de Abrahán existía ya en el tercer milenio antes de Jesucristo y era célebre por su templo de Sin (Luna). ↑
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* 31. Harán: más tarde llamada Carrhae, primer objeto del viaje, se halla en la región septentrional de Mesopotamia, a mitad de camino entre Ur de los caldeos y Canaán. También en Harán se veneraba al dios lunar Sin, y las tribus que se agrupaban alrededor de Harán eran de la misma raza que las de Ur. De ahí que la emigración de Ur se dirigiera preferentemente a la ciudad de Harán, la cual se hallaba, además, en el camino que llevaba desde Mesopotamia a las regiones siro-palestinas. ↑
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* 1. El Reino de Dios sobre la tierra peligró de nuevo por la maldad de los hombres (cf. capítulo 11). Respetando el libre albedrío del hombre, permitió Dios la nueva apostasía del género humano, como había permitido la de los cainitas y de los setitas contagiados de la rebeldía cainita (6, 1 ss.). Mas esta vez la bondad del Padre celestial no los anegó en el agua (cf. II Pedro 3, 7), sino que dio a su Reino otra estructura, fundándolo sobre una sola familia, fiduciaria exclusiva de la revelación divina hasta que viniese la revelación encarnada, Cristo. Este es el sentido de la vocación de Abrahán que, como un segundo Adán y Noé, entra en la historia. En adelante, se dividirá la historia en la de los gentiles, los cuales han dejado de ser destinatarios de la revelación, y en la de los descendientes de Abrahán, el pueblo elegido, el que será antorcha para todas las naciones, y al cual serán confiados “los oráculos de Dios” (Romanos 3, 2), es decir, las revelaciones divinas, hasta la venida del Mesías, de quien ellas dan testimonio. También el Libro de la Sabiduría relaciona la vocación de Abrahán con la corrupción de los hombres postdiluvianos: “Ella (la Sabiduría), cuando las gentes conspiraron a una para obrar mal, distinguió al justo (Abrahán) y le conservó irreprensible delante de Dios” (Sabiduría 10, 5). ↑
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* 2 s. ¿En qué consiste la promesa hecha a Abrahán? “Si admitimos el íntimo conexo con el Protoevangelio (3, 15) podemos deducir que esta bendición especialísima consiste en que la posteridad de Abrahán, el pueblo judío, será elegido por Dios para obrar una liberación universal y espiritual, y esto por uno de sus hijos, el cual triunfará plena y perfectamente sobre la serpiente diabólica” (Ceuppens). En efecto, son tres las promesas que el patriarca recibe: a) Dios le elegirá para hacer de él un gran pueblo; b) en Abrahán serán bendecidas todas las naciones; c) de su linaje saldrá el Salvador. Véase las promesas semejantes en 18, 8 y 22, 18. De esta manera Dios recompensa las duras fatigas del gran patriarca, el cual ha de abandonar su patria y sus parientes para servir a un Dios que sus padres apenas conocían. San Pablo no se cansa de destacar la fe heroica de Abrahán, que “esperaba contra toda esperanza” (Romanos 4, 18); pues cuando Dios le hizo la promesa de numerosa descendencia, Abrahán era ya anciano y no tenía hijos, y su mujer Sara era estéril (11, 30). En tal sentido todos los verdaderos cristianos son hijos de Abrahán. “Por Cristo y en Cristo somos de la descendencia espiritual de Abrahán” (Pío XI a los dirigentes de la Radio Belga, en 1938). Por lo tanto, la historia del pueblo de Abrahán debe tener el más conmovedor interés para nosotros, y los cristianos, que somos sus herederos espirituales, pues trata anticipadamente de Jesús, su origen terreno y su “carne”, que ahora está sentada en el trono de la diestra del Padre. Sólo mirándolo desde Cristo entendemos el Antiguo Testamento. ↑
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* 5. No conocemos la fecha exacta del viaje de Abrahán a Palestina. En general se cree que se realizó alrededor del año 2000 a. C. Últimamente algunos historiadores han propuesto atribuir el viaje de Abrahán al siglo XVIII o XVII a. C. (cf. 14, 1 y nota). “Canaán”, es decir, Palestina, en aquel tiempo un país muy fértil. El escritor egipcio Sinhue, que vivió en el siglo XVIII a. C., alaba el país de Canaán extraordinariamente, diciendo: “La tierra aquella es hermosa, Jaa es nombre de ella; hay higos en ella juntamente con racimos de uva. Abunda en ella el vino más que el agua; copiosa es su miel, sus olivos son numerosos; frutos de todas clases tienen sus árboles. Hay granos allí juntamente con trigo; no existe límite para los rebaños todos”. Los cananeos vivían en ciudades y lugares fortificados y permitían que las tribus nómadas apacentaran sus ganados en el país abierto. La venida de Abrahán con sus pastores y rebaños era para ellos una cosa insignificante, ya que el patriarca no molestaba a los habitantes de las ciudades, sino que venía e iba como uno de tantos jeques nómadas. Sin embargo, parece que más tarde se produjeron dificultades en el sur del país. Cf. v. 9 y nota. ↑
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* 6. Siquem, situada en el centro de Palestina, idéntica con la actual Balata, a dos kilómetros al sudeste de Nablús. Encina de Moré: la Vulgata vierte: valle ilustre. ↑
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* 7. A tu descendencia: Cf. 13, 15; 17, 8; 22, 18; 24, 7. El sentido espiritual de esta promesa nos lo revela San Pablo en Gálatas 3, 16, refiriéndolo al Descendiente por excelencia, el Mesías. ↑
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* 8. Betel, hoy día Beitin, a 16 kilómetros al norte de Jerusalén, conocida por el sueño de Jacob y más tarde por el culto que allí se tributó al ídolo del becerro. ↑
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* 9. Négueb: nombre de la parte meridional de Palestina, hoy día parte del Estado de Israel formado el año 1948. “Una narración de la biblioteca del antiguo reino de Ugarit, recientemente descubierto, nos cuenta como Él da a Kéret, dios de Sidonia, un enorme ejército, llamado “el ejército del Négueb”, para que luche con los invasores llamados terajitas (de Táreh, padre de Abrahán). El texto parece escrito aproximadamente hacia la fecha de la irrupción de los hebreos en el sur de Palestina. Las tablillas que contienen esa narración están incompletas, pero parece permiten deducir que los terajitas se establecieron en el país y los cananeos se vieron obligados a retirarse ante ellos” (Bover-Cantera). ↑
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* 13. Sara era, según Génesis 20, 12, hermanastra de Abrahán, o, según otra interpretación, su sobrina, y a la vez su esposa; lo cual no es extraño en aquel tiempo en que la Ley mosaica no existía aún (Levítico. 18, 9). La conducta de Abrahán se explica por la costumbre de los reyes de apoderarse de las mujeres extranjeras, matando a los maridos. En cambio, si se trataba de una mujer no casada, solían dar regalos a los hermanos de la misma. San Agustín nota que Abrahán se portó aquí con una sabiduría llena de luz. “En cuanto a la belleza de Sara que teniendo más de 65 años (cfr. Génesis 17, 17 con 12, 4), no parece que estuviera en estado de despertar la concupiscencia de un Faraón egipcio. Pero si se tiene en cuenta que el mismo fenómeno aparece más tarde en el episodio de Abimelec con Abrahán (Gen. 20) y de nuevo en Isaac (26, 7-11), y además que va íntimamente ligado no tanto con la longevidad ultra-centenaria de los patriarcas, sino también con la maternidad nonagenaria de Sara, y más generalmente con la fecundidad centenaria de los patriarcas, aparecerá claro que la Biblia quiere presentar este grupo de fenómenos como efectos de un privilegio que fue reservado a los progenitores del pueblo de Dios en cuanto tales” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 127). ↑
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* 1. Sobre el “Négueb” véase 12, 9 y nota. ↑
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* 4. Invocó el nombre de Yahvé: oró a Dios y le ofreció un sacrificio, dándole gracias por los beneficios recibidos en el viaje. ↑
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* 8. Lot era sobrino de Abrahán (14, 12). Se llamaba aquí hermano, porque el nombre de hermano se usaba entre parientes en general. Así habla también el Nuevo Testamento de los “hermanos” de Jesús, que en realidad no eran hermanos carnales sino sólo parientes. Cf. 14, 16; 29, 12 y 15; Mateo 12, 46 y nota. ↑
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* 10. Segor, una de las ciudades de la Pentápolis, que como veremos más adelante (19, 20), fue perdonada cuando la ira del Señor destruyó las demás: Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboím. ↑
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* 11. “El más débil escogió lo más agradable” (San Ambrosio). Cuando uno obra sin caridad tendrá que arrepentirse. Dentro de poco Lot habrá de experimentar las consecuencias de su elección egoísta. ↑
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* 15. A tu descendencia: Véase 12, 2 y 7 y notas. ↑
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* 18. Hebrón, cuyo nombre más antiguo fue Kiryat Arbá (Josué 14, 15) y hoy se llama El Chalil, se halla situada a unos 40 kilómetros al sur de Jerusalén. El encinar de Mamré (Vulgata: valle de Mambré), es el lugar clásico de la historia de Abrahán. El P. Mader tiene el mérito de haber investigado la primitiva residencia del gran Patriarca, la cual lleva hoy el nombre de Haram Ramet el-Chalil (= santuario de la colina del Amigo (de Dios). Había allí un pozo y un altar. En Mamré hospedó Abrahán a los tres varones del capítulo 18. ↑
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* 1. El capítulo 14 es de singular importancia por los nombres y datos históricos en él contenidos. Amrafel podría ser el rey Hammurabi de Babilonia, del cual poseemos el famoso código penal que se conserva en el Louvre de París. Vivió alrededor del año 2000, o, según nuevas investigaciones, dos siglos más tarde, entre los años 1728-1686 a. C. “Administrador sagaz, de gran iniciativa, no sólo abrió canales utilísimos para la hidrografía babilónica, y construyó célebres templos, sino que además legó muy especialmente su nombre a la reunión de leyes, conocidas bajo el título de Código de Hammurabi, que mandó redactar a ejemplo de las sumerias precedentes, para armonizar la legislación de las dos razas, semítica y sumeria” (Ricciotti, Hist. de Israel, núm. 4). “Arioc” o “Eriaku”, nombre sumerio que corresponde al nombre semítico de Waradsin, rey de Elasar (Larsa), antigua residencia de reyes. “Codorlaómer” sería en lengua elarmita “Kudurlagamar”, aunque el nombre mismo no se ha encontrado hasta ahora en documentos históricos. “Tidal” es idéntico con Tudalias, nombre de varios reyes hititas. Las cinco ciudades (Sodoma, Gomorra, Adamá, Gím y Segor) formaban la Pentápolis. Cf. Sabiduría 19 6. ↑
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* 3. El Mar Salado es el Mar Muerto, cuyas aguas son especialmente salobres y espesas. Situado a 394 metros bajo el nivel común, es un testigo perenne del divino castigo de Sodoma. Véase capítulo 19. ↑
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* 5. Los refaítas o Refaím, vivían en la Transjordania y en un valle cerca de Jerusalén. Entre ellos se cuentan los susitas, los emeos y los eneceos o enakitas (cf. Deuteronomio 2, 10, 3, 11; Josué 17, 15; II Reyes 21, 16 ss. I Paralipómenos 20, 4 y notas). La arqueología ha descubierto sus sepulcros (dólmenes), desparramados en la región transjordánica por donde pasaron los reyes invasores. ↑
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* 6 s. Los horreos u horritas, eran los pobladores del monte de Seír o Edom. Fueron exterminados por los edomitas (cf. 36, 20; Núm. 20, 4 ss; 21, 4; Deuteronomio 2, 12 y 22). Kades (v. 7), en el norte de la península del Sinaí, donde habitaban los “amalecitas”. “Hazazón-Tamar”, o sea Engaddí (II Paralipómenos 20, 2), situada en la costa occidental del Mar Muerto, donde vivía una tribu de los “amorreos” (canaanitas). ↑
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* 13. Abram el hebreo: Aparece aquí, por primera vez en la historia, la palabra “hebreo”. Su origen y significado es oscuro. Abram lleva este nombre, o por ser descendiente de Eber (10, 25) o por haber venido de la otra parte (en hebreo “eber”) del Éufrates. El nombre parece ser idéntico con el de los Habiru de las tablas del Tell el Amarna. ↑
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* 14. Su hermano, en realidad sobrino (Véase v. 12). Entre los hebreos la palabra “hermano” significaba “pariente”. Cf. 13, 8 y nota. Dan: ciudad situada en el extremo norte de Palestina. El nombre es anticipado, porque en aquel tiempo la ciudad se llamaba Lais (cf. Jueces 18, 27 ss.). ↑
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* 18. Melquisedec, rey de Salem (Jerusalén: cf. Salmo 75, 3 donde Jerusalén lleva este mismo nombre), bendice a Abrahán, recibe diezmos de su mano y ofrece pan y vino al Altísimo. Se refieren al misterioso rey-sacerdote el Salmo 109, 4 y San Pablo (Hebreos 7, 1 ss.) haciéndonos ver que Melquisedec, sacerdote y rey, es figura de Cristo, el sumo sacerdote y sumo rey, y que su sacrificio de pan y vino es figura del Sacrificio del Nuevo Testamento (véase el Canon de la Misa y Catecismo Romano II, 4, 78). Hasta los nombres prefiguran la misión de Cristo. Melquisedec significa “rey de justicia”, y Salem significa “paz”. Sobre este pasaje se han suscitado muchas discusiones entre los exégetas católicos y protestantes. Según los primeros, Melquisedec ofreció allí un sacrificio de pan y vino en honor a Dios, como figura profética del sacrificio incruento que hoy se ofrece en la misa (cf. Denz. 938), mientras que los segundos pretenden que simplemente trajo pan y vino para agasajar a Abrahán como huésped. El texto de la Vulgata favorece claramente la primera interpretación, pues dice: “ofreciendo pan y vino porque era sacerdote del Dios Altísimo”. La reciente edición de la Biblia italiana auspiciada por el Pontificio Instituto Bíblico, vierte Aportó pan y vino siendo sacerdote, etc. y pone la siguiente nota: “Aportó (explica San Juan Crisóstomo, Homilía 36 N° 4), para refacción de las tropas de Abrahán, el cual en consideración al sagrado carácter de Melquisedec, figura de Cristo (cf. Salmo 109, 4; Hebreos 7), aceptó los dones, figura de la Eucaristía, y en cambio dio al sacerdote la décima parte de todo el botín (v. 20). Es obvio que Melquisedec haya ofrecido primero esos dones según el uso, al Altísimo, de quien era sacerdote”. ↑
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* 20. Le dio (Abram) el diezmo: San Pablo cita este pasaje en Hebreos 7, 4, para mostrar la superioridad del Sacerdocio de Cristo. ↑
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* 21. Dame gente: es decir, los prisioneros rescatados en la batalla. La Vulgata dice: “Da mihi animas” que Scío traduce muy exactamente: “dame las personas”, pues, “alma” significa en hebreo vida, todo el hombre, persona. Sin embargo, muchos autores de libros ascéticos usan esta palabra en el sentido de alma, y la aplican al celo de los misioneros y predicadores. El Cardenal Gomá pregunta con razón “¿Vale el texto para ponderar el valor de un alma y significar el ardor del celo apostólico?” (La Biblia y la Predicación, pág. 268). ↑
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* 1. Yo soy… tu recompensa sobremanera grande: Cf. la palabra de Jesús en el Nuevo Testamento: “He aquí que vengo presto, y mi galardón viene conmigo para recompensar a cada uno según su obra” (Apocalipsis 22, 12). ¿Por qué, pues, no amarlo, amarlo infinitamente? ↑
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* 2. Alude a la costumbre o ley babilónica, según la cual el mayordomo heredaba los bienes de su amo cuando esto no tenía hijos. En su respuesta usa Abrahán el nombre de Adonai (mi Señor), lo mismo que en el v. 8. Es para expresar su absoluta sumisión y fidelidad. ↑
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* 5. Le sacó fuera, etc.: “En el silencio de la noche está Dios. No le busquemos en el barullo del día, ni en el trabajo ruidoso; busquémoslo en el silencio de la noche, como Nicodemo, pues éste es el momento propicio en que Dios suele hablar al hombre. Habló a Samuel en el silencio sagrado de la noche, manifestándole Sus designios. Y en el silencio de la noche reveló a San José el sublime secreto de la Virgen e hizo anunciar a los pastores la venida de Cristo. Jesús mismo buscaba el silencio de la noche para comunicarse con el Padre y estar con Él en íntimos coloquios” (Elpis). ↑
