Ezequiel

EZEQUIEL

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Ezequiel

Ezequiel, hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Jeconías de Judá (597 a. C.) e internado en Tel-Abib a orillas del río Cobar. Cinco años después, a los treinta de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta, que ejerció entre los desterrados durante 22 años, es decir, hasta el año 570 a. C.

A pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio terminaría pronto y que Dios no permitiría la destrucción de su Templo y de la Ciudad Santa (véase Jeremías 7, 4 y nota). Había, además, falsos profetas que engañaban al pueblo prometiéndole en un futuro cercano el retorno al país de sus padres. Tanto mayor fue el desengaño de los infelices cuando llegó la noticia de la caída de Jerusalén. No pocos perdieron la fe y se entregaron a la desesperación.

La misión del Profeta Ezequiel consistió principalmente en combatir la idolatría, la corrupción por las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del pronto regreso a Jerusalén. Para consolarlos pinta el Profeta, con los más vivos y bellos colores, las esperanzas de la salud mesiánica.

El libro se divide en un Prólogo, que relata el llamamiento del profeta (capítulos 1-3), y tres partes principales. La primera (capítulos 4-24) comprende las profecías acerca de la ruina de Jerusalén; la segunda (capítulos 25-32), el castigo de los pueblos enemigos de Judá; la tercera (capítulos 33-48), la restauración.

“Es notable la última sección del profeta (40-48) en que nos describe en forma verdaderamente geométrica la restauración de Israel después del cautiverio: el Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de Palestina repartida por igual entre las doce tribus” (Nácar-Colunga).

Las profecías de Ezequiel descuellan por la riqueza de alegorías, imágenes y acciones simbólicas de tal manera, que San Jerónimo las llama “mar de la palabra divina” y “laberinto de los secretos de Dios”.

Ezequiel, según tradición judía, murió mártir. La Iglesia conmemora su festividad el 10 de abril.

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Ezequiel 1

Circunstancias de la primera visión

1 [8512] EI año trigésimo, el día cinco del cuarto mes, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Cobar, se abrieron los cielos, y tuve visiones de Dios.

2 El día cinco del mes, en el año quinto de la deportación del rey Jeconías,

3 llegó la palabra de Yahvé al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en la tierra de los caldeos, junto al río Cobar; y estuvo allí sobre él la mano de Yahvé.

4 [8513] Miré y vi cómo venía del norte un torbellino, una gran nube y un fuego que se revolvía dentro de sí mismo. Alrededor de ello había un resplandor y en su centro algo semejante a un metal brillante que salía del medio del fuego.

Los cuatro animales misteriosos

5 [8514] En el medio había la figura de cuatro seres vivientes, cuyo aspecto era éste: tenían semejanza de hombre;

6 y cada uno tenía cuatro caras, y cada uno cuatro alas.

7 Sus pies eran derechos, y la planta de sus pies como la planta del pie de un becerro; y despedían centellas cual bronce bruñido,

8 Tenían manos de hombre por debajo de sus alas a los cuatro lados; y (cada uno) de los cuatro tenía la (misma) cara y las (mismas) alas.

9 [8515] Sus alas se tocaban la una con la otra. Cuando caminaban no mudaban de frente; cada uno caminaba cara adelante.

10 Sus caras tenían esta forma: cara de hombre (por delante), tenían también, cada uno de los cuatro, cara de león, a la derecha; cara de toro, a la izquierda; y cara de águila (atrás).

11 Sus caras y sus alas se extendían hacia arriba; cada cual tenía dos (alas) que se juntaban con las del otro, y dos cubrían su cuerpo.

12 Y caminaba, cada cual, cara adelante, a donde los llevaba el espíritu allí andaban; no mudaban de frente al caminar.

13 Estos animales tenían el aspecto de ascuas encendidas, semejantes a antorchas que como fuego resplandeciente discurrían por en medio de esos seres vivientes; y del fuego salían relámpagos.

14 Y los seres vivientes corrían y volvían cual fulgor de relámpago.

Las cuatro ruedas llenas de ojos

15 [8516] Mientras yo contemplaba a los seres vivientes, divisé una rueda sobre la tierra, junto a (cada uno de) los seres vivientes, a sus cuatro lados.

16 Las ruedas y su forma eran semejantes a la piedra de Tarsis; una misma forma tenían las cuatro; y su aspecto y su estructura eran así como si una rueda estuviera atravesando a la otra.

17 Al caminar iban hacia los cuatro lados; no mudaban de frente al caminar.

18 [8517] Sus llantas eran muy altas y causaban espanto; pues las llantas de las cuatro (ruedas) estaban llenas de ojos por todas partes.

19 Cuando caminaban los seres vivientes, caminaban igualmente las ruedas a su lado; y cuando los seres vivientes se alzaban de la tierra, se alzaban también las ruedas.

20 Iban adonde los llevaba el espíritu, pues el espíritu los impelía, y las ruedas se alzaban juntamente con ellos; porque había en las ruedas espíritu de vida.

21 [8518] Al caminar ellos, caminaban también ellas, y al detenerse ellos se detenían igualmente ellas, y cuando ellos se alzaban de la tierra, se alzaban las ruedas juntamente con ellos; porque había espíritu de vida en las ruedas.

Aparición de la gloria del Señor

22 [8519] Sobre las cabezas de los seres vivientes había algo semejante a un firmamento, como de cristal deslumbrante, que se extendía por encima de sus cabezas.

23 [8520] Y por debajo del firmamento se extendían sus alas, una frente a la otra; cada uno tenía dos por un lado y por el otro; las cuales les cubrían el cuerpo.

24 [8521] Y oí el ruido de sus alas, cuando se movían, como estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso; un estruendo tumultuoso, como el estruendo de un ejército. Cuando se detenían, plegaban sus alas;

25 pues cuando salía una voz de encima del firmamento que estaba sobre sus cabezas, se detenían y plegaban sus alas.

26 [8522] Sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas, había algo semejante a una piedra de zafiro, como un trono; y sobre esta especie de trono una figura semejante a un hombre (sentado) sobre él.

27 Dentro de él y alrededor de su cintura para arriba vi algo semejante a metal brillante, a manera de fuego, y desde la cintura abajo vi como un fuego que resplandecía, alrededor de él.

28 Como el aspecto del arco que aparece en las nubes en día de lluvia, así era el aspecto del resplandor que le rodeaba. Tal fue el aspecto de la imagen de la gloria de Yahvé. Cuando la vi, me postré con el rostro en tierra, y oí la voz de uno que hablaba.

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Ezequiel 2

Vocación del profeta

1 [8523] Y me dijo: “Hijo de hombre, ponte en pie y Yo te hablaré.”

2 [8524] Y después que me habló entró en mí el Espíritu, el cual me puso sobre mis pies; y escuché a Aquel que me hablaba.

3 [8525] Y me dijo: “Hijo de hombre, te envío a los hijos de Israel, a esos gentiles apóstatas que se han rebelado contra Mí. Ellos y sus padres han pecado contra Mí, hasta este mismo día.

4 [8526] Hijos de rostro duro y de corazón obstinado son aquellos a quienes te envío y les dirás: «Así dice Yahvé el Señor.»

5 Te oigan o no te oigan —porque son una casa rebelde— por lo menos han de conocer que hay un profeta en medio de ellos.

6 Tú, pues, oh hijo de hombre, no los temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque ellos son cardos y espinas para contigo y tú habitas en medio de escorpiones. No temas sus palabras, ni tengas miedo de sus rostros; porque son una casa rebelde.

7 Les dirás mis palabras, ora que oigan, ora que no oigan; porque son rebeldes.

8 [8527] Oye, oh hijo de hombre, lo que te voy a decir: No seas tú rebelde como esa casa de rebeldía; abre tu boca, y come lo que te voy a dar.”

9 [8528] Yo miré, y vi una mano que se tendía hacia mí, y he aquí en ella el rollo de un libro.

10 Lo desenvolvió delante de mí, y estaba escrito por dentro y por fuera; y lo escrito en él eran cantos lúgubres, lamentaciones y ayes.

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Ezequiel 3

Misión del profeta

1 [8529] Y me dijo: “Hijo de hombre, come lo que tienes delante; come, come este rollo; y anda luego y habla a la casa de Israel.”

2 [8530] Abrí mi boca, y me dio de comer aquel rollo.

3 Y me dijo: “Hijo de hombre, con este rollo que te doy, alimentarás tu vientre y llenarás tus entrañas.” Y yo lo comí, y era en mi boca dulce como miel.

4 Y me dijo: “Hijo de hombre, anda, dirígete a la casa de Israel, y anúnciales mis palabras.

5 Porque no eres enviado a un pueblo de habla incomprensible y lengua difícil, sino a la casa de Israel,

6 [8531] ni mucho menos a numerosos pueblos de habla incomprensible y lengua difícil, cuyas palabras no puedas entender. Si a tales te enviara, ellos te escucharían.

7 Mas la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quieren escucharme a Mí, pues toda la casa de Israel tiene frente obstinada y corazón endurecido.

8 [8532] He aquí que hago tu rostro duro contra los rostros de ellos, y tu frente dura contra sus frentes.

9 Hago tu frente como el diamante, más dura que el pedernal; no los temas, ni tengas miedo de sus rostros, pues son una casa rebelde.”

10 [8533] Y me dijo: “Hijo de hombre, recibe en tu corazón todas mis palabras que voy a decirte y escúchalas con tus oídos.

11 Anda y preséntate a los deportados, a los hijos de tu pueblo, y háblales en estos términos: Así dice Yahvé, el Señor, te oigan o no te oigan.”

12 [8534] Y me levantó el espíritu; y oí detrás de mí un fragor muy fuerte al levantarse la gloria de Yahvé desde su sitio;

13 y también el ruido de las alas de los seres vivientes, de las cuales la una batía contra la otra, y el ruido de las ruedas junto a ellos, y un estruendo muy fuerte.

14 [8535] Entonces el Espíritu me alzó y me arrebató; iba yo con amargura e indignación en el alma, porque la mano de Yahvé pesaba gravemente sobre mí.

15 [8536] Llegué a los cautivos de Tel-Abib, que allí habitaban junto al río Cobar; y donde ellos habitaban, allí me quedé por siete días atónito en medio de ellos.

Responsabilidad del profeta

16 Al cabo de los siete días recibí de Yahvé esta palabra:

17 [8537] “Hijo de hombre, Yo te pongo por atalaya de la casa de Israel; oirás de mi boca la palabra y les amonestarás de mi parte.

18 Si Yo digo al impío: “De seguro morirás”, y tú no le previnieres ni hablares para amonestar al impío (que se aparte) de su perverso camino y viva, ese impío morirá en su iniquidad; mas Yo demandaré de tu mano su sangre.

19 Pero si tú amonestares al impío y éste no se convirtiere de su maldad y su perverso camino, él morirá en su iniquidad, mas tú habrás salvado tu alma.

20 Y cuando un justo se apartare de su justicia cometiendo iniquidad, y Yo le pusiere un tropiezo delante y él muriere porque tú no le amonestaste, en su pecado morirá, y no serán recordadas sus obras buenas que hizo, y Yo demandaré su sangre de tu mano.

21 [8538] Pero si tú amonestares al justo, para que no peque, y el justo en efecto no pecare más, de seguro vivirá porque se dejó amonestar, y tú habrás salvado tu alma.”

Ezequiel se encierra en su casa

22 [8539] Allí vino sobre mí la mano de Yahvé, y me dijo: “Levántate y sal a la llanura, y allí hablaré contigo.”

23 Me levanté y salí a la llanura; y allí vi la gloria de Yahvé al modo de la gloria que había visto junto al río Cobar; y caí sobre mi rostro.

24 Y me invadió el Espíritu, y me puso en pie y habló conmigo, diciéndome: “Ve y enciérrate dentro de tu casa.

25 [8540] Y tú, oh hijo de hombre, verás que echarán cuerdas sobre ti y con ellas te atarán, y ya no podrás salir a ellos.

26 Haré también que la lengua se te pegue al paladar, de suerte que quedes mudo y no seas ya para ellos un censor; pues son una casa rebelde.

27 [8541] Pero al hablar Yo contigo, te abriré la boca, y les dirás: Así dice Yahvé el Señor: El que quiera oír, que oiga; y el que no quiera oír, no oiga; pues son una casa rebelde.”

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I. Vaticinios sobre Jerusalén y el pueblo de Israel

Ezequiel 4

Profecías de la caída de Jerusalén

1 [8542] “Tú, hijo de hombre, toma un ladrillo, póntelo delante y dibuja en él una ciudad, Jerusalén.

2 Haz contra ella un cerco, edifica contra ella torres, y levanta contra ella terraplenes, asienta contra ella campamentos, y coloca arietes alrededor de ella.

3 Toma luego una sartén de hierro, y ponla como muralla de hierro entre ti y la ciudad; y dirige tu rostro contra ella, así la sitiarás, y ella quedará sitiada. Señal es ésta para la casa de Israel.

4 [8543] Te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la culpa de la casa de Israel; durante todo el tiempo que te acostares sobre él, llevarás la culpa de ellos.

5 [8544] Te he convertido los años de su culpa en días, de manera que durante trescientos noventa días llevarás la culpa de la casa de Israel.

6 Concluidos éstos, te acostarás de nuevo, esta vez sobre tu lado derecho, y llevarás la culpa de la casa de Judá cuarenta días; pues te doy un día por cada año.

7 Y dirigirás tu rostro y tu brazo desnudo hacia la Jerusalén asediada y profetizarás contra ella.

8 [8545] Y he aquí que Yo te ataré con cuerdas para que no te vuelvas de un lado al otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.

El pan inmundo

9 [8546] Toma trigo, cebada, habas lentejas, mijo y espelta y ponlo todo en una vasija; y haz de ello tu comida según el número de los días que quedes acostado sobre tu lado. Lo comerás en los trescientos noventa días.

10 [8547] Comerás tu alimento por peso: será de veinte siclos por día; de tiempo en tiempo lo comerás.

11 Beberás también el agua a medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás.

12 [8548] Comerás esta (comida) en forma de galletas de cebada, cocidas con excrementos humanos, a vista de los (hombres).

13 Y dijo Yahvé: “Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo entre las naciones adonde Yo los arrojaré.”

14 [8549] Entonces dije yo: “¡Ay Señor, Yahvé! mira que mi alma nunca ha sido contaminada, y desde mi infancia hasta ahora no he comido cosa mortecina ni despedazada (por fieras), y jamás ha entrado en mi boca carne inmunda.”

15 Él me respondió: “He aquí que en lugar de excrementos humanos te permito estiércol de bueyes, sobre el cuál podrás cocer tu comida.”

16 [8550] Y me dijo: “Hijo de hombre, he aquí que voy a quebrar el báculo de pan en Jerusalén, y comerán el pan por peso y en angustia, y beberán el agua a medida y con espanto;

17 a fin de que, faltándoles el pan y el agua, perezcan los unos con los otros y se consuman en su iniquidad.

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Ezequiel 5

Acto simbólico de cortar los cabellos

1 Y tú hijo de hombre, toma un cuchillo cortante; tomarás una navaja de barbero, y la pasarás sobre tu cabeza y tu barba. Y luego toma una balanza de pesar, y reparte (los pelos).

2 [8551] Una tercera parte quemarás en el fuego en medio de la ciudad, cuando se hayan cumplido los días del sitio. Otra tercera parte tomarás y los golpearás con la espada alrededor de la (ciudad), y otra tercera parte esparcirás al viento; y Yo desenvainaré la espada en pos de ellos.

3 Unos pocos tomarás de allí y los atarás en las faldas de tu (manto).

4 Y tomarás otra vez de ellos, y los echarás en medio del fuego, y los quemarás en el fuego; y de allí saldrá fuego contra toda la casa de Israel.

5 Así dice el Señor Yahvé: Ésta es Jerusalén. La puse Yo en medio de las gentes y en medio de los países.

6 [8552] Pero ella se rebeló contra mis leyes, haciendo más maldad que los gentiles, y violando mis mandamientos más que los países que la rodean; pues ha rechazado mis leyes, y no ha observado mis mandamientos.

7 [8553] Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto habéis sido más rebeldes que los gentiles que os rodean y no habéis observado mis mandamientos ni cumplido mis leyes, y ni siquiera habéis obrado conforme a las costumbres de los gentiles que viven entorno vuestro,

8 [8554] por eso, así dice Yahvé, el Señor: ¡Heme aquí contra ti! y ejecutaré en medio de ti juicios, ante los ojos de los gentiles.

9 Y haré en medio de ti, a causa de todas tus abominaciones, lo que nunca he hecho ni haré jamás de modo semejante.

10 [8555] Por eso los padres comerán a los hijos en medio de ti, y los hijos comerán a sus padres. Ejecutaré contra ti juicios, y todo cuanto de ti quedare lo esparciré a todos los vientos.

Fin y objeto de los castigos

11 [8556] Por lo cual ¡vivo yo! dice Yahvé, el Señor, por cuanto has contaminado mi santuario con todas tus ignominias y todas tus abominaciones, también Yo te castigaré; mi ojo no perdonará, y no tendré más piedad (de ti).

12 Una tercera parte de ti morirá de peste y será consumida de hambre en medio de ti; otra tercera parte caerá en torno tuyo al filo de la espada; y la otra tercera parte la esparciré a todos los vientos, y desenvainaré la espada en pos de ellos.

13 Así se desfogará mi ira y saciaré mi indignación en ellos y quedaré satisfecho; y ellos conocerán que Yo Yahvé he hablado en mi celo, cuando desahogue en ellos mi ira.

14 Y te convertiré en desierto y en oprobio de las naciones circunvecinas, a los ojos de todos los que pasan.

15 Serás un objeto de ignominia y de escarnio, para escarmiento y espanto de las naciones que te rodean, cuando Yo ejecute en ti juicios con ira e indignación y con los castigos de mi cólera,

16 —pues Yo, Yahvé, he hablado— y cuando Yo arroje sobre ellos las terribles saetas del hambre, que serán para destrucción y que Yo lanzaré para destruiros, aumentando entre vosotros el hambre y quebrando vuestro báculo de pan;

17 [8557] y Yo enviaré sobre vosotros el hambre y las bestias feroces, las cuales te dejarán sin hijos; y cuando la peste y la sangre pasen por medio de ti y Yo descargue sobre ti la espada. Yo, Yahvé, he hablado.”

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Ezequiel 6

La idolatría de Israel

1 Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo:

2 “Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos.

3 [8558] Dirás: ¡Oh montes de Israel! escuchad la palabra del Señor, Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé, a los montes y a los collados, a las hondonadas y a los valles: He aquí que Yo voy a traer sobre vosotros la espada y destruiré vuestros lugares altos.

4 Serán derribados vuestros altares y quebradas vuestras imágenes del sol, y (os) haré caer muertos delante de vuestros ídolos.

5 Y arrojaré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y esparciré vuestros huesos en torno a vuestros altares.

6 En todos los lugares donde moráis, serán destruidas las ciudades y devastados los lugares altos, a fin de que queden asolados vuestros altares, y vengan a ser una desolación, y sean quebrados y aniquilados vuestros ídolos, y sean rotas vuestras imágenes del sol, y se acaben vuestras obras.

7 Entonces cuando caigan vuestros muertos en medio de vosotros, conoceréis que Yo soy Yahvé.

8 Mas os dejaré un resto de los que entre las naciones escapen a la espada, cuando andéis dispersos por los países.

9 [8559] Y vuestros escapados se acordarán de Mí en medio de las naciones adonde fueren llevados cautivos, cuando Yo quebrante su corazón fornicario que se apartó de Mí, y sus ojos adúlteros que fueron tras sus ídolos. Entonces tendrán asco de sí mismos, a causa de las maldades que han cometido, (manchándose) con todas sus abominaciones.

10 Y conocerán que Yo soy Yahvé. No en vano he dicho que les mandaré estos males.

11 Así dice el Señor, Yahvé: Da golpes con tu mano, y golpes con tu pie y di: ¡Ay! ¡Cuán grandes son todas las abominaciones de la casa de Israel, por las cuales caerán a espada y de hambre y de peste!

12 [8560] El que esté lejos, de peste morirá, y el que este cerca, a espada caerá; y el que quedare para sufrir el sitio, de hambre morirá; así desahogaré en ellos mi ira.

13 [8561] Y conoceréis que Yo soy Yahvé, cuando sus muertos yazcan en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares, en cada colina elevada, en la cima de todos los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina tupida; lugares donde ofrecían olor grato a todos sus ídolos.

14 [8562] Extenderé mi mano contra ellos, y dejaré el país desolado y devastado desde el desierto hasta Dibla en todos los lugares donde habitan; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

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Ezequiel 7

Devastación total del país

1 Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo:

2 [8563] “Hijo de hombre, así dice Yahvé, el Señor, a la tierra de Israel: ¡Fin! llega el fin sobre los cuatro extremos del país.

3 Ahora mismo (viene) el fin sobre ti; desencadenaré contra ti mi ira, te juzgaré según tus obras, y haré caer sobre ti todas tus abominaciones.

4 Y mi ojo no te perdonará, te trataré sin piedad; porque echaré sobre ti tus obras, y tus abominaciones estarán en medio de ti; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

5 Así dice el Señor Yahvé: ¡Una aflicción única! He aquí que viene la aflicción.

6 ¡El fin viene, viene el fin! se ha despertado contra ti; he aquí que llega.

7 [8564] Ya te toca el turno, oh habitante de esta tierra, llega el tiempo, cerca está el día de tumulto, y no de alborozo en los montes.

8 Ahora en seguida, derramaré sobre ti mi ira, desahogaré en ti mi furor, te juzgaré conforme a tus obras y echaré sobre ti todas tus abominaciones.

9 [8565] Mi ojo no perdonará, te trataré sin piedad; echaré sobre ti tus obras, y tus abominaciones estarán en medio de ti, y conoceréis que Yo, Yahvé, soy quien castigo.

10 [8566] ¡He aquí el día! ¡He aquí que llega! Ya te llega el turno; la vara ha echado flor, brota la soberbia.

11 La violencia se ha levantado para ser vara de maldad. Nada (quedará) de ellos, ni de su multitud, ni de los que hacen ruido, ni habrá esplendor en ellos.

12 Viene el tiempo, se acerca el día; el que compra no se alegre, ni se aflija el que vende; porque (viene) la ira sobre toda su muchedumbre.

13 [8567] Pues el que vende no volverá a (adquirir) lo vendido, aun cuando quedare entre los vivientes; porque la visión es contra toda su muchedumbre; se cumplirá y nadie se sostendrá, a causa de su iniquidad.

El trágico fin

14 Tocan la trompeta, se preparan todos; pero ninguno va a la batalla; porque mi ira descarga sobre toda su multitud.

15 ¡Por fuera la espada y por dentro la peste y el hambre! El que está en el campo muere a espada, y al que está en la ciudad lo devoran el hambre y la peste.

16 Y si escaparen algunos fugitivos, errarán; por los montes como palomas del valle, gimiendo todos, cada uno por su iniquidad.

17 [8568] Todas las manos quedarán flojas, y todas las rodillas se disolverán en agua.

18 Se ceñirán de cilicio y se cubrirán de pavor; en todas las caras se verá la confusión, y todas sus cabezas estarán rapadas.

19 [8569] Arrojarán su plata por las calles, y su oro será como basura. Su plata y su oro no podrán librarlos en el día de la ira de Yahvé, no saciarán su alma, ni llenarán su vientre; pues les han servido para caer en la iniquidad.

20 De sus preciosas joyas hicieron un objeto de soberbia, y de ellas fabricaron sus abominables estatuas y sus ídolos. Por eso haré que se les truequen en inmundicia.

21 Los daré en botín a los extranjeros, y por despojo a los impíos de la tierra, y ellos los profanarán.

22 [8570] Apartaré de ellos mi rostro, y será profanado mi lugar arcano; pues entrarán en él bandidos y lo contaminarán.

23 [8571] Prepara las cadenas porque llena está la tierra de sangre, y la ciudad se halla atestada de violencia.

24 Haré venir los pueblos más feroces que se apoderarán de sus casas; así reprimiré la soberbia de los poderosos, y serán profanados sus santuarios.

25 Viene la ruina, y cuando busquen la paz, ya no la habrá.

26 [8572] Vendrá calamidad sobre calamidad, y a un rumor seguirá otro; entonces pedirán (en vano) visiones al profeta, y al sacerdote le faltará la Ley como a los ancianos el consejo.

27 [8573] El rey andará de luto y los príncipes se vestirán de tristeza, y temblarán las manos del pueblo del país. Pues los trataré conforme a su conducta, y conforme a sus juicios los juzgaré; y conocerán que Yo soy Yahvé.

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Ezequiel 8

El profeta ve la idolatría en el Templo

1 [8574] El año sexto, el día cinco del sexto mes, hallándome yo sentado en mi casa, y estando sentados delante de mí los ancianos de Judá, cayó allí sobre mí la mano del Señor Yahvé.

2 [8575] Miré, y he aquí una figura que parecía de fuego. Según se veía, de la cintura para abajo era fuego; y de la cintura para arriba, como una luz resplandeciente, semejante a metal que brilla.

3 [8576] Y alargó algo similar a una mano y me tomó de una guedeja [8577] de mi cabeza; y levantándome el Espíritu entre la tierra y el cielo, me llevó en visión divina a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior, que mira al norte; donde estaba el asiento del ídolo del celo, que provoca los celos (del Señor). 4 Y he aquí que allí estaba la gloria del Dios de Israel del modo que yo la había visto en la llanura.

5 Y me dijo: “Hijo de hombre, alza tus ojos hacia el norte.” Alcé mis ojos hacia el norte, y vi que al norte de la puerta del altar, a la entrada misma, estaba la imagen del celo.

6 Y me dijo: “Hijo de hombre, ¿has visto lo que hacen éstos? ¿Las grandes abominaciones que aquí hace la casa de Israel a fin de alejarme de mi Santuario? Pero date vuelta, y verás abominaciones peores.”

7 Y me llevó a la entrada del atrio; y miré, y he aquí un agujero en la pared.

8 Y me dijo: “Hijo de hombre, haz una perforación en la pared.” E hice una perforación en la pared, y he aquí una puerta.

9 Y me dijo: “Entra y observa las perversas abominaciones que éstos cometen aquí.”

10 [8578] Entré y miré; y he aquí toda clase de imágenes de reptiles y animales abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, pintados en toda la superficie del muro.

11 [8579] Y setenta varones de los ancianos de Israel, con Jezonías, hijo de Safán, en medio de ellos, estaban de pie delante de las (pinturas), cada uno con su incensario en la mano, y subía una nube olorosa de incienso.

12 [8580] Entonces Él me dijo: “¿Has visto, oh hijo de hombre, lo que los ancianos de la casa de Israel hacen en la oscuridad, cada uno en su cámara (cubierta) de imágenes? porque dicen: Yahvé no nos ve, Yahvé ha abandonado esta tierra.”

13 Y me dijo: “Verás aún abominaciones peores que las que éstos están cometiendo.”

14 [8581] Luego me llevó a la entrada de la Casa de Yahvé que mira al norte; y he aquí que allí estaban sentadas las mujeres, llorando a Tammuz.

15 Y me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre? Sin embargo, verás aún abominaciones peores que éstas.”

16 [8582] Y me llevó al atrio interior de la Casa de Yahvé, y he aquí que a la entrada del Templo de Yahvé, entre el vestíbulo y el altar, estaban unos veinte y cinco hombres, con las espaldas vueltas a la Casa de Yahvé, y dirigiendo sus rostros hacia el oriente se postraban hacia el oriente delante del sol.

17 [8583] Y me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre? ¿Son acaso de poca importancia para la casa de Judá las abominaciones que aquí se cometen? ¡Y después de llenar la tierra de violencia, vuelven a provocar mi ira y se llevan un ramo a la nariz!

18 Por eso Yo también obraré con ira; no perdonará mi ojo, ni tendré piedad; y por más que griten a mis oídos en voz alta, no los escucharé.”

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Ezequiel 9

La letra Tau en la frente de los salvados

1 [8584] Y gritó a mis oídos con voz fuerte y dijo: “Acercaos los que estáis encargados del castigo de la ciudad, cada uno con su arma de destrucción en su mano.”

2 Y he aquí que venían seis varones por el camino de la puerta superior, que mira al norte; y cada uno tenía en su mano su instrumento de destrucción. En medio de ellos estaba un varón vestido de lino, que traía en la cintura un tintero de escriba. Entraron y se pusieron junto al altar de bronce.

3 [8585] Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del Querubim, sobre el cual residía, hacia el umbral de la Casa; y llamó al varón vestido de lino, el cual traía en su cintura el tintero de escriba.

4 [8586] y le dijo Yahvé: “Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon por marca una Tau en la frente de los hombres que gimen y se lamentan a causa de todas las abominaciones que se cometen dentro de ella.”

5 A los otros les dijo, oyéndolo yo: “Pasad tras él por la ciudad, y matad. No perdone vuestro ojo, ni tengáis piedad.

6 [8587] Matad al anciano y al joven, a las doncellas, a los niños y a las mujeres, hasta el exterminio. Más no os acerquéis a ninguno que esté marcado con la Tau. Y comenzad por mi Santuario.” Comenzaron, pues, por los ancianos que estaban delante de la Casa.

7 Y les dijo: “Contaminad la Casa y llenad los atrios de cadáveres. Salid.” Salieron y mataron en la ciudad.

8 [8588] Mientras ellos mataban y quedándome yo (solo), me postré sobre mi rostro y clamé, diciendo: “¡Ay, Señor Yahvé! ¿Vas a destruir todo el resto de Israel, derramando tu cólera sobre Jerusalén?”

9 [8589] Me respondió: “La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es demasiado grande; la tierra se ha llenado de sangre y la ciudad está atestada de injusticias; porque dicen: Yahvé ha abandonado la tierra, Yahvé no ve nada.

10 Por eso tampoco perdonará mi ojo, y ya no tendré piedad; haré recaer sus obras sobre su cabeza.”

11 Y he aquí que aquel varón vestido de lino, que tenía en su cintura el tintero, vino a dar parte, diciendo: “He hecho según me mandaste.”

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Ezequiel 10

Baja fuego sobre la ciudad infiel

1 Miré y vi que en el firmamento que estaba sobre las cabezas de los Querubines, apareció una como piedra de zafiro, que figuraba sobre ellos a manera de un trono.

2 [8590] Y habló Él al varón vestido de lino, diciendo: “Métete por entre las ruedas, por debajo del Querubín, y llena tus manos de brasas de fuego de entre los Querubines, y espárcelas sobre la ciudad.” Y él fue a vista mía.

3 Los Querubines estaban de pie a la derecha de la Casa cuando fue aquel varón; y la nube llenaba el atrio interior.

4 [8591] Entonces la gloria de Yahvé se elevó de encima de los Querubines y (se trasladó) al umbral de la Casa, la cual se llenó de la nube, y el atrio se hinchó del resplandor de la gloria de Yahvé.

5 El ruido de las alas de los Querubines se oía hasta el atrio exterior, a manera de la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.

6 Luego que Él hubo mandado al varón vestido de lino, diciendo: “Saca fuego de entre las ruedas, de en medio de los Querubines”, entró aquél y se paró junto a una rueda.

7 Y un Querubín alargó su mano de en medio de los Querubines, hacia el fuego que se hallaba entre los Querubines, tomó (de él) y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino; el cual lo tomó y se marchó.

Descripción de los Querubines

8 [8592] Se mostró entonces que los Querubines tenían algo como brazos de hombre, bajo sus alas.

9 Y miré, y he aquí que había cuatro ruedas junto a los Querubines, una rueda al lado de cada Querubín; y el aspecto de las ruedas era semejante al resplandor de la piedra de Tarsis.

10 En cuanto a su forma, las cuatro tenían una misma estructura, como si una rueda estuviese atravesando a otra rueda.

11 [8593] Cuando se movían, iban hacia sus cuatro lados; no mudaban de frente cuando caminaban, pues hacia la parte adonde se dirigían sus cabezas, allí andaban, de modo que no tenían que mudar de frente cuando caminaban.

12 Todo su cuerpo, sus espaldas, sus manos y sus alas estaban llenos de ojos y también las ruedas en toda la superficie de las cuatro ruedas.

13 [8594] Y oí que las ruedas tenían el nombre de “volubles”.

14 [8595] Cada uno (de los Querubines) tenía cuatro caras: la primera cara era cara de Querub, la segunda, cara de hombre, la tercera, cara de león, y la cuarta, cara de águila.

15 Y se levantaron los Querubines. Eran los mismos seres vivientes que yo había visto junto al río Cobar.

16 Al caminar los Querubines, caminaban también las ruedas a su lado, y cuando los Querubines levantaban sus alas para remontarse de la tierra, las ruedas no se apartaban de ellos.

17 Cuando se detenían aquéllos, se detenían también éstas, y al levantarse aquéllos, se levantaban éstas con ellos, porque el espíritu del ser viviente estaba en ellas.

La gloria del señor sale del templo

18 [8596] Entonces la gloria de Yahvé partió del umbral de la Casa y se puso encima de los Querubines.

19 Y alzando los Querubines sus alas, se remontaron del suelo, a mi vista, y salieron con las ruedas a su lado. Se detuvieron a la entrada de la puerta oriental de la Casa de Yahvé, y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos.

20 Eran los mismos seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel junto al río Cobar; y comprendí que eran Querubines.

21 Cada uno tenía cuatro caras, y cada uno tenía cuatro alas; y debajo de sus alas tenían algo como una mano de hombre.

22 Y era la figura de sus caras como las caras que yo había visto junto al río Cobar; tenían el mismo aspecto eran los mismos. Cada uno se movía según la dirección de su cara.

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Ezequiel 11

Castigo de los príncipes del pueblo

1 [8597] Me arrebató el Espíritu y me llevó a la puerta oriental de la Casa de Yahvé, que mira hacia el oriente; y he aquí, a la entrada de la puerta, veinte y cinco hombres; y vi en medio de ellos a Jezonías, hijo de Azur, y a Feltías hijo de Banaías, príncipes del pueblo.

2 Y me dijo: “Hijo de hombre, éstos son los hombres que urden maldades y dan perversos consejos en esta ciudad.

3 Éstos son los que dicen «¿Acaso no han sido construidas poco ha, casas? Ésta (ciudad) es la olla, y nosotros somos la carne.»”

4 Por eso profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre.

5 Y vino sobre mí el Espíritu de Yahvé, y me dijo: “Habla. Así dice Yahvé: De esta manera habéis hablado, oh casa de Israel, pero Yo conozco lo que pensáis en vuestro corazón.

6 Habéis multiplicado los muertos en esta ciudad y llenado de cadáveres sus calles.

7 Por eso así dice Yahvé, el Señor: Vuestros muertos que habéis dejado en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla. Pero Yo os sacaré de en medio de ella.

8 Teméis la espada, por eso haré venir sobre vosotros la espada, dice Yahvé, el Señor.

9 [8598] Os sacaré fuera de ella, y os entregaré en manos de los extranjeros, y ejerceré entre vosotros la justicia.

10 [8599] Al filo de la espada caeréis; en los confines de Israel os juzgaré y conoceréis que Yo soy Yahvé.

11 Ésta (ciudad) no será vuestra olla, ni vosotros seréis la carne en medio de ella. En el territorio de Israel voy a juzgaros.

12 Y conoceréis que Yo soy Yahvé cuyos preceptos vosotros no habéis observado ni cumplido sus leyes; al contrario, habéis seguido las costumbres de las naciones que os rodean.”

13 Estaba yo aún vaticinando cuando murió Feltías, hijo de Banaías; y caí sobre mi rostro, y clamé con voz fuerte, diciendo: “¡Ay, Yahvé, Señor! ¿Tú vas a acabar con el resto de Israel?”

Promesa en favor de los cautivos

14 Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

15 [8600] “Hijo de hombre, tus hermanos, sí, tus hermanos, tus parientes más cercanos, y toda la casa de Israel, éstos son aquellos a quienes dicen los habitantes de Jerusalén: «Alejaos de Yahvé; a nosotros nos ha sido dada en posesión esta tierra.»

16 [8601] Por eso has de anunciar: Así dice Yahvé, el Señor: Aunque los he llevado lejos, entre las naciones, y aunque los he dispersado por los países, Yo mismo les serviré, por un breve tiempo, de santuario en medio de los territorios adonde se han ido.

17 [8602] Vaticina, pues: Así dice Yahvé, el Señor: Yo os reuniré de entre los pueblos, y os recogeré de entre los países en los cuales habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel.

18 Volverán allá, y quitarán de ella todos sus ídolos y todas sus abominaciones.

19 [8603] Yo les daré un mismo sentir, y pondré en sus corazones un nuevo espíritu; quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón de carne;

20 para que observen mis preceptos, y guarden mis leyes y las practiquen; y serán ellos mi pueblo, y Yo seré su Dios.

21 Pero a aquellos, cuyo corazón sigue los deseos de sus ídolos y abominaciones, les echaré sus obras sobre su cabeza, dice Yahvé, el Señor

El Señor se retira de la ciudad

22 Entonces los Querubines alzaron sus alas y los siguieron las ruedas; y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos.

23 [8604] La gloria de Yahvé se elevó (retirándose) de la ciudad, y se paró sobre el monte que está al oriente de la ciudad.

24 [8605] Luego me alzó el Espíritu y me llevó en visión, en espíritu de Dios, a Caldea donde estaban los cautivos. Y desapareció de mí la visión que había tenido.

25 Después dije a los cautivos todo lo que Yahvé me había manifestado.

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Ezequiel 12

Ezequiel profetiza la fuga del rey

1 [8606] Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2 [8607] “Hijo de hombre, tú habitas en medio de una casa de rebeldes, que tienen ojos para ver, y no ven; oídos para oír y no oyen; porque son una casa rebelde.

3 Tú, pues, hijo de hombre, prepárate bagaje de cautiverio, y sal al cautiverio, en pleno día, viéndolo ellos. Trasládate de tu lugar a otro lugar ante sus ojos; tal vez comprendan, pues son casa rebelde.

4 [8608] Sacarás tu bagaje, como bagaje de cautiverio, en pleno día, delante de sus ojos, y saldrás por la tarde a vista de ellos como uno que va al cautiverio,

5 haciendo, en presencia de ellos, una abertura en la pared por la cual sacarás (el bagaje).

6 Ante su vista te lo echarás al hombro, y lo llevarás de noche, cubierta tu cara para no ver la tierra; pues te he puesto como señal para la casa de Israel.”

7 Yo hice así, como se me había mandado. Saqué en pleno día mi bagaje, como bagaje de cautiverio; por la tarde hice con la mano un agujero en la pared, y de noche saqué (el bagaje) y alzándolo a la vista de ellos lo eché al hombro:

8 Y recibí por la mañana esta palabra de Yahvé:

9 “Hijo de hombre, ¿no te han preguntado los de la casa de Israel, esta casa rebelde: «¿Qué estás haciendo?»

10 Dile: Así habla Yahvé, el Señor: Este oráculo es para el príncipe que está en Jerusalén, y para toda la casa de Israel que habita en medio de ella.

11 Dirás: Yo os sirvo de señal. Como yo he hecho, así se hará con ellos; al destierro, al cautiverio irán.

12 El príncipe que está en medio de ellos se echará (su bagaje) al hombro, siendo de noche, y partirá; le harán un agujero en la pared para sacarlo por allí; y se cubrirá el rostro para que no vea con sus ojos la tierra.

13 [8609] Mas Yo extenderé sobre él mi red, y quedará preso en mi lazo, y le haré llevar a Babilonia, tierra de los caldeos; pero no la verá, y allí morirá.

14 Y a todos los de su servicio, sus auxiliares y sus soldados todos los esparciré a todo viento y desenvainaré la espada en pos de ellos.

15 Y conocerán que Yo soy Yahvé, cuando los haya dispersado entre las naciones y diseminado en los países.

16 [8610] Pero preservaré a algunos de ellos de la espada, del hambre y de la peste, a fin de que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde llegaren. Y conocerán que Yo soy Yahvé.”

17 Y recibí de Yahvé esta palabra:

18 [8611]

“Hijo de hombre, come tu pan con temor y bebe tu agua con temblor y angustia.

19 [8612] Y di al pueblo del país: Así habla Yahvé, el Señor, respecto de los habitantes de Jerusalén y de la tierra de Israel: Comerán su pan con angustia, y con espanto beberán su agua; porque la tierra será despojada de cuanto contiene, a causa de las injusticias de todos sus habitantes.

20 Serán asoladas las ciudades pobladas, y el país se convertirá en desierto; y conoceréis que Yo soy Yahvé.”

Seguridad del inminente castigo

21 Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo:

22 [8613]

“Hijo de hombre, ¿qué refrán es ese que tenéis en el país de Israel y que dice: «Se van prolongando los días, y no se cumplen las visiones»?

23 Por esto diles: Yo acabaré con este refrán; no lo repetirán más en Israel. Al contrario, diles: Ya están cerca los días y el cumplimiento de toda visión.

24 Pues no habrá más visión vana ni adivinación lisonjera en la casa de Israel.

25 [8614] Porque Yo, Yahvé, hablaré; y cuanto dijere se cumplirá; no se diferirá para más adelante; en vuestros días, oh casa rebelde, diré una palabra, y la cumpliré”, dice Yahvé, el Señor.

26 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

27 [8615] “Hijo de hombre, mira lo que dice la casa de Israel: «La visión que éste ve es para días lejanos; para tiempos remotos profetiza él».

28 Por lo tanto diles: Así dice el Señor, Yahvé: No se diferirá ya ninguna de mis palabras; la palabra que Yo dijere se cumplirá”, dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 13

Contra los falsos profetas

1 Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

2 [8616]

“Hijo de hombre, vaticina contra los profetas de Israel que profetizan; y di a los profetas que siguen su propio corazón: Oíd la palabra de Yahvé.

3 Así dice Yahvé, el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan tras su propio espíritu, sin haber visto nada!

4 Como zorras del desierto, así son tus profetas, oh Israel.

5 [8617] No habéis subido a las brechas, ni habéis amurallado la casa de Israel para que se mantenga firme en el combate el día de Yahvé.

6 Han visto vanidad y (pronunciado) oráculos mentirosos, diciendo: «Habla Yahvé», sin que Yahvé los haya enviado. ¡Y con todo esperan el cumplimiento de su palabra!

7 [8618] ¿No habéis visto acaso visiones falsas? ¿No pronunciáis oráculos mentirosos cuando decís: «Dice Yahvé» siendo así que Yo nada he hablado?”

8 Por eso así dice Yahvé, el Señor: “Por cuanto habéis hablado vanidad y habéis visto mentira, por tanto he aquí que vengo a vosotros, dice Yahvé, el Señor.

9 [8619] Y extenderé mi mano contra los profetas que tienen visiones vanas y vaticinan mentira. No formarán parte de la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el registro de la casa de Israel, ni volverán a la tierra de Israel; y conoceréis que Yo soy Yahvé, el Señor.

10 [8620] ¡Cómo han extraviado a mi pueblo, diciendo: «Paz», y no había paz! Cuando (el pueblo) edifica una muralla, ellos la revocan con barro.

11 Di a los que revocan con barro, que ella caerá. Vendrán inundaciones de agua, y arrojaré piedras de hielo que caerán (del cielo) y un huracán la derribará.

12 Y caída la muralla, ¿acaso no se os dirá: «¿Dónde está el barro con que la revocasteis?»

13 [8621] Por eso, así dice Yahvé, el Señor: En mi furor desencadenaré un huracán, y a causa de mi cólera vendrán aguas inundadoras, y a causa de mi ira piedras de hielo para arrasarla.

14 [8622] Y destruiré la muralla que habéis revocado con barro y la igualaré al suelo; se descubrirán sus cimientos y caerá, y vosotros pereceréis en medio de ella; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

15 Así desfogaré mi ira en la muralla y en los que la revocaron con barro, y os diré: Ya no hay muralla ni los que la revocaron.

16 Ya no hay profetas de Israel que profetizan a Jerusalén, y ven a favor de ella visiones de paz cuando no hay paz, dice Yahvé, el Señor.

Contra las profetisas mentirosas

17 [8623] Y tú, oh hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo, que profetizan a su capricho, y vaticina contra ellas.

18 [8624] Dirás: Así habla Yahvé, el Señor: ¡Ay de las que cosen almohadillas para todas las articulaciones de los brazos y hacen cabezales de todo tamaño para las cabezas, a fin de cazar almas! ¿Creéis acaso que cazando las almas de mi pueblo podréis salvar las vuestras?

19 [8625] Vosotras me profanáis delante de mi pueblo por un puñado de cebada y un bocado de pan, haciendo morir las almas que no deben morir, y salvando las almas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira.

20 Por eso, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo odio vuestras almohadillas con las que cazáis las almas, como (se cazan) las aves; Yo las arrancaré de vuestros brazos, y dejaré volar las almas que estáis cazando.

21 Rasgaré vuestros cabezales, y libraré a mi pueblo de vuestro poder, para que no sean más presa de vuestras manos. Y conoceréis que Yo soy Yahvé.

22 [8626] Pues con mentiras habéis afligido el corazón del justo, a quien Yo no quería afligir, y habéis fortalecido los brazos del impío, para que no se convierta de su mal camino y viva.

23 Por eso no tendréis ya visiones vanas ni pronunciaréis oráculos; Yo libraré a mi pueblo de vuestra mano, y conoceréis que Yo soy Yahvé.

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Ezequiel 14

Castigo de los ancianos idólatras

1 [8627] Vinieron a mí algunos varones de entre los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí.

2 Entonces me habló Yahvé en estos términos:

3 [8628] “Hijo de hombre, estos hombres se han erigido ídolos en sus corazones y han puesto ante sus ojos el escándalo de su maldad. ¿Acaso Yo me dejaré consultar por ellos?

4 [8629] Por eso, háblales, diciendo: Así dice Yahvé, el Señor: Todo hombre de la casa de Israel que se erija ídolos en su corazón y ponga ante sus ojos el escándalo de su maldad, cuando viniere al profeta, Yo, Yahvé, le responderé según la multitud de sus ídolos;

5 a fin de prender a la casa de Israel en (los deseos de) su corazón, ya que todos ellos se han apartado de Mí, para seguir sus ídolos.

6 Por lo cual, habla a la casa de Israel: Así dice Yahvé, el Señor: Volveos, y convertíos de vuestros ídolos y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones.

7 [8630] Porque a todo hombre de la casa de Israel y a todo extranjero que mora en Israel, que dejare de ir en pos de Mí, erigiendo para sí ídolos en su corazón y poniendo ante sus ojos el escándalo de su maldad, si viniere al profeta para consultarle acerca de Mí, Yo, Yahvé, le responderé por Mí mismo.

8 [8631] Y pondré mi rostro contra ese hombre, y haré de él un espanto, para que sea una señal y un proverbio, y le exterminaré de en medio de mi pueblo; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

9 Y si el profeta se deja inducir al error y habla, soy Yo, Yahvé quien engañaré a tal profeta; y extenderé mi mano contra él y le exterminaré de en medio de Israel, mi pueblo.

10 Así llevarán (la pena) de su iniquidad. Como la iniquidad del que pregunta, así será la iniquidad del profeta,

11 a fin de que en adelante no se desvíe de Mí la casa de Israel ni se contamine más con todos sus pecados. Entonces serán mi pueblo, y Yo seré su Dios”, dice Yahvé, el Señor.

Sólo algunos escaparán a la ruina

12 Me llegó la palabra de Yahvé, diciendo:

13 [8632]

“Hijo de hombre, cuando un país pecare contra Mí, cometiendo infidelidad, y Yo extendiere contra él mi brazo, quebrando el báculo de su pan, enviándole hambre y matándole hombres y bestias;

14 [8633] aunque se hallasen en él estos tres varones: Noé, Daniel y Job, tan sólo ellos, por su justicia, salvarían su vida, dice Yahvé, el Señor.

15 Si yo hiciere pasar bestias feroces por ese país para devastarlo, de modo que venga a ser un desierto intransitable, a causa de las fieras,

16 si estos tres varones estuvieran allí, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, no podrían librar ni a hijos ni a hijas; ellos solos se librarían, y el país quedaría desolado.

17 O si Yo enviando la espada contra aquel país dijere: “¡Espada, pasa por ese país, para que le mate hombres y bestias!”

18 [8634] Si estos tres varones estuvieran allí, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, no podrían librar ni a hijos ni a hijas, sino que tan sólo ellos mismos se salvarían.

19 O si Yo mandare contra aquel país la peste, para derramar sobre él mi ira con sangre, y exterminar del mismo, hombres y bestias,

20 si Noé, Daniel y Job estuvieran entre ellos, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, con toda su justicia no podrían salvar ni a hijo ni a hija; salvarían tan sólo la propia vida.

21 [8635] Pues así dice Yahvé, el Señor: ¿Cuánto más (perecerá) Jerusalén si Yo enviare contra ella mis cuatro azotes terribles (juntamente); la espada, el hambre, los animales feroces y la peste, para exterminar allí hombres y bestias?

22 [8636] Sin embargo quedará en ella un resto que escapará, que saldrá con hijos e hijas. He aquí que vendrán a vosotros; y veréis sus caminos y sus obras; y comprenderéis el mal que habré hecho venir sobre Jerusalén; de todo lo que habré traído sobre ella.

23 Lo comprenderéis, cuando viereis su camino y sus obras; y conoceréis que no sin razón hice lo que hice en ella”, dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 15

Israel, la vid seca

1 Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2 “Hijo de hombre, ¿qué ventaja tiene la vid

sobre cualquier otra madera, sobre todos los sarmientos

que hay entre los árboles del bosque?

3 [8637] ¿Acaso se tomará de ella madera

para hacer obra alguna?

¿O se hace de ella una estaca para

colgar de ella un objeto?

4 [8638] He aquí que se echa al fuego para ser devorada;

el fuego consume sus dos cabos,

y también lo de en medio se quema.

¿Servirá acaso para obra alguna?

5 Si estando incólume

no servía para ninguna obra,

¡cuánto menos luego de consumida por el fuego y quemada

servirá para una obra!

6 Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

Lo que se hace con el leño de la vid entre las maderas del bosque,

la cual Yo entrego como pasto al fuego,

así haré con los habitantes de Jerusalén.

7 [8639] Volveré contra ellos mi rostro:

de un fuego han escapado,

y (otro) fuego los consumirá;

y conoceréis que Yo soy Yahvé

cuando vuelva mi rostro contra ellos.

8 Y convertiré el país en un desierto,

por cuanto se rebelaron contra Mí”,

dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 16

Alegoría de la historia de Israel

1 Vino a mí la palabra de Yahvé, diciendo:

2 [8640] “Hijo de hombre, echa en cara a Jerusalén sus abominaciones.

3 [8641] Dirás: Así habla Yahvé, el Señor, a Jerusalén: Según tu origen y tu nacimiento procediste de la tierra del cananeo; tu padre era un amorreo y tu madre una hetea.

4 Al nacer, el día que saliste a luz, no te fue cortado el ombligo, ni fuiste lavada con agua para limpiarte; no fuiste frotada con sal, ni envuelta en pañales.

5 [8642] Ningún ojo se apiadó de ti ni tuvo compasión para prestarte uno de estos servicios, sino que fuiste arrojada sobre el campo, con desprecio de tu vida, el día en que naciste.

6 [8643] Mas pasando Yo cerca de ti, te vi cómo pataleabas en tu sangre, y te dije cuando estabas en tu sangre: «¡Vive!» Sí, cuando estabas en tu sangre, te dije: «¡Vive!»

7 [8644] Te hice crecer como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; se formaron tus pechos y te creció el pelo; pero estabas desnuda y sin abrigo.

8 [8645] Y pasé junto a ti y te vi; era tu tiempo, el tiempo del amor; y extendí sobre ti las faldas de mi (manto) y cubrí tu desnudez, y te hice un juramento y entré en alianza contigo, dice Yahvé, el Señor; y así viniste a ser mía.

9 Te lavé con agua, te limpié de la sangre que tenías encima y te ungí con óleo.

10 Te vestí de ropa recamada, te calcé de piel de tejón, te ceñí de lino fino y te cubrí de seda.

11 Te engalané con joyas, puse brazaletes en tus brazos y un collar en tu cuello.

12 Coloqué también un anillo en tu nariz, zarcillos en tus orejas y una magnífica diadema en tu cabeza.

13 [8646] Y quedaste ataviada con oro y plata; tu vestido era de lino fino y de seda recamada; te nutriste con flor de harina, con miel y aceite; y viniste a ser extraordinariamente hermosa y llegaste a ser reina.

14 [8647] Se hizo famoso tu nombre entre las naciones, gracias a tu hermosura, la cual era perfecta por los adornos que Yo había puesto en ti, dice Yahvé, el Señor.

15 Pero confiaste en tu belleza y prostituiste tu nombre y ofreciste tus fornicaciones a todos los transeúntes, entregándote a ellos.

16 [8648] Tomando tus vestidos te hiciste toda clase de lugares altos y te prostituiste en ellos; cosa que nunca se había hecho ni se verá en adelante.

17 Echaste mano de tus hermosas joyas hechas de mi oro y mi plata, las que Yo te había regalado; y te hiciste simulacros humanos y fornicaste con ellos.

18 [8649] Tomaste tus vestidos recamados, y con ellos los cubriste y les ofreciste mi aceite y mi incienso.

19 Mi pan también que Yo te había dado y con que te alimentaba, la flor de harina, el aceite y la miel, los pusiste delante de ellos como (ofrenda) de suave olor. Tal cosa sucedió, dice Yahvé, el Señor.

20 Asimismo tomaste tus hijos y tus hijas, que habías dado a luz para Mí, y se los sacrificaste para que les sirviesen de pasto. Y como si fuese cosa insignificante tu fornicación,

21 [8650] degollaste a mis hijos, y los entregaste haciéndolos pasar (por el fuego) en honor de ellos.

22 [8651] En todas tus abominaciones y fornicaciones no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y sin abrigo y pataleabas en tu sangre.

23 Y después de tanta malicia tuya — ¡ay, ay de ti! dice Yahvé, el Señor—

24 te edificaste una altura y te hiciste altares en todas las plazas.

25 En cada encrucijada de camino te construiste una altura y desfiguraste tu hermosura, entregándote a cualquier transeúnte y multiplicando tus fornicaciones.

26 Fornicaste con los hijos de Egipto, tus gordos vecinos, y multiplicaste tus fornicaciones, para irritarme.

27 [8652] Y he aquí que Yo extendí mi mano contra ti, disminuí tu porción y te entregué al capricho de tus enemigas, las hijas de los filisteos, que se avergonzaban de tu mala conducta.

28 No saciada aún te prostituiste a los hijos de Asiria; fornicaste con ellos; mas tampoco así quedaste satisfecha.

29 [8653] Cometiste muchas fornicaciones en la tierra de Canaán, hasta la Caldea; y tampoco con esto te saciaste.

30 [8654] ¡Cuán débil es tu corazón! dice Yahvé, el Señor. ¡Haces todas estas fechorías como la ramera más desvergonzada!

31 ¡Te edificaste santuarios en todas las encrucijadas y te construiste altares en todas las plazas aunque no eres como las (otras) rameras por cuanto desdeñas la paga (de la prostitución)! 32 Tú eres la adúltera, que en vez de su marido se acoge a extraños.

33 A todas las rameras se les da paga, pero tú pagabas a todos tus amantes, y les hacías regalos, para que de todas partes viniesen a fornicar contigo.

34 Y ha sucedido contigo, en tus fornicaciones, lo contrario de lo que sucede con (otras) mujeres, pues ninguno te buscaba y tú dabas paga en lugar de recibirla. Así has sido lo contrario (de otras).

Castigo de Judá como adúltera

35 Por eso, oh ramera, escucha la palabra de Yahvé.

36 [8655] Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto ha sido malgastado tu dinero y se ha descubierto tu desnudez en tus fornicaciones con tus amantes y con todos tus ídolos abominables, y a causa de la sangre de tus hijos que tú les ofreciste,

37 por eso, he aquí que congregaré a todos tus amantes con quienes te deleitaste; a todos los que has amado y a todos los que has aborrecido, los reuniré alrededor de ti, y les descubriré tu desnudez, para que vean toda tu vergüenza.

38 [8656] Y te juzgaré como son juzgadas las adúlteras, y las que derraman sangre; y te haré víctima de furor y de celos.

39 Te entregaré en sus manos, y destruirán tus santuarios, derribarán tus altares, te despojarán de tus vestidos, robarán tus magníficos adornos y te dejarán completamente desnuda.

40 Reuniran contra ti una multitud, te apedrearán y te atravesarán con sus espadas.

41 [8657] Pegarán fuego a tus casas y ejecutarán en ti juicios, a la vista de muchas mujeres; y así cesarás de ser fornicaria, y no darás más regalos.

42 Así desahogaré en ti mi ira y no tendré más celos de ti; me calmaré y ya no me irritaré.

43 Por no haberte tú acordado de los días de tu juventud y por haberme irritado con todo esto, por eso he aquí que Yo por mi parte he echado tus obras sobre tu cabeza, dice Yahvé, el Señor; y no cometerás más estos crímenes ni todas estas tus abominaciones.

44 He aquí que todos los que saben aquel proverbio lo aplicarán a ti, diciendo: «Cual la madre, tal su hija».

45 [8658] Hija eres de tu madre, que aborreció a su marido y a sus hijos; y hermana eres de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre es una hetea y vuestro padre un amorreo.

46 [8659] Tu hermana mayor es Samaría, ella con sus hijas, que habita a tu izquierda; y tu hermana menor, que habita a tu derecha, es Sodoma con sus hijas.

47 [8660] No solamente has seguido los caminos de ellas obrando conforme a sus abominaciones —demasiado poco era esto para ti— sino que has sido más perversa que ellas en todo tu proceder.

48 Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no hizo tu hermana Sodoma, ella y sus hijas, lo que tú y tus hijas habéis hecho.

49 [8661] He aquí cuál fue el crimen de tu hermana Sodoma: la soberbia, la hartura de pan, el reposo ocioso que gozaron ella y sus hijas, y el no socorrer al pobre y al menesteroso.

50 [8662] Y así se ensoberbecieron, y cometieron lo que era abominable delante de Mí; por eso las quité de en medio conforme a lo que he visto.

51 Samaría no cometió ni la mitad de tus pecados; al contrario, tú has cometido más abominaciones que tus hermanas, y las has justificado por medio de todas las abominaciones por ti cometidas.

52 Lleva tu ignominia, tú que has juzgado a tus hermanas, ya que por tus pecados te has mostrado más abominable que ellas, con lo cual son más justas que tú. Avergüénzate por tu parte, y lleva tu oprobio, por cuanto has justificado a tus hermanas.

Perdón y nueva alianza

53 [8663] Mas Yo mudaré el cautiverio de ellas, el cautiverio de Sodoma y de sus hijas, el cautiverio de Samaría y de sus hijas, y también el cautiverio de tus cautivos juntamente con ellas,

54 a fin de que lleves tu oprobio y te avergüences de todo lo que has hecho y les seas a ellas motivo de consuelo.

55 [8664] Tu hermana Sodoma y sus hijas volverán a su antiguo estado; Samaría y sus hijas volverán a su antiguo estado. Así también tú y tus hijas volveréis a vuestro primer estado.

56 [8665] Tú no mencionabas ni siquiera el nombre de tu hermana Sodoma, en los días de tu soberbia,

57 antes que se descubriese tu malicia, como sucede ahora que llevas la afrenta de las hijas de la Siria y de todos sus alrededores, y de las hijas de los filisteos que te insultan por todos lados.

58 Ahora tienes que llevar tu maldad y tus abominaciones, dice Yahvé, el Señor.

59 Porque así dice Yahvé, el Señor: Te trataré según tus obras, pues despreciaste el juramento y quebrantaste la alianza.

60 Pero me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu mocedad, y estableceré contigo una alianza eterna.

61 [8666] Entonces te acordarás de tus caminos, y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas, tanto tus hermanas mayores como tus menores, que Yo te daré por hijas, pero no en virtud de tu alianza.

62 Y estableceré contigo mi alianza, y conocerás que Yo soy Yahvé;

63 [8667] para que te acuerdes y te avergüences, y avergonzada no vuelvas más a abrir tu boca, cuando Yo te haya perdonado todo lo que has hecho”, dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 17

Parábola del águila, del cedro y de la vid

1 [8668] Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo:

2 “Hijo de hombre, propón un enigma y narra una parábola a la casa de Israel.

3 [8669] Dirás:

Así habla Yahvé, el Señor:

El águila grande,

de inmensas alas

y plumas largas,

cubierta de plumaje de varios colores,

vino al Líbano

y se llevó la cima del cedro;

4 arrancó el más alto de sus renuevos,

lo trasladó al país de Canaán

y lo puso en una ciudad de comerciantes.

5 [8670] Luego tomó de la semilla de la tierra

y la sembró en un campo de plantación;

la sembró junto a muchas aguas

y la plantó como un sauce.

6 [8671] Brotó y se hizo una vid de mucha extensión,

pero de poca elevación,

para que sus sarmientos se dirigiesen hacia aquella (águila)

y sus raíces estuviesen debajo de ella.

Llegó, pues, a ser una parra

que produjo ramas

y echó retoños.

7 [8672] Había también (otra) águila grande,

de enormes alas y plumaje;

y he aquí que aquella vid

dirigió sus raíces hacia ésta

y desde el terreno donde estaba plantada hizo brotar

sus sarmientos hacia ella para ser regada,

8 aunque había sido plantada en tierra buena

junto a muchas aguas,

para que echase ramas,

llevase fruto

y llegase a ser una parra magnífica.

9 [8673] Di: Así dice Yahvé, el Señor:

¿Acaso prosperará?

¿No arrancará sus raíces (la primera águila)?

¿No destruirá sus frutos para que se seque?

Se secarán todas las hojas tiernas que echó.

Sin gran esfuerzo ni mucha gente

la arrancará de raíz.

10 Cierto es que ha sido plantada. Pero ¿prosperará?

¿No se secará por completo cuando la toque el viento solano?

En el terreno en que había brotado se secará.”

Aplicación de la parábola

11 Y me vino la palabra de Yahvé, que dijo:

12 “Di a la casa rebelde: ¿No sabéis lo que quiere decir esto? He aquí que vino el rey de Babilonia a Jerusalén, se apoderó de su rey y de sus príncipes y los llevó consigo a Babilonia.

13 [8674] Y tomando a uno de la estirpe real, hizo pacto con él, y le hizo jurar, y sacó del país a los valientes,

14 para que el reino quedase abatido sin (posibilidad de) levantarse y guardase el pacto para subsistir.

