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Sabiduría
Introducción
El Libro de la Sabiduría forma juego con los libros de los Proverbios y Eclesiastés. Trata de la Sabiduría, pero presentándola no ya como aquel —en forma de virtud de orden práctico que desciende al detalle de los problemas temporales—, ni tampoco, según hace éste, como un concepto general y anti-humanista de la vida, en sí misma, sino como una sabiduría toda espiritual y sobrenatural, verdadero secreto revelado amorosamente por Dios. Más que otros libros del Antiguo Testamento, tiene éste por objeto inculcar a los reyes y dirigentes la noción de su cometido, su alto destino y su tremenda responsabilidad ante Dios, y a todos la admiración y el amor de la sabiduría, la cual aparece dotada de personalidad y atributos divinos, como que no es sino el Verbo eterno del Padre, que había de encarnarse por obra del Espíritu Santo para revelarse a los hombres.
En los Salmos presenta el Profeta David al sol como una imagen de Dios, de cuyo benéfico influjo nadie puede esconderse (Salmo 18, 6 s.). Esto no es una mera figura literaria sino −como todo en los Salmos− una enseñanza. El sol es como Dios, fuego ardiente y abrasador (Éxodo 24, 17; Deuteronomio 4, 24; 9, 3; Isaías 10, 17; Hebreos 11, 29) o sea que arde en sí mismo y además comunica su llama. El sol es luz y calor a un tiempo, y nos envía sus rayos gratuitamente. Y en el rayo solar (como vemos cuando atraviesa el transparente vidrio de una ventana) es también inseparable la luz del calor. Así la luz, el Verbo-Jesús (Juan 1, 9; II Timoteo 1, 10) y la llama del amor del Espíritu Santo (Mateo 3, 11; Hechos de los Apóstoles 2, 3) proceden ambas inseparablemente del divino Sol, del divino Padre. El apóstol Santiago resume ambos aspectos de Dios diciéndonos a un tiempo que Él es “el Padre de las luces”, y que de Él procede todo ti bien que recibimos (Santiago 1, 17). Él es al mismo tiempo la “Luz en la cual no hay tinieblas” (I Juan 1,5), y el Padre del amor que se derrama en misericordia (Salmo 102, 13; II Corintios 1, 3; Efesios 2, 4).
Pues bien, ese rayo de sol que nos envía el Padre con su Verbo de luz y con su Espíritu de amor, eso es la sabiduría. De ahí que en ella sean inseparables conocimiento y amor, así como por Cristo, Palabra del Padre, nos fue dado el Espíritu Paráclito que vino en lenguas de fuego. Sapientia sapida scientia, dice San Bernardo, esto es, ciencia sabrosa, que entraña a un tiempo el saber y el sabor. Así es la divina maravilla de la Sabiduría. Es decir, que probarla es adoptarla, pero también que nadie la querrá mientras no la guste, porque, ni puede amarse lo que no se conoce, ni tampoco se puede dejar de amar aquello que se conoce como soberanamente amable.
Tal es el misterio del Dios Amor (“Caritas Pater”), que nos da su Hijo (“Gratia Filius”) y que luego, aplicándonos, como si fueran nuestros, los méritos de ese Hijo, nos comunica la participación a su divina Esencia (II Pedro 1, 4) mediante su Santo Espíritu (“Communicatio Spiritus Sanctus”: cf. la antífona 1ª del III Nocturno de la Santísima Trinidad, inspirada en II Corintios 13, 13), engendrándonos de nuevo para esa vida divina (Juan 1,13; 3, 5; I Pedro 1, 3), según la cual somos y seremos hijos suyos, no sólo adoptivos (Efesios 1, 5) sino verdaderos (l Juan 3, 1), nacidos de Dios (Juan 1, 12-13), semejantes al mismo Jesucristo: desde ahora, en espíritu (I Juan 3, 2): y un día, también en el cuerpo (Filipenses 3, 21), para que Él sea nuestro Hermano mayor (Romanos 8, 29).
Tal es la sabiduría cuya descripción, que es como decir su elogio, se hace en este libro sublime. Como fruto de ella, podemos decir que, al hacernos sentir así la suavidad de Dios, nos da el deseo de su amor que nos lleva a buscarlo apasionadamente, como el que descubre el tesoro escondido (Isaías 45, 3) y la perla preciosa del Evangelio (Mateo 13). He aquí el gran secreto, de incomparable trascendencia: La moral es la ciencia de lo que debemos hacer. La sabiduría es el arte de hacerlo sin esfuerzo y con gusto, como todo el que obra impelido por el amor (Kempis, III, 5).
El mismo Kempis nos dice cómo este sabor de Dios, que la sabiduría proporciona, excede a todo deleite (III, 34), y cómo las propias Palabras de Cristo tienen un maná escondido y exceden a las palabras de todos los santos (I, 1, 4). ¿Podrá alguien decir luego que es una ociosidad estudiar así estos secretos de la Biblia? Cada uno puede hacer