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* 6. “Muchas obras buenas había hecho Abrahán, mas no por ellas fue llamado amigo de Dios, sino después que creyó, y toda su obra fue perfeccionada por la fe” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis V). Tan grande era la fe del Patriarca que no miraba a su edad ni a la esterilidad de su mujer. Creyó contra toda esperanza que Dios le daría descendencia. Por la fe en las divinas promesas había abandonado su patria; por la fe soportaba las más grandes aflicciones y penalidades; por la fe estaba dispuesto a renunciar a todo y hasta a sacrificar a su propio hijo, el hijo de la promesa (capítulo 22). Cf. Romanos capítulo 4 y 5; Gálatas 3; Santiago 2, 23. Por eso mereció ser llamado el padre de todos los creyentes (Romanos 4, 11). Los que creemos en Cristo, somos hijos de Abrahán por la fe. ↑
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* 12. Se trata de un rito acostumbrado entre los pueblos antiguos. Cf. Jeremías 34, 18 s. Al celebrar un pacto los contrayentes pasaban por entre los animales sacrificados, dando con ellos a entender que, en caso de quebrantar uno el pacto merecía la suerte de aquellos animales. Ese mismo rito estaba en uso también en Grecia y en Roma. De ahí los términos latinos: foedus ferire, foedus icere, foedus percutere. No fue un “sueño” natural, sino un éxtasis o arrobamiento, durante el cual Dios reveló a Abrahán el destino de sus descendientes en Egipto. ↑
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* 16. A la cuarta generación, es decir, después de unos cuatrocientos años (en cifras redondas). Véase versículo 13. Una generación era entonces de 100 años más o menos. Según Éxodo 12, 40 la cifra exacta es de 430 años. ↑
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* 17. La antorcha de fuego, que recorre el espacio intermedio entre las víctimas, es símbolo de Dios quien también cumple la ceremonia del pacto, que consistía en que los contrayentes pasaban por entre las víctimas. ↑
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* 18. El río de Egipto: no el Nilo, sino el Wadi el Arisch, que constituía la línea de demarcación entre Egipto y Palestina (Núm. 34, 5; Josué 15, 4: III Reyes 8, 65; Isaías 27, 12). ↑
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* 2. Para resolver el problema del heredero, o porque dudaba de la promesa de Dios, Sara propuso a Abrahán tomar por mujer a su esclava Agar. La propuesta de Sara está de acuerdo con la ley babilónica de entonces (Código de Hammurabi, art. 146), según el cual la esposa que no tenía hijos podía dar a su marido una esclava. El hijo del marido y de la esclava pasaba por hijo de la esposa, y si la esclava despreciaba a su dueña estéril, tenía ésta el derecho de castigarla como propiedad suya. Es éste precisamente el caso de Sara y Agar (v. 5). No hay que juzgar la conducta de Sara y Abrahán según las leyes cristianas, pues la monogamia no era todavía precepto (véase lo que dice Cristo en Mateo 19, 8). “Quiso Dios por este matrimonio de Abrahán con una esclava figurar misterios muy elevados” (Páramo). Cf. nota 15. ↑
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* 5. Juzgue Yahvé: “Sara culpa a Abrahán de aquello de lo cual ella misma es culpable, por lo que se ve que aun los más santos están expuestos a engañarse en la opinión de su propia justicia (Scío). San Ambrosio reprende a Sara por la dureza que mostró, pero San Agustín y otros Padres la defienden y la excusan. ↑
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* 7. Sur: parte del desierto de la península sinaítica. ↑
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* 11 s. El nombre Ismael quiere decir “Dios oye”. Ismael y sus descendientes, las tribus árabes, serán rebeldes contra todos. Lo son hasta el día de hoy. ↑
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* 13. “Atta El Roí” significa: “Tú eres el Dios que me ve”, es decir, Tú eres el Dios omni-vidente. ¿No he visto?, etc.: Texto oscuro, al cual se dan muy diversas traducciones y explicaciones. Agar parece admirarse de haber visto al Ángel de Dios sin perder la vida. Era opinión común que nadie podía ver a Dios o a su Ángel sin morir (cf. 32, 30; Éxodo 33, 20; Jueces 13, 21 ss.). ↑
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* 14. El Viviente es, en la Sagrada Escritura, nombre de Dios. Cf. Josué 3, 10; IV Reyes 19, 4 y 16; Salmos 4, 3; 83, 3: Os. 1, 10; Mateo 26, 63. ↑
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* 15. Sobre el carácter espiritual de las relaciones entre Sara y Agar habla San Pablo en la Epístola a los Gálatas. Agar, la esclava, es figura y tipo del Antiguo Testamento, cuya característica es la servidumbre y sumisión a la Ley; Sara, en cambio, es el tipo del Nuevo Testamento y de la “Jerusalén de arriba”. Por eso, aunque parece estéril, es más fecunda, por ser madre del hijo de la promesa (Isaac), en tanto que Agar, aunque fecunda según la carne, es estéril para el Reino de Dios, y su hijo Ismael no obtendrá bendiciones espirituales (Gálatas 4, 22 ss.). Cf. 17, 20. ↑
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* 1. El Dios Todopoderoso, en hebreo “El Schaddai”. Los nombres que Dios se da a Sí mismo tienen el más profundo significado. En Éxodo 3, 14 se da el nombre de Yahvé (el que es, el Eterno). Cf. 2, 4 y nota. Aquí oímos de su boca el nombre de Schaddai, con el cual solía manifestarse a los patriarcas (cf. Éxodo 6, 3). Es difícil darle una traducción adecuada; por eso algunos, por ejemplo Nácar-Colunga, conservan la forma hebrea. Etimológicamente Schaddai señala la invencible fuerza de Dios, por lo cual las versiones prefieren los términos “Omnipotente” y “Todopoderoso”. “Sé perfecto”: La perfección de los patriarcas consistía en caminar en la presencia del Señor, oír en todo la voz de Dios y de sus ángeles y llevar la antorcha de la fe a través de los siglos más oscuros. “Los patriarcas eran entonces, como los apóstoles han sido después, la sal de la tierra. En vano buscaréis por el mundo, en aquellos remotísimos tiempos, al hombre pobre de espíritu, rico de fe, manso y sencillo de corazón, modesto en las prosperidades, resignado en las tribulaciones, de vida inocente y de honestas y pacíficas costumbres. El tesoro de esas virtudes apacibles resplandeció sólo en las solitarias tiendas de los patriarcas bíblicos” (Donoso Cortés). ↑
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* 5 s. El nombre no es una simple etiqueta, como hoy día suelen ponerse los nombres, sino la expresión de una idea que ha de realizarse en el portador del nombre. Así se explica que la nueva misión de Abrahán le acarrea un nuevo nombre. Abram, significa: Padre excelso; el nuevo nombre, Abrahán: “Padre de la muchedumbre”. De Abrahán salieron no sólo los israelitas, sino también los árabes (descendientes de Ismael, hijo de Abrahán), los idumeos, madianitas y otros. Los reyes que salieron de Abrahán fueron, entre otros, David, Salomón y el rey de reyes, Jesucristo. Véase 12, 2 y 3 y nota. ↑
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* 10 ss. Los racionalistas se rompen la cabeza en busca de una explicación satisfactoria de la “circuncisión” y su introducción en el pueblo escogido. Es cierto que también en algunos otros pueblos de la antigüedad, por ejemplo entre los egipcios y algunos pueblos semíticos, se conocía esta institución, pero lo que distinguía la circuncisión de Antiguo Testamento de todas las prácticas semejantes, aun anteriores, es su significado esencial y exclusivamente religioso, su carácter de sello de la alianza con Dios. Para Abrahán y su descendencia la circuncisión constituía una especie de Bautismo. “La circuncisión era el primero e imprescindible sacramento de la Antigua Alianza; daba derecho a las promesas y bendiciones del pueblo de Dios, y quien carecía de ella era excluido, como extranjero, de todos esos bienes. Por la circuncisión se obligaba el hombre al fiel cumplimiento de la Ley del Antiguo Testamento. Era un sello indeleble impreso en la carne para honra o para ignominia y reprobación, según que el circuncidado viviese en pureza y santidad o apartado de las virtudes. Pero… la circuncisión estaba prescripta sólo para Abrahán y su descendencia, hasta los tiempos del Redentor; el Bautismo, en cambio, es ley para todos los pueblos y para todos los tiempos, hasta el fin del mundo. La circuncisión era una señal corporal, que daba derecho a los bienes corporales y terrenos; el Bautismo no consiste sólo en un signo externo, sino que encierra en sí la gracia, imprime al alma carácter indeleble y comunica bienes mucho más elevados, espirituales y celestiales” (Schuster-Holzammer). Sin embargo, la circuncisión no alcanzaba a justificar a nadie por sí sola. Esto nos lo expone de una manera clásica e Apóstol de los gentiles en el cuarto capítulo de la Epístola a los Romanos. El patriarca Abrahán fue justificado por la fe, porque “la fe se le reputó a Abrahán por justicia” (Romanos 4, 9). Era justo delante de Dios antes de ser circuncidado porque “recibió la marca de la circuncisión como un sello de la justicia que había adquirido por la fe, cuando era aún incircunciso, para que fuese padre de todos los que creen en Él, sin estar circuncidados” (Romanos 4, 11). Cf. Romanos 6, 3 ss; Colosenses 2, 11. De ahí la definición del Concilio Tridentino: que la fe es “el principio de la humana salvación, el fundamento y la raíz de toda justificación” (Ses. VI, capítulo 8). Como se ve, Dios reprende, ya desde el Antiguo Testamento, la confianza orgullosa de los judíos en la circuncisión carnal, como lo hiciera más tarde San Pablo, cuando dice: “No es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que se hace por fuera de la carne; antes bien, es judío el que lo es en lo interior, y es circuncisión la del corazón, según el espíritu y no según la letra, cuya alabanza no es de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2, 28 s). Cf. Gálatas 5, 6; Efesios 2, 11. En el Antiguo Testamento véase Deuteronomio 10, 6; 30, 6; Jeremías 4, 4; Ezequiel 44, 7. ↑
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* 15. No sabemos por qué Dios cambió el nombre de Sara, pues Sarai y Sara son de la misma raíz y significan más o menos lo mismo: princesa, linaje real, y cierto el más preclaro de la tierra, como que fue ennoblecido por el mismo Hijo de Dios que se encarnó en él. ↑
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* 17. “Risa, no de desconfianza, sino de asombro y gozo ante lo grande e inesperado que no acababa de creer” (Jünemann). ↑
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* 18. Viva delante de Ti: sea objeto de tu especial protección. ↑
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* 20. Es la respuesta a la súplica de Abrahán en el versículo 18. ↑
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* 2. Que los tres eran una aparición de Dios, se desprende del versículo 1 y de los vv. 3 y 13 ss. La aparición bajo la figura de tres personas es, además una manifestación de la Santísima Trinidad. Así explican la narración los Santos Padres: “Abrahán vio a tres, y adoró a uno solo” (San Agustín). Partiendo de este pasaje, representa la Iglesia Oriental a la Santísima Trinidad, preferentemente, como tres jóvenes de igual figura y aspecto. ↑
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* 4 ss. Los Padres alaban la hospitalidad del santo patriarca que trata a los tres desconocidos como si fuesen sus hermanos. “Abrahán no encomendaba el servir a los huéspedes a sus siervos y criados, disminuyendo de tal modo el bien que hacía (por ejercerlo por manos ajenas), sino que él mismo servía a la humanidad necesitada, juntamente con su mujer, como si en esto hubiera encontrado un gran provecho. Él mismo lavaba los pies de los peregrinos, y él mismo traía sobre sus propios hombros un ternero gordo de la manada. Cuando los huéspedes estaban comiendo, él les servía en pie, como uno de sus criados, y sin comer él, ponía en la mesa los majares que Sara había guisado con sus propias manos” (San Jerónimo, Carta a Pamaquio). ↑
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* 12. Mi señor: Abrahán. San Pedro se refiere a este pasaje en su primera Epístola (3, 6), donde dice que la mujer, siendo más débil por voluntad de Dios, debe ser respetuosa y obediente al marido “como Sara que obedecía a Abrahán y lo llamaba señor”, y que es por este camino por donde ella llegará a ganar al marido (I Pedro 3, 1). También San Pablo recalca la voluntad divina de que la mujer tenga un papel subordinado en lo que se refiere al marido. “Quiero que sepáis, exhorta el gran apóstol de los Gentiles, que como Cristo es la cabeza de todo varón, así el varón es la cabeza de la mujer” (I Corintios 11, 3). “El (varón) es la imagen y gloria de Dios, mas la mujer es la gloria del varón; que no fue el varón formado de la mujer, sino la mujer del varón” (I Corintios 11, 7 s.). Los primeros cristianos, y aun las mujeres de la Edad Media, conocían estas sabias normas dictadas por los apóstoles y las observaban. Así, por ejemplo, Isabel la Católica, reina y heredera del trono de Castilla, llamaba a su marido “mi señor”, aunque le era igual en dignidad. Hoy día se habla de la “emancipación de la mujer”, pero no en provecho de su dignidad. Comprendan las mujeres cristianas que la felicidad de la mujer no consiste en la “emancipación” de las leyes naturales y divinas, pero sepan también los maridos que, en el matrimonio cristiano, ellos son los representantes de Cristo y que deben por lo tanto amar a sus mujeres “como Cristo amó a la Iglesia” (Efesios 5, 25), tratándolas “con toda discreción” (I Pedro 3, 1): ↑
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* 20. El “pecado de Sodoma” consistió en la perversión del orden de la naturaleza, vicio que se llama sodomía (véase 19, 4 ss.). El diálogo entre Dios y Abrahán enseña como Dios detiene su ira por amor e intercesión de los santos; muestra, además, la asombrosa llaneza de Dios en su trato con los hombres, y la rectitud de corazón del patriarca. “Diálogo bellísimo, dice Bover-Cantera, en que no se sabe qué admirar más, si la generosidad de Dios al escuchar la oración de su siervo y perdonar al pueblo pecador o el atrevimiento familiar a la vez respetuoso y la confianza humilde de aquel santo varón, que recibió el título de “amigo de Dios” por antonomasia”. ↑
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* 32. “¡Cuán ingeniosa es la caridad de Abrahán para solicitar el perdón de los culpables, al mismo tiempo que reconviene, digámoslo así, a la divina justicia, para que no confunda con ellos a los inocentes! No pide gracia particular por su sobrino, persuadido que se hallarían diez justos en Sodoma, en cuyo número entraría, o abandonándole enteramente a la providencia del Señor” (Scío). ↑
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* 1. Los dos Ángeles: Si los tres personajes son una representación de la Trinidad (cf. 18, 2 y nota), podemos ver en estos dos Ángeles al Hijo y al Espíritu Santo, “Que son enviados por el Padre; y por eso, porque el Padre nunca es enviado, no apareció allí, mas apareció en aquellos tres, pues el Padre apareció, pero nunca fue enviado” (San Buenaventura). ↑
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* 5. La perversa multitud, que sin siquiera respetaba el derecho de hospitalidad, intenta cosas abominables contra los huéspedes. Así se deduce de la respuesta de Lot, quien, para salvarlos, promete entregar a los malvados sus propias hijas, con tal que dejen en paz a los extranjeros. Notemos que éstos eran ángeles y figura de la divina Trinidad (véase 18, 2 y nota). Hasta eso llegó la bestialidad carnal de los hombres. Aquí se ve que las escenas crudas de la Sagrada Biblia, que algunos miran farisaicamente como escandalosas, son de la más alta edificación, enseñándonos que somos capaces de todas las monstruosidades, y mostrándonos la necesidad de la Redención. ↑
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* 11. Esto debió ser para Lot una prueba clara de que eran enviados por Dios. ↑
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* 14. Así dice Jesús que sucederá en su segunda Venida. (Cf. Lucas 17, 28). ↑
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* 16. Admirable imagen de la gracia, que nos salva aún a pesar de nuestra flaqueza, como dice la Iglesia en la Secreta de la cuarta Dominica después de Pentecostés. ↑
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* 22. Segor significa en hebreo “pequeño”. La ciudad se llamaba anteriormente Bela (cf. 14, 2 y 8). Lot intercedió por ella (v. 20), aduciendo su pequeñez. Tal es el privilegio de los pequeños (Sabiduría 6, 7). ↑
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* 24. Según Deuteronomio 29, 3 fueron alcanzadas por el castigo, las ciudades de Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboím. La quinta ciudad de la zona fue perdonada y recibió el nombre de “Segor” (v.23). La catástrofe cuyo teatro era la parte meridional del lago que hoy se llama Mar Muerto, se realizó probablemente con intervención de causas naturales, betunes que se encendieron, volcanes, etc. Cf. Sabiduría 10, 7. Flavio Josefo, Eusebio, el mapa de Madaba y muchos expositores modernos, p. ej. Abel, Dhorme, Heinisch, Lagrange, ubican las ciudades destruidas de la Pentápolis en la parte meridional del Mar Muerto. Algunos modernos buscan su lugar en el norte del mismo mar, en la región de Teleilat el Ghassul, donde el P. Köppel hizo excavaciones, descubriendo una ciudad destruida por un incendio, alrededor del año 2000 a. C. ↑