15 Pero se rebeló contra él y envió sus embajadores a Egipto para que éste le diese caballos y mucha gente. ¿Acaso prosperará? ¿Escapará quien hizo tal cosa? ¿Podrá salvarse el que rompió el pacto?

16 Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que en la residencia del rey que le puso sobre el trono y cuyo juramento él despreció, quebrantando su pacto, con ese mismo (rey) morirá, en medio de Babilonia.

17 [8675] Y cuando se levanten terraplenes y se edifiquen torres para destrucción de muchas vidas, el mismo Faraón con su gran fuerza y numeroso ejército no tendrá gana de luchar por él.

18 [8676] Pues despreció el juramento y quebrantó el pacto, después de haber dado la mano. Por cuanto ha hecho todas estas cosas, no escapará.

19 Por lo tanto, así dice Yahvé, el Señor: Por mi vida que echaré sobre su cabeza mi juramento que él ha despreciado, y mi pacto que él ha quebrantado.

20 Extenderé sobre él mi red, y quedará preso en mi malla; le llevaré a Babilonia y allí le juzgaré por la traición que me hizo.

21 Y caerán al filo de la espada todos los fugitivos de todas sus tropas, y los que quedaren serán esparcidos a todos los vientos; y conoceréis que Yo, Yahvé, he hablado.

Promesa mesiánica

22 [8677] Asi dice Yahvé, el Señor:

También Yo tomaré (una rama) de la cima del alto cedro y la plantaré;

de lo más alto de sus renuevos arrancaré un tierno ramito

y lo plantaré en un monte alto y elevado.

23 Sobre el alto monte de Israel lo plantaré.

y echará ramas y producirá su fruto,

y llegará a ser un cedro magnífico;

debajo del cual habitarán todos los pájaros;

a la sombra de sus ramas morarán todos los volátiles.

24 Y conocerán todos los árboles del campo

que Yo soy Yahvé,

que Yo humillé el árbol alto

y ensalcé el árbol humilde,

que Yo sequé el árbol verde

e hice florecer el árbol seco.

Yo, Yahvé, he hablado y lo haré.”

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Ezequiel 18

De la responsabilidad individual

1 Me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

2 [8678] “¿Por qué vosotros que sabéis hablar en proverbios aplicáis al país de Israel este refrán:

«Los padres comieron el agraz,

y los hijos sufren la dentera»?

3 Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no tendréis más necesidad de decir este refrán en Israel.

4 [8679] He aquí que todas las almas son mías; mías son el alma del padre como el alma del hijo, mas el alma que pecare, ésa morirá.

5 Si un hombre es justo y vive según derecho y justicia;

6 [8680] si no banquetea en los montes ni alza sus ojos a los ídolos de la casa de Israel; si no mancha a la mujer de su prójimo ni se acerca a mujer durante su impureza;

7 [8681] si no oprime a nadie y devuelve al deudor la prenda; si no roba nada; si parte su pan con el hambriento y cubre al desnudo con vestido;

8 [8682] si no presta a usura ni acepta interés; si retira su mano de lo que es malo y juzga entre hombre y hombre según la verdad;

9 [8683] si sigue mis preceptos y guarda mis juicios para obrar rectamente; ese tal es justo, ése vivirá, dice Yahvé, el Señor.

10 [8684] Pero si engendra a un hijo violento que vierte sangre y comete contra su hermano alguna de estas cosas,

11 y lejos de hacer aquellas cosas (buenas) banquetea sobre los montes y mancha a la mujer de su prójimo,

12 oprime al pobre y al desvalido, comete rapiñas, no devuelve la prenda y alza los ojos a los ídolos, haciendo abominación,

13 presta a usura y acepta creces ¿acaso éste vivirá? No vivirá, habiendo hecho todas estas abominaciones. Morirá sin remedio. Recaerá sobre él su sangre.

14 [8685] Mas he aquí que (un hombre) engendra un hijo, que ve todos los pecados que cometió su padre, y viéndolos no hace nada semejante:

15 no banquetea sobre los montes, no alza sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, no mancha a la mujer de su prójimo,

16 no oprime a nadie ni exige la prenda, no comete rapiñas, parte su pan con el hambriento y cubre al desnudo con vestido,

17 retira su mano de la iniquidad, no toma ni usura ni interés, obra según mis leyes y cumple mis preceptos: éste no morirá por la iniquidad de su padre; sino que vivirá.

18 Su padre, empero, morirá por su iniquidad, porque hizo opresión, despojó a su hermano y obró la maldad en medio de su pueblo.

19 Si preguntáis: « ¿Por qué no ha de pagar el hijo la iniquidad de su padre?» Porque el hijo ha obrado según derecho y justicia, ha guardado todos mis mandamientos y los ha cumplido; de seguro vivirá.

20 [8686] El alma que pecare, ésa morirá. El hijo no pagará la iniquidad del padre, ni el padre la iniquidad del hijo; la justicia del justo sobre éste mismo recaerá, y la iniquidad del inicuo caerá sobre él mismo.

21 [8687] Si el malo se convierte de todos sus pecados cometidos y guarda todos mis preceptos y obra según derecho y justicia, ciertamente vivirá; no morirá.

22 No le será imputado ninguno de los pecados que haya cometido. A causa de la justicia que ha obrado vivirá.

23 [8688] ¿Acaso quiero Yo la muerte del impío? dice Yahvé, el Señor. ¿No (quiero) más bien que vuelva de sus caminos y viva?

24 Pero cuando el justo se desviare de su justicia cometiendo iniquidad e imitando todas las abominaciones del impío, ¿acaso vivirá? Ninguna de sus justicias que ha hecho le será imputada. Por la prevaricación en que ha caído, y por el pecado que ha cometido, por ellos morirá.

Los caminos del Señor son justos

25 Si decís: «El camino del Señor es torcido», escucha, ¡oh casa de Israel! ¿Acaso es el camino mío el torcido, y no son más bien vuestros caminos los torcidos?

26 Si el justo se desvía de su justicia y obra la maldad, y muere a causa de ello, muere por la maldad que ha cometido.

27 Asimismo si el impío se convierte de su maldad que ha hecho y obra según derecho y justicia, conserva la vida de su alma.

28 Si abre sus ojos y se convierte de todos los pecados que ha cometido, de seguro vivirá; no morirá.

29 Y, sin embargo, dice la casa de Israel: «El camino del Señor es torcido». ¿Acaso son torcidos mis caminos, oh casa de Israel? ¿No son más bien vuestros caminos los torcidos?

30 Por lo tanto os juzgaré a cada uno conforme a sus caminos, oh casa de Israel, dice Yahvé, el Señor. Convertíos y apartaos de todos vuestros pecados, para que la iniquidad no sea causa de vuestra ruina.

31 Echad lejos de vosotros todos vuestros pecados que habéis cometido, y formaos un corazón nuevo y un nuevo espíritu, pues ¿por qué queréis morir, oh casa de Israel?

32 [8689] Porque Yo no quiero la muerte del que muere, dice Yahvé, el Señor. ¡Convertíos y viviréis!

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Ezequiel 19

Elegía sobre los últimos reyes de Judá

1 Entona tú una elegía sobre los príncipes de Israel.

2 [8690] Dirás:

¿Qué es tu madre?

Una leona que se echó entre leones;

en medio de leoncillos crió sus cachorros.

3 Y ensalzó a uno de sus cachorros,

el cual llegó a ser leoncillo;

aprendió a hacer presa y devoró hombres.

4 Oyeron de él las gentes,

y quedó preso en su hoyo;

y le llevaron con ganchos a la tierra de Egipto.

5 Viendo ella que esperaba (en vano)

y que era infructuosa su esperanza,

tomó otro de sus cachorros

y le puso por leoncillo.

6 Andaba éste entre los leones,

e se hizo leoncillo;

aprendió a hacer presa y devoró hombres;

7 aprendió a hacer viudas y devastar ciudades;

y al oír su rugido se espantaba el país

y cuanto en él había.

8 [8691] Pero se echaron sobre él las gentes

de las comarcas circunvecinas;

extendieron sobre él su red,

y quedó preso en su hoyo.

9 Le pusieron en una jaula,

con un gancho (en la nariz),

y le llevaron al rey de Babel;

y le metieron en la cárcel,

para que no se oyese más su voz

sobre los montes de Israel.

10 [8692] Durante el tiempo de tu prosperidad

tu madre era como una vid,

plantada junto a las aguas,

fecunda y frondosa por las muchas aguas.

11 Había en ella ramas fuertes

para cetros de reyes,

se elevaba su tronco por encima de los arbustos,

y sorprendía por su altura

y la multitud de sus sarmientos.

12 Mas fue arrancada con furor

y echada a tierra,

y el viento solano secó sus frutos;

se quebraron y se marchitaron

sus robustas ramas y las devoró el fuego.

13 Plantada está ahora en el desierto,

en una tierra seca y sedienta;

14 [8693] más salió fuego de una vara de sus ramas,

y devoró su fruto;

y no le queda rama fuerte para cetro de rey.

Elegía es ésta, y de elegía servirá.

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Ezequiel 20

Ingratitud de Israel

1 [8694] El año séptimo, el día diez del quinto mes, vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Yahvé, y se sentaron delante de mí.

2 [8695] Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

3 “Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel en estos términos: Así dice Yahvé, el Señor: ¿Vosotros venís a consultarme? Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no me dejaré consultar por vosotros.

4 Júzgalos tú, hijo de hombre, júzgalos tú y muéstrales las abominaciones de sus padres.

5 Les dirás: Así habla Yahvé, el Señor: Cuando Yo escogí a Israel, alzando mi mano en favor de la descendencia de la casa de Jacob, y cuando me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, y levanté mi mano para protegerlos, diciendo: Yo soy Yahvé, vuestro Dios;

6 [8696] aquel día alcé mi mano (jurando) sacarlos de la tierra de Egipto (y conducirlos) a un país que tenía explorado para ellos y que mana leche y miel, la joya de todos los países.

7 [8697] Y les dije: Quitad cada uno las abominaciones de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto; pues Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

8 [8698] Pero ellos se rebelaron contra Mí y no quisieron escucharme. Ninguno quitó las abominaciones de delante de sus ojos, ni abandonaron los ídolos de Egipto; de modo que pensé derramar sobre ellos mi ira, para desfogar en ellos mi indignación en medio de la tierra de Egipto.

9 Mas obrando por la gloria de mi Nombre —para que éste no fuese profanado a los ojos de las naciones en medio de las cuales vivían y a cuya vista me manifesté sacándoles de la tierra de Egipto—

10 los saqué de la tierra de Egipto y los llevé al desierto.

Desobediencia en el desierto

11 Les di mis mandamientos, y les hice conocer mis juicios, por cuya observancia el hombre halla la vida.

12 Les di también mis sábados, para que sirvieran de señal entre Mí y ellos, y para que supiesen que Yo soy Yahvé, el que los santifica.

13 [8699] Pero se rebeló contra Mí la casa de Israel en el desierto; no siguieron mis mandamientos, sino que despreciaron mis juicios, por cuya observancia el hombre halla la vida, y profanaron sobremanera mis sábados, de modo que pensé derramar sobre ellos mi ira en el desierto, para exterminarlos.

14 Pero obré por la gloria de mi Nombre, para que no fuese profanado a la vista de las naciones, en cuya presencia los había sacado.

15 [8700] Por eso, a pesar de alzar mi mano en el desierto, (jurándoles) que no los llevaría a la tierra que les había destinado, (tierra) que mana leche y miel, la joya de todas las tierras

16 −porque despreciaron mis juicios y no siguieron mis mandamientos y profanaron mis sábados, pues su corazón iba tras sus ídolos—;

17 [8701] mi ojo los miró con misericordia, de modo que no les quité la vida ni los exterminé en el desierto.

18 [8702] Pero dije a sus hijos en el desierto: No sigáis las observancias de vuestros padres, ni observéis sus costumbres, ni os contaminéis con sus ídolos.

19 Yo soy Yahvé, vuestro Dios; seguid mis mandamientos, y observad mis preceptos y practicadlos.

20 Y santificad mis sábados, que sean una señal entre Mí y vosotros, para que sepáis que Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

21 Mas también los hijos se rebelaron contra Mí; no siguieron mis mandamientos, ni observaron mis preceptos para practicarlos, por cuya observancia el hombre halla la vida, y profanaron mis sábados, de modo que pensé derramar sobre ellos mi ira, para desfogar en ellos mi indignación en el desierto.

22 Por eso retiré mi mano, obrando por la gloria de mi Nombre, para que no fuese profanado a los ojos de las naciones ante cuya vista los había sacado.

23 Nuevamente alcé mi mano en el desierto, (jurándoles) que los esparciría entre las naciones y que los dispersaría por los países,

24 porque no observaron mis preceptos, sino que despreciaron mis mandamientos y profanaron mis sábados; pues sus ojos iban tras los ídolos de sus padres.

25 [8703] Por eso les di también mandamientos no buenos, y preceptos que no eran para su vida.

26 [8704] Y los traté como inmundos en sus oblaciones, cuando hacían pasar (por el fuego) a todo primogénito; (lo hice) para destruirlos a fin de que conociesen que Yo soy Yahvé.

Infidelidad en Canaán

27 Por eso, habla a la casa de Israel, oh hijo de hombre, y diles: Así dice Yahvé, el Señor: Vuestros padres me han deshonrado, entre otras infidelidades, también con ésta:

28 Yo los llevé a la tierra que había jurado darles; mas ellos pusieron los ojos en todo collado alto y en todo árbol frondoso; allí ofrecieron sus sacrificios y presentaron sus ofrendas que me irritaban; allí pusieron sus suaves perfumes y derramaron sus libaciones.

29 [8705] Entonces les dije: ¿Qué es esa altura adonde vais? Y lleva el nombre de altura hasta el día de hoy.

30 Por tanto di a la casa de Israel: Así habla Yahvé, el Señor: Vosotros os contamináis a la manera de vuestros padres y andáis fornicando tras sus abominaciones.

31 Presentando vuestras ofrendas y haciendo pasar por el fuego a vuestros hijos, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos hasta el presente. ¿Y Yo he de dejarme consultar por vosotros, oh casa de Israel? Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no me dejaré consultar por vosotros.

El castigo

32 No se efectuará lo que pensáis en vuestro corazón, diciendo: «Nosotros seremos como los gentiles, como los pueblos de (otros) países, sirviendo al leño y a la piedra.”

33 Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que con mano fuerte y con brazo extendido y derramando mi ira reinaré Yo sobre vosotros.

34 [8706] Os sacaré de entre los pueblos y con mano fuerte, con brazo extendido y con efusión de mi ira os recogeré de los países por donde andáis dispersos,

35 [8707] y os llevaré al desierto de los pueblos, y os juzgaré allí cara a cara.

36 Como juzgué a vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así os juzgaré a vosotros, dice Yahvé, el Señor.

37 Os haré pasar debajo del cayado, y os conduciré con la disciplina de la alianza.

38 Y separaré de vosotros a los rebeldes, a los que han pecado contra Mí. Los sacaré de la tierra en que moran, y no entrarán en la tierra de Israel; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

Misericordia y conversión

39 [8708] Ahora vosotros, oh casa de Israel, así dice Yahvé, el Señor: ¡Id, y servid cada uno a sus ídolos! Pero después me escucharéis y no contaminaréis más mi santo nombre con vuestros dones y con vuestros ídolos.

40 [8709] Porque en mi santo monte, en el monte excelso de Israel, dice Yahvé, el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, todos los que vivan en aquella tierra. Allí les seré propicio; y allí demandaré vuestras ofrendas alzadas, y las primicias de vuestros dones con todo cuanto me consagréis.

41 [8710] Os aceptaré como perfume agradable, cuando os haya sacado de entre las naciones y recogido de los países donde habéis sido dispersados; y seré santificado en vosotros a los ojos de los gentiles.

42 Y conoceréis que Yo soy Yahvé, cuando os haya llevado a la tierra de Israel, a la tierra que con mano alzada (he prometido) dar a vuestros padres.

43 [8711] Allí os acordaréis de todos vuestros caminos, y de todas vuestras obras con que os habéis contaminado; y tendréis asco de vosotros mismos, por todas las maldades que habéis cometido.

44 Y entonces conoceréis que Yo soy Yahvé, cuando os trate conforme a mi Nombre; no conforme a vuestros malos caminos, ni conforme a vuestras perversas obras, oh casa de Israel”, dice Yahvé, el Señor.

Parábola del incendio del bosque

45 Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

46 [8712] “Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el sur, y derrama (tu palabra) hacia el austro, y profetiza contra el bosque del campo del Mediodía.

47 Dirás al bosque del Mediodía: ¡Escucha la palabra de Yahvé! Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que voy a encender en ti un fuego que abrasará en ti todo árbol verde y todo árbol seco; no se extinguirá la llama del incendio; y por ella serán quemados todos los rostros, desde el sur hasta el norte.

48 Y verá toda carne que Yo, Yahvé, lo he encendido y que no se extinguirá.”

49 [8713] Y dije yo: “¡Ay, Señor Yahvé! ellos dicen de mí: «Él habla siempre en parábolas».”

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Ezequiel 21

La espada del señor sobre Jerusalén

1 Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

2 “Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Jerusalén, y derrama (tu palabra) contra los santuarios y profetiza contra la tierra de Israel.

3 Dirás a la tierra de Israel: Así dice Yahvé: Mira, Yo vengo contra ti; desenvainaré mi espada y exterminaré en ti al justo y al inicuo.

4 [8714] Y por cuanto voy a exterminar en ti al justo y al inicuo, por eso saldrá mi espada contra toda carne, desde el sur hasta el norte;

5 y conocerá toda carne que Yo, Yahvé, he sacado mi espada de la vaina, y no retornará más.

6 Gime oh hijo de hombre, con quebranto de lomos; gime con amargura a vista de ellos.

7 [8715] Y cuando te pregunten: ¿Por qué gimes? contestarás: A causa de una noticia. Porque viene ya, y desmayará todo corazón, desfallecerán todos los brazos, decaerá todo espíritu y todas las rodillas se disolverán en agua. He aquí que viene; ya se cumple” —oráculo de Yahvé, el Señor.

8 Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

9 “Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla Yahvé, el Señor: Dirás:

¡La espada, la espada afilada y pulida!

10 [8716] Está afilada para hacer matanza;

está pulida para brillar como relámpago.

¡Y nosotros nos regocijamos!, (diciendo):

«El cetro de mi hijo se cree mejor

que cualquier otro leño».

11 (Dios) La hizo pulir para empuñarla;

esta espada ha sido afilada y pulida,

para darla en mano del matador.

12 ¡Grita y aúlla, oh hijo de hombre!

Porque ella se dirige contra mi pueblo,

contra todos los príncipes de Israel.

Entregados han sido a la espada,

juntamente con mi pueblo.

Date, pues, golpes en el muslo.

13 [8717] Está hecha ya la prueba;

el cetro altanero ya no subsiste,

dice Yahvé, el Señor.

14 [8718] Tú oh hijo de hombre, vaticina,

y bate una palma contra otra.

¡Duplique y triplique la espada sus golpes!

Es la espada de la mortandad,

de la grande mortandad que los rodea.

15 A fin de que desfallezca el corazón

y caigan muchos,

he puesto junto a todas las puertas

la espada homicida.

¡Ay! ¡Hecha está para fulgurar,

afilada para matar!

16 ¡Agúzate (oh espada),

da a la derecha, da a la izquierda,

a dondequiera se dirija tu filo!

17 Y también Yo batiré palmas,

y desfogaré mi ira.

Yo, Yahvé, he hablado.

18 Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

19 [8719] “Tú, hijo de hombre, diséñate dos caminos por donde pueda venir la espada del rey de Babilonia. Ambos han de salir de la misma tierra; y pon un indicador; ponlo al principio del camino (que conduce) a la ciudad.

20 Traza un camino por el cual la espada vaya a Rabbá de los hijos de Ammón, y otro hacia Judá, contra Jerusalén, la ciudad fuerte.

21 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, donde comienzan los dos caminos, para consultar los oráculos: sacudió las flechas, consultó a los ídolos domésticos, examinó el hígado (de las víctimas).

22 El oráculo cayó sobre la derecha, sobre Jerusalén, para colocar los arietes, y abrir una entrada por medio de una brecha, para lanzar gritos de guerra, disponer los arietes contra las puertas, levantar terraplenes, y edificar torres.

23 [8720] A los (judíos) esto les parecerá un oráculo mentiroso, pues tienen en su favor juramentos solemnes, mas Él se acuerda de la iniquidad (de ellos) para prenderlos.

24 Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: Porque habéis traído a mi memoria vuestra iniquidad, manifestando vuestras prevaricaciones y mostrando vuestros pecados a través de todas vuestras obras, por eso mismo que las habéis rememorado, seréis tomados presos.

25 [8721] Y tú, oh profano e impío príncipe de Israel, para quien ha llegado ya el día en que la iniquidad se acaba,

26 [8722] así dice Yahvé, el Señor: ¡Depón la tiara, quítate la corona! No es como antes. Será ensalzado lo humilde, y abatido lo alto.

27 [8723] ¡Ruina, ruina! Haré de ella ruina; ni siquiera ésta subsistirá, hasta que venga Aquél cuyo es el derecho, y a quien Yo lo daré.

La espada sobre los ammonitas

28 [8724] Y tú, hijo de hombre, vaticina diciendo: Así habla Yahvé, el Señor, sobre los hijos de Ammón y sus insultos. Dirás: « ¡La espada, desenvainada está la espada para la matanza, pulida está para devorar y a fin de relumbrar!»

29 Te profetizaban vanidades, te vaticinaban mentiras, para hacerla caer sobre el cuello de los profanos, de los impíos, cuyo día ha llegado, el tiempo en que la iniquidad se acaba.

30 ¡Vuélvela a su vaina! Te juzgaré en el lugar donde fuiste creado, en la tierra de tu nacimiento.

31 Derramaré sobre ti mi ira, soplaré contra ti el fuego de mi cólera; y te entregaré en manos de hombres bárbaros, maestros en matar.

32 Serás pasto del fuego y tu sangre se derramará por el suelo. ¡No habrá más memoria de ti! Pues Yo, Yahvé, he hablado.

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Ezequiel 22

Contra los vicios de Israel

1 [8725] Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

2 “Tú, hijo de hombre, ¿no vas a juzgar? ¿No quieres juzgar a la ciudad sanguinaria? ¿No le mostrarás todas sus abominaciones?

3 Dirás: Así habla Yahvé, el Señor: Tú eres una ciudad, la cual derrama sangre dentro de sus propios muros, hasta que llegue su día, y que ha fabricado ídolos contra sí misma para contaminarse.

4 [8726] Por la sangre que has derramado, te has hecho culpable, y con los ídolos que has hecho te has contaminado; has apresurado tus días de castigo y has llegado al término de tus años. Por eso te he convertido en el oprobio de los gentiles y en el escarnio de todos los países.

5 Los que están cerca de ti y los que están lejos, te insultan, porque con tu grande corrupción has manchado tu nombre.

6 He aquí que los príncipes de Israel, cada cual según su poder, no hacen otra cosa que derramar sangre en medio de ti.

7 En ti se desprecia al padre y a la madre, y en ti tratan con violencia al extranjero, en ti oprimen al huérfano y a la viuda.

8 Tu desprecias mi santuario y profanas mis sábados.

9 [8727] Hay en ti hombres que usan de calumnias para derramar sangre, y en ti hay quienes banquetean sobre los montes; crímenes se cometen en medio de ti.

10 En ti se descubre la desnudez del padre, y en ti se hace violencia a la mujer en la inmundicia de su impureza.

11 En ti uno comete abominación con la mujer de su prójimo, otro amancilla incestuosamente a su nuera, y otro hace violencia a su hermana, la hija de su padre.

12 En ti aceptan soborno para derramar sangre; tú cobras usura e interés, despojas a tus vecinos por medio de opresión, y a Mí me echaste en olvido, dice Yahvé, el Señor.

13 He aquí que Yo he batido mis palmas a causa de las ganancias injustas que has hecho y por la sangre que se ha derramado en ti.

14 ¿Podrá mantenerse firme tu corazón, o serán fuertes tus manos en los días que Yo te preparo? Yo, Yahvé, he hablado y cumpliré.

15 [8728] Yo te dispersaré entre los gentiles, te desparramaré por los países y quitaré de ti tu inmundicia.

16 [8729] Serás profanada en tu propio país, a la vista de los gentiles; y conocerás que Yo soy Yahvé.”

Anuncio del castigo

17 Y me llegó la palabra de Yahvé en estos términos.

18 [8730] “Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce, estaño, hierro y plomo en medio del horno; no son más que escoria de plata.

19 Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Porque habéis venido a ser todos como escoria, por tanto, he aquí que Yo os recogeré en medio de Jerusalén.

20 Como quien reúne plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, y sopla allí el fuego para fundirlos, así Yo os juntaré en mi ira y mi indignación; os dejaré allí y os fundiré.

21 Os reuniré y soplaré sobre vosotros el fuego de mi ira, y en medio de (Jerusalén) seréis fundidos.

22 Como se derrite la plata en el horno, así seréis derretidos en medio de ella; y conoceréis que Yo, Yahvé, he derramado mi ira sobre vosotros.”

Crímenes de los jefes

23 Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

24 “Hijo de hombre, dile a ella: Tu eres una tierra que no ha sido purificada y no ha sido lavada por la lluvia en el día de la indignación.

25 [8731] Hay en medio de ella una conjuración de sus profetas. Como león rugiente que arrebata la presa, así devoran ellos las almas, se apoderan de los bienes y tesoros y multiplican el número de viudas en medio de ella.

26 [8732] Sus sacerdotes violan mi Ley y profanan mi Santuario, no distinguen entre lo sagrado y lo profano, no enseñan a distinguir entre lo inmundo y lo puro, cierran sus ojos ante (las violaciones de) mis sábados, y Yo soy deshonrado entre ellos.

27 Sus príncipes están en medio de ella como lobos: arrebatan la presa para derramar sangre y destruir almas, con el fin de obtener ganancias injustas.

28 [8733] Sus profetas los revocan con barro, viendo vanidades y vaticinándoles mentiras, diciendo: «Así dice Yahvé, el Señor», cuando Yahvé no ha hablado.

29 El pueblo del país practica la opresión y el robo, oprimiendo al pobre y al menesteroso y haciendo violencia e injusticia al extranjero.

30 [8734] Busqué entre ellos un varón que construyese un vallado, y que se pusiese en la brecha frente a Mí, en favor de la tierra, a fin de que Yo no la devastase; más no lo hallé.

31 [8735] Por eso derramaré sobre ellos mi cólera, los consumiré con el fuego de mi ira y echaré sus obras sobre su cabeza”, dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 23

Oholá y Oholibá

1 Me llegó la palabra de Yahvé que dijo:

2 “Hijo de hombre, había dos mujeres, hijas de una misma madre.

3 Fornicaron en Egipto, se prostituyeron en su juventud. Allí fueron apretados sus pechos, y allí fue estrujado su seno virginal.

4 [8736] Se llamaba la mayor Oholá, y su hermana Oholibá. Vinieron a ser mías y dieron a luz hijos e hijas. Sus nombres (significan): Oholá: Samaría, y Oholibá: Jerusalén.

Oholá, figura de Samaría

5 [8737] Oholá me fue infiel y se enloqueció por sus amantes, los asirios, vecinos suyos,

6 [8738] que iban vestidos de púrpura: gobernadores y magistrados, jóvenes muy amables todos ellos, caballeros que montaban caballos.

7 [8739] Y fornicó con ellos, con todos estos hijos escogidos de Asiria, y se contaminó con los ídolos de todos aquellos que amaba.

8 Y no abandonó sus fornicaciones con Egipto; porque (allí) se habían acostado con ella en su juventud, deshonrando su seno virginal y derramando sobre ella su fornicación.

9 Por eso la entregué en poder de sus amantes, en poder de los hijos de Asiria, de quienes estaba enamorada.

10 [8740] Estos descubrieron su desnudez, le quitaron sus hijos y sus hijas y la mataron a espada. Así vino a ser famosa entre las mujeres por el juicio ejecutado en ella.

Oholibá, figura de Judá

11 [8741] Aunque vio esto su hermana Oholibá, superó a la primera en su corrupción, y sus fornicaciones fueron peores que las fornicaciones de su hermana.

12 Se enamoró locamente de los hijos de Asiria, gobernadores y magistrados, sus vecinos vestidos lujosamente, caballeros que montaban caballos, jóvenes muy amables todos ellos.

13 Y vi cómo también ella se contaminaba y cómo ambas seguían el mismo camino.

14 [8742] Pero intensificó todavía sus fornicaciones. Cuando vio hombres dibujados en la pared, figuras de caldeos, pintados en color rojo,

15 ceñidos sus lomos de cinturones, con amplios turbantes en sus cabezas, que todos parecían grandes señores —y no eran más que representaciones de los hijos de Babilonia, y la tierra de su nacimiento era Caldea—

16 se enamoró de ellos, apenas los vieron sus ojos y les envió mensajeros a Caldea.

17 Se llegaron a ella los babilonios, a su lecho de amores, y la contaminaron con su fornicación. Pero cuando se había contaminado con ellos, su alma tuvo asco de ellos.

18 Cuando ella (así) manifestó sus fornicaciones y descubrió su desnudez, Yo tuve asco de ella, como me había asqueado de su hermana.

19 Pero ella multiplicó sus fornicaciones, recordando los días de su mocedad, cuando se prostituía en la tierra de Egipto.

20 [8743] Se enamoró de sus concubinarios, cuya carne es como carne de asnos, y su flujo como flujo de caballos.

21 Y volviste a la lascivia de tu mocedad, cuando los egipcios deshonraron tu seno, a causa de tus pechos juveniles.

El castigo de Judá

22 Por tanto, oh Oholibá, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que instigaré contra ti a tus amantes, de los cuales tiene asco tu alma y los haré venir sobre ti por todos lados,

23 [8744] los hijos de Babilonia y todos los caldeos, los de Pecod, Schoa y Coa, y con ellos todos los hijos de Asiria, mancebos muy amables, gobernadores y magistrados todos, príncipes y hombres famosos, todos a caballo.

24 Vendrán contra ti con armas, con carros y ruedas y con muchedumbre de pueblos. Por todas partes se dirigirán contra ti escudos, y paveses, y yelmos, y Yo les encargaré el juicio, y ellos te juzgarán según sus leyes.

25 [8745] Descargaré sobre ti mis celos y te tratarán con furor; te cortarán la nariz y las orejas, y lo que queda de ti caerá al filo de la espada. Se llevarán a tus hijos y a tus hijas, y tus restos serán consumidos por el fuego.

26 Te despojarán de tus vestidos y te quitarán tus hermosos adornos.

27 Y haré que cese tu lascivia y tu fornicación con la tierra de Egipto. No alzarás más tus ojos a ellos ni te acordarás más de Egipto.

28 Porque así dice Yahvé, el Señor: He aquí que te entregaré en poder de los que tú aborreces, en poder de quienes tiene asco tu alma.

29 Te tratarán con odio te quitarán todo el fruto de tu trabajo y te dejarán desnuda y sin vestido. Se hará patente la infamia de tus prostituciones, de tu lascivia y de tus fornicaciones.

30 Así te tratarán porque has fornicado con las naciones y por haberte contaminado con sus ídolos.

31 [8746] Por haber seguido el camino de tu hermana, por eso pondré su cáliz en tu mano.

32 Así dice Yahvé, el Señor:

Beberás el cáliz de tu hermana,

cáliz hondo y ancho;

y serás objeto de burla y escarnio;

(el cáliz) es de gran capacidad.

33 Te llenarás de embriaguez y dolor;

pues, copa de horror y de espanto

es la copa de tu hermana Samaría.

34 La beberás y la apurarás;

morderás hasta los fragmentos de ella

y te despedazarás los pechos,

pues Yo he hablado”,

dice el Señor, Yahvé.

35 Por eso así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto me has olvidado y me has echado detrás de tus espaldas, lleva también tú (el castigo de) tu lascivia y tus fornicaciones.

Abominaciones de las dos hermanas

36 Me dijo Yahvé: “Hijo de hombre. ¿No quieres juzgar a Oholá y a Oholibá? ¿No quieres manifestar sus abominaciones?

37 [8747] Pues han cometido adulterio, y hay sangre en sus manos. Adulteraron con sus ídolos, y a sus hijos que habían dado a luz para Mí los pasaron (por el fuego) para que les sirvieran de pasto.

38 Todavía más han hecho conmigo: Contaminaron mi Santuario en el día aquel y profanaron mis sábados.

39 [8748] Después de inmolar sus hijos a sus ídolos, venían el mismo día a mi santuario para profanarlo. ¡Esto han hecho en medio de mi Casa!

40 Y más aún; ellas hicieron venir hombres de lejos, a los que llamaron por medio de embajadores. Vinieron y tú te lavaste para ellos, te pintaste los ojos y te adornaste de tus galas.

41 Te sentaste sobre un estrado magnífico, delante del cual estaba una mesa aderezada, y sobre ella habías puesto mi incienso y mi óleo.

42 [8749] Y se oyó la algazara de mucha gente que se alegraba. A los hombres del común del pueblo se habían asociado los bebedores del desierto, que pusieron brazaletes sobre las manos de las (dos) y hermosas coronas sobre sus cabezas.

43 Entonces dije respecto de aquella envejecida en adulterios: ¿Todavía continuará ella en sus prostituciones?

44 Y se llegaron a ella; como se llega a una ramera. Así iban a Oholá y a Oholibá, mujeres lascivas.

45 [8750] Pero hombres justos las juzgaran como se juzga a las adúlteras, como son juzgadas las mujeres que derraman sangre; pues adúlteras son y hay sangre en sus manos.

46 Porque así dice Yahvé, el Señor: Convocaré contra ellas una multitud y las entregaré al maltrato y al saqueo.

47 La multitud las apedreará y las hará pedazos con sus espadas; matarán a sus hijos y a sus hijas y a sus casas prenderán fuego.

48 Asi acabaré con la lascivia en el país, y todas las mujeres escarmentarán, de modo que no imitarán vuestra lascivia.

49 Se os castigará por vuestra infamia, y llevaréis los pecados de vuestra idolatría; y conoceréis que Yo soy Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 24

Sitio y caída de Jerusalén

1 [8751] El año noveno, en el mes décimo, el día diez del mes, recibí de Yahvé esta palabra:

2 Hijo de hombre, pon por escrito la fecha de este día, de este mismo día; pues precisamente en este día el rey de Babilonia se ha echado sobre Jerusalén.

3 [8752] Y propón una parábola a la casa rebelde, y diles: Así habla Yahvé, el Señor:

¡Pon la caldera, ponla,

y echa agua en ella!

4 Mete en ella sus trozos,

todos los trozos buenos, la pierna y la espalda

y llénala de huesos selectos.

5 Toma lo más escogido del rebaño,

y quema también huesos debajo de ella;

haz que (todo) hierva bien

y que se cuezan hasta los huesos dentro de ella.

6 [8753] Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

¡Ay de la ciudad sanguinaria,

de la caldera llena de herrumbre,

y de la cual no sale el orín!

¡Saca trozo por trozo,

sin echar sobre ella suertes!

7 [8754] Porque hay sangre en medio de ella;

sobre la piedra desnuda ella la derramó;

no la derramó en la tierra,

no la cubrió con polvo,

8 para suscitar (mi) ira,

a fin de que Yo tome venganza.

Por eso derramaré su sangre

sobre la piedra desnuda, para que no se cubra.

9 Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

¡Ay de la ciudad sanguinaria!

También Yo haré una grande hoguera.

10 ¡Amontona la leña, enciende el fuego,

cuece la carne, haz hervir el caldo,

y quémense los huesos!

11 [8755] Después pondrás sobre las brasas la (caldera) vacía

para que se caliente, y para que se derrita su cobre

y se deshaga en ella su suciedad

y desaparezca su herrumbre.

12 Trabajo inútil.

No sale de ella su mucha herrumbre.

¡Quédese en el fuego su herrumbre!

13 [8756] Es digna de execración tu suciedad; pues he querido limpiarte, pero tú no te limpiaste, por esto tu inmundicia no se limpiará hasta que Yo desfogue en ti mi saña.

14 Yo, Yahvé, he hablado. Ya se cumplirá, pues Yo lo ejecutaré. No aflojaré, no perdonaré ni me arrepentiré. Según tus caminos y según tus obras se te juzgará”, dice Yahvé, el Señor.

Sobre la ciudad caída no habrá duelo

15 Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

16 [8757] “Hijo de hombre, he aquí que voy a quitarte de golpe las delicias de tus ojos; pero no te lamentes, ni llores, ni dejes correr tus lágrimas.

17 [8758] Suspira en silencio; no harás duelo por los muertos; ponte el turbante y cálzate los pies; no te cubras el rostro ni comas pan de duelo.”

18 Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y al día siguiente hice según me había sido mandado.

19 [8759] Y me dijo el pueblo: “¿No nos dirás qué significa para nosotros esto que haces?”

20 Entonces les respondí: “Me llegó la palabra de Yahvé en estos términos:

21 [8760] Di a la casa de Israel: Así habla Yahvé, el Señor: He aquí que Yo profanaré mi Santuario, la gloria de vuestro poder, las delicias de vuestros ojos, el anhelo de vuestra alma; y vuestros hijos y vuestras hijas que habéis dejado perecerán al filo de la espada.

22 Y tenéis que hacer como yo he hecho: No cubriréis el rostro ni comeréis pan de luto.

23 [8761] Vuestros turbantes quedarán sobre vuestras cabezas y calzaréis vuestros pies. No plañiréis ni lloraréis, sino que os consumiréis en vuestras iniquidades y gemiréis uno al lado del otro.

24 Asi Ezequiel os servirá de señal. Todo lo que él ha hecho habéis de hacer vosotros, cuando sucedan estas cosas; y conoceréis que Yo soy Yahvé, el Señor.

25 Y tú, hijo de hombre, el día en que Yo les quitare su fuerza, su gozo y su gloria, las delicias de sus ojos y lo que constituye la alegría de sus almas: sus hijos y sus hijas:

26 en aquel día vendrá a ti uno de los escapados para darte la noticia.

27 [8762] En aquel día se abrirá tu boca con (la llegada) del escapado; y hablarás, y no quedarás más mudo. Así les servirás de señal; y conocerán que Yo soy Yahvé.

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II. Vaticinios contra los pueblos paganos

Ezequiel 25

Contra los ammonitas

1 [8763] Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2 “Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia los hijos de Ammón y vaticina contra ellos.

3 Di a los hijos de Ammón: ¡Oíd la palabra de Yahvé, el Señor!

Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto exclamaste: « ¡Ha, Ha!» cuando fue profanado mi Santuario y fue desolada la tierra de Israel y la casa de Judá partió al cautiverio;

4 [8764] por eso te entregaré a los hijos del Oriente, como posesión suya; y ellos establecerán en ti sus campamentos, alzarán en ti sus tiendas, comerán tus frutos y beberán tu leche.

5 [8765] De Rabbá haré un pastizal de camellos, y de (las ciudades de) los hijos de Ammón rediles para rebaños; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

6 Pues así dice Yahvé, el Señor: Porque aplaudiste con tus manos y pateaste con tus pies y te alegraste en tu alma con todo el desprecio para la tierra de Israel,

7 por eso, he aquí que extenderé contra ti mi brazo, te daré por botín a las naciones, te exterminaré de entre los pueblos, te borraré del número de los países y te destruiré; y conocerás que Yo soy Yahvé.

Contra Moab

8 [8766] Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto Moab y Seír han dicho: «He aquí que la casa de Judá es como todos los pueblos»,

9 por eso abriré el flanco de Moab, donde están sus ciudades, sus ciudades fronterizas, la gloria del país, Bet-Jesimot, Baal-Meón y Kiryataim.

10 (Las daré) a los hijos del Oriente, por posesión suya, como lo hice con los hijos de Ammón para que de los hijos de Ammón no hubiese más memoria entre los pueblos.

11 Así juzgaré también a Moab, y conocerán que Yo soy Yahvé.

Contra Edom y Filistea

12 [8767] Así dice Yahvé, el Señor: Por lo que hizo Edom cuando se vengó cruelmente de los hijos de Judá, y por la grave culpa que cometieron al desfogar en ellos su rencor,

13 por esto, así dice Yahvé el Señor: Yo extenderé mi mano contra Idumea, exterminaré de ella hombres y bestias, y la convertiré en un desierto; desde Temán hasta Dedán caerán a espada.

14 [8768] Y tomaré venganza de Edom, por medio de Israel, mi pueblo, que tratará a Edom conforme a mi ira y conforme a mi indignación; y conocerán mi venganza, dice Yahvé, el Señor.

15 Así dice Yahvé, el Señor: Porque los filisteos han tomado venganza, vengándose cruelmente, con desprecio en el alma, para exterminarlo (todo) a causa del odio perpetuo;

16 [8769] por esto, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que extenderé mi mano contra los filisteos, y exterminaré a los cereteos, y destruiré el resto (que habita) a orillas del mar.

17 Y tomaré de ellos una terrible venganza, castigándolos con furor; y conocerán que Yo soy Yahvé cuando Yo haga caer sobre ellos mi venganza.”

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Ezequiel 26

Profecía contra Tiro

1 [8770] El año undécimo, el primero del mes, recibí esta palabra de Yahvé:

2 [8771] “Hijo de hombre, por cuanto dice Tiro contra Jerusalén:

« ¡Ha! destruida está

la puerta de los pueblos,

la cual (ahora) se ha abierto para mí.

Yo me haré rica y ella está asolada».

3 Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

Heme aquí contra ti, oh Tiro;

haré subir contra ti muchas naciones,

a la manera que el mar levanta sus olas.

4 Destruirán los muros de Tiro

y derribarán sus torres;

y barreré de ella hasta su polvo

para dejarla como una roca desnuda.

5 [8772] Vendrá a ser un lugar en medio del mar

donde se tienden las redes,

pues Yo he hablado,

dice Yahvé, el Señor;

y será ella presa de las naciones.

6 [8773] Y sus hijas que están en el continente,

perecerán al filo de la espada;

y conocerán que Yo soy Yahvé.

7 [8774] Porque así dice Yahvé, el Señor:

He aquí que conduciré desde el norte, contra Tiro,

a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes,

con caballos y carros y caballería

y gran multitud de tropas.

8 [8775] A tus hijas que están en el continente,

las pasará a cuchillo,

te circunvalará con torres de asedio,

levantará contra ti terraplenes

y alzará contra ti escudos.

9 [8776] Dirigirá el ataque de sus arietes contra tus muros

y con sus instrumentos de hierro demolerá tus torres.

10 [8777] La muchedumbre de sus caballos

te cubrirá con su polvo

y tus muros temblarán al estrépito de los jinetes,

ruedas y carros, cuando él entrare por tus puertas,

como quien entra en una ciudad tomada.

11 Con los cascos de sus caballos

hollará todas tus calles;

pasará a cuchillo a tu pueblo,

y serán derribadas al suelo

tus más poderosas columnas.

12 Despojarán tus riquezas

y saquearán tus mercancías;

destruirán tus muros

y derribarán tus bellísimas casas,

y arrojarán al mar tus piedras y tus maderas y hasta tu polvo.

13 Haré cesar la voz de tus cantares

y no se oirá más el son de tus cítaras.

14 [8778] Te dejaré como una roca desnuda;

vendrás a ser un lugar donde se tienden las redes;

ni volverás a ser reedificada;

pues Yo Yahvé he hablado,

dice Yahvé, el Señor.

15 [8779] Así dice Yahvé, el Señor, a Tiro: ¿No se estremecerán acaso las islas al estruendo de tu caída, cuando giman los traspasados en la gran matanza que se hará en medio de ti?

16 Entonces todos los príncipes del mar bajarán de sus tronos y se quitarán sus mantos, se despojarán de sus vestimentos bordados, y se vestirán de espanto. Sentados en tierra temblarán a cada momento, y quedarán consternados a causa de ti.

17 Y cantarán sobre ti una elegía diciéndote:

« ¡Cómo estás destruida tú que habitas entre las aguas,

ciudad célebre,

poderosa en el mar!

Ella y sus moradores

llenaban de espanto

a todos los habitantes del (mar).

18 Ahora las islas temblarán

en el día de tu caída,

las islas que están en el mar quedarán atónitas

al ver tu fin».

19 Porque así dice Yahvé, el Señor: Cuando Yo te haya convertido en ciudad desolada, como las ciudades que no se habitan, cuando Yo haga venir sobre ti el océano y te cubran las grandes aguas;

20 [8780] entonces te haré bajar con los que han bajado a la fosa, donde están los pueblos de tiempos remotos, y te colocaré en las profundidades de la tierra, entre las ruinas perpetuas, junto con los que bajaron a la fosa, para que no seas ya habitada; pues Yo doy la gloria a la tierra de los que viven.

21 Te reduciré a la nada y dejarás de existir; te buscarán, pero nunca jamás serás hallada”, dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 27

Elegía sobre Tiro

1 [8781] Me fue dirigida la palabra de Yahvé, en estos términos:

2 “Tú, hijo de hombre, canta sobre Tiro una elegía;

3 y di a Tiro: Oh tú que estás sentada a la entrada del mar y comerciabas con los pueblo: de muchas costas, así dice Yahvé, el Señor:

4 Tiro, tú decías: «Yo soy de perfecta belleza».

Tus dominios están en el corazón del piélago;

tus constructores hicieron perfecta tu hermosura.

5 [8782] De los abetos de Sanir

fabricaron toda tu armazón;

para hacer tu mástil

tomaron un cedro del Líbano.

6 de las encinas de Basán hicieron tus remos;

labraron tus bancos de marfil

con incrustaciones de madera de boj,

traída de las islas de Kitim.

7 De lino recamado de Egipto eran tus velas,

que te servían de bandera;

jacinto y púrpura de las islas

de Elisá formaban tu toldo.

8 Los habitantes de Sidón y de Arvad

eran tus remeros,

y tus sabios que estaban en ti, oh Tiro,

te servían de pilotos.

9 Los ancianos y los más peritos de Gebal

te asistían para reparar tus hendiduras;

todas las naves del mar, con sus marineros,

estaban a tu servicio

para el intercambio de tus mercaderías.

10 [8783] En tu ejército servían como guerreros tuyos

los hombres de Persia, de Lidia y de Libia,

que colgaron en ti sus escudos y morriones;

y ellos te dieron esplendor.

11 [8784] Los hijos de Arvad y tu ejército, velaban sobre tus muros en todo tu contorno; y los de Gamad que estaban en tus torres, colgaban sus escudos alrededor de tus muros, coronando tu belleza.

12 [8785] Tarsis traficaba contigo porque en ti había abundancia de toda suerte de riqueza; con plata, hierro, estaño y plomo pagaban tus mercaderías.

13 [8786] Javán, Tubal y Mósoc comerciaban contigo; traían a sus mercados esclavos y objetos de bronce.

14 Los de la casa de Togormá te daban a trueque de tus mercancías caballos, corceles y mulos.

15 [8787] Los hijos de Dedán hacían negocios contigo; muchas islas formaban tu clientela; te daban en cambio colmillos de marfil y ébano.

16 Siria ejercía el comercio contigo, a causa de la multitud de tus productos; cambiaban tus mercaderías por carbunclo, púrpura, obra recamada, lino fino, corales y rubíes.

17 Judá y la tierra de Israel eran tus clientes, llevaban a tus mercados trigo de Minit, perfumes, miel, aceite, y bálsamo.

18 Damasco tenía intercambio contigo, (pagándote) la abundancia de tus productos y la multitud de todas tus riquezas con vino de Helbón y lana de Sáhar.

19 [8788] Vedán y Javán de Uzal daban por tus mercaderías hierro labrado; casia y caña aromática había en tus mercados.

20 [8789] Dedán te vendía sillas de montar;

21 Arabia y todos los príncipes de Cedar mantenían tráfico contigo, dándote en cambio corderos, carneros y machos cabríos.

22 Los mercaderes de Sabá y de Rama comerciaban contigo; con los más exquisitos aromas, con toda suerte de piedras preciosas y con oro pagaban ellos tus manufacturas.

23 Harán, Cané y Edén, los comerciantes de Sabá, Asiria y Quelmad traficaban contigo;

24 te vendían objetos de lujo y mantos de jacinto recamado; tapices de diversos colores, liados con cuerdas fuertes, se hallaban entre tus mercaderías.

25 Las naves de Tarsis eran tus intermediarios

para (mantener) tu tráfico.

Así te henchiste y te hiciste muy gloriosa

en medio del mar.

26 [8790] Pero aunque tus remeros

te condujeron por muchas aguas,

el viento solano te ha destrozado

en el seno del mar.

27 Tus riquezas, tus mercancías, los productos de tu mercado,

tus marineros y tus pilotos,

tus calafates y los agentes de tu tráfico,

todos los hombres de guerra

que en ti se hallaban

y todo el gentío que estaba en medio de ti,

cayeron en el abismo del mar

el día de tu caída.

28 Al estruendo de los gritos de tus pilotos

se estremecerán las playas,

29 y todos los que manejan el remo,

bajarán de sus naves;

los marineros y todos los pilotos del mar,

saltarán a tierra.

30 [8791] Levantarán su voz sobre ti y se lamentarán amargamente;

echarán polvo sobre sus cabezas

y se revolcarán en ceniza.

31 Por tu causa se raparán la cabeza

y se ceñirán de cilicio;

y te llorarán con amargura de alma,

con dolor amarguísimo.

32 En su dolor entonarán sobre ti una elegía

cantando de ti:

«¿Quién como Tiro?

¿Quién como la que (ahora) yace silenciosa

en medio del mar?

33 Con las ganancias de tu comercio marítimo

hartabas a muchos pueblos;

con la abundancia de tus riquezas y de tus mercancías

enriquecías a los reyes de la tierra.

34 Quebrantada por el mar estás ahora,

sepultada en lo profundo de las aguas,

ha cesado tu comercio

y todo el gentío que te llenaba.

35 Todos los habitantes de las islas se espantan de ti;

sus reyes quedan atónitos,

se les ha demudado el rostro.

36 Los comerciantes de los pueblos te silban;

has venido a ser un objeto de pasmo

y ya no existirás por los siglos».”

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Ezequiel 28

Profecía acerca del rey de Tiro

1 [8792] Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2 “Hijo de nombre, di al príncipe de Tiro: Así dice Yahvé, el Señor:

Se ha engreído tu corazón,

y has dicho: «Yo soy un dios,

yo ocupo el asiento de Dios

en medio de los mares»,

siendo tú un hombre y no Dios,

aunque te imaginaste ser un dios.

3 [8793] ¿Acaso eres tú más sabio que Daniel,

y no hay secreto alguno que te quede oculto?

4 [8794] Te hiciste rico con tu sabiduría

y con tu inteligencia,

y amontonaste oro y plata

en tus tesorerías.

5 [8795] Con tu mucho saber y con tu comercio

aumentaste tu poder,

y se ha engreído tu corazón a causa de tu poderío.

6 [8796] Por eso así dice Yahvé, el Señor:

Por cuanto te imaginaste ser un dios,

7 por tanto, he aquí que haré venir contra ti extranjeros,

los más feroces de los pueblos;

que desenvainarán sus espadas contra las obras maestras de tu sabiduría,

y profanarán tu gloria.

8 Te harán descender a la fosa, y morirás de la muerte

de aquellos que mueren en el seno del mar.

9 [8797] ¿Seguirás entonces diciendo frente a tu matador: «Yo soy un dios»?

Hombre serás, y no Dios,

en la mano del que te traspasa.

10 [8798] Morirás de la muerte de los incircuncisos,

por mano de extranjeros;

pues Yo he hablado”,

dice Yahvé, el Señor.

Elegía sobre el rey de Tiro

11 Y vino a mí la palabra de Yahvé, diciendo:

12 [8799] “Hijo de hombre, entona una elegía sobre el rey de Tiro, y dile: Así habla Yahvé, el Señor:

Tú eras el sello de la perfección,

lleno de sabiduría y de acabada hermosura.

13 Vivías en el Edén, jardín de Dios;

todas clases de piedras preciosas formaban tu vestido:

el sardio, el topacio, el diamante,

el crisólito, el ónice, el jaspe,

el zafiro, el carbunclo,

la esmeralda y el oro.

Tus tambores y tus flautas estuvieron a tu servicio

en el día en que fuiste creado.

14 [8800] Eras un querubín ungido para proteger;

Así Yo te había constituido;

estabas en el monte santo de Dios

y caminabas en medio de piedras de fuego.

15 Perfecto fuiste en tus caminos

desde el día de tu creación,

hasta que fue hallada en ti la iniquidad.

16 [8801] Con el gran aumento de tu comercio

se llenó tu corazón de violencias y pecaste;

por tanto te profané

(echándote) del monte de Dios;

y te destruí, oh querubín protector,

de en medio de las piedras de fuego.

17 Se engrió tu corazón

a causa de tu hermosura;

corrompiste tu sabiduría

con tu esplendor;

por eso, te arrojé al suelo

y te di en espectáculo a los reyes.

18 [8802] Por la multitud de tus maldades,

y por las injusticias de tu comercio

profanaste tu santidad;

por eso hice salir fuego de en medio de ti,

un fuego que te consumió,

y te convertí en ceniza sobre la tierra,

ante los ojos de todos los que te ven.

19 Todos los que te conocían entre los pueblos,

están asombrados de ti;

has venido a ser un objeto de pasmo

y ya no existirás nunca jamás.”

Contra Sidón

20 Y me llegó la palabra de Yahvé, diciendo:

21 [8803] “Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Sidón, y profetiza contra ella.

22 Dirás:

Así dice Yahvé, el Señor:

Heme aquí contra ti, Sidón;

Yo quiero glorificarme en medio de ti;

y conocerán que Yo soy Yahvé,

cuando la juzgue

y manifieste en ella mi santidad.

23 Enviaré contra ella la peste,

y habrá sangre en sus calles,

y caerán en medio de ella traspasados por la espada,

que la herirá por todos lados;

y conocerán que Yo soy Yahvé.

24 Y ya no habrá para la casa de Israel zarza punzante ni espina que le cause dolor, en medio de todos sus circunvecinos que la desprecian; y conocerán que Yo soy Yahvé.

La vuelta de Israel

25 Así dice Yahvé, el Señor: Cuando Yo congregare la casa de Israel de entre los pueblos entre los cuales han sido dispersados, entonces manifestaré mi santidad de ellos a la vista de los gentiles, y habitarán en su tierra que di a mi siervo Jacob.

26 Habitarán allí en paz, edificarán casas y plantarán viñas; habitarán en seguridad cuando Yo haga justicia en todos aquellos que los desprecian por todos lados; y conocerán que Yo, Yahvé, soy su Dios.”

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Ezequiel 29

Primer oráculo contra Egipto

1 El año décimo, el día doce del décimo mes, recibí la palabra de Yahvé, que dijo:

2 “Hijo de hombre, vuelve tu rostro contra el Faraón, rey de Egipto, y vaticina contra él, y contra todo Egipto.

3 [8804] Habla y di: Así dice Yahvé, el Señor:

Heme aquí contra ti, Faraón,

rey de Egipto,

cocodrilo gigantesco que yaces

en medio de sus ríos

y dices: «Mi río, es mío,

pues yo lo hice.»

4 Por eso pondré garfios en tus quijadas,

y haré que se peguen los peces de tus ríos a tus escamas,

y te sacaré de en medio de tus ríos,

con todos los peces de tus ríos, pegados a tus escamas;

5 y te echaré al desierto,

con todos los peces de tus ríos;

sobre la superficie del campo caerás,

y no serás recogido ni levantado;

a las fieras de la tierra y a las aves del cielo

te daré como pasto.

6 [8805] Y conocerán todos los habitantes de Egipto

que Yo soy Yahvé;

porque has sido un báculo de caña para los hijos de Israel.

7 Cuando te tomaban con la mano,

te rompías lastimándoles todo el hombro;

y cuando en ti se apoyaban, te hacías pedazos,

paralizándoles todo el cuerpo.

8 Por tanto, así dice, Yahvé, el Señor: He aquí que haré venir sobre ti la espada, y exterminaré en ti hombres y bestias.

9 Y la tierra de Egipto quedará hecha un desierto y una soledad; y conocerán que Yo soy Yahvé; porque (el Faraón) ha dicho: «El río es mío, y yo lo he hecho».

10 [8806] Por eso, he aquí que estoy contra ti y contra tus ríos, y convertiré la tierra de Egipto en desierto desolado, desde Migdol hasta Siene, y hasta los confines de Etiopía.

11 No pasará por ella pie de hombre; ni transitará por allí pie de bestia; ni será habitada por cuarenta años.

12 [8807] Y haré del país de Egipto un yermo en medio de (otros) países yermos, y sus ciudades quedarán desoladas por cuarenta años en medio de las ciudades devastadas; y dispersaré a los egipcios entre las naciones y los esparciré por los países.

13 Pues así dice Yahvé, el Señor: Al cabo de los cuarenta años congregaré a los egipcios de entre los pueblos donde han estado dispersos.

14 [8808] Y pondré término al cautiverio de Egipto, y los conduciré a la tierra de Patros, tierra de su origen, y allí formarán un modesto reino.

15 [8809] Será más humilde que los (demás) reinos; y no se alzará más sobre las naciones; Yo los disminuiré, para que no dominen más sobre los pueblos.

16 No serán ya para la casa de Israel un objeto de confianza sino un recuerdo de la iniquidad (que cometieron) al volverse hacia ellos; y conocerán que Yo soy Yahvé, el Señor.”

Segundo oráculo contra Egipto

17 El año veinte y siete, el primer día del primer mes, recibí la palabra de Yahvé, el cual me dijo:

18 [8810] “Hijo de hombre: Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha fatigado mucho a su ejército contra Tiro; todas las cabezas quedaron calvas y todos los hombros pelados; sin embargo, ni él ni su ejército recibieron de Tiro recompensa alguna por el servicio que prestaron contra ella.

19 Por eso, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que voy a dar a Nabucodonosor, rey de Babilonia, el país de Egipto y él se llevará sus riquezas; tomará sus despojos y saqueará su botín y ésta será la paga para su ejército.

20 Por su servicio prestado contra (Tiro) le he dado la tierra de Egipto; pues han trabajado para Mí, dice Yahvé, el Señor.

21 [8811] En aquel día haré crecer un cuerno a la casa de Israel, y a ti te abriré la boca en medio de ellos; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

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Ezequiel 30

Tercer oráculo contra Egipto

1 Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

2 Hijo de hombre, profetiza, y di: Así habla Yahvé:

¡Prorrumpid en aullidos!

¡Ay de aquel día!

3 [8812] Porque cercano está el día;

se ha acercado el día de Yahvé,

el día de las tinieblas,

que será el tiempo de los gentiles.

4 Vendrá la espada sobre Egipto,

y el terror sobre Etiopía,

cuando caigan traspasados en Egipto

y sean llevadas sus riquezas

y destruidos sus fundamentos.

5 [8813] Los etíopes, los libios, los lidios y toda la turba de gentes,

los de Cub y los (otros) aliados

caerán con ellos al filo de la espada.

6 Así dice Yahvé:

Caerán los que apoyan a Egipto,

y se derrumbará su soberbio poder;

desde Migdol hasta Siene caerán allí al filo de la espada,

dice Yahvé, el Señor.

7 (Egipto) será un yermo en medio de países yermos, y sus ciudades figurarán entre las ciudades devastadas.

8 Entonces conocerán que Yo soy Yahvé, cuando pegue fuego a Egipto y se quebranten todos sus auxiliadores.

9 En aquel día saldrán en naves mensajeros de mi parte para aterrar a los etíopes que viven en seguridad; vendrá sobre ellos el terror, como en el día de Egipto; pues he aquí que viene.

10 Así dice Yahvé, el Señor: Yo exterminaré la multitud de Egipto, por mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia.

11 Él y su pueblo con él, los más feroces de los pueblos, serán enviados a devastar el país; desenvainarán sus espadas contra Egipto y llenarán el país de cadáveres.

12 [8814] Y Yo secaré los ríos y venderé el país a hombres feroces; devastaré la tierra y cuanto en ella hay, por medio de extranjeros, Yo, Yahvé he hablado.

13 [8815] Así dice Yahvé, el Señor:

Destruiré los ídolos

y acabaré con los falsos dioses de Menfis.

No habrá más príncipe

procedente de la tierra de Egipto;

y esparciré el terror en el país de Egipto.

14 Asolaré a Patros,

entregaré a Tanis a las llamas

y haré justicia contra No.

15 Derramaré mi ira sobre Sin, la fortaleza de Egipto, y exterminaré la mucha gente de No.

16 Pegaré fuego a Egipto; Sin se revolcará en dolores, se abrirá brecha en No, y Menfis estará en continuas angustias.

17 Los jóvenes de On y Bubaste caerán a cuchillo; y estas (ciudades) irán al cautiverio.

18 En Tafnis el día se convertirá en oscuridad cuando Yo rompa allí los cetros de Egipto y se acabe en ella la arrogancia de su poder. Una nube la cubrirá, y sus hijas irán al cautiverio.

19 Así haré justicia en Egipto; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

Cuarto oráculo contra Egipto

20 [8816] El año undécimo, el día siete del primer mes, recibí esta palabra de Yahvé:

21 “Hijo de hombre, he roto el brazo del Faraón, rey de Egipto; y he aquí que no ha sido vendado ni tratado con medicamentos, ni fajado con vendas para que, restablecido, pueda empuñar la espada.

22 Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Heme aquí contra el Faraón, rey de Egipto; y le quebraré (ambos) brazos, tanto el sano como el quebrado, y haré que de su mano caiga la espada.

23 Dispersaré a los egipcios entre los pueblos y los diseminaré por los países.

24 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré mi espada en su mano, pero romperé los brazos del Faraón, el cual gemirá ante aquél con gemidos de un hombre traspasado.

25 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, mas los brazos del Faraón se caerán; y conocerán que Yo soy Yahvé cuando ponga mi espada en manos del rey de Babilonia para que la desenvaine contra la tierra de Egipto.

26 [8817] Y desparramaré a los egipcios entre los pueblos y los esparciré por los países; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

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Ezequiel 31

Quinto oráculo contra Egipto

1 El año undécimo, el primer día del tercer mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

2 “Hijo de hombre, di al Faraón, rey de Egipto, y a su multitud:

¿A quién te igualaste en tu grandeza?

3 [8818] Mira a Asur: era un cedro del Líbano,

de ramas hermosas,

de umbroso follaje y elevada altura,

cuya copa se perdía entre las nubes.

4 [8819] Las aguas le habían dado crecimiento,

y altura (las fuentes) del abismo,

el cual hacía correr sus ríos

alrededor del lugar donde estaba plantado,

y hacía pasar sus arroyos

por todos los árboles del campo.