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* 26. En Sabiduría 10, 7 se lee que aun subiste esa columna como “testimonio de un alma incrédula”. De ahí se ve que el castigo de la mujer de Lot no fue por su curiosidad, sino por su apego a la ciudad maldita. En vez de mirar contenta hacia el nuevo destino que la bondad de Dios le deparaba, volvió a ella los ojos con añoranza, mostrando la verdad de la palabra de Jesús: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” (Mateo 6, 21). Dios le dio lo que deseaba, convirtiéndola en un pedazo de la misma ciudad que ella añoraba. Jesús alude a este ejemplo de apego al mundo en Lucas 17, 31 s., donde habla de su segunda venida: “En aquel día, quien se encuentre sobre la azotea y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje a recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva por las que dejó atrás. Acordaos de la mujer de Lot”. Comentando estas palabras de Jesús, escribe Fillion: “Así también el cristiano cuyo primer pensamiento, a la venida del Hijo del hombres, se fijare en la seguridad de sus bienes temporales, no sería digno del Reino de Dios”. Santa Teresa toma a la mujer de Lot como figura de aquellas almas que, si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten, son incapaces de orientarse: “Si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal, por no volver la cabeza hacia sí” (Moradas, I, 1, 6). ↑
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* 30 ss. El autor sagrado relata el incesto de Lot con sus hijas, con el fin evidente de explicar la mancha de origen que tenían los moabitas y ammonitas. San Agustín destaca que Lot fue menos culpable porque sus hijas lo habían emborrachado, y que éstas, a su vez, viviendo con su padre en una cueva, creían (v. 31) que, con la ruina de Sodoma y Gomorra, habían perecido todos los hombres, y que por lo tanto no podían contar con un marido para dar sucesión a su padre. La actitud de ellas en los vv. 33.35 muestra bien que no obraron sólo por pasión, y que Lot no supo quiénes eran. No juzguemos este episodio con criterio mundano. La Biblia es un archivo de muy diversos caracteres, santos y malvados, con santidad y maldad específica. “Son tipos, diríamos, creados por Dios, con un fin de ejemplaridad moral universal” (Car. Gomá). Es verdad que entre gente culta no se habla de cosas sucias o hediondas por razón de buen gusto. Y no se piensa que hay muchas cosas repugnantes en nuestro mismo cuerpo de carne (que está vivo o muerto), del que, sin embargo, se habla con gran interés -por curar sus enfermedades o por satisfacer sus pasiones- disfrazando entonces con eufemismos todas estas cosas repulsivas e innobles como son las enfermedades y las funciones animales del organismo. Lo que hace que la Biblia resulte intolerable para los mundanos es, más que nada, esa implacable y divina veracidad que brota a cada página y que, en síntesis, dice: Dios es todo, y el hombre es nada. “Maldito quien pone su confianza en el hombre… Bienaventurado el varón que confía en Yahvé” (Jeremías 17, 5-7). ↑
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* 1. Négueb, Cades y Sur, o sea el extremo meridional de Palestina. Gerar: ciudad filistea, a 13 kilómetros al sur de Gaza. ↑
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* 2. Sobre la conducta de Abrahán, que afirmaba que Sara era su hermana, véase 12, 13 y nota. ↑
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* 6 s. Dios mismo da testimonio de la rectitud de Abimelec (v. 7), por lo cual no lo castiga. ¡Cuán grande es la misericordia de Dios, que vela sobre nosotros para librarnos del pecado! ↑
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* 10. ¿Qué has visto? ¿Qué te vino a la mente? Abimelec se refiere al versículo 7, donde Dios dijo que Abrahán era profeta. ↑
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* 12. Sobre este punto véase 11, 27-31 y 12, 13 y nota. ↑
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* 16. Mil siclos: El siclo del peso común equivalía a 8,41 gramos, el siclo del peso sagrado a 16, 83 gramos. Para velar tus ojos, etc.: Texto oscuro. El rey se refiere, tal vez, al velo que Sara, como mujer de Abrahán, tendría que llevar. Es además, una censura de la conducta de Abrahán. Es como si dijera a Abrahán: Compra para tu mujer un velo, según costumbre, para que todos vean que es casada. Según otros, es un término jurídico idéntico a indemnización o condonación. Así por ejemplo, según Nácar-Colunga, los mil siclos son una reparación hecha a Abrahán por la injuria, aunque involuntaria; con esto le “lavaba la cara”, esto es, en lengua árabe, le restituía el honor. Bover-Cantera traduce: “te sirvan de sacrificio expiatorio” y agrega como nota: “Expiatorio, o lo que es lo mismo, este presente va hecho para ti, con el fin de cerrar los ojos a los que te rodean sobre cuánto ha pasado, y restablecer tu honor, acreditando tu honestidad”. “Así quedas justificada”: La Vulgata vierte: “Acuérdate que has sido aprehendida”. Otros: “Con esto todo está arreglado”. ↑
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* 6. Véase 17, 19. El nombre de Isaac significa risa (cf. 18, 10 ss.). Este nombre se relaciona con la risa que tuvo Sara (y que después negó) cuando se le dijo que iba a ser madre. El nombre puede expresar también la alegría que sintió Sara en el nacimiento de Isaac. ↑
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* 10 Ismael, el hijo de Agar, era de carácter indómito y pendenciero, y perseguía al pequeño e indefenso Isaac, tal vez por instigación de su madre, que sabía que Isaac era el hijo de la promesa. ↑
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* 12. Por Isaac será llamada tu descendencia: San Pablo (Romanos 9, 7 ss.) hace hincapié en esta palabra, para comprobar que no es la descendencia carnal, sino la libre elección de Dios, la que tiene las promesas. Ismael es figura del pueblo judío rechazado por su incredulidad. Isaac es figura de Cristo y del pueblo creyente del Nuevo Testamento. “Por consiguiente hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre” (Gálatas 4, 31). ↑
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* 18. Haré de él un gran pueblo: Cf. la promesa de Dios en 17, 20. De Ismael, hijo de Abrahán, nacieron muchas tribus árabes; otras son descendientes de Abrahán por medio de Keturá (cf. 25, 2 y 3). Por eso veneran los árabes a Abrahán como progenitor de su raza y le dan el nombre de Chalil, esto es, Amigo (de Dios). De ahí que la ciudad de Hebrón, donde se halla el sepulcro de Abrahán, se llama hoy día “El Chalil”. También los hijos de Ismael se dividieron en doce tribus, como los de Israel (25, 12-18). La Biblia se ocupa de ellos en muchas profecías (16, 10 ss.; 21, 13 y 18; Isaías 21, 13-17; Jeremías 9, 26: 25, 23 ss.; Ezequiel 25, 24; Salmo 71, 10, etc.). En cuanto a los antecedentes bíblicos del pleito actual palestinense, véase Génesis 17, 20 s.; 15, 18; 26, 2-5; Romanos 9, 7; Miqueas 7, 20, etc. ↑
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* 19. El corazón de Agar no se llenó de amargura contra los que habían ocasionado su triste situación, porque sabía que era la voluntad de Dios (v. 12); tampoco se entregó a la desesperación, sino que “alzó su voz y prorrumpió en lágrimas” (v. 16). Entonces le abrió Dios los ojos y le mostró una fuente de agua, donde encontró salvación para sí misma y para su hijo. Todos los días sacaba agua de allí, y así le fue soportable la vida en la soledad del desierto, lejos de los hombres. Los que vivimos en la soledad espiritual, ¿no encontramos acaso inmenso consuelo leyendo esta narración de la misericordia de Dios, que oyó las plegarias de una mujer desamparada? ↑
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* 21. Farán. Región septentrional de la península de Sinaí. ↑
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* 22. Probablemente el mismo rey de quien se trata en el capítulo 20. Este, viendo que Dios bendecía a Abrahán, quiso firmar un pacto con él para participar de sus bendiciones. ↑
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* 25. No es de extrañar que el Patriarca se quejara por el motivo de un pozo. El agua es tan escasa en esa región, que la posesión de un pozo equivalía a grandes riquezas. ↑
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* 31. Bersabee significa “Pozo del Juramento”. ↑
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* 2. Moriah: más tarde nombre de una colina. Sobre ella se construyó, según II Paralipómenos 3, 1, el Templo de Salomón. El lugar preciso del sacrificio de Abrahán sería la roca que domina la espléndida cúpula de la Mezquita de Omar (Fillión). El nombre de Moriah se explica de diversas maneras. Parece aludir a la aparición del Señor, como se deduce del versículo 14 (cf. II Paralipómenos 3, 1 ss.). Las dos pruebas más grandes que experimentó Abrahán fueron, primero el mandato de Dios de abandonar su patria y a sus parientes, y vivir como extraño en un país desconocido; segundo, la orden de sacrificar a su propio hijo. El santo patriarca no vaciló ni un momento, sino que se puso inmediatamente en marcha, para cumplir la voluntad de Dios. “A ningún padre pidió Dios sacrificio tan grande, mas ¡a cuántos llega el momento en que les quita de repente un ser querido! Hasta entonces les había parecido que el hijo era todo suyo por ser carne de su carne y sangre de su sangre; veían en él la prolongación de su propia vida. Pero llega el momento en que, sea por una grave enfermedad, sea por otra causa, peligra la vida del hijo; momento en que el Señor les pide el gran sacrificio. Unos desoyen su voz refugiándose en cierto fatalismo; otros se revelan haciendo valer derechos que no existen, pues Dios es siempre el dueño de la vida; algunos se someten, aceptan la voluntad divina y entregan su hijo. Se ponen en camino acompañando al hijo, que ni siquiera se da cuenta del sacrificio de los padres, quienes con angustia, esperan el momento en que será consumado su sacrificio. Muchas veces, como en el caso de Abrahán, Dios se conforma con sólo la prontitud de obedecer, de someterse, de aceptar Su voluntad; otras veces indica también el monte en el cual desea ver realizado el holocausto. Para María, el monte indicado fue el Gólgota; y ella, incondicionalmente, pronunció su “Fiat”, como en el día de la Encarnación” (Elpis). ↑
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* 8 ss. Abrahán, el hombre de fe inquebrantable, que esperaba contra toda esperanza (Romanos 4, 18), estaba convencido de que Dios tendría una solución, aun cuando fuese necesario el milagro de resucitar a su hijo (Hebreos 11, 19). Isaac es figura de Jesucristo ofrecido en la Cruz, pues, como dice San Jerónimo, “estando aparejado para morir, llevó la Cruz evangélica antes del Evangelio” (Carta a Pamaquio). Como Isaac tomó sobre sus espaldas la leña, así Cristo cargó con el madero de la cruz; y como Isaac se dejó atar voluntariamente, así Cristo, el Cordero de Dios, “fue sacrificado porque Él mismo lo quiso” (Isaías 53, 7). Pero hubo esta gran diferencia, que Dios salvó a Isaac del sacrificio, y en cambio -dice San Pablo- “no perdonó a su propio Hijo”. Tal es la asombrosa relación del amor y la misericordia del Padre, que se nos hace en Juan 3, 16. Abrahán es, pues, figura de aquel Padre que sacrificó a su Hijo Unigénito para la redención del mundo. ↑
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* 11. “El Ángel del Señor”; en sentir de muchos Padres, Dios mismo, o el Hijo de Dios que preparaba la Redención. Otros ven en él un verdadero Ángel que servía de intermediario entre Dios y los hombres (cf. Éxodo 3, 20-23). ↑
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* 12. Conozco que eres temeroso de Dios: En este “temor” se descubre la esencia de la religión antigua. Es un temor suavizado por el amor a Dios, cuyos mandamientos paternales causan miedo solamente en los que no los practican. “Aun en los pasajes en que ante Yahvé omnipotente y vengador el ‘temor’ tiende a predominar en el sentido más crudo de ‘miedo’… es éste un solo elemento y predominante cuando se quiera, de todo un complejo, de que también son parte primordial el ‘respeto’, la ‘reverencia’. En ocasiones los papeles se cambian, y el ‘temor’ queda como escondido en el fondo, mientras el ‘respeto’, la ‘reverencia’, concretados en la ‘piedad’ practicada, en la ‘religión’ -total ley divina- vivida, suben a primer plano, hasta tal punto que la expresión “timentes Deum” llega a ser el término consagrado que se da a quienes, piadosos para con Dios, en todo guardan su ley” (Asensio). ↑
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* 17. “Poseer la puerta” es un giro hebreo que significa vencer, conquistar, triunfar. ↑
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* 18. En tu descendencia: Jesucristo. Así lo explica San Pablo en Gálatas 3, 16. Cf. las promesas anteriores en 12, 3; 18, 18. Abrahán es nuevamente colmado de bendiciones por su obediencia, y contribuye a la gran bendición del mundo que culminará en Cristo. “Los justos y los santos son las columnas de la Iglesia y del mundo entero” (San Crisóstomo). “Porque has obedecido mi voz”: la obediencia a la palabra de Dios obra milagros, resucita a los muertos, engendra la vida del alma y la mantiene viva. Cf. el Salmo 118. ↑
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* 3. Los hijos de Het, son los eteos o hititas, pueblo no semítico, proveniente del Asia Menor, que había conquistado parte de Palestina y cuyos restos vivían todavía en la época de David. El heteo Urías, p. ej., era capitán del ejército de David. ↑
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* 4. A pesar de vivir largo tiempo en Canaán, Abrahán nada había adquirido en aquel país que Dios le había prometido (véase 13, 14-15); al contrario, tuvo que pagar una suma enorme por la adquisición de una cueva para dar sepultura a Sara (v. 16). San Pablo explica este misterio en Hebreos 11, 9-10. “Abrahán, comenta San Ireneo, no recibió su herencia en aquella tierra, ni siquiera un palmo, sino que siempre fue en ella peregrino y extranjero. Y cuando murió Sara, su esposa, queriendo voluntariamente los heteos darle lugar para sepultarla, no quiso recibirlo, sino que compró un monumento a Efrón, hijo de Seor heteo, por cuatrocientos siclos de plata, prefiriendo atenerse a la promesa de Dios y no queriendo aparecer como que recibía de los hombres lo prometido por Dios”. ↑
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* 9. Macpelá: La Vulgata vierte: cueva doble, pues éste es el significado del nombre. Era costumbre enterrar a los muertos en cuevas naturales o artificiales, cavadas horizontalmente en la ladera de la roca. El interior era ordinariamente abovedado, y a veces sostenido por columnas. No siempre se colocaban los cadáveres en los nichos de las paredes laterales, sino en fosas cavadas en el suelo y, más tarde, a veces en sarcófagos. La entrada era angosta y cerrada por una piedra. ↑
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* 18. Las formalidades de la compra del campo y aun los cumplidos que se hacen mutuamente el vendedor y el comprador, corresponden exactamente a las costumbres orientales, atestiguadas por otros documentos y observadas en parte aun hoy día, El precio de 400 siclos de plata equivale a 1.500 pesos argentinos, suma extraordinariamente grande para aquella época. ↑
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* 19. “Frente a Mamré”. La cueva de Macpelá está situada dentro de la actual ciudad de Hebrón. Mamré se halla a 3 kilómetros al Norte, en una colina que hoy día se llama Ramet el Chalil. Sobre el sepulcro donde fueron sepultados los restos mortales de Sara, y más tarde los de Abrahán, Isaac y Rebeca, Jacob y Lía, la emperatriz Elena erigió una iglesia, la cual, restaurada por los cruzados, fue transformada en mezquita por los conquistadores mahometanos. La entrada en este santuario está rigurosamente prohibida a todos los cristianos. Véase 13, 18 y nota. ↑
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* 1. Abrahán tenía a la sazón 140 años, su hijo Isaac 40 años (cf. 25, 20). Yahvé había bendecido, etc.: Así recompensa Dios a sus amigos. Véase Salmo 127. Del Señor son las riquezas. El justo del Antiguo Testamento las consideraba como una especial bendición de Dios y las aprovechaba para socorrer al pobre y a la viuda, como que son representantes de Dios, autorizados para participar de los bienes que Dios otorgó a los ricos. De ahí el elogio que el Eclesiástico hace al rico misericordioso (Eclesiástico 31, 8 ss.). ↑