5 Por eso superaba en altura

a todos los árboles campestres;

se multiplicaron sus ramas

y se dilató su fronda,

merced a la abundancia de las aguas

en el período de su crecimiento.

6 En sus ramas anidaban

todas las aves del cielo,

debajo de su follaje

parían todas las bestias del campo;

y a su sombra habitaban

todas las grandes naciones.

7 Era hermoso por su grandeza

y por la extensión de su ramaje,

porque sus raíces se hallaban

junto a abundantes aguas.

8 No le igualaban los cedros

en el jardín de Dios,

los abetos no tenían copa semejante,

y los plátanos no superaban su fronda;

ningún árbol en el jardín de Dios

le era igual en belleza.

9 Yo le había hecho hermoso

por la muchedumbre de sus ramas,

y le envidiaban todos los árboles del Edén,

que estaban en el jardín de Dios.

10 Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Porque se ha encumbrado en altura, elevando su copa hasta entre las nubes, y su corazón se ha ensoberbecido a causa de su altura,

11 le he entregado en manos del más poderoso entre las naciones, para que le tratara a su manera. A causa de su maldad lo he desechado.

12 [8820] Extranjeros, los más feroces de los pueblos, le cortaron y le dejaron tendido; sobre los montes y en todos los valles cayeron sus ramas, y en todos los torrentes de la tierra se halló su fronda destrozada. Y todos los pueblos de la tierra se retiraron de su sombra y le abandonaron.

13 Sobre sus restos se posan

todas las aves del cielo,

y sobre sus ramas transitan

todas las bestias del campo;

14 [8821] para que ninguno de los árboles (plantados) junto a las aguas se ensoberbezca por su altura, ni eleve su copa hasta entre las nubes; y para que ninguno de los regados con agua en su soberbia confíe en sí mismo. Porque

todos están destinados a la muerte,

a las profundidades de la tierra,

juntamente con los hijos de los hombres,

con los que bajan a la fosa.

15 [8822] Así dice Yahvé, el Señor: El día en que bajó al scheol, ordené Yo un gran duelo; por él vestí de luto el abismo y detuve sus ríos; y se pararon las caudalosas aguas; por él enluté al Líbano, y se desmayaron todos los árboles del campo.

16 [8823] Con el estruendo de su caída hice temblar las naciones, cuando lo arrojé al scheol, con los que bajan a la fosa. Y se consolaron en lo profundo de la tierra todos los árboles del Edén, los más escogidos y hermosos del Líbano, todos los regados de agua.

17 Éstos también bajaron con él al scheol, hacia los que perecieron al filo de la espada; los cuales habían sido su brazo y habían habitado bajo su sombra, en medio de las naciones.

18 [8824] ¿A quién te igualas en gloria y grandeza, entre los árboles del Edén? Serás precipitado con los árboles del Edén a las profundidades de la tierra; yacerás entre los incircuncisos, con los pasados a cuchillo. Esto sucederá al Faraón y a toda su multitud” —oráculo del Señor, Yahvé.

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Ezequiel 32

Lamentación sobre el rey de Egipto

1 [8825] El año duodécimo, el día primero del duodécimo mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

2 [8826] “Hijo de hombre, entona una elegía sobre el Faraón, rey de Egipto y dile:

Eras cual leoncillo entre las gentes,

eras como un cocodrilo en las aguas;

te revolvías en tus ríos,

enturbiando las aguas con tus pies

y ensuciando sus corrientes.

3 Así dice Yahvé, el Señor:

Tenderé sobre ti mi red

en medio de un concurso de muchos pueblos.

que te sacarán con mi red.

4 Te arrojaré en tierra

te extenderé sobre el campo;

haré posar sobre ti todas las aves del cielo,

y saciaré de ti a las bestias

de toda la tierra.

5 Pondré tus carnes sobré los montes

y llenaré de tu carroña los valles.

6 Con tu sangre regaré tu fétida tierra,

hasta la altura de las montañas;

y se llenarán de ti las hondonadas.

7 [8827] Al extinguirte cubriré el cielo

y oscureceré sus estrellas;

taparé el sol con una nube

y la luna ya no despedirá su luz.

8 A causa de ti vestiré de luto

a todos los luminares que brillan en el cielo,

y cubriré de tinieblas tu tierra,

dice Yahvé, el Señor.

9 Afligiré el corazón de muchos pueblos, cuando haga llegar (la noticia de) tu ruina a las naciones, a países que no conocías.

10 Haré que por ti queden atónitos numerosos pueblos, y por ti se estremecerán de terror sus reyes, cuando Yo esgrima ante ellos mi espada; temblarán sin cesar, cada cual por su vida, en el día de tu caída.

11 Porque así dice Yahvé, el Señor: Vendrá sobre ti la espada del rey de Babilonia.

12 Abatiré tu multitud con la espada de los valientes;

son todos ellos los más feroces de los pueblos;

destruirán el orgullo de Egipto,

y será deshecha toda su multitud.

13 Exterrninaré todas sus bestias

junto a las copiosas aguas,

y no las enturbiará más pie de hombre,

ni pezuña de bestia.

14 [8828] Entonces volveré limpias sus aguas;

y haré correr sus ríos como aceite,

dice Yahvé, el Señor.

15 Cuando Yo convierta la tierra de Egipto en desierto,

despojando el país de cuanto contiene,

e hiera a todos sus habitantes,

conocerán que Yo soy Yahvé.

16 [8829] Ésta es la elegía que se cantará. La entonarán las hijas de las naciones; la cantarán sobre Egipto y toda su multitud”, dice Yahvé, el Señor.

Elegía sobre el pueblo de Egipto

17 [8830] El año duodécimo, el quince del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

18 “Hijo de hombre, compón un canto lúgubre sobre la multitud de Egipto, y arrójala, a ella y a las hijas de las naciones poderosas, a las profundidades de la tierra, con los que bajan a la fosa.

19 [8831] ¿A quién superas (ahora) en hermosura?

¡Baja y acuéstate entre los incircuncisos!

20 Caerán ellos en medio de muertos a espada; entregada será (Egipto) al cuchillo; ¡sacadla fuera, con todas sus multitudes!

21 [8832] En medio del scheol le dirigirán la palabra los más poderosos de los potentados, así como a sus auxiliadores (diciendo): «Han descendido, yacen los incircuncisos, traspasados por la espada».

22 [8833] Allí se halla Asur, con toda su gente, en torno suyo están sus sepulcros; todos yacen traspasados, caídos a cuchillo, en sepulcros situados en lo más hondo de la fosa.

23 [8834] Alrededor de su sepulcro está toda su gente, todos ellos traspasados, caídos a cuchillo, los que fueron el terror de la tierra de los vivientes.

24 Allí está Elam, con toda su multitud en torno a su sepulcro; todos ellos traspasados, caídos a cuchillo, que descendieron incircuncisos a las profundidades de la tierra. Los que fueron el terror de la tierra de los vivientes, llevan su ignominia con los bajados a la fosa.

25 En medio de los traspasados, colocaron su lecho para él y todo su pueblo, en torno a sus sepulcros; todos ellos incircuncisos, pasados a cuchillo. Esparcieron el terror en la tierra de los vivientes; mas llevan (ahora) su ignominia con los bajados a la fosa; yacen en medio de los muertos.

26 [8835] Allí está Mósoc, Tubal y toda su gente, en torno a sus sepulcros, todos ellos incircuncisos, pasados a cuchillo, por haber sido el terror de la tierra de los vivientes.

27 Y no yacen entre los héroes de los incircuncisos, que cayeron y descendieron al scheol con sus armas de guerra, la espada debajo de sus cabezas, y el escudo sobre sus huesos, por haber sido el terror de los fuertes en la tierra de los vivientes.

28 Así también tú serás quebrantado con los incircuncisos; y yacerás con los muertos a espada.

29 [8836] Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes, que a pesar de sus hazañas han sido puestos entre los muertos a cuchillo, yacen entre los incircuncisos, entre los que descendieron a la fosa.

30 [8837] Allí están los príncipes del Norte, todos ellos y todos los sidonios; bajaron con los traspasados por la espada, a pesar del terror que inspiraba su fortaleza. Están confundidos y yacen, incircuncisos, con los pasados a cuchillo, llevando su ignominia con los bajados a la fosa.

31 [8838] Al verlos, el Faraón se consolará de toda su multitud. Muertos a espada están el Faraón y todo su ejército, dice Yahvé, el Señor.

32 Pues aunque le puse por terror en la tierra de los vivientes, el Faraón yacerá entre los incircuncisos, entre los pasados a cuchillo; él y toda su mucha gente” —oráculo de Yahvé.

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III. Restauración de Israel

Ezequiel 33

El profeta, atalaya del pueblo

1 [8839] Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2 [8840] “Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando Yo enviare la espada sobre un país, y la gente del país toma un hombre de su territorio, y le pone por atalaya suyo;

3 y éste, viendo venir la espada sobre el país, toca la trompeta y avisa al pueblo;

4 si entonces el que oye la voz de la trompeta, no se deja apercibir, y llega la espada y le arrebata, la sangre de éste recaerá sobre su propia cabeza.

5 [8841] Pues oyó la voz de la trompeta, más no se dejó prevenir, por eso recae su sangre sobre él. Si hubiese tomado nota del aviso habría salvado su vida,

6 Pero si el atalaya, viendo venir la espada, no toca la trompeta y el pueblo no es avisado, y llegando la espada arrebata a alguno de ellos, este, por su iniquidad, perderá la vida, pero Yo demandaré su sangre de manos del atalaya.

7 [8842] Ahora bien, hijo de hombre, Yo te he puesto por atalaya de la casa de Israel; tú oirás de mi boca la palabra y los apercibirás de mi parte.

8 [8843] Si Yo digo al impío: Impío, tú morirás sin remedio; y tú no hablas para apartar al impío de su camino, este impío por su iniquidad morirá, pero Yo demandaré su sangre de tu mano.

9 [8844] Pero si tú apercibiste al impío para que se convierta de su camino, y si (el impío) no se convierte de su camino, por su iniquidad morirá; mas tú has salvado tu alma.

10 Di oh hijo de hombre, a la casa de Israel: Vosotros seguís diciendo: “Ya que nuestras faltas y nuestros pecados pesan sobre nosotros, y por ellos nos estamos consumiendo, ¿cómo podremos vivir?”

11 [8845] Diles: Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que el impío se convierta de su camino y viva. Convertidos, convertíos de vuestros perversos caminos. ¿Por qué queréis morir, oh casa de Israel?

Justicia y misericordia de Dios

12 Tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará en el día de su transgresión; y la iniquidad no dañará al impío cuando se convierta, como tampoco el justo podrá vivir por su (justicia) cuando pecare.

13 Si Yo digo al justo: Ciertamente vivirás, y si él, confiando en su justicia, comete maldad, ninguna de sus obras justas será recordada, sino que por la maldad que cometió morirá.

14 Asimismo, si Yo digo al impío: Ciertamente morirás; y si este impío, convirtiéndose de su pecado, practicare la equidad y la justicia,

15 devolviere la prenda, restituyere lo robado, y siguiere los mandamientos de vida, sin cometer maldad, de seguro vivirá; no morirá.

16 Ninguno de sus pecados que haya cometido será recordado contra él; ha obrado con equidad y justicia; de cierto vivirá.

17 [8846] Y sin embargo, dicen los hijos de tu pueblo: «El camino del Señor no es recto», cuando, al contrario, los caminos de ellos no son rectos.

18 Si el justo se aparta de su justicia y comete maldades, morirá por ellas,

19 y si el impío se aparta del mal y practica la equidad y la justicia, por esto vivirá.

20 ¡Y vosotros decís: «No es recto el camino del Señor»! Yo os juzgaré, oh casa de Israel, a cada uno, conforme a su camino.

Impenitencia de los que habían quedado

21 [8847] El año doce de nuestro cautiverio, el día cinco del décimo mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, que dijo: “Cayó la ciudad”.

22 La tarde antes de llegar el fugitivo, había venido sobre mí la mano de Yahvé, para abrirme la boca, y (estuvo sobre mí) hasta que ése vino a mí por la mañana; y se abrió mi boca, y ya no estuve mudo.

23 Y me llegó la palabra de Yahvé que dijo:

24 [8848] “Hijo de hombre, los que habitan entre aquellas ruinas en la tierra de Israel andan diciendo: «Si Abrahán que era uno solo, recibió en herencia el país ¿cuánto más quedará éste en posesión nuestra, puesto que somos muchos?»

25 Por tanto les dirás: Así dice Yahvé, el Señor: Vosotros, los que coméis (la carne) con la sangre y alzáis los ojos hacia vuestros ídolos y derramáis sangre, ¿acaso vosotros habéis de poseer el país?

26 Confiáis en vuestras espadas, cometéis abominación, y cada cual contamina a la mujer de su prójimo, ¿y pensáis ser herederos del país?

27 Así les hablarás: Esto dice Yahvé, el Señor: Por mi vida, que los que están entre las ruinas caerán a espada, y los que se hallan en el campo los daré como pasto a las fieras, y los que están en lugares fuertes y en cavernas morirán de peste.

28 Haré del país un desierto y una soledad; se acabará la soberbia de su poder; y las montañas de Israel quedarán asoladas, porque no habrá quien pase por ellas.

29 Y conocerán que Yo soy Yahvé, al convertir Yo el país en desierto y desolación, a causa de todas las abominaciones que han cometido.

30 [8849] En cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo chismean de ti, junto a las paredes y a las entradas de las casas. Hablan entre sí cada uno con su compañero, diciendo: « ¡Ea, vamos a oír cuál es la palabra que ha salido de Yahvé!»

31 Y vienen a ti como a reuniones del pueblo, y se sienta delante de ti mi pueblo para oír tus palabras, pero no las ponen en práctica, porque con su boca te alaban, mientras su corazón va tras su avaricia.

32 Pues he aquí que eres para ellos como un cantor de amores que tiene hermosa voz y toca bien; porque escuchan tus palabras, mas no las cumplen.

33 Pero cuando ello viniere —he aquí que viene ya— conocerán que hubo un profeta en medio de ellos.”

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Ezequiel 34

Los malos pastores de Israel

1 [8850] Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo:

2 “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a estos pastores: Así habla Yahvé, el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No es más bien el deber de los pastores apacentar el rebaño?

3 Vosotros coméis su leche y os vestís de su lana; matáis lo gordo, pero no apacentáis el rebaño.

4 [8851] No fortalecisteis a las ovejas débiles, no curasteis a las enfermas, no vendasteis a las perniquebradas, no condujisteis al redil a las descarriadas, no fuisteis en busca de las perdidas, sino que las dominabais con violencia y crueldad;

5 [8852] de modo que se dispersaron por falta de pastor; vinieron a ser presa de todas las fieras del campo y se perdieron.

6 Mis ovejas andan errantes por todas las montañas y por todas las altas colinas. Por toda la faz de la tierra se dispersaron mis ovejas, y no hay quien las busque ni quien se preocupe de ellas.

7 Por eso, oíd, oh pastores, la palabra de Yahvé:

8 Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que por cuanto mi grey ha sido depredada, y mis ovejas han sido presa de todas las fieras del campo, por falta de pastor; pues mis pastores no cuidaban de mis ovejas, sino que los pastores se apacentaban a sí mismos y no apacentaban a mi grey,

9 por lo tanto, oíd, oh pastores, la palabra de Yahvé.

10 [8853] Así dice Yahvé, el Señor: Heme aquí contra los pastores; demandaré mis ovejas de su mano y no permitiré que apacienten mi grey; ni tampoco se apacentarán en adelante los pastores a sí mismos; puesto que Yo libraré mis ovejas de su boca, y nos les servirán ya de pasto.

El buen Pastor

11 [8854] Porque así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo mismo iré en pos de mis ovejas, y las revistaré.

12 Como el pastor revista a su grey al encontrarse con sus ovejas descarriadas, así revistaré Yo mis ovejas y las recogeré de todos los lugares por donde se dispersaron en día de nublado y tinieblas.

13 Las sacaré de entre los pueblos, las recogeré de los países, las llevaré a su tierra y las apacentaré sobre los montes de Israel, junto a los arroyos, y en todas las regiones habitadas del país.

14 En pastos buenos las apacentaré, y sobre las elevadas montañas de Israel estará su redil; allí tendrán cómoda majada, y en medio de pingües pastos pacerán sobre los montes de Israel.

15 Yo mismo pastorearé mis ovejas, y Yo mismo las llevaré a la majada —oráculo de Yahvé, el Señor.

16 [8855] Buscaré las perdidas, traeré las descarriadas, vendaré las perniquebradas y fortaleceré las enfermas; mas a las gordas y fuertes las destruiré. Las apacentaré con justicia.

17 A vosotras, ovejas mías, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo juzgaré entre ovejas y ovejas, entre carneros y machos cabríos.

18 [8856] ¿Por ventura no os bastaba comer los pastos buenos, ya que pisoteabais con vuestros pies lo que sobraba de vuestro pasto? ¿Ni os bastaba beber el agua limpia, ya que enturbiabais con vuestros pies la que quedaba?

19 De modo que mis ovejas tenían que comer lo que vosotros habíais hollado con vuestros pies, y beber lo que con vuestros pies habíais enturbiado.

20 Por tanto, así les dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo mismo juzgaré entre las ovejas gordas y las ovejas flacas.

21 Porque atropellabais con el flanco a todas las débiles y las acorneabais con vuestros cuernos hasta echarlas a otros lugares.

22 Por eso Yo salvaré mi grey, para que no sirva más de presa; así juzgaré entre oveja y oveja.

El nuevo David, pastor de Israel

23 [8857] Y suscitaré sobre ellas un solo pastor que las pastoree, mi siervo David; él las apacentará y él será su pastor.

24 Yo, Yahvé, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas. Yo, Yahvé, he hablado.

25 [8858] Haré con ellas una alianza de paz, y exterminaré de la tierra las bestias feroces, y habitarán con seguridad en regiones desiertas y dormirán en los bosques.

26 [8859] Y haré de ellos y de los alrededores de mi monte una bendición, y enviaré a su tiempo las lluvias, lluvias de bendición.

27 Los árboles del campo darán su fruto y la tierra dará sus productos, y vivirán en paz en su tierra; y conocerán que Yo soy Yahvé, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los salve del poder de los que los tratan como esclavos.

28 Y no serán más presa de las naciones, ni los devorarán las bestias de la tierra, sino que habitarán con seguridad, y no habrá quien los espante.

29 [8860] Y les haré brotar una vegetación magnífica; ya no serán más consumidos por el hambre en el país, ni expuestos al oprobio de las naciones.

30 Y conocerán que Yo, Yahvé, su Dios, estoy con ellos, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo —oráculo de Yahvé, el Señor.

31 Vosotros, los hombres, sois mis ovejas, las ovejas de mi grey, y Yo soy vuestro Dios, dice Yahvé, el Señor.”

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Ezequiel 35

Contra Edom

1 Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2 [8861] “Hijo de hombre, vuelve tu rostro contra la montaña de Seír y profetiza contra ella.

3 Dile: Así dice Yahvé, el Señor:

He aquí que estoy contra ti, montaña de Seír;

extenderé mi mano contra ti,

y haré de ti una soledad y un desierto.

4 Reduciré tus ciudades a ruinas;

serás un país despoblado,

y conocerás que Yo soy Yahvé.

5 [8862] Porque tienes un odio perpetuo,

y entregaste los hijos de Israel a la espada,

en el tiempo de su calamidad,

al llegar la iniquidad al colmo.

6 [8863] Por eso, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que te transformaré en sangre, y la sangre te perseguirá. Por cuanto no aborreciste la sangre, la sangre te perseguirá.

7 Convertiré los montes de Seír en desierto completo y exterminaré de él al que va y al que viene.

8 Llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados, en tus valles, en todos tus torrentes yacerán los traspasados por la espada.

9 En desolación perpetua te trocaré, y tus ciudades no serán ya habitadas; entonces conoceréis que Yo soy Yahvé.

10 [8864] Pues dijiste: Ambos pueblos y ambos países son míos, y nosotros los poseeremos, siendo así que Yahvé estaba allí.

11 Por eso, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que te trataré según la medida de tu ira y de tu envidia, con que tú, en tu odio, los trataste, y Yo, al juzgarte a ti, seré conocido por ellos.

12 [8865] Entonces conocerás que Yo, Yahvé, he escuchado todas las injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: «Devastados están, nos han sido dados como presa».

13 Os ensoberbecisteis contra Mí con vuestra boca y multiplicasteis contra Mí vuestras palabras. Yo las he oído.

14 [8866] Esto dice Yahvé, el Señor: Alegrándose toda la tierra haré de ti un yermo.

15 Como tú te alegraste de la desolación de la casa de Israel, así haré Yo contigo. Yermo serás, serranía de Seír, e Idumea toda entera; y se conocerá que Yo soy Yahvé.

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Ezequiel 36

Retorno y restauración de Israel

1 [8867] Tú, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, diciendo: Oíd, montes de Israel, la palabra de Yahvé.

2 [8868] Así dice Yahvé, el Señor: Porque el enemigo ha dicho de vosotros: « ¡Ea! los collados eternos están en nuestro poder»,

3 por eso vaticina y di: Así dice Yahvé, el Señor: Precisamente por eso, porque os asolaron y os hollaron por todos lados, para que fueseis herencia de las demás naciones, y porque llegasteis a ser objeto de chismes y el oprobio de los pueblos,

4 por eso, escuchad, montes de Israel, la palabra de Yahvé, el Señor: Así dice Yahvé a los montes y a los collados, a las hondonadas y a los valles, a las ruinas, y a las ciudades abandonadas, que a las demás naciones circunvecinas sirvieron de presa y de ludibrio.

5 [8869] Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: En el fuego de mis celos he hablado contra las otras naciones y contra la Idumea entera, quienes se apoderaron de mi tierra, regocijándose de todo corazón y despreciándola en su alma, a fin de tomarla y saquearla.

6 Por eso, profetiza respecto de la tierra de Israel; y di a los montes y a los collados, a los torrentes y a los valles: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que en mis celos y en mi indignación he hablado, porque vosotros habéis soportado la afrenta de las naciones.

7 Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: He alzado mi mano para que las naciones que os rodean, soporten también ellas su oprobio.

Restauración del país

8 Mas vosotros, oh montes de Israel, brotad vuestras ramas y producid vuestro fruto para Israel, mi pueblo, porque cercana está su vuelta.

9 Porque he aquí que a vosotros (vengo); hacia vosotros vuelvo mi rostro y seréis labrados y sembrados.

10 [8870] Multiplicaré en vosotros la gente, la casa de Israel, toda entera. Serán repobladas las ciudades y reedificados los lugares destruidos.

11 Os henchiré de hombres y de bestias, que crecerán y serán fecundos; os poblaré como antiguamente y os daré más bienes que al principio; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

12 Y haré que ande gente sobre vosotros: Israel, mi pueblo. Ellos te poseerán, y tú serás su herencia; y no volveréis a estar sin ellos.

13 [8871] Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto dicen de vosotros: «Eres una tierra que se traga a los hombres y priva a tu pueblo de sus hijos»,

14 por eso en adelante no comerás más a los hombres ni privarás a tu pueblo de sus hijos, dice Yahvé, el Señor.

15 Yo haré que no oigas más los insultos de las gentes ni tengas que sufrir los oprobios de los pueblos; pues no perderás más tu población”, dice Yahvé, el Señor.

Purificación del pueblo

16 Y me llegó la palabra de Yahvé, diciendo:

17 “Hijo de hombre, mientras los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la contaminaron con su proceder y sus malas obras. Era su conducta delante de Mí como la inmundicia de una mujer en su impureza.

18 Por lo cual derramaré mi ira sobre ellos, a causa de la sangre que derramaron sobre el país y porque lo contaminaron con sus ídolos.

19 Por eso los he dispersado entre las naciones y fueron diseminados por los países; así los juzgué según sus caminos y conforme a sus obras.

20 Mas llegados a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo Nombre, pues se decía de ellos: «Éstos son el pueblo de Yahvé, pero de la tierra de Él han salido».

21 [8872] Sin embargo los perdoné por amor a mi santo Nombre, al que la casa de Israel había deshonrado entre las naciones adonde llegaron.

22 Por eso, di a la casa de Israel: Así dice Yahvé, el Señor: No por vosotros hago (esto), oh casa de Israel, sino por mi santo Nombre, al que vosotros habéis profanado entre las naciones a donde llegasteis.

23 [8873] Y santificaré mi gran Nombre que ha sido deshonrado entre los gentiles, el cual vosotros profanasteis en medio de ellos; y conocerán los gentiles que Yo soy Yahvé, el Señor cuando haga patente mi santidad en vosotros, viéndolo ellos.

24 Pues Yo os sacaré de entre los gentiles, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestra propia tierra.

25 Y derramaré sobre vosotros agua limpia para que quedéis limpios, y os purificaré de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos.

26 [8874] Os daré un corazón nuevo, y pondré en vosotros un espíritu nuevo; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.

27 [8875] Infundiré mi Espíritu en vuestro corazón y haré que sigáis mis mandamientos y observéis mis leyes, poniéndolas por obra.

28 [8876] Y habitaréis en la tierra que Yo di a vuestros padres; y vosotros seréis el pueblo mío, y Yo seré vuestro Dios.

29 [8877] Os libraré de todas vuestras inmundicias; haré venir el trigo y lo multiplicaré; y no os enviaré más el hambre.

30 Multiplicaré el fruto del árbol y la cosecha del campo, a fin de que no sufráis más el oprobio del hambre entre las naciones.

31 [8878] Entonces os acordaréis de vuestros malos caminos y de vuestras obras que no eran buenas, y tendréis asco de vosotros mismos a causa de vuestras iniquidades y abominaciones.

32 No por vosotros haré Yo (esto), dice Yahvé, el Señor, tenedlo así entendido. ¡Confundíos y avergonzaos de vuestros caminos, oh casa de Israel!

Nueva prosperidad de Israel

33 [8879] Así dice Yahvé, el Señor: El día en que Yo os purificaré de todas vuestras iniquidades, repoblaré las ciudades y serán reedificados los lugares destruidos.

34 La tierra devastada será cultivada en vez de ser un desierto a los ojos de todo transeúnte.

35 Y se dirá: «La tierra que estaba desolada ha venido a ser como el jardín de Edén; y las ciudades desiertas, arruinadas y destruidas, se hallan ya fortificadas y habitadas».

36 Y los gentiles que quedaren en torno vuestro conocerán que Yo, Yahvé, he reedificado lo que estaba destruido, y que Yo he plantado lo que estaba devastado. Yo, Yahvé, he hablado, y Yo obraré.

37 [8880] Así dice Yahvé, el Señor: Aun esto conseguirá la casa de Israel, para que lo haga en favor de ellos: los aumentaré con hombres a manera de rebaño.

38 Como rebaño de ovejas consagradas, como los rebaños de Jerusalén en sus fiestas, así serán las ciudades desiertas: llenas de rebaños de hombres; y se conocerá que Yo soy Yahvé.

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Ezequiel 37

Los huesos secos que recobran vida

1 [8881] Vino sobre mí la mano de Yahvé: Yahvé me sacó fuera en espíritu, y me colocó en medio de la llanura, la cual estaba llena de huesos.

2 Y me hizo pasar junto a ellos, todo en torno; y he aquí que eran numerosísimos. Estaban (tendidos) sobre la superficie de la llanura y secos en extremo.

3 Y me dijo: “Hijo de hombre, ¿acaso volverán a tener vida estos huesos?” Yo respondí: “Yahvé, Señor, Tú lo sabes.”

4 Entonces me dijo: “Profetiza sobre estos huesos, y diles: ¡Huesos secos, oíd la palabra de Yahvé!

5 Así dice Yahvé a estos huesos: He aquí que os infundiré espíritu y viviréis.

6 Os recubriré de nervios, haré crecer carne sobre vosotros, os revestiré de piel y os infundiré espíritu para que viváis; y conoceréis que Yo soy Yahvé.”

7 Profeticé como se me había mandado; y mientras yo profetizaba he aquí que hubo un ruido tumultuoso, y se juntaron los huesos, cada hueso con su hueso (correspondiente).

8 Y miré y he aquí que crecieron sobre ellos nervios y carnes y por encima los cubrió piel; pero no había en ellos espíritu.

9 [8882] Entonces me dijo: “Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al aliento: Así dice Yahvé, el Señor: Ven, oh espíritu de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.”

10 Profeticé como Él me había mandado; y entró en ellos el espíritu, y vivieron y se pusieron en pie, (formando) un ejército sumamente grande.

11 [8883] Entonces me dijo: “Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Mira cómo dicen: «Se han secado nuestros huesos y ha perecido nuestra esperanza; estamos completamente perdidos».

12 Por eso profetiza, y diles: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que abriré vuestros sepulcros y os sacaré de vuestras tumbas, oh pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel.

13 Y al abrir Yo vuestros sepulcros y al sacaros de vuestras tumbas, conoceréis, oh pueblo mío, que Yo soy Yahvé.

14 [8884] E infundiré en vosotros mi espíritu y viviréis, y os daré reposo en vuestra tierra; y conoceréis que Yo, Yahvé, lo he dicho, y Yo lo hago, dice Yahvé.”

Unión de Judá e Israel

15 Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo:

16 [8885] “Tú, hijo de hombre, toma una vara y escribe en ella: «Para Judá y los hijos de Israel unidos a él». Luego toma otra vara y escribe en ella: «Para José, el báculo de Efraím, y para toda la casa de Israel que le está unida».

17 Y acerca la una a la otra para que sean una sola vara; y se unirán en tu mano.

18 Y cuando los hijos de tu pueblo te pregunten, diciendo: «¿No nos explicarás qué significa esto para ti?»

19 [8886] diles: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que voy a tomar la vara de José que está en mano de Efraím, y las tribus de Israel que le están unidas, y las juntaré con la vara de Judá, haciendo de ellas una sola vara; y vendrán a ser una misma cosa en mi mano.

20 Las varas en que tú escribas han de estar en tu mano, ante los ojos de ellos;

21 y les dirás: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo sacaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde fueron; los recogeré de todas las partes y los llevaré a su tierra.

El nuevo David

22 Y haré de ellos una sola nación en el país, en los montes de Israel; un solo rey reinará sobre todos ellos; nunca más serán dos naciones ni se dividirán ya en dos reinos.

23 [8887] No se contaminarán más con sus ídolos, con sus abominaciones, ni con ninguna de sus transgresiones, puesto que Yo los pondré en salvo (sacándolos) de todos los lugares donde pecaron, y los purificaré; y ellos serán mi pueblo, y Yo seré su Dios.

24 [8888] Mi siervo David será rey sobre ellos; y todos ellos tendrán un solo Pastor; observarán mis leyes y guardarán mis mandamientos y los cumplirán.

25 [8889] Y habitarán en la tierra que Yo di a mi siervo Jacob, donde moraron vuestros padres; allí habitaran para siempre, ellos y sus hijos y los hijos de sus hijos; y mi siervo David será para siempre su príncipe.

26 Y haré con todos ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna; los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi Santuario en medio de ellos perpetuamente.

27 [8890] Y tendré entre ellos mi morada, y Yo seré el Dios de ellos, y ellos serán el pueblo mío.

28 [8891] Y conocerán los gentiles que Yo soy Yahvé, el santificador de Israel, cuando mi Santuario esté en medio de ellos para siempre.”

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Ezequiel 38

Profecía contra Gog y Magog

1 [8892] Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2 [8893] “Hijo de hombre, dirige tu rostro contra Gog, la tierra de Magog, príncipe de Rosch, Mósoc y Tubal; y profetiza contra él.

3 Dirás: Así dice Yahvé, el Señor: Heme aquí contra ti, oh Gog, príncipe de Rosch, Mósoc y Tubal.

4 Yo te haré dar vueltas y pondré garfios en tus quijadas; te sacaré fuera, juntamente con tu ejército, caballos y jinetes, todos magníficamente armados, un gentío inmenso, que llevan paveses y escudos y todos manejan la espada.

5 Persas, etíopes y libios estarán con ellos, todos con escudos y yelmos.

6 [8894] Gómer y todas sus tropas, la casa de Togormá, (y los) de las partes extremas del norte, con todas su tropas, muchos pueblos serán tus aliados.

7 ¡Aparéjate y prepárate, tú y todo tu gentío, reunido en derredor de ti; sé tú su jefe!

8 [8895] Al cabo de muchos días recibirás el mando, y en los años postreros marcharás contra una nación salvada de la espada, recogida de entre muchos pueblos sobre las montañas de Israel, desoladas por muchísimo tiempo; (una nación) sacada de entre los pueblos y que habita toda entera en paz.

9 [8896] Te levantarás cual huracán y vendrás como nube para cubrir todo el país, tú y todas tus tropas y muchos pueblos contigo.

10 Así dice Yahvé, el Señor: En aquel día trazarás planes en tu corazón y maquinarás un designio perverso.

11 [8897] Te dirás: Subiré contra una tierra indefensa, iré contra gentes tranquilas que viven en paz y que habitan todas sin muros, y sin tener cerrojos ni puertas,

12 [8898] para depredar y saquear, para extender tu mano contra ruinas que recién han sido habitadas, y contra un pueblo recogido de entre las naciones, que se ha adquirido ganados y bienes y habita en el centro de la tierra.

13 [8899] Sabá y Dedán y los comerciantes de Tarsis, y todos los leoncillos, te dirán:

«¿Vienes acaso a depredar?

¿No reuniste tu gentío

para tomar botín,

para robar plata y oro,

para tomar ganados y bienes,

para llevarte grandes despojos?»

14 Por eso, profetiza, hijo de hombre, y di a Gog: Así dice Yahvé, el Señor: En aquel día, cuando Israel mi pueblo habite en paz, tú lo sabrás;

15 y vendrás de tu lugar, desde las partes más remotas del norte, tú y mucha gente contigo, todos a caballo, una gran muchedumbre y un ejército inmenso.

16 Y subirás contra Israel, mi pueblo, como una nube que cubre la tierra. Esto será en los últimos días, y seré Yo quien te conduciré contra mi tierra, para que las naciones me conozcan cuando Yo manifieste mi santidad en ti, oh Gog, viéndolo ellos.

Derrota de Gog

17 [8900] Así dice Yahvé, el Señor: ¿No eres tú aquel de quien hablé en tiempos antiguos por boca de mis siervos los profetas de Israel, que en aquel tiempo hablaron proféticamente de los años en que Yo te traería contra ellos?

18 [8901] Aquel día, el día que invada Gog la tierra de Israel, dice Yahvé, el Señor, reventará mi ira y mi furor.

19 [8902] En mis celos y en el furor de mi ira declaro: En aquel día habrá un gran temblor en la tierra de Israel.

20 [8903] Temblarán ante Mí los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo, todos los reptiles que se arrastran sobre el suelo y todo hombre que vive sobre la faz de la tierra; y serán derribados los montes, se desmoronarán los peñascos y todos los muros se vendrán al suelo.

21 Llamaré contra él la espada por todos mis montes, dice Yahvé, el Señor, y cada uno dirigirá la espada contra su hermano.

22 [8904] Le juzgaré con peste y sangre, y lloveré aguas de inundación, pedrisco, fuego y azufre sobre él, sobre sus huestes y sobre los numerosos pueblos que le acompañan.

23 Así manifestaré mi gloria y mi santidad, y me daré a conocer a los ojos de muchas naciones; y sabrán que Yo soy Yahvé.

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Ezequiel 39

Muerte de Gog

1 Tú, hijo de hombre, profetiza contra Gog, diciendo: Así habla Yahvé, el Señor: Heme aquí contra ti, oh Gog, príncipe de Rosch, Mósoc y Tubal.

2 [8905] Yo te haré dar vueltas y te conduciré; Yo te haré subir de las partes más remotas del norte, y te llevaré a las montañas de Israel.

3 Yo destrozaré el arco que tienes en tu mano izquierda, y haré caer tus flechas de tu mano derecha.

4 [8906] Sobre los montes de Israel caerás tú y todos tus ejércitos y los pueblos que te acompañan; te entregaré a las aves de rapiña, a los volátiles de toda especie, y a las fieras del campo, para que te devoren.

5 [8907] Sobre la superficie del campo caerás; porque Yo he hablado, dice Yahvé, el Señor.

6 [8908] Enviaré fuego sobre Magog, y sobre los que habitan confiadamente en las islas; y conocerán que Yo soy Yahvé.

7 [8909] Y haré que se conozca mi santo Nombre en medio de Israel, mi pueblo, y no dejaré profanar más mi santo Nombre; y las naciones sabrán que Yo soy Yahvé, el Santo de Israel.

8 He aquí que esto sucederá y se cumplirá, dice Yahvé. Éste es el día del cual he hablado.

9 [8910] Entonces los habitantes saldrán de las ciudades de Israel, y prenderán fuego a las armas y las quemarán, así como los escudos, las rodelas, los arcos, las saetas, las mazas y las lanzas; y serán pábulo para el fuego por siete años.

10 No traerán leña del campo, ni la cortarán en los bosques, pues harán lumbre con las armas. Así depredarán a sus depredadores y despojarán a esos mismos que los habían despojado, dice Yahvé, el Señor.

Sepultura de Gog

11 [8911] En aquel día daré a Gog un lugar de sepultura en Israel: el valle de los Pasajeros, al oriente del mar, valle que obstruye el paso a los transeúntes. Allí enterrarán a Gog y a toda su multitud; y será llamado Valle de la muchedumbre de Gog.

12 [8912] A fin de purificar la tierra, la casa de Israel los estará enterrando durante siete meses.

13 Los enterrará todo el pueblo del país; y será para ellos un día glorioso aquel en que Yo seré glorificado, dice Yahvé, el Señor.

14 Designarán hombres que recorran sin cesar el país para enterrar a los insepultos, a los dejados sobre la faz de la tierra, para purificarla. Durante siete meses harán sus investigaciones.

15 Cuando los que recorren el país vean los huesos de un hombre, pondrán junto a ellos una señal, hasta su entierro por los sepultureros en el Valle de la muchedumbre de Gog.

16 [8913] Hamona será el nombre de esa ciudad; y así purificarán el país.

17 [8914] Y tú, hijo de hombre, así dice Yahvé, el Señor: Di a los volátiles de toda especie y a todas las bestias del campo: ¡Congregaos y venid! Reuníos de todos los alrededores junto a la víctima mía la que Yo inmolo para vosotros, víctima grande, sobre las montañas de Israel, para que comáis carne y bebáis sangre.

18 Comeréis carne de héroes y beberéis sangre de príncipes de la tierra: carneros, corderos, machos cabríos y toros, todos ellos gordos (como los) de Basán.

19 Comeréis hasta hartaros de la gordura de mi víctima que preparo para vosotros, y beberéis sangre hasta la embriaguez.

20 En mi casa os saciaréis de caballos y de jinetes, de héroes y de toda clase de guerreros, dice Yahvé, el Señor.

Glorificación de Dios

21 Entonces haré manifestación de mi gloria entre los gentiles, y todos los gentiles verán cómo Yo ejecuto mi justicia descargando sobre ellos mi mano.

22 [8915] Y desde aquel día en adelante sabrá la casa de Israel que Yo soy Yahvé, su Dios.

23 Y las naciones entenderán que por sus iniquidades fue llevada la casa de Israel al cautiverio; que a causa de su infidelidad contra Mí escondí de ellos mi rostro y los entregué en manos de sus enemigos, para que todos cayesen al filo de la espada;

24 que los traté según sus inmundicias y según sus prevaricaciones y que por eso oculté de ellos mi rostro.

25 Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: Ahora volveré a traer a los cautivos de Jacob, y me apiadaré de toda la casa de Israel, pero seré celoso de mi santo Nombre.

26 [8916] Llevarán su ignominia y todas sus infidelidades que han cometido contra Mí, cuando habiten ya seguros en su tierra sin que nadie los espante.

27 [8917] Y cuando Yo los haga volver de entre los pueblos, recogiéndolos de los países de sus enemigos y manifestando en ellos mi santidad a los ojos de muchas naciones,

28 reconocerán que Yo soy Yahvé, su Dios, el que los llevó al cautiverio entre las naciones, y el que los reunió en su propia tierra, sin dejar allí ni uno de ellos.

29 [8918] No volveré más a esconder de ellos mi rostro; porque habré derramado mi espíritu sobre la casa de Israel” —oráculo de Yahvé, el Señor.

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IV. El nuevo Templo, la nueva Ciudad y la Tierra restaurada

Ezequiel 40

El nuevo Templo

1 [8919] El año veinte y cinco de nuestro cautiverio, al principio del año, el diez del mes, catorce años después de la caída de la ciudad, aquel mismo día vino sobre mí la mano de Yahvé y me trasladó allá.

2 [8920] Me llevó en visiones divinas a la tierra de Israel, y me colocó sobre un monte muy alto, sobre el cual había, al mediodía, una construcción semejante a una ciudad.

3 [8921] Cuando me había llevado allá, vi a un varón, cuyo aspecto era como el aspecto de bronce. Tenía en la mano una cuerda de lino y una caña de medir y estaba parado a la puerta.

4 [8922] Y me dijo aquel varón: “Hijo de hombre, mira con tus ojos, y escucha con tus oídos y para mientes en todo lo que te voy a mostrar; pues para que yo te lo haga ver, has sido trasladado acá. Todo cuanto veas anúncialo a la casa de Israel.”

5 [8923] Y vi un muro exterior que rodeaba toda la Casa; (vi) también en la mano de aquel varón una caña de medir, de seis codos, cada uno de los cuales tenía un codo y un palmo. Y midió el ancho del edificio: una caña; y la altura: una caña.

La puerta oriental

6 [8924] Entonces fue a la puerta que mira hacia el oriente, subió por sus gradas y midió el umbral de la puerta: una caña de ancho; y el otro umbral: una caña de ancho.

7 Cada cámara tenía una caña de largo y una caña de ancho; y entre las cámaras había (un espacio) de cinco codos; y el umbral de la puerta junto al vestíbulo de la puerta interior tenía una caña.

8 Luego midió el vestíbulo de la puerta interior: una caña.

9 Midió también el vestíbulo de la puerta: ocho codos; y sus pilares: dos codos; el vestíbulo de la puerta estaba en la parte de adentro.

10 Las cámaras de la puerta oriental eran tres de un lado, y tres del otro. Una misma medida tenían todas ellas, y una misma medida los pilares de ambos lados.

11 Después midió el ancho de la entrada de la puerta: diez codos; y la profundidad del portal: trece codos.

12 Había delante de las cámaras un espacio delimitado de un codo de un lado, y de un codo del otro lado; y cada cámara tenía seis codos por una y otra parte.

13 Y midió la puerta desde el techo de una cámara hasta la (opuesta), y era su anchura de veinte y cinco codos, de puerta a puerta.

14 [8925] Y midió los pilares de sesenta codos, los cuales estaban adheridos al atrio que rodeaba todo (el edificio de) la puerta.

15 Desde el frente de la puerta de la entrada hasta el frente del vestíbulo de la puerta interior, había cincuenta codos.

16 [8926] En las cámaras y sus pilares había ventanas de reja, que daban al interior (del edificio) de la puerta, todo en derredor, y asimismo en los vestíbulos. Las ventanas estaban todo en derredor y daban al interior, y en los pilares había palmeras.

El atrio exterior y las demás puertas

17 Me llevó después al atrio exterior; y allí había cámaras y un pavimento enlosado de piedras todo en torno del atrio. Treinta cámaras bordeaban el pavimento.

18 El pavimento se extendía a ambos lados de las puertas, y correspondía a la profundidad de las puertas. Éste era el pavimento inferior.

19 Y midió por la parte de afuera la profundidad (del atrio), desde la fachada de la puerta de abajo hasta la fachada del atrio interior; cien codos hacia el oriente y hacia el norte.

20 Midió también la longitud y la anchura de la puerta del atrio exterior, que mira hacia el norte.

21 Sus cámaras, tres a un lado y tres al otro, así como sus pilares y su vestíbulo tenían las mismas medidas que las de la puerta primera: cincuenta codos de largo por veinte y cinco de ancho.

22 [8927] Sus ventanas, su vestíbulo y sus palmeras eran conforme a la medida de la puerta que miraba hacia el oriente. Se subía a ella por siete gradas, y delante de éstas se hallaba un vestíbulo.

23 En el atrio interior había una puerta frente a la puerta septentrional, que correspondía a la oriental; y de puerta a puerta había una distancia de cien codos.

24 Luego me llevó a la parte meridional; y he aquí una puerta que daba al sur; y midió sus pilares y su vestíbulo, que tenían las mismas dimensiones.

25 Tenía, así como su vestíbulo, todo en torno, ventanas semejantes a las otras ventanas, de cincuenta codos de largo y de veinte y cinco de ancho.

26 Tenía también siete gradas para subir, y delante de ellas estaba un vestíbulo. Había en los pilares palmeras, una de un lado, y otra del otro.

27 Había también en el atrio interior una puerta que miraba al sur; y midió (el varón) de puerta a puerta, hacia el sur: cien codos.

Puertas del atrio interior

28 Entonces me llevó al atrio interior, a la puerta meridional, y midió la puerta meridional, la cual tenía las mismas dimensiones.

29 También sus cámaras, sus pilares y su vestíbulo tenían las mismas medidas. Había ventanas en ella y en su vestíbulo, todo en derredor. Su longitud era de cincuenta codos, y su anchura de veinte y cinco.

30 [8928] Los vestíbulos, que había todo en derredor, eran de veinte y cinco codos de largo y de cinco codos de ancho.

31 Su vestíbulo daba al atrio exterior; tenía palmeras en sus pilares y se subía por ocho gradas.

32 Después me condujo, en el atrio interior, hacia el oriente y midió la puerta, la cual tenía las mismas medidas (que las otras). 33 Sus cámaras, sus pilares y su vestíbulo tenían aquellas mismas medidas; y había ventanas en ella y en su vestíbulo todo en derredor. Su longitud era de cincuenta codos, y su anchura de veinte y cinco.

34 Su vestíbulo daba al atrio exterior; en sus pilares a uno y otro lado había palmeras, y se subía a la (puerta) por ocho gradas.

35 Luego me llevó a la puerta del norte, y la midió con aquellas mismas medidas.

36 (Midió) también sus cámaras, sus pilares y su vestíbulo, y las ventanas en ella todo en derredor; cincuenta codos de largo por veinte y cinco de ancho.

37 Sus pilares daban al atrio exterior; en sus pilares había palmeras a un lado y al otro y se subía a la (puerta) por ocho gradas.

Descripción del atrio interior

38 [8929] Había cámaras con puertas correspondientes junto a los pilares de las puertas, para lavar los holocaustos.

39 En el vestíbulo de la puerta había a cada lado dos mesas, para degollar sobre ellas los holocaustos, las víctimas por el pecado y las víctimas por la culpa.

40 En el lado exterior, al norte de quien subía a la entrada de la puerta, había también dos mesas, y otras dos en la parte opuesta junto al pórtico de la puerta;

41 de modo que había junto a la puerta cuatro mesas de un lado y cuatro mesas del otro, (o sea) ocho mesas, sobre las cuales se degollaban (las víctimas). 42 Las cuatro mesas para los holocaustos eran de piedra labrada, de codo y medio de largo, codo y medio de ancho y un codo de alto. Sobre éstas se ponían los instrumentos con que se degollaban los holocaustos y las (otras) víctimas.

43 Por dentro había ganchos colocados todo en torno, qué tenían el tamaño de un palmo; y sobre las mesas, se ponía la carne de las víctimas.

44 [8930] Fuera de la puerta interior, en el atrio interior, había cámaras para los cantores, una al lado de la puerta del norte, con su frente hacia el sur; y otra al lado de la puerta oriental, con la frente hacia el norte.

45 Y me dijo: “La cámara que mira hacia el sur, es para los sacerdotes que están al servicio de la Casa;

46 [8931] y la cámara que mira hacia el norte es para los sacerdotes que desempeñan el servicio del altar. Son los hijos de Sadoc los que entre los hijos de Levi se acercan a Yahvé para servirle.”

47 Y midió el atrio: cien codos de largo y cien codos de ancho, un cuadrado. Y el altar estaba delante de la Casa.

El pórtico del Templo

48 Después me llevó al pórtico de la Casa, y midió los pilares del pórtico: cinco codos de un lado y cinco del otro; y la anchura de la puerta: tres codos de un lado y tres del otro.

49 [8932] Tenía el pórtico veinte codos de largo y once codos de ancho, y se subía a él por gradas. Y había columnas junto a los pilares, una a cada lado.

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Ezequiel 41

El santo y el santo de los santos

1 Me introdujo entonces en el Templo y midió los pilares: seis codos de ancho por un lado, y seis codos de ancho por el otro, lo que correspondía a la anchura del Tabernáculo.

2 La anchura de la entrada era de diez codos; los lados de la entrada tenían cinco codos a una parte y cinco a la otra. Después midió su longitud, que era de cuarenta codos, y su anchura, que era de veinte codos.

3 [8933] Luego entró en el interior y midió los pilares de la entrada: dos codos; y la entrada misma: seis codos; y la anchura de la entrada: siete codos.

4 [8934] Midió también su longitud: veinte codos, y la anchura: veinte codos, sobre el frente del Templo; y me dijo: “Éste es el Santo de los Santos.”

Edificios anejos

5 Después midió la pared de la Casa: seis codos, y la anchura de las cámaras laterales: cuatro codos, todo en torno de la Casa.

6 [8935] Las cámaras laterales estaban dispuestas en tres (pisos), una sobre otra, treinta en cada piso. Había salientes en la pared de la Casa todo en derredor, para que las cámaras laterales se apoyasen (en ellas), y no en la pared misma de la Casa.

7 Las cámaras laterales se ensanchaban, en todo el contorno, al paso que se subía; porque a medida que se subía por la escalera de caracol de la Casa, todo alrededor de la Casa, tanto más se ensanchaba la Casa hacía arriba. Se subía desde el piso inferior al superior por el del medio.

8 Y vi que la Casa todo en torno estaba sobre una elevación. Los fundamentos de las cámaras laterales eran de una caña entera, de seis codos, hasta la juntura.

9 La pared de las cámaras laterales tenía por afuera un espesor de cinco codos; y había un espacio libre entre el edificio lateral de la Casa,

10 y entre las cámaras había una anchura de veinte codos alrededor de la Casa por todos lados.

11 Las entradas del edificio lateral daban al espacio libre, una puerta estaba hacia el norte y otra hacia el sur. El espacio libre tenía cinco codos de ancho en todo el derredor.

Medidas de los edificios

12 [8936] El edificio que estaba frente al espacio cercado al lado occidental, tenía setenta codos de ancho, y la pared del edificio tenía un espesor de cinco codos todo alrededor, y su longitud era de noventa codos.

13 Después midió la Casa: cien codos de largo; el espacio libre, su edificio y sus paredes: cien codos de largo;

14 y el ancho de la fachada de la Casa y del espacio cercado por la parte oriental: cien codos.

15 Y midió la longitud del edificio, frente al espacio cercado que había detrás, y sus galerías a ambos lados: cien codos; y también el Templo interior y los vestíbulos del atrio.

Adornos del Templo

16 [8937] Los umbrales, las ventanas de reja y las galerías alrededor de los tres (pisos) estaban revestidos de madera a la redonda, empezando por los umbrales desde el suelo hasta las ventanas, las cuales estaban cubiertas.

17 Encima de la puerta, en el interior de la Casa y en el exterior, había tapices sobre toda la pared, todo en torno por dentro y por fuera,

18 [8938] con representaciones de querubines y palmeras, una palmera entre querubín y querubín. Cada querubín tenía dos caras:

19 cara de hombre (vuelta) hacia la palmera de esta parte, y cara de león (vuelta) hacia la palmera de la otra parte. Así se hizo por todo alrededor de la Casa.

20 Desde el suelo hasta la altura de la puerta había querubines y palmeras en la pared del Templo.

21 [8939] El Templo tenía en las puertas postes cuadrangulares. Delante del Santuario había algo así como

22 un altar de madera, de tres codos de altura, y de dos codos de largo. Sus ángulos y su superficie y sus paredes eran de madera.

23 [8940] Y me dijo: “Ésta es la mesa que está delante de Yahvé.”

24 El Templo y el Santuario tenían dos puertas, cada una de las cuales poseía dos hojas, que se plegaban (en dos partes): dos para una hoja y dos para la otra.

25 Sobre las puertas del Templo había querubines y palmeras, como los que estaban representados en las paredes; y al frente del pórtico por fuera, una cornisa de madera.

26 [8941] Y había ventanas enrejadas y palmeras a cada lado en las paredes laterales del pórtico y en las cámaras laterales, como también cornisas.

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Ezequiel 42

Aposentos para los sacerdotes

1 Después me sacó al atrio exterior, por el camino que va hacia el norte, y me llevó al departamento que estaba frente al espacio cercado y frente al muro del norte.

2 [8942] Tenía (donde estaba) la puerta del norte una longitud de cien codos y la anchura era de cincuenta codos.

3 [8943] Estaba frente a los veinte (codos) que tenía el atrio interior, y frente al pavimento del atrio exterior y tenía galería contra galería, en tres pisos.

4 Delante de las cámaras había un corredor de diez codos de ancho; un camino de un codo conducía al interior, y sus puertas daban al norte.

5 Las cámaras superiores eran más angostas; pues las galerías quitaban más de ellas que de las inferiores y de las intermedias del edificio.

6 Porque había tres pisos, pero no tenían columnas como las columnas de los atrios; por eso (las superiores) eran más estrechas que las de abajo y las de en medio.

7 El muro exterior, paralelo a las cámaras, que daba al atrio exterior delante de las cámaras, tenía cincuenta codos de largo;

8 pues las cámaras del lado del atrio exterior tenían cincuenta codos de largo, pero frente al templo tenían cien codos.

9 Más abajo de estas cámaras había una entrada desde el oriente, para quien entraba desde el atrio exterior.

10 Había también cámaras (al sur) a lo ancho del muro del atrio que miraba hacia el oriente, frente al espacio cercado y al edificio.

11 Delante de ellas había un corredor, y eran como las cámaras de la parte del norte. Su longitud y su anchura eran las mismas, como también todas sus salidas, su disposición y sus puertas.

12 Las puertas de las cámaras miraban hacia el sur, y había una puerta al principio del corredor paralelo al muro, para quien venía del lado oriental.

13 [8944] Y me dijo: “Las cámaras del norte y las cámaras del sur, que están frente al espacio cercado, son cámaras santas, donde los sacerdotes que se acercan a Yahvé comerán las cosas sacrosantas, y donde depositarán las cosas santísimas, las ofrendas y los sacrificios por el pecado y por la culpa, pues este lugar es santo.

14 Cuando los sacerdotes hubieren entrado, no saldrán del Lugar Santo al atrio exterior, sino que dejarán allí las vestimentas con que ejercen el ministerio, pues son santas. Vestirán otras ropas, y así se acercarán al (atrio) del pueblo.”

Dimensiones del recinto del Templo

15 Cuando hubo acabado de medir la Casa, me sacó fuera por la puerta que mira hacia el oriente; y midió el (recinto) todo en torno.

16 Midió la parte oriental, con la caña de medir: quinientas cañas, con la caña de medir.

17 Midió el lado septentrional: quinientas cañas, con la caña de medir.

18 Midió la parte meridional: quinientas cañas, con la caña de medir.

19 Y por el lado occidental midió también quinientas cañas con la caña de medir.

20 Y midió el muro (de cintura), todo alrededor, hacia los cuatro vientos, y tenía quinientas (cañas) de largo, y quinientas de ancho, separando así lo santo de lo profano.

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Ezequiel 43

El señor vuelve al Templo

1 [8945] Me trasladó después a la puerta que mira hacia el oriente;

2 [8946] y he aquí que la gloria del Dios de Israel venía del oriente. Su voz era como el estruendo de una gran mole de aguas; y la tierra resplandecía de su gloria.

3 [8947] El aspecto de la imagen que veía era como la que vi cuando Él vino para destruir la ciudad. Todo lo que veía era semejante a la visión que tuve junto al río Cobar; y póstreme sobre mi rostro.

4 Y la gloria de Yahvé entró en la Casa, por la puerta que mira hacia el oriente.

5 Entonces me levanto el Espíritu, y me llevó al atrio interior; y vi cómo la gloria de Yahvé llenaba la Casa.

6 [8948] Y oí cómo alguien me hablaba desde la Casa, y aquel varón estaba parado junto a mí.

7 [8949] Y me dijo: “Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono y el lugar de las plantas de mis pies, donde moraré entre los hijos de Israel para siempre. La casa de Israel, ellos y sus reyes, no contaminarán más mi santo Nombre con sus idolatrías, con los cadáveres de sus reyes y con sus lugares altos.

8 Pusieron su umbral junto a mi umbral, y los postes de su puerta junto a los postes de mi puerta, de suerte que sólo la pared estaba entre Mí y ellos; y contaminaron mi santo Nombre con las abominaciones que cometieron; por eso los he consumido en mi ira.

9 Ahora arrojarán lejos de Mí sus idolatrías y los cadáveres de sus reyes, y habitaré en medio de ellos para siempre.

10 Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel este Templo, para que se avergüencen de sus iniquidades, y tomen medida de las construcciones.

11 [8950] Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, muéstrales la imagen de la Casa, su disposición, sus salidas y sus entradas, toda su estructura y todas sus disposiciones, toda su forma y todas sus leyes; y ponlo por escrito delante de sus ojos, para que guarden todas sus disposiciones y todas sus leyes y las pongan en práctica.

12 Ésta es la ley de la Casa sobre la cumbre del monte: Todo su territorio a la redonda será santísimo. He aquí que ésta es la ley de la Casa.”

El altar de los holocaustos

13 [8951] He aquí las medidas del altar en codos, teniendo el codo un codo y un palmo. El zócalo: un codo (de alto) y un codo de ancho; y su reborde todo alrededor: un palmo. Tal era el zócalo del altar.

14 Desde el zócalo de sobre la tierra hasta la planta inferior: dos codos, y un codo de anchura. Y desde la planta chica hasta la planta grande: cuatro codos, y un codo de anchura.

15 [8952] El ariel tenía cuatro codos de altura; y del ariel hacia arriba salían cuatro cuernos.

16 El ariel tenía doce codos de largo por doce de ancho y formaba un cuadrado perfecto.

17 La planta tenía en sus cuatro lados catorce (codos) de largo por catorce de ancho, y alrededor suyo había una cornisa de medio codo, y todo en torno un canal de un codo, y sus gradas estaban en la parte oriental.

La dedicación del altar

18 [8953] Luego me dijo: “Hijo de hombre, así dice Yahvé, el Señor: Éste es el rito (de la dedicación) del altar para cuando sea construido, a fin de ofrecer sobre él holocaustos y derramar allí la sangre.

19 [8954] A los sacerdotes levitas del linaje de Sadoc, que son los que pueden acercarse a Mí, dice Yahvé, el Señor, para servirme, les darás un novillo para sacrificio por el pecado.

20 Tomarás de su sangre y la pondrás sobre los cuatro cuernos del altar, y sobre los cuatro ángulos de la base y sobre el borde todo alrededor. Así lo purificarás y harás su expiación.

21 Tomarás luego el novillo del sacrificio por el pecado y lo quemarás en un lugar reservado de la Casa, fuera del Santuario.

22 El segundo día presentarás un macho cabrío sin tacha, por el pecado; y purificarán el altar como se hizo con el novillo.

23 Terminada la purificación, ofrecerás un novillo sin tacha, y un carnero del rebaño, sin defecto.

24 [8955] Los presentarás delante de Yahvé, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán como holocausto a Yahvé.

25 Por siete días ofrecerás cada día un macho cabrío por el pecado. Se ofrecerá, además, un novillo y un carnero del rebaño, ambos a dos sin tacha.

26 Por siete días se hará expiación por el altar y se lo limpiará. Así será consagrado.

27 Cumplidos los días, desde el día octavo en adelante, los sacerdotes ofrecerán en el altar vuestros holocaustos y vuestras víctimas pacíficas; y Yo os seré propicio”, dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 44

La puerta cerrada

1 Después me hizo volver hacia la puerta exterior del Santuario, la cual mira al oriente; y estaba cerrada.

2 [8956] Y Yahvé me dijo: “Esta puerta estará cerrada, no se abrirá, y no entrará nadie por ella, porque ha entrado por ella Yahvé, el Dios de Israel; por eso quedará cerrada.

3 [8957] (Solamente) el príncipe, por ser príncipe se sentará allí para comer en la presencia de Yahvé. Por el vestíbulo de la puerta entrará, y por ese mismo camino saldrá.”

4 Luego me trasladó hacia la puerta del norte, delante de la Casa; miré, y he aquí que la gloria de Yahvé llenaba la Casa de Yahvé; y me postré sobre mi rostro.

Los incircuncisos y el templo

5 [8958] Y me dijo Yahvé: “Hijo de hombre, aplica tu atención, mira con tus ojos y escucha con tus oídos todo lo que te voy a decir respecto de todos los estatutos de la Casa de Yahvé y de todas sus leyes; y para mientes en las entradas de la Casa y todas las salidas del Santuario.

6 Y di a los rebeldes, a la casa de Israel: Así dice Yahvé, el Señor: Basta ya, oh casa de Israel, de todas las abominaciones (que cometisteis),

7 [8959] introduciendo a extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos en la carne, para que estuviesen en mi Santuario y profanasen mi Casa, mientras vosotros ofrecíais mi pan, la grosura y la sangre. Con todas vuestras abominaciones habéis roto mi alianza.

8 No habéis guardado (los ritos en) el servicio de mis cosas santas; sino que habéis puesto en mi Santuario hombres que hagan mi servicio a vuestro gusto.

9 Así dice Yahvé, el Señor: Ningún extranjero, ningún incircunciso, de corazón o incircunciso en la carne, de entre todos los extranjeros que haya en medio de los hijos de Israel, entrará en mi Santuario.

Los levitas

10 [8960] También los levitas que se apartaron de Mí cuando Israel se descaminó, apostatando de Mí para ir en pos de sus ídolos, llevarán su iniquidad.

11 Serán sirvientes en mi Santuario, guardas de las puertas de la Casa, y sirvientes de la Casa; degollarán los holocaustos y las víctimas para el pueblo, y estarán a su disposición para servirlo.

12 Porque le sirvieron delante de sus ídolos y fueron para la casa de Israel causa de iniquidad; por eso alzo Yo mi mano contra ellos, dice Yahvé, el Señor, para que lleven su maldad.

13 No se acercarán a Mí para ejercer ante Mí las funciones de sacerdotes, ni para tocar las cosas santas y santísimas, sino que llevarán su oprobio y las abominaciones que cometieron.

14 Los pondré por guardas en el servicio de la Casa, para todo su servicio y para cuanto haya que hacer en ella.

Los sacerdotes y su ministerio

15 [8961] Los sacerdotes levitas, hijos de Sadoc, que guardaron (los ritos en) el servicio de mi Santuario cuando los hijos de Israel apostataron de Mí, ellos se acercarán a Mí para servirme, y estarán en mi presencia para presentarme la grosura y la sangre, dice Yahvé, el Señor.

16 [8962] Ellos entrarán en mi Santuario y se llegarán a mi mesa para servirme, y guardarán mis ceremonias.

17 [8963] Después de entrar por las puertas del atrio interior, vestirán ropas de lino, y no llevarán sobre sí cosa de lana al ejercer su ministerio dentro de las puertas del atrio interior y en la Casa.

18 [8964] Tendrán turbantes de lino sobre su cabeza, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; y evitarán ceñirse de tal modo que entren en sudor.

19 [8965] Y cuando salieren al atrio exterior, al pueblo que está en el atrio exterior, se quitarán sus vestimentas en las cuales ordinariamente ejercen su ministerio, las depositarán en las cámaras del Santuario, y se pondrán otros vestidos, para no consagrar al pueblo con estas vestimentas suyas.

20 [8966] No raerán su cabeza, ni se dejarán crecer rizos de cabello, sino que se cortarán la cabellera.

21 Ningún sacerdote beberá vino cuando haya de entrar en el atrio interior.

22 No tomarán por mujer, viuda ni repudiada, sino una virgen de la estirpe de la casa de Israel. Sin embargo, podrán ellos tomar la viuda de un sacerdote.

23 [8967] Enseñarán a mi pueblo a distinguir entre lo santo y lo profano y a discernir entre lo impuro y lo puro.

24 [8968] Ellos serán jueces en los pleitos, y juzgarán conforme a mis juicios; observarán mis leyes y mis preceptos en todas mis fiestas y santificarán mis sábados.

25 No se llegarán a ningún muerto para no contaminarse. Sólo podrán contaminarse por padre, o madre, o hijo, o hija, o hermano, o hermana que no haya tenido marido.

26 Después de su purificación se le contarán siete días;

27 y el día en que entrare en el Santuario, en el atrio interior, para ejercer su ministerio en el Santuario, ofrecerá su sacrificio por el pecado, dice Yahvé, el Señor.

La porción de los sacerdotes es el Señor

28 [8969] Tendrán también herencia; pues Yo soy su herencia. No les daréis posesión en Israel; la posesión de ellos soy Yo.

29 Se alimentarán de las ofrendas, de los sacrificios por el pecado y de los sacrificios por la culpa; y todo anatema en Israel será para ellos.

30 [8970] Las primicias de todos los primeros frutos, y todas las ofrendas alzadas de cualquier clase, de entre todas vuestras ofrendas alzadas, pertenecerán a los sacerdotes. Daréis también al sacerdote las primicias de vuestras harinas, para que la bendición descanse sobre tu casa.

31 Los sacerdotes no comerán mortecino alguno, ni animal destrozado (por fieras), sea de aves, sea de bestias.

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Ezequiel 45

Distribución de la tierra

1 [8971] Cuando repartáis por suerte la tierra para poseerla, daréis a Yahvé, como ofrenda alzada, una porción santa de la tierra, de veinte y cinco mil medidas de largo y de diez mil de ancho, que en toda su extensión será santa.

2 De ella será para el Santuario un cuadrado de quinientas por quinientas (medidas) por cada lado, y un espacio libre de cincuenta codos de contorno.

3 Con esta misma medida medirás veinte y cinco mil de largo y diez mil de ancho. En este lugar estará el Santuario, el Santo de los Santos.

4 [8972] Será una porción santa del país, destinada para los sacerdotes, los ministros del Santuario, que se acercan para servir a Yahvé; será el lugar para sus casas, y el recinto sagrado para el Santuario.

5 Veinte y cinco mil (medidas) de largo por diez mil de ancho serán destinadas para los levitas, los sirvientes de la Casa, como posesión suya, donde tendrán ciudades en que habitar.

6 Como posesión de la ciudad señalaréis cinco mil (medidas) de ancho y veinte y cinco mil de longitud, conforme a la porción reservada para el Santuario. Servirá para toda la casa de Israel.

7 [8973] Para el príncipe (reservaréis una posesión) de esta y de aquella parte de la porción reservada para el Santuario y de la posesión de la ciudad, frente a ambas posesiones, de la parte occidental hacia el occidente, y de la parte oriental hacia el oriente. La longitud será igual a las otras porciones, desde el término- occidental hasta el término oriental.

8 [8974] Ésta será su tierra, su posesión en Israel; y mis príncipes no oprimirán más a mi pueblo, sino que dejarán la tierra a la casa de Israel para sus tribus.

Pesas y medidas

9 Así dice Yahvé: Basta ya, oh príncipes de Israel; dejad la violencia y la rapiña, y obrad según derecho y justicia; desistid de vuestras exacciones sobre mi pueblo, dice Yahvé, el Señor.

10 [8975] Tened balanzas justas, efa justo y bato justo.

11 El efa y el bato tendrán la misma capacidad, de modo que el bato contenga la décima parte del hómer, y el efa la décima parte del hómer. Su capacidad se medirá con arreglo al hómer.

12 El siclo tendrá veinte gueras. Veinte siclos y veinte y cinco siclos y quince siclos os serán una mina.

Derechos y deberes del príncipe

13 He aquí las ofrendas que habéis de alzar: la sexta parte de un efa por cada hómer de trigo, y la sexta parte de un efa por cada hómer de cebada.

14 Y la ley para el aceite, para el bato de aceite: la décima parte de un bato por cada coro, el cual equivale a diez batos, o sea, a un hómer, pues diez batos son un hómer.

15 Un cordero del rebaño por cada doscientas (ovejas), de los pastos bien regados de Israel, para oblaciones, holocaustos y sacrificios pacíficos, a fin de hacer expiación por ellos, dice Yahvé, el Señor.

16 Todo el pueblo del país dará estas oblaciones al príncipe de Israel.

17 [8976] El príncipe tendrá la obligación de (suministrar) los holocaustos, las ofrendas y las libaciones en las fiestas, en los novilunios y sábados y en todas las fiestas de la casa de Israel. Él suministrará los sacrificios por el pecado, las ofrendas, los holocaustos y los sacrificios pacíficos, para expiar la casa de Israel.

Celebración de las fiestas

18 [8977] Así dice .Yahvé, el Señor: En el (mes) primero, el primer día del mes, tomarás un novillo sin tacha, y expiarás el Santuario.

19 El sacerdote tomará la sangre del sacrificio por el pecado, y la pondrá sobre los postes de la Casa, sobre los cuatro ángulos de la base del altar y sobre los postes de la puerta del atrio interior.

20 [8978] Lo mismo harás el día séptimo del mes por quien peque por ignorancia o por error. Así harás a expiación por la Casa.

21 El día catorce del primer mes celebraréis la Pascua, fiesta de siete días, durante los cuales se comerá pan ácimo.

22 [8979] En ese día el príncipe ofrecerá por él y por todo el pueblo del país, un novillo como víctima por el pecado.

23 Durante los siete días de la fiesta ofrecerá en holocausto a Yahvé siete novillos y siete cameros sin tacha, cada uno de los siete días, y como sacrificio por el pecado cada día un macho cabrío.

24 Presentará también como ofrenda un efa (de harina) por cada novillo, un efa por cada carnero y un hin de aceite por cada efa.

25 [8980] En la solemnidad del mes séptimo, el día quince del mes, ofrecerá durante los siete días, por el pecado, los mismos holocaustos, las mismas ofrendas y la misma (cantidad de) aceite.

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Ezequiel 46

Sábados y novilunios

1 Así dice Yahvé, el Señor: La puerta del atrio interior, que mira al oriente estará cerrada los seis días de trabajo, mas se abrirá el día de sábado, lo mismo que en los novilunios.

2 [8981] Y entrará el príncipe desde fuera por el vestíbulo de la puerta y se quedará en pie junto a los postes de la puerta, en tanto que los sacerdotes ofrezcan su holocausto y sus sacrificios pacíficos, y él se prosternará en el umbral de la puerta; luego saldrá; la puerta, empero, no se cerrará hasta la tarde.

3 El pueblo del país hará su adoración delante de Yahvé a la entrada de esa puerta, en los sábados y en los novilunios.

4 [8982] El holocausto que el príncipe ha de ofrecer a Yahvé el día de sábado, consistirá en seis corderos sin tacha y un carnero sin tacha.

5 [8983] Como ofrenda ofrecerá un efa (de harina) con el carnero, y con los corderos cualquier dádiva de sus manos y, además, un hin de aceite por cada efa.

6 El día del novilunio (ofrecerá) un novillo sin tacha, seis corderos y un carnero sin tacha.

7 Como ofrenda ofrecerá con el novillo un efa (de harina) y un efa con el carnero; con los corderos, empero, lo que puedan dar sus manos, y, además, un hin de aceite por cada efa.

Entrada y salida del rey

8 [8984] Cuando el príncipe entrare hará su entrada por el vestíbulo de la puerta; y saldrá por ese mismo camino.

9 Pero cuando el pueblo del país en las solemnidades se presente ante Yahvé, el que entrare por la puerta del norte para adorar, saldrá por la puerta del sur; y el que entrare por la puerta del sur, saldrá por la puerta del norte. No volverá por la puerta por donde entró, sino que saldrá por la que está enfrente.

10 El príncipe entrará en medio de ellos cuando entraren, y saldrá con ellos cuando salgan.

11 En las fiestas y solemnidades la ofrenda será de un efa con cada novillo, y un efa con cada carnero, y con los corderos cualquier dádiva de sus manos, y, además, un hin de aceite por cada efa.

Ofrendas y sacrificios

12 Mas cuando el príncipe hiciere una ofrenda voluntaria, sea holocausto, o sea sacrificio pacífico, como oblación voluntaria a Yahvé, se le abrirá la puerta que mira hacia el oriente, y ofrecerá su holocausto y sus sacrificios pacíficos, como suele ofrecerlos en el día de sábado. Después saldrá; y luego que haya salido se cerrará la puerta.

13 Como holocausto ofrecerás a Yahvé cada día un cordero primal sin tacha. Cada mañana lo ofrecerás.

14 Como ofrenda ofrecerás con él, cada mañana, la sexta parte de un efa (de harina) y la tercera parte de un hin de aceite para mojar la flor de harina, como ofrenda a Yahvé. Éste será un estatuto perpetuo, para siempre.

15 [8985] Se ofrecerá el cordero, la ofrenda y el aceite cada mañana, como holocausto perpetuo.

Donaciones y legados del príncipe

16 [8986] Así dice Yahvé, el Señor: Si el príncipe hiciere una donación a uno de sus hijos esta donación será herencia de éstos; les pertenecerá como herencia.

17 Pero si hiciere alguna donación de su herencia a uno de sus siervos, será posesión de éste hasta el año del jubileo; luego volverá al príncipe. Solamente a los hijos les pertenecerá su herencia.

18 [8987] El príncipe no tomará nada de la heredad del pueblo, despojándolo de su posesión, sino que de su propia posesión dará herencia a sus hijos, para que ninguno de mi pueblo sea expulsado de su posesión.

Las cocinas de los sacerdotes

19 Después me llevó por la entrada que había al lado de la puerta, a las cámaras santas (destinadas) a los sacerdotes, las cuales miraban hacia el norte; y he aquí que había un lugar allí en el fondo, hacia el occidente.

20 [8988] Y me dijo: “Éste es el lugar donde los sacerdotes cocerán las víctimas por el pecado y las víctimas por la culpa y donde cocerán las oblaciones, para que no las lleven al atrio exterior, santificando así al pueblo”.

21 Y me llevó al atrio exterior y me hizo pasar junto a los cuatro ángulos del atrio; y he aquí que en cada ángulo del atrio había un patio.

22 En los cuatro ángulos del atrio había patios cercados, de cuarenta (codos) de largo y treinta de ancho: una misma medida tenían estos cuatro (patios) de los ángulos.

23 Y había un muro alrededor de ellos, alrededor de los cuatro, y lugares para cocer, todo en torno debajo de los muros.

24 [8989] Y me dijo: “Éstas son las cocinas en las cuales los sirvientes de la Casa cocerán los sacrificios del pueblo.”

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Ezequiel 47

El agua que sale del Templo

1 [8990] Después me hizo volver a la entrada de la Casa; y vi aguas que salían por debajo del umbral de la Casa al oriente; pues la fachada de la Casa daba al oriente. Las aguas descendían debajo del lado derecho de la Casa, al sur del altar.

2 [8991] Y me sacó fuera por la puerta septentrional, y me hizo dar una vuelta, por el camino de afuera, hasta la puerta exterior que mira al oriente, y vi cómo las aguas salían por el lado derecho.

3 [8992] Cuando aquel varón salió hacia el oriente, con la cuerda que llevaba en la mano, midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas; y las aguas (me llegaban) hasta los tobillos.

4 Otra vez midió mil y me hizo pasar por las aguas, y las aguas (me llevaban) hasta las rodillas. Otra vez midió mil, y me hizo pasar, y las aguas (me llegaban) hasta la cintura.

5 Midió (otros) mil; y era ya un río que no podía pasar; porque habían crecido las aguas; eran aguas para nadar, un río que no podía atravesarse.

6 Y me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?” Luego me hizo volver a la orilla del río.

7 [8993] Y cuando hube vuelto, vi sobre la orilla del río muchísimos árboles, a una y otra parte.

8 [8994] Entonces me dijo: Estas aguas que corren hacia la región oriental, bajan al Arabá y entran en el mar, en el Mar Salado, cuyas aguas quedarán saneadas.

9 [8995] Y a dondequiera que llegue ese río, vivirá toda suerte de seres vivientes que nadan, y habrá muchísimos peces; porque al llegar allí estas aguas, quedaran saneadas (las del mar); y a dondequiera que llegue el río, habrá vida.

10 [8996] A sus orillas estarán los pescadores y desde Engadí hasta En-Eglaim será un tendedero de redes. Las especies de sus peces serán como los peces del Mar Grande, y de muchísima abundancia.

11 [8997] Pero sus lagunas y sus juncales no se sanearán; serán dejados para salinas.

12 [8998] A lo largo del río, en sus riberas de una y otra parte, crecerá toda suerte de árboles frutales, cuyas hojas nunca caerán y cuyo fruto nunca faltará. Darán nuevos frutos cada mes, pues sus aguas salen del Santuario. Y serán sus frutos para comida, y sus hojas para medicina.

Límites de la nueva Tierra Santa

13 [8999] Así dice Yahvé, el Señor: Éstas serán las fronteras dentro de las cuales repartiréis la tierra para herencia entre las doce tribus de Israel, dando a José dos partes.

14 Heredaréis los unos como los otros aquella (tierra), respecto de la cual Yo, alzando mi mano, (juré) darla a vuestros padres. Esta tierra os caerá en herencia.

15 [9000] Y éstas serán las fronteras de la tierra por el lado del norte: desde el Mar Grande, camino de Hetalón, hasta la entrada de Sedad;

16 Hamat, Berota y Sibraim, entre el territorio de Damasco y el de Hamat; Haser-Hatticón, que está en la frontera de Haurán.

17 Ésta será la frontera: desde el mar hasta Haser-Enón, lindante con Damasco, dejando al norte el territorio de Hamat. Éste será el lado del norte.

18 Del lado oriental: el Jordán será la frontera entre Haurán, Damasco, Galaad y la tierra de Israel. Mediréis desde el lindero septentrional hasta el Mar Oriental. Éste será el lado oriental.

19 Del lado meridional, al mediodía: desde Tamar hasta las aguas de Meribá de Cades, y siguiendo el torrente (de Egipto) hasta el Mar Grande. Éste será el lado meridional, al mediodía.

20 El lado occidental será el Mar Grande, desde la frontera (meridional) hasta enfrente de la entrada de Hamat. Éste será el lado occidental.

Nueva distribución del país

21 Repartiréis el país entre vosotros según las tribus de Israel.

22 Lo repartiréis por la suerte como herencia vuestra y de los extranjeros que habiten en medio de vosotros y hayan engendrado hijos entre vosotros. Ellos os serán como arraigados entre los hijos de Israel, con vosotros entrarán en la herencia entre las tribus de Israel.

23 [9001] En la tribu en que habite el extranjero, allí le habéis de dar su herencia, dice Yahvé, el Señor.

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Ezequiel 48

Distribución del país

1 [9002] Éstos son los nombres de las tribus. En el extremo norte, a lo largo del camino de Hetalón para ir a Hamat y Haser-Enón, dejando al norte los confines de Damasco, al lado de Hamat-, desde el lado oriental hasta el occidental: Dan, una parte.

2 Junto a los confines de Dan, desde el lado oriental hasta el occidental: Aser, una parte.

3 Junto a los confines de Aser, desde el lado oriental hasta el occidental: Neftalí, una parte.

4 Junto a los confines de Neftalí, desde el lado oriental hasta el occidental: Manasés, una parte.

5 Junto a los confines de Manasés, desde el lado oriental hasta el occidental: Efraím, una parte.

6 Junto a los confines de Efraím, desde el lado oriental hasta el occidental; Rubén, una parte.

7 Junto a los confines de Rubén, desde el lado oriental hasta el occidental: Judá, una parte.

Los territorios reservados

8 [9003] Junto a los confines de Judá, desde el lado oriental hasta el occidental se hallará la porción reservada, de veinte y cinco mil (medidas) de ancho y tan larga como una de las (demás) porciones, desde el lado oriental hasta el occidental; y en medio de ella estará el Santuario.

9 La porción reservada para Yahvé será de veinte y cinco mil de largo y de diez mil de ancho.

10 Esta porción- santa, que será de los sacerdotes, tendrá al norte veinte y cinco mil (medidas); al occidente, diez mil de ancho; al oriente, diez mil de ancho; y al sur, veinte y cinco mil de largo. El Santuario de Yahvé estará en medio de ella.

11 [9004] Esta parte santa pertenecerá a los sacerdotes consagrados de entre los hijos de Sadoc, que cumplieron mi servicio y no se descarriaron como se descarriaron los levitas, al tiempo de la apostasía de los hijos de Israel.

12 Ésta será su porción reservada dentro del territorio reservado; será cosa sacratísima, junto al territorio de los levitas.

13 A lo largo del territorio de los sacerdotes tendrán los levitas veinte y cinco mil (medidas) de largo por diez mil de ancho. Cada longitud será de veinte y cinco mil, y cada anchura de diez mil.

14 [9005] De este (territorio) no podrán vender nada, ni permutarlo. No podrán enajenar estas primicias de la tierra, porque están consagradas a Yahvé.

Descripción de la ciudad

15 Las cinco mil (medidas) restantes, en la anchura de las veinte y cinco mil, serán (territorio) profano, para la ciudad, para edificios y para el ejido; y la ciudad estará en el medio.

16 Y éstas serán sus medidas: Al lado del norte, cuatro mil quinientas (medidas); al lado del sur, cuatro mil quinientas; al lado del oriente, cuatro mil quinientas; y al lado del occidente, cuatro mil quinientas.

17 La ciudad tendrá como ejido: al norte, doscientas cincuenta (medidas); al sur, doscientas cincuenta; al oriente, doscientas cincuenta; al occidente, doscientas cincuenta.

18 [9006] Lo que queda de la longitud, a lo largo de la porción santa, será de diez mil al oriente y de diez mil al occidente, paralelamente a la porción santa, y sus productos servirán para alimentar a los trabajadores de la ciudad.

19 Lo labrarán los que sirven a la ciudad, los tomados de entre todas las tribus de Israel.

20 Toda la porción santa, separada en forma cuadrada, será de veinte y cinco mil por veinte y cinco mil, juntamente con la propiedad de la ciudad.

La porción del príncipe

21 [9007] Lo sobrante de una y otra parte de la porción santa y de la propiedad de la ciudad será para el príncipe. Se extenderá (al oriente) frente a las veinte y cinco mil (medidas) de la porción santa, hasta la frontera oriental; y al occidente, frente a las veinte y cinco mil hasta la frontera occidental, paralelamente a las (demás) porciones. Esto será para el príncipe, de modo que la porción santa y el Santuario de la Casa estarán en el medio.

22 Será pues para el príncipe el territorio situado entre los confines de Judá y los confines de Benjamín, menos la posesión de los levitas y de la propiedad de la ciudad, que estarán en medio de la parte del príncipe.

Las demás tribus

23 En cuanto a las demás tribus: Desde el lado oriental hasta el occidental: Benjamín, una parte.

24 Junto a los confines de Benjamín, desde el lado oriental hasta el occidental: Simeón, una parte.

25 Junto a los confines de Simeón, desde el lado oriental hasta el occidental: Isacar, una parte.

26 Junto a los confines de Isacar, desde el lado oriental hasta el occidental: Zabulón, una parte.

27 Junto a los confines de Zabulón, desde el lado oriental hasta el occidental: Gad, una parte.

28 [9008] Junto al territorio de Gad, en la parte meridional, hacia el mediodía, la frontera correrá desde Tamar hasta las aguas de Meribá de Cades, y hasta el torrente (de Egipto) y el Mar Grande.

29 [9009] Éste es el país que repartiréis como herencia, por suertes, a las tribus de Israel; y éstas son sus partes, dice Yahvé, el Señor.

La ciudad santa

30 [9010] Estas serán las salidas de la ciudad: Al lado del norte habrá cuatro mil quinientas medidas.

31 [9011] Las puertas de la ciudad llevarán los nombres de las tribus de Israel. Habrá tres puertas al norte: la puerta de Rubén, una; la puerta de Judá, una; la puerta de Leví, una.

32 Por el lado oriental: cuatro mil quinientas (medidas) y tres puertas: la puerta de José, una; la puerta de Benjamín, una; la puerta de Dan, una.

33 Por el lado sur: cuatro mil quinientas (medidas) y tres puertas: la puerta de Simeón, una; la puerta de Isacar, una; la puerta de Zabulón, una.

34 Por el lado occidental: cuatro mil quinientas (medidas) y tres puertas: la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, una; la puerta de Neftalí, una.

35 [9012] Su perímetro será de diez y ocho mil (medidas); y la ciudad se llamará desde aquel día: “Yahvé (está) allí.”

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Comentarios de Mons. Straubinger

* l. El año trigésimo: quizá de la era babilónica instituida por Nabucodonosor, es decir, en el año 593, quinto del destierro del rey Jeconías. Es éste un punto muy discutido, y lo más seguro parece admitir que aquí se indica simplemente la edad del profeta. Cobar (hoy Chabur) se llama un tributario del Éufrates, en cuyas riberas se encontraban los desterrados del reino de Israel (IV Reyes 17, 6; 18, 11; I Paralipómenos 5, 26). Pero más probablemente se trata aquí del canal grande situado entre Nippur y Babilonia, que llevaba el nombre de Nahru Kabaru (Río Grande), hoy Schatt en Nil.

* 4. Esta grandiosa y célebre visión de Dios no es la única que nos ofrecen las Sagradas Escrituras. Podría estudiarse quizá una “iconografía bíblica de Dios” a través de los datos que contienen esas distintas visiones o teofanías, desde la zarza ardiente (Éxodo 3, 2 ss.), hasta el trono de Dios según la suprema Revelación hecha a San Juan en Apocalipsis capítulos 4 y 5 (véase la nota siguiente). En algunas se distingue claramente las divinas Personas del Padre y del Hijo. En otras, como en el éxtasis de Isaías (Isaías 6, 1), el profeta ve a Dios en forma humana sentado en trono real, y no lo llama Yahvé como suele llamarse al Padre (cf. Juan 8, 54 y nota), sino Adonai, o sea “el Señor”, como San Pablo llama a Jesús a diferencia del Padre (cf. I Corintios 1, 3; 8, 6, etc.), lo cual parece querer confirmar San Juan cuando nos dice que en dicho pasaje (Isaías 6, 9 s.) Isaías vio su gloria (la de Cristo) y anunció la ceguera que existiría a este respecto (Juan 12, 39-41). Torbellino, nube, fuego, indican la presencia de Dios (véase versículo 26 s. y nota; cf. Éxodo 13, 21; III Reyes 8, 10; 19, 11 ss.; Nahúm 1, 3; Mateo 17, 5; Hechos 1, 9). Un metal brillante (La Vulgata: apariencia de electro): traducción aproximativa de una palabra hebrea cuyo sentido es oscuro. Otros vierten: refulgencia de bronce acicalado; una imagen de ámbar; bronce en ignición, etc.

* 5. Cuatro seres, vivientes: Otra traducción: cuatro animales: Cf. Apocalipsis 4, 7 s. Es la visión de los querubines (cf. 10, 14-22), espíritus angélicos que formaban el carro del Señor Dios (Salmo 17, 11), quien “se sienta sobre los querubines” (I Reyes 4, 5; 5. 79, 2; Isaías 37, 16). Estaban representados, tanto en el Arca (cf. Éxodo 25, 18 ss. y nota), como en el Oráculo del Templo de Salomón (cf. III Reyes 6, 23 ss.); allí en esculturas de oro puro, labrado a martillo; aquí de madera de olivo revestida de oro, etc., siendo de notar que tales representaciones plásticas constituyen una excepción en el culto de Israel, pues, por alejar al pueblo de la idolatría, en que tantas veces había de caer, Dios le había prohibido tales imágenes (véase Éxodo 20, 4; Deuteronomio 5, 8; Baruc 6, 1 ss. y notas). También se sirvió Dios de Querubines para custodiar las puertas del paraíso terrenal (véase Génesis 3, 24 y nota). Su semejanza gráfica con las figuras aladas asirio-babilónicas (Karibu) y quizá también con las que guardan el sarcófago del famoso Tutancamón en El Cairo, hace suponer la influencia de la tradición edénica. En esos pueblos, así como en otras religiones orientales, y señaladamente en los pensadores griegos, suelen hallarse ecos del Antiguo Testamento, según lo atestigua Filón de Alejandría, judío helenizante, y también los Padres de la Iglesia. Lo cual no obsta a que Dios pudiese mostrar a Ezequiel la visión hecha con elementos visuales que el profeta hubiese conocido habitualmente en Babilonia. No de otro modo son las representaciones que San Juan describe en el Apocalipsis, traducidas necesariamente a las limitadas apariencias que el hombre puede describir (como lo fue la misma Transfiguración del Señor en Marcos 9, 3 etc.), ya que Dios mismo enseña que ningún hombre puede ver directamente su Rostro sin morir (Éxodo 33, 20 y nota). De ahí que San Pablo no intente siquiera expresar lo que vio en su arrebato a lo que él llama el tercer cielo, y haga constar que no sabe si fue en su cuerpo o fuera del cuerpo (II Corintios 12, 2 ss.), citando además, en I Corintios 2, 9, las palabras de Isaías 64, 4 para mostrar que nunca hombre alguno vio ni pudo concebir lo que Dios prepara a los que lo aman; y en otra parte enseña que ahora sólo vemos como por un espejo y oscuramente (I Corintios 13, 12). En cuanto a la diferencia entre los Querubines y los Serafines cf. Isaías 6, 2. Los cuatro seres animados que vio San Juan (Ap. 4, 6 ss.) tienen apariencia semejante a los Querubines, pero sus alas no son cuatro sino seis como las de los Serafines (cf. versículo 23 y nota), y cantan como éstos el trisagio: “Santo, Santo, Santo.” Por lo expuesto vemos que la aplicación que de estas visiones desde el siglo II (San Ireneo) se hace a los cuatro Evangelistas es puramente simbólica y acomodaticia.

* 9. Parece naturalmente prodigioso que puedan andar a un tiempo hacia los cuatro frentes, sin separarse ni desintegrarse. Hay aquí sin duda algo que, muy por encima de toda geometría euclidiana, y de toda concepción einsteiniana, es decir, más allá de lo que los matemáticos han podido concebir, demuestra que las cualidades de Dios, que Él nos revelará un día, se liberan de los conceptos de espacio y de tiempo que condicionan nuestros conceptos de orden natural; así como toda sucesión de tiempo desaparece en el presente perpetuo de la eternidad, así también quedará superada inimaginablemente nuestra noción actual de espacio y movimiento, y entonces entendemos, “sub specie aeternitatis”, lo que ahora supera a nuestra capacidad de concepción. Por eso el contacto con los Profetas bíblicos es de valor insuperable para despertar y avivar en nosotros el sentido del misterio (cf. I Corintios 2, 7) que, según lo hace notar Garrigou-Lagrange, está ausente con frecuencia del espíritu de muchos cuya religiosidad sólo se cifra en las “prácticas” y tiende a mirar como poco menos que supersticiones las realidades de la vida sobrenatural, como por ejemplo los misterios del Apocalipsis. El Papa Pío IX citaba este pasaje ante una peregrinación de Toulouse el 30 de abril de 1876, proponiéndolo como un símbolo de la armonía del matrimonio cristiano, en el cual no ha de ser obstáculo la diversidad de temperamentos, pues vemos aquí que “la ferocidad del león marchaba de acuerdo con la prudencia del hombre, y la agilidad del águila con la lentitud del buey”.

* 15 s. Se trataba de cuatro ruedas, o mejor dicho, carros. Cada una de las ruedas tenía, como expone San Jerónimo, cuatro fachadas o caras, atravesando una rueda la otra (versículo 16), de manera que formaban cuatro sectores y parecían ruedas esféricas. El mismo Doctor cree que las cuatro ruedas tenían impresas las cuatro imágenes o caras de los Querubines, esto es, la cara de un hombre, de un león, etc. Piedra de Tarsis: una piedra preciosa de procedencia española. Cf. Cantar de los Cantares 5, 14.

* 18. La multitud de ojos por todas partes parece simbolizar la omnisciencia de Dios. Cf. Sabiduría 1, 7-10 y notas.

* 21. Espíritu de vida: Según el hebreo estaba en ellas el espíritu de los seres vivientes o Querubines, es decir, que las ruedas se movían por el espíritu de ellos, como ellos por el de Dios (versículo 12). Grandioso símbolo. Cf. Gálatas 5, 16-18.

* 22. Este firmamento que se extiende sobre los Querubines como plataforma del Trono de Dios (versículo 26), recuerda el oro transparente como cristal, que forma el piso de la Jerusalén celestial (Apocalipsis 21, 19 y 21). Una imagen natural y sugestiva para nuestra esperanza de “esa Jerusalén de arriba que es nuestra Madre” (Gálatas 4, 26), parece querer brindarnos Dios a menudo en esos esplendores, como de fuego y oro cristalino que el sol presenta en la hora del crepúsculo. Quizá por eso se llama hora de la oración, porque ese espectáculo, tan llamativo con sus colores de insuperable pureza —aunque sólo suele ser observado y admirado de unos pocos (cf. Salmo 8, 2 y nota) — parece atraernos, al final del día transitorio, para que, en esa otra biblia que es la naturaleza, olvidemos todo lo que pasa, al recordar la belleza de Dios y la felicidad de nuestro destino eterno. Dios nos ha reservado estas maravillas para el final de nuestra existencia, que terminará en un instante cuando llegue el esperado día en que Jesús, después de habernos preparado un lugar y reservado la corona de la justicia venga, como Juez supremo, a tomar hacia Él (Juan 14, 3; I Tesalonicenses 4, 13-17) a todos aquellos “que aman su venida” (II Timoteo 4, 8). He aquí lo que hacía exclamar a los primeros cristianos: “Acuérdate, Señor; de tu Iglesia; líbrala de todo mal, consúmala en tu caridad, y de los cuatro vientos reúnela, santificada, en tu reino que para ella preparaste porque tuyo es el poder y la gloria en los siglos. ¡Venga la gracia, pase este mundo! ¡Hosanna al Hijo de David!, acérquese el que sea santo; arrepiéntase el que no lo sea. Maranatha (Ven, Señor). Amén.” (Didajé.)

* 23. Las alas son ciertamente de los símbolos más expresivos del espíritu. Los hombres nos sentimos aquí como privados de ellas y prisioneros, envidiando a los pájaros. Ya la antigüedad pagana expresó este anhelo de volar, forjando el mito de Ícaro, pero confesaba que sus alas, pegadas con cera, se derritieron al calor del sol, y el pretendido vuelo sólo sirvió para caer de más alto. La Biblia divina nos muestra, en cambio, alas que no engañan, y podemos poner en ellas nuestra ambición, sin temor de que el más loco sueño llegue a superar la realidad. Interpretando a San Pablo (II Corintios 5, 13-14) dice un místico: “De tal manera nos apremia («urget nos») a gozar esa idea de que Cristo nos ama y nos hará más que los ángeles (pues que seremos semejantes a Él), que ante Dios Padre no tememos en estar locos, bien locos de felicidad («mente excedimus»), y sólo nos mostramos cuerdos en cuanto lo requiere aquí abajo el apostolado tan desconocido de contagiar a otros la misma locura.”

* 24 s. De aquí suponen algunos que estas alas en movimiento podrían ser dos más, fuera de las cuatro del versículo 23, en cuyo caso los Querubines tendrían dos alas más de las que vio el profeta mientras volaban, y podrían así identificarse con los Serafines (cf. versículo 5 ss. y nota). Salía una voz (versículo 25). Podía salir, tal vez, en un momento dado, es decir, cuando se pararon y bajaron sus alas. La repetición de estas últimas palabras no está en la versión griega de los Setenta.

* 26 ss. Descripción de la aparición de Dios, que continúa en los versículos siguientes. El trono simboliza la majestad de Dios; el fuego, su amor celoso (véase Éxodo 24, 17; 34, 14; Deuteronomio 5, 25; Cantar de los Cantares 8, 6 y nota); el arco iris (versículo 28), su misericordia, que se confunde con su mismo Ser (véase Salmo 88, 38; I Juan 4, 8; Efesios 2, 4, etc.). Nótese que el fuego está adentro (versículo 27), y al exterior resplandece en forma de luz. Es lo que hemos tratado en la introducción al Libro de la Sabiduría, sobre la revelación de Cristo, Sabiduría encarnada, que anuncia, en forma de luz, ese fuego que es Dios, o sea, que nos comunica, mediante las Palabras luminosas del Evangelio, el conocimiento del amor del Padre y de sus “entrañas de misericordia”. Existe una antigua fórmula litúrgica, atribuida por algunos a San Juan Crisóstomo. que expresa análogo concepto en dos palabras entrelazadas en forma de cruz griega: fos (luz) y soé (vida). Cf. 8, 2.

* 1. Dios llama al Profeta “hijo de hombre”, para recordarle la fragilidad humana (San Jerónimo). La expresión se repite 84 veces en Ezequiel y una vez en Daniel 8, 17. En Daniel 7, 13, en cambio, se entiende por el Hijo del hombre, lo mismo que en los 79 pasajes del Evangelio donde aparece este término, un ser sobrehumano, el Mesías, al cual Dios entrega la gloria, el poder y la dominación eterna. No faltan quienes en esta expresión quieren reconocer la reminiscencia de una locución babilónica, según la cual vendría a significar: hombre libre, noble. Pero no es ésta la cuestión, sino más bien el significado que el profeta le atribuye. Aquí no quiere ser más que una perífrasis hebraica para indicar a un simple hombre, sin nombre personal.

* 2. Es decir que la Palabra de Dios es acompañada de su Espíritu santo. Así se llenaron -de Él los que escuchaban a San Pedro en Hechos 10. 44, lo mismo que en Pentecostés (como él lo hace notar en Hechos de los Apóstoles 11, 15), aunque eran paganos. “¿Cómo no habría de obrar así, también en nosotros, esa divina Palabra cuando la buscamos en el Evangelio? ¿Cómo no habría de animarnos también al apostolado?”

* 3. Esos gentiles apóstatas: Los judíos, que apostataron y de este modo bajaron a la categoría de gentiles. El hebreo usa el término característico goyyim, que para los israelitas tenía un sentido despectivo. Los Setenta vierten: los que me provocan.

* 4. Hijos de rostro duro, etc.: Reproches frecuentes en boca de Dios para calificar a su pueblo, con esa severidad y amargura que muestra al mismo tiempo el corazón dolorido de un Padre. Nada más elocuente a ese respecto que la expresión “te oigan o no te oigan” (repetida en el versículo 7), como si Él no supiera muy bien hasta dónde habría de llegar esa ingratitud. Así también veía Jesús en la agonía de Getsemaní a los que durante todos los siglos actuales habrían de despreciar su Redención (cf. 17, 15 ss. y nota) y a los que pretenderían inutilizarla como aquellos “insensatos gálatas” a quienes fulmina el Apóstol de los gentiles (Gálatas 3, 1 ss.).

* 8. Abre tu boca: Así dice Dios a Israel para que reciba sus beneficios (cf. Salmo 80, 11 y nota). Véase 3, 1 y nota.

* 9. El libro contiene los designios, juicios y castigos de Dios; lo que se colige de la denominación que el profeta le da: cantos lúgubres, lamentaciones.

* 1. El acto simbólico de comer el libro de los designios de Dios, indica que el profeta, antes de asumir su misión, debe asimilarse completamente el contenido del volumen e identificarse con él, pues “nadie da lo que no tiene”. Véase el acto semejante en Apocalipsis 10, 9 s. San Jerónimo hace en este lugar una aplicación a los sacerdotes, los cuales han de rumiar y asimilar las Sagradas Escrituras para poder instruir a los fieles. Cf. Jeremías 15, 16 y nota. Y el Santo Padre Pío XII les dice asimismo: “Confirmen la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los Sagrados Libros, ilústrenla con preclaros ejemplos de la Historia Sagrada, especialmente del Evangelio de Cristo Nuestro Señor —y todo esto evitando con cuidado y diligencia esas acomodaciones propias del capricho individual y sacadas de cosas muy ajenas al caso, lo cual no es uso sino abuso de la divina palabra—; expónganlo con tanto fervor, distinción y claridad, que los fieles no sólo se muevan e inflamen a ordenar bien su vida, sino también que conciban en sus ánimos suma veneración a la Sagrada Escritura” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”).

* 2. Conocer la voluntad de Dios y cumplirla es cosa dulce y consoladora. “¡Cuán dulces son tus palabras a mi paladar, más que la miel a mi boca!” (Salmo 118, 103). Jesús lo confirma diciendo que, si conocemos sus enseñanzas, seremos dichosos cuando las practiquemos (Juan 13, 17).

* 6. Ellos te escucharían; quiere decir que Israel es más rebelde que los pueblos páganos. Lo mismo dice Jesucristo (véase Mateo 11, 21-24; 21, 31 s.), y lo vemos aplicado en los casos del Centurión (Mateo 8, 10 ss.), de la Cananea (Mateo 15, 22-28), del Buen Samaritano (Lucas 10, 30 ss.). del Banquete (Lucas 14, 16 ss.) y de las Bodas (Mateo 22, 1 ss.), etc. Esa paradoja, mencionada por San Pablo en Romanos 10, 19 ss. es llamada “misterio de iniquidad”, y el Apóstol la aplica también a nuestro mundo moderno que muchos llaman todavía cristiano. Los peores apóstatas son los malos cristianos que hacen alarde de su fe de bautismo y viven como paganos a la sombra de las catedrales que edificaron sus padres. Cf. II Tesalonicenses 2, 3ss.; Lucas 18, 8 y notas.

* 8 s. El profeta tiene miedo ante la inmensidad de la misión a él confiada. Por eso Dios le conforta y le promete hacer duro su rostro. ¿Qué sería del profeta y del apóstol si Dios no los dotara de asistencia especial? (véase Jeremías 1, 8ss.). Jesús nos la promete con extraordinaria amplitud en Mateo 10, 19 s.; Lucas 12, 11 s., etc.

* 10. Recibe en tu corazón: El corazón en la Biblia no es la sensibilidad, la emoción, según el lenguaje de los poetas, sino la voluntad, esto es, el querer, el poner todo nuestro empeño y deseo, es decir, todo nuestro afecto y apego. De ahí el precepto de amar a Dios con todo el corazón. La satisfacción y paz que siente el alma religiosa, y el gozo incomparable, pero sobrio, que nos da el ser amigos de Dios, son consecuencias del don de la Sabiduría, es decir, frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5, 22), que nos sobrepone, por un gratuito favor, a la natural inclinación de la carne, que “desea contra el espíritu” hasta el último día (cf. Gálatas 5, 17). Jesús fue el único Hijo a quien la propia naturaleza no alejó de su Padre, ni lo hizo egoísta, ni desagradecido a sus dones, porque su gozo estaba siempre en agradarle (Juan 4, 32 ss.; 8, 29). Y ése es el “gozo suyo pleno” que Él nos promete como fruto de sus palabras (Juan 17, 13).

* 12. El Espíritu de Dios lleva al profeta, del lugar solitario donde había tenido la visión, a su residencia habitual. Según San Jerónimo, ésta fue una acción real, como en el caso de Habacuc (Daniel 14, 32 ss.) y no ya una visión. Al levantarse la gloria de Yahvé desde su sitio. “En los Salmos (17, 11; 103, 3) se dice que Dios hace de las nubes su carro y camina sobre las alas de los vientos; aquí le vemos, a semejanza de los reyes, caminar sobre su carro. Pero este carro y su atalaje está formado por cuatro Querubines alados y animados y con ruedas para moverse mejor en todas las direcciones. Encima de ellos está una bóveda, que representa el firmamento, la morada celeste de Dios. Está Yahvé sentado en su trono, vestido de luz y rodeado del arco iris” (Apocalipsis 4). (Nácar-Colunga.)

* 14. Amargura e indignación: Es lo que todos los profetas amantes de Israel experimentan ante la obcecación de su pueblo, desde Moisés a San Pablo, el cual no vacila en decir que estaba por desear ser anatema y separado de Cristo por amor de sus hermanos (Romanos 9, 2 s.). El Señor Jesús lo expresó más que nadie, llorando sobre Jerusalén (Lucas 19, 41) y dando su vida ante todo por las ovejas perdidas de la Casa de Israel, aun sabiendo que ella lo había de rechazar (cf. Juan 1, 11).

* 15. Llegué a los cautivos: Los Setenta dicen: pasé a través del aire, aludiendo al transporte del profeta y confirmando lo que anotamos en el versículo 12. Tel-Abib: así se llamaba el lugar donde vivían los deportados. La Vulgata traduce este nombre según la etimología por montón de las nuevas mieses. Con ese mismo nombre existe hoy, cerca de Jafa (el puerto más -cercano a Jerusalén) una moderna ciudad judía, que fue capital del nuevo reino de Israel hasta el traslado del gobierno judío a Jerusalén. Siete días: El profeta no quiere anticiparse a la orden de Dios, y espera la instrucción, que le es dada en los versículos siguientes. No quiere predicar su propia palabra, sino la que el Señor “pondrá” en su boca (versículo 17 y 27).

* 17 ss. Advertencia reiterada en 33, 7. Véase el capítulo 18. ¡Cuán grande es la responsabilidad de los pastores de almas, si Dios demanda de ellos la sangre de los que perecieron por falta de predicación! “El pastor mata a la oveja, cuando con su silencio la abandona a la muerte” (San Gregorio). Por lo cual exhorta San Pablo a Timoteo y a todos los que tienen sobre sí cura de almas: “Predica la Palabra, insiste con ocasión y sin ella; reprende, ruega, exhorta con toda paciencia y doctrina” (II Timoteo 4, 2).

* 21. Vivirá porque se dejó amonestar: Tal es la insuperable recompensa de todo apóstol. Véase Juan 17, 20 y nota.

* 22. Sal a la llanura y allí hablaré contigo: Así lo dice Dios con frecuencia (cf. Cantar de los Cantares 1, 8; Oseas 2, 14, etcétera), enseñándonos a huir del tumulto de la ciudad. Véase Salmo 54, 7 y nota.

* 25. Las cuerdas simbolizan que el profeta era puro instrumento de Dios, es decir, que su impedimento no venía de los hombres, sino del Señor, que le prohibía hablar claro hasta después de la caída de Jerusalén (cf. 24, 27; 33, 22). Algunos suponen que el profeta atado figuraba el cautiverio de los judíos.

* 27. Es decir, que Dios no los compele por la fuerza a escucharlo (cf. Cantar de los Cantares 3, 5 y nota) sino que les ofrece una ocasión más (cf. 2, 5). Si la rechazan, perecerán (versículo 19). Véase 33, 9 y nota.

* 1. Toma un ladrillo: En Babilonia se usaba barro en forma de ladrillos, como material de escribir. Ezequiel, por el silencio impuesto (3, 26), no pudo hacer comunicaciones a otros sino por escrito. Lo que sigue es una descripción profética del sitio de Jerusalén que se verificó en 588-587, es decir, del segundo sitio (IV Reyes 25, 1 ss.; II Paralipómenos 36, 17 ss.; Jeremías 39, 8 ss.), pues diez años antes había tenido lugar el primer sitio (IV Reyes 24, 10 ss.), en el cual el mismo Ezequiel había sido deportado a Babilonia donde escribía.

* 4. Llevarás la culpa de ellos, es decir, en lugar de tus compatriotas, como si tú tuvieras la culpa. El sumo mérito, la suma bondad de Cristo en la Redención, no reside tanto en los dolores de su Cuerpo Santísimo —en lo cual no pretendió darnos una lección de estoicismo (cf. Salmo 68, 15 y nota)— sino en su humillación, es decir, en su abandono de las prerrogativas de Príncipe divino (Filipenses 2, 6 ss.), en el maltrato, las injurias y la vergonzosa desnudez con que fue expuesto en la Cruz a la burla de todos, y principalmente, en el acto interior de aceptación de la culpa. Porque en ese momento Él no era un generoso héroe que es condenado inocente y recoge el aplauso ajeno y propio por su actitud; era el sumo culpable, hecho, todo Él, pecado (II Corintios 5, 21), y hecho maldición (Gálatas 3, 13; Deuteronomio 21, 23). En esto estribó el sumo sacrificio de Cristo: en que, para poder reparar la culpa, fue necesario que la tomase sobre Sí, como si Él hubiese cometido contra su Padre, a quien amaba infinitamente, todos los delitos pasados y futuros de la humanidad. En esa aceptación, en el ensuciarse a Sí mismo, Él, que es la Limpieza misma (Hebreos 1, 3), en esa repugnancia indecible que sufrió dentro del abismo de cieno en que se sumergía, en eso estuvo el fondo de la Pasión Redentora. Por eso llama suyos nuestros delitos (véase Salmo 37, 4 y nota), y por eso mereció el abandono del Padre en manos de sus enemigos: porque sus delitos clamaban contra Él (Salmo 21, 2). Por eso, en el símbolo de la salud, Él fue figurado no ya como cordero, sino como serpiente (Números 21, 9 y Juan 3, 14); porque Él ya no era hombre sino gusano vil (Salmo 21, 7). He aquí el significado de este episodio en la vida del fidelísimo Ezequiel: debe cargar con la iniquidad de su pueblo, no ciertamente para redimirlo, sino como figura de Cristo, fuera del cual nadie es redentor (Hechos 4, 12). Sólo nos queda recoger la lección para nuestra alma y recordar que, si nos llega providencialmente la ocasión de cargar, inocentes, con una culpa ajena, esto será sin duda lo más grande que podremos hacer a imitación de Cristo, y valdrá tanto cuanto sea el amor con que al hacerlo nos unamos a lo que hizo Él. Cf. Daniel 9, 3 ss.

* 5 ss. El acostarse sobre el lado izquierdo, que simboliza el tiempo de la maldad de Israel y que es de 390 días, corresponde a otros tantos años. La versión griega pone 190 en vez de 390. Por la maldad de Judá, el profeta ha de acostarse sobre el lado derecho durante 40 días, que simbolizan 40 años. Las cifras corresponden más o menos a la duración del reino, inclusive el cautiverio, de Israel (reino del norte) y del reino de Judá (desde la caída de Jerusalén hasta el fin del cautiverio). Se guarda el mismo simbolismo si sumamos las dos cifras, cuyo total de 430 años equivaldría al tiempo del destierro de Egipto, figura del cautiverio babilónico, incluyendo los 40 años del tránsito del desierto. Véase Génesis 15, 16; Éxodo 12, 40 y notas. Es notable que se incluya aquí además de Judá, las diez tribus de Israel, deportadas mucho antes a Asiria (IV Reyes 17, 6 y nota). Un día por cada año: fórmula útil quizá para entender otras profecías. Cf. II Pedro 3, 8.

* 8- Yo te ataré con cuerdas: “Es el mismo Yahvé quien realiza en la persona de Ezequiel el símbolo de las cuerdas, imponiéndole una severa inmovilidad durante un tiempo considerable. Pensamos, con San Jerónimo, que el símbolo se realizó materialmente. Como los críticos modernos vemos en las cuerdas una metáfora que corresponde a una realidad física” (Buzy). A esta nota, de carácter puramente científico, el mismo autor añade que no hay en esta revelación, ni en ninguna otra de las del profeta, sospecha alguna de neurosis ni tampoco de catalepsia. En realidad, lo único que interesa a los creyentes es el elemento sobrenatural de la revelación divina, con la cual queda de suyo excluida la idea de que pueda tratarse de un fenómeno simplemente natural, y menos aún de un extravío neurótico. En cuanto a los aspectos naturales que aparecen en cada caso, no tienen sino un interés secundario, puramente psicológico y no espiritual ni religioso, pues Dios puede revelarse libremente, en la forma que elija su soberana Majestad, y sabemos que muchas veces lo ha hecho en sueños, que en sí mismos no son nada más que un fenómeno natural y aun engañoso, pero que Él convierte cuando quiere en una revelación sobrenatural. Véase Eclesiástico 34, 1 ss. y notas.

* 9. La mezcla de tan distintas harinas para fabricar pan era para los judíos una cosa abominable, porque la Ley prohibía mezclar cosas heterogéneas. Cf. Levítico 19, 19; Deuteronomio 22, 9.

* 10. La ración diaria de veinte siclos o sea 327,4 gramos de pan y de una sexta parte de un hin, o sea 1,012 litros de agua, señala el hambre que reinaba en la Jerusalén sitiada. “Así como Ezequiel debe someterse, por largo tiempo a un régimen severamente racionado, de igual modo los habitantes de Jerusalén se verán sometidos a los rigores del hambre y de la sed” (Buzy).

* 12. El estiércol se usaba y se usa hoy todavía en Oriente para cocer el pan. Lo que primero se le manda al profeta utilizar, significa que los sitiados y deportados, en su miseria, llegarán a usar las cosas más inmundas (versículo 13).

* 14. Ay, Señor, Yahvé: Vulgata: Ah, oh, oh, Señor, Dios: Cf. Jeremías 1, 6. Precisamente la contaminación legal de ese elemento impuro (cf. Levítico 5, 3; Hechos 10, 14) significaba la que Israel contraería en el exilio entre paganos (cf. Daniel 1, 8; Oseas 9, 3). Si tanto horror causó al profeta aquel lenguaje, dice San Agustín, ¿cuánto más deberían causar, a aquellos contra quienes se dirigía la amenaza, los pecados que merecían ser castigados de esta suerte?

* 16. Voy a quebrar el báculo de pan: Hebraísmo, por voy a quitaros el sustento de la vida. Cf. 5, 16.

* 2. El sentido de esta triple acción simbólica (cuádruple según los Setenta) es: una tercera parte de los habitantes de Jerusalén perecerá en la ciudad misma, y otra tercera parte en los alrededores de la ciudad, al huir de ella después de caída. Del resto perecerán también muchos en el destierro, a causa de los peligros simbolizados por la espada. Solamente un pequeño número será salvado (véase versículo 12). Este símbolo deja un tenue destello de esperanza para el pueblo destinado a perecer: algunos pocos escaparán y serán el fundamento de un nuevo pueblo.

* 6. Más maldad que los gentiles: Véase 2, 3 y nota; 16, 47 s.

* 7. Ni siquiera habéis obrado conforme a las costumbres de los gentiles: Algunos suprimen estas palabras, siguiendo la versión siríaca y varios manuscritos hebreos. El reproche significaría, en todo caso, que Israel no tiene ni siquiera el pretexto de haber seguido otro culto extranjero, y esto es, sin duda, de gran importancia para los israelitas de todos los tiempos, pues aún hoy puede observarse cuántos de ellos han perdido la fe y esperanza en un Mesías personal, reduciéndola a un ideal nacionalista de restauración, sin que este abandono de su religiosidad pueda atribuirse a que hayan adoptado la religión de otros pueblos.

* 8. Ante los ojos de los gentiles: Según lo dicho en los versículo 6 s., y así se confirma en el versículo 15, para que así el castigo del pueblo escogido, a quien el mismo Dios llama su familia (cf. 2, 5), sea aún más pesado. Es lo que se recuerda en la gran oración del Eclesiástico (Eclesiástico 36, 4).

* 10. Véase esta profecía reiterada en Jeremías 19, 9 y en Lamentaciones 4, 10. Cf. Levítico 26, 29; Deuteronomio 28, 53. A todos los vientos: Gramática parece extender esta profecía más allá de aquella época, pues cita aquí las siguientes concordancias: 12, 14 s.; 17, 21; 22, 15; 36, 19; Jeremías 9, 16; 15, 4; Zacarías 2, 6; 7, 14.

* 11. Por ignominias y abominaciones ha de entenderse el culto idolátrico. El capítulo 8 detalla la profanación del templo.

13. En mi celo: Torres Amat pone aquí: “lleno de celo por mi gloria”. Pero aquí se trata más bien de los celos, es decir, de la venganza del amor despreciado, como se ve claramente en 6, 9; 8, 3; 16, 38; Zacarías 8, 2, etc. Por eso sin duda usa Dios en este capítulo el símbolo de los cabellos cortados para indicar la despoblación del país, expresando que ésta significa para Él como quitarle algo muy propio suyo. Cf. Lucas 21, 18; Hechos 27, 34.

* 17. Conforme a lo dicho en Levítico 26, 22 y Deuteronomio 32, 24, donde Dios, por boca de Moisés, amenaza con tan tremendos males usando igual metáfora.

* 3. Vuestros lugares altos: montes y collados donde se daba culto a Baal y en su honor se erguían las massebas o piedras de culto. En honor de Astarté se erigían ascheras o “árboles frondosos”. Como nos muestran las excavaciones realizadas en Guécer, los simulacros de Baal consistían en columnas de piedra erigidas delante del altar. Véase Jueces 2, 11 y 13; 10, 6; I Reyes 7, 3; 12, 10; III Reyes 16, 31 ss.; IV Reyes 23, 13 ss.; Isaías 57, 3 ss.; Jeremías 7, 31, etc.

* 9. Fornicación y adulterio se toma en sentido espiritual: idolatría. Véase Isaías 57, 3; Oseas 5, 7, etc. Cuando Yo quebrante su corazón: “yo haré que se arrepientan y ésta será la prueba de que Dios no ha hablado en vano” (Bover-Cantera).

* 12. Estas espantosas conminaciones, que hemos visto cumplirse más de una vez en Israel, y aun en nuestros días, han de ser para nosotros algo más que una simple enseñanza histórica, pues de ellas nos deduce San Pablo una saludable prevención: “Si con la oliva castiza hizo esto el Dios despreciado ¿qué no hará con el acebuche?” (Romanos 11, 24; Cf. Lucas 23, 31). Lo que hemos visto en la primera mitad del siglo XX ¿no es bastante para pensar en las plagas del Apocalipsis? Así lo señalaba ya el Papa Pío X. Notemos que la apostasía en la era cristiana es para Dios más grave que la de la antigua Alianza, según enseña el mismo Apóstol. Véase Hebreos 6, 4 ss.; 10, 29. Cf. II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Lucas 18, 8; Mateo 24, etc.

* 13. Olor grato a todos sus ídolos: Impresionante lenguaje de un Dios celoso. No son, sin embargo, perfumes lo que Él quiere. Veamos cómo los desprecia y abomina en Isaías 1, 13, cuando no expresan el sincero afecto del corazón.

* 14. Desde el desierto hasta Dibla: Vulgata: desde el desierto de Deblata. San Jerónimo propuso leer Reblata, en lugar de Deblata. Reblata (o Riblá) era una ciudad de la Siria (cf. Jeremías 39, 51). Deblata o Dibla sería idéntica con Diblataim, ciudad de Moab. Cf. Números 33, 46 s.; Jeremías 48, 22.

* 2. Este oráculo, alusivo a la catástrofe final que ya se cierne sobre Judá y Jerusalén, es una joya de la poesía lírica, una de las más emocionantes páginas de la Biblia. Llega el fin, es decir, la caída definitiva de Jerusalén y del reino de Judá, que en 587 a. C. cayó en manos de Babilonia, como 135 años antes había caldo Samaría y el reino de Israel en manos de Asiria (IV Reyes 17, 6 y nota). Jeremías, que permaneció en Jerusalén, describe el desastre en los capítulos 39, 40 y 52. Véase también IV Reyes capítulo 25; II Paralipómenos capítulo 36 y notas, pues conviene estudiar estos pasajes proféticos paralelamente con esos libros históricos. La causa del atroz castigo fue, como vemos, esencialmente religiosa, y más que nada la prevaricación sacerdotal (capítulos 8 y 13).

* 7. Alboroto en los montes: Alusión a las fiestas idolátricas que se celebraban en los collados. Véase 6, 3 y nota.

* 9. Y conoceréis, etc.: Esta frase, repetida infatigablemente por los Profetas, es la advertencia paterna y dolorida de Dios: no han querido conocerme por mis palabras de amor, y entonces tendrán que reconocerme por mi ira. De aquí, un sabio sacerdote argentino, gran lector de la Biblia, deducía una enseñanza histórica de trascendencia universal, diciendo: “Las calamidades públicas son grandes voces con que el Señor nos llama al arrepentimiento, y al mismo tiempo una amenaza de exterminio si despreciamos ese último recurso de su bondad” (Fray Mamerto Esquiú). Cf. 6, 13; 11, 9; 14, 21; 15, 7, etc. y notas.

* 10. Por vara se entiende el poder de los enemigos que en Jerusalén no dejarán a nadie sin castigo, ni de la gente humilde, ni de los que hacen ruido (versículo 11). Véase capítulo 9. Brota la soberbia: “según algunos, la soberbia de Judá que será castigada por la vara; según otros, la soberbia de los caldeos, y este concepto concuerda tal vez mejor con el contexto, puesto que ese pueblo ha de ser la vara del castigo en las manos del Señor” (Fillion).

* 13. La visión es contra toda su muchedumbre: Nadie escapará. La orden de Dios de destruir la ciudad, no será revocada. La ruina será tan completa, que los que según la Ley (Levítico 25, 25 ss.) tenían derecho de readquirir lo vendido, no podrán ya hacer uso de ese privilegio. Quiere decir ¿a qué pensar ya en lo transitorio, en presencia de lo definitivo? Es lo que Jesús inculca en su discurso escatológico (Mateo 24, 15-18) y en Lucas 17, 31-33, citando el caso de la mujer de Lot. Véase Sabiduría 10, 7 y nota.

* 17. Se disolverán en- agua: Así Bover-Cantera y la Biblia de Pirot. Scío traduce (según la Vulgata): todas las rodillas destilarán agua. Es un eufemismo acostumbrado entre los hebreos.

* 19 ss. Su oro será como basura: Vulgata: su oro será para el muladar. ¡Qué disposición terrible de la divina Providencia! El oro y las riquezas, la única esperanza de muchos, perderán su valor, serán reputados como basura. Sentados en un montón de oro, morirán sus poseedores. Ningún hombre, ningún pueblo, ponga su esperanza en las cajas fuertes de los Bancos. Es notable a este respecto el caso de San Paulino de Nola, amigo de San Jerónimo: Siendo senador y rico patricio romano, lo dejó todo a favor de los pobres por buscar a Cristo lejos del mundo, con gran escándalo de la familia, que le tomaba por loco. Y poco después vino la invasión de Roma, y esos parientes también perdieron sus bienes, y sin provecho para nadie. Véase el tremendo apostrofe de Santiago capítulo 5. Sobre la riqueza colectiva cf. 28, 4 ss. y nota. El día de la ira de Yahvé: el día del juicio y castigo.

* 22. Mi lugar arcano: según los Padres de la Iglesia, el Santo de los Santos del Templo, del cual trata en forma especial el capítulo siguiente. Otra traducción: mi tesoro.

* 23. Prepara las cadenas. Parece que el enemigo es exhortado por Dios a hacer esta cadena, que representa la cautividad. Pero el texto es bastante oscuro. En la versión de los Setenta se dice: y harán inmundicias.

* 26. A un rumor seguirá otro: Malas noticias, una tras otra, llegan a los sitiados, pero sus profetas, sacerdotes y ancianos ya no son capaces de consolarlos, porque sus labios no hablan la Palabra de Dios, que debía ser su característica (Malaquías 2, 7). Cf. 20, 1 ss.; Salmo 73, 9; Jeremías J8, 18; III Reyes 12, 6j Daniel 13, 5.

* 27. En igual decadencia que los guías espirituales, estará el poder civil. Sobre el rey Sedecías véase 12, 1-13.

* 1 ss. Esta visión es retrospectiva. Dios muestra al profeta el culto idolátrico con que los judíos habían contaminado el Templo. “Lo que Dios reveló a Jeremías para los judíos que quedaban en la patria, eso mismo reveló al profeta Ezequiel para los exilados: a fin de quitarles (a unos y a otros) la vana esperanza que tenían en la perpetuidad del reino y del Templo, la cual los apartaba de la verdadera conversión, y anunciarles la ruina de la ciudad y del Templo y cultivar la semilla de expectación mesiánica en medio de las angustias del destierro” (Simón-Prado). Véase Jeremías 30, 3 y nota. Conviene recordar aquí la división de toda la profecía de Ezequiel, que indicamos en la introducción. Es de notar que Dios revela al Profeta, en 24, 25 ss., que podrá hablar y no será más mudo (cf. 3, 26 s.) el día en que un fugitivo de Jerusalén le anuncie la caída de la Ciudad Santa. Desde entonces él se pone a vaticinar contra los paganos (capítulos 25-32), hasta que sucede aquella caída, según podemos ver, en 33, 21 ss. Después Dios le abre la boca nuevamente y, previa una breve advertencia contra los que quedaron en Jerusalén (33, 23-29), y otra contra sus oyentes de Caldea (33, 30-33), vemos que en adelante Ezequiel se pone decididamente, empezando con la gran profecía mesiánica del Pastor (capítulo 34). a anunciar en forma consoladora la gran restauración, “que antes sólo había dejado entrever en 11, 16 s.; 16, 60; 17, 22 s.; 20, 40 s.; 28, 25 s.” (Crampón). De ahí que toda esta serie de visiones, desde este capítulo 8, sean para mostrar, ante los emigrados en Babilonia —o a la generación siguiente, como algunos suponen— la necesidad en que Dios se vio de quebrantar a su pueblo a causa de su tremenda prevaricación. Nótese que en el capítulo 33, 7 ss. se reitera a Ezequiel su carácter de centinela de Israel que se le había dado en 3, 16 ss. antes de imponerle aquel silencio en 3, 22-27.