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* 2. El administrador de la casa de Abrahán se llamaba Eliécer y era oriundo de Damasco (cf. 15, 20). Poner la mano debajo del muslo del que tomaba juramento era una forma solemne de jurar. Cf. 47, 20. Según Teodoreto significaría jurar por la circuncisión, señal de la alianza con Dios. ↑
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* 4. Los padres acostumbraban elegir esposa para su hijo, a fin de evitar que éste se dejara llevar, en la elección de la esposa, por la sola pasión, como ocurre muy frecuentemente en la actualidad. Abrahán puso por encima de todas las cosas la verdadera religión. La esposa de su hijo había de ser no sólo de la misma raza, sino también de una familia que adorase al verdadero Dios. ↑
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* 21. En la difícil tarea, el fiel mayordomo ponía toda su confianza en Dios, y no recurría a maniobras supersticiosas, muy en uso entonces. Su fe y esperanza en el Señor inclinaron a Este a condescender con sus ruegos haciendo eficaces estos medios, que, de por sí, parecían poco proporcionados para lograr el fin que deseaba (San Crisóstomo). De Abrahán no sabemos dónde encontró a su futura esposa; de Isaac y Jacob, empero, sabemos que encontraron a las suyas junto al pozo, Isaac por medio de su representante, y Jacob personalmente (29, 9 ss.). También Moisés, el gran caudillo de Israel, encontró a su futura esposa junto a un pozo en el desierto (Éxodo 2, 16 ss.). Los que confían en Dios encuentran esposa en cualquier lugar del mundo, no esposa cualquiera, sino la que Dios les ha destinado para ser madre de sus hijos. ↑
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* 33. El hecho de que Labán haga el primer papel en todo lo concerniente al casamiento de Rebeca, está de acuerdo a una costumbre antigua, según la cual, el hermano era como abogado y protector de su hermana. El padre aparece sólo en v. 50. ↑
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* 41. Maldición: el castigo de Dios en caso de no cumplir con el juramento. ↑
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* 47. El anillo en su nariz: Esta manera de adornarse las mujeres es hoy todavía frecuente en los países del oriente. ↑
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* 53. Los regalos no significaban la compra de la mujer, como sostienen algunos. Rebeca misma recibe también regalos y da expresamente su consentimiento (v. 58). ↑
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* 62. Véase 16, 13. Es el pozo que Dios mostró a Agar. En la región del Négueb: en Bersabee. ↑
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* 63. A meditar: Dice San Jerónimo que Isaac, como hombre justo, salía de su casa a hacer oración, y que en esto fue también figura de Cristo, quien, como dice el Evangelio (Lucas 5, 16), se retiraba a un lugar solitario para orar y meditar. ↑
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* 66. Rebeca se cubrió con el velo porque la costumbre exigía que la novia apareciera velada ante el novio hasta el día de las bodas. Observa San Ambrosio al respecto: Si la modestia es el principal adorno aun en las esposas ¿cuánto más conviene a las que han resuelto consagrar a Dios su virginidad? ↑
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* 67. Todo este capítulo encierra una tipología mesiánica. Abrahán es tipo de aquel rey que prepara las bodas de su hijo (Mateo 22, 2 ss.); Isaac representa a Cristo que ha de venir para recibir a la Iglesia su Esposa (I Tesalonicenses 4, 14 ss.; Apocalipsis 19, 7 y notas); Rebeca es tipo de la Iglesia (II Corintios 11, 2), y el administrador que no habla de sí mismo tipo del “amigo del esposo”, San Juan Bautista (Juan 3, 29), que prepara las bodas de Cristo con la Iglesia. ↑
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* 5. La principal herencia que Abrahán dejó a su hijo Isaac, no fueron los bienes materiales, sino la fe en Dios y la esperanza en Aquel que había de venir. ↑
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* 8. Fue a reunirse con su pueblo: Algunos traducen “con sus padres”, expresión muy frecuente, que implica a la vez la fe en la inmortalidad (cf. v. 17; 49, 32; Núm. 27, 13; 31, 2 etc.). Quiere decir: Abrahán murió, y su alma fue a reunirse con las de sus antepasados en el Limbo de los Padres, donde habían de estar hasta que Cristo les abriera las puertas del cielo (I Pedro 3, 18 ss.). Más tarde los israelitas llamaron a este lugar “el seno de Abrahán” (Lucas 16, 22). Cf. Job 10, 21; 14, 12 y notas. ↑
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* 10. Allí está sepultado Abrahán, quien, diríamos, más que otros grandes, merece ser incorporado al catálogo de los “inmortales” de la historia. Está sepultado, sí, para la historia profana, pero vive en la historia del Reino de Dios. Los que escriben la historia de los pueblos se inspiran generalmente en principios de vanidad propia y nacional, exaltan a los ambiciosos e intrigantes que consiguieron ventajas para su pueblo a costa de otros, y relegan al olvido a los que trabajaron por el Reino de Dios. Así por ejemplo, los historiadores antiguos no hablan de Abrahán; es Dios el que le dio fama inmortal haciéndole amigo suyo (Santiago 2, 23) y poniendo su estirpe como fundamento del Reino que había de extenderse sobre los dos Testamentos, puesto que Abrahán es padre de todos los creyentes (Romanos 4, 11), por consiguiente, también nuestro padre en la fe. Como tal forma parte, con Melquisedec, del Canon de la Misa; honra que vale más que todos los títulos que puede conferir el mundo. Comprendemos el orgullo del pueblo judío, que desgraciadamente se fundaba más en la descendencia carnal que en la fe del santo patriarca. “Tenemos por padre a Abrahán”, decían, como si la raza y la sangre le dieran una prerrogativa sobre los demás pueblos. El Bautista no vacila en lanzar contra este orgullo carnal una de sus más terminantes amenazas: “Yo os digo que Dios puede hacer que de estas piedras nazcan hijos de Abrahán” (Mateo 3, 9). Cuidémonos de no caer en el mismo error contentándonos con la fe del bautismo y descuidando el espíritu del Evangelio. ↑
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* 11. “Bendijo Dios a Isaac”, “para mostrar que éste era el verdadero sucesor de Abrahán, no sólo el heredero de las bendiciones espirituales, sino también de los bienes materiales” (Fillion). ↑
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* 12 ss. Sobre “Ismael” véase 21, 18 y nota. “Nebayot” (v. 13), probablemente los nabateos que en la época grecorromana vivían al sureste del Mar Muerto, “Kedar”: nómadas del norte del desierto de Arabia, “Yetur” (v. 15), tal vez los itureos del norte de Palestina (cf. Lucas 3, 1). ↑
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* 18. Esto es, desde la parte Norte de la península del Sinaí hacia el Este. ↑
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* 22. No dice dónde ni cómo la afligida madre consultó al Señor. Tal vez se dirigiera a un varón de Dios que, como Melquisedec, era intérprete de la voluntad divina. ↑
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* 23. Dos pueblos: los idumeos, descendientes de Esaú, y los israelitas, hijos de Jacob. El hijo mayor, a saber, el pueblo idumeo, servirá al pueblo de Israel. San Pablo cita este pasaje para explicar el dogma del libre beneplácito de Dios, que llama a quien quiere, “para que el designio de Dios se cumpliese, conforme a Su elección, no en virtud de obras” (Romanos 9, 12). Dios escoge a quien quiere, como se ve en el ejemplo de Esaú y Jacob. Este, el menor, fue elegido, mientras aquél, el primogénito, fue reprobado. Véase Génesis 25, 23; 27, 1 ss.; Romanos 9, 11 s. Si bien el amor de Dios a sus creaturas es universal, es también libérrimo, y todo lo que dispensa a los hombres es un don gratuito de su Gracia. “Dios es quien obra en vosotros, por un efecto de su beneplácito, no sólo el querer, sino el ejecutar” (Filipenses 2, 13). Como bien explica Santo Tomás, el amor con que Dios nos ama es la fuente de todo bien (cf. Juan 17, 26; Romanos 5, 5), de modo que “nadie sería mejor que su prójimo, de no ser más amado de Dios”. Es en tal sentido, añade el Angélico, como puede decirse que Dios prefiere siempre a los mejores, pues es Él quien, al poner su mirada en ellos, les infunde lo que nadie puede tener por sí mismo. Es el caso de la Virgen María, según la cual “puso Dios los ojos en su bajeza” (Lucas 1, 48) y a quien el Ángel dice simplemente “Hallaste gracia” (Lucas 1, 30). “No pudiendo agradar -dice una definición de la Iglesia- fuimos amados para ser hechos agradables” (Denz. 198). Véase Cantar de los Cantares 4, 15 y nota. ↑
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* 25. Esaú significa “velludo”; Jacob “el que ase el talón”, en sentido figurado: el que pone acechanzas (véase Oseas 12, 3). ↑
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* 27. “Con estos rasgos no sólo nos retrata a los dos hijos de Isaac, sino también, y acaso más, el carácter de los pueblos, como más tarde lo hace el padre en su bendición” (27, 27 ss.) (Nácar-Colunga). ↑
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* 30. La significación de Edom es “rojo”. ↑
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* 31. Jacob creía, sin duda, tener derecho a la primogenitura, porque su madre había recibido de Dios la promesa de que el mayor serviría al menor (cf. versículo 23). Las prerrogativas de la primogenitura eran: doble parte en la herencia paterna, mayorazgo entre los hermanos, y, en tiempos de los patriarcas, ejercicio del sacerdocio entre sus hermanos, además del privilegio de transmitir las divinas promesas. San Pablo llama a Esaú: “profanador” (Hebreos 12, 16), porque descuidaba los bienes espirituales. Como Caín es el padre de los homicidas, así Esaú es el padre y caudillo de los que renuncian a los dones de Dios. ¡Cuántos venden hoy la primogenitura de los hijos muy amados de Dios por el plato de lentejas que ofrece el mundo! ↑
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* 4. Serán benditas todas las naciones: Esta misma promesa fue dada a Abrahán en tres ocasiones (12, 3; 18,18; 22, 18), y será dada también a Jacob (28, 14). Encierra tres bendiciones: selección de un linaje para pueblo de Dios, extensión de la bendición sobre todos los pueblos y promesa de la salvación por medio de un descendiente de la familia patriarcal (cf. Gálatas 3, 16). ↑
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* 7. Para salvar su vida, Isaac recurre a la misma estratagema que Abrahán, diciendo que Rebeca es su hermana (véase caps. 12 y 20). Formalmente no es mentira, porque Rebeca era pariente de Isaac, y los parientes se llamaban hermanos, pero materialmente la conducta de Isaac no deja de provocar sorpresa. ↑
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* 8. Este rey Abimelec de Gerar parece ser hijo del rey Abimelec, amigo de Abrahán 821, 22 ss.). Tal vez dicho nombre se aplicaba a los reyes de Gerar, como título, tal como el de Faraón a los reyes de Egipto. ↑
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* 13. Por donde se ve que también el bienestar material viene del cielo, y que Dios no condena las riquezas sino el apego a ellas y su abuso. Cf. Eclesiástico 31, 8 ss., donde es alabado el rico que hace buen uso de sus tesoros, “porque podía pecar y no pecó, hacer mal y no lo hizo”. Lástima que los ricos renuncien tan fácilmente a esta bendición y se dejen cautivar por las apariencias de las riquezas, que, como dice el Crisóstomo, son anzuelos con que el demonio se apodera de nosotros. ↑
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* 22. Como hoy día las grandes naciones se pelean por los pozos de petróleo, así las reyertas por la posesión de un pozo de agua eran regla general en el desierto, donde el agua tiene más valor que la plata. Cf. Éxodo 2, 16. Isaac, siguiendo el ejemplo de su padre, siempre se mostraba pacífico y condescendiente, aunque se creía con derecho de prioridad. ↑
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* 26. Picol, probablemente un título. Significaría: “La boca de todos”, esto es, comandante general. Con esta explicación se desvanecen las dificultades nacidas de la coincidencia de los nombres en este capítulo y en el capítulo 21. ↑
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* 33. Sebá designa en hebreo dos cosas: el número siete y juramento. Bersabee significa, pues, “Siete Pozos” o “Pozo del juramento”. Debe haber una relación mística entre los dos significados, puesto que siete es el número sagrado. Algunos creen que el número siete llegó al significado de juramento por la costumbre que se narra en 21, 30 s. Allí mismo se dice también que el nombre del pozo fue puesto por Abrahán y que los pastores filisteos cegaron los pozos del patriarca (v.18), por lo cual Isaac lo abrió de nuevo y le restituyó el nombre que le había dado su padre. ↑
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* 35. Judit y Basemat, las dos mujeres de Esaú, eran hijas de un pueblo pagano, y eso turbó en gran manera la armonía del hogar del patriarca. No se amoldaron como lo hiciera la dulce moabita que dijo con humildad: “Tu Dios será mi Dios” (Rut 1, 16), sino que veneraban a otros dioses, introduciendo así la idolatría en la casa patriarcal. Isaac y Rebeca llevaban con amargura esta división espiritual de su familia. Más tarde, demasiado tarde, Esaú quiso reparar el daño, tomando por mujer una sobrina suya (28, 8). ↑
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* 7. Te bendeciré delante de Yahvé: Se daba mucha importancia a la bendición paterna, a la que se consideraba como una bendición de Dios, y con razón, pues la autoridad paterna es un reflejo de la autoridad del Padre celestial. Cf. Eclesiástico 3, 11; “La bendición del padre afirma las casas de los hijos”. ↑
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* 10. Rebeca se consideraba autorizada para ese proceder, porque conocía el designio de Dios: “El mayor ha de servir al menor” (25, 23; cf. Malaquías 1, 2); sabía además que Esaú había vendido la primogenitura, demostrando con ello cuán poco le importaban los bienes espirituales. ↑
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* 19. La maniobra de Jacob y Rebeca es gravemente pecaminosa, si los dos procedieron con pleno conocimiento del alcance de su acto, buscando solamente ventajas materiales. El aspecto cambia si ellos, inspirados en la profecía de Génesis 25, 23, o movidos por una voz interior, no vieron en sus actos sino el cumplimiento de la voluntad de Dios. “En este caso, más que a personas plenamente responsables de sus actos e impulsos, se tendría que ver en ellos actores puestos por Dios sobre el escenario, para cumplir las acciones por Él previstas y ordenadas. Teniendo en cuenta que la madre sabía por boca de Dios que “el mayor había de servir al menor” (25, 23), se llega a admitir la existencia de buena fe en la madre y en el hijo (Bierbaum. Piedras de escándalo en el Antiguo Testamento, página 134). Conocida es la palabra de San Agustín, quien ve en este caso un misterio, y no una mentira. Y en verdad, prescindiendo de lo humano, todo este episodio es una sublime figura del misterio de la Redención, en virtud de la cual nosotros, sin derecho alguno, nos vestimos con los méritos de Jesús, nuestro hermano mayor, y nos apropiamos las bendiciones del Padre Celestial, como lo hizo Jacob con su padre. Así lo enseña San Pablo en Romanos 6, 3; Gálatas 3, 27; Colosenses 2, 12, etc. Cf. la nota sobre el libre beneplácito de Dios en 25, 23. ↑
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* 27. La fragancia de los vestidos de Esaú se explica por el aroma de las hierbas y flores campestres de aquella región, que, según atestiguan los viajeros antiguos y modernos, despiden un olor extraordinariamente agradable. ↑
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* 28. La “bendición” que Isaac imparte a su hijo Jacob, se refiere primero a los bienes terrestres, mas en su segunda parte contiene una promesa mesiánica, pues por el Redentor es por quien son benditos todos los patriarcas, y por quien se postrarán los otros pueblos ante su hijo. “Jacob, recibiendo la bendición de Isaac, representa también a los escogidos, considerados en Cristo, que es su cabeza, el modelo de su predestinación, el principio de su santidad, y el autor de su glorificación. Jesucristo se presentó a su Padre en traje y figura de pecador, como Jacob en el de Esaú… Y por esto mereció la bendición de su padre; y descendió a la tierra sobre los escogidos el rocío de santidad, la lluvia de los dones y gracias del Espíritu Santo y el pan y el vino de las dulzuras, suavidades y consuelos celestiales” (Scío). San Ireneo refiere esta bendición al Reino que ha de venir, diciendo: “Si alguno no entiende estas palabras como predicción del Reino, caerá en gran contradicción, a la manera de los judíos, que se ven envueltos en confusión, pues no se cumplieron materialmente en Jacob” (Adversus Haeresis, V, 33). ↑