* 2. Véase la aparición de Dios en el capítulo 1, y 3, 22.

* 3. El ídolo colocado en el Templo es llamado del celo porque toda forma de idolatría provoca los celos de Dios, y es como un adulterio, un quebrantamiento de la alianza que el pueblo de Israel había hecho con Dios (cf. 5, 13 y nota; 51, 7). Parece que ese ídolo era el de Baal o Astarté, dioses introducidos en, el Templo por el impío rey Manasés (IV Reyes 21, 3 ss.; II Paralipómenos 33, 7). “Algunos creen que era el ídolo de Adonis, llamado ídolo de celotipia, pues según la fábula o mitología, Marte hizo matar a Adonis, a quien amaba Venus, por celos que tuvo” (Páramo). Josías había purificado el Santuario (II Paralipómenos 33, 15), pero sus sucesores volvieron a contaminarlo con estatuas paganas. Véase al respecto Baruc capítulo 6 y notas.

* (Guedeja: mechón largo de cabellos.)

* 10. En esta visión mira Ezequiel una nueva clase de idolatría introducida de Egipto, en donde con preferencia se tributaba culto a los animales.

* 11. Setenta es decir, como observa Fillion, que se trataba del Gran Consejo (Éxodo 24, 1).

* 12. No nos ve: Cf. 9, 9; Job 22, 13 s.; Salmo 9 B, 11-13; 72, 11; Isaías 29, 15. Contrastando con este lenguaje del implo, confiesa David: “Delante de tus ojos he cometido maldad.” Yahvé ha abandonado esta tierra: El que así piensa de la pasividad de Dios, es decir, de su inutilidad, tiene que caer forzosamente en abominaciones idolátricas, pues que nada espera ya de Él. Jesús extremó por eso su revelación sobre la Providencia de su Padre, diciéndonos que Él “siempre está obrando” (Juan 5, 17) y que sin Él no cae ni un pájaro (Mateo 10, 29), ni menos un cabello de nuestra cabeza (Lucas 21, 18).

* 14. Tammuz, nombre babilónico de Adonis, es nombrado esta única vez en la Biblia. Representaba en Oriente, como entre los griegos, bajo la figura de un hermoso joven, la verde flora de la primavera. En el verano, cuando toda la vegetación se quemaba por el sol, sus adoradores creían que el joven moría, por lo cual las mujeres solían llorarlo en los meses de junio y julio, para celebrar más tarde con orgias el culto de su resurrección. Cf. Jeremías 7, 18; 44, 15.

* 16. La adoración del sol naciente se practicaba en muchos pueblos orientales. La Ley lo prohibía expresamente (Deuteronomio 4, 19), y para evitar tal culto los sacerdotes, cuando ofrecían el incienso tenían que mirar a Occidente, hacia donde miraba también el Templo. Los veinticinco personajes eran quizá los jefes de las veinticuatro familias sacerdotales, con el Sumo Sacerdote a la cabeza. A tal grado de depravación habían llegado los ministros del verdadero Dios (Fillion). Véase II Paralipómenos 36, 14 ss. y nota. Cf. ll, 2.

* 17. Un ramo: Ramas verdes se usaban en los ritos paganos como símbolos de la nueva vida vegetativa y como participación de la fecundidad de la naturaleza. El sentido aquí es oscuro. Cf. Job 31, 26 s. Según los Setenta y el siríaco: hacen ruido con sus narices, quizá como gesto de burla.

* 1 s. Este capítulo es la continuación del anterior: describe la punición de los crímenes mencionados en el capítulo 8. Seis varones (versículo 2): los ángeles encargados de ejecutar la sentencia del Señor. Un varón vestido de lino. “Era este el ángel figura del único Mediador nuestro Jesucristo, el que rogaba e intercedía por los que debían ser salvados del exterminio” (Páramo).

* 3. La gloria del Dios de Israel: Cf. 3, 23; 8, 4; 10, 18 s. Es el mismo Señor, que tenía en el Templo el lugar de su gloria sobre el Arca de la Alianza en medio de los Querubines, y que ahora empieza a trasladarse de él. Querubim se toma aquí en el sentido colectivo (en hebreo la desinencia im es forma de plural masculino). La Casa (del Señor): el Templo (cf. 10. 4).

* 4. La letra tau, nuestra T, cuyo nombre significa marca o sello, servía entonces como tal, dada la sencillez de su forma, que era antiguamente la de la cruz, como lo es todavía en los alfabetos modernos. Así como la sangre del cordero pascual (figura del Salvador divino) libró del ángel exterminador, en la esclavitud de Egipto (Éxodo 12, 7-13 y notas), así esta señal salvadora de entonces bien puede, considerarse una figura de la que, adornada con la divina Sangre del Cordero, sirvió de instrumento de nuestra Redención. Los autores modernos prestan escasa atención a este pasaje, que nos parece de no poco interés exegético y de hondo sentido espiritual, como todo lo que se vincula al misterio de la Cruz. Y sin embargo abundan las opiniones autorizadas, desde Orígenes a San Jerónimo que, más que una singular coincidencia, ven aquí figurada la santa Cruz de Cristo, como lo estaba ya en el árbol de la vida del paraíso. Nótese que también el símbolo del madero que acarrea maldición según Moisés (Deuteronomio 21, 23 y nota), está citado por San Pablo (Gálatas 3, 13) como alusión al Calvario (cf. Sabiduría 14, 7 y nota). El Apocalipsis (7, 3; 9, 4) anuncia una señal semejante; y Jesús, además de aplicar a su crucifixión el símbolo antiguo de la serpiente de bronce (Juan 3, 14; Números 21, 9 y nota), anuncia como signo precursor de su segunda venida, que Él llama de nuestra redención (Lucas 21, 28), la señal del Hijo del hombre en el cielo (Mateo 24, 30), la cual, según opinan San Cirilo de Jerusalén, San Anselmo, Santo Tomás y muchos más, no es otra que la Cruz del Redentor. El mismo Jesús dijo también que al ser levantado en alto, lo atraería todo a Sí, quedando de tal modo el Crucificado como centro a que convergen directa o indirectamente, todos los misterios y símbolos de ambos Testamentos (Juan 12, 32). Grande es, pues, la conveniencia de llamar la atención, y atraer la gratitud de los fieles, hacia el amor al sagrado Signo de la Cruz, que es la señal por excelencia del cristianismo; y tanto más, cuanto que no pocos tienden a olvidarla o subordinarla a cosas periféricas (cf. Baruc 6, 1 y nota). A título ilustrativo, es interesante agregar que un P. Franciscano, conocedor del museo de El Cairo, refiere que el signo de la cruz, usado entre los jeroglíficos egipcios, en la más remota antigüedad, se encuentra puesto como signo de la vida, en la suntuosa momia de Tutankhamón. Los hombres que gimen y se lamentan por todas las abominaciones: He aquí la única tristeza saludable.

* 6. Tremendo exterminio que se repitió en la caída final de Jerusalén después de Cristo, y que será superado por lo que anuncia el Apocalipsis (cf. (Mateo 24, 21 s.; Apocalipsis 14, 20, etc.). Por mi Santuario, por los sacerdotes y ancianos, que conocían mejor la Ley de Dios y por ende pecaban más al quebrantarla (cf. 8, 11). El Señor había dicho a Aarón: “Tú y tus hijos seréis responsables de la iniquidad del Santuario” (Números 18, 1). Cf. Malaquías 2, 1 ss.; y para el Nuevo Testamento I Pedro 4, 17.

* 8. El resto de Israel: Cf. 11, 16-21; Isaías 1, 9; Romanos 11, 5.

* 9. Yahvé ha abandonado la tierra: Dios cita las palabras de los malvados (cf. 8, 12 y nota) y a su vez repite Él su terrible fórmula (cf. 5, 11; 7, 4; 8, 18, etc.).

* 2. Brasas de fuego: símbolo de la cólera de Dios (cf. Apocalipsis 8, 7). El derramarlas sobre la ciudad significa destruirla por el fuego, como en efecto sucedió (IV Reyes 25, 9; II Paralipómenos 36, 19, etc.). También la Babilonia del Apocalipsis perecerá por el fuego (Apocalipsis 18, 8 s.).

* 4. “Hay que distinguir en el conjunto de la visión la gloria de Yahvé, que es como la imagen del mismo Dios, el carro con su trono, formado por los Querubines, la bóveda y el trono de zafiro. La gloria había descendido de su trono y se había colocado en el umbral de la puerta para dar las órdenes a los ejecutores de la divina justicia contra Jerusalén” (Nácar-Colunga).

* 8. Ezequiel retoma la descripción de los seres misteriosos del primer capítulo y comprueba en el versículo 20 la identidad de los mismos con los Querubines del Arca de la Alianza (cf. 1, 5 ss. y nota).

* 11. Cf. 1, 9 y nota.

* 13. Volubles: El equivalente hebreo (gilgal) puede significar rueda y torbellino. Bover-Cantera y Nácar-Colunga vierten: torbellino.

* 14. La primera cara era cara de Querub, o sea, de Querubín. Texto difícil, que no existe en los LXX. La cara de Querub (Querubín) parece sustituir aquí a la del buey, que es la que se omite en cambio (cf. 1, 10). Se trata quizá de un error de copia, o tal vez se quiere indicar que la cara del Querubín que estaba vuelta hacia el profeta (versículo 7) era la del buey. Crampón pone en tercer lugar la cara de buey y omite la de león.

* 18. El Señor apresta a salir del Templo; sin embargo se detiene en la puerta oriental (versículo 19), que constituía la entrada principal, como si le doliera separarse de su Santuario. Su retiro definitivo es mostrado al profeta y sacerdote Ezequiel en 11, 22 ss., donde la gloria del Señor se aparta ya del Templo y de la ciudad hacia el monte que está al oriente (el de los Olivos), y sólo vuelve a establecerse en el Templo en 43, 2-5. Desde que la gloria de Dios salga así del primer Templo, la vieja y gloriosa obra de Salomón, que era una de las maravillas del mundo (cf. III Reyes capítulos 5 ss.), ya no será el santuario; será un simple edificio que destruirán los caldeos.

* 1 ss. Los veinticinco hombres representan a los jefes del pueblo, y no parecen ser los mismos de 8, 16. Su maldad consiste en confiar en sus propias fuerzas, en las casas que han sido construidas (versículo 3), en las fortificaciones y murallas, desoyendo al Señor que les hablaba por los profetas. De ahí que se apliquen a sí mismos aquella locución proverbial de la caldera (las murallas de la ciudad) y las Carnes (los habitantes) que a su parecer no pueden quemarse porque la caldera las defiende del fuego (enemigo). Reconocen, pues, el peligro en que viven, pero no creen en la ruina que les anuncian en Jerusalén los profetas, principalmente Jeremías, pues Isaías, muerto más de medio siglo antes, en tiempo del rey Manasés, se había referido más bien al combatir la falsa seguridad de su pueblo (capítulos 28-33), a un peligro asirio, incluyendo el ataque de Senaquerib contra Jerusalén, que fue frustrado (capítulo 33-39), y haciendo frecuentes alusiones mesiánicas y escatológicas. En cambio, cuando alude al cautiverio de Babilonia, lo hace más en forma de consuelo (capítulos 40-66) y también con trascendencia mesiánica (cf. Eclesiástico 48, 27). Recordemos, en cambio, que Ezequiel profetiza durante los primeros años. del cautiverio que debía durar setenta años.

* 9. Ejerceré entre vosotros la justicia, porque no me habéis dejado ejercer mi misericordia. Véase 15, 7.

* 10. Se verificó la profecía poco después en Riblá, en el país de Hamat, al norte de Palestina, donde fueron ajusticiados los príncipes de Judá (IV Reyes 25, 18 ss.; Jeremías 52, 9 ss.).

* 15. Los judíos que aún estaban en Jerusalén se consideraban privilegiados y despreciaban a los que en las primeras deportaciones (605 y 597) habían sido llevados a Babilonia, entre los cuales se hallaba también Ezequiel. Dios, por boca del profeta, consuela a los desterrados diciéndoles que en ellos estriba la esperanza de la restauración de Israel.

* 16. Yo mismo les serviré de santuario: Suena como una palabra del Evangelio (cf. Juan 15, 4). Los desterrados carecían de templo y creían no poder adorar a Dios debidamente. Dios les da más de lo que podían pensar. Él mismo será su santuario y permanecerá presente entre ellos en forma invisible.

* 17. Os recogeré de entre los países: cf. 23, 25; 34, 13; 36, 24; Jeremías 24, 6, etc. Fillion hace notar que la promesa va aquí ensanchándose más y más, y cita también a Jeremías 3, 14; Oseas 2, 14; 3, 5; Amós 9, 9, etc.

* 19 s. Aquí, como en 36, 26 s. (cf. nota), se ve que esto será una maravilla que hará Dios a su tiempo por pura misericordia (cf. Salmo 50, 20 s.) y no en atención a los méritos de Israel (cf. Jeremías 30, 13 y nota), cambiando Él mismo sus corazones y perdonando sus pecados por obra de su gracia que todo lo puede (Romanos 11, 6 y 26) y que Él da según le place, con soberana libertad (Romanos 9, 15; Éxodo 33, 19; Mateo 20, 13 ss.). De ahí que el pasaje semejante a éste, que Ezequiel trae en 36, 25 ss., se aplique a las benéficas aguas del Bautismo, al cual se llega también por pura misericordia (Juan 6, 44), y que gratuitamente nos lava en la Sangre de Cristo (Tito 3, 5; Romanos 6). En su alocución solemne al término de la segunda y terrible guerra en Europa (1939-1945) Pío XII citó estas palabras haciendo notar cuán lejos de ellas están estos tiempos calamitosos, y expresó que “hemos de suplicar en nuestra cotidiana oración al Dios de amor que cumpla esta promesa hecha por boca del profeta Ezequiel”.

* 23. El monte que está al oriente de la ciudad es el Monte de los Olivos, la última parada de Yahvé al salir de la ciudad santa pero ingrata, de la cual se retira (véase 8, 6; 10, 18 y nota) como otrora “desechó el Tabernáculo de Silo” (cf. Salmo 77, 60 y nota). En ese mismo lugar se detuvo Jesús, sin duda recordando este episodio, cuando lloró sobre Jerusalén antes de echar fuera del Templo a sus profanadores (Lucas 19, 41) frente al odio mudo de los sacerdotes (ibíd., versículo 47 s.), a quienes recuerda, no sólo la profecía de Isaías 56, 7, sobre lo que debía ser el Templo, sino también el texto en que Jeremías (7, 11) había, señalado precisamente esa apostasía que aquí se le muestra a Ezequiel. De ésos que formaban la Sinagoga y que aún eran ministros del verdadero Dios, se despidió Jesús, al final de su último gran discurso en el Templo (Mateo 23, 37 ss. y nota) anunciándoles que Jerusalén ya no lo vería más hasta el día de su retorno glorioso (cf. Zacarías 14, 4), siendo de notar que fue asimismo en ese Monte de los Olivos, hacia el cual se había dirigido el Señor la noche de su agonía (Mateo 26, 30). Allí se despidió también de sus discípulos y de este mundo para subir al Padre (Hechos 1, 9 ss. y nota).

* 24. Termina aquí el éxtasis de Ezequiel, que empezó en el capítulo 8 y en el cual Dios le mostró por qué se retiraba del Santuario (8, 6). Este anuncio previo de sus designios es una característica que Él mismo se atribuye (véase Amós 3, 7; Isaías 41, 21 y notas). Es decir que esta visión profética era un apocalipsis o revelación previa de la más grave importancia, como lo es para nosotros el Apocalipsis de San Juan que está al final del Nuevo Testamento. Véase la alusión de Pío XII que citamos en la nota al versículo 19 sobre el triste estado de nuestra época, lo cual debe movernos a no desdeñar como Israel aquellos anuncios proféticos (cf. I Tesalonicenses 5, 20) cuya lectura, según ellos mismos, encierra una bienaventuranza (Apocalipsis 1, 3). “El sabio, dice el Eclesiástico, hará estudio de los Profetas” (cf. Eclesiástico 39, 1 y nota).

* 1. Por medio de acciones simbólicas se anuncian en este capítulo la huida del rey Sedecías y las angustias de la ciudad sitiada.

* 2. Tienen ojos para ver, y no ven: Jesús repite este reproche más de una vez en el Evangelio, por ejemplo en Mateo 13, 13 ss., donde explica por qué habla a la gente en parábolas “pues viendo no ven, y oyendo no oyen ni comprenden”. Y citando la profecía de Isaías (6, 9 s.) sigue diciendo: “Para ellos se cumple esta profecía de Isaías: Oiréis pero no comprenderéis, veréis y no conoceréis; porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, y sus oídos oyen mal, y cierran los ojos, de miedo que vean con sus ojos, y oigan con sus oídos, y comprendan con su corazón y se conviertan y Yo los sane.” Cf. Jeremías 5, 21; Marcos 8, 18: Juan 12, 39 ss.

* 4 ss. Véase versículo 10 ss. El rey escapará al anochecer, pero no por la puerta, sino que, así como el profeta, saldrá de noche por una brecha del muro, con un disfraz, ante la inminencia de la catástrofe final. Efectivamente así lo hizo Sedecías, como lo. vemos en IV Reyes 25, 4; Jeremías 39, 4; 52, 7 ss.

* 13. No la verá: Sedecías será llevado a Babilonia, pero no verá ese país porque le sacarán antes los ojos (IV Reyes 25, 7; Jeremías 52, 11).

* 16. Los dispersos entre las gentes darán testimonio de la justicia del Señor para que todos los pueblos conozcan que hay un Dios que castiga a los malvados. Sobre estos dispersos de Judá cf. 6, 8. Jeremías indica que algunos volvieron muy pronto (Jeremías 40, 7 y 12). No debe confundírselos con los mencionados en 28, 25 y en otros muchos textos alusivos a todas las tribus de Jacob.

* 18. Ezequiel, hecho señal y presagio para su pueblo, como otras veces (versículo 11), debe hacer lo que todos tendrán que hacer pronto, mal que les pese (versículo 19). Temblor y angustia: Trágico lenguaje en boca del Dios de paz. Muchas expresiones así tiene Él que repetir en los Profetas (cf. Isaías 1, 4 ss., etc.), y siempre a causa de su amor dolorido por el fracaso del hombre. Porque, si bien miramos, desde Eva y Adán, hasta el diluvio y la torre de Babel; desde Israel hasta hoy, ¡cuántos fracasos humanos! Y así será hasta el fin (cf. Lucas 18, 8 y nota); hasta el Anticristo y Armagedón (II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Apocalipsis 16, 16; 17, 14; 19, 19); hasta la rebelión final de Gog y Magog (Apocalipsis 20, 7 ss.). He aquí un examen de Conciencia histórico-bíblico que la humanidad habría de hacer, en vez de buscar sus pasadas glorias como pábulo a la soberbia que se cohonesta con ser colectiva, pues el mundo la mira como virtud y ni siquiera piensa en exclamar, como Israel en sus momentos de lucidez: Bien está que nos hayas humillado, Señor, porque pecaron nuestros padres (cf. 20, 27), y nosotros también (cf. Salmo 89, 15; 118, 71; Daniel 9, 5 ss., etc.). Véase el tremendo capítulo siguiente sobre los falsos profetas.

* 19. Al pueblo del país: los cautivos que instigados por profetas mentirosos (capítulo 13) viven en falsa seguridad, creyendo que la Ciudad Santa no puede caer en manos de los enemigos, y soñando con un próximo regreso al país de sus padres. El profeta está encargado de manifestarles y mostrarles la tremenda realidad. Cf. 22, 29.

* 22. ¿Qué refrán es ése? Se dirige a los que no dan oídos a las profecías, pretextando: pasan los días sin que se cumplan los vaticinios. Se refieren a oráculos de los profetas anteriores, y también a los contemporáneos, como Jeremías y el mismo Ezequiel (cf. Isaías 5, 19; 39, 6; Miqueas 3, 11; Jet. 17, 15, etc.).

* 25. En vuestros días: Texto importante para confirmar la interpretación de las palabras de Jesús: “No pasará esta generación hasta que todo esto suceda.” Véase Mateo 24, 34 y nota.

* 27 s. Decían otros: Estas profecías, aunque tengan algún significado, no afectan a nosotros, sino que se cumplirán tan sólo en tiempos remotos. El Señor anuncia la proximidad del cumplimiento (versículo 28).

* 2 ss. “Con igual fortaleza (que Jeremías), tuvo que luchar Ezequiel contra los falsos profetas (13, 1-23; 14, 9-11; 22, 25 y 28), contra la idolatría (20, 32-39) y contra la exasperante protervia de la casa de Israel (3, 26; 12, 2, 9 y 25; 15, 8; 17, 12; 24, 3)” (Simón-Prado). Véase Deuteronomio capítulo 13; Jeremías capítulos 5-7; 8, 10 ss.; 14, 13 ss.; y principalmente 23, 1 ss., contra los falsos profetas que estaban en Judea; y también 29, 21 ss., contra los que estaban en Babilonia. Cf. Isaías 56, 9 ss. y nota. etc. Estos nefastos conductores espirituales fueron, más aún que los jefes políticos, el peor y más decisivo de los factores en la decadencia del pueblo elegido. Cada vez que un profeta de Dios se levantaba para despertar al pueblo con palabras divinas, se le oponía un enjambre de seudoprofetas que, adulando el egoísmo y nacionalismo de sus compatriotas, frustraban la eficacia de la palabra del Señor. Tales antecedentes explican la gran preocupación que en el Evangelio y en todo el Nuevo Testamento se muestra por los falsos profetas y pastores. El mismo Jesús, siendo un israelita ejemplarmente sometido a la Ley, inclusive la circuncisión (Lucas 2, 21; Romanos 15, 8), los tributos del Templo (Lucas 2, 22 ss.; Mateo 17, 24 ss., etc.), por una parte ordena al leproso curado que pague al sacerdote la ofrenda (Mateo 8, 4) mandada por Moisés (Levítico 14, 2), y aún rompe el silencio de la Pasión para responder al conjuro sacerdotal de Caifás (Mateo 26, 62 Ss.); y por otra parte no cesa de increpar a esa Sinagoga corrompida, y de prevenir caritativamente a las ovejas para que no puedan ser engañadas. Como contraste veamos, en el capítulo 34 de Ezequiel, la inefable figura del buen pastor, que nos anuncia triunfante al mismo Jesús, a quien San Pedro llama Pastor y Obispo de nuestras almas (I Pedro 2, 25) y nos enseña a esperarlo como Príncipe de los pastores (ibíd. 5, 4).

* 5. No habéis subido a las brechas. Quiere decir: no amparasteis a vuestro pueblo, como es deber del buen pastor, sino que lo llevasteis a la perdición insinuándole vuestros caprichos en vez de la voluntad del Señor.

* 7. Yo nada he hablado: Véase Jeremías 23, 16 ss. y nota, sobre esta tremenda protesta de Dios, que alcanza, en todos los tiempos, a los que dan como doctrina religiosa lo que no han bebido en las fuentes de la Revelación sino en sus opiniones personales. El Papa Benedicto XV, en su Encíclica “Humani Generis”, censura gravemente a los que bajo el título de predicación hablan cosas “que no tienen de sagrado más que el lugar donde se pronuncian”. Y Pío XII añade a este respecto: “Los sacerdotes a quienes está encomendado el cuidado de la eterna salvación de los fieles, después de haber indagado ellos con diligente estudio las sagradas páginas de la Biblia, y haberlas hecho suyas en la oración y la meditación expongan empeñosamente estas soberanas riquezas de la divina Palabra en sermones, homilías y exhortaciones.” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”). Cf. 34, 18 y nota.

* 9. Véase Jeremías 22, 30 y nota; cf. Salmo 86, 6; Ezequiel 20, 33-38.

* 10. Diciendo: “Paz”, y no había paz: Cf. Jeremías 4, 10: 6, 14; 8, 11 y notas.

* 13. El huracán representa a los babilonios que a manera de una catástrofe física sobrevendrán sobre Jerusalén.

* 14. La muralla revocada con barro es el edificio social levantado al margen de la ley divina. Es la casa que el Señor no edificó (Salmo 126, 1) y que no sirve “aunque madruguen” los que trabajan (ibíd. 2); es la casa construida sobre arena, por los que no obedecieron al Sermón de la Montaña (Mateo 7, 26), que el torrente se llevó con ruina de todos (ibíd. versículo 27). porque los hombres quisieron hallar la solución de los problemas colectivos dentro del orden temporal, a base de la prudencia del hombre que se preocupa de lo que comerá y beberá y vestirá (Mateo 6, 31) como hacen los paganos (ibíd. versículo 32), sin creer en la prudencia sobrenatural que confía y da ocasión al Padre activo y fuerte para darnos por añadidura todas esas cosas (ibíd. versículo -33) que Él bien sabe necesitamos (ibíd. versículo 32), mientras nosotros nos preocupamos de Él y de su gloria como hijos amantes y felices. Tal es la constitución que Cristo nos dejó en el Evangelio. Pero Él mismo nos hizo saber que no sería aceptada y que cuando Él venga no hallará fe en la tierra (Lucas 18, 8). ¡Cuán bien se ha dicho que “la Biblia juzga a nuestra época”!

* 17. El Antiguo Testamento menciona cuatro profetisas: María, hermana de Moisés (Éxodo 15, 20), Débora (Jueces 4, 4), Holda (IV Reyes 22, 14) y la mujer de Isaías (Isaías 8, 3). Como se deduce del presente pasaje, no faltaban tampoco falsas profetisas, o mejor dicho, pitonisas, agoreras, sortílegas, que prometían salvación (almohadillas, versículo 18) de todos los males.

* 18. Que tomen nota de tan tremenda advertencia divina las incontables mujeres de hoy que sometiéndose a la tiranía mundana de las modas indecorosas van, como estas profetisas, “haciendo caer en lazo las almas”, es decir, sembrando a su paso, consciente o inconscientemente, el pecado en cada uno que las ve y las codicia, según lo enseña el mismo Señor Jesús (Mateo 5, 28). Nótese que el recato no puede ser juzgado según la moda, porque la palabra de Dios nos hace saber terminantemente que, tanto por la ostentación del atavío lujoso, como por la ostentación de la hermosura, “se enciende cual fuego la concupiscencia” (Eclesiastés 9, 8 s.). Y en otra parte: “¿Por ventura puede un hombre encender el fuego en su seno sin que ardan sus vestidos? ¿O andar sobre ascuas sin quemarse las plantas de los pies?” (Proverbios 6, 27 s.). Habrá tal vez quien diga que esto es precisamente lo que se busca: la caza del matrimonio mediante el atractivo físico o “sex appeal”. Para ilustrar a las que así pensaren, y salvarlas de la ruina de un hogar desdichado, la sabiduría de Dios nos da también textos definitivos según los cuales no puede existir, ni entre esposos ni entre amigos, un vínculo durable sin el afecto fundado en lo espiritual. Véase Eclesiástico 6, 16 s.; 25, 2; 6, 8; 37, 15 s.; 40, 23 y notas. Contra el nudismo véase Eclesiástico 29, 28 y nota. Sobre el lujo femenino cf. Isaías 3, 16 ss. y notas.

* 19. Haciendo morir las almas que no deben morir, y salvando las almas que no deben vivir: Estas últimas son las referidas en el versículo 22 y nota; es decir, los impíos, a los cuales ellas envalentonaron con sus falsas doctrinas, en tanto que “afligen a los justos”. San Pablo, que no olvida ciertamente a las mujeres que con él trabajaron por el Evangelio (Filipenses 4, 3), les hace, empero, presente que por naturaleza y por voluntad de Dios han de guardar sujeción al hombre (I Corintios 11, 3 y 10; Efesios 5, 22 s.; Colosenses 3, 18; cf. Génesis 3, 16, etc.) y que no les corresponde en la Iglesia la misión de enseñar, ni se les permite (I Timoteo 2, 11 s.), por lo cual “guarden silencio porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como lo dice también la Ley. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus propios maridos” (I Corintios 14, 34 s.). En los tiempos que corren se tiende a olvidar estas enseñanzas, sin comprender que, siendo el mismo Dios quien las da para Su servicio, sería absurdo querer servirle contra lo que a Él le agrada (véase Sabiduría 9, 10 y nota). Puede verse, en cambio, la consoladora misión que San Pedro espera de la mujer (I Pedro 3, 1), y las condiciones que indica San Pablo para las viudas que quieran trabajar en el apostolado (I Timoteo 5, 9 ss.). Cf. Eclesiástico 33, 20; Hechos 18, 26 y notas.

* 22. A quien Yo no quería afligir: Recojamos esta flor que nos manda nuestro Padre celestial y que nos muestra la delicadeza de su amor (cf. Jeremías 19, 5 y nota). Fortalecido los brazos del impío: de modo que en vez de humillarse de su pecado, se enorgullezca de él. Es decir que ya entonces se notaba esa ceguera, en cuyo abismo Satanás, el padre de la mentira (Juan 8, 44), todavía tiene a la humanidad sumergida y dominada por el engaño. Nadie aceptaría, por ejemplo, el mote de ladrón, porque va contra el “honor” sancionado por el mundo. Pero en cuanto al hecho mismo, muchos se gloriarán de la habilidad con que engañaron a otro en un negocio, y más aún si tienen, como aquí vemos, falsos profetas o profetisas que se lo aplauden. ¿Y cuántos no se glorían de haber engañado a una mujer para seducirla, en tanto que la víctima, lejos de poder gloriarse, queda “deshonrada”? Pero en la actualidad existe una ceguera más diabólica aún: gloriarse de no conocer a Dios. Véase sobre este tristísimo tema Jeremías 9, 24 y nota.

* 1. Los ancianos de Israel son los que hemos visto en las abominaciones del capítulo 8 y que ahora pretenden consultar al Profeta de Dios, como a veces hacían los fariseos con Jesús, incurriendo en esa doblez que es la peor burla de su Santidad (cf. Salmo 49, 16 s. y nota) y lo que más lo irrita porque Él está viendo el fondo de sus corazones (versículo 3). “¿Por qué me tentáis, hipócritas?”, les decía el Señor “conociendo su malicia” (Mateo 22, 18). Sobre los ancianos durante el cautiverio véase Jeremías 29, 1; Baruc 1, 4 ss.; Daniel 13, 5 s. Jesús nos enseña igualmente la imposibilidad de estar con Él y con el mundo (Lucas 11, 23), que no es menos idólatra pues sigue a su príncipe Satanás (Juan 14, 30; I Juan 5, 19).

* 3. En sus corazones; porque “su corazón se iba tras de los ídolos” (20, 17). El escándalo de su maldad, es decir: ante su vista tienen las imágenes de esos ídolos que los hacen pecar (cf. la carta de Jeremías en Baruc 6). Esta dualidad entre el interior del corazón y el culto externo, se repite varias veces en los versículos siguientes.

* 4. Según la multitud de sus ídolos, esto es, según merece su doblez (Par pari refertur). Véase Salmo 17, 27 y nota; II Reyes 22, 27.

* 7. Todo extranjero: La Vulgata dice: todo prosélito. Según el hebreo se refiere simplemente a los residentes. Les estaban prohibidas las prácticas de la idolatría, como el beber sangre, etc. (cf. Levítico 17, 10 ss.; 20, 2), para que no contagiasen a la nación teocrática, en la cual el poder civil y la fuerza de coacción estaban en manos de la autoridad religiosa. De ahí que no se explicarían hoy hazañas como la de Fineés y la de Razias. Véase Salmo 105, 30; II Macabeos 14, 41 ss. y notas. Cf. 44, 7; Juan 17, 8 y nota. Yo, Yahvé, le responderé por MI mismo: “Lo cual es apartar Él su gloria y favor de aquel hombre; de donde necesariamente se sigue el ser engañado por causa de desamparo de Dios. Y entonces acude el demonio a responder según el gusto y apetito de aquel hombre” (San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo II, 19).

* 8. Una señal y un proverbio, en el sentido de que su perdición será proverbial. Se los citará en adelante como ejemplo de los juicios del Señor. Véase Deuteronomio 28, 37; Jeremías 29, 22; 48, 39.

* 13. El báculo de su pan: el sustento de su vida. Véase 4, 16 y 5, 16.

* 14. Aunque se hallasen: Recordando los ruegos de Abrahán en Génesis 18, 22 ss., Dios expresa ahora al profeta que su pueblo, obstinado en la infidelidad, no podrá ser salvado ni siquiera por intercesión de tres justos (cf. Hechos 27, 24 y nota) como Noé, Daniel y Job (cf. 28, 3). En Jeremías 15, 1 dice lo mismo de Moisés y Samuel. Es hermoso ver así, canonizados por el mismo Dios, a estos grandes Santos del Antiguo Testamento (cf. Eclesiástico capítulos 44 ss.). Vemos también confirmada una vez más la historicidad de la persona de Job (cf. Santiago 5, 11 etc.).

* 18. Tan sólo ellos: Es la misma doctrina que en 18, 20 es aplicada a los que se pierden, también solos.

* 21. Resume los cuatro flagelos indicados en los versículos 13, 15, 17 y 19 (cf. Apocalipsis 6). Dios no puede perdonar a la ciudad infiel porque persevera con obstinación en el pecado y no oye a los profetas. Es admirable ver cómo Él, único que a nadie ha de dar cuenta de sus actos, siente aún en su Corazón como una necesidad de disculparse ante sus amigos, y les explica (versículo 23) con divina llaneza su proceder, prometiendo mostrarles que “no sin razón” tuvo que oprimir a su pueblo. Véase 15, 7 y nota.

* 22. Vendrán a vosotros: serán llevados cautivos a Babilonia (donde está el profeta con sus compañeros), y allí veréis sus iniquidades que justificaron el castigo. No se trata del pequeño grupo de los justos salvados. Comprenderéis: literalmente: os consolaréis.

* 3. La vid no sirve de material para hacer instrumentos con su tronco, sino sólo para dar frutos o ser arrojada al fuego. Es la imagen del pueblo de Israel (véase 17, 6; Isaías 3, 14; 5, 1 ss.; Jeremías 2, 21; Oseas 10, 1, etc.). Es decir que no hay, para el pueblo sacerdotal sino los dos extremos: gloria o ignominia. Es el destino que en la Biblia tienen los primogénitos, porque eran cosa del Señor (cf. Eclesiástico 36, 14; Números 3, 13j Lucas 2, 23, etc.). En el Evangelio, Jesús es aún mas terminante con la sal insípida, que ha perdido lo que la hacía apta para el honor sacerdotal de los sacrificios (cf. 43, 24; Levítico 2, 13; Marcos 9, 49) y de los pactos (Números 18, 19; II Paralipómenos 13, 5 y nota); no servirá ni siquiera para el muladar, sino para ser arrojada fuera (Lucas 14, 34) y que, tirada, la pisen los hombres (Mateo. 5, 13).

* 4. Sus dos cabos, son los dos reinos del pueblo israelita, el reino del Norte, llamado de Israel, que cayó en 722 a. C. en las manos de los asirios, y el reino del Sur o de Judá, cuya población, en parte, ya se halla también en el destierro. Lo de en medio, son los pocos que quedan aún en Jerusalén.

* 7. Conoceréis, etc.: Sigue hablando a los amigos, como en 14, 23. Lo mismo dice también a los propios prevaricadores. Cf. 7, 9 y nota, Pero no siempre en señal de castigo, sino también de perdón. Cf. 16, 62 s.

* 2 ss. Alegoría de la esposa adúltera (cf. Jeremías capítulos 2 y 3; Oseas capítulos 1-4). Este celebérrimo capítulo encierra un drama inmenso y sublime, que es algo así como el reverso del Cantar de los Cantares. Su asunto es la infidelidad del pueblo elegido, mas no ya de todo Israel, sino de la nación judía en particular, pues se la llama hermana de Samaría (versículo 46), la cual más de un siglo antes había caído en la esclavitud asiria, con las diez tribus del norte o reino de Israel propiamente dicho. La esposa está personificada en Jerusalén (versículo 2 y 3), porque “cuando Israel salió de Egipto… Judá fue hecha su santuario” (Salmo 113, 2), y Dios “amó las puertas de Sión más que todos los tabernáculos de Jacob” (Salmo 86, 2 y nota). El Templo de Salomón, próximo ahora a ser abandonado por Dios (véase 10, 18; 24, 21 y notas) y destruido por los babilonios, estaba allí, en la Capital santa por excelencia, que Jesús iba a llamar “la ciudad del gran Rey” (Mateo 5, 35; cf. Salmo 86, 3 y nota) por la gloria de su destino (versículo 60 ss.; Salmo 75 y notas), cantada por todos los profetas cf. Isaías capítulos 54 ss.). Un día, sin embargo, había de llorar sobre ella el gran Rey, porque Jerusalén “no conoció entonces el tiempo de su visita” (Lucas 19, 44), y más tarde tuvo Él que despedirse diciendo que ella no volvería a verlo hasta que dijese: “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mat 23, 39).

* 3. Tu origen, etc.: Habla con Jerusalén, y se dirige más a la ciudad misma que al pueblo judío, pues éste desciende de Abrahán, aunque luego no se mostró digno de su padre (cf. Mateo 3, 9; Juan 8, 34-56). Jerusalén, en hebreo Jeruschalaim (morada de la paz) que se identifica con la llamada Salem en Génesis 14, 18, cuyo rey era Melquisedec en tiempo de Abrahán, se menciona por primera vez en la historia profana en el siglo xv o xiv a. C. en las cartas de Tel Amarna, donde es llamada Urusalim. No hay duda de que estaba en la tierra de los cananeos cuyos aliados eran los amorreos (Génesis 15, 16) y los heteos (Génesis 27, 46) aquí mencionados, y era habitada por otro de esos pueblos: el de los jebuseos, cuando David hecho rey de las doce Tribus, la conquistó (II Reyes 5, 5 ss.) para trasladar allá su trono desde Hebrón.

* 5. Arrojada… el día en que naciste: Puede decirse que estas palabras se cumplieron para Israel casi literalmente en la persona de aquel gran caudillo en el cual se encerraba todo el futuro de su pueblo y que, salvado por Dios en forma providencial, mediante la princesa del Faraón, recibió de ella el nombre egipcio de Moisés que quiere decir precisamente salvado del agua (o hijo, según otros). Cf. Oseas 2, 3.

* 6. Te dije cuando estabas en tu sangre: ¡Vive! Es decir que cuando la ve en el abismo de la miseria y de la impotencia, es cuando repara en ella (cf. Lucas 1, 48 y nota) y cuando decide colmarla (cf. Salmo 112, 6 s. y nota). Esto, que no es ciertamente según la lógica ordinaria, nos hace comprender uno de los principales misterios del amor de Dios, y aún sabremos por qué Él permite el pecado, según nos los descubre San Pablo, lleno de asombro él mismo, al decirnos que Dios permitió a todos, judíos y cristianos, que cayesen en incredulidad (que es el “pecado” por antonomasia, según enseña Jesús en Juan 16, 9) “para poder hacer misericordia a todos”. Véase Romanos 11, 32 ss. Santa Gertrudis entendió esto cuando Jesús le dijo que no quería quitarle sus defectos, para no perder el gusto que tenía en perdonárselos. Y Santa Teresita lo entendió cuando nos dijo que nos complaciésemos en ser débiles e incapaces para toda virtud (véase II Corintios 12, 9 s.). Precisamente para que el uno pueda dar, es necesario que el otro esté en condiciones de recibir. Si fuésemos buenos y santos ¿para qué necesitaríamos del Salvador que vino para los malos y enfermos? (cf. Marcos 2, 17 y nota). De ahí que, como dice la Virgen, Dios nos colma tanto más cuanto más vacíos nos ve (Lucas 1, 53). El que no se aprovecha de este Dios tan maravilloso, es porque no lo conoce. Por eso la vida eterna consiste en conocerlo, como lo dice Jesús (Juan 17, 3 y 17 y notas). Y el que no tiene en cuenta que el amor es el misterio esencial de Dios, vive desganado, como sirviendo a un tirano, al cual vanamente pretenderá obedecer. Ésta es la verdad salvadora, que esperan, por instinto sobrenatural, quién sabe cuántas almas. Es la verdad que nos hace admirar al Padre y a Jesús, para poder amarlos a Ambos. Entonces, sí, cumpliremos su Ley, porque nos gozaremos más en Ellos que en el mundo engañoso. Y esto es, justamente, cumplir su Ley, pues que el mandamiento primero y mayor es amarlo a Él.

* 7. Alusión al crecimiento del pueblo israelita en Egipto, de donde se dice que salieron seiscientos mil hombres de a pie (Éxodo 12, 37; Números 1, 46; 2, 32; 11, 21; 26, 51).

* 8. Evoca el pacto entre Dios y su pueblo en el monte Sinaí. Cf. Éxodo capítulos 19 ss. Dios extendió el manto sobre ti, en señal de que Él te eligió por esposa. Véase Rut 3, 9, donde Booz hace el mismo acto con Rut. Acerca del desposorio de Dios con el pueblo israelita, véase Isaías 50, 1 ss.; 54, 5 ss.; Jeremías 2, 2 y el Cantar de los Cantares, passim. En Jeremías 3, 1 ss. y Oseas 2, 19; 3, 3, hallamos afectos muy semejantes a los que nos muestra el Corazón de Dios en todo este asombroso capítulo.

* 13. Dios nutrió a Israel no solamente con la leche y miel de Canaán, sino también con los alimentos exquisitos de su Palabra escrita en la Biblia y hablada por los Profetas (cf. Salmo 147, 3 y 9 y notas). Viniste a ser extraordinariamente hermosa: Para destacar todo lo que tiene de sobrenatural este proceso (que, como el Cantar de los Cantares, se aplica históricamente a Judá, y espiritualmente a cada alma de todos los tiempos), comparémoslo con el célebre mito griego de Leda, madre de los gemelos Castor y Pólux, amada por Júpiter a causa de su hermosura propia. Poema carnal, en que la mujer queda glorificada como símbolo de belleza y fecundidad, y el rey de los dioses, que anda buscando saciar su egoísmo a costa de cualquier infidelidad, tiene que enmascararse para agradarle, transformándose en cisne, ¡Qué abismos de distancia con el divino poema bíblico! ¡Y pensar que hay tantos admiradores de los libros mitológicos, y tan pocos del Libro inspirado! Dios pasa aquí como el Samaritano caritativo (versículo 6 y 8), y nos ve en extrema miseria desde la infancia, porque “he aquí que entre iniquidades fui dado a luz, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 50, 7). Entonces, por esa característica infinitamente maravillosa de amar con misericordia todo lo que es pobre (Lucas 1, 53), saca del estiércol príncipes (Salmo 112, 5-8) y princesas como María Magdalena, y ama a Jerusalén haciéndola hermosa, pero no antes, sino después de haberla amado.

* 14. Por los adornos que Yo había puesto: Es decir, que si Israel fue admirada muchas veces por los gentiles, no era por su cultura a lo mundano (véase la introducción al Cantar de los Cantares), sino por su Dios, que no sólo encarnaba un concepto infinitamente más grande que el de los dioses paganos (cf. nota anterior) sino que era el único verdadero, según se había revelado en su Libro y en su conducta con sus amigos y con el pueblo elegido. Así lo proclamaban los paganos como Aquior el ammonita (Judit 5, 5 ss.) y Naamán de Siria (IV Reyes 5, 15 ss.) e Hiram de Tiro (III Reyes 5, 7) y la reina de Sabá (III Reyes 10, 9) y el propio Nabucodonosor de Babilonia (Daniel 2, 47), etc. Este gran Dios de Israel aseguró a su pueblo una gloria que retoñará a pesar de su caída (cf. versículo 60 ss.; Romanos 11, 25-36), en tanto que la fecundidad clásica y pagana quedará como su propio símbolo de Niobe, que tuvo muchos hijos, y por alardear de ellos, los perdió a todos. No olvidemos que en esa tradición bíblica está injertada nuestra gloria cristiana (Romanos 11, 17 ss.) y no en Grecia ni en Roma (Efesios 2, 11 ss.), y que en la Babilonia del Apocalipsis nos está anunciado el fracaso de la gentilidad, sin duda no menor que el de Israel, y cuyo comienzo pareciera estar ya en las catástrofes de todo orden que en nuestros días van señalando la decadencia de Occidente.

* 16. Te hiciste toda clase de lugares altos: En estas “alturas” o “lugares altos” se practicaba el culto prohibido, la “fornicación” o “adulterio” con dioses ajenos. Véase 6, 3; 20, 26; 23, 37; IV Reyes 16, 3; 21, 3 ss.; Jeremías 7, 31; 19, 5; 32, 35; Apocalipsis 17, 2; 18, 3, etc. Véase también el versículo 25. Cf. 6, 3 y nota.

* 18. Nótese la dramática elocuencia con que Dios dice: mi aceite y mi incienso. Recordemos, como contraste, el ejemplo de la Santísima Virgen María, que tanto más se aniquila cuanto mayor es el don que reconoce haber recibido del Altísimo (Lucas 1, 48 s. y nota).

* 21. Cf. Levítico 18, 21; Deuteronomio 18, 10; IV Reyes 16, 3; Salmo 105, 37; Jeremías 7, 31 y notas.

* 22. Abominaciones y fornicaciones: son sinónimos de idolatría y apostasía, lo mismo que los términos “altura” y “lugar alto”. Cf. nota 16, 26. Las alianzas con Egipto y otros pueblos paganos, como los asirios (versículo 28) y caldeos (versículo 29), eran contrarias al pacto hecho con Dios y constituían otros tantos peligros de recaer en la idolatría (Éxodo 34, 16).

* 27. Tu porción, es decir, tu parte de esposa (cf. Éxodo 21, 9 s.), o sea, el país de Canaán que Dios había dado a su pueblo. Hijas de los filisteos: las ciudades de Palestina, nombre que significa Filistea, tierra de los filisteos.

* 29. En tierra de Canaán, hasta la Caldea: no parece expresar el sentido exacto. Algunos traducen: desde Canaán hasta Caldea. Los Setenta omiten Canaán y dicen más claramente: multiplicaste tus alianzas con la tierra de los caldeos.

* 30. ¡Cuán débil es tu corazón! La Vulgata vierte: ¿Con qué limpiaré tu corazón? ¿Quién podrá esperar fidelidad de una mujer semejante?

33. Les hacías regalos: se refiere a los presentes de cosas sagradas, hechos por reyes de Judá para buscar la amistad no sólo de los dioses sino también de los reyes asirios (cf. IV Reyes 16, 8 ss.; II Paralipómenos 28, 21 ss.). Dentro de esta parábola, y en el terreno espiritual, lo que esto tiene de abominable para un marido bueno, amante, preocupado de hacer feliz a su esposa, es precisamente eso: que ella vaya a buscar en otros brazos, y aún a costa de regalos, la felicidad que él le brindaba con toda su alma; que ella le tenga asco, que no lo quiera más. Y si el marido es un hombre lleno de atractivos y un gran señor, y ella no es nadie, y sin embargo lo abandona por otro hombre inferior y estúpido y malo… ¿hay algo peor que la indignación de esos celos? Esto es, exactamente lo que siente también con nosotros el Dios celoso de Israel, y lo que traerá la ira del Cordero (Apocalipsis 6, 16). Porqué la miseria nuestra, como la de Israel, fue y es insondable. Cristo hizo hermosa -mi alma porque la amó, y la lavó con su propia Sangre; y con sólo poner en ella los ojos la dejó embellecida con Su resplandor que es el Espíritu Santo. Pero apenas ella se sintió hermosa con esos dones, reclamó su libertad. Y se prostituyó con cualquiera de los ídolos del mundo, y tanto apreció esas caricias cuanto despreciaba las del Esposo. Por eso llegó a pagar a sus amantes, al revés de lo que hacen las rameras. Sólo a la luz del amor de un Dios celoso (cf. Éxodo 34, 14; Deuteronomio 32, 21; Santiago 4, 4 s.) puede comprenderse esto y los espantosos anuncios del Apocalipsis que tanto asombraron a San Juan (cf. Apocalipsis 17, 6). Véase las prevenciones que San Pablo hace en su Epístola a los Romanos (11, 17-24), para que no caigamos en la misma incredulidad de Israel, y el tremendo vaticinio de Cristo en Lucas 18, 8.

* 36. La sangre de tus hijos: sacrificados a Moloc. Cf. versículo 20 s.; 20, 31; 23, 37. Véase Jeremías 19, 5 y nota.

* 38. La pena del adulterio era la muerte (Levítico 20, 10) por lapidación (Deuteronomio 22. 24). como se ve en el Evangelio (Juan 8, 5). El contexto muestra que la adúltera sigue viviendo para sufrir las ignominias que vienen a continuación. Por otra parte, vemos cómo en el versículo 42 se aplacará del todo la ira. Cf. versículo 55 y nota.

* 41. A la vista de muchas mujeres: todas las naciones que fueron testigos de su fornicación y que como tales tenían derecho de arrojarle la primera piedra (Deuteronomio 17, 7; cf. Juan 8, 7).

* 45. Hija eres de tu madre: Jerusalén, a quien llama hija de pueblos cananeos (cf. versículo 3 y nota) es digna sucesora de esos paganos que desechaban a su creador (véase Romanos 1, 18 ss.) e inmolaban sus hijos a Moloc.

* 46. El que desde Jerusalén mira hacia el este, tiene a la izquierda la ciudad idólatra de Samaría, y a la derecha la región de Sodoma. Hermana mayor es Samaría, el reino del norte, por la extensión de su territorio que abarcaba diez tribus, en tanto que Jerusalén sólo era capital de Judá y Benjamín. Véase la parábola de las dos rameras en el capítulo 23.

* 47 s. La responsabilidad de Judá también era mayor por los especiales dones recibidos, y así lo dijo igualmente Jesús anunciando que sería más liviano el juicio de Sodoma y Gomorra, y el de Tiro y Sidón (pueblos fenicios paganos), que el de Cafarnaúm y las ciudades de Galilea que no quisieron escucharlo a Él (cf. Mateo 10, 15; 11, 21 ss.).

* 49. En pocas palabras nos enseña Dios aquí cuál es el proceso de la depravación de los pueblos gentiles, y así lo vimos exactamente en la caída del Imperio Romano. Pero hay para Él algo peor que esos vicios paganos, y es el aspecto místico de la apostasía de Jerusalén, porque nada indigna tanto como la falsía del amor fingido, la traición de la propia esposa.

* 50. Lo que he visto, aludiendo a Génesis 18, 21, donde Dios dice: quiero ir y ver. De todos modos se trata aquí de una nueva advertencia, cuyo sentido es el siguiente: si eso hice con ellos, menos culpables que tú (versículo 49 y 51) ¿qué no haré contigo? Cf. lo que San Pablo advierte a los cristianos con respecto a Israel en Romanos 11, 21. Cf. Jeremías 25, 28 s.

* 53. Las hijas de Sodoma son los pueblos de los moabitas y ammonitas, ambos descendientes de las hijas de Lot, y ambos llevados también cautivos a Babilonia por Nabucodonosor. El Señor los restablecerá, y lo mismo a Samaría. El sentido es que esos pueblos despreciados por Jerusalén (versículo 56) algún día tendrán la misma relación con Dios que el pueblo judío, si bien no oímos que esto se cumpliese en los días de Jesús, como sucedió con la Galilea de los gentiles (véase Isaías 9, 1 y el comentario); pues si exceptuamos el viaje de Jesús al territorio de los sidonios, Él solo llegó, por el norte, a la tierra de los gerasenos, donde fue muy mal recibido (Lucas 8, 26 ss.), y por el sur a la Perea.

* 55. También tú; es decir, Judá. Aquí, como en los versículo 42 y 60 ss., vemos que Dios no se avergüenza de ser un marido que perdona, a pesar de cuanto se nos ha mostrado en todo el drama de este inolvidable capítulo. Lo mismo vemos en Jeremías 3, 1 ss.; Oseas 2, 14, etc. Tomemos nota de tan grave lección divina, para compararla con todo ese mundo del “honor”, en que el marido se siente con derecho, y aún obligado, a matar en el adulterio a la mujer, no obstante que él suele creerse exento de la obligación de fidelidad. Aquí, al contrario, el marido fidelísimo, después de mostrar sus terribles celos, tan grandes como su amor, perdona, porque ama…. y aun anticipa a la miserable caída la promesa de ese perdón esplendoroso, por evitarle que caiga en la desesperación que la aleje para siempre de Él. Aprendamos así, por el ejemplo del mismo Dios, a despreciar eso que el mundo llama “pasar por tonto”. Imaginemos lo que habría hecho su Hijo Jesús si hubiera usado ese “buen criterio” del mundo, no queriendo pasar por tonto ni dejarse condenar por los culpables. Espanta pensar lo que habría sido entonces de nosotros. Ese “buen criterio” del mundo, muestra hasta dónde hemos de odiar a éste, persuadiéndonos de eso que parece tan exagerado en San Juan: que el mundo todo está poseído del Maligno (I Juan 5, 19) y que lo que reina en el mundo es la concupiscencia, la avaricia y la soberbia (I Juan 2, 15 ss.). Todo esposo traicionado (y hoy los hay sin duda más que nunca, porque ahora se sabe evitar las consecuencias del pecado de la mujer), sepa, pues, que no es vergonzoso el perdón, sino que es, al contrario, virtud la más sublime, porque nos asemeja a Dios y no a ese despreciable mundo que, sin distinción alguna, tiene siempre por deshonrada a la mujer caída, y tal vez alaba al que la sedujo quién sabe con qué engaños; y que cree que la sangre de un duelo (o la ficción de un duelo) lava la honra (con un nuevo crimen). Pensemos que en cosas semejantes se ha usado y abusado del nombre de la civilización cristiana, y veamos qué queda, en todo este “honor” y este “heroísmo glorioso”, de las palabras de Cristo: “Si no os hiciereis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18, 3); “amad a vuestros enemigos” (Mateo 5, 44); “Dichosos seréis cuando os insultaren” (Mateo 5, 11); “¡Ay cuando los hombres digan bien de vosotros!” (Lucas 6, 26).

* 56. En su orgullo, los judíos consideraban a Sodoma como si no hubiera existido, y usaban su nombre solamente como maldición.

* 61. Entonces te acordarás… y te avergonzarás: Este anuncio, repetido en muchos pasajes (cf. 36, 31 s., etc.), encierra otra gran luz de espíritu: perdón no es aprobación. El que perdona al pecador le devuelve su amistad, es decir, su afecto, sus favores, y aún su confianza; pero no le dice que hizo bien en pecar, ni que el pecado era bueno.

* 63. Para que te acuerdes y te avergüences: Es un “Quos ego!”, pero al revés (véase el contraste en 7, 9 y nota; cf. Juan 8, 28). En amenazas como éstas, de insondable misterio, que nos parecen caprichos de un Dios enamorado, se fundaba aquel santo que convirtió un alma para siempre diciéndole, more agustiniano: Ama a Jesús todo lo que puedas, aunque sigas siendo “malo”. Pretender ser “bueno” es lo peor que te puede suceder, si quieres serlo a los propios ojos, según lo que Jesús dice del fariseo (Lucas 18, 9 ss.), y en casa de Leví (Mateo 9, 13). Cf. 22, 30; Mateo 6, 3 y notas. La lógica del mundo, que no puede entender de amor (porque es carnal y no tiene el Espíritu Santo: cf. Juan 14, 17), desaprobaría, sin duda, como inhábil política, esta pedagogía de Dios que se anticipa a declarar que perdonará (versículo 60 ss.), porque parecería que con esto el pecador, perdiendo el miedo, crecería en afecto al pecado. Pero hemos de creer que Dios no es menos psicólogo que el mundo, y aquí, en efecto, se nos muestra que nada es tan fuerte para llevarnos al verdadero arrepentimiento y detestación de nuestros pecados, como el conocimiento del Corazón magnánimo que perdona, como aquí lo vemos en las palabras paternales que dirige a Israel.

* 1. En esta parábola de la vid plantada y arrancada, Dios muestra, como tantas veces lo intimara Jeremías, su voluntad de que Jerusalén se sometiera sin protesta al vencedor. Véase Jeremías 5, 9 ss. y notas.

* 3 s. El águila representa a Nabucodonosor: el Líbano a Judá y Jerusalén (cf. versículo 12 ss.); el más alto de sus renuevos, al rey Joaquín (Jeconías), conducido a Babilonia, la cual es llamada aquí Canaán, o sea, ciudad de comerciantes.

* 5. La nueva semilla de la tierra simboliza a Sedecías, nombrado rey de Judá por Nabucodonosor, en reemplazo de Jeconías. Como un sauce. Es decir que si no era el gran cedro (versículo 3), al menos podía vivir bien junto a las aguas, como habría sucedido si Sedecías no se hubiese rebelado contra el rey de Babilonia desoyendo la voluntad de Dios (cf. 19. 10 ss.).

* 6. Hacia aquella (águila), símbolo de Nabucodonosor que era el soberano de Sedecías. Así pudo prosperar como una parra.

* 7. Esta otra águila es el rey de Egipto, con quien Sedecías hizo una alianza contra Babilonia, para ser regada: Alusión a los canales del Nilo, es decir, a las armas de Egipto.

* 9. ¿No arrancará?, etc. Sujeto de toda la frase es el águila primera, Nabucodonosor, el cual deportará al rey Sedecías a Babilonia.

* 13. Y le hizo jurar: Sedecías había prestado juramento a Nabucodonosor, su soberano (cf. II Paralipómenos 36, 13). Su alianza con Egipto fue una felonía. Dios da aquí una alta lección de fidelidad internacional (véase versículo 16, 18 y 19), no obstante tratarse de un enemigo.

* 17. Véase el cumplimiento de este anuncio en Jeremías 37, 4 ss.; 44, 30, Cf. 21, 23.

* 18. Pues despreció el juramento: Se trata del rey Sedecías. Cf. versículo 13, 21. Acerca del cumplimiento de estos vaticinios, véase IV Reyes 25, 4-7 y 18 ss.; Jeremías 39, 4 ss.; 52, 7 s.

* 22 ss. “Se trata del Mesías y de su reinado universal. Cf. Isaías 11, 1” (Crampón). Del cedro: “Este cedro figura de nuevo la estirpe real de David, y su cima representa al príncipe más ilustre de esta raza, el Mesías” (Fillion). Un tierno ramito: cf. vers. 4; Isaías 53, 2. Scío lo interpreta de Zorobabel, pero advierte que no puede aplicarse sino al reino del Mesías, y cita Ezequiel 20, 40 y Miqueas 4, 1. Habitarán, etc. (versículo 23): Algunos lo relacionan con la parábola del grano de mostaza (Mateo 13. 32).

* 2. Cf. Jeremías 31, 29. Este proverbio, aplicado a los cautivos de Babilonia, quería decir: somos castigados por los pecados de nuestros padres, no por los nuestros. Consiguientemente caían en la desesperación, como ante una fatalidad sin remedio. Y como no se creían culpables, no pensaban en arrepentirse de corazón. De ahí que el profeta haga notar la responsabilidad personal de cada uno por su propia conducta, y luego insista en hacerles saber que Dios está deseando perdonar a todo el que se arrepiente (versículo 22-32). Este capítulo contiene grande enseñanza espiritual también para nosotros.

* 4. Véase sobre esto Éxodo 20, 5 y el comentario. Todas las almas son mías: Adorable expresión de amor. No hay mayor muestra de amor e interés por otro, que decirle: tú eres mío (cf. Hechos 27, 23). No es esto un alarde del poder de Dios, que por sabio se calla, sino de amor e interés por cada alma. Todas son mías y no quiero perder ninguna (versículo 32). Declaración tanto más notable aquí, cuanto que Israel era objeto de una elección colectiva (cf. Hechos 15, 14 y nota). Jesús nos dirá más tarde el valor que esas almas tienen para Dios, revelándonos que ellas son el don que el Padre hizo al Hijo como lo más precioso que existe (Juan 10, 29 s.; 17, 9 ss. y notas); que en salvarlas y divinizarlas está toda la gloria que el Hijo puede dar al Padre (Juan 17, 2: y nota), aumentándole así la familia divina (Romanos 8, 29); por lo cual, lejos de rechazarse el pecador, es indecible la alegría de los cielos por uno solo que se arrepiente (Lucas 15, 10 y nota). No atribuyamos al Padre de las misericordias (II Corintios 1, 3) un rostro falso y duro (cf. Salmo 138, 1 y nota), porque entonces no lo podremos amar, ni siquiera arrepentirnos, pues dudaríamos de su perdón. De ahí que ese empeño por llevarnos a la desesperación, sea la gran arma del diablo y de sus agentes, como lo muestra Dios aquí y en la indignación que manifiesta contra los falsos profetas que así obran en Jeremías 23, 33 s. Véase las palabras de Jesús en Mateo 9, 13 y 12, 7; Lucas 6, 36; 19, 10; Juan 3, 16 s., etc. Morirá: como observa Fillion, se refiere a la muerte corporal, como el mayor de los males de esta vida (versículos 9 y 17, etc.). En efecto, la muerte es el castigo del pecado (cf. Sabiduría 1, 16 y nota) y aún en el Nuevo Testamento vemos aplicado este concepto (I Corintios 5, 5; 11, 30; I Pedro 3, 20; 4, 6). Téngase presente, además, que en la religión de Israel sólo se esperaba la resurrección que traería el Mesías (cf. Job 19, 23 ss.) y por tanto no se ponía el acento sobre la inmortalidad del alma (cf. Salmo 6, 6 y nota), cuyo premio o castigo inmediato a la muerte era ignorado, como observa Vigouroux.

* 6. En los montes, donde ofrecían sacrificios a los ídolos y hacían banquetes cultuales. Véase 6, 3 y nota.

* 7 s. He aquí algunas de esas disposiciones sociales que nunca pierden su importancia: la devolución de las prendas (Éxodo 22, 26; Deuteronomio 24, 6 y nota, etc.), la prohibición de la usura y aún del interés, que también los Padres y Santo Tomás combaten como ilícito, etc. Cf. Salmo 14, 5; Proverbios 28, 8; Nehemías 5, 10 s.; Deuteronomio 23, 20 y notas. En este sentido la legislación de Israel nos da ejemplo de una perfección que, aun prescindiendo del espíritu religioso que la inspira, supera incomparablemente a la de todo orden jurídico, antiguo o moderno, sin excluir el Derecho Romano, para el cual poco se le toma en cuenta que sus disposiciones reflejan ya algunas influencias cristianas. Véase Eclesiástico 24, 35 ss. y nota.

* 8. Entre hombre y hombre según la verdad; es decir, sin acepción de personas.