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* 36. Alusión al nombre de Jacob. Véase 25, 25 y nota. ↑
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* 37. El Patriarca, acatando los inescrutables planes de Dios, confirma las bendiciones dadas a Jacob. San Pablo alaba esta actitud como acto de fe (Hebreos 11, 20) y muestra que era un designio divino. Véase Romanos 9, 12-13 y Hebreos 12, 12. ↑
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* 40. La profecía que Isaac hizo de Esaú, se cumplió al pie de la letra. Los descendientes de Esaú, que se llamaban idumeos, vivían de la espada y de la rapiña; sometidos por los israelitas sacudieron muchas veces el yugo de sus hermanos, apoyando siempre a sus enemigos, de modo que su nombre, como el de Babilonia, se usaba como símbolo de los enemigos del Reino de Dios. Son muy numerosos los vaticinios y maldiciones contra Edom, p. ej.: Salmos 107, 10; 136, 7; Isaías 11, 14; 63, 1-6; Jeremías 49, 7-22; Ezequiel capítulo 35; toda la profecía de Abdías; Malaquías 1, 2 ss. ↑
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* 46. Las hijas de Het: Esaú se había casado con dos mujeres heteas. Véase 26, 34. ↑
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* 9. Por el matrimonio con una mujer descendiente de Abrahán, Esaú procuraba mejorar las relaciones con sus padres. Cf. 26, 34 y nota. ↑
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* 11. Sobre el significado simbólico de la “piedra” véase Núm. 20, 11 s. y nota. ↑
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* 12. La escala que toca al cielo, y los ángeles que bajan y suben, representan la protección que Dios dispensa a Jacob. El Crisóstomo ve en la escala una figura del Verbo Encarnado que juntó el cielo con la tierra. “Subían y bajaban”: San Jerónimo aplicaba esto en sentido moral, a los que caen y se levantan de la caída. “Hasta los santos caen si se descuidan; y los pecadores vuelven a tomar el lugar que tenían antes si limpian sus manchas con lágrimas de arrepentimiento” (Carta a Juliano). ↑
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* 14. Nótese la renovación de las promesas que Dios había hecho a Abrahán e Isaac, en particular la promesa mesiánica: serán benditas en ti y en tu simiente todas las familias de la tierra (véase 12, 3; 18, 18; 22, 18; 26, 4). ↑
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* 16. “Expresión muy natural y muy conforme con el instinto religioso de mirar a Dios morando en los cielos, como en su propia morada (Salmo 113b, 16), desde donde contempla la tierra, pero también en ciertos lugares de ésta, en que particularmente se revela y se hace sentir de los hombres” (III Reyes 8, 27 ss.). Nácar-Colunga. ↑
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* 18. El óleo es símbolo de la gracia del Espíritu Santo, que todo lo ilumina, vivifica y santifica. Mediante el óleo se consagraban las personas y cosas para el culto divino, como aun hoy sucede. En el prefacio de la consagración del altar, la Iglesia afirma el sentido típico de la piedra erigida y ungida por Jacob y pide a Dios que derrame sus gracias, como lo hizo sobre la piedra que Jacob erigió luego de ver al Señor en la visión de Betel. Así esta piedra es también figura de Cristo, el cual se llama “la piedra principal del ángulo” (Mateo 21, 42). ↑
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* 19. Betel quiere decir “casa de Dios”. La ciudad santificada ya por Abrahán 12, 8), estaba situada al norte de Jerusalén. Para nosotros Betel es figura de nuestras iglesias, que son verdaderas casas de Dios. ↑
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* 20. Lo que pide el patriarca es muy poca cosa, únicamente lo necesario para vivir. ¡Y después de veinte años vuelve a Canaán, hecho rico señor, y más rico como padre! Así colma Dios con bienes a los que no se los piden. Cf. el Magnificat (Lucas 1, 53). ↑
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* 1. País de los hijos de Oriente: Mesopotamia, donde habitaba su tío Labán en la ciudad de Harán. ↑
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* 5. No es cosa extraña el que Raquel esté en el campo pastoreando los ganados. Las hijas de los patriarcas no se entregaban a una vida cómoda, sino que trabajaban para acrecentar los bienes de la familia. Compárese este lugar con el capítulo 2 del Éxodo, donde se narra lo mismo de las hijas de Ragüel, príncipe de Madián. ↑
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* 12. Hermano. Jacob era sobrino de Labán. Era costumbre llamar hermanos a los parientes cercarnos. Véase el caso de Abrahán y Lot, que también se llaman hermanos (13, 8 y nota). ↑
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* 17. Ojos enfermos: Otros traducen: Ojos legañosos. Dios indemnizaba a Lía, dándole más hijos, de modo que la más despreciada y menos amada superaba a su hermana y rival Raquel. ↑
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* 20. Sirvió siete años. Al que ama, nada es duro. “Amemos, pues, nosotros siempre a Cristo, deseemos siempre sus abrazos, y fácil nos parecerá todo cuanto es difícil; breve, todo lo que es largo, y heridos por los dardos de su amor a cada hora y a cada momento podremos decir: «Ay de mí, que mi peregrinación se ha prolongado».” (San Jerónimo, Carta a Sta. Eustoquia). ↑
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* 24. Las bodas, que duraban en general una semana, se celebraban sin la presencia de la novia, por cuya razón Jacob demasiado tarde notó el engaño. El patriarca no tuvo la intención de casarse con Lía, pero una vez casado con ella por el ardid de Labán, no pudo devolverla, y así llegó a tener dos mujeres. Los santos Padres reconocen en esta historia el gran misterio de las dos Alianzas, significando Lía a la Sinagoga, y Raquel, a la Iglesia. ↑
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* 30. Casarse con dos hermanas no estaba prohibido por la ley premosaica. La ley babilónica, vigente entonces en Mesopotamia, lo permitía. Moisés en cambio lo prohíbe terminantemente (Levítico 18, 18). ↑
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* 32 ss. En los nombres de los hijos se expresan los pensamientos y deseos de la madre. “Lía no estaba dotada de atractivos para cautivar a un hombre y fue entregada por su padre a Jacob en la forma más humillante para una mujer. Jacob no la quería, ni la había deseado, ni pedido. La tomó engañado por Labán (v. 23). Lía no tenía a nadie que la amara. Más Dios sabe que nadie puede vivir sin amor; y la hizo madre. Dio ella a su marido seis hijos y una hija (30, 20 y 21). Con cada hijo que llevaba a su seno nacía en ella la esperanza de conquistar el amor de su marido, esperanza que siempre fue frustrada. Pero si ya no fue amada por su marido, fue amada por sus hijos; pues los hijos no se fijan en lo físico, sino que buscan el calor del amor materno, se refugian en los brazos de la madre, sobre su corazón, porque allí se saben aparados. Así el mismo Dios consoló a la afligida madre.” (Elpis.) ↑
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* 3. Propuesta análoga hizo en su tiempo Sara a Abrahán (16, 2). Según la ley babilónica la esposa que no tenía hijos podía dar a su marido una esclava (véase 16, 2 y nota). Sobre mis rodillas: término jurídico que quiere decir que la señora considera a los hijos de la esclava como hijos suyos. ↑
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* 8. ¡Qué rivalidad tan extraña! Las mujeres israelitas se disputaban el mayor número de hijos. Para ellas el nacimiento de un hijo era una señal de la bendición de Dios, y en realidad lo es. ¡Cuántas mujeres de hoy, aun cristianas, no lo saben! ↑
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* 15. La mandrágora, planta narcótica, se usaba como remedio. Las mujeres le atribuían, supersticiosamente, otras virtudes. ↑
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* 23 ss. Raquel fue estéril durante muchos años. Todas las demás mujeres de su marido llegaron a ser madres, menos ella que poseía su amor. Pero “se acordó” de ella el Señor (v 22) y le concedió, benignamente, un hijo. Raquel no se contentó con el hijo que Dios le había mandado. Quiso tener otro más, pues dijo “Añádame Yahvé otro hijo” (v. 23). Pidió otro hijo, más sin saber que iba a pagar esta nueva vida con la suya propia (35, 16 ss.). ↑
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* 32. Hay que anticipar que las ovejas y cabras de aquella región son en general de color negro. Además, Labán tomaba para sí todos los animales de varios colores (v. 35), dejando en manos de Jacob sólo los de color negro. ¿Cómo podrían entonces nacerle a Jacob animales de varios colores? Por eso la propuesta hecha por Jacob, de quedarse con los de varios colores parecía favorecer a Labán, quien estaba seguro de obtener de este modo el 99 % de las crías. ↑
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* 37. Para contrarrestar la avaricia de Labán, procuró Jacob proporcionarse a sí mismo lo que le correspondía. Según San Crisóstomo, el artificio servía solamente para encubrir el milagro que Dios hacía para indemnizar a Jacob. ↑
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* 40. Texto muy oscuro. Hemos preferido la traducción de Bover-Cantera que transcribimos al pie de la letra. ↑
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* 7. Diez veces: esto es, muchas veces (Orígenes). Véase Levítico 26, 26, donde el número diez también se usa en sentido de mucho. ↑
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* 9. Se manifiesta aquí que las industrias que Jacob aplicaba eran inspiradas por Dios, quien de esta manera recompensaba a su servidor. ↑
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* 11. El Ángel de Dios: Era el mismo Dios, como se ve por el versículo 13. Cf. 16, 7 y 28, 10-19. ↑
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* 17. Eran once hijos, el mayor de los cuales tenía alrededor de trece años. Benjamín, el menor, nació en Canaán (35, 16ss.) ↑
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* 19. Los “terafim” era, lo mismo que en Roma los “penates”, los espíritus tutelares de la familia. Es evidente que esta superstición venía de la familia de Labán. Los terafim aparecen varias veces en la historia de Israel (cf. IV Reyes 23, 24; Zacarías 10, 2). ↑
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* 21. El río: el Éufrates. Galaad, región transjordánica que se extiende entre los ríos Yarmuc y Yaboc, tributarios del Jordán, distante de Harán (Mesopotamia) unos 600 kilómetros. ↑
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* 24. Guárdate de decir… sea mala. Es un giro que quiere decir: Confórmate con lo sucedido. ↑
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* 36. ss. No sabiendo que Raquel había robado los ídolos, y sintiéndose agraviado por la conducta poco delicada de su tío, Jacob habla en tono de enojado y le echa en cara su desvergüenza. Véase al respecto los trabajos y sufrimientos que Jacob enumera en los versículos 38 y ss. ↑
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* 40. Estas palabras de Jacob suelen aplicarse también a los pastores de almas. El verdadero pastor imita a Jacob, vigila día y noche, sufre frío y calor y no se deja dominar por el sueño. ↑
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* 42. El Temor de Isaac, esto es, Dios. Otros: el Temido. Véase versículo 53, donde se encuentra la misma expresión. Jacob quiere documentar su fe en el Dios a quien adoraba su padre Isaac, el único y verdadero Dios, que hizo las promesas a sus padres. Labán, en cambio, invoca a las divinidades de su familia (v. 53), agregando al Dios de Abrahán el nombre del Dios de Nacor y de sus padres. ↑
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* 47 s. El montón de piedras que Jacob levantó tiene dos nombres: uno que le puso Labán en lengua aramea: “Jegar Sahaduta”, y otro hebreo: “Galaad”, con que lo denominó Jacob. Ambas denominaciones significan “majano del testimonio”. Masfá o Mizpá (v. 48) tiene el significado de atalaya, y quiere expresar la idea de que Dios vela sobre la alianza que acaban de pactar. ↑
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* 2. El nombre de la ciudad de Mahanaim (campamentos) recuerda el dicho de Jacob: “Este es el campamento de Dios”, lo que quiere decir: aquí se halla el ejército de los ángeles de Dios que van a luchar en mi favor y me procurarán la victoria sobre mis enemigos. La ciudad está situada en Transjordania, en los confines de Gad y Manasés, al norte del río Yaboc y a no grande distancia del río, y además no muy adentro den la montaña, y por consiguiente no muy lejos del Jordán (Fernández). ↑
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* 3. Seír: región entre el extremo sur de Palestina y el golfo de Akaba (Mar Rojo), idéntica en gran parte con el país de Edom o Idumea. ↑
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* 4. Nótese la humildad de Jacob, que da a su hermano el título de señor, como si fuese súbdito del mismo. Obraba así por el miedo que lo tenía aplastado, pues sabía que sería difícil aplacarlo. ↑
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* 11. El miedo en un personaje de la importancia del patriarca Jacob, este miedo casi infantil, que él mismo confiesa con filial sencillez en su oración, nos muestra cuánto debemos apartarnos del estoicismo pagano, que confía en la propia suficiencia y presenta el orgullo con apariencia de virtud. El que es pequeño, ése venga a mí, dice Dios (Proverbios 9, 4), y Jesús enseña que el que no se vuelve sencillo como un niño no entra en el cielo (Mateo 18, 3), en tanto que el más pequeño será el primero en el Reino (ibíd. 4). Tal es la doctrina de la infancia espiritual, que Santa Teresa del Niño Jesús expuso con el nombre de caminito de confianza y de amor, y al que el Papa Benedicto XV llamó el secreto de la santidad. ↑
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* 12. Tú mismo dijiste: Véase 28, 14 s. y nota. ↑
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* 22. El Yaboc, río de Galaad (Transjordania) y tributario del Jordán. ↑
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* 24. El que luchaba con el patriarca, pero sin emplear toda su fuerza, era el Ángel del Señor que representaba a Dios mismo, como se desprende de los versículos siguientes y de Oseas 12, 4 ss. ↑
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* 25. En esta lucha se ve el verdadero valor de Jacob, quien se declaraba miedoso, pero por la fuerza de la oración se convirtió en vencedor. Strack llama a este episodio “la lucha de oración de Jacob”, “la oración dramatizada”. Toda oración es una lucha del hombre con Dios, en la cual el que reza bien vence a Dios. Compárese las palabras de Jacob: “No te dejaré ir si no me bendices” (v. 26), con las de Dios a Moisés en Éxodo 32, 10: “Déjame, para que se encienda mi furor”; es decir, no te interpongas con tus súplicas, para que no me vea obligado a atenderlas. ↑
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* 28. Jacob se llamará en adelante Israel que significa “Combatiente de Dios”, o “Combatiente con Dios”; nombre que le dio el Ángel del Señor con quien luchó en la noche antes de encontrarse con su hermano, siendo más tarde confirmado por el mismo Señor (Génesis 35, 10). El cambio de nombre es señal de una nueva misión, porque los hombres de entonces no llevaban sus nombres como etiqueta sino como expresión de su ser. El nombre y su portador era, por decirlo así, una unidad ontológica, y no solamente una combinación casual, como hoy. Cf. al respecto el cambio de nombre de Abrahán en Génesis 17, 5. No se sabe exactamente cuál fue el sentido de la lucha de Jacob con el ángel. El patriarca se hallaba en grandes angustias, y lo que buscaba su alma era ayuda y consuelo en Dios. Así parece explicarlo el profeta Oseas: “Con su fortaleza Jacob luchó con el ángel y prevaleció sobre él y le venció; y con lágrimas se encomendó a él” (Oseas 12, 3 s.); por lo cual no necesitamos recurrir a las “pesadillas” de los racionalistas para explicar este pasaje. “El que considere con atención y una los datos con que la Biblia presenta a Jacob, antes y después de su lucha con Dios, encontrará un cambio sensible: antes era el realizador tortuoso y trabajado, después es el triunfador inconcuso y benigno” (Ricciotti, Historia de Israel, número 147). ↑
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* 30. Mirar a Dios y no morir por espanto parecía a Jacob un milagro. Era creencia común que el hombre mortal no pudiera ver a Dios sin morir en el mismo instante. Cf. 16, 13 y nota. “Fanuel” significa: Dios se apareció. Hallábase al sur de Mahanaim, entre este lugar y Sucot (cf. 33, 17). ↑
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* 32. No comen el nervio ciático: Se refiere a los animales. ↑