* 9. Vivirá, y será feliz por haber observado esas leyes de Dios, no ya como un premio aparte, sino porque son normas puestas por la amante sabiduría divina para la felicidad nuestra de modo que “en guardarlos queda abundantemente galardonado” (Salmo 18, 12). Muchas veces intenta Dios inculcarnos esta maravillosa verdad, que muy pocos suelen creer. Véase Salmo 24, 8 y nota; Juan 13, 17. Santo Tomás observa que la Ley antigua, según el sentido exterior, prometía sólo cosas del orden temporal, aunque según el sentido espiritual prometía también las espirituales y la vida eterna. Y es de recordar que Jesús no ha suprimido aquellas promesas temporales, como la vemos en Mateo 6, 33.

* 10 ss. Notemos que Dios ofrece dos ejemplos inversos para dejar bien clara la independencia de las almas: el padre bueno que tiene un hijo degenerado, y viceversa. Es que Dios es el único dueño de las almas (versículo 4 y nota). Y también se reserva Él hacer misericordia a quien quiere (Romanos 9, 15), como lo ha hecho muchas veces por amor de sus amigos (véase Hechos de los Apóstoles 27, 24 y nota) o por las oraciones de éstos (Job 42, 8). De modo que los padres o hijos cristianos jamás han de desesperar de la salvación de los suyos. Cf. I Juan 5, 16 y nota.

* 14. Ya en 14, 14 ss. insinuaba esta doctrina.

* 20. Cf. versículo 4 y nota. Si no hubiese esta responsabilidad personal, no tendría eficacia el arrepentimiento para conseguir ese perdón gratuito, que es la más grande de las grandezas divinas, y el eje de toda la doctrina espiritual, como veremos en seguida. Por lo demás, recordemos la soberana libertad que se reserva Dios (Romanos 9, 15) y guardémonos de juzgarlo o querer corregirlo, porque eso es lo único que Él no tolera. Cf. Eclesiástico 17, 6; 18, 5; Salmo 50, 6 y notas.

* 21. El Señor da un paso más en la revelación de su misericordia. No solamente no responderá el hombre por los pecados de otro, sino que Dios le perdonará también los pecados propios. Basta que se arrepienta, mostrando con su cambio de vida la sinceridad de ese arrepentimiento (cf. Isaías 44, 22). Esta grandísima noticia del perdón, que ya parecería un versículo del Evangelio, comporta aún, como se ve, la justificación, la cual, según enseña San Pablo, nadie consiguió por la Ley antigua, “siendo evidente que nadie se justifica por la Ley” (Gálatas 3, 11), porque ella dice solamente: “el que cumple estas cosas vivirá por ellas” (Gálatas 3, 12). Ahora bien, como nadie es capaz de cumplirlas con capacidad propia (Romanos 3, 20; 10, 3; Filipenses 3, 9). en vano ofreció la Ley esa justificación por las obras, ya que ningún hijo de Adán llegaba a merecerla (cf. Juan 7, 19), por lo cual dice que antes estábamos bajo la maldición de la Ley, pues maldito era, según la misma Ley, todo el que no la cumplía íntegramente (Gálatas 3, 10; Deuteronomio 27. 26). Entonces nos muestra el gran Apóstol cómo Cristo, único que pudo ser justo por el perfecto cumplimiento de la Ley porque tenía santidad propia, nos redimió de aquella maldición al obsequiarnos sus propios méritos mediante la fe en Él. Pues esa fe en Aquél sin el cual nada podemos (Juan 15, 5), es lo que nos obtiene la gracia (Efesios 2, 8), para que toda la gloria sea sólo de Él (Efesios 2, 9). También durante el Antiguo Testamento pudo existir la fe. pero no fundada en la Ley de Moisés, sino en la Promesa mesiánica hecha a Abrahán, y fue esta fe, y no la Ley, lo que justificó a los santos de Israel (cf. Romanos capítulo 4). Vemos así el abismo que queda todavía entre la misericordia del perdón que aquí se ofrece al que se arrepiente y cumple la Ley y la misericordia que Jesús ofreció luego al que se arrepiente y cree al Evangelio (Marcos 1, 15), es decir, a semejante Noticia Buena y asombrosa de que por esa fe en el Hijo de Dios recibimos la gracia del Espíritu Santo que nos hace capaces de vivir según la nueva Ley de caridad. Ese Espíritu no es otro que el de Jesús, que se nos comunica y que, haciéndonos hijos del Padre como es Él (Gálatas 4, 6), nos hace vivir, como Él, vida de hijos amantes y no ya de siervos (Efesios 1, 5; Romanos 8, 15).

* 23. Compárese este versículo y el 31 s. con el 33, 11 y 17, etc., donde se vuelve sobre esta consoladora revelación de la voluntad salvífica de Dios. ¿Qué sería de nosotros si así no fuera, y si, en vez de tener corazón de Padre, mostrase Él un rigor inexorable y nos tratase con la solemnidad que corresponde a Su Majestad? Véase, en cambio, la llaneza y humildad con que en el versículo 25 desciende a dar explicaciones ¡como si Él tuviera que justificarse! Un conocido autor moderno comenta este versículo diciendo que los judíos no se acordaban bastante de la infinita misericordia del Señor y por eso comprendían difícilmente estas cosas que a nosotros nos parecen tan simples… ¿Estamos seguros de que las comprendemos y las creemos más que ellos? Dice Santo Tomás que “Dios no hace misericordia sino por causa de su amor, en cuanto nos ama como algo propio suyo”; y en otra parte añade, con profunda verdad, que “nada es más adecuado para mover al amor, que la conciencia que se tiene de ser amado”. Por tanto, si los hombres de hoy creyeran verdaderamente que Dios es bueno, y que esa bondad procede del amor que nos tiene, es evidente que lo amarían a su vez, y por Él se amarían entre ellos, y la santidad llenaría el mundo. Entretanto, la humanidad actual no sólo produce frutos como la segunda guerra mundial, sino que, al término total de ésta, los pensadores proclamaron una vez más su fe en la bondad del hombre y en el continuo progreso moral del mundo, sin sentir la necesidad de que nuestro siglo practique esa humillación interior que Dios exige aquí (versículo 21 y 31) para que pueda haber conversión y vida. Véase las palabras de Pío XII en 11, 19, nota.

* 32. Convertíos y viviréis: He aquí todo un sistema de pedagogía divina. Las dos cosas son como la raíz y el árbol, aquélla es causa y origen de éste. Para empujarnos hacia la conversión y la vida nueva Dios nos castiga “poco a poco” o “con blandura”, como traducen otros (Sabiduría 12, 2). nos amonesta muchas veces y nos trata como el médico a un enfermo; además, no exige cosas imposibles y nos manda que le pidamos a Él la fuerza de cumplir sus mandamientos y, para colmo, nos ayuda a pedirla (Romanos 8, 26).

* 2. La leona es imagen de la casa de David. EI reino de Judá es comparado a un león (cf. 21, 27 y nota) que se echa entre los leones, es decir que quiere asemejarse a los pueblos paganos, con los cuales le fue muy mal. En efecto, el primer leoncillo (versículo 3), Joacaz, rey de Judá, fue llevado cautivo a Egipto por el Faraón Necao (véase IV Reyes 23, 34). El segundo (versículo 5) es el rey Joaquín o Jeconías, el que fue desterrado a Babilonia en 597 a. C. Véase IV Reyes 24, 15; Mateo 1, 11. Cf. Zacarías 11, 3 y nota.

* 8. Las gentes de las comarcas circunvecinas, es decir, los pueblos que formaban parte del imperio babilónico y obedecían al rey Nabucodonosor.

* 10 ss. La vid plantada sobre aguas y consumida por fuego es figura del rey Sedecías (597-587), o del reino de Judá en general. El rey fue arrancado (versículo 12) por el viento solano, figura de Nabucodonosor (versículo 12) y trasplantado al desierto (versículo 13), esto es, a Babilonia. Véase análoga figura en 17, 5 ss. y notas.

* 14. Y no le queda rama fuerte: Sedecías habrá de ser el último rey de Judá. De ahí el llanto elegiaco de este capítulo. Llora el profeta la caída del cetro glorioso de David, por fuego de sus propias ramas, es decir, por culpa del mismo rey desobediente a Dios (IV Reyes 24, 20). Tal es la gloria que el Mesías, heredero legal de Jeconías (Mateo 1, 11), debía restaurar para toda la “casa de Jacob” (Lucas 1, 32 s.; Hechos 15, 16) y que esperaban los que lo aclamaron en Marcos 11, 10, etc., ignorando lo que el Señor haría constar claramente en Lucas 24, 21-27 y 44 s.

* 1. El año séptimo después de la deportación del rey Jeconías (597), es decir en 591, cuatro años antes de la caída de Jerusalén. Ancianos de Israel: cf. 14, 1 ss. y nota. “Los ancianos del pueblo en cautiverio vienen a consultar a Yahvé por medio de su profeta, sin duda sobre la suerte de la nación. El profeta les responde echándoles en cara las perpetuas infidelidades de Israel, por las cuales serán castigados duramente. Pero a la justicia se sobrepondrá la misericordia, y tras el castigo vendrá la gloriosa restauración mesiánica” (Nácar-Colunga).

* 2 ss. Aquí, como en Salmo 77; Nehemías 9, 6 ss., y otros pasajes que allí citamos en las notas, se hace un resumen de la historia de Israel, por donde resalta invariablemente la fidelísima actitud de Dios en su misericordia paternal que no se cansa de perdonar a su pueblo, contrastando en forma harto aleccionadora con las ingratitudes e infidelidades de éste (cf. capítulo 16), hasta que llegó la prueba del cautiverio, que no iba a ser sino la imagen de la más grave que había de sobrevenirle con la diáspora o dispersión (galuth) que Israel sufre hoy todavía, por lo menos en su mayor parte.

* 6. Un país que tenía explorado para ellos… la joya de todos los países. De ahí el afecto que aún debemos tener a esa tierra que Dios llama santa (Zacarías 2, 12). Esta superioridad que Él mismo proclama con respecto a todas, y que hoy sorprende al ver su aridez actual, permanece latente porque cambiaron las condiciones (cf. Levítico 26, 4; Deuteronomio 32, 2; Jeremías 14, 1 ss.; II Reyes 1, 21 y nota, etc.), que pueden volver cuando Dios las mande (34, 26; Salmo 146, 8; Zacarías 10, 1, etc.).

* 7. Abominación es sinónimo de ídolo. Cf. 114, 3; 16, 22 y notas. Las abominaciones de sus ojos: los ídolos que fascinan los ojos. No es tan fácil imaginar los atractivos del culto babilónico con sus esplendorosas procesiones en que las pomposas estatuas de los dioses eran llevadas por las calles, acompañándolas el mismo rey. Cf. la Carta de Jeremías (Baruc 3, 6 ss.).

* 8 ss. ¡Adoremos ese abismo insondable de bondad! Dijo que iba a castigar, y confiesa que no castigó. Y obró así por la gloria de su Nombre (versículo 9). Es decir que, al revés de un poderoso de la tierra, que cifra su orgullo en que nadie se burle de él, Dios cifra su honor en que todos los pueblos vean la paciencia y amor con que Él trata a Israel. Cf. versículo 14 y 22; Éxodo 32, 12; 33, 19 y nota; Números 14, 11 ss.; Deuteronomio 9, 27 s., etc.

* 13. Por cuya observancia el hombre halla la vida. Notemos la insistencia con que Dios afirma que sus leyes dan la vida. ¡Y sólo se trataba de la Ley de Moisés! (véase 18, 21 y nota), ¡Cuanto mis felices somos nosotros, los que conocemos la Ley de Aquel que es “el camino, la verdad y la vida”! (Juan 14, 6). Cf. versículo 21; Deuteronomio 30, 15 y 19 s.; Jeremías 21, 8.

* 15. Cf. Salmo 94, 11; Números 14, 28 ss.

* 17. Mi ojo los miró con misericordia. Cf. versículo 8 ss. y nota. Aquí la misericordia ya no busca otra causa que a sí misma.

* 18. No sigáis las observancias de vuestros padres: El celo con que Dios habla aquí, como en los versículos 27 y 30, etc. contra las generaciones pretéritas del propio pueblo que llevaba su Nombre (versículo 9), contiene una fuerte enseñanza para todos los pueblos, donde el espíritu humano suele mirar como un dogma el culto de las propias glorias, y aún a veces las inventa para tener de qué gloriarse, o erige en héroes a figuras en otro tiempo execradas, y viceversa. Nuestro tiempo se presta grandemente para recoger esta divina lección de filosofía de la historia.

* 25. Está dicho por oposición al versículo 12 s. Por haber rechazado los preceptos de Dios, que dan la vida, Él los abandonará a sus malos deseos y pasiones como a los paganos, para que sigan a éstos, no obstante lo mucho que hizo Él por evitarlo. Cf. Salmo 80, 13; Isaías 63, 17; Hechos 7, 42; 14, 15; Romanos 1, 21 ss., etc.

* 26. Alusión al crimen de inmolar los primogénitos a Moloc. Cf. 16, 20 s.; 23, 37; Jeremías 32, 35, etc.

* 29. En el texto hebreo, esta frase tiene carácter de juego de palabras, porque bamah (altura) puede dividirse en las dos palabras ba y mah que significan: ¿Para qué vais (a la altura)? Hasta el día de hoy: Crampón observa, no sin ironía: “Los lugares altos condenados por Dios no han desaparecido.” Cf. versículo 7 y nota.

* 34. Nótese que no es una promesa, como algunos han creído asimilándola a 37, 23; Jeremías 31, 8 ss., etc. (véase las notas respectivas). Hay aquí el anuncio de un severo juicio que ha de purificar a Israel antes de recibir las bendiciones prometidas en los citados textos (cf. Isaías 1, 25 ss.; Miqueas 6, 2; 7, 9; Zacarías 13, 9; Malaquías 3, 3 s.; 4, 1 ss.; Salmo 49, 4; 101, 21 y notas). Los versículos 38 y siguientes confirman lo expuesto.

* 35 ss. Os llevaré al desierto de los pueblos; esto es, os separaré de las demás naciones y os castigaré como lo hice en el desierto de Farán cuando os dejé durante cuarenta años en aquel desierto por haberos rebelado contra Mí (versículo 36). Cf. Oseas 2, 14. Os haré pasar debajo del cayado (versículo 37): La imagen está tomada del pastor que hace pasar las ovejas debajo de su cayado para contarlas y separarlas como en Mateo 25, 22 ss. Cf. Jeremías 33, 13.

* 39. Después me escucharéis, etc. “El discurso termina, como suele hacerlo en los escritos proféticos, con bellas perspectivas futuras, que tienen un carácter mesiánico muy manifiesto.” La Vulgata trae otro sentido: si no me escucháis.

* 40. Mi santo monte: La colina de Sión en Jerusalén (cf. Salmo 67, 26 y nota). Toda la casa de Israel: “La nación teocrática será reconstruida con los restos de los dos reinos separados, y vivirá en la unidad” (Fillion). Cf. 37, 15 ss. y notas. Bover-Cantera entiende por el santo monte la Iglesia, “ya que la profecía parece referirse a la vocación de todos los pueblos al servicio del verdadero Dios”.

* 41. A los ojos de los gentiles: Cf. Salmo 101, 16 s.

* 43 s. Profecía acerca de la conversión del pueblo de Israel. Os acordaréis, etc.: Cf. 16, 61 y nota. Y conoceréis (versículo 44): Véase en 36, 23 este mismo concepto aplicado a las naciones.

* 46 s. Se llama aquí bosque del Mediodía la tierra de Judá. Los árboles verdes o secos son los habitantes justos o injustos (cf. Lucas 23, 31), que perecerán igualmente según vemos en la parábola de la espada (21, 3). El país de Judá estaba en la parte meridional de Palestina y asimismo en la dirección sur, visto de Babilonia, donde moraba el profeta. El fuego (versículo 47) que quema el bosque es Nabucodonosor.

* 49. Se quejan del lenguaje figurado que usa el Profeta. Jesús lo usó también (Mateo 13, 34 s.; (cf. Salmo 77, 2) y explicó por qué lo hacía (Mateo 13, 10 ss.; cf. Isaías 6, 9). En el hebreo esta parábola (versículo 45 ss.) pertenece al capítulo 21, exigiendo el correlativo desplazamiento en la numeración de los versículos con respecto a la Vulgata.

* 4. Al justo y al inicuo: Cf. 20, 46 y nota. Así sucede en las grandes catástrofes colectivas en que perecen todos sin distinción. Porque el castigo era contra toda Jerusalén, según se ve en la parábola de la olla (24, 9-13). Dios se reserva el dar, a los justos que son víctimas de la maldad, el destino glorioso y envidiable de los mártires.

* 7. Se disolverán en agua: Cf. 7, 17 y nota. He aquí que viene: Nabucodonosor.

* 10. Texto inseguro. Es una apostrofe dirigida a la espada del enemigo (Nabucodonosor). El cetro de mi hijo, etc.: expresa la confianza exagerada del pueblo que considera invencible a la casa de Judá. Ello no obstante perecerán. Cf. versículo 13, donde se ve que el cetro altanero ya no subsiste.

* 13. Es Dios quien los entrega a los flagelos como se ve en todo el capítulo (cf. versículo 10 y 17) y también en muchos otros textos donde Dios llama a Nabucodonosor “mi siervo” porque es instrumento del divino castigo sobre Israel (véase Jeremías 22, 7; 25, 9 y nota). Otras veces dirá que Él mismo lo conduce contra Tiro (26, 7) o contra Egipto (29, 19), etc. Las versiones de este versículo son muy diversas.

* 14. Bate una palma contra otra: El Profeta ha de hacer lo que hace Dios en el versículo 17. Cf. 22, 13.

* 19 ss. Llegado a la encrucijada de los caminos, Nabucodonosor, según costumbre babilónica, echará suertes para saber cuál de los dos habrá de seguir: el de Rabbá, capital de los ammonitas, o el de Jerusalén. Hará la consulta “telomántica”, poniendo dos flechas en la aljaba y sacando una para ver cuál sea el nombre escrito en ella. Dios anuncia aquí que la suerte caerá sobre el camino que va a la ciudad apóstata En cuanto a Sabá, véase versículo 28 ss. y nota. Los Ídolos domésticos: en hebreo: los terafim, Cf. Génesis 31, 19; 35, 2 ss. Examina el hígado: Igual hacían los antiguos romanos (“auspicia ex tripudiis”).

* 23 s. Los judíos se reirán del oráculo de Nabucodonosor, porque, según un orgulloso proverbio popular, nada podría quebrar el cetro de Judá (versículo 10 y nota). Pero el rey de Babilonia se acordará de la mala fe del rey Sedecías que había quebrantado el juramento de lealtad, haciendo una alianza militar con Egipto (cf. 17, 13 y nota). Por su parte el versículo 24 deja también constancia de la infidelidad de todo Israel contra Dios (cf. capítulo 23).

* 25. Apostrofe al rey Sedecías. “Llama profano al rey Sedecías, porque violó el juramento de fidelidad que había hecho en nombre de Dios a Nabucodonosor” (Páramo).

* 26. Será ensalzado lo humilde, y abatido lo alto: Es como un preludio del Nuevo Testamento (Lucas 1, 52), que anuncia al Rey Mesías (versículo 27), el cual aparecerá humilde (cf. 17, 22 y nota) y humillará a los soberbios.

* 27. Ruina, ruina: se refiere al reino de Judá. Hasta que venga Aquél cuyo es el derecho, es decir, a quien de derecho pertenece el reino. Todos los comentarios coinciden en que se trata de una profecía mesiánica. Scío traduce también en femenino: se la daré, refiriéndose a la corona de Judá del versículo 26, y observa: “De manera que después de Sedecías no habrá quien se la ciña con prosperidad hasta que venga el Mesías, a quien de derecho le pertenece” (cf. Lucas 1, 32 ss.; 16, 16; Juan 1, 49; 6, 15; 18, 36; 19, 19; Marcos 11, 10, etc.). También es unánime la opinión que vincula este texto con la célebre profecía de Jacob (Génesis 49, 10), para cuya interpretación es un poderoso auxiliar. En efecto, allí se empieza llamando a Judá león (Génesis 49, 9), como lo hace Ezequiel 19, 2 ss., y luego se anuncia como aquí el cetro de Judá para el Mesías “cuyo es el derecho”. Schuster Holzammer hace notar la vocación real de Judá, a quien, con los derechos de primogenitura que perdió Rubén, pasaron la dignidad de príncipe y la herencia de las promesas, y que con David adquirió la primacía sobre las demás tribus por la investidura real, por lo cual el Salvador es llamado en Apocalipsis 5, 5, “León de la tribu de Judá”. En cuanto a la expresión hasta que venga, resulta claro que “hasta” no está puesto como limitación de tiempo, sino en el mismo sentido que hemos encontrado en Génesis 28, 15 (cf. II Reyes 6, 23; Salmo 109, 1; I Corintios 15, 25; Mateo 1, 25, etc.), por lo cual el mismo autor citado concluye interpretando acertadamente en el sentido de que “la dominación de Judá no pasará porque ciertamente ha de aparecer Aquel a quien corresponde el señorío del mundo. A Él pasará el cetro de Judá, y en Él encontrará su perfección. Concuerda esto con las ideas fundamentales de las profecías mesiánicas posteriores y con las del Evangelio, según las cuales el Mesías ha de sentarse en el trono de David, su padre, y su reino no tendrá fin (II Reyes 7, 13-16; Isaías 9, 7; Lucas 1, 32).”

* 28 ss. Los ammonitas se alegrarán al ver la ruina de Jerusalén (cf. versículo 19). Pero Dios que ama a su pueblo a pesar de todo, predice una venganza tremenda a esos impíos enemigos, cuyos adivinos se esfuerzan en vano por conjurar la amenaza (versículo 29). Serán entregados a hombres bárbaros (versículo 31), es decir, a los babilonios, que los conquistaron también, según Josefo. cinco años después de la ruina de Jerusalén. Cf. 25, 1 ss.

* 1. En este capítulo pinta Dios, por boca del profeta, un cuadro de los crímenes de Jerusalén, que habían de convertirla en oprobio dé las naciones (versículo 4), o “fábula y ludibrio de la tierra”, como llama Donoso Cortés, hasta hoy, al despreciado pueblo judío, “en otro tiempo estrella del Oriente”. Aquí como en todo, la Biblia nos sirve de espejo: el profeta pasa, desde los pecados de orden sobrenatural, como la idolatría, que aceleró el tiempo de la ruina (versículo 3 y 4), a las costumbres, públicas y privadas, de príncipes, sacerdotes y pueblo. Habla de muchas lacras sociales, y también de los desvíos de la carne. La forma cruda de su expresión hace que a la distancia todo aquello nos parezca bestial, pero no hay duda de que entonces ya se encargaría Satanás de disfrazarlo, como hace hoy, para que no fuese muy chocante y pudiese pasar también en la buena sociedad. El resultado está a la vista: la falsa religiosidad y la depravación de la conducta trajeron el derrumbe (cf. capítulos 8 y 13). Lo mismo había de ocurrir en la caída de Roma, en la cual, dice Lucano, la lujuria fue más terrible que las armas y vengó al mundo antes vencido por el imperio romano. Pero en Jerusalén, centro del pueblo escogido, lo más grave es la ingratitud para con el Dios amante que lo eligió. La fornicación con los ídolos fue la causa decisiva de la destrucción de la ciudad y del primer Templo, consumada por Nabucodonosor (cf. IV Reyes capítulos 24-25 y notas), como lo había sido de la caída del reino del Norte (véase IV Reyes 17, 6 ss. y notas), y aquel castigo no fue sino figura de la otra y más terrible destrucción de Jerusalén y del segundo Templo, por obra de los romanos, el año 70 d. C. y de la anunciada dispersión del pueblo entre las naciones. Esta tremenda prueba, que dura hasta hoy y que fue predicha personalmente por Jesús como una tribulación sin precedentes (cf. Mateo 24). tuvo también un origen esencialmente religioso y sobrenatural: el rechazo que la Sinagoga hizo del Mesías y Rey de Israel “por no haber conocido el tiempo de su visita” (Lucas 19, 44). Cf. Isaías 35, 5 y nota.

* 4. Oprobio de los gentiles: Cf. 5, 14; Deuteronomio 28, 37; III Reyes 9, 7; Daniel 9, 16.

* 9. Banquetean sobre los montes, con motivo de los sacrificios ofrecidos a Baal. Véase 18, 6.

* 15. Entre los gentiles, etc. Este texto coincide con 5, 10-12; 6, 8 s.; 17, 21; 36, 19; Jeremías 9, 16; 15, 4; Zacarías 2, 6; 7, 14, etc. y confirma la interpretación de 37, 23 (véase allí la nota).

* 16. En tu propio país, literalmente: en ti misma. La Vulgata vierte de otra manera: tomaré posesión de ti. Sin embargo, el contexto muestra que no se trata aquí de la promesa de restauración, como en otros pasajes (cf. capítulo 37; Oseas 2, 23 y nota, etc.), pues el versículo quedaría enteramente aislado y forzado en medio de esta gran profecía conminatoria.

* 18 ss. Cf. Jeremías 6, 28 ss. Figura vigorosa de las tribulaciones que han de acompañar la ruina de Jerusalén. De esta ruina se da cuenta en 33, 21, de manera que no se trataría de una profecía escatológica (cf. 8, 1 ss. y nota). Véase 38, 8 y nota.

* 25. Los falsos profetas, esa úlcera en el cuerpo del pueblo, estimularon a la gente a rebelarse contra el rey de los babilonios, por cuya causa vino la ruina. Véase versículo 28 y el capítulo 13; Jeremías 2, 8, etc. De ahí la multiplicación de las viudas, tremenda responsabilidad de todos los soberbios que quieren la guerra. Cf. Salmo 67, 31.

* 26. No distinguen entre lo sagrado y lo profano: Contraste con las promesas de 44, 23.

* 28. Revocan con barro: Véase 13, 14 y nota. El Señor no ha hablado: Véase las tremendas palabras de Jeremías 23, 16 ss. y nota.

* 30. Un varón que construyese un vallado, etc. Esta asombrosa manifestación de la misericordia que desborda del paterno corazón de Dios, nos plantea un asunto de honda meditación. El Espíritu de Dios es todo de caridad, de modo que llega a buscar un hombre que interceda por ellos. Véase a este respecto los casos admirables de Abrahán (Génesis 18, 22-33) y de Moisés (cf. Salmo 105, 23 y textos allí citados en la nota). Hay, sin embargo, otra enseñanza, no menos bíblica, que hallamos por ejemplo en los Salmos imprecatorios, donde David, como amigo de Dios, y aun como figura de Cristo, pide al cielo tremendas venganzas contra los enemigos de Dios (cf. Salmo 27, 4 ss.; 68, 23 ss.; 93, 1 ss.; 108, 6 ss.), y proclama su perfecto odio contra ellos (Salmo 138, 21 ss.). La clara distinción entre ambas actitudes, que proceden ciertamente de un solo espíritu de caridad, no nos será dada sino por obra de ese mismo Espíritu, “que sopla donde quiere” (Juan 3, 8) y que debemos implorar con humildad para recibir la sabiduría (Santiago 1, 5). la cual consiste precisamente en saber gustar en cada momento “lo que agrada al Padre” (véase Eclesiástico 1, 34; 2, 19; 4, 15; Sabiduría 9, 10 y notas). Si algún criterio general hemos de tener a este respecto, no puede ser otro, evidentemente, que el de Jesús, Sabiduría encarnada y único Maestro, en el cual no puede haber contradicción, y que nos muestra una benevolencia y suavidad tan ilimitadas con los pecadores débiles, cuanta es su terrible severidad con los fariseos de corazón doble y endurecidos por la soberbia, a quienes llama “hijos del Diablo” y les anuncia que morirán en su pecado. Estúdiese el contraste entre sus discusiones con ellos (principalmente en los capítulos 5 a 10 de San Juan), y su infinita benignidad con la samaritana y con Zaqueo y la adúltera y la Magdalena y el hijo pródigo, etc. El mismo Divino Salvador nos da abiertamente la razón de su actitud, al decirnos que vino a buscar a los pecadores, y no a los justos, o sea a los que se tienen por tales (cf. Lucas 5, 32 y nota). En cuanto a la actitud que a nosotros nos corresponde observar frente a la iniquidad, véase Salmo 36 y notas. No lo hallé: Cf. Jeremías 5, 1.

* 31. Véase el contraste con Isaías 59, 16. Aquí castigará temporalmente al pueblo indigno, pero allí cuando se trata de la salvación definitiva, al ver que “no hay hombre”, habrá un caudillo divino que se ofrecerá.

* 4. Las dos hermanas y esposas de esta parábola son los dos reinos: Oholá, el de Israel (Samaría), y Oholibá el de Judá (cf. Jeremías capítulo 3). Oholá significa “su tabernáculo”; Oholibá “mi tabernáculo en ella”. Quiere decir que el santuario de Samaría era obra de hombres, en tanto que el de Jerusalén era el verdadero Templo de Dios entre los hombres. Véase Juan 4, 20 ss.; IV Reyes 10, 29 y nota. Sobre los privilegios de Jerusalén, que la hacían más responsable, cf. 16, 2 ss. y nota.

* 5 ss. Alusión a los pactos del reino de Israel con los vecinos, que fueron ocasión de idolatría (IV Reyes 15, 19; 17, 3; Oseas 5, 13; 7, 11; 12, 1).

* 6. Los caballos, no eran, como hoy, cosa corriente, sino más que todo, instrumento de guerra (Éxodo 15, 19; I Reyes 13, 5; Oseas 1, 7. etc.), de rápida comunicación o correo (IV Reyes 9. 19; Ester 8, 10), y aun de caza (cf. la magnífica descripción de Job 39, 18 ss.). Recordemos que el Rey Jesús, en el día de su triunfo, montó un asnillo (Mateo 21, 5; Zacarías 9, 9), pero destruirá los carros de guerra (Zacarías 9, 10).

* 7. Bien se comprende que no hubiese peor desprecio para Dios que el ver a su pueblo, a quien Él colmó de tan admirables privilegios, emular las bellotas mundanas de los paganos, y poner su ideal en ser como ellos (cf. Salmo 147, 8 s. y nota). De ahí que se valga de ellos mismos para humillar a Israel (versículo 9 s. y 22 ss.).

* 10. Samaría y todo el reino de Israel cayeron en 722 en las manos de los asirios. Vino a ser famosa Samaría y sus hijas (ciudades) obtuvieron fama por el castigo que les fue aplicado.

* 11 ss. También el reino de Judá se alejó de su Esposo, y más gravemente aún, acercándose a los asirios y sus ídolos (IV Reyes 16, 7 ss.; Isaías 7; IV Reyes 21). Sobre este adulterio de Judá trata con notable amplitud el capítulo 16, como un hondo lamento del Esposo ofendido. Véase también Oseas capítulos 1-4.

* 14. Los caldeos (babilonios) son los sucesores del reino de Asiria, cuya capital, Nínive. conquistaron en 612 a. C. para destruirla definitivamente después de algunos años (véase la profecía de Nahúm). Poco después la influencia política y religiosa de Babilonia se hizo notable en el reino de Judá, cuya impudicia, según el profeta, se inclinará ahora a los nuevos vecinos. Hombres dibujados en la pared: Alusión a los relieves babilónicos y a las letras cuneiformes que cubrían las paredes de los templos y palacios. ¡Hasta un caldeo pintado era objeto de veneración!

* 20. En Jeremías 5, 8 vemos expresiones análogas contra los judíos de Judá; y en Tobías 6, 17 se señala, con igual semejanza, a los cónyuges “sobre los cuales tiene poder el demonio”.

* 23. Los de Pecod, Schoa y Coa: pueblos que vivían al noroeste de Babilonia. La Vulgata vierte: nobles, señores y príncipes.

* 25. Una vez más vemos aquí el motivo de la indignación del Dios de amor: los celos. Cf. Deuteronomio 4, 24; Cantar de los Cantares 8, 6 y nota.

* 31 s. La misma suerte que su hermana Samaría (cf. Isaías 7, 17 ss.) tuvo Jerusalén, saqueada igualmente y llevada cautiva a Babilonia. Sobre el cáliz de la ira, cf. Jeremías 25, 15 y las siete copas del Apocalipsis 16.

* 37. Que les sirvieran de pasto: El profeta habla de los niños quemados en honor de Moloc, que tenía un santuario en el valle de Hinnom, situado al lado sur de Jerusalén. Véase versículo 39; 16, 36; Levítico 18, 21; IV Reyes 16, 3.

* 39 s. Vemos que, tanto por la costumbre del maquillaje (versículo 40) cuanto por la hipocresía de quienes frecuentando el Templo, sacrifican la vida de los hijos que Dios les manda, este pasaje sigue siendo muy oportuno en los tiempos actuales.

* 42. Son alusiones a los pactos que los dos reinos hicieron con los vecinos paganos. El texto ofrece dificultades y la versión es problemática. Para dar una idea de las finezas de la crítica del texto, ponemos aquí la nota de la Biblia de Bonn, que encontramos en Bover-Cantera. La nota dice: “Los bebedores del desierto” (lección del K, igualmente dudosa que el Q, “los sabeos del desierto”) serían las tribus árabes. V. traduce: “…y a aquellos varones que entre la multitud eran conducidos y venían del desierto, pusieron ellas…” Otros corrigen H: “y se oía allí el estrépito de los que cantaban. Ellos, a su vez, portaban mirra y bálsamo, traídos de Sabá, del desierto, y colocaron brazaletes…” Otros, de diverso modo y haciendo en el versículo diversas mutilaciones, por ejemplo, “y el ruido del tumulto fue oído por ellos a causa de la multitud de los hombres que habían venido del desierto…” Agregamos que entre los exégetas, K significa Ketib; Q, Queré; V. Vulgata; H, texto hebreo Ketib es la lección que trae el texto hebreo masorético y Queré se llama la corrección que los masoretas pusieron en el margen.

* 45. Hombres justos son llamados los caldeos en cuanto ejecutan los designios del Señor, castigando a Israel, como lo harán más tarde con los gentiles (cf. 26, 7; 30, 10, etc.).

* 1. El año noveno del cautiverio del rey Jeconías, esto es, en 588, cuando reinaba aún Sedecías en Jerusalén. Véase IV Reyes 25, 1; Jeremías 39, 1; 52, 4.

* 3 ss. En esta parábola la caldera simboliza a Jerusalén; la carne a los habitantes; lo escogido, a los príncipes; los huesos, el ejército; el fuego, el sitio de la ciudad; el fuerte hervor, los sufrimientos de aquel asedio.

* 6. La herrumbre significa las iniquidades del pueblo judío. Ezequiel ha de sacar de la caldera las carnes y los huesos, pedazo por pedazo, sin echar suertes sobre ellos. El simbolismo es: Dios no perdonará la vida a los sitiados, ni siquiera se echarán suertes como se suele hacer en la guerra para perdonar a algunos.

* 7 s. Hay aquí una ironía de gran fuerza dramática. La sangre, aun de los animales, era cosa sagrada en Israel (Deuteronomio 12, 23), por lo cual, cuando se mataba alguno de los que era lícito comer, se debía verter la sangre sobre la tierra para que fuese absorbida (Deuteronomio 12, 24), o cubrirla con tierra (Levítico 17, 13). Pues bien, Israel, en sus homicidios, no cuidaba siquiera de hacer con la sangre humana lo que estaba ordenado para la sangre de las bestias, y de ahí que Dios lo castigará de igual modo, haciendo que la sangre israelita caiga sobre las piedras (versículo 8) y quede visible como escarmiento. Cf. Job 16, 19; Isaías 26, 21.

* 11. La caldera vacía representa a Jerusalén después de la caída, o sea después de exterminados sus habitantes. Entonces la ciudad misma también será entregada a las llamas como para purificarla completamente de sus inmundicias (San Gregorio Magno). Mas ni aun así se quitará ese sarro que, por su fortísimo apego a las paredes de la caldera, es una figura sumamente gráfica (versículo 6) del afecto al pecado, que sólo se quita con el amor. Cf. Apocalipsis 9, 21; Juan 14, 23 s.

* 13. San Jerónimo ve en esta amenaza el castigo que los judíos sufrirán cuando rechacen al Mesías.

* 16. Las delicias de tus ojos: tu mujer (versículo 18). El tremendo anuncio alude indudablemente a la pérdida que iba a sufrir Judá, pérdida semejante a la del ser más querido, tanto en lo que afectaría a cada familia que perdería sus deudos, cuanto al pueblo entero que perdería su ciudad capital. Pero ¿cómo no ver en ello, de un modo especial, el desgarramiento del corazón de Dios, obligado a decretar la ruina de Jerusalén, que también para Él representa la pérdida de una esposa amadísima (cf. 16, 1 ss. y nota), y donde Él mismo tendría que llegar a “profanar su santuario”? (versículo 21).

* 17. Ni comas pan de duelo: Cf. Deuteronomio 36, 14 y nota.

* 19 ss. El profeta, hecho señal para su pueblo (s. 24), como tantas otras veces, ha de omitir las costumbres de luto, porque tampoco habrá luto en el día de la ruina de Jerusalén, pues la desolación será tan grande que nadie podrá cuidarse de los demás.

* 21. Yo profanaré mi Santuario: Cf. 7, 20; Jeremías 7, 14. Dramática expresión, que recuerda la amenaza a los sacerdotes: “maldeciré vuestras bendiciones… y os tiraré al rostro el estiércol de vuestras solemnidades” (Malaquías 2, 2 s.). También el segundo Templo recibiría un día una fatídica sentencia de Jesús, cuyos efectos duran todavía. Cf. Mateo 24, 1 as.; Isaías 64, 11.

* 23. No os quitéis el turbante: Es decir: no mostraréis ninguna señal de luto, pero sí de arrepentimiento (“gemiréis”).

* 27. Ezequiel no recibirá más profecías para su pueblo hasta el día en que llegare el fugitivo de Jerusalén que anunciará la destrucción de la ciudad (véase 33, 21 s.). Entonces cesará el silencio impuesto al profeta en 3, 26 s. El cumplimiento de los vaticinios del varón de Dios servirá para justificarle a los ojos del pueblo. “Este permiso de hablar, para anunciar gozosas y gloriosas nuevas, es por sí solo una promesa de tiempos mejores, como lo demuestra la última parte del libro” (capítulos 33-48) (Fillion).

* 1. Iniciase aquí la serie de profecías contra los gentiles hasta el capítulo 33 y siguientes, en que empiezan abiertamente los anuncios consoladores para Israel. Este capítulo contiene vaticinios contra los pueblos vecinos, primero contra los ammonitas y moabitas, incestuosos hijos de Lot; los idumeos, descendientes de Esaú, y los filisteos, pobladores de la región sudoeste de Palestina, todos los cuales miraban con gran satisfacción la destrucción del Santuario y de la ciudad de Jerusalén. El amor de Dios por su pueblo le hace mirar a los enemigos de éste como suyos propios y vengarse de ellos (versículo 14 s.). Cf. 30, 3 y nota sobre el tiempo de los gentiles; Joel 3, 1 ss. sobre el juicio de las naciones enemigas de Israel.

* 4. Los hijos del Oriente, son los árabes (Job 1, 31; Isaías 11, 14), que penetraron en el país de los ammonitas, abandonado y devastado a causa de la expedición de los caldeos (véase 21, 28 y nota). Los árabes, hijos de Ismael (Génesis 16, 15 s.; I Paralipómenos 1, 29), divididos también en doce tribus después de morir Abrahán (Génesis 25, 9-17), fueron objeto de diversas profecías bíblicas (Génesis 16, 10 ss.; 21, 13 y 18; Isaías 21, 13-17; Jeremías 9, 26; 25, 23 ss.; Salmo 71, 10, etcétera). Hoy todavía ocupan parte de Palestina, que los judíos reclaman como herencia bíblica (Génesis 17, 20 s.; 26, 2-5; 15. 18; Romanos 9, 7; Miqueas 7, 20, etc.). Véase sobre esto 47, 13; Oseas 9, 3 y 17 y notas; Gálatas 4, 25.

* 5. Rabbá, hoy día Aman, capital de los ammonitas, situada en el centro de Transjordania.

* 8. Seir es sinónimo de Edom o Idumea. Los moabitas al par que los idumeos eran enemigos declarados de Israel y aprovechaban toda oportunidad para hacerle daño (versículo 12).

* 12. Cuando se vengó cruelmente de los hijos de Judá: Cf. Salmo 136,7; Isaías 34, 5 ss.; Jeremías 49, 7 ss.; Lamentaciones 4, 21 s., etc. Como se ve, todas las plagas contra los gentiles serán por su odio a Israel. Las de éste, en cambio, serán por despreciar el amor privilegiado que Dios le ofrece, e inclinarse hacia los paganos.

* 14. Vaticinio que se verificó en tiempo de los Macabeos cuando Juan Hircano (135-104) sometió a los idumeos (I Macabeos 5, 65; II Macabeos 10, 16).

* 16. Los cereteos o cretenses que juntamente con los filisteos habían venido desde las islas del Mediterráneo y ocuparon una parte de la región costera de Palestina. Cf. Deuteronomio 2, 23; I Reyes 20, 14 y notas. La Vulgata dice matadores (en vez de cereteos).

* 1. Entre los que aplaudieron la ruina de Jerusalén se hallaba también Tiro, importantísima ciudad de comercio que veía en Jerusalén la más fuerte competidora. Tres capítulos dedica el profeta aquí contra ella. (Isaías el capítulo 23, último de sus oráculos contra los gentiles, cf. Isaías 23, 11 y nota.) La Escritura menciona a Tiro como ciudad fuerte desde Josué 19, 29; II Reyes 24, 7 hasta Zacarías 9, 2 s. y la cita muchas veces (III Reyes 5, 1; II Paralipómenos 2, 3; Mateo 11, 22; 15, 21, etc.). De tiempo en tiempo surgen autores que tratan de aplicar este u otro de estos vaticinios contra las naciones, a tal o cual país moderno; pero siempre han fracasado esas tentativas que, por otra parte, suelen fundarse más en pasiones políticas que en puro amor a la verdad profética revelada por Dios. Sabemos, además, que para Él tiene incomparablemente mayor importancia el fenómeno religioso que todos los cambiantes problemas temporales de los hombres, como lo veremos a través de todos los profetas, en la historia del mismo Israel. Por tanto, si estos anuncios tuviesen alguna trascendencia escatológica, de ésas que Dios hará entender “a su tiempo” (cf. Jeremías 23, 20; 30, 24; Daniel 12, 4-10, etcétera) hemos de inclinarnos a pensar que ella será con respecto a fenómenos de orden espiritual y sobrenatural, como los relacionados con el Anticristo, la apostasía o la perversa Babilonia del Apocalipsis, que el mismo Libro sagrado llama “misterio” (Apocalipsis 17, 5), y ante cuya revelación el propio San Juan quedó “maravillado con asombro grande” (Apocalipsis 17, 6). En este sentido algunos pasajes de estas profecías (cf. 30, 3 y nota) muestran que tienen, como las de Babilonia, un seguro alcance escatológico, según es frecuente en los vaticinios mesiánicos y también en el gran discurso escatológico de Jesús (Mateo 24) que abarca, como en un paralelismo, la última caída de Jerusalén (70 d. C.) y los sucesos que acompañan la Parusía o “día del Señor”.

* 2. Puerta de los pueblos: Jerusalén, por la concurrencia de gentes que frecuentaban el Templo. Se ha abierto para mí: la desaparición de Jerusalén es un provecho para mi comercio.

* 5. Un lugar en medio del mar: Debe tenerse presente que eran dos ciudades. La nueva, aludida aquí y en los versículos 14 y 19. etc., formaba una isla a 200 metros de la costa. La antigua (Paletiro), aludida en versículo 7 ss. y en 27, 3, estaba sobre la ribera del Mediterráneo.

* 6. Sus hijas, las ciudades de Fenicia que dependían de Tiro.

* 7. Rey de reyes era el título que pomposamente se daban los reyes de Babilonia y los de Nínive (cf. Isaías 36, 4; Daniel 2, 37). El único Rey de reyes es el Mesías. Cf. Apocalipsis 17, 14; 19, 16.

* 8. Circunvalará, etc.: No sabemos qué resultado tuvo este asedio. San Jerónimo dice que, viéndose los tirios ya sin esperanza de poder resistir a los caldeos, se embarcaron en sus naves llevándose cuanto pudieron y dejando la ciudad como peña muy lisa (versículo 4). De ahí que el Señor ofrezca a Nabucodonosor otro botín porque en Tiro “no tuvo recompensa”. Cf. 29, 17 ss.

* 9. Arietes (o manteletes) se llamaban las máquinas con que los sitiadores perforaban los muros.

* 10. Cuando él entrare por tus puertas. Véase en la nota 8 la opinión de San Jerónimo. Los historiadores antiguos hablan de un asedio de trece años. En 29, 17-20 vemos que Dios se lo reconoce a Nabucodonosor como un servicio. Más tarde la conquistó Alejandro Magno, pero tampoco la extinguió.

* 14. Te dejaré como una roca desnuda: Hay que notar que la ciudad tan orgullosa no se levantó más de su caída. Su influencia política, que antes se extendiera hasta Cartago y España, quedó debilitada, sus colonias se independizaron y su comercio tuvo poderosas competidoras: las ciudades griegas.

* 15 ss. La noticia de la caída de Tiro conmoverá las islas, es decir, los países alrededor del Mediterráneo, con los cuales Tiro estaba en relaciones comerciales. Los príncipes del mar (versículo 16): Los ricos mercaderes de los países y colonias que hacían comercio con Tiro quedarán atónitos al oír la noticia de la caída de la ciudad y le cantarán un estribillo compungido. Cf. Isaías 23, 8; Apocalipsis 18, 23.

* 20 s. Para que no seas ya habitada: La completa destrucción de la ciudad no se realizó ni por Nabucodonosor ni por Alejandro Magno, sino por los mahometanos en 1291. Tan sólo entonces desapareció el baluarte del mar y con él la tumba del emperador Federico Barbarroja, a quien los cruzados habían enterrado allí precisamente cien años antes de la destrucción de la ciudad. Yo doy la gloria a la tierra de los que viven. El profeta opone la gloria de la futura Jerusalén a la destrucción completa de Tiro. Algunos intérpretes refieren esta gloria al Mesías.

* 1. “El profeta nos ofrece en este capítulo una hermosa elegía de la ciudad comercial y navegante, bajo la imagen de una rica nave, y nos describe el comercio de Tiro con todos los pueblos conocidos, todos los que figuran en la tabla etnográfica de Génesis 10 (Nácar Colunga).

* 5 ss. Sanir: otro nombre del monte Hermón (Deuteronomio 3, 9). Basan, (versículo 6): la región septentrional de Transjordania, rica en encinas. Kitim: Chipre y las islas del Mediterráneo; San Jerónimo traduce Italia. Elisá (versículo 7): Grecia. Sidón y Arvad (versículo 8): ciudades fenicias, dependientes de Tiro, lo mismo que Gebal (versículo 9).

* 10. Colgaron en ti sus escudos: Cf. Cantar de los Cantares 4, 4. En vez de Libia dice el texto hebreo Pur, tierra desconocida de África.

* 11. Los de Gamad (en hebreo “gammadim”). San Jerónimo vierte pigmeos y anota que la voz hebrea “gammadim”, correspondiente a pigmeos, aquí significaría hombres valientes. Conviene, sin embargo, tomarla en sentido primitivo. Recientemente, en 1942, soldados americanos descubrieron en esa región sepulcros de pigmeos, de los cuales antes no se sabía nada. Se ve en este caso una vez más la importancia de la Biblia como fuente histórica. Muchísimos datos bíblicos, y precisamente los más discutidos, han sido comprobados por las excavaciones arqueológicas que, cada vez más, contribuyen a comprender el Libro divino.

* 12. Tarsis: San Jerónimo vierte Cartago, colonia de Tiro, fundada en el siglo VII a. C. Se refiere más bien a España u otro lugar de las costas del Mediterráneo occidental, donde los fenicios explotaban las minas. Desde este versículo en adelante vemos un verdadero alarde de opulencia, con toda una erudición sobre las industrias de la época. Desde el versículo 27 veremos el “sic transit!”

* 13 s. Javán (jonios): Grecia. Tubal, Mósoc, Togormá: países del Asia Menor y del Cáucaso. Véase 38, 2 y 6.

* 15. Dedán: tribu árabe, cuyas caravanas transportaban las mercaderías de la India a la ciudad de Tiro, la cual las repartía entre los países del Occidente.

* 19. Vedan y Javán de Uzal: Texto dudoso. La Vulgata dice: Dan, Grecia y Motel. De los tres nombres el primero es desconocido, si no es idéntico con Waddán. entre Medina y La Meca. “Javán, para muchos Grecia, para otros un punto de Arabia meridional. Uzal: según la tradición árabe sería la actual capital del Yemen; otros, un punto no lejos de Medina; otros, Izaallam” (Bover-Cantera).

* 20 ss. Dedán: véase nota 15. Cedar (versículo 21): región del norte de Arabia. Sabá y Rama (versículo 22): situadas en el sur de Arabia. Harán (versículo 23): al norte de Mesopotamia. En esa misma región han de buscarse los demás países aquí mencionados.

* 26. El viento solano, o, como traduce la Vulgata, el viento del Austro es muy peligroso en el Mediterráneo. Cf. Hechos 27, 4 y 12 y notas. Aquí es figura de Nabucodonosor.

* 30 ss. Señales de luto acostumbradas entre los pueblos de Oriente. Hay en este pasaje, como lo muestra Gramática, muchas expresiones semejantes a las que se usan para la Babilonia apocalíptica (cf. Apocalipsis 8, 11-19; Salmo 136, 8 y nota). Véase 26, 1 y nota.

* 1. Ese príncipe de Tiro, cuya tremenda humillación veremos, no es una persona determinada, sino la personificación de aquella ciudad impía y de todos los hombres engreídos que se resisten a Dios. Algunos Padres lo toman como figura de Luzbel.

* 3. ¿Eres más sabio que Daniel? Ironía por la cual vemos, de paso, cuán grande era la celebridad del profeta Daniel por sus oráculos en Babilonia (véase Daniel capítulos 2; 4; 5; 13; 14). Lo más notable aquí es el contraste con Daniel, pues éste, lejos de creerse sabio, antes de sus grandes oráculos imploraba la misericordia de Dios (Daniel 2, 18), y después que Él le revelaba los arcanos (Daniel 2, 19), el joven profeta prorrumpía en alabanzas al Nombre del Señor “porque de Él son la sabiduría y la fortaleza… Él da sabiduría a los sabios… Él revela las cosas profundas”, etc. (Daniel 2, 20 ss.). No puede ser más dramática su comparación con este príncipe insensato que, no sabiendo nada, cree saberlo todo por sí mismo. Así también vemos el destino de uno y de otro: Daniel, el pequeño, es citado aquí como prototipo de sabiduría proverbial (cf. 14, 14), en momentos en que el otro va a ser indeciblemente envilecido.

* 4 ss. Se trata aquí de los males espirituales que el poder y la riqueza producen, pero no ya al individuo, sino colectivamente a las naciones o instituciones (véase nota 2). A este propósito San Hilario, refiriéndose al emperador Constancio, le dice, con respecto a la Iglesia: “Ahora luchamos con un perseguidor disfrazado, con un falso amigo, que no nos golpea sino que nos acaricia; que nos enriquece con bienes financieros, para conducirnos a la muerte, que nos honra en su palacio, para hacernos esclavos; que respeta nuestra cabeza, pero mata con su oro nuestro espíritu; que reprime las herejías, para evitar que siga habiendo verdaderos cristianos; que honra a los sacerdotes, para evitar que siga habiendo verdaderos obispos; que edifica iglesias, para demoler la fe.” Véase Dom Calmet, comentario sobre el Anticristo (II Tesalonicenses 2, 4). El Dante expresa análoga preocupación (Infierno 19, 112 ss.; Paraíso 20, 55 ss.). Véase Oseas 12, 8 y nota.

* 5. Se ha engreído tu corazón: ¿No parece esto un apostrofe a la sabiduría humana de nuestro tiempo, que con su ciencia parecería haber sorprendido los secretos del Creador, en tanto que se destrozan los hombres unos a otros? Buscaron sus conquistas como elementos para la ansiada felicidad, pero ésta no llegó, y Dios explica aquí por qué: porque no se limitaron a procurarse el bienestar, sino que se engrió su corazón y se ensalzó, y quiso para sí la gloria, el mérito y la alabanza (cf. Juan 5, 44 y nota) por lo que no era sino un don de Dios, único dueño de toda gloria, único y exclusivo merecedor de toda alabanza (cf. Salmo 148, 13 y nota). Es muy de notar que el espíritu del Anticristo no será el de tales o cuales vicios, maldades o pecados, sino exactamente el que aquí se muestra: el ensalzarse como si fuera Dios (véase II Tesalonicenses 2, 4). Si bien miramos, el único valor auténtico de un hombre es esa humildad como la de Daniel, que lo asemeja al modelo sumo de toda perfección: Cristo. Porque si se trata de recoger aplausos, cualquier perverso es capaz de grandes esfuerzos para saciar su soberbia, que es la más fuerte de las pasiones. Alguien decía que si Satanás pudiera ser adorado, sería capaz de hacerse crucificar como Jesús. Y esto es muy verosímil si vemos lo que él dijo al Señor cuando le tentó en el desierto. (Lucas 4, 5-8).

* 6. Por eso: a este cargo de soberbia, se agregaba el señalado en 26, 2: el odio antijudío.

* 9. Picante sarcasmo. El que se cree semejante a Dios en sabiduría y poder, no sabe responder palabra a los que le matan. Recuerda la burla sobre las estatuas de los dioses en Baruc 6, 7 ss.

* 10. La muerte de los incircuncisos: fórmula repetida en 31, 1.8; 32, 19 ss. para expresar el destino ignominioso de los que no tenían alianza con Dios. Cf. Génesis 17, 13 s. y nota.

* 12 s. El príncipe de Tiro poseía todas las prendas naturales de manera tal que podía imaginarse estar en el paraíso. Por donde se ve con cuánto temor hemos de mirar a esa prosperidad que, si no renovamos a cada instante el espíritu sobrenatural, envenenará nuestro corazón quitándole el hambre de los bienes verdaderos (cf. Lucas 18, 22-27 y notas), hambre que es indispensable para llegar a poseerlos. Véase Lucas 1, 53; 16, 25 y nota; S- 80, 10 s. y nota.

* 14 s. Eras un querubín ungido para proteger: Otras traducciones: eras un querubín extendido y que cubre (Vulgata); un querubín que extiende las alas, protector (Bover Cantera); te pusieron junto al querubín (Nácar-Colunga). Este y otros rasgos de los versículo 12-15, hacen pensar a varios autores modernos, como a muchos de los Padres, que el sentido se dilata aquí, y se extiende aún más allá del primer hombre, a la excelencia que Dios había dado al príncipe de los ángeles rebeldes, cuya caída sería descrita, como rey de Babilonia, en Isaías 14, 9-14, único texto bíblico donde aparece el nombre Lucifer (en la Vulgata latina), que otras versiones traducen Lucero, o astro brillante, hijo de la aurora (Setenta: Eósforos). Muy poco se sabe de esa rebelión, porque Moisés, si bien el relato edénico la presupone, ni siquiera menciona la creación angélica, quizá, según piensa el Crisóstomo, por no dar a Israel pretextos de idolatría. Sabemos, sin embargo, además de esa creación (Colosenses 1, 16), que Satanás desde el principio no permaneció en la verdad (Juan 8, 44), y que para él y sus ángeles fue destinado el infierno (Mateo 25, 41), porqué Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los mantiene reservados para el juicio (II Pedro 2, 4; Judas 6), por lo cual se explica que San Pablo diga que nosotros los juzgaremos (I Corintios 6, 3) y que Satanás después de ser encerrado en el abismo (Apocalipsis 20, 3) sea suelto nuevamente (Apocalipsis 20, 7) antes de recibir el cumplimiento definitivo de su sentencia en el “lago de fuego y azufre” (Apocalipsis 20, 9). Con respecto a esta rebelión, algunos suponen que, entre los versículos 1 y 2 del Génesis, habría no sólo esa rebelión, sino también todo el larguísimo tiempo necesario para las formaciones que afirman algunos geólogos. Es decir, que la tierra sólo habría llegado a estar “informe y vacía” después de esa gran catástrofe y no en el momento en que Dios la creó. En el monte santo de Dios: Del mismo modo que los Querubines estaban en el Santuario del monte Sión, así te puse en un lugar seguro e inaccesible para el enemigo.

* 16 ss. En lo que se sigue parece alternarse misteriosamente lo preternatural con algún elemento terreno. De ahí que se haya visto en esto, no ya al mismo Satanás, sino a un personaje animado por él, como será la Bestia del Apocalipsis (cf. Apocalipsis 13, 1 ss.; 19, 20; Daniel 7). Así vemos que Satanás “entró en Judas” (Juan 13, 27), a quien Jesús llama “hijo de perdición” (Juan 17, 12), nombre que San Pablo da al Anticristo (II Tesalonicenses 2, 3). Lo mismo sucede con la serpiente que tentó a Eva (Génesis 3, 1 y nota), siendo de notar sin embargo, que el Apocalipsis (20, 2), al anunciar el encierro de Satanás, lo identifica expresamente con “aquella antigua serpiente”. Por otra parte, vemos que la maldición de aquélla tiene un primer aspecto puramente terrenal: se arrastrará sobre su pecho y comerá tierra (Génesis 3, 14), y otro de evidente trascendencia sobrenatural, que contiene el Protoevangelio o primera promesa del Redentor (Génesis 3, 15). San Judas nos da idea de la altísima dignidad que tuvo el diablo, cuando nos revela que, aun después de su rebeldía, San Miguel, el gran príncipe, no se atrevió a maldecirlo, sino que le dijo: “Te reprenda el Señor” (Judas 9; Zacarías 3, 2), palabras que repetimos en el exorcismo final que León XIII mandó rezar después de la misa, para implorar el encierro de Satanás, el cual actualmente, ronda tratando de devorarnos (I Pedro 5, 8; II Corintios 2, 11), disfrazado de ángel de luz (II Corintios 11, 14) junto con sus principados y potestades en los lugares celestiales (Efesios 6, 12) para poder acusarnos (Job 1, 6 ss.), hasta que sea vencido por nuestro caudillo San Miguel (cf. Apocalipsis 12, 7-12; Daniel 12, 1; Lucas 10, 18).

* 18 s. Las injusticias de tu comercio: Era proverbial entre los griegos la “falsedad fenicia” y la de su codiciosa colonia Cartago, como lo era entre los romanos la doblez de los griegos, que Virgilio llamaba “graeca fides”. La destrucción del rey de Tiro será completa y definitiva. Fuego de en medio de ti. Es decir que la causa de su destrucción saldrá de él mismo (o sea, que los frutos de su propio ingenio traerán su destrucción), así como se le anunció al rey de Judá (19, 14), lo cual vemos que ya no coincidiría con las profecías sobre la destrucción del Anticristo. Cf. II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 20; Isaías 11, 4.

* 21 ss. Sidón, antigua capital de Fenicia, había pasado a segundo término, eclipsada por Tiro. Como ésta, habrá también de caer, destruida por los persas en 351 a. C. y sin volver nunca a su prosperidad. El odio a Israel (versículo 24 y 26) es siempre el leitmotiv que en los Profetas reaparece como causa del castigo divino (cf. 26, 2). El versículo 25 introduce una rápida visión de la prosperidad que tendrá Israel restaurada cuando hayan caído todos sus enemigos (tema que el profeta explayará con preferencia desde el capítulo 33 en adelante), porque, como anota Fillion, “Yahvé es santificado por el castigo de las naciones que afligen a su pueblo, y es santificado también por el restablecimiento de éste” Cf. 12, 16; 37, 23 y nota.

* 3. Cocodrilo gigantesco (Vulgata: dragón grande): El cocodrilo era símbolo de Egipto. Véase 32, 2 y nota; Isaías 27, 1; 51, 9, etc. Sus ríos: los brazos del Nilo, la región del Delta. Reinaba entonces el orgulloso Uhabra (Hofra o Efree) que había aumentado la navegación del gran río. Yo lo hice: se refiere siempre al Nilo (cf. versículo 9) no obstante que éste solía ser llamado padre del país de Egipto, el cual debía toda su prosperidad a su riego y, a su limo fertilizante.

* 6 s. Un báculo de caña: débil como las cañas que crecen junto al Nilo (cf. Salmo 67, 31 y nota). Contraste sarcástico con el soberbio cocodrilo. Caña cascada había llamado también el arrogante asirio al apoyo egipcio en tiempo de Ezequías (Isaías 36, 6). Es admirable cómo el amor de Dios se venga de la falla de Egipto como aliado de Israel (cf. 17, 17 y notas), a pesar de que el pueblo escogido era culpable por haber contraído esa alianza contra la voluntad divina.

* 10. Desde Migdol hasta Siene. Migdol (Magdalo) era la ciudad fronteriza en el extremo noreste de Egipto. Siene, hoy día Asuán, situada en el extremo meridional de Egipto, junto a la primera catarata.

* 12 ss. Dispersaré a los egipcios: El anuncio se repite en 30, 23 y 26. Los cuarenta años, podrían tal vez coincidir con el fin de los setenta que Israel pasó en Babilonia. O se trata quizá de un período de prueba, que en la Biblia se indica muchas veces con ese número, como aún lo vemos en la cuaresma.

* 14. Patros o Fatures: la parte sur de Egipto, la región de Tebas.

* 15. Con la invasión de Nabucodonosor, Egipto perdió su independencia sin poder recobrarla, porque a los babilonios siguieron los persas; a éstos, Alejandro Magno y los Ptolomeos, y luego los romanos, etc.

* 18. Al sitiar a Tiro, Nabucodonosor obró como instrumento de Dios, perdiendo allí mucha gente y sufriendo muchos daños en los trece años que duró el asedio, por lo cual Dios le recompensó con el botín de Egipto. Cf. 30, 24 ss.

* 21. En aquel día haré crecer un cuerno: El cuerno es símbolo del poder. Final análogo al de 28, 25 s., que se refiere a la restauración de Israel.