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* 4. Jacob consigue un milagro: la oración, la humildad y el ofrecimiento de sus bienes, provocan el desarme de Esaú. El amor fraternal vence los rencores y los hermanos se abrazan como si nunca hubiesen sido enemigos. ¡Qué lección para el hombre moderno, cuyo ideal son los soldados de Esaú armados hasta los dientes! Porque no saben que el desarme se produce por la oración, la humildad y la renuncia a los bienes materiales que tanto desea nuestro egoísmo individual y colectivo. ↑
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* 10. He visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios. Lo dice por la bondad con que lo recibió. Aunque nos parezca exagerada la cortesía con que Jacob trata a Esaú, hay que reconocer sin embargo su fina prudencia. Los ricos presentes surtieron pleno efecto y se aplacó el furor de su hermano. ↑
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* 11. Bendición: Se refiere a los regalos, pues todos los dones son una bendición que de arriba viene (Santiago 1, 17). San Pablo aplica esta misma palabra a las limosnas que los cristianos de Corinto mandaron a Jerusalén (II Corintios 9, 5). ↑
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* 17. Sucot, más tarde ciudad, situada a 10 kilómetros de la desembocadura del Yaboc en el Jordán. ↑
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* 18. La ciudad de Siquem, esto es, el punto céntrico de Palestina. En el campo que Jacob allí compró, abrió un pozo, llamado más tarde pozo de Jacob, famoso por la conversación de Jesús con la samaritana (Juan 4). La Vulgata traduce: llegó a Salem, ciudad de los siquemitas. ↑
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* 19. Cien kesitas: cien monedas de plata. La Vulgata dice: cien corderos. ↑
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* 20. El-Elohé-Israel: El significado de este nombre es: Él (nombre de Dios) es el Dios de Israel, o: el fuerte Dios de Israel. Vulgata: Dios fortísimo de Israel. ↑
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* 2. Los “heveos”, un pueblo cananeo (10, 17; E. 3, 8; Josué 9, 7). ↑
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* 12. Según la costumbre antigua, el novio dotaba a la novia y hacía regalos a los parientes de la misma (véase capítulo 24). ↑
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* 14. Se nota en toda esta historia que los hijos de Jacob tienen la conciencia de ser un pueblo que no puede mezclarse con otros. Fue éste uno de los efectos de la circuncisión que, como se ve, Jacob practicaba también en Mesopotamia. Si después (v. 16), aparentemente, aceptan la propuesta de los siquemitas, de formar con ellos un solo pueblo, es para engañarlos y tener tiempo para preparar la venganza. ↑
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* 20. Era la puerta de la ciudad el lugar donde se trataban los asuntos públicos y judiciales. ↑
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* 25. Simeón y Leví, hijos de Lía, como Dina. ↑
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* 29. Nácar-Colunga sospecha que haya sido alterado el texto por los copistas que se habrían dejado llevar por su aversión a los samaritanos. “Se explica, dice, la muerte de Siquem y de su padre y el rescate de Dina, pero no la matanza de los siquemitas inocentes, sin excluir los niños y las mujeres.” ↑
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* 30. La respuesta definitiva al crimen perpetrado la dará Jacob antes de su muerte (49, 5-7). Las dos tribus de Simeón y Leví tendrán que llevar las consecuencias de su maldad. ↑
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* 2. Apartad los dioses extraños: los ídolos de Raquel (véase 31, 19) y aquellos de que se habían apoderado cuando despojaron la ciudad de Siquem (capítulo 34). ↑
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* 4. Las mujeres usaban los zarcillos no solamente como atavío, sino también como amuletos supersticiosos. ↑
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* 5. El terror de Dios: Hebraísmo que quiere decir: un terror pánico Cf. Éxodo 23, 27; Deuteronomio 11, 25. ↑
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* 7. El-Betel, que significa: el Dios de Betel. Cf. 28, 10 ss. ↑
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* 10 ss. Dios confirma a Jacob las promesas del capítulo 28 (v. 11-15) y el cambio de nombre (cf. 32, 28 y notas). ↑
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* 14. Era costumbre levantar monumentos de piedra (en hebreo: massebah) con el fin de conmemorar acontecimientos de significado religioso (cf. 28, 18). ↑
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* 16. Efrata: ciudad y región de Belén, denominada así por su fertilidad; pues Efrata significa fértil, y Belén (Betlehem) casa del pan, cf. Rut, 1, 2; Miqueas 4, 2. ↑
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* 18. Benoní: hijo de mi dolor. Benjamín: hijo de la diestra o hijo de buen augurio; corresponde al nombre de Buenaventura (en griego Eustaquio). ↑
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* 20. Los judíos y mahometanos veneran la tumba de Raquel, en un monumento sepulcral erigido en el camino de Jerusalén a Belén. Véase 48, 9. ↑
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* 21. Migdal-Eder, que quiere decir Torre de ganado; según San Jerónimo, un kilómetro y medio al este de Belén. Es muy verosímil que sea éste el lugar donde los ángeles se aparecieron a los pastores para anunciarles el nacimiento de Jesús. ↑
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* 22. El castigo de este crimen véase en 49, 4. ↑
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* 29. Muy poco es lo que la Sagrada Escritura narra de la vida del patriarca Isaac; sin embargo, podemos considerarlo como una de las figuras más grandes de la historia del Reino de Dios. Como hijo de la promesa (17, 15 s. 18, 9 ss.) heredó también las revelaciones divinas. Era pacífico como su padre Abrahán (26, 16 ss.), muy amante de sus padres (26, 67) y de carácter contemplativo (24, 63). Servía al Señor con sinceridad, a ejemplo de su padre, y construyó un altar en Bersabee. Dios consoló al santo patriarca, renovándole la promesa dada a Abrahán de que uno de sus descendientes sería el Mesías (26, 2-4); promesa que recuerda por boca de San Pablo: “Por Isaac será llamada tu descendencia”, es decir, la descendencia espiritual (Romanos 9, 7; Gálatas 4, 28). De este modo, los cristianos somos hijos de Abrahán por linaje de Isaac. Sobre Isaac como figura de Jesucristo, véase 22, 8 ss.; Hebreos 11, 9 y notas. El “Testamento de Isaac”, un libro difundido en los primeros siglos del Cristianismo, es apócrifo, y su autor nada tiene que ver con el patriarca de la Biblia. ↑
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* 1. El autor sagrado concluye con este capítulo la historia de Esaú, para dedicarse en adelante, exclusivamente, a la historia de Jacob. Esaú se llama aquí Edom (=Rojo). También las mujeres de Esaú tienen otros nombres que en 26, 34 y 28, 9. ↑
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* 8. Seir: la región montañosa al sur del mar Muerto, dividida por un profundo valle que se llama Arabá. Véase 32, 3 y nota. ↑
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* 20. El horreo: Los horreos o hurritas fueron los primeros habitantes de Seír (cf. 14, 6), que vivían allí en cuevas y eran, como se cree, de raza no semita. Formaban, en la primera mitad del milenio segundo, un gran reino, cuyo centro se hallaba en Mesopotamia. En Seír fueron exterminados por los idumeos (Deuteronomio 2, 12 y 20). ↑
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* 24. Las aguas calientes. Así traduce San Jerónimo. Sentido oscuro. ↑
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* 25. Los hijos de Aná, no los de Aná del versículo antecedente, sino los hijos del homónimo del versículo 20. ↑
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* 31. Las palabras: antes que los hijos de Israel tuvieran rey, que presuponen la existencia de reyes de Israel en tiempos del autor, han de tenerse como glosa añadida por un redactor posterior a Moisés. Cf. I Reyes capítulo 8-10. ↑
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* 2. Diez y siete años: Vulgata: dieciséis. ↑
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* 3 ss. Un traje talar: Otros: una túnica de varios colores. Así también la Vulgata. Los hermanos de José no comprendían el cariño de su padre hacia el hijo predilecto, que era mejor educado que ellos y no participaba en sus fechorías (cf. v. 2). En sentido espiritual Jacob es figura del Padre Eterno, y José figura de Jesucristo, el “Hijo amado” (Marcos 12, 6). ↑
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* 7. Los sueños con que Dios favoreció a José aumentaron la envidia y el odio de los hermanos, porque los miraban como una expresión de ambición de reinar y tomar el mando sobre toda la casa de Jacob. De ahí que tramen su ruina, sin saber que con ello serán la causa de su elevación y gloria. Pues los designios de Dios deben cumplirse; cumplirse al pie de la letra. Tenemos en esta narración un ejemplo clásico de los caminos de la divina Providencia, que sabe convertir en bien las maquinaciones de la malicia humana, como lo dice el mismo José en 50, 20. ↑
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* 11. Como Jacob mismo había recibido en sueños instrucciones divinas, miraba el caso con respeto y no le parecía imposible que los sueños de su hijo significaran grandes acontecimientos. ↑
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* 17. Dotain, localidad situada a unos 60 kilómetros al norte de Jerusalén y unos 100 kilómetros al norte de Hebrón, donde vivía Jacob. ↑
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* 22. Las cisternas secas se usaban también como prisiones. Véase el caso del profeta Jeremías, quien sufrió la misma suerte (Jeremías 38, 6). ↑
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* 25. Ismaelitas, árabes, descendientes de Ismael, hijo de Abrahán. En versículo 28 se llaman madianitas. Cf. Jueces 8, 22 ss. ↑
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* 28. Por ser odiado por sus hermanos y vendido por pocas monedas, José es figura de Jesucristo. También Jesús fue perseguido por su propio pueblo y vendido como José por unas monedas de plata. Pero para ambos la humillación fue el comienzo de la glorificación: Jesús triunfó en la cruz y José en los sufrimientos de la esclavitud. Pues Dios empieza a elevar cuando humilla, y cuanto más quiere ensalzar, más deprime. “Los hermanos vendieron a José por no honrarle, y él fue honrado y enaltecido precisamente porque lo vendieron” (San Gregorio, in Gen.). ↑
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* 34. El rasgar los vestidos y cubrirse de saco eran señales de dolor y de luto, no sólo entre los judíos sino también en otros pueblos del Oriente. ↑
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* 35. Scheol llamaban los israelitas el lugar donde moraban las almas de los difuntos. Aquí se manifiesta la fe del patriarca en la inmortalidad, que en el pueblo de Israel se desarrollará hasta llegar a la fe en la resurrección (Job 19, 25; Proverbios 7, 27; Isaías 14, 15; Ezequiel 32, 21). Generalmente, la Vulgata traduce “Scheol” por infierno, y da a esta palabra su significado antiguo, que se ha perdido en las lenguas modernas. El “infierno” de la Vulgata se refiere, por consiguiente, no al lugar de los condenados, sino al “limbo de los padres” o “seno de Abrahán”. Cf. el “descendit ad inferos” del Credo. ↑
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* 36. Eunuco, no en sentido propio, pues no lo fue, sino en sentido de oficial o funcionario. Faraón: Título de los reyes egipcios. Su significado es “Casa Magna”. Reinaban aquel tiempo en Egipto una dinastía extranjera, la de los Hyksos, invasores asiáticos. ↑
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* 1. “Moisés interrumpe aquí la narración de los hechos de José, para dar lugar a la historia y genealogía de Judá, antes que a la de los otros hermanos. En primer lugar, porque de Judá, por medio de Tamar, había de nacer el Salvador del mundo. Y en segundo lugar, para que los judíos no menospreciasen a los gentiles, puesto que la tribu de Judá, que era la más noble de todas, descendía de los cananeos por medio de una mujer gentil” (Scío). El P. Páramo completa este pensamiento, llamando la atención sobre el hecho de que en la genealogía de Cristo se haga mención de Tamar (y de Rahab y Betsabee), “para confundir la soberbia de los hombres y hacer ver que el misterio de la Redención fue obra toda de la misericordia de Dios, y para alentar al mismo tiempo a los gentiles”. “Adullamita”: de Odollam, lugar situado al suroeste de Belán. Cf. Josué 15, 35; I Reyes 22, 1. ↑
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* 8. Vemos aquí una institución según la cual el cuñado tenía que casarse con la viuda de su hermano, si éste moría sin dejar hijos. La institución recibió el nombre de levirato (levir = cuñado). Los hijos nacidos del matrimonio del levirato eran considerados como hijos del hermano difunto. Véase Deuteronomio 25, 5. ↑
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* 9. Enseña esta narración que el uso del matrimonio sin querer tener hijos provoca el castigo de Dios (v. 10), por ser un pecado contra la naturaleza. Este castigo se cumple también hoy en las familias contagiadas por el onanismo, vicio que de Onán trae su nombre. Dios no los hace desaparecer tan rápidamente como Onán, los abandona más bien a la comodidad, a los placeres de la vida y a las pasiones vergonzosas (Romanos 1, 26), de modo que degeneran sin remedio, extirpándose a sí mismos. Nótese que el móvil de Onán no fue tan perverso como el del maltusianismo de hoy, por lo cual éste es aun más detestable. Tenemos en este episodio un ejemplo de pedagogía divina, que envuelve los preceptos morales en historias. Hay un caudal de verdades morales que de esta manera nos han sido transmitidas en la Biblia. “Dictada por Dios principalmente, con un fin religioso, es decir, santificador, prepondera en ella la verdad normativa a la de simple especulación… Pero la misma enseñanza moral suele darse en historias, y éstas se convierten en regla viva, en moral ‘vivida’, como hoy se dice, cuyas reglas se graban profundamente en el espíritu de los oyentes” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación, pág. 118). ↑
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* 18. El cordón servía para llevar el sello, el cual pendía del cuello y era, por regla general, un cilindro horadado. ↑
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* 25 s. Judá la condena como adúltera, sin pensar que él mismo fue la causa del crimen por el cual la quiere entregar a las llamas. También hoy día se consideran honestos los hombres que por una parte abusan de una mujer y por otro la condenan como mala. Judá reconoció después su culpa (v. 26). ↑
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* 27. Hay que saber que las mujeres de Israel se sentían deshonradas si no tenían descendencia, de la cual bien podía nacer el Mesías (cf. en Jueces 11 el caso de la hija de Jefté). Y en realidad, los mellizos que de Tamar nacieron, figuran en la genealogía legal de Jesucristo, según San Mateo (1, 3). ¡Abismo de humillación que aceptó el Verbo Eterno, cuyo amor al Padre y a los hombres lo llevó a despojarse a sí mismo (Filipenses 2, 7) por buscar misericordiosamente a los pecadores! Véase Mateo 9, 13. ↑
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* 4. José ejercía el cargo de administrador o intendente. En los monumentos egipcios los administradores están representados con una vara o un mamotreto en la mano, y un estilo o pluma de junco en la oreja, símbolo de su autoridad. ↑
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* 7. Algunos críticos niegan la autenticidad de este episodio, objetando que contradice a las costumbres egipcias. Vigouroux los refuta alegando como prueba la “Historia de los dos Hermanos”, novela egipcia que remonta a los tiempos de Putifar. ↑
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* 9. Pecar contra Dios: He aquí el fundamento de la moral. Pecar contra el prójimo es pecar contra Dios. José es capaz de resistir a la mala mujer, porque se acuerda del Supremo Juez que todo lo ve y todo lo sabe; pues “la presencia de Dios es, como dice San Basilio, un remedio contra todos los vicios”. En José tenemos un perfecto modelo de la castidad, que nos enseña cómo hemos de portarnos en la tentación. San Ambrosio y San Agustín lo llaman mártir de la castidad. ↑
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* 10. Todos los días: Da asco ver cómo insiste en corromper a un joven. De tales mujeres dice San Jerónimo: “No tienen otro cuidado que comer y beber y lo que es anexo a esto… Borrachas y lascivas insinúan toda maldad, y son capaces de enmollecer aun mentes férreas y plegarlas a disoluciones… Hasta el adulterio de la lengua les gusta” (Ad Eustoquia 9, 29). ↑
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* 20. José, castigado siendo inocente, es, también en esto, figura de Cristo, el cordero inmolado. Véase 37, 28 y nota; Isaías 53, 7; I Pedro 1, 19; Apocalipsis 5, 6. ↑
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* 8. Los egipcios estaban muy inclinados a la superstición (cf. Éxodo 7, 11) y acudían a los adivinos para hacerse interpretar los sueños. De aquí que José advierta que la interpretación de los sueños sólo viene de Dios. Es lo que Daniel dice a Nabucodonosor en un caso semejante (Daniel 2, 27-28). ↑
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* 15. Nótese la delicadeza de José que no acusa a sus hermanos. La caridad le movió a no publicar las injusticias de su prójimo, y la humildad, a que ocultase las propias virtudes (Crisóstomo). ↑
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* 19. Los egipcios decapitaban primeramente a los condenados, luego los colgaban en un palo. ↑
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* 20. Alzar la cabeza de alguno significa tributarle honores, restituirlo a su cargo. La misma expresión se usa en la liberación de Jeconías (IV Reyes 25, 27). ↑
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* 23. José es sometido a una nueva prueba. Le olvidan los que recibieron sus beneficios. Dios tiene la costumbre de no librar de las pruebas a los hombres llenos de virtud. Manifiesta en ellos su poder y les da ocasión de crecer en la virtud. “De los hombres, José nunca encontró ayuda o apoyo. Su madre murió siendo él todavía niño; el poder de su padre era limitado y no podía defenderlo cuando le hacían mal; y sus hermanos… la envidia les hizo olvidar que tenían el mismo padre, que fueron criados bajo el mismo techo y adoraban al mismo Dios. Putifar, que no tenía más que ventajas por la estadía de José en su casa, lo hizo recluir en la cárcel, y el copero a quien había hecho tan gran favor, se olvidó de él. Y con todo, José no se amargaba ni llevaba su suerte con la muda resignación de quien no tiene esperanza” (Elpis). Encontramos aquí el rasgo principal de la fisonomía espiritual del privilegiado hijo de Jacob: su confianza en Dios, que le hace olvidar tantas y tan grandes injusticias. El hombre que confía en Dios saca de esta misma confianza la gracia para sobreponerse a todas las dificultades. Con la ayuda de Dios traspasará el justo toda muralla, como dice el Salmista (Salmo 17, 30). ↑
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* 1. El río es el Nilo a cuya inundación Egipto debe su vida económica, especialmente la fertilidad de sus campos. ↑
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* 8. Debido a la superstición de los egipcios, los adivinos y hechiceros eran allí tan numerosos, que formaban un propio gremio y eran tratados como sabios. ↑
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* 14. Los egipcios no se dejaban crecer la barba. Sólo los prisioneros y los que estaban de luto, llevaban barba. En nuestro caso el ceremonial que sigue José, especialmente afeitado (cabeza y barba) pertenecía al protocolo de la corte. ↑
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* 16. Admiremos la humildad de José que no reclama para sí ningún honor ni se atribuye la capacidad de interpretar sueños, como tampoco en 40, 8. Dios es quien da la interpretación, inspirando a su siervo. En esto consiste también la diferencia entre los falsos profetas y los verdaderos. Aquellos presentan sus propias invenciones como inspiraciones divinas, éstos hablan solamente cuando Dios los inspira y sólo dicen lo que Él les ordena decir. ↑
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* 33. ss. José no sólo explica los sueños del Faraón, sino que traza también los principios de un sistema económico, adaptado a los tiempos de necesidad. No es lo que hoy llamamos “economía dirigida”, pues abarca solamente el trigo. “El quinto en estas circunstancias no era una carga excesiva, y menos en Egipto, donde la fertilidad de la tierra depende del riego del Nilo, y éste de la distribución de las aguas, que han sido siempre el principal cuidado de los gobiernos en el país de los faraones” (Nácar-Colunga). ↑
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* 38. Lleno del espíritu de Dios. Fue el Espíritu Santo quien inspiró no solamente a los profetas, que escribieron los libros sagrados, sino también a muchas otras personas. Cf. el cántico de María, hermana de Moisés (Éxodo 15, 20 s.), el de Débora la profetisa (Jueces 5) y el de Ana, madre de Samuel (I Reyes 2), que también hablaron inspiradas por el Espíritu Santo. ↑
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* 40. También en su encumbramiento es José figura de Cristo. Salió José de la cárcel; Jesucristo del sepulcro. José fue exaltado por rey de Egipto; Jesucristo por el Rey del Universo. Llamaron a José “salvador del mundo” (v. 45); Jesucristo lo es en persona. La exaltación de José es un milagro de la Providencia de Dios, quien eleva a los humildes y huilla a los soberbios. Mirad a José, dice San Crisóstomo; de cautivo llegó bien pronto a ser el jefe de todo el Egipto; ésta es la ventaja de las aflicciones sufridas valerosamente; su paciencia fue inquebrantable, las pruebas no le abatieron, y Dios, después de haberle experimentado, le halló digno y le bendijo. (Homilía ad pop.) Cf. el Magnificat de la Virgen (Lucas 1, 52). ↑
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* 45. Safnat Panea: Palabra egipcia, que San Jerónimo traduce por “salvador del mundo. Otros lo interpretan: “dador de vida”, o “Dios dijo: éste vive”. Preferimos la traducción de San Jerónimo, ya que corresponde mejor al contexto. Los honores y las distinciones son otras tantas pruebas de la elevada posición que José ocupaba en el país del Faraón. En esto, y en su castidad, la Iglesia lo compara con el patriarca San José, esposo de María Santísima, y aplica a él los versículos 41, 55; 45, 8 y 49, 22. On, en griego Heliópolis, ciudad conocida por el templo de Ra (Sol), situada al norte de El Cairo. Cf. Ezequiel 30, 17. ↑
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* 55. Id a José: ¡Qué bien se aplican estas palabras también al patriarca homónimo de Nazaret, que tuvo como súbdito a Aquel que lleva todo el universo en su mano, y alimentó con el trabajo de sus manos al mismo Jesucristo! Por eso su poder es tan grande como su gloria en el cielo. Dios jamás le negará un pedido que sea para gloria de su Hijo y para nuestra salud eterna. ↑
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* 1. No se sabe por qué José no comunicó a su padre la elevación a la dignidad de virrey. Probablemente por miedo de sus hermanos, y además porque todo lo dejaba a la divina Providencia. ↑
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* 6. Se postraron delante de él: Se cumplió así el sueño (37, 7). José los trataba con dureza, no para tomar venganza sino para probarlos (v. 15). ↑
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* 15. “Jurar por la vida del rey” era costumbre entre los pueblos antiguos, donde el rey poseía todo el poder como representante de Dios. Por lo cual no se puede decir que José haya caído en idolatría. Su fe en el verdadero Dios está fuera de duda (véase 40, 8; 41, 16 y 25; 42, 18). ↑
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* 18. Soy temeroso de Dios: Lo dice como para darles la seguridad del cumplimiento de la promesa que les acaba de hacer. Vivirán con la condición de que hagan lo que les había ordenado (v. 15). ↑
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* 21. “Se ve cuán útiles son las tribulaciones que Dios nos envía. El dolor nos saca la v oz de la verdad, para que confesemos con sinceridad y detestemos eficazmente nuestros delitos; y la pena nos abre los ojos, que había cerrado la culpa” (Scío). ↑
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* 24. Simeón era el mayor de los hermanos después de Rubén, el cual (Rubén) se había esforzado en otro tiempo por librar a José (37, 21); por eso no es castigado. ↑
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* 38. El único: de su madre Raquel. ↑
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* 3. “Aquel hombre”: José. Cf. versículo 5 y 7. ↑
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* 9. La oferta de Judá es más generosa aun que la de Rubén, que había ofrecido como rehenes a sus dos hijos (42, 37). Jacob no quiere abusar de la magnanimidad de sus hijos, sino que, fiel a su conducta, lo deja todo en manos de Dios, conformándose con lo que “ha de ser” (v. 11) según los designios de Dios. Su confianza en Dios no será frustrada. ↑
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* 11. Los frutos aquí indicados escasean en Egipto, por lo cual Jacob juzga conveniente obsequiar con ellos al gobernador de aquel país. La miel era especialidad de Hebrón, ciudad de Jacob, y se exporta aun hoy día al país del Nilo. Resina: una especie de bálsamo, que se usaba para curar las heridas. La mejor resina venía de Galaad. Cf. Jeremías 8, 22; 46, 11; 51, 8; Ezequiel 27, 17. ↑
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* 12. En los preparativos del viaje se pone de manifiesto no sólo la prudencia del patriarca, sino también su honradez y la intención de evitar equivocaciones. ↑
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* 16 ss. Parecería extraño recibir a los hermanos con tantos honores precisamente en el momento que ellos esperaban todo lo contrario. Su miedo subió de punto cuando fueron transportados a la casa de José, donde temían ser asaltados y reducidos a servidumbre (v. 18). El cambio se debe a la presencia de Benjamín, cuya llegada significaba para José un día de fiesta. ↑
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* 30. Un lugar donde llorar: Aquí se descubre el corazón de José, quien no busca el mal sino el bien de sus hermanos, aunque sigue probándolos para estar seguro de su arrepentimiento. ¿Hay amor fraternal más emocionante que el de José para con Benjamín? Nótese también la veneración al padre, que se revela en el v. 27. ↑
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* 32. Los egipcios no comían con extranjeros porque tenían otro régimen de alimentación. Aborrecían la carne de ciertos animales y evitaban el trato con los pastores, como se ve en 46, 34. ↑
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* 5. Los egipcios usaban copas para adivinar, creyendo que el adivino veía en el fondo de la copa figuras e imágenes de cosas futuras. El texto sagrado no quiere decir que José practicaba el supersticiosos arte de adivinar, porque todo lo que dispone tiene por objeto probar a sus hermanos (véase versículo 15). Por lo demás, se había hecho famoso por la interpretación de los sueños del Faraón, lo cual, a los ojos de los egipcios, no era otra cosa que adivinación. ↑
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* Rasgaron sus vestidos, en señal del dolor que los sobrecogió. Cf. 37, 34 y nota. ↑
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* 16. En la conducta de los hermanos se refleja la culpa común y la disposición para sobrellevar el justo castigo. El conocimiento del pecado es el comienzo de la enmienda y del arrepentimiento, y éste nos consigue el perdón. Así lo vemos en la parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15, 11 ss.), y en esta historia en que José hace las veces del Padre Celestial. ↑
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* 27. Mi esposa: Se refiere a Raquel, de la cual tuvo dos hijos, Los demás hijos eran de Lía, Bilhá y Silfá. ↑
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* 34. Las palabras de Judá que sale fiador de su hermano menor, cuya desaparición causaría la muerte del querido padre, son la más conmovedora manifestación de sentimientos fraternales. También en ellos pudo ver José la prueba de que sus hermanos se habían convertido. ↑
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* 7. Para una gran salvación, es decir, para salvar a los suyos, dándoles de comer y preparando para ellos una nueva patria en Egipto donde podrán multiplicarse y llegar a ser un gran pueblo. (Éxodo 1, 9). ↑
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* 8 Padre del Faraón: Título que se daba al dignatario más alto del reino, como se ve por los documentos de la XIX dinastía de Egipto. Cf. Ester 13, 6, donde el rey Asuero honra a Amán con ese mismo título. También en esto es José figura de José de Nazaret, padre adoptivo del gran Rey, nuestro Redentor, con la ilimitada influencia que tal dignidad representa. Cf. 41, 45 y nota. ↑
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* 10. Gosen o “Gesen”: nombre de una región situada en la orilla occidental del actual canal de Suez, rica en pastizales. ↑
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* 19. Llevaos carros: Siendo pastores nómadas los patriarcas no tenían carros ni caballos; tampoco se dedicaban a la agricultura. Por eso el Faraón los provee de carros. ↑
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* 20. Vuestros ojos no miren: etc.: La Vulgata traduce: No dejéis nada de vuestro equipaje. ↑
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* 22. Vestidos de fiesta; literalmente: vestidos para cambiar, o sea, vestidos que no se usan todos los días, sino sólo para las fiestas. ↑
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* 24. No os peleéis en el camino. “¿No somos todos, como los hijos del patriarca Jacob, hijos del mismo Padre, aunque teniendo diferentes madres? Cruzamos el mismo desierto, afrontamos los mismos peligros, y tenemos el mismo anhelo: ir a casa al encuentro del Padre. Todo esto que nos es común debería unirnos, en vez de provocar disputas en el camino que nos conduce al Padre, pues así no prestamos atención a los peligros, erramos el camino y sucumbimos al enemigo. Sí, en cambio, vemos en el prójimo únicamente al hijo de nuestro Padre, nos inclinamos hacia él con amor; y este amor es tan grande que dejamos las disputas y rivalidades que nos separan de nuestros hermanos. Sabemos que a los hijos de Raquel amaba Jacob muy particularmente, pero esto no le impedía abrazar con amor paterno a los demás hijos. Así también el amor hacia el Padre común nos debe ayudar a pasar por encima de todo lo que nos separa”. ↑
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* 28. “Es el «Nunc dimittis» de Jacob. Con ver a su hijo vivo se da ya por satisfecho y muere contento” (Nácar-Colunga). Cf. 46, 30. ↑
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* 1. Bersabee, una de las residencias de los patriarcas, en el extremo sur de Palestina. Cf. 21, 31; 26, 33. Jacob no quiere dejar el país sin conocer la voluntad de Dios, por lo cual ofrece sacrificios y ora al Señor, quien le manifiesta su voluntad en una visión nocturna, añadiendo a las promesas dadas anteriormente la de hacerlo en Egipto padre de una nación numerosa. ↑
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* 3 s. “Lo cual no fue como a nuestro entender suena. Porque sabemos que el santo viejo Jacob murió en Egipto, y no volvió a salir vivo y era que se había de cumplir en sus hijos, a los cuales sacó de allí después de muchos años, siéndoles Él mismo la guía en el camino” (San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo II, 17). ↑
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* 12. Cf. capítulo 38, donde se narra la muerte de Er y Onán. En su lugar entran Fares y Zara. ↑
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* 27. San Esteban (Hechos 7, 14) habla de 75 almas, siguiendo la versión griega, la cual menciona, por anticipación, otros descendientes de la familia de José (cf. Núm. 26, 35 s.; I Paralipómenos 7, 20 s.). A la cifra de 70 y 75 hay que añadir multitud de criados y esclavos con sus familias. ↑
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* 34. Por ser pastores, los israelitas no pudieron vivir en el valle del Nilo donde todo campo fértil estaba reservado a la agricultura y horticultura. No es, pues, de extrañar el que para Jacob quede reservada la región de Gosen, lindante con la península de Sinaí, que parecía más apropiada para pastores. La emigración de Jacob a Egipto se realizó 215 años después de salir Abrahán de su patria, cuando los Hyksos eran dueños del delta del Nilo. Los Hyksos, un pueblo asiático, o más bien un conglomerado de tribus nómadas, se sentían ellos mismo extranjeros en Egipto y simpatizaban sin duda con los inmigrantes que venían de Palestina. “Los egipcios detestan a todo pastor de ovejas”, probablemente por razones nacionalistas, porque esos pastores eran semitas. “Pero aun esta condición de apartados debía satisfacer al pequeño clan (de los hijos de Jacob) que se preparaba a ser pueblo: su conciencia nacional resultó al fin más compacta y sus tradiciones étnicas y religiosas se conservaron inmunes a toda infiltración” (Ricciotti, Hist. de Israel, núm. 196). ↑
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* 7. Jacob bendijo al Faraón: Hoy día se diría: “lo saludó”, porque hemos despojado también el saludo de su carácter religioso. Sobre las formas antiguas de saludad cf. Lucas 1, 28 y nota. Véase también el versículo 10, donde Jacob se despide del Faraón bendiciéndolo. ↑
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* 9. El patriarca se considera como peregrino en la tierra (Salmo 118, 54). Su verdadera patria es el cielo. ¿Quién no recuerda las palabras del Apóstol: “No tenemos aquí ciudad fija sino que vamos en busca de la que está por venir” (Hebreos 13, 14)? ↑
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* 11. Ramesés: Así se llamaba más tarde la región de Gosen, según el nombre de la ciudad de Ramesés, fundada o restaurada por el rey Ramesés II de Egipto. ↑
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* 15. Danos pan: Jesús incorporó esta petición al Padrenuestro, como una de las más fundamentales, dándole un sentido espiritual; danos hoy nuestro pan sobrenatural (Mateo 6, 11 y nota). Dadnos pan, dicen también hoy los pueblos devastados por la guerra y azotados por el hambre, y piden aun más: el pan supersubstancial que está en manos de sus pastores. ↑
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* 21. Hizo pasar… a las ciudades: Otra traducción: redujo al pueblo a esclavitud. ↑
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* 24. Cf. 41, 33 ss. y nota. Otros pueblos daban la décima parte en concepto de impuesto. Los egipcios podían dar más dada la fertilidad del suelo y el poco trabajo que necesitaba el cultivo de sus campos, cuyos frutos son, más que productos del trabajo, regalos del Nilo. Dueños modernos hay, que exigen a los arrendatarios una cuota harto superior a la que tenían que pagar los egipcios. ↑
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* 26. Hasta el día de hoy, es decir, hasta el tiempo en que escribió Moisés. ↑
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* 29. Sobre esta forma de tomar juramento véase 24, 2 y nota. ↑
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* 31. Se postró sobre la cabecera de su lecho: para adorar a Dios en acción de gracias, como lo hizo David al fin de su vida (III Reyes 1, 47). La versión griega de los Setenta, y San Pablo (Hebreos 11, 21) traen otro texto, cuyo sentido es que Jacob acataba el señorío de José, y en él, como figura, la realeza de Cristo. ↑
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* 3. Luz: Betel, donde Jacob vio aquella escala mística en cuya cumbre estaba Dios (28, 13). ↑
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* 5. El patriarca declara hijos adoptivos a Manasés y Efraím, quienes disfrutarán de los mismos derechos que sus propios hijos. De esta manera obtuvo José doble herencia, como si fuera el primogénito, Rubén, el mayor de los hijos de Jacob, perdió los derechos de la primogenitura, por el crimen relatado en 35, 22. ↑
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* 6. Llevarán el nombre de sus hermanos: quiere decir: no formarán tribus, sino que se unirán a sus hermanos. ↑
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* 12. Sacándolos de entre las rodillas: Jacob los había tomado entre sus rodillas conforme al rito de adopción. Cf. 30, 3; 50, 23. ↑
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* 15. El Ángel: Jacob atribuye indistintamente a Dios y al Ángel de Dios los beneficios recibidos en Canaán, lo que hace suponer la identidad de los dos nombres, lo mismo que en el capítulo 18. Cf. 32, 24 y nota. Nótese la triple invocación de Dios, seguida de una tríplice bendición. ¿Es ésta una alusión a la Santísima Trinidad? Pues la Trinidad divina se refleja en todas las cosas, para que todas le rindan homenaje. ↑
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* 17. Como se ve, es antiquísima la costumbre de imponer las manos para impartir la bendición. Se consideraba la mano derecha como la que transmitía más las bendiciones del padre. En el Nuevo Testamento se imponen las manos al que ha de recibir al Espíritu Santo (Hechos 8, 17) y en el Sacramento del Orden (I Timoteo 5, 22; II Timoteo 1, 6). ↑
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* 19. Efectivamente, la tribu de Efraím llegó a ser más poderosa que la de Manasés, y tuvo influencia preponderante en el reino de Israel, que se formó después de la muerte de Salomón. ↑
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* 20. Por ti, es decir, por Efraím. Algunos traducen, a título de conjetura: “por vosotros”. El sentido es: en adelante se citará esta bendición como tipo de felicidad y prosperidad. ↑
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* 22. Una porción: El texto griego dice “Sikima”, que, según San Jerónimo, sería idéntica con la ciudad de Siquem o Sicar. De ahí la opinión de algunos expositores que dicen que Jacob aquí regala a José la ciudad de Siquem; opinión que parece apoyada por el Evangelio, que habla de una heredad situada cerca de Siquem, la que Jacob dio a José (Juan 4, 5). ↑
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* 1. Este capítulo es una perla de la literatura hebrea, poesía y profecía a la vez. Antes de morir, el venerable patriarca, iluminado por Dios, da a conocer los futuros destinos de sus hijos y del pueblo de Israel, fundándose, como observa Vigouroux, ora en el carácter y en los nombres de sus hijos, ora en las promesas divinas dadas a los patriarcas. ↑
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* 4. Rubén, que por su pecado perdió los derechos de la primogenitura (35, 22), desaparece muy pronto del escenario histórico, desparramándose entre los pueblos vecinos. ↑
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* 7. Los dividiré, por sus crueldades contra los siquemitas (cf. 34), Simeón y Leví no reciben bendición alguna. Las dos tribus serán esparcidas entre las otras. Efectivamente, la tribu de Simeón fue incorporándose a la de Judá, y Leví recibió solamente ciudades, pero no territorio como las otras tribus. ↑
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* 9. Véase Apocalipsis 5, 5, donde Jesús es llamado “el león de la tribu de Judá”, porque en Él se cumplió esta profecía, en su verdadero sentido. ↑
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* 10. La interpretación corriente, desde los Santos Padres hasta hoy, atribuye a esta profecía carácter mesiánico. Cetro significa el predominio de Judá, que ejerció “cierta supremacía sobre las otras tribus hasta los tiempos del Mesías” (Ceuppens), aunque en los últimos dos siglos antes de Cristo el bastón de mando se hallaba en manos de los Macabeos de la tribu de Leví. “Schiloh”: palabra hebrea que ha experimentado las más diversas interpretaciones. San Jerónimo vierte: “El que ha de ser enviado”. Otros interpretan: el “Pacífico”, o “la paz”, es decir, la paz mesiánica, el rey pacífico por excelencia, como lo vieron los profetas (cf. Isaías 9, 51; 11, 3 ss.; 42, 2 s.; Zacarías 9, 10). Algunos protestantes ven aquí, sin suficiente motivo, una alusión a la ciudad de Silo, donde por un tiempo estuvo el Arca de la Alianza. Bover-Cantera traduce: “aquel cuyo es el mando”. Otros vierten: “aquél que es para él”, es decir para el cetro, o “aquel cuyo es” (el cetro) (Simón-Prado, Nácar-Colunga, etc.). Todas estas traducciones, menos la que busca aquí una alusión a la ciudad de Silo, reconocen el carácter mesiánico de la profecía (inclusive los rabinos y el Targum de Onkelos, que traducen: “Hasta que venga el Mesías, al cual corresponde el reino”), y aplican este pasaje a Cristo, el vástago de la estirpe de Judá (Apocalipsis 5, 5), quien “reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de los siglos, y cuyo reinado no tendrá fin” (Lucas 1, 33). Cf. II Reyes 7, 14 ss.; Ezequiel 21, 27 y nota. “A Él obedecerán las naciones”: Otro rasgo de la gran profecía acerca del Mesías al cual algún día se someterán todos los pueblos. Cf. Salmos 2, 7 ss.; 21, 28; 85, 9; Isaías 2, 2; 53, 10 y el triunfo de Cristo Rey en Apocalipsis 19, 11 ss. ↑
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* 11. s. Son imágenes de la prosperidad que Dios dispensará a la tribu y reino de Judá. Para recalcar el significado mesiánico, Cornelio a Lápide y muchos otros no toman como sujeto de la frase a Judá sino a Schiloh. ↑
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* 13. El territorio de Zabulón se extendió más tarde, desde el Mar de Galilea hasta el Mediterráneo y el país de los sidonios. ↑
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* 14. Isacar será un pueblo pacífico y trabajador, viviendo contento dentro de sus límites, en la fértil llanura de Esdrelón, pagando tributos a otros pueblos. Esto se verificó al pie de la letra. ↑
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* 16. Dan, que en hebreo significa juez, extenderá sus límites con prudencia y astucia. Véase Jueces 18, 28 ss. San Jerónimo ve aquí una alusión profética a Sansón, hijo de esta tribu. San Agustín empero, aplica el versículo 17 al Anticristo, descendiente de la tribu de Dan según ciertos escritores apocalípticos. ↑
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* 17. Se cumplió en la toma alevosa de Lais por la tribu de Dan (Jueces 18, 7 ss.). ↑
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* 18. Texto oscuro, aunque el sentido es muy mesiánico. ¿Piensa acaso Jacob en las futuras luchas de la tribu de Dan con los filisteos? ↑
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* 19. Gad marchó al frente de los israelitas cuando entraron en Canaán, pero después tuvo que luchar contra los madianitas y ammonitas, y perdió parte de su territorio. ↑
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* 20. El territorio de Aser, situado al norte del Carmelo, será fértil y proporcionará productos preciosos. ↑
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* 21. El ciervo es símbolo de la rapidez. De la tribu de Neftalí procede el héroe Barac, que a manera de un rayo derrotó a los enemigos. ↑
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* 22. Texto dudoso. La Vulgata vierte: Hijo que crece, José, hijo que crece y de hermoso aspecto; las doncellas corrieron sobre el muro (para verle). ↑
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* 23. Alusión a los hermanos de José que le calumniaron -esto significan las saetas- o a los enemigos con los cuales habrán de luchar las tribus de José en la conquista de Canaán. ↑
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* 24. El Fuerte de Jacob, esto es, Dios. Cf. Salmo 131, 2 y 5; Isaías 1, 24; 49, 26; 60, 16. “El Pastor”: Es otro nombre de Dios. Véase lo que dice Jacob en 48, 15: “El Dios que ha sido mi Pastor desde que existo hasta el día de hoy”. “La Roca de Israel”: Así llama Jacob al Señor, por la protección que le ha dado durante toda su vida, y que siempre presta a los que en Él confían. También en otros lugares de la Biblia, (texto masorético) Dios es llamado Roca, p. ej. Deuteronomio 32, 4 y 18; II Reyes 23, 3; Salmo 17, 2; Isaías 30, 29. En el Nuevo Testamento, Roca es uno de los nombres de Cristo (I Corintios 10, 4; Efesios 2, 20; I Pedro 2, 4, por donde se ve, una vez más, la unión de los dos Testamentos. Es interesante el hecho de que en la Constitución del nuevo Reino de Israel, fundado el año 1948, se haya dado a Dios el nombre de “Roca de Israel”. ↑
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* 25. Profecía acerca de la fertilidad del futuro país de José (Efraím). ↑
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* 26. Los tesoros de los collados perennes: La Vulgata viere: hasta que viniese el deseo (o Deseado) de los montes eternos: Los antiguos veían en los montes eternos a los Santos y Patriarcas del Antiguo Testamento, cuyo deseo era ver al Deseado (Cristo). La aplicación a Cristo tropieza, sin embargo, como observa Scío, con la dificultad de que las tribus de José no vieron la venida del Mesías, ya que fueron llevadas al cautiverio de Asiria (722 a. C.) y no volvieron más. Los modernos ven en la “bendiciones de los montes” el rocío y los frutos de la tierra. “Eternos” se llaman porque han sido creados hace muchos siglos y resisten a la destrucción de los tiempos (Simón-Prado). Cf. Deuteronomio 33, 15; Ezequiel 36, 2; Hababuc 3, 6. “Príncipe entre sus hermanos”: La Vulgata dice: “El Nazareo”, o sea el consagrado a Dios, de entre sus hermanos. ↑
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* 27. Se refiere este versículo a la valentía y al carácter indómito de los “benjaminitas”, de cuya tribu procederá el primer rey Saúl, no menos indómito. De la misma tribu saldrá también San Pablo, “lobo rapaz” en doble sentido, primero como perseguidor de la Iglesia, y después de su conversión como intrépido misionero. ↑
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* 32. En la vida de Jacob se deja palpar el poder de la vocación divina, que transformaba poco a poco su carácter y lo capacitaba para lo espiritual, que antes no se notaba en él. Las principales etapas de su educación espiritual son la visión de Betel (28, 10-19), la persecución y opresión de parte de su hermano Esaú y de su tío Labán, la lucha con el Ángel (32, 22 ss.), la vuelta a Betel y la destrucción de los ídolos de su familia (35, 1 ss.), la pérdida de su hijo José (capítulo 37) y otras pruebas que Dios le hizo sobrevenir. Con Jacob termina uno de los períodos más importantes de la historia del Reino de Dios y de la Revelación divina que, por medio de él alcanzó una claridad hasta entonces no conocida. El Mesías saldrá de su estirpe, de Judá, su hijo, y traerá la salud para la humanidad entera. Por eso el Eclesiástico alaba a Jacob con las siguientes palabras: “Dios lo distinguió con sus bendiciones y le dio la herencia, repartiéndosela entre las doce tribus; y le concedió que en su linaje siempre hubiese varones piadosos amados de todas las gentes” (Eclesiástico 44, 26, s.). ↑
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* 4. Durante el duelo José no podía dejar su casa, por lo cual se sirve de intermediarios para entregar su pedido al Faraón. ↑
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* 11. Abel-Misraim significa “llanto de los egipcios”. No se menciona más en la Biblia. ↑
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* 18 s. “¿Estoy yo acaso en lugar de Dios?” José quiere decir: Dios mismo lo ha dispuesto todo, no puedo oponerme a sus designios. “Después de la muerte de Jacob se hace nuevamente presente la inquietud, y aun la angustia, en el alma de los hermanos de José. No creen todavía en el amor de su hermano, en su perdón; por el contrario, temen su venganza porque no creen en su desinterés; su conducta es como la nuestra cuando dudamos del perdón de Dios. En presencia de José, repiten el ‘gesto’ predicho en el sueño que tanto los irritara, y le dicen: ‘Somos tus servidores’… Esta historia es de una actualidad permanente para cada uno de nosotros, si nos proponemos meditarla.” ↑
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* 20. San Pablo expresa el mismo pensamiento cuando dice: “Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios” (Romanos 8, 28). Cada desengaño que nos preparan los hombres nos acerca a Dios y nos invita a entregarnos a Él con plena confianza pues Él nunca nos desilusiona. ¡Cuántas veces nos enseña la experiencia que Dios convierte en bien lo que antes pareció un mal inaguantable! ↑
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* 24. Os visitará: Locución hebrea que significa: os afligirá. Alusión a la opresión que sufrieron más tarde en Egipto. ↑
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* 25. Cuando los israelitas salieron de Egipto, llevaron consigo los restos mortales de José y lo sepultaron en Siquem, en la tierra de promisión (Éxodo 13, 19; Josué 24, 32). ↑
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* 26. Murió a la edad de ciento diez años. El Génesis es el libro de los ancianos ¡Qué figuras de ancianos se hallan allí! Los patriarcas Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, José, etc. “Os preguntaré: ¿no querríais volver a ver en sus páginas a aquellos viejos y grandes amigos de vuestra infancia, y oírles deciros cómo hay que envejecer, de qué modo se debe morir? En cuanto a mí, ese libro me recuerda los días en que nuestra buena abuela nos leía al anochecer algún capítulo en la “Biblia de Royaumont”. Hecha la lectura, ella cerraba el libro dejando en él sus lentes para señalar la página de la próxima lección, en tanto que los niñitos maravillados de aquellos nombres, enternecidos y asombrados de aquellos relatos, la preguntaban, viéndola tan viejecita: “Abuela, ¿y tú los viste?” (Mons. Baunard, Le Vieillard, pág. 359). ↑