* 3. El día de Yahvé: el juicio, el castigo de Dios. Véase Salmo 117, 24 y nota; Isaías 2, 12; 13, 9; Joel 1, 15; Amós 5, 18; Joel 1, 7 y 14 s.; etc. El tiempo de los gentiles: es la expresión usada por Jesús en Lucas 21, 24 (cf. Romanos 11, 25). “Es el tiempo en que Dios se propone hacer estallar su cólera contra todo el mundo pagano” (Fillion). Véase 26, 1 y nota. Los Setenta vierten: el fin de los gentiles o, lo que es lo mismo, el fin de las naciones. Algunos autores observan que ese tiempo de las naciones, cuyo fin se anuncia aquí es el que va a comenzar precisamente con lo que Ezequiel y Jeremías han venido anunciando, esto es, la caída de Judá y Jerusalén (última parte de Israel que quedaba libre) bajo el dominio pagano de Babilonia (cf. II Paralipómenos 36, 17 ss.). No puede negarse que en ese mismo capítulo (II Paralipómenos 36, 21-23) se recuerda el anuncio de Jeremías sobre la liberación de Israel al cabo de 70 años, y se narra el cumplimiento de ese anuncio. Pero no es menos cierto que en esta precaria repatriación, a pesar de la buena voluntad de Ciro (Esdras 1, 1 ss.) y de Artajerjes (Esdras 7, 12 ss.) los judíos siguieron siendo esclavos (Nehemías 9, 36 ss. y notas) y suplicando a Dios por su liberación (Eclesiástico 36, 1 ss.). Lejos de tener las naciones a sus pies (cf. 36, 36 ss.; Tobías 13, 11 ss.; Isaías 49, 22 ss.; 55, 5; 60, 3ss.; 61, 5. etc.), Jerusalén estuvo siempre más o menos “pisoteada por gentiles”, según la expresión que el Señor usa también en el recordado texto (Lucas 21, 24), con todo lo cual se cumplen las sanciones que Dios le tenía anunciadas por su infidelidad. Véase Deuteronomio 28, 25, 36, 46 ss. y nota. El “tiempo de los gentiles” está anunciado principalmente en la gran profecía de Daniel que, al interpretar el sueño de Nabucodonosor sobre la estatua, como una sucesión de las dominaciones que se iniciarían con aquel mismo rey (Daniel 2, 29 ss), dejó uno de los monumentos más grandes con que cuenta la humanidad para la interpretación de la historia. Es de notar que la profecía de Ezequiel parece injertarse en la de Daniel, en cuanto estos reinos menores, desde Ammón, Moab e Idumea, hasta Tiro, Egipto y Asiria (Ezequiel capítulos 25-32) vienen a caer todos bajo el dominio del Imperio caldeo o babilónico, con el cual se inicia, como cabeza de oro, la soberbia estatua de Daniel.

* 5. Texto y nombres inseguros. Etíopes, libios, lidios, en hebreo: Cus, Put, Lud, son los aliados de Egipto. La turba de gentes. Otros: la mescolanza de pueblos, es decir, todos los demás mercenarios del Faraón. Cub es desconocido. Los otros aliados: La Vulgata vierte: los hijos de la tierra de la alianza, lo que parece referirse a Palestina, si tomamos en cuenta la lección de los Setenta, que dicen: de mi alianza. Se trataría en tal caso de los judíos refugiados en Egipto según Jeremías capítulo 42 ss. Según otros, aquí no se trata sino de esos países gentiles aliados de Egipto, que caerán junto con los demás. Cf. versículo 3 y nota.

* 12. La vida y la prosperidad de Egipto depende únicamente del Nilo. de modo que la falta de agua fluvial causa inmediatamente la ruina del país. Hombres feroces: los babilonios, en cuyas manos será entregado Egipto.

* 13 ss. Enumeración de ciudades egipcias. Menfis (en hebreo Nol), situada al sur de la actual capital, sede del culto de Apis. Patros (versículo 14): cf. 29, 14. Tanis, en hebreo Zoan (Vulgata: Tafnis): ciudad del delta, al norte de El Cairo. No: ciudad del alto Egipto, que en la historia lleva el nombre de Tebas. Allí estaba el templo de Amón. La Vulgata la identifica con Alejandría. Sin (versículo 15): Pelusio (como traduce la Vulgata), ciudad lindante con Palestina. On, más tarde llamada Heliópolis, en las cercanías de El Cairo, célebre por el templo del Sol y los obeliscos que representaban los rayos del sol. Uno de ellos está hoy día en Roma en la plaza de San Pedro y da testimonio del Sol invictus. Bubaste, donde estaba un santuario dedicado a la diosa Bast, la cual era representada con cabeza de gato.

* 20. Este oráculo se refiere al rey Hofra de Egipto (cf. 29, 3 Y nota; Jeremías 37, 6 s.) que en su tentativa de libertar a Jerusalén fue derrotado por Nabucodonosor (587 a. C.).

* 26. Desparramaré a los egipcios: Véase 29, 12 ss. y nota. Será la consecuencia de lo que el profeta anuncia en versículo 24 s.

* 3. Mira a Asur: La caída de Egipto será semejante a la de Asur (Asiria), de cuya destrucción, acaecida 20 años antes, todos se acordaban todavía. Era un cedro del Líbano: “Los exégetas se dividen, creyendo unos que el cedro simboliza el imperio asirlo, cuya ruina será finura de la de Egipto, y opinando otros que en el oráculo de Ezequiel no entra para nada Asiria y si sólo el Faraón y Egipto. Así parece deducirse de varios versículos del capítulo” (Bover-Cantera).

* 4 ss. El profeta desarrolla el vaticinio en forma de una alegoría. Así como fue Asiria, es también Egipto parecido a un cedro (versículo 8), en cuanto a la altura y hermosura. Su país tiene también abundancia de aguas (versículo 4), y los pueblos vecinos se cobijan bajo sus alas; con todo, Dios lo entregará a otro más poderoso que él (versículo 11): al más poderoso entre las naciones (algunos traducen: al dios de las naciones), que es Nabucodonosor. La soberbia del gran árbol (v, 10) será causa de que Dios lo haga destruir (cf. Isaías 10, 33 s. y nota), por haberse atribuido la gloria de esa prosperidad que sólo Él le había dado (versículo 9) poniéndolo junto a las corrientes de agua (versículo 7). Cf. Salmo 1, 3. También un día será humillado el mismo Nabucodonosor, como un árbol semejante a éste (Daniel 4, 10 53.).

* 12. Extranjeros: los babilonios. Estos cortarán las ramas del cedro, libertando los pueblos sometidos a Egipto. Lo mismo dice el versículo siguiente.

* 14. Para que ninguno… confíe en sí mismo. He aquí la médula de toda la doctrina del Antiguo Testamento, y también del Nuevo, como nos enseña el Magníficat de la Virgen: “dispersa a los que se engríen en los pensamientos de su corazón, baja del trono a los poderosos y ensalza a los pequeños” (Lucas 1, 51 y 52).

* 15. Scheol: nombre hebreo de la morada de los muertos. Cf. .Job 19, 25 y nota

* 16. Se consolaron en lo profundo de la tierra todos los árboles del Edén, es decir, todos los poderosos del infierno. Allí los vencidos se consuelan mutuamente al ver la llegada del más poderoso.

* 18. Esto sucederá al Faraón: Por aquí se ve que el oráculo se dirige contra Egipto y no contra Asiria, Véase nota 3.

* 1. El año duodécimo, etc.: Año y medio después de la caída de Jerusalén, cuando el resto de los judíos se refugió en Egipto. Cf. Jeremías capítulo 43.

* 2. Un cocodrilo: La Vulgata vierte: un dragón. Cf. 29. 3 y nota. Enturbiando las aguas: Alusión a las turbias aguas del Nilo. que simbolizan las turbas de los vasallos del Faraón, “la mezcla de los pueblos” (cf. 30, 5, nota).

* 7 s. Señales anunciadas para el día del Señor y juicio de las naciones (cf. versículo 19 y nota). Véase Joel 2. 31; 3. 15; Amós 8, 9; Isaías 13, 10; Mateo 24, 29; Apocalipsis 6, 12 s.

* 14. Las aguas serán claras y limpias como aceite, debido a que no habrá nadie que pueda enturbiarlas. Todo el país parecerá un desierto.

* 16. Las hijas de las naciones: personificación de los demás pueblos.

* 17 ss. Es decir, quince días después del versículo 1. Se describe la ruina de Egipto bajo la imagen del descenso a lo más profundo de la tierra, el infierno (scheol). Véase 31, 15 y nota.

* 19. Acuéstate entre los incircuncisos: Cf. versículo 28-30. Hemos visto también esta expresión en 28, 10 y 31, 18, etc. No se trata ya de personas, sino de personajes simbólicos y representativos de las naciones gentiles, por lo cual parece aludir al mismo juicio mencionado en versículo 7 s. y nota.,

* 21. Compárese este pasaje con Isaías 14, 9 s.

* 22. El rey de Egipto será recibido por los reyes de Asur, Elam (versículo 24) y otros que asimismo descendieron a lo más profundo. Sobre Elam cf. Jeremías 49, 34 ss. y nota.

* 23 s. Que fueron el terror, etc.: Parece señalar un destino singularmente terrible para los grandes crímenes y depredaciones de orden colectivo. Cf. Salmo 67, 31 y nota; Daniel 12, 2; Sabiduría 5, 2; Isaías 66, 24; Mateo 26, 64.

* 26. Mósoc, Tubal, etc.: Véase 27, 13. Mósoc se identifica, para algunos, con los escitas, o con otro de los pueblos que viniendo del Cáucaso invadieron la Mesopotamia, Siria, Palestina y Egipto. En 38, 2 Ezequiel menciona estos pueblos como auxiliares de Gog y enemigos de Dios y de Israel en los últimos tiempos.

* 29. Otras amenazas contra los idumeos se encuentran en 35, 2 ss.; Jeremías 49, 7 ss.; Amós 1, 11 s.; Joel 3, 19 y Abdías. Su odio contra el pueblo de Israel era proverbial.

* 30. Los príncipes del Norte, es decir, los jefes de los pueblos que vivían al norte de los pueblos bíblicos. Cf. la nota 26. Todos los sidonios: Vulgata: todos los cazadores.

* 31. Consuelo irónico, semejante al de 31, 16. Cf. Isaías 14. 10.

* 1. En este capítulo, que tiene reminiscencias de varios anteriores, nos enteraremos de que se ha consumado la caída de Jerusalén (versículo 21). “Dios elige este momento doloroso, para proclamar por su profeta la futura resurrección de Israel. Desde la primera parte, esta dulce promesa había sonado de tiempo en tiempo (cf. 11, 17; 16, 60; 17, 22; 20, 37, etc.), pero en términos rápidos. Ahora va a ser largamente desarrollada en estos dieciséis capítulos” (Fillion).

* 2. Un hombre de su territorio: La Vulgata dice: uno de los últimos. El profeta va a ser nuevamente constituido atalaya de su pueblo (versículo 7) como en el capítulo 3. Fillion explica esta nueva instalación en ese cargo porque “al principio de su ministerio Ezequiel sólo había recibido sus poderes para anunciar desgracias (cf. 2, 3; 3, 11), en tanto que ahora sólo tendrá que anunciar bendiciones al pueblo de Dios”.

* 5. Después de haber tratado en tantos ejemplos la responsabilidad colectiva, el profeta vuelve a revelar como en el capítulo 18 (véase allí las notas), la doctrina de la salvación individual, que aún era posible dentro de la nación colectivamente infiel. Así, dice San Pablo, “conoce el Señor a los que son suyos” y los que son vasos de oro y plata, en medio de una casa grande que tiene otros de barro (II Timoteo 2, 19-21). Así muestra Jesús que se salvarán los elegidos, como por milagro, en medio de la apostasía final (Mateo 24, 24).

* 7. Véase 3, 16 ss., donde se expresa el mismo concepto sobre la misión del atalaya, que consiste en transmitir las palabras recibidas de Dios. Idéntica es la misión fundamental que Jesús encomienda a la Jerarquía de su Iglesia —obispo, o epíscopo, también significa atalaya, cf. Hechos 20, 28—, cuando le manda predicar el Evangelio para que se salven los que crean a esa palabra divina (Marcos 16, 15 s.). Jesucristo, que vino a darnos vida eterna para glorificar al Padre (cf. versículo 11 y nota), agrega que esa vida consiste en el conocimiento del Padre y del Hijo, que Éste nos comunicó por su palabra (Juan 17, 3), dando luego su sangre para ganarnos esa vida eterna, de modo que su palabra de verdad tuviese eficacia santificadora (Juan 17, 17 y 19). Él mismo envió después a sus discípulos para predicarla (Ibíd. 18). Nosotros no podemos ganar la vida eterna para nadie, sino es por los méritos de aquel Único que la ganó (cf. 4, 4 y nota). Pero podemos comunicar como Él, esa vida eterna, transmitiendo a otros esas palabras divinas con las cuales Él nos la comunicó (Juan 6, 63). Por eso Él mismo dijo que escuchar a sus discípulos es como escucharlo a Él (Lucas 10, 16), siempre, naturalmente, que digamos lo mismo que Él dijo, y no incurramos en las tremendas sanciones que Ezequiel fulmina contra los pastores que predican como divinas sus propias opiniones (cf. 13, 3 ss.) o que se apacientan a sí mismos (cf. 34, 1 ss.).

* 8. Impío, tú morirás: San Jerónimo aplica esta sentencia a la muerte espiritual. Por su parte San Agustín agrega una nota sobre la falsa esperanza que dice por un lado: Dios es bueno y hará lo que deseamos; por el otro, empero, desmaya pensando: Estamos condenados, ¿por qué entonces esforzarnos? A aquéllos exhorta la Escritura a no postergar la conversión; a éstos les inspira confianza con la promesa de que se olvidará de sus pecados con tal que se conviertan de sus malos caminos.

* 9. Si el impío no se convierte de su camino: Reiteración de 3, 19. En ambos pasajes, como en 2, 5, y en muchos otros (cf. Cantar de los Cantares 3, 5; Eclesiástico 20, 2 y notas) vemos que Dios quiere la adhesión libre de la voluntad, sin coacción que la obligue, es decir, deja aquí a los hombres, y aun al pueblo en general, que acepte o rechace el mandato de su profeta, no obstante tratarse de una nación esencialmente religiosa y teocrática. Es Él quien castigará luego, porque a Él toca la venganza (cf. Deuteronomio 32, 35; Hebreos 10, 30). Es ésta una enseñanza importante en nuestro apostolado, para librarnos del celo indiscreto que, al ver la bondad de una cosa, quiere obligar a todos a aceptarla. Jesús confirmó fundamentalmente esta doctrina al enseñarnos, en la primera de las parábolas (Mateo 13, 1 ss.), que su palabra es semilla, cuyo fruto depende de la disposición propia del terreno, es decir, que hay que dejarla caer sin pretender forzar la tierra a que se abra para recibirla. Recordémoslo también cuando se trate de llevar las almas a los sacramentos, para evitar que una invitación demasiado apremiante pueda provocar en ellas una aquiescencia falta de sinceridad, sin tener viva esa planta de la fe que viene de la semilla, o sea de la predicación de la Palabra de Dios. Así lo confirma San Pablo en Romanos 10, 17 ss.; y ésta es una de las cosas que hacen incomparablemente digno de amor el yugo divino, que Cristo llama “excelente” (cf. Mateo 11, 30 texto griego y nota): la libertad cristiana, que Él proclama, y con Él todos los apóstoles (Juan 8, 32 ss.; II Corintios 3, 17; Santiago 1, 25; 2, 12; Gálatas 2, 4; 4, 31; Romanos 8, 15; II Timoteo 1, 7; I Pedro 2, 16; Juan 4, 18, etc.); pues el culto forzado no podría ser “adoración en espíritu y en verdad” (cf. Juan 4, 23 s.), de modo que nosotros mismos seamos templo de Dios (I Corintios 3, 17), “con suavidad, en el Espíritu Santo y con amor no fingido” (II Corintios 6, 6). En 44, 7 reprende Dios la admisión de los gentiles al Templo. Esto nos muestra cuan celoso es Él cuando se trata de la santidad de su Casa. Véase la nota que pusimos al citado versículo.

* 11. Nueva y preciosa revelación de la voluntad salvífica del Padre (véase 18, 21 ss. y notas). Jesús la reafirma expresamente en Juan 6, 39 s. Por eso la gloria qué Él quiere dar al Padre consiste en darnos a nosotros vida eterna (Juan 17, 2 y nota). Y entretanto, lo devora el celo por evitar que el pecador se pierda, por lo cual siente sobre Sí mismo, como si Él los hubiera cometido, los baldones con que el pecador labra su ruina al apartarse del Padre (Salmo 68, 6-10 y notas). “No te aflijas, decía un varón de Dios, por los santos que sufren sin que tú puedas evitarlo.” En efecto, ellos están en manos de Dios (Sabiduría 3, 1) y su prueba, llena de consuelos interiores que la sobrepujan (II Corintios 7, 4); es como si estuvieran realizando un negocio que les traerá una prosperidad inmensa, aunque para hacerlo hayan tenido que irse a un lejano desierto. Mucho más sería de temer por los que están muy prósperos si son impíos. “¡Ay de los que pierden el sufrimiento y abandonan las vías de Dios para ir por sendas torcidas!” (Eclesiástico 2, 16). Porque ésos ya tienen “sus bienes” (Lucas 16, 25 y nota). De ahí que “no hay mayor prueba que la de no ser probado”, como dice San Agustín (cf. Salmo 80, 13 y nota). Pero aun en tales casos (como el de Santa Mónica, madre del mismo Agustín) ¡qué consuelo es el saber que todo depende en definitiva del Dios bueno, fuerte y sabio que no quiere la muerte del pecador! convertíos: Para los que estamos ahora, bajo la alianza nueva consumada en la sangre de Cristo (Lucas 22, 20), “convertirse es progresar en el conocimiento del Padre y de su Hijo Unigénito Jesucristo, para pasar de la vía iluminativa a la vía unitiva por el florecimiento en nosotros de los dones del Espíritu Santo. Tal es la feliz condición de los perfectos”. “Es perfecto el que elimina de sus afectos todo lo que impide al alma volverse totalmente hacia su Dios y Padre; es perfecto el que permanece adherido a Dios y pone en Él todas sus complacencias; es perfecto el que ya no vibra sino con los atractivos de la soberana Bondad” (Santo Tomás). 12. Véase 18, 21-27 y notas.

* 17. Véase 18, 29.

* 21 s. El Señor le había prohibido profetizar hasta que llegase este fugitivo de Jerusalén (24, 25 ss.). Por ese motivo desde entonces no recibió profecías para sus compatriotas (cf. versículo 1 y 2 y notas) hasta este histórico momento en que se cumple todo lo que Dios ha venido mostrándole. Véase 8, 1 ss. y nota.

* 24 ss. Los versículo 24-29 nos muestran que nada había que esperar de los que quedaron en Palentina, aferrándose a la tierra y pretendiendo que sólo por ser muchos, obtendrían la posesión definitiva de aquella tierra en la que el mismo Abrahán, como dice San Pablo, no obstante ser el heredero de la promesa, solamente “peregrinó como en tierra ajena, morando en cabañas, como Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene los fundamentos y cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11, 9 s.). Estos vanos y descastados hijos de Abrahán (cf. Mateo 3, 9; Juan 8, 33 ss.) pretenden aquí obtener el cumplimiento de esa promesa no obstante sus iniquidades, sin comprender que el perdón no significa aprobación del delito y que, por lo tanto, presupone la contrición, como Dios acaba de decirlo (versículo 13). En vez de ese cumplimiento, el Señor les anuncia todo lo contrario (véase Oseas 9, 17 y nota). Ello no obsta a que el profeta renueve la promesa en los capítulos siguientes (cf. versículo 1 y nota), cuyo cumplimiento, en definitiva, será siempre obra de la pura misericordia de Yahvé, y nunca del merecimiento de su pueblo, según vimos en Jeremías 30, 13 y nota. Cf. Romanos 11, 5.

* 30 ss. En el pasaje precedente vimos lo relativo a los judíos que habían quedado en Palestina. Aquí se trata de los que forman el auditorio de Ezequiel en Babilonia. Parece que estuvieran mejor dispuestos, pero, como vemos, todo es apariencia, según lo que ya había dicho Isaías 29, 13 y recordó el Señor Jesús en Mateo 15, 8. Hay aquí un cuadro de elocuente aplicación a los que, en todos los tiempos y países, siguen a los predicadores de moda, como quien va al teatro. Tal rebaño se mostraba en verdad digno de tener pastores como los que vemos en el capítulo siguiente.

* 1 ss. Ultima increpación del profeta contra los que eran cabeza del pueblo, en lo religioso y también en lo civil (cf. Jeremías 2, 8), a quienes muy luego pondrá en contraste con el anuncio del gran Pastor y Rey Jesucristo (versículo 11 ss.). Véase 13, 1 ss.; Jeremías 23, 1-8, etc. Se apacientan a sí mismos (versículo 2): fórmula sangrienta de elocuente ironía, repetida en el versículo 8 (cf. Juan 10, 13). San Judas Tadeo la repite en su breve Epístola (Judas 12), para aquellos de los últimos tiempos contra quienes vendrá el Señor a juicio “entre millares de sus santos” (Judas 14 s.). Véase la parábola del pastor insensato en Zacarías 11, 15 ss. y la nota a Juan 21, 15 ss. La acusación de esquilmo abarca las tres cosas aprovechables de la oveja: la leche, la lana y la carne (versículo 3).

* 4. Notemos cómo aparece, a través del reproche a los mercenarios y prepotentes, el Corazón del Pastor Bueno, que anticipa aquí su Evangelio, señalando como preferidas a las débiles, las enfermas, las heridas, las extraviadas y las perdidas (Mateo 9, 13; 11, 28; 18, 12 ss.; Lucas 15, 14 ss.; Juan 10, 10, etc.). Así lo confirma expresamente el versículo 16. Como muy profundamente observa Monseñor Sheen, en otras religiones es necesario ser bueno para acercarse a Dios, pero en la de Cristo sucede a la inversa, porque Él busca a los malos, y porque éstos en vano pretenderían dejar de serlo sin recurrir antes al único Médico, al que nos lava… ¡hasta los pies! (Juan 13, 1 ss.). Véase versículo 16 y nota; I Pedro 5, 2 s.; II Corintios 1, 23.

* 5 s. Así lo dijo en III Reyes 22, 17: Por su parte, Jesús lo reiteró en Mateo 9, 36 con respecto a los judíos de su tiempo. Y también lo repitió al final (Mateo 26, 31; Marcos 14, 27) citando a Zacarías 13, 7, con respecto a los discípulos suyos, para cuando Él les fuera quitado.

* 10. Demandaré mis ovejas de su mano, para entregarlas al nuevo David, como se ve más adelante, en el versículo 23. Se cierne ya la figura del Buen Pastor que tendrá su cumplimiento en Cristo (Juan capítulo 10).

* 11 ss. “El Señor se pone ante todo a la búsqueda de sus ovejas (versículo 11); luego las liberta en todos los lugares donde estaban dispersas (versículo 12; cf. 37, 21 y nota); en seguida las conduce al propio país de ellas (versículo 13) y las apacienta en las montañas de Israel (versículo 14-15)”. Cf. Isaías 40, 11; Jeremías 31, 10; Miqueas 2, 12 s.

* 16 ss. Las gordas y fuertes las destruiré: La Vulgata dice al revés: las guardaré. El hebreo coincide con el contexto, especialmente con los versículo 17 y 20, y con lo que vimos en el versículo 4 y nota. El versículo 17 habla, además, de distinguir entre carneros y machos cabríos, expresión semejante a la que usa Jesús en Mateo 25, 32 s. al hablar del juicio universal: “El separará a los hombres, unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos.” Véase Zacarías 10, 3 y nota.

* 18. Se refiere a la conducta de los ricos y avaros que lo que les sobraba no lo daban a los pobres; y también a los que no reparten el tesoro de la buena doctrina que les ha sido confiado, y a los que lo enturbian deformándolo con sus propias ideas (cf. 13, 7; Colosenses 2, 8 y notas). Véase el ¡ay! del Señor sobre los que a otros cierran el cielo (Mateo 23, 13 y nota).

* 23 s. Un solo pastor: Es lo que anunció Jesús en la parábola del Buen Pastor: “Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.” (Juan 10, 16 y nota.) David es figura del gran Rey futuro, prometido a Israel, el Mesías, que será también su Pastor y Salvador. Véase 37, 24 s.; II Reyes 7, 12 ss.; Isaías 9, 6; 11, 1; Jeremías 23, 5; 30, 9; 33, 15; Oseas 3, 5; Amós 9, 11; Miqueas 5, 2 y notas. Cf. Lucas 1, 32 s.; I. Corintios 15, 23; Hebreos 2, 8; 13, 20, etc. Crampón hace notar que “la unidad primitiva de Israel y de la realeza será restablecida: compárese 37, 22”.

* 25. Es muy de notar que a esa nueva alianza con Judá e Israel se refiera especialmente San Pablo Hebreos 8, 8 ss.), citando a Jeremías 31, 31 ss., para convencerlos de que el Mediador de esa nueva alianza es Jesucristo mediante su Sangre (Hebreos 12, 24), pues tampoco la antigua alianza o Testamento había sido sin la sangre de los becerros, que se llamaba “sangre de la alianza” (Hebreos 9, 18 ss.), por lo cual fue necesario que Jesús muriera (ibíd. 16 s.; cf. Lucas 24, 44 ss.), y a tal efecto padeció fuera de la puerta de la ciudad, donde se quemaban los cuerpos de las víctimas antiguas, para santificar al pueblo con su Sangre (Hebreos 13, 11 s.); después de lo cual Dios lo resucitará (cf. 37, 24 y nota) también para Israel, porque Cristo fue ministro de la circuncisión para cumplir las promesas hechas a los padres por el Dios veraz (Romanos 15, 8; cf. 45, 22 y nota). De ahí que San Pablo aluda expresamente a este versículo sobre la alianza de paz, y a todo este capítulo sobre el Pastor fiel, cuando anuncia a los hebreos esa resurrección de Cristo, diciéndoles, como final de su Epístola: “El Dios de la paz, que resucitó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, Jesucristo, Señor nuestro, por la sangre de la eterna Alianza, os haga aptos para todo bien, a fin de que hagáis su voluntad. Él obre en vosotros por Jesucristo lo que sea agradable a sus ojos. A Él sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13, 20 s.).

* 26 ss. De mi monte: “La colina de Sión, punto de partida y centro de la nueva teocracia que el Mesías debía fundar. Cf. Salmo 2, 6; 109, 2; Joel 2, 32, etc.” (Fillion). Después de señalar el “cuadro idílico de la edad de oro inaugurada por el Mesías, donde en todas partes reina la prosperidad y la paz” (versículo 27), el mismo autor comenta “la perpetuidad de este estado próspero” (versículo 28); la fertilidad del país, que (versículo 29) “no tendrá que temer, como la Palestina de antes, hambrunas periódicas, cf. 36, 29-30; Jeremías 14, 1-6, etc.”, ni tampoco “los reproches que los gentiles dirigían a los judíos cuando éstos eran castigados por el Señor y en apariencia abandonados por Él (cf. versículo 14; ,22, 4, etc.)”, y señala (versículo 30) que “el pueblo de Dios sentirá que la unión más perfecta existirá entre él y Yahvé”. Cf. 40, 2 y nota.

* 29. Una vegetación magnífica: Otros: una prole de renombre. Los Setenta: pimpollo de paz, lo que parece aludir a Isaías 11, 1; Jeremías 23, 5 etc. Vugata: pimpollo de renombre.

* 2. La montaña de Seír, o monte de Esaú (Abdías 21) o Duma (Isaías 21, 11): el país de los idumeos (Génesis 32, 3; Deuteronomio 2, 5), al sur de Palestina. Cf. 25, 12 ss. Sorprende este capítulo añadido aquí, entre las promesas de prosperidad para Israel (cf. 33, 1 y nota), habiendo terminado en el capítulo 32 la serie de anuncios contra las naciones enemigas de Israel. La excepción se debe a que Idumea es el país de Esaú, eterno enemigo de Jacob (cf. versículo 5) desde la bendición recibida por éste (Génesis 27, 41) y aún más desde antes de su nacimiento, por el misterio de la elección divina, como lo indica San Pablo (Romanos 9, 10 ss.; Hebreos 12, 16; Génesis 25, 23; Malaquías 1, 2). El hecho es que el misterio de Idumea ocupa toda la profecía de Abdías, casi un capítulo de Jeremías (Jeremías 49, 7-22), y que Isaías elige también a Edom como símbolo de las naciones gentiles por oposición a Israel (Isaías 34, 1 ss. y notas) y especialmente en el día de la venganza, cuando el Salvador aparece con la vestidura teñida en sangre, no con la Suya propia, sino con la de sus enemigos de Bosra, ciudad idumea (Isaías 63, 1-6 y notas), y tal como se presenta en Apocalipsis 19, 13 ss. Crampón interpreta aquí que “para que el nuevo pueblo pueda tomar posesión del país de Judá, es menester desalojar a los enemigos invasores de su territorio, y singularmente a los idumeos”. Esto coincide con la célebre profecía mesiánica de Balaam: “La Idumea será posesión suya” (Números 24, 18). Cf. 36, 5; otras profecías sobre Idumea pueden verse en Salmo 107, 10; Isaías 11, 14; Jeremías 25, 21; Daniel 11, 41; Joel 3, 19; Amós 1, 11, etc. Cf. 32, 29.

* 5. Idumea se ha comportado siempre como una hermana envidiosa (versículo 11). según lo testifica la historia del pueblo israelita (Génesis 25, 22; 27, 41; Números 20, 14 ss.; IV Reyes 8, 20 ss., etc.). Los idumeos mostraron su odio ante todo en la destrucción de Jerusalén (25, 12 ss.; Salmo 136, 7; Lamentaciones 4, 21; Abdías 11-14) y serán los primeros en el castigo. Cf. Salmo 75, 11; Isaías 63, 1; Hababuc 3, 3 y notas.

* 6. La sangre te perseguirá, la sangre de tu hermano Israel. Cf. I Macabeos 4, 15; 5, 3. Otros traducen: Por no haber odiado la sangre te haré sangre (palabra que en hebreo se asemeja a Edom que significa rojo).

* 10. Alusión a la pretendida primogenitura de Esaú, padre de los idumeos, porque el primogénito recibió doble porción de la heredad paterna. Los idumeos, con tal pretensión y con su fama de sabiduría (Jeremías 49, 7) y de fuerza, eran muy altivos (Jeremías 49, 14 ss.).

* 12. El honor de Dios, protector de Israel, se siente aquí herido en su cuerda más sensible al oír decir que su pueblo está abandonado, como si Él pudiese olvidar alguna vez su amor y sus pactos, no obstante la ingratitud de Israel. Cf. Romanos 11, 27 ss.

* 14 s. Edom se habla alegrado al enterarse de la ruina del pueblo de Dios. Es la ley del talión aplicada aquí a la patria del infame Doeg, cómplice de Saúl (I Reyes 22, 18). Cf. Salmo 136, 7.

* 1 ss. Crampón y otros autores distinguen, en lo que sigue de esta profecía, un proceso de restauración que abarca sucesivamente varios aspectos: a) la tierra (36, 1-15); b) el pueblo (36, 15-37, 28); c) la eliminación de los enemigos (capítulos 38 y 39); d) el templo y lo relativo a él (capítulos 40-47) y e) la nueva división de Palestina entre las doce tribus (capítulo 48).

* 2. Los collados eternos; o sea, los montes antiguos. Algunos toman estas palabras como dichas irónicamente por los enemigos de Israel los cuales querrían con ello mostrar que habían fallado los pactos de Dios que prometiera esas tierras a su pueblo. Sin perjuicio de esto, más bien parece que el sentido de esta expresión es semejante al de Génesis 49, 26 y Deuteronomio 33, 15 (véase las notas respectivas). Nácar-Colunga traduce de un modo muy diferente: “ruinas perpetuas”.

* 5. Contra las otras naciones y contra la Idumea entera: Reitera la distinción hecha entre aquéllas y ésta (cf. 35, 2 y nota). Mis celos: el amor desbordante de Dios obra aquí celosamente como en 38, 19, etc., contra los enemigos que asuelan y humillan a su elegida Israel, así como otras veces castiga también a este mismo pueblo con la venganza propia del amor cuando es definitivamente despreciado. Cf. 5, 13 y nota.

7. He alzado mi mano: en señal de juramento.

* 10. La casa de Israel toda entera: es decir, las doce tribus reunidas (cf. 37. 16 ss.). Fillion hace notar que “de todo este pasaje, como de los que se le asemejan, sea en el libro de Ezequiel, sea en los otros escritos proféticos, hay que decir que después del fin del cautiverio sólo tuvieron un principio de realización, teniendo un alcance mucho más largo que aquel porvenir inmediato”. Cf. Eclesiástico 36, 1 ss.; Esdras 2, 63; Números 9, 36 ss. y notas.

* 13. Alusión a Números 13, 33. donde los exploradores enviados por Moisés desacreditaron la tierra prometida diciendo que ella se tragaba a sus habitantes. En el versículo 14 habla en singular, dirigiéndose a la tierra en lugar de los montes: No perderás más tu población (versículo 15): Se refiere a lo que expresa más adelante en el versículo 24. Cf. 37, 12 y 21.

* 21 s. Por amor a mi santo Nombre: Sobre el alcance de esta expresión véase Éxodo 33, 19 y nota. Ni la vuelta de Babilonia, ni la restauración final serán mérito de Israel, sino obra de la pura misericordia del paternal Corazón divino, que cifra en ello su honor, en vez de ponerlo, como los hombres, en la venganza (cf. 33, 24 ss. y nota). Cuando el Señor repite así con insistencia una cosa como ésta, poniendo en juego su Santo Nombre —que en la Biblia significa el contenido esencial de una persona (cf. Mateo 1, 21) — hemos de hacerle el honor de creer que no está diciendo una vaciedad, sino que quiere comunicarnos amorosamente una gran luz de vida. El Nombre suyo que Dios quiere aquí honrar, es el nombre de Padre, porque tal es, como observa el P. Joüon, el Nombre que Yahvé nos revela en el Evangelio, por medio de Jesús: “Yo les di a conocer tu Nombre” (Juan 17, 6 y 26), es decir, tu nombre de Padre. Pues bien, como Padre, Dios trata aquí a Israel como se debe tratar a un hijo: le anuncia el perdón y la misericordia que tendrá con él, para que no caiga en la desesperación (cf. Lucas 15, 20 y nota). Pero, como los hijos son muy inclinados a infatuarse ante las bondades paternas, creyendo que las merecen, el Padre se apresura a prevenir, y con toda insistencia, puesto que ya lo había hecho, sin ser escuchado, por medio de Moisés, en un pasaje admirable (Deuteronomio 8, 12 ss.), que la causa de ese amor y de esa bondad no esta en el amado, sino en el que ama (cf. Cantar de los Cantares 2, 10 y nota). ¡Qué lección para los padres, como educadores; y para los hijos educandos!

* 23. Véase 37, 28; 38, 16; 39, 29; Salmo 101, 16 s. y notas.

* 26. Véase 11, 19 s. y nota. El Catecismo Romano (IV, 14, 9) cita estas palabras de Dios a Israel, para explicar que la verdadera penitencia consiste en el dolor de corazón, y dice: “Viéndose David afligido por tales remordimientos, se movía a pedir el perdón de sus pecados. Y por tanto propondrán los párrocos a los fíeles, así el ejemplo del dolor de David, como la causa de su conducta, valiéndose del Salmo 50, para que a imitación de este profeta queden bien instruidos, tanto respecto de la naturaleza del dolor, esto es, de la verdadera penitencia, como en lo relativo a la esperanza del perdón.” Cuántas utilidades acarrea este modo de enseñar, a saber, que por los pecados mismos aprendamos a dolernos de ellos, lo declaran aquellas palabras de Dios por Jeremías, quien exhortando a penitencia al pueblo de Israel, le amonestaba que mirase bien los males que se siguen al pecado: “Mira, dice, cuan malo y cuan amargo es haber tú desamparado a tu Dios y Señor, y no hallarse temor de Mí en ti, dice el Señor Dios de los ejércitos” (Jeremías 2, 19). Y de los que carecen de este necesario reconocimiento y sentimiento de dolor, se dice en los profetas Isaías (46, 12), Ezequiel (36, 26) y Zacarías (7, 12) que “tienen corazón duro, de piedra y diamante”. La Liturgia utiliza este pasaje en el bautismo de adultos (cf. versículo 25), y San Ambrosio en su oración de preparación a la Misa (fragmento para la feria 5ª).

* 27. Sobre este versículo y los que siguen hasta el fin del capítulo transcribimos, en su mayor parte, las explicaciones de Fillion. que sintetizan brevemente su contenido. Mi Espíritu: “Es como un nuevo principio vital que penetrará en ellos y les hará realizar obras dignas del Señor. Cf. Isaías 32, 15; Joel 2, 28; Zacarías 4, 6, etc.”

* 28. Y habitaréis, etc.: Volveréis a encontrar, gracias a vuestra obediencia, lo que la rebelión os ha quitado. Cf. 28, 25; 37, 25. Y vosotros seréis el pueblo mío: Unión eterna y estrechísima entre Yahvé e Israel. Cf. 34, 30; Levítico 26, 11; Jeremías 7, 23.

* 29. “La nueva nación teocrática será santa y no cometerá los crímenes de la antigua Israel. Haré venir el trigo: A la prosperidad moral corresponderá la prosperidad material.” (Cf. 34, 27 y 29; Jeremías 31, 12 etc.)

* 31. Os acordaréis: Véase 6, 9; 16, 61-63. Tendréis asco: La Vulgata vierte: os serán amargos.

* 33 ss. “Dios colmará de mil bendiciones a su pueblo así transformado. Es un desarrollo de los versículos 29-30. El día en que Yo os purificare: Como más arriba (versículo 25 ss.), el restablecimiento de los judíos en Palestina es presentado como una consecuencia del perdón que Dios les habrá acordado generosamente.” No parece viable suponer que todas esas promesas se dirigiesen a la Iglesia que formamos los gentiles, puesto que ésta surgió con bendiciones propias y de un orden superior, como Cuerpo místico de Cristo, cuyo misterio, dicen los apóstoles, estuvo escondido por todos los siglos (Efesios 3, 9; Colosenses 1, 26: Romanos 16, 25; I Pedro 1, 20), Por otra parte, el nacimiento de la Iglesia, lejos de coincidir con una purificación de Israel (versículo 31), ni con una reintegración de la nación judía como esposa de Yahvé, adúltera y perdonada por Él según los anuncios de los profetas (cf. Isaías 54, 1; 62, 4; 27, 2 y notas), significó, al contrario, el abandono de Israel, de la cual nos dice San Pablo que su caída vino a ser la riqueza de los gentiles, agregando que no cayó para siempre, y anunciando su reintegración y su plenitud como algo muy grandioso (véase Romanos 11, 11-15). Además de muchos otros pasajes concordantes (como por ejemplo Jeremías 30, 3 y las notas coincidentes de Páramo, Réboli, etc.), no sería posible sin violencia aplicar a la santa Iglesia expresiones como las de los versículos 29-32. Tampoco hay que olvidar que en el actual período de pruebas, en que la cizaña estará siempre mezclada con el trigo (cf. Mateo 13, 24 y nota), los discípulos de Cristo, lejos de tener prometidas tales prosperidades, deberán al contrario ser perseguidos como lo fue el divino Maestro, y aun al final se hallará la Iglesia Esposa de Cristo frente a la apostasía (II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Mateo 24, 24; Lucas 18, 8 y nota. etc.). antes que termine “este siglo malo” (Gálatas 1, 4) y lleguen las ansiadas Bodas con el Esposo celestial (Apocalipsis 19, 7-9 ss.; I Tesalonicenses 4 16 ss. etc.). Cf. 12, 24 y nota.

* 37. Aun esto conseguirá la casa de Israel: Cuando Israel estaba manchado de crímenes. Dios rehusaba dejarse consultar por él y responderle (cf. 14, 3 4; 20, 3); en adelante, Él responderá paternalmente a sus consultas. Otra versión del primer hemistiquio: “Aun tengo que ser rogado acerca de esto”, como si aludiese a alguna calamidad aun futura, de la cual Israel hubiese de ser librado en su extrema aflicción (cf. capítulos 38 y 39). Los aumentaré: Cf. versículos 10, II, 23; Jeremías 31, 27; Oseas 1, 10, etc.

* 1. La mano de Yahvé: Esta es la expresión que, como observa un autor, usa el texto hebreo en los siete períodos más culminantes de Ezequiel (1, 3; 3, 14 y 22; 8, 1; 33, 22; 37, 1 y 40, 1). En las secciones secundarias el hebreo usa la expresión la palabra de Yahvé (cf. 38, 1, etc.). Efectivamente, este capítulo es, al decir de San Jerónimo, una de las páginas que más celebradas fueron en la Iglesia. Nácar-Colunga lo llama “estupenda visión que representa la resurrección nacional de Israel y a la vez la edad mesiánica”. Se compone de dos revelaciones distintas: una visión (versículo 1-34) y una acción simbólica (versículo 15-28). que tienen por objeto predecir que la nación teocrática, tan humillada entonces debía ser restablecida con un nuevo esplendor. Este oráculo pertenece a la misma época que los precedentes, no siendo sino un desarrollo de estos.

* 9. Profetiza al espíritu; es decir, llama al Espíritu de Dios, que da la vida. Estas palabras de maravillosa grandeza se refieren en primer lugar a la restauración de Israel, mas nos dan también una idea de la resurrección de los muertos. Cf. Isaías 26, 19. Sopla: Es la misma acción por la cual el Creador dio vida al primer hombre (Génesis 2, 7; cf. Job 27, 3 y nota).

* 11 ss. Ezequiel consuela aquí a los judíos que durante el cautiverio se habían entregado a una completa desesperación y rehusaban creer en las promesas consoladoras que Dios les dirigía por sus profetas. Siendo los huesos secos figura del pueblo de Israel, las sepulturas (versículo 12 y 13) simbolizan los lugares de su destierro (cf. y. 23 y nota).

* 14. Viviréis: Fillion anota que no se trata directamente del dogma de la resurrección de la carne, pero es claro que tal dogma está aquí implícito porque —agrega— “como dice muy bien un exégeta protestante, ese símbolo no podía tener valor sino para los que estaban familiarizados con la idea expresada en él”. Vacant comenta así este misterio en el Dictionnaire de la Bible de Vigouroux: “La muerte en los profetas continúa siendo mirada como un castigo y un objeto de terror. Todas las almas bajan al scheol, pero no ya todas tienen allí la misma suerte; hay en esa prisión partes más profundas, donde están sumergidos los enemigos de Dios (Isaías 14, 15). El reinado del Mesías es anunciado en términos magníficos y consoladores. Dios vendrá hacia su pueblo. Juzgará a todas las naciones. Traerá la salvación para siempre. No se conocerá más imperfecciones ni sufrimientos. Dios recogerá a sus servidores, los hijos de Israel, de en medio de los pueblos extranjeros. Él restablecerá a Jerusalén; hará con Israel una nueva alianza; pondrá en Israel su espíritu; lo colmará de bienes por la eternidad. Oseas (6, 3), Isaías (26, 19-21) y Ezequiel {37, 1-14), predicen o describen la resurrección de los hijos de Jacob que Dios arrancará del scheol. Daniel (12, 1-3) anuncia la resurrección de la carne y la vida eterna de los santos en el día de la salvación.” Y os daré reposo: San Agustín, siguiendo a otros Padres, señala este “sabatismo” (Hebreos 4, 8 s.) diciendo: El pueblo de Israel debía “sabatizar” (Éxodo 16, 30) descansando después de sus días de trabajo, y lo mismo la tierra cada siete años (Éxodo 23, 10; Levítico 25, 1 ss.; Deuteronomio 15, 1 ss.) en memoria del día séptimo en que Yahvé descansó después de la Creación (Génesis 2, 2). Así también ven los Padres el plan de Dios para el cual “mil años son como un día” (Salmo 89, 4; II Pedro 3, 8) y algunos hacen notar que pasaron dos mil años desde Adán hasta Abrahán, fundador de Israel, y que dos mil años duró también la vida de aquel pueblo escogido hasta la primera venida del Mesías; por lo cual, dicen, es lógico pensar que otros dos mil años transcurran “en la actual dispensación de la Iglesia” (San Bernardo) hasta que Israel vuelva a su Dios (cf. Cantar de los Cantares 3, 4 y nota; Oseas 6, 3). Según observa Schuster-Holzammer, esta profecía “se cumplirá en toda su amplitud al fin de los tiempos”, cuando haya un solo pastor y un solo rebaño. Cf. 34, 23 ss.; Romanos 11, 25 s.; Juan 10, 16. Vemos así la importancia que para los cristianos tiene el Antiguo Testamento, al que están vinculados indisolublemente los misterios de nuestra Religión, tanto pasados como futuros (“nova et vetera” dice Jesús en Mateo 13, 52), de los cuales nos recuerda San Pedro que hablaron y escrutaron los profetas antiguos, y les fue revelado, no para ellos sino para nosotros (I Pedro 1, 10-12). Si un argentino quiere saber la historia de su pueblo muchos siglos atrás, tiene que conocer la historia de España, sin la cual no existiría su patria. Con mucho mayor razón necesita un cristiano estudiar el Antiguo Testamento, en el cual se esconde el Nuevo, según la célebre expresión de San Agustín, quien agrega: “debéis entender de modo que las cosas que se leen en el Antiguo Testamento sepáis exponerlas a la luz del Nuevo”.

* 16 ss. “La escisión del reino de David fue una gran calamidad para el pueblo de Dios; la restauración aquí prometida traerá la reunión de Israel y de Judá, bajo el cetro del descendiente de David, el Mesías” (Nácar-Colunga). Cf. Isaías 11, 16; Jeremías 3, 15; Oseas 1, 11, etc. Para Judá: Judá es el reino del Sur, con capital en Jerusalén, formado principalmente por la tribu de Judá y también por los hijos de Israel unidos a él; esto es, las tribus de Benjamín y Leví y restos de la extinguida tribu de Simeón (cf. II Paralipómenos 11, 12-16; 15, 9; 30, 11-16). Este reino es el que había caído en el cautiverio de Babilonia, donde se hallaba Ezequiel. Para José el báculo de Efraím y para toda la casa de Israel que le está unida, Este es el reino del Norte, con capital en Samaría, que había sido ya antes llevado a Asiria, de donde nunca volvió, y estaba formado por todo el resto de las doce tribus. Este anuncio de la reunión de las doce tribus puede leerse también en 16, 53; 20, 40 ss.; 39, 25; Isaías 27, 13; Jeremías 3, 18; 31, 1 y 31 ss. (citados en Hebreos 8, 8 ss.); 33, 14 ss.; Zacarías 8, 13; 10, 6 ss., etc. Cf. Esdras 1, 2; Nehemías 9, 37 s. y notas.

* 19. En mi mano: La Vulgata dice: en su mano, es decir, en la mano de Judá. Los Setenta dicen expresamente: en la mano de Judá. Judá tendrá la hegemonía como la tuvo antes, pues el nuevo Rey, hijo de David, descenderá de Judá (Lucas 1, 32 s.).

* 23. De todos los lugares: Cf. Salmo 106, 2 y 3 y notas. Algunos proponen apartarse del hebreo y del latín, y leer rebeliones (meshubot) en vez de lugares o habitaciones (moshebot); otros refieren esos lugares a las provincias de la misma Palestina donde en otro tiempo había idolatrado Israel. Si atendemos al contexto, el sentido se aclara por las palabras del mismo profeta en el versículo 21, tantas veces reiteradas en 11, 17; 20, 23 y 41; 28, 25; 34, 13; 36, 24; 38, 8; 39, 27, etc. y coincidentes con Isaías H, 12; Jeremías 30, 3, etc. y con lo que otros observan sobre la expresión “toda la familia de Israel” (cf. 36, 10 y nota), a la cual hemos visto reunirse en versículo 15 ss. De ahí que Scío lo refiere simplemente a todos los lugares “donde estarán en cautiverio o en destierro, como en Babilonia, en Egipto, y en otros lugares, en donde se habrán contaminado con las idolatrías y supersticiones de los gentiles por la comunicación con ellos” (cf. 22, 15; Isaías 27, 12 y notas). Aquí, como en 36, 17-24, después de dejar constancia una vez más de las culpas e ingratitudes del pueblo escogido, Dios le promete acogerle con misericordia. Vemos reaparecer esta esperanza en las palabras que pronuncia María: “Acogió a Israel su siervo, recordando la misericordia, conforme lo dijera a nuestros padres en favor de Abrahán y su posteridad para siempre” (Lucas 1, 54 y nota), después de profetizar el destronamiento de los poderosos y el triunfo de los humildes; en tanto que Ella no llegó a ver sino lo contrario: el triunfo de los orgullosos fariseos, la condena del humildísimo Jesús y, en vez de la purificación de Israel, su tremendo rechazo del Mesías y su apostasía que durará hasta el fin de los tiempos (cf. Romanos 11, 25 ss.). De ahí la pregunta que los apóstoles formulan al Señor después de su Resurrección (Hechos 1, 6 s.).

* 24. Sobre David como nuevo Rey y Mesías, véase la nota a los versículos 16 ss. y 34, 23 y nota. Es muy interesante observar cómo San Pedro, aplicando el Salmo 15, 10, explica a los judíos esta diferencia entre David y su Vástago, y demuestra que dicho Salmo se refiere a Éste y no a aquél, y contiene el anuncio de la resurrección de Cristo (véase atentamente Hechos 2, 23-31 y también 13, 23-37, donde confirma el mismo concepto). Cuando el Credo de la Misa nos dice que Jesús resucitó “según las Escrituras”, no se refiere a los anuncios hechos en el Evangelio (escrito después de la Resurrección), sino al Antiguo Testamento.

* 25. En la tierra: Véase Jeremías 30, 3 y nota. Será Para siempre su príncipe: “Por la visión simbólica de los huesos que reviven y por la conjunción de los dos leños se quiere significar la restauración de Israel que será realizada por el Mesías” (Simón-Prado).

* 27. Serán el pueblo mío: Cf. versículo 23; 34, 30; 36, 28; Levítico 26, 11; Jeremías 7, 23.

* 28- De ese Santuario ha de irradiarse la luz sobre los paganos (Salmo 101, 16 s. y nota; Isaías 2, 2 ss.; Miqueas 4, 1 ss.). La perpetuidad del Santuario es nota característica del reino del nuevo David, que no tendrá fin (Lucas 1, 32 s.).

* 1. Como indica Nácar-Colunga, los dos capítulos que siguen tienen alcance escatológico: “Israel mora tranquilo en su tierra, sin temor de enemigos. De las regiones del aquilón llega una invasión feroz de pueblos desconocidos los cuales atraídos por la facilidad de la presa que les ofrece Israel, recién restaurado, pretenden acabar con él. Pero el Señor interviene en defensa de su pueblo, y echa la discordia sobre los invasores, que unos a otros se destrozan.”

* 2. Gog es nombre misterioso, tal vez de origen sumerio. En este caso significaría tinieblas. Magog (en sumerio: país de Gog) se menciona en Génesis 10, 2 como hijo de Jafet. Según Flavio Josefo: los escitas. Ambos nombres han llegado a ser tipos de los reinos anticristianos (véase Apocalipsis 20, 7). Rosch o Ros (la Vulgata traduce etimológicamente Cabeza) correspondería al actual nombre “Rusia”, lo que geográficamente cuadra bien, y así se admite generalmente, de acuerdo con los historiadores bizantinos y árabes que sitúan ese pueblo a orillas del Volga. Mósoc y Tubal (cf. 27, 13; 32, 26 y notas). Algunos ven en estos nombres Moscú y Tobolsk. Otros atribuyen a esos pueblos habitación en el Cáucaso, entre el Mar Caspio y el Mar Negro.

* 6. Gómer son los cimerios que habitaban en las orillas del Mar Negro. Sobre Togormá véase 27, 14.

* 8. Al cabo de muchos días: Dios conserva a Gog y sus auxiliares como instrumento especial para los últimos tiempos (versículo 16 s.). Fillion expresa en su nota introductoria al capítulo 38 que el lugar que esta profecía ocupa en el libro de Ezequiel, y algunos textos como el presente y el versículo 11, “muestran que concierne a una época posterior al restablecimiento de Israel”. En cambio Scío considera que se trata de “todo el tiempo que correrá desde que la Judea fue asolada por Tito, hasta la venida del Anticristo”. Preferimos esta última opinión, pues, como veremos en 39, 26 y nota, Israel sólo habitará tranquilamente después de la destrucción de Gog (véase Joel 2, 19 ss. y notas). Las palabras recogida de entre muchos pueblos, lo mismo que las del versículo 11, parecerían referirse a la feliz reunión de las doce tribus, tantas veces prometida (cf. 37, 23 y nota). Pero lo antes expuesto sobre la devastación que aquí sufre Israel, aparta de esa opinión, por lo cual piensan algunos que se trata aquí de la prueba final para purificar a Israel. Cf. Sofonías 2, 1 s.; Zacarías 13, 8 s.; Malaquías 3, 1 ss.; 2, 7; 4, 5. Hay quienes ven también este mismo anuncio en 22, 17 ss., y colocan entonces la misión final del profeta Elías. Véase Mateo 17, 11; Apocalipsis 11, 1-13.

* 9. Cf. Apocalipsis 20, 7 ss. y notas.

* 11. Una tierra indefensa; literalmente: un país abierto. Cf. Zacarías 2, 4. Que viven en paz, es decir, sin tener miedo. Cf. Zacarías 12, 1 ss. y 14; Sofonías 3, 13. Sin tener cerrojos ni puertas. Así también la Iglesia o Jerusalén celestial “que es de arriba, libre, y ésta es nuestra madre” (Gálatas 4, 26) y Esposa del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9; 21, 9 s.) no tendrá muros, ni armas, ni puertas cerradas (Apocalipsis 21, 25). Véase en 44, 2 y 48, 35 y notas, algunos paralelismos y diferencias que distinguen a la Jerusalén celestial de la Jerusalén anunciada por los profetas. Cf. 44, 2; 48, 35 y notas.

* 12. De entre las naciones: Cf. 37, 21 y nota, Israel tuvo en Egipto un primer cautiverio que Dios lo anunció (Génesis 15, 13-16); un segundo en Babilonia, que también se le anunció, duraría 70 años (Jeremías 25, 11 s.). La dispersión general entre las naciones le fue igualmente anunciada en Deuteronomio 28, 64 ss., y su retorno en Deuteronomio 30, 3 ss.; Jeremías 23, 6-8, etc. Cf. Santiago 1, 1. El centro (literalmente el ombligo) de la tierra: Jerusalén, como centro espiritual del mundo, lugar de la gloria de Dios en el Antiguo Testamento, y cuna de la religión cristiana.

* 13. Sabá, Dedán y Tarsis, son representantes de los que tratan de comprar el botín que Gog va a hacer. Sabá y Dedán son regiones de Arabia. Tarsis, probablemente Tartessus (España).

* 17. En aquel día se cumplirán las profecías sobre la lucha de las naciones contra el reino de Dios y la derrota de las mismas. Véase Isaías capítulos 24-27; Jeremías 30, 23 s.; Oseas 2, 18; Joel 3, 2 ss.; Miqueas 4, 11 ss.; Hababuc 3, 9 ss.; Sofonías 1, 14. De ahí que algunos vean aquí la gran batalla del Armagedón (Apocalipsis 16, 13-16; 17, 14; 19. 19).

* 18. Reventará mi ira: No contra esa tierra, sino contra las naciones invasoras. La reciente edición vaticana del Salterio (nueva traducción latina según el original hebreo), refiere el Salmo 97 “a la magnífica victoria que Dios, sin ayuda de ninguna potestad humana, obtendrá en favor de su pueblo”, y hace notar que no se trata “de alguna victoria histórica, sino de aquella última con la que se incoará la edad mesiánica y de la cual tantas veces hablan los profetas”.

* 19. En mis celos: Véase 36, 5 y nota, donde una vez más se pone de manifiesto el amor desbordante de Dios.

* 20. Semejantes tribulaciones también se encuentran narradas en Mateo 24, 29; Lucas 21, 25; Apocalipsis 19, 11 ss.; Isaías 2, 10 ss., etc.

* 22. ¿Coincide esta profecía con la de Apocalipsis 20, 9? Los comentaristas no lo aclaran, ni están de acuerdo al respecto. Las coincidencias son muchas, pero hay también diferencias de consideración. Allí parece tratarse de una destrucción súbita, por un fuego del cielo (sin peste ni espada), de los ejércitos de todas las naciones, seducidas por Satanás (Apocalipsis 20, 8), que sería seguida por el encierro definitivo del Diablo en el lago de fuego y azufre, donde estaban también desde antes (Apocalipsis 19, 20) la bestia del mar y el falso profeta (Apocalipsis 20, 10), y luego, inmediatamente, por el juicio final (Apocalipsis 20, 11 ss.). Aquí, empero, se alude a muchos pueblos (versículo 9) cuyo caudillo Gog partirá del Norte (versículo 15); se habla de varios períodos de tiempo que seguirán a la derrota (39, 9-15) y se menciona una ciudad que sería construida entonces (39, 16). Además, se invita para una gran cena a los volátiles de toda especie y a todas las bestias del campo (39. 17-20), lo cual coincide con Apocalipsis 19, 17-21, y también se relata el efecto que ello tendrá sobre las naciones y sobre Israel (39, 21 ss.). De ahí que varios autores se inclinen más bien a ver aquí una profecía distinta de aquélla, o a relacionarla con la gran batalla que mencionamos en la nota al versículo 17.

* 2. Del norte: Cf. 38, 15. Algunos relacionan esto con Joel 2, 20, donde se promete librar a Judá de un invasor del norte, después que el país ha sufrido una gran desolación (Joel 1), como parecería indicarse en 38, 8. Luego vendrían las promesas definitivas de los versículo 25 ss. en coincidencia con Joel 3, 1 s.

* 4. Véase versículo 17 ss. donde se acentúa más este anuncio. En 29, 5 se usa contra el Rey de Egipto una expresión semejante, si bien aquí son más fuertes y recuerdan la gran cena de las bestias (Apocalipsis 19, 17 ss.).

* 5. Cf. Apocalipsis 19, 20 s.; II Tesalonicenses 2, 8 donde se indica otra forma de destrucción del “hombre de pecado” y de las dos bestias apocalípticas (cf. Isaías 11, 4). Sobre la sepultura de Gog, véase versículo 11.

* 6. Sobre este fuego, véase 38, 22. Aquí el fuego no sólo cae en tierra de Israel contra el invasor, sino también en tierras de los que viven sin temor, lo mismo que Israel en 38, 11 (cf. I Tesalonicenses 5, 3), y abarcará también a las islas, o sea, los habitantes de países remotos.

* 7. El Santo de Israel, literalmente: El Santo en Israel. Otros vierten más ampliamente: “que Yo, Yahvé, el Santo, estoy en medio de Israel”. Es lo que ya se expresó en 37, 27 s. Este carácter de perpetuidad es interpretado por Crampón diciendo: “No profanaré más mi santo Nombre: no permitiré más que mi nombre sea insultado por las naciones que, al ver la humillación de mi pueblo, negaban el poder de mi divinidad.” Fillion confirma este sentido y anota: “Este Nombre sagrado era profanado cuando Israel, el pueblo del Señor, era sometido a los gentiles y dispersado en tierra extranjera. Cf. 36, 20.” De ahí que el mismo Crampón señale y personifique en este Gog definitivamente vencido, “el último ataque del paganismo contra el pueblo de Dios”. La Biblia de Torres Amat, editada en Texas, ve aquí la derrota de las fuerzas del Anticristo (cf. 38, 17 y nota), según lo cual Gog representaría ese misterio en cuanto a su poder temporal.

* 9 ss. Como lo hacen notar varios autores, ninguno identifica esta gran batalla y derrota de Gog con el fin del cautiverio de Babilonia, efectuado pacíficamente bajo el amparo de Ciro, quien fue movido a ello por el mismo Dios. Cf. Esdras 1, 1 ss.; 5, 13 s.; Isaías 45, 1 s. Véase versículo 23.

* 11. Valle de los Pasajeros: Así vierte Bover-Cantera. La Biblia de Pirot y Nácar-Colunga prefieren con Kittel la lección valle de Abarim (al oriente del mar Muerto). Al oriente del mar, esto es, del mar Muerto, región maldita, asolada por la cólera divina a causa de los crímenes de Sodoma y Gomorra. Cf. 47, 8 s.; Joel 2, 20 y notas.

* 12. A fin de purificar la tierra: De lo contrario quedaría inhabitable para los israelitas (cf. versículo 16), por haber contraído impureza a causa de los cadáveres. Véase Números 19, 11 ss.

* 16. Hamona significa multitud. Esta ciudad, que debía construirse allí cerca, debía sin duda constituir un monumento en recuerdo del triunfo de Yahvé sobre el ejército de Gog. No se conoce ningún acontecimiento histórico que pueda considerarse como cumplimiento de esta profecía. Se cumplirá, por ende, de otra manera, tal vez en los últimos tiempos, dado su carácter escatológico. Véase 38, 1 y nota.

* 17 ss. Véase versículo 4 y nota. El día en que el ejército enemigo será derrotado, se compara aquí con un gran convite ofrecido a las bestias que devoraran los cadáveres. Cf. Apocalipsis 19, 17 s.

* 22 s. Desde aquel día en adelante: Todas las versiones traen esta expresión que alude a una conversión duradera de Israel (versículo 29; cf. Romanos 11, 25 ss.). Y las naciones entenderán: pues no habían comprendido que la causa de las humillaciones de Israel era que Dios mismo lo castigaba. Sobre las naciones: cf. 37, 23.

* 26. Habitarán tranquilamente, es decir, no sólo como en 38, 11, sino ya sin la amenaza o el peligro de otro Gog. Cf. versículo 7 y 29; Joel 2, 19; Jeremías 23, 6; 31, 16, etc.

* 27. Manifestando en ellos mi santidad, etc.: Cf. 37, 23 y nota. Todos entendemos bien en qué consiste la gloria del hombre: en lucir u ostentar sus excelencias (aunque sólo sean pretendidas), y verlas reconocidas y proclamadas como cosa extraordinaria. Exactamente lo mismo es la gloria que Dios pretende. De ahí que no la funda esencialmente en la manifestación de su grandeza y poder (porque esto, en el Omnipotente, es cosa ordinaria), sino en la manifestación de su bondad y de la misericordia sin límites que viene de su amor, y que lo lleva a inclinarse con asombrosa preferencia sobre los más miserables (cf. Romanos 11, 32 ss.). Alguien decía que Dios no es un “nuevo rico”, que se gloría en su riqueza, sino un padre, que se gloría de su bondad. Véase 20, 44, donde Él hace, ante Israel, esa misma ostentación de su misericordia que aquí hará ante los gentiles. Y en Mateo 21, 42 ss., al citar el Salmo 117, donde se habla de estas promesas a Israel como “cosa admirable a nuestros ojos”, Jesús se muestra a Sí mismo como piedra de tropiezo para Israel (cf. Lucas 2, 34). Quien cayere sobre ella “se hará pedazos”, a causa de su incredulidad que hará pasar la misericordia a los gentiles (Romanos 11, 30), y añade que “se hará polvo” aquel sobre quien cayere esa piedra, en lo cual parece aludir claramente a la profecía de Daniel (2, 34 s.) en que se pulveriza la estatua orgullosa de la gentilidad. Gog es un símbolo de ésta, como vimos en el capítulo 38.

* 29. No volveré más a esconder de ellos mi rostro: Fillion termina su comentario a esta parte de la profecía, diciendo: “El dichoso estado que acaba de ser descrito con tan sonrientes colores (versículo 25 ss.) no cesará jamás, y la nación no volverá nunca más a separarse de su Dios, después que Él haya derramado sobre ella su espíritu. Cf. 36. 26, etc.”

* 1. La mano de Yahvé: expresión usada en las revelaciones más importantes. Cf. 37, 1 y nota. En efecto, estos nueve últimos capítulos de la profecía de Ezequiel, contienen la más extensa de las visiones que le fueron reveladas. Simón-Prado la titula “descripción del Reino restaurado” y la subdivide en la siguiente forma; “1) Nuevo Templo: su atrio exterior (40, 5-27), e interior (40, 28-47); santuario (40, 48; 41, 26) y gazofilacios del atrio exterior (42, 1-20). 2) Nuevo Culto: su inauguración por el ingreso de la gloria del Señor en el Templo (43, 1-12); ritos y leyes que deberán observarse con respecto al altar de los holocaustos (43, 13-27); de la puerta oriental (44, 1-3); de los extranjeros (44, 4-9); de los levitas y sacerdotes (44, 10-31); de las asignaciones a los ministros del Templo (45, 1-5); y al príncipe- (45, 6-8); de los pesos justos (45, 9-12); de las primicias (45, 13-17); de los sacrificios (45, 18; 46, 24). 3) Manantial de salvación que fluye del Templo (47, 1-12). 4) Partición de la Tierra santa entre las tribus de Israel (47, 13; 48, 35). El profeta tuvo esta visión en 573, o sea después de la destrucción del primer Templo, como lo hace constar el versículo 1 (cf. 33, 21). El vigesimoquinto año se refiere al cautiverio del rey Jeconías (IV Reyes 24, 12 ss.). Todos los expositores, sin excepción alguna, admiten que no se trata del antiguo Templo de Salomón, pues “es aún más augusto y magnífico”, ni del construido por Zorobabel a la vuelta de Babilonia, el cual “fue tan inferior a aquél en esplendor y magnificencia, que los judíos, que habían conocido el primero, lloraban al ver este segundo, como se lee en Esdras” (Scío). Aquí las perspectivas del retorno de Israel “se confunden con las perspectivas mesiánicas y escatológicas”. Así entendían esta profecía ya los Santos Padres. Es notable la semejanza con los capítulos 21 y 22 del Apocalipsis de San Juan.

* 2. Sobre un monte muy alto. Todos convienen en que se trata del monte donde estaba el Templo (Sión o Moriah), como lo dice el profeta Zacarías, posterior al retorno de Babilonia: “Yo he tenido grandes celos de Sión, y mis celos por causa de ella me irritaron sobremanera. Mas esto dice el Señor: Yo me he vuelto hacia Sión y habitaré en Jerusalén; y Jerusalén será llamada la ciudad de la verdad (esto es: la ciudad fiel), y el monte del Señor de los ejércitos, monte Santo” (Zacarías 8, 2 s.). Sobre Sión cf. 34, 26 ss.; Salmo 64, 2; 67, 18 y 26 y notas; 86, 1 ss.; Isaías 2, 2 ss.; Hebreos 12, 22; Apocalipsis 14, 1. etc. Una construcción semejante a una ciudad: Jerusalén. Comentando a Jeremías 31, 39-40, donde se hace igual anuncio, Crampón observa que esa nueva Jerusalén “será, en toda su extensión, lo que en la antigua Jerusalén era sólo el Templo: el santuario de Yahvé” (cf. 48, 35). Algunos hacen notar que esta sección de la profecía de Ezequiel es continuación de las precedentes, según las cuales Dios restablecerá su Santuario (cf. 37, 26-23). Véase 33, 1 y nota.

* 3. El hombre con la cuerda y con la caña es un ángel, representante de Dios. Véase 9, 2; 42. 16; 43, 6 y nota. Cf. Apocalipsis 11, 1; 21, 15 ss.; Zacarías 4, 10 y notas.

* 4. Para mientes en todo lo que te voy a mostrar, etc.: A todos nos alcanza esta prevención hecha por Dios al profeta, porque estamos frente a uno de esos pasajes bíblicos que ponen saludablemente a prueba nuestra fe, ya que ante todo hemos de admitir que se trata, sin discrepancia, de una visión profética (cf. 43, 18) y divina (versículo 2), que merece y reclama nuestro infinito respeto, y una atención que no desmienta ese respeto. Por ello, confesando nuestra ignorancia para explicar lo que no entendemos (cf. nuestra introducción al Cantar de los Cantares), como lo hizo honradamente, en su tiempo, el erudito Cornelio a Lapide (cf. 48, 29 y nota), no por eso hemos de relegar al olvido estas palabras de Dios como si fueran una especie de fábula, según podría pensarse por el modo como algunos autores las tratan en forma enteramente marginal, Lo cual hace decir a un autor de tanto peso como Le Hir, que “la excesiva abundancia de los detalles de ceremonias (que en general, según el mismo observa, concuerdan con la Ley de Moisés), de números y de medidas en los cuales el profeta se detiene con complacencia, parecerían sin objeto en una pura alegoría”. Hay puntos misteriosos, cuya investigación avanza lentamente, como por ejemplo los relativos al Príncipe y al Sumo Sacerdote (cf. 44, 3 y nota); al Arca de la Alianza (cf. 41, 26 y nota), etc. Pero esto muestra, como ha dicho Pío XII, “que Dios, con todo intento, inspiró para que no sólo nos excitáramos con más intensidad a resolverlos, sino también, experimentando saludablemente los límites de nuestro ingenio, nos ejercitáramos en la debida humildad”. Recuerda también el Sumo Pontífice que “a veces se trata de cosas oscuras y demasiadamente remotas de nuestros tiempos y de nuestra experiencia”; y de ahí deduce que, “en tal condición de cosas, el intérprete católico… por nada debe cejar en su empeño de emprender una y otra vez las cuestiones difíciles no desenmarañadas todavía” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”; cf. Juan 21, 25 y nota). No sería, pues, conforme a las normas y enseñanzas pontificias, el refugiarse apriorísticamente en una simple afirmación alegórica sin buscar una solución concreta, sin el estudio que el Papa recomienda y sin el fundamento contextual necesario para que las profecías, faltas de “terreno firme en qué descansar”, no queden reducidas a “fórmulas vacías y términos materiales de una simple figura retórica” (Encíclica Spiritus Paraclitus; cf. Isaías 7, 14 y nota). De ahí que San Gregorio Magno dijese, al referirse a esta profecía: “Tengamos bien presente que caminamos de noche y hemos de andar tanteando para buscar el camino.” Y San Jerónimo insistió igualmente en que, cuanto dejó escrito acerca de estos nueve capítulos, fue dictado como simple conjetura y no como interpretación asertiva. Cf. 43, 18 y nota, y 44, 5 y nota donde Dios repite una vez más al profeta la recomendación especial de este versículo. Tomando en cuenta todas estas dificultades y particularmente las derivadas del carácter profético del Libro, nos limitaremos en general a citar de ahora en adelante las opiniones de buenos autores.

* 5. En tiempos de Ezequiel el codo común tenía 49 centímetros más o menos. Sin embargo emplea el profeta el codo grande o sagrado que tenía 55 centímetros. El texto dice: seis codos, cada uno de los cuales tenía un codo y un palmo, es decir, un codo corriente y un palmo. Las medidas que se dan a continuación, no coinciden con el Templo salomónico ni con el nuevo levantado después del cautiverio. “Un Templo nuevo se levantará, dice Fillion, digno del Señor, quien tomará posesión de él, como ahora nos lo revelará el profeta en 43, 1 ss. El pueblo de Israel volverá también a recobrar su patria, según Ezequiel lo tiene anunciado en 37, 25 y según aquí va a desarrollarlo extensamente. Los nueve últimos capítulos nos describen el nuevo reino de Dios, la restauración de la religión y de la nacionalidad judía. En una visión magnífica, Ezequiel es transportado a Tierra Santa el año vigesimoquinto de la cautividad, y allí Dios le muestra anticipadamente lo que Él realizará en lo futuro; el nuevo templo, el nuevo culto que le será dado, y el nuevo reparto de la Palestina.”

* 6. Sobre esta puerta cf. 44, 1 ss. y nota.

* 14. Vemos que los pilares han de ser altísimos. El resto del versículo es muy distinto según las versiones. El texto dice: hizo los pilares, lo cual no concuerda con el contexto; pues no se trata de construir el Templo sino de medirlo. La Biblia Pirot vierte: midió el vestíbulo; Nácar-Colunga; midió el atrio.

* 16. Ventanas de reja: La Vulgata dice: ventanas oblicuas, lo que da la impresión de ventanas que por fuera tenían más distancia del suelo que por dentro.

* 22. Este versículo, como el versículo 26 y también los versículos 37, 43, 48, etc., presentan variantes según las versiones.

* 30. Este versículo falta en la versión de los Setenta y faltaba también en la antigua traducción latina. Se considera una glosa añadida, porque sus datos rompen la simetría.

* 38 ss. Sobre los holocaustos y las victimas véase 44, 5 y nota.

* 44. Cámaras para los cantores, según el plano del Templo salomónico. En aquel Templo eran los levitas los encargados del canto sagrado; en el nuevo las cámaras han de servir para los sacerdotes (versículo 45 s.), pues los levitas apóstatas serán degradados (44, 10 ss.).

* 46. Los únicos sacerdotes del nuevo Templo serán, según se confirma en 43, 19, estos hijos de Sadoc, de la familia de Eleazar, hijo de Aarón (II Reyes 15, 24; III Reyes 1, 8 y 38; 2, 35), y no ya, como antes, todos los hijos de Aarón (véase 44, 15 y nota). Cf. Jeremías 32, 31 s. Es muy de notar que el actual sacerdocio cristiano procede del mismo Jesús y según el orden de Melquisedec, personaje misterioso y quizás angélico según suponen algunos, es decir de un orden celestial (cf. Génesis 14, 18; Salmo 109, 4; Hebreos 5, 6 y 10; 6. 20). San Pablo, al tratar de este sacerdocio cristiano en el capítulo 7 de su Epístola a los Hebreos, para nada alude al anunciado aquí por Ezequiel.

* 49. Las columnas recuerdan las dos columnas Jaquín y Boas (véase III Reyes 7, 15 ss.). Gradas: Los Setenta dicen: diez gradas; la Vulgata: ocho gradas.

* 3. Luego entró: Nótese que solamente el varón (el ángel) entra en el Santo de los Santos. El profeta no puede seguirlo, porque únicamente al Sumo Sacerdote le era permitido entrar (cf. 44, 3 y nota). En vez de la anchura de la entrada, los Setenta se refieren a las paredes laterales.

* 4. El Santísimo o Santo de los Santos (superlativo hebreo, como Cantar de los Cantares) forma aquí un cuadrado de veinte codos de lado, lo mismo que en el Templo de Salomón. Véase III Reyes 6, 16 s.

* 6 s. Cf. III Reyes 6, 5 s. En este y algunos otros pasajes hay detalles de la descripción que varían según las distintas versiones. Así por ejemplo, la escalera de caracol (versículo 7) figura en otras traducciones como corredor circular. San Jerónimo tradujo caracol, de acuerdo con los rabinos a quienes consultaba. Las cámaras laterales se ensanchaban… al paso que se subía, porque en los pisos superiores los muros eran menos gruesos y las cámaras relativamente más anchas.

* 12. Se trata de un edificio que ha de servir para guardar las cosas necesarias para el culto, la leña, etc.

* 16. Nótese que el Santísimo de Ezequiel tiene ventanas. En el Templo salomónico no las había. También aquí la Vulgata vierte: ventanas oblicuas (en vez de ventanas de reja). Véase 40, 16 y nota.

* 18. Dos caras, y no cuatro como en 1, 6, pues en la pared plana no es posible representar seres con cuatro caras. Cf. III Reyes 6, 29 s. y 35.

* 21. Delante del Santuario, es decir, delante del Santísimo.

* 23 s. Esta es la mesa que está delante de Yahvé: Algunos suponen que esta mesa altar, que Dios llama mi mesa en 44, 1-6, correspondería a la mesa de los panes de la proposición (Éxodo 37, 10 ss.; III Reyes 7, 48). Pero sus medidas son diferentes, y otros piensan en un nuevo mueble sagrado en que se combinase aquella mesa con el altar de oro de los perfumes, que existía tanto en el Tabernáculo de Moisés (Éxodo 30, 1 ss.) como en el Templo de Salomón (III Reyes 6, 20, 22, etc.). En este breve texto parece esconderse algún misterio, que ningún autor refiere a la Eucaristía por tratarse, como en los demás, del culto israelítico. (Cf. versículo 26 y nota.)

* 26. Llama la atención, y sería digno de un detenido estudio, el hecho de que falten en la descripción el Arca de la Alianza, el altar del incienso (véase versículo 22 y nota), y el candelero de oro. El Arca y el altar desaparecieron junto con el Tabernáculo (cf. 45, 4 y nota) en la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Véase II Macabeos 2, 4-8 y notas sobre la profecía que allí se hace al respecto anunciando que serían hallados cuando la majestad del Señor reaparezca como se dejó ver en el Templo de Salomón (II Paralipómenos 7, 1). es decir, tal como la mostrará Ezequiel en 43, 2. El Arca reaparece en las visiones del Apocalipsis de San Juan cuando se abre “el Templo de Dios en el cielo” (Apocalipsis 11, 19); el Santuario del Tabernáculo se abre también en el cielo y de él salen los ángeles de las siete plagas, no pudiendo nadie entrar en él hasta consumarse ellas (Apocalipsis 15, 5-8). El altar del incienso (cf. 22 y nota; Éxodo 37, 25 ss.; Levítico 4, 7; Isaías 6, 6; III Reyes 6, 20; I Paralipómenos 28, 18; I Macabeos 1, 23; 4, 49) parece ser el que vemos en Apocalipsis 8, 3 como altar de oro que está delante del trono y junto al cual se pone el ángel llevando el incensario de oro con el incienso que se añade “a las oraciones de los santos”, antes de tocarse las siete trompetas. En cuanto al candelero de oro de las siete lámparas del Tabernáculo (Éxodo 25, 31 ss.; 37, 17 ss.; Levítico 24, 4; Números 8, 1 ss.), que según II Paralipómenos 13, 11, se conservaba en Judá después de Salomón, aunque el Templo de aquél tenía otros diez candeleros (III Reyes 7, 49; I Paralipómenos 28, 15; II Paralipómenos 4, 7 y 20), tampoco figura entre los objetos sagrados que fueron a Babilonia (Jeremías 52. 19), ni parece confundirse con los siete candeleros de Apocalipsis 1, 12 y 20, pero en cambio es objeto de una visión especial en el misterioso capítulo 4 de Zacarías. Véase sobre todo esto el no menos misterioso capítulo 4 de San Pablo a los hebreos.

* 2. Versículo diversamente traducido. El hebreo dice literalmente: delante de una longitud de cien codos estaba la puerta del norte, etc. Vulgata: desde el norte. Setenta: hacia el norte.

* 3. Varias veces se habla de este pavimento enlosado del atrio exterior, cuyo uso es sin duda común en Oriente, pues aún hoy los viajeros hallan fácilmente fragmentos de losas frente a la mezquita de Omar, la cual está emplazada en el lugar que ocupó el Templo de Jerusalén. como una señal de la triste dispersión que sufre Israel a la espera de su destino. Cf. 25, 4 y nota; Jeremías 30. 3; Romanos 11, 25 s. Bover-Cantera dice de este versículo: “Todo el texto es oscuro y apenas inteligible, por lo que las explicaciones divergen notablemente.”

* 13. Se llaman cámaras santas, porque son destinadas como comedores para los sacerdotes que comerán allí las porciones sagradas que les toca de los sacrificios.

* 1. Al encabezar su comentario sobre esta sección de la Profecía (43, 1; 46, 24), bajo el título “El nuevo culto”, Fillion expresa lo siguiente: “El profeta nos hace ante todo asistir a un episodio grandioso: la entrada de Jehovah en el Templo así reconstruido. Compárese, como contraste, los relatos de 10, 18 ss.; 11, 22 ss. Volviendo a tomar posesión del Santuario, el Señor muestra que ha perdonado enteramente a Israel y que quiere restablecerlo sobre una nueva base.” Llama la atención que este solemne retorno de la Gloria de Dios al Templo, como cuando entró en el Tabernáculo (Éxodo 40, 34 s.) y en el Templo de Salomón (III Reyes 8, 10 s.), no se encuentre en la Sagrada Escritura con respecto al segundo Templo. La explicación está en que aquel templo había de ser también destruido, por predicción del mismo Señor Jesús (cf. Ageo 2, 10 y nota; Daniel 9, 27).

* 2. Venía del oriente: Cf. 11, 23. Alguien observa que del norte viene siempre la ira, y del oriente la salvación. En Zacarías 3, 8, según la Vulgata y los Setenta, se llama al Mesías “mi Siervo el Oriente”, y así también el anciano Zacarías en Lucas 1, 78 (cf. Malaquías 4, 2). El hebreo reza allí: “El Pimpollo” (cf. 34, 29 y nota), aludiendo, dice Crampón, a que Él es “el vástago por excelencia de la familia de David, de la que Él debe operar el restablecimiento”. Cf. Lucas 1, 32 ss.; Hechos 1S, 16; Amós 9, 11 y notas. El gran misterio está en comprender cómo Jesús puede ser llamado autor de ese restablecimiento, no habiendo los judíos aceptado al Mesías. En tales casos hay que recordar las palabras del profeta Zacarías: “Si lo que anuncio parece difícil… ¿acaso será difícil para Mí?, dice el Señor de los ejércitos” (Zacarías 8, 6). Cf. 41, 26 y nota; Romanos 11, 25 ss. De una gran mole de aguas: el ruido de las alas de los Querubines. Cf. 1, 24; 3, 12.

* 3. Cuando Él vino para destruir: cf. capítulos 9-12. Junto al rio Cobar: cf. 1, 1 ss.

* 6. Aquel varón: No parece ser otro que el ángel del capítulo 40, 3 ss., que aquí habla en primera persona como representando a Dios.

* 7 ss. Sobre esta reiterada promesa véase 20, 40; 37, 26 ss.; 40, 2 y nota; 44, 5; Tobías 13, 12 ss.; Salmo 98, 2-5; 131, 7-14; Isaías 24, 23; 60, 13; Miqueas 4, 7; Jeremías 3, 17 y nota, etc. Fillion la interpreta aquí citando este último texto de Jeremías, y diciendo: “En calidad de rey del nuevo Israel, el Señor consiente en establecer su trono en Jerusalén y en el templo de una manera permanente.” Scío y otros autores antiguos insistían en interpretar esta profecía literalmente “de la renovación del Templo por Esdras y Zorobabel”. Los modernos han advertido que no puede aplicarse tales promesas a un templo cuya destrucción anunció personalmente Jesús (Mateo 24, 1 ss.); de donde Él arrojó a los mercaderes (comparar Zacarías 14, 21); donde no hubo la paz prometida por Ageo 2, 10 (cf. Hebreos 12, 26), etc. Con los cadáveres de sus reyes (cf. versículo 9). Algunos traducen (según la Vulgata): las ruinas de sus reyes; otros, los crímenes de sus reyes, según los Setenta. Los expositores autorizados entienden que aquí se suprime la inhumación en el templo, que quizá se practicó alguna vez aunque no consta en la Escritura. Véase Sabiduría 14, 15 ss., donde se muestra cómo el culto de los muertos llegó a ser idolatría. Quizá podría también tratarse aquí de agoreros que los reyes de Judá habían instituido para ofrecer sacrificios en los altos, y que fueron exterminados en la reforma de Josías (IV Reyes 23, 5-9).

* 11. Y las pongan en práctica: Cf. versículo 18; 44, 5 y nota. El profeta tiene que ponerlo todo por escrito para que no puedan excusarse diciendo: nadie nos ha instruido.

* 13. Comienza la descripción del nuevo altar de los holocaustos. Por sócalo entienden algunos un canal alrededor del zócalo del altar que servía para recibir la sangre de las víctimas. Otros traducen: seno. Véase Levítico 8, 15.

* 15. Ariel es denominación de la parte superior del altar. Su significación etimológica es: fogón de Dios. Véase Isaías 29, 1, donde este vocablo se usa en sentido figurativo de Jerusalén. Sobre los cuatro cuernos del altar véase Éxodo 27, 1 ss. y nota.

* 18. Según admiten todos los expositores, estas ceremonias son del mismo género que las celebradas para los antiguos altares (cf. Levítico 8, 10 ss.; III Reyes 8, 62 ss.; II Paralipómenos 7, 4 s.). Para cuando sea construido: De estas palabras y otros pasajes de esta profecía (versículo 7 y 11; 44, 5; 48, 29, etc.), deducen algunos autores que ella no puede reducirse a los límites de un puro capricho (cf. 40, 4 y nota) ni esfumarse en la vaguedad e imprecisión de las aplicaciones exclusivamente metafóricas, que privarían también de sentido concreto a los anteriores capítulos 33-39. Como observan en efecto los mejores exégetas, esta sección de la profecía (capítulo 40-48) es continuación de aquélla (cf. 33, 1; 40, 2 y notas). Y derramar la sangre: Todo derramamiento de sangre por el pecado sólo puede ser, o figurativo del Sacrificio de Cristo, o conmemorativo de él, porque, fuera de la sangre Suya, ni aún la de los mártires, puede tener eficacia propia para borrar el pecado (Hebreos 10, 4; Romanos 3, 25). Por otra parte, es claro que sería hacer injuria a la Iglesia de Jesucristo, el pretender que estos sacrificios de animales (cf. 44, 5 y nota) pudiesen tener relación con ella (cf. 40, 4 y nota) que rememora, renueva y actualiza cada día en la santa Misa el Sacrificio del divino Cordero, cuya perpetuación le está asegurada por Él mismo con las palabras “hasta la consumación del siglo” (Mateo 28, 20), o sea “hasta el fin” (Juan 13, 1). San Pablo aclara esto más aún, diciendo: “hasta que Él venga” (I Corintios 11, 26), en coincidencia con la profecía de Daniel sobre la cesación de los sacrificios antiguos (Daniel 9, 27), ya que este “siglo malo” (Gálatas 1, 4), o sea, la presente dispensación, como la llama San Bernardo siguiendo a San Pablo (Efesios 8, 9; 1, 10), terminará con esa venida del Esposo (I Tesalonicenses 4, 13-17; I Corintios 15, 51 ss. texto griego) para las Bodas del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9). Así la Iglesia Santa, Cuerpo místico de Cristo, completado ya el número de los elegidos (Romanos 11, 25) al terminar el tiempo de las naciones (Lucas 21, 24), llegará ella también al cabo de su peregrinación dolorosa en este período militante de prueba y persecuciones a imitación de su Maestro, para ser ya la Esposa triunfante, incorporada, como otra Eva, al nuevo Adán (I Corintios 15, 21 s.; Judas 14; Zacarías 13, 5. Cf. Enchiridium Patrístico 10; Denz. 287) y reinar con Él para siempre en la Jerusalén celestial “que es nuestra madre” (Gálatas 4, 26).

* 19. Del linaje de Sadoc: Véase 40, 46; 44, 15 y notas.

* 24. Echarán sal sobre ellos: Este rito, de Levítico 2, 13, es recordado por Jesús en Marcos 9, 49.

* 2. Esta puerta estará cerrada: Como observa Schuster-Holzammer, junto con Knabenbauer, Ezequiel presentó en toda esta profecía, “la reedificación de la ciudad y del Templo por medio de una serie de cuadros brillantes, que al mismo tiempo simbolizasen el esplendor de Israel (de Jerusalén y de Tierra Santa) en los últimos tiempos, pero sin hacer distinción entre el comienzo y el fin de la era mesiánica, entre la nueva Jerusalén terrena y celestial”. Sólo a la luz del Nuevo Testamento podemos notar esas diferencias, comparando esta Jerusalén de Ezequiel con lo que el Apocalipsis nos revela sobre la Jerusalén celestial (Apocalipsis 21, 2 y 10), que será la Iglesia triunfante, esposa del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9). De ella se dice que sus puertas no se cerrarán en todo el día, y que no habrá noche (Apocalipsis 21, 25). En Isaías 60, 11 se dice lo mismo de la nueva Jerusalén de que habla Ezequiel, pero no se suprime la noche, como en la celestial. En ambos casos se trata de las puertas de toda la ciudad, en tanto que Ezequiel sólo alude a las del Templo. Y en ese Templo estriba precisamente la diferencia mayor con respecto a aquella Jerusalén celestial, que San Juan señala diciendo: “Y no vi en ella templo, pues su templo es el Señor Dios omnipotente, y el Cordero” (Apocalipsis 21, 22). Vemos también que allí nada hay que construir pues baja todo del cielo (Apocalipsis 21, 2 y 10 ss.). Cf. 38, 11; 48, 35 y notas. En el sentido acomodaticio, la Liturgia aplica estas palabras de la puerta cerrada a la Virgen Santísima, para señalar su perpetua virginidad (cf. versículo 3 y nota).

* 3. Este príncipe no es otro, como lo decían con razón los antiguos rabinos, y como lo piensan aún la mayor parte de los intérpretes creyentes, que el nuevo David, que debía reinar sobre el pueblo de Dios en el tiempo del cumplimiento de la visión de Ezequiel (cf. 34, 23-24; 37, 24). Muchos lo identifican con el Mesías; para otros es un gran monarca y caudillo teocrático (véase Isaías 32, 1 y nota). A la luz del capítulo 34 se explica tal vez la ausencia de mención del nuevo Sumo Sacerdote (cf. 40, 4; 45, 17 y notas) ya que allí se anuncia como supremo Pastor al mismo Hijo de David (34, 23 y nota), a quien en el versículo siguiente 34, 24 se llama también, como aquí, Príncipe (véase 45, 17; 46, 16 ss. y nota). Cf. Isaías 40, 11; Juan 10, 16; Hebreos 13, 20; I Pedro 5, 4, etc. Es muy de notar que esta reserva para aquel Príncipe, hijo de David, de la puerta del oriente, que es propia de Dios, sería otro argumento de la divinidad de Cristo preanunciada en el Antiguo Testamento, como el de Salmo 109 donde el Mesías es también Sacerdote y Rey a un tiempo, y que Jesús les planteó a los fariseos para mostrarles que David llama su Señor al Mesías que debía ser su hijo (Mateo 22, 41-46). Sobre este arcano del príncipe y de la puerta de oriente véase 46, 8 ss. y 16 ss. y notas.

* 5. Aplica tu atención: Recomendación especial, como la que vimos en 40, 4 y nota. El rigor con que el Señor establece aquí hasta los detalles de su culto para el Templo perfecto de la nueva Jerusalén, y como lo hizo para el Tabernáculo (Éxodo capítulos 25 ss.) y para la construcción del Templo salomónico (III Reyes 6), nos muestra que, aun cuando hoy rige el cambio sustancial traído por Jesús sobre la adoración del Padre “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23 s.), no por eso hemos de ser menos respetuosos en materia litúrgica, ni introducir en el culto público de Dios lo que no es sino capricho de la imaginación más o menos sentimental (cf. Baruc 6, 1 ss.). Con respecto a los ritos de que aquí se habla, cf. 20, 40; 43. 18 ss.; Salmo 50, 20 s.; Daniel 9, 27; Oseas 3,4 s.; Malaquías 3, 3 s.; Eclesiástico 36, 1 y nota; Salmo 117, 25 s. y nota, etc.

* 7 ss. Extranjeros, incircuncisos: Cf. 14, 7; Génesis 17, 10 ss.; Deuteronomio 10, 16 y notas. Esta severidad con respecto al Santuario, que no impedirá la igualdad con los extranjeros que se unan a los israelitas en la vida civil (47, 22 s.), nos muestra también a nosotros cuan grave es para Dios la profanación del Santuario, y cómo hemos de evitar que un falso celo nos lleve a querer introducir a todo trance, en los divinos misterios, a personas ajenas a la fe (cf. Cantar de los Cantares 3, 5 y nota), que pudieran abusar de los Sacramentos, o tal vez alabar con los labios mientras su corazón está lejos (Mateo 15, 8), como suele verse en ciertos acontecimientos mundanos como las bodas, funerales, etc. El título de “Misa de los catecúmenos”, que aún conserva la parte introductoria al divino Sacrificio recuerda la preocupación con que antiguamente se evitaba que asistieran a él los que no hubieran aún entrado en la fe. Véase 33, 9 y nota.

* 10 ss. Cf. 48, 11. Esta degradación de sacerdotes y levitas, que eran para el Señor privilegiados como los primogénitos (Números 1, 49 ss.; 3, 12 ss.; 8, 5-19), es uno de los rasgos más elocuentes de la Biblia, y recuerda la palabra de Jesús sobre la sal que, cuando pierde su sabor, sólo sirve para ser pisada (Mateo 5, 13). Ellos “llevarán sobre sí su confusión y la pena de sus maldades” (versículo 13), porque, habiendo envilecido su altísima misión espiritual, profanando y despreciando lo que era santo y divino, y prefiriendo los ídolos que les daban éxitos ante el pueblo, ahora descenderán a los oficios más bajos y materiales. De ahí la gran recomendación que el versículo 23 hace a los nuevos sacerdotes, de enseñar a “distinguir entre lo sagrado y lo profano”, como Dios lo había dicho a Aarón en “precepto perpetuo” (Levítico 10, 9 s.). Históricamente, sabemos que, después de la reapertura del Templo por Ezequías, que reunió a los sacerdotes y levitas para que se purificasen (II Paralipómenos 29, 4 s.), recayeron ellos en la idolatría de los “altos”, como se lo reprochó el rey Josías (IV Reyes 23, 8 s.). Después del cautiverio de Babilonia hubo nuevas apostasías y vemos que en tiempos de Judas Macabeo Jerusalén llegó a quedar desierta y “pisoteado el Santuario” (I Macabeos 3, 45). En cuanto a los días de Jesús, no vemos ya que Él los acuse de aquella idolatría sino más bien del doblez farisaico y de esa falta de caridad a que alude en la parábola del Buen Samaritano con el ejemplo del sacerdote y del levita (Lucas 10, 31 s.). Cf. Juan 1, 19.

* 15. Cf. 48, 11. Sacerdotes levitas, hijos de Sadoc; es decir, sacerdotes de la tribu de Leví y de la familia de Sadoc. Estos habían sido fieles, como lo fue a David el mismo Sadoc (III Reyes 1, 38 s.; 2, 35). Es notable que esta familia sacerdotal figure entre los primeros sacerdotes pobladores de Jerusalén, tanto en I Paralipómenos 9, 11 (cf. nota), como en Nehemías 11, 11. Los autores discuten porque parece que el primero de estos textos se refiere a los que poblaron a Jerusalén apenas conquistada por David (II Reyes 5, 6 ss.), y el segundo a los que la repoblaron a la vuelta de Babilonia. La familia de Sadoc es la única mencionada en ambas listas que por lo demás son muy diferentes. Sadoc fue Sumo Sacerdote en Gabaón donde estaba el Tabernáculo (I Paralipómenos 16, 39; cf. 45, 4 y nota), y es de notar que descendía de Eleazar y de Fineés, a quienes los derechos del sacerdocio habían sido asegurados para siempre. Cf. Éxodo 29, 9; Números 25, 13; I Paralipómenos 6, 4 15; Salmo 105, 31; Eclesiástico 45, 8, 19 y principalmente 30 y 31, donde el Eclesiástico hace un paralelismo entre la promesa sacerdotal de Fineés, con respecto a su pueblo, y la promesa real de David sobre el mismo. Cf. I Paralipómenos 23, 24 s. y 22, 10. Es de notar que en el segundo Templo construido a la vuelta de Babilonia no hubo estas exigencias, sino que los sacerdotes y los levitas volvieron a sus funciones como antes (Esdras 6, 18 ss.; Nehemías 12, 1 ss.). si bien el mismo Esdras era de la familia de Sadoc y Fineés y Eleazar, como se hace constar expresamente en Esdras 7, 1 ss.

* 16. Mi mesa: Véase 41, 22 y nota.

* 17. Las ropas de lino son símbolo de la pureza. Véase Éxodo 28, 39 ss.; Levítico 16, 4. Los levitas vestían ropas de lana que provocan el sudor y difícilmente se conservan limpias.

* 18. He aquí otro ejemplo de higiene y sencillez para los ornamentos sacerdotales.

* 19. El que tocaba una cosa santificada, quedaba santificado él mismo, es decir, separado de la vida ordinaria por un tiempo, como cosa consagrada a Dios. Cf. Éxodo 29, 37; 30, 29-; Levítico 21, 1 s.

* 20. Cf. Levítico 21, 5 ss. A diferencia de los nazareos, que debían dejarse crecer el cabello (Números 6, 5), se prescribe aquí lo mismo que indica San Pablo en I Corintios 11, 14. Lo relativo a las bebidas (versículo 21) era un precepto perpetuo dado por Dios a raíz del pecado de los hijos de Aarón (cf. Levítico 10).

* 23. Es decir, como anota Crampón, “enseñarán al pueblo la Ley. Cf. Deuteronomio 17, 8 s.; 19, 17; 21, 1 s.”

* 24. Juzgarán conforme a mis juicios: juzgarán según las Escrituras divinas y no por argumentos de autoridad humana (cf. Colosenses 2, 8 y nota).

* 28. Tendrán también herencia: Texto dudoso. La Vulgata vierte a la inversa: no tendrán heredad. Ambas versiones dan el mismo sentido, si referimos el texto hebreo a la herencia espiritual, y, la de la Vulgata a la posesión de un territorio como lo poseían las otras tribus. Cf. Números 18, 20; Deuteronomio 18, 2; Eclesiástico 45, 27; II Timoteo 2, 4 y notas.

* 30. Véase Éxodo 23, 19; Números 15, 19 s.; 18, 15. Sobre la bendición prometida cf. Malaquías 3, 10.

* 1. No se especifica la medida usada. Unos entienden codos: otros, con San Jerónimo, cañas. Una caña tenía seis codos y un palmo (cf. 40, 5 y nota). Por suerte: véase 48, 8 y nota. Este nuevo reparto de la tierra no se ha llevado a cabo después del cautiverio, ni tampoco lo referente al espacio reservado al Templo (cf. versículo 4 y 18 y notas). Diez mil de ancho: Los Setenta dicen veinte mil, lo que parece más exacto (cf. versículo 3-5). Si la medida es el codo, se indica aquí un rectángulo de catorce kilómetros por seis; si se trata de cañas, sería de ochenta kilómetros por treinta.

* 4. Recinto sagrado para el Santuario; literalmente santuario para el santuario: San Jerónimo vierte: santuario de santidad. Nótese la extraordinaria amplitud del terreno que se le destina (cf. nota anterior), mucho mayor que el de toda la ciudad. Es de tener presente que David, que había conservado hasta el fin el Tabernáculo de Moisés en Gabaón (II Paralipómenos 1, 3), donde puso a Sadoc (I Paralipómenos 16, 39; cf. 44. 15 y nota), había erigido en Jerusalén un Tabernáculo para el Arca de la Alianza (II Paralipómenos 1, 4; I Paralipómenos 16, 1; 21, 18 ss.; Salmo 131, 5), y sin duda con inspiración mesiánica, prefirió este segundo altar al de la alianza mosaica, diciendo: “Aquí está la casa de Dios” (I Paralipómenos 21, 29 s.; 22, 1). Y es también notable que Dios no le permita edificar personalmente el Templo (I Paralipómenos 28, 6 ss.), no obstante haber él organizado todo el culto (I Paralipómenos capítulos 23-26) y reunido todos los materiales (I Paralipómenos 28, 9-18), y haberle destinado cuantas ofrendas pudo (I Paralipómenos 29, 1-5), y aún haber recibido, “delineado por la mano del –Señor”, todo el diseño de aquel Templo legal (1 Paralipómenos 28, 19). No puede dejarse de ver en esto un hondo significado mesiánico, porque el profeta Amos 9, 11 s., al anunciar la restauración, no se refiere al Templo de Salomón, sino al Tabernáculo de David (cf. Hechos 15, 13 ss.). “El Tabernáculo se nos presenta, dice Schuster-Holzammer, como un todo magnífico y armonioso en todas sus partes… Menester es que todo encierre profunda significación. Mas, no diciendo nada expresamente la Sagrada Escritura acerca del particular, queda libre campo a la investigación.” La explicación de lo que antes observamos, está sin duda en que, como dice en otra parte el mismo autor. Tabernáculo significa “Mansión, porque allí quería Dios habitar de asiento entre su pueblo”, y esto es lo que anuncia ahora Ezequiel (cf. 37, 26; 43, 7; 48, 35; Salmo 131, 13 s.). en tanto que el Tabernáculo de Moisés anduvo errante, y el Templo salomónico y su sucesor perecieron trágicamente. Véase 41, 26; 43, 2 y notas.

* 7. Es decir que, dejando en el medio el rectángulo descrito precedentemente, los enormes dominios del príncipe se extenderían a ambos lados hasta el Mediterráneo por el oeste, y hasta el Jordán por el este, dividiendo los territorios de las tribus en dos grupos: siete al norte y cinco al sur, según el capítulo 48.

* 8. No oprimirán, etc.: Según la armonía de todo el contexto, este plural, usado aquí por única vez, parece indicar simplemente que ya no habrá príncipes como los hubo antes. Véase la explicación de Fillion en 44, 3 y nota; cf. 37, 24 s.; Salmo 131, 11 s.; Daniel 7, 14; Lucas 1, 33; Juan 12, 34. etc. Las advertencias que siguen se han de entender de acuerdo con lo anunciado en 43, 7, es decir, como reglas legales, dadas lo mismo que las del culto que se indican en 44, 5 s., y no como si hubieran de ser violadas, y esto ni aunque se tratase aquí de esos otros príncipes que las profecías sobre el triunfo mesiánico anuncian muchas veces, tanto sobre Israel cuanto sobre las naciones. Cf. Daniel 7, 18; Sabiduría 3, 8; Lucas 19, 17 ss.; 22, 29 s.; I Corintios 6, 2; Apocalipsis 2, 26 s.; 3, 21; 5, 10; 20, 4; Salmo 149, 6-9 y notas.

* 10 ss. El efa o bato, contenía 36,44 litros; el siclo grande pesaba 16,83 gr., el siclo común 8,41 gr.

* 17. También a este respecto vemos un preanuncio típicamente mesiánico en la persona de David, “el más pequeño de sus hermanos”, que, siendo pastor de ovejas y ungido rey desde niño (I Reyes 16, 11 ss.), aunque tiene que demorar su reinado mientras dominaba el siniestro Saúl, llega a revestirse de ornamentos y a ejercer funciones sacerdotales (véase II Reyes 6, 12-18; I Paralipómenos 16, 2 ss. y nota). Y esto precisamente cuando se lleva el Arca a Sión (cf. 40, 2), donde él le estableció un Tabernáculo (versículo 4 y nota), y con cuyo motivo compuso el Salmo 67 (cf. I Paralipómenos 15, 20 y nota). Como allí observamos, David bendijo entonces al pueblo, lo cual era función reservada a los sacerdotes (Números 6, 22), y Dios nos muestra expresamente que ello le fue agradable (cf. Eclesiástico 47, 11 s.), al contrario de lo que le ocurrió a Saúl cuando observó una conducta semejante (I Reyes 13, 8-14; 15, 22 ss.) y a Ocias cuando penetró en el Templo (II Paralipómenos 26, 16 ss.). Cf. 46, 16 ss. y nota. De ahí que algunos vean en el príncipe al Sumo Sacerdote. Cf. 44, 3 y nota.

* 18. Desde aquí hasta 46, 15 se indican los sacrificios que el pueblo deberá ofrecer los días de fiesta (cf. 44, 5 y nota). Hay que notar que “este pasaje aporta modificaciones considerables al ritual mosaico y los judíos no han puesto nunca en práctica estas regias nuevas”.

* 20. El día séptimo del mes: En la versión de Los Setenta se dice: el mes séptimo, el primer día del mes.

* 22, Sobre las funciones sacerdotales del príncipe véase versículo 17 y nota; cf. Levítico 4, 14. Siguiendo la interpretación de Fillion (cf. 44, 3 y nota), para comprender este sacrificio que el príncipe ofrece por sí, hemos de considerar que obra en ello simplemente como un buen israelita que quiere “cumplir toda Justicia” (Mateo 3, 15), realizando un acto de culto agradable a Dios, como son todos los que el mismo Dios prescribe aquí, muchos según la Ley de Moisés (cf. 44, 5 y nota), y otros nuevos (cf. versículo 18 y nota). Jesús fue el primero que quiso obrar así, diciendo que Él no vino para abolir la Ley sino para cumplirla (Mateo 5, 17) y que esa Ley sería cumplida hasta la última iota (Mateo 5, 18), cosa que antes nunca fue hecha, según sabemos por Él mismo y por San Pablo (cf. 18, 21 y nota). De ahí que Él, aunque no lo necesitaba, se dejara circuncidar (Lucas 2, 21; Romanos 15, 8), y ofreciese, tanto el par de tórtolas que presentó su Madre como tributo por los primogénitos (Lucas 2, 23 s.; Éxodo 13, 2; Levítico 12, 2-8), cuanto la didracma del Templo (Mateo 17, 23 ss.), etc. En tal sentido, el sacrificio aquí ofrecido no significa en manera alguna que el que lo ofrece tenga pecado, sino un homenaje prestado a Dios en cumplimiento de la Ley común. Esta misma observación relativa al príncipe, puede aplicarse a todos los demás israelitas, los cuales ofrecerán sacrificios por el pecado aun cuando ya no lo tengan, según se ve en 43, 7 (cf. Isaías 60, 18, 21 y notas). El profeta Isaías menciona a este respecto una maldición para el pecador (cf. Isaías 65, 20 y nota), en la cual parece lógico deducir que no se refiere a los israelitas sino más bien a algunos de los muchos extranjeros que vivirán entre ellos (véase 44, 9; 47, 22 s.). sujetos a la anunciada rebelión de las naciones con Gog y Magog (véase capítulos 38 s. y notas; Apocalipsis 20, 7). Cf. versículo 17; 46, 16 ss. y nota.

* 25. La solemnidad: la fiesta de los tabernáculos. Como vemos se conserva la misma fecha (Números 29, 12) y los sacrificios son los mismos que para la Pascua, aunque la Ley mosaica exigía más (Números 29, 13 ss.).

* 2. Lo que en otros lugares se dice sobre el carácter singular de este soberano, no impedirá, como aquí vemos, la labor propia de los sacerdotes, la cual se detalla en 44, 15 ss.; 45, 19, etc. Cf. Apocalipsis 1, 6; 5, 10. El príncipe respetará entonces el lugar reservado para ellos. Cf. versículo 12.

* 4. Véase versículo 16 ss. y 22 y notas.

* 5. Sin duda encierra un bellísimo sentido espiritual esta libertad de ofrecer lo que él quisiere. Y esto siempre ocurre cuando se trata de corderos (cf. versículo 7 y 11).

* 8. De la puerta, es decir, de la de oriente. Sobre el carácter de esta puerta, reservada al príncipe, véase 44, 3 y nota.

* 15. El holocausto perpetuo es el del Cordero, símbolo evidente de la inmolación de Cristo, y que según Moisés debía ofrecerse cada día, mañana y tarde (Números 28, 3-5). David, figurando al Mesías sacrificado, habla solamente del “sacrificio vespertino” (Salmo 140, 2 y nota). Aquí, a la inversa, sólo se prescribe el de la mañana. Todo ello contiene sin duda un misterio mesiánico y eucarístico, aunque ningún autor lo identifica con el Santo Sacrificio de la Misa, dado que la profecía se refiere a Israel. Cf. 40, 4; 44, 5 y notas; Malaquías 1, 11; 3, 3 s.

* 16. La porción del príncipe será abundantísima (45, 7 s. y nota). Vemos aquí además de la institución del jubileo de las tierras (Levítico 25, 10), la promesa de que el nuevo príncipe no tendrá ya el inconveniente que anunció Samuel cuando Israel reclamó un rey como tenían las naciones (I Reyes 8, 14), ni confiscará como Acab la herencia de Nabot (III Reyes 21, 7). Les pertenecerá, es decir, al que recibió la donación. Las expresiones aquí usadas son muy diversamente traducidas según las versiones, aunque en ninguna de ellas implican la idea de sucesión o muerte del príncipe o nuevo David que está anunciado para siempre. Véase 37, 24 s.; 44, 3; Salmo 131 y sus notas, etc. “Hay aquí un misterio davídico-mesiánico que nadie explica (cf. Mateo 22, 30; Daniel 12, 2) y cuyo pleno conocimiento sobrepasa nuestras posibilidades actuales” (cf. 45, 17; Ageo 2, 24), ya que tiene carácter escatológico, según lo indican Knabenbauer, Schuster-Holzammer, etc. (cf. 44, 2 y nota). ¿Quién podrá, en efecto, decir las maravillas que Dios tiene reservadas para combinar estas promesas hechas a Israel, su antigua esposa (Isaías 54, 1 ss. y notas; II Reyes 7, 23 ss.), con el triunfo final de la Iglesia de Cristo, Esposa de su Hijo (cf. 43, 18 y nota), y las promesas que Él hizo a los suyos? (Lucas 22, 30, etc.). Véase por ejemplo en Salmo 9 a, 17 y nota, las opiniones de Santo Tomás sobre Jeremías 23, 6 ss., etc.

* 18. La figura de este príncipe perfecto encierra una alta lección de política (cf. 45, 8) y, en sentido espiritual, nos muestra que él, como representante de Dios, no necesita despojar a nadie en favor de los suyos. En nuestro trabajo sobre Job (“El libro del consuelo”, p. 249) señalamos la frase infundada de un talentoso escritor católico que, sin duda en momentos de amargo pesimismo, escribió: “Cuando uno goza, siempre hay otro que paga.” No puede admitirse como regla, ni aun en la presente vida de prueba, semejante “maltusianismo” espiritual que parecería revelar una mezquina idea del divino Padre, como si Él necesitase quitar a unos lo que a otros da; o, lo que es peor, como si los méritos de la Sangre de Cristo no alcanzasen para todos, siendo así que bastaría una sola gota de ella, como dice Santo Tomás, para redimir de todas sus iniquidades al mundo entero.

* 20. Véase Levítico 6, 26; Números 18, 8 ss.

* 24. Los sirvientes de la Casa: los levitas. Cf. 44, 11.

* 1. Las promesas que comenzaron en el capítulo 33 (cf. 33, 1 y nota), después de referirse, como señala Crampón, a la “restauración del pueblo de Dios” (capítulos 33-37) y al “triunfo final sobre las naciones” (capítulos 38-39), terminan con “el nuevo Reino de Dios” (capítulos 40-48). Esta última sección, que se ha ocupado hasta aquí del nuevo Templo y de su culto, muestra ahora —antes de indicar los nuevos límites de la Tierra Santa (versículo 13-20) y el reparto de Palestina entre las doce tribus (47, 21; 48, 29)— las grandes bendiciones que saldrán de aquel Templo y que están simbolizadas por el misterioso torrente. Martini hace notar que estas aguas son las que el Profeta anunció en 36, 25 s., y que de las mismas habla Zacarías 14, 8 ss.: Isaías 12, 3 y 55, 1. Los modernos señalan además Salmo 45, 5; Isaías 27, 3; 35, 7; 43, 20; 44, 3; Jeremías 31, 12; Oseas 14, 6; Joel 3, 18; Amós 9, 13; Zacarías 13, 1 ss.; Apocalipsis 22, 1 ss., etc. Las aguas salían por la puerta oriental (cf. 43, 2 y nota). El nuevo Salterio ordenado por Pío XII (cf. 38, 18 y nota) hace notar esa santidad anunciada al Templo, “habitación terrena de Dios” (Salmo 92, 5), y refiere el Salmo 98 especialmente a los frutos de santidad que de él salen cuando el Señor “presente en el Templo, sentado sobre Querubines, hace suyo el reino sobre todos los pueblos, del cual es propia la justicia, que ejercerá en el pueblo de Israel”, mostrando que “son invitados a entrar al Templo no sólo los israelitas sino todos los habitantes de la tierra, porque Dios es el Creador y Pastor de todos” (Introducción al Salmo 99). San Jerónimo dice de este río misterioso: “No hay más que un río que mana debajo del trono de Dios, y es la gracia del Espíritu Santo; y esta gracia del Espíritu Santo está encerrada en las Sagradas Escrituras.” El lado derecho marcaba para los hebreos el sur.

* 2. Texto usado por la Liturgia en la aspersión del agua bendita. En sentido espiritual los santos Padres lo han aplicado con mucha razón a la Palabra de Dios (cf. nota 1 y Apocalipsis 22, 1 y nota) y a la gracia y dones del Espíritu Santo, a los sacramentos y a las bendiciones que nos ha conquistado y merecido Jesucristo, Él mismo habló, en efecto, del “agua viva” de su Palabra (Juan 4, 10) y del “rio de agua viva” que mana de su seno y que es el Espíritu Santo (cf. Juan 7, 37 ss. y nota). A través de todo el libro de Ezequiel podemos ver figurado a Cristo como Aquel que es la vida (Juan 1, 4; 14, 6) y que comunica esa vida (Juan 3, 16; I Juan 4, 9). Desde el ímpetu vital que se revela en la visión de los Querubines y de la gloria de Dios en el capítulo primero, hasta la resurrección de los huesos en el capítulo 37, todo es vida y todo habla de dar la vida. “¡Vive, vive!” se le dice a Israel que yace envuelta en la miseria de su propia sangre (16, 6). Vida es lo que asegura el varón con vestidura de lino (9, 2 ss.) cuando marca en la frente con el signo de la cruz a los que están amenazados de muerte. Puesto que el Señor Dios no quiere la muerte del impío, sino que se convierta y viva: ¿por qué había de morir la Casa de Israel? (33, 11 ss.). Así cuando llegue su tiempo, el buen Pastor apacentará Él mismo a sus ovejas para que vivan y no las mate el lobo por culpa de los malos pastores (capítulo 34), etc. Aquí, en fin, vemos, saliendo del nuevo Templo, el río de la vida que todo lo vivificará, como el río que en la Jerusalén celestial sale del trono de Dios y del Cordero (Apocalipsis 22, 1 ss.).

* 3 ss. La superabundancia de las aguas que salen del Templo amenazan anegar al Profeta, mostrando que aquellas bendiciones (versículo 1 y nota) superarán a cuanto el más ambicioso pudiera imaginar. Así también el Eclesiástico (Eclesiástico 24, 32 ss. y 40 ss.) compara la divina Sabiduría de las Escrituras (que es el mismo Cristo), con un río desbordante, que llega a hacerse mar sin orillas. De ahí la aplicación que se hace de este pasaje a la predicación del Evangelio: “El río de la Palabra divina y vivificadora debe brotar del templo.”

* 7. “Arboles cuya súbita aparición no es menos maravillosa que el crecimiento mismo del torrente” (Crampón). “¿Con cuánta curiosidad, dice un autor, no asistiríamos a los misterios de los derviches, de los bonzos o del gran Lama? ¿Qué no haríamos por saber los secretos de los druidas, y aun del mitológico Eleusis, o sorprender la magia de un marabú y aun quizá, si pudiéramos, de alguna sesión espiritista? Y sin embargo, ¿cuántos son los que se interesan por saber lo que lloran los judíos ante el Muro de las Lamentaciones, o conocer los misterios de la esperanza que nos brinda la Escritura? La Biblia es el Libro misterioso por excelencia. Nada puede, ni de lejos, compararse a ella para saciar la sed de misterio. Pero, de tal manera se ha perdido el amor a la verdad, que la idea de misterio ha llegado a confundirse con la de ficción, siendo que ésta es sinónimo de mentira, y el misterio es sinónimo de verdad profunda, porque es una verdad oculta, pero más real, según enseña San Pablo (II Corintios 4, 18), que las efímeras cosas que se ven.”

* 8. El Arabá, hoy el Ghor, parte sur del valle del Jordán. Cf. Amós 6, 15 y nota. El Mar Salado: el Mar Muerto. Quedarán saneadas: las aguas del Mar Muerto, extremadamente saladas y bituminosas, serán tan sanas como las aguas del Jordán. “Notable muestra del favor divino operado en aquella región maldita y desolada”. Véase 13 ss.; 39, 11 y notas.

* 9. Actualmente no pueden vivir peces en esas aguas del Mar Muerto, donde las ciudades culpables de la Pentápolis fueron anegadas en salitre y azufre ardiente (Deuteronomio 29, 23). Véase Génesis 19, 24 y nota.

* 10. El Mar Grande: el Mediterráneo. Engadí y En-Eglaim: en la orilla occidental del Mar Muerto.

* 11. Sus lagunas y juncales; es decir, los pantanos que queden separados y no reciban las aguas vivificantes del Templo.

* 12. San Jerónimo observa que en estas maravillosas plantas están figuradas las divinas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, de las cuales no solamente los frutos, esto es, el sentido y espíritu que se esconde en ellas, sino también las mismas hojas, quiere decir, la letra y el sentido literal, son de gran virtud para curar todas las enfermedades del alma (Scío). Cf. Apocalipsis 22, 2.

* 13 ss. Los versículos 13-20 indican, dice Fillion, “las fronteras de la región que el pueblo de Dios, regenerado y transformado, poseerá como preciosa herencia”, y agrega, con respecto al juramento de Dios (versículo 14), que “al dar así la tierra santa a su pueblo como una posesión definitiva, el Señor cumplirá sus antiguas y solemnes promesas. Cf. Génesis 13, 14 ss.; 15, 18 ss.; 26, 3; 28, 13 ss., etc.” En cuanto a esos límites, Crampón sugiere compararlos con la visión de Moisés en el monte Nebo (Deuteronomio 34, 1 ss.) donde Dios le mostró, antes de morir en tierra de Moab, la tierra prometida con relación a esos juramentos hechos “a Abrahán, a Isaac, y a Jacob”, la cual era más amplia que la que alcanzaron en su apogeo David y Salomón, y llegaba también “hasta el mar occidental”, comprendiendo la tierra de los filisteos o palestinos (cf. Ex- 23, 31). Hacia el sur, aquella visión de Moisés menciona expresamente a Segor, “la pequeña”, llamada antes Bala (Génesis 14, 2), que estaba al sur del Mar Muerto, siendo, de las cinco ciudades, la única que se salvó cuando perecieron Sodoma, Gomorra, Adama y Seboím. Cf. 25, 4 y nota. José obtiene doble medida como en la primera repartición del país por Moisés y Josué, debido a que sus dos hijos Efraím y Manasés fueron adoptados por Jacob. Cf. Génesis 48.

* 15 ss. Vemos reaparecer aquí, entre algunos nombres difíciles de localizar hoy, varios de los que había señalado Moisés. Sedad: ciudad de Siria, en la frontera entre Palestina y Siria (Números 34, 8). En resumen, las fronteras del nuevo reino de Israel no coinciden con los antiguos reinos de Israel ni de Judá. Por el norte van desde el Mediterráneo hasta los montes del Haurán; por el este, el Jordán y el Mar Muerto han de servir de límite; por el sur, una línea desde Cades hasta el arroyo (de Egipto); por el oeste, el Mediterráneo. Haser-Hatticón: Vulgata: Casa de Ticón. Haurán, entre Palestina y Damasco. Haser-Enón (versículo 17): Vulgata: Atrio de Enón. Mar Oriental (versículo 18): Mar Muerto. Sobre el término Aguas de Meribá de Cades (versículo 19), véase Números 20, 13; Salmo 94, 8 y notas.

* 23. Cf. Isaías 14, 1 y nota. Como observan los comentadores, es esto una derogación del antiguo orden, el cual, si bien mandaba a los israelitas tener la mayor caridad con el extranjero “amándole como a ellos mismos” (Levítico 19, 18 y 33 ss), les imponía algunas restricciones para incorporarlos a la comunidad (Deuteronomio 23, 7 s.), y no asignaba, como aquí, al prosélito, parte individual en las suertes de cada tribu. El mismo espíritu reina en la Iglesia que fundó Jesús (el Mesías a quien Israel iba a rechazar) muriendo “no por la Nación solamente, sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos” (Juan 11, 52), pues por medio de la santa Iglesia, Dios había también de “visitar a los gentiles y tomar de entre ellos un pueblo para su nombre” (véase Hechos 15, 14 ss.). En la Iglesia, “una” y “católica”, es decir, universal, la igualdad espiritual debe existir “sin acepción de personas” (Romanos 2, 11 s.; 10, 12), ni importa “la circuncisión, sino la nueva creatura” (Gálatas 6, 15), es decir, el haber nacido de nuevo en Cristo (Juan 3, 5 y nota). Por medio de la Iglesia y en ella, los gentiles, que éramos “extraños a la sociedad de Israel, extranjeros a las alianzas, sin esperanza en la promesa y sin Dios en el mundo” (Efesios 2, 12), hemos sido admitidos a la “familia de Dios” (Efesios 2, 19), y no sólo participamos de las promesas de Israel, sino de mayores aún como miembros de su propio Cuerpo místico (Gálatas 3, 28; Colosenses 3, 11; Juan 17, 22 ss.; Efesios 1, 5; I Tesalonicenses 4, 16 s.; Apocalipsis 19, 6 ss., etc.).

* 1 ss. Toca a cada tribu un territorio igual, y cada uno de ellos se extiende por todo lo ancho del país, de tal manera que al norte de Jerusalén se hallen las heredades de siete tribus: Dan, Aser, Neftalí, Manasés, Efraím, Rubén y Judá; y al sur las de las cinco tribus de Benjamín, Simeón, Isacar, Zabulón y Gad. Cf. 47, 14 donde Crampón hace notar que: “cada tribu tendrá una parte igual, no solamente en extensión, sino también por la calidad del suelo, a saber una banda de territorio que parte del Mediterráneo y llega al valle del Jordán, comprendiendo aproximadamente igual extensión de llanuras y de montañas”.

* 8 ss. Esta porción principalísima, que ha de separarse del país para el Templo, la ciudad santa, los sacerdotes, los levitas y el príncipe (véase 45, 1 ss. y notas), quedará como vemos, entre las heredades de Judá y de Benjamín, que antes formaban juntas el reino del Sur, o de Judá.

* 11. Sobre los sacerdotes… hijos de Sadoc, véase 44, 15 ss. y neta. Sobre los levitas, cf. 44, 10 ss. y nota.

* 14. Primicias de la tierra: aquí no significan los primeros frutos, sino el país, la Tierra Santa, que, por quedar consagrada a Dios, será “hérem”, esto es, no podrá enajenarse (véase en Levítico 27, los w . 10, 28 y 33). Esta palabra hebrea corresponde al griego “anatema”, que se ha hecho sinónimo de condenado o maldito. Cf. Romanos 9, 3; I Corintios 16, 22; Josué 6, 17, etc.

* 18. Los trabajadores de la ciudad: según algunos solamente los obreros; según otros, los magistrados de la ciudad. Probablemente se trata de toda la población civil.

* 21. Esto será para el príncipe: Véase 45, 7 ss. y nota.

* 28. Sobre Meribá de Cades véase nota a 47, 15 ss. El torrente: Vulgata: heredad.

* 29. Por suertes: Cornelio a Lápide declara que nadie explica ni él se atreve a adivinar cómo deba ser entendido o ejecutado este sorteo. Fillion resuelve satisfactoriamente esta dificultad, aclarando que “el detalle por suertes no se refiere a las partes de cada tribu, pues que Dios mismo se ha encargado de distribuirlas, sino a los lotes individuales de los miembros de cada tribu”.

* 30. Terminado lo relativo a la tierra, se trata ahora de la nueva Jerusalén, según es frecuente en las profecías. Crampón recuerda que “sus esplendores fueron cantados ya por Tobías 13, 11-23”. Gramática señala Isaías 60, 14; Jeremías 23, 6 y 33, 16. “Aquí se inspiró San Juan para trazar las líneas de la Jerusalén celestial” (Nácar Colunga).

* 31. Las puertas de la ciudad son doce, tres a cada uno de los puntos cardinales, y sus nombres son tomados de las doce tribus, lo mismo que el Apocalipsis dice de la Jerusalén celestial, la “Esposa del Cordero”, que el apóstol San Juan vio desde una grande y alta montaña (cf. 40, 2); “la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo de junto a Dios, brillante de la gloria de Dios” (Apocalipsis 21, 9 ss. y nota), y cuya muralla tenía además “doce piedras fundamentales y sobre ellas los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Apocalipsis 21, 14). Cf. 44, 2 y nota.

* 35. Yahvé está allí; en hebreo: Yahvé schammah. Los Setenta dicen misteriosamente: “Y el nombre de la ciudad será el nombre de ella”, aludiendo quizás al nombre nuevo de Isaías 62, 4, que en hebreo es: “Mi amor está en ella”. Gramática cita aquí 35, 10; Jeremías 3, 17; Joel 3, 21; Zacarías 2, 10; Apocalipsis 21, 3. Crampón comenta: “De su santuario donde Él reside, extiende el beneficio de su presencia sobre la capital, por las bendiciones que derrama sobre ella.” “Después de haber abandonado a su ingrata capital (cf. 11, 22-23), Yahvé la había purificado por el castigo; luego había vuelto a ella (cf. 43, 1 y ss.) prometiendo residir allí para siempre. No puede marcar mejor el carácter indestructible de esa promesa, que dando a la nueva Jerusalén un nombre que iba a recordársela sin cesar. Nombre de los más consoladores, que expresa la suma de todos los bienes, la duración perpetua de la teocracia, su santidad y la omnipotencia de Dios” (Fillion). Scío recuerda también el misterio de Jesús Emmanuel (Isaías 7, 14 y nota), y Bover-Cantera anota: “Se cumplirá por la Encarnación. Emmanuel, Dios con nosotros, es la realización de lo predicho por Ezequiel: “Yahvé está allí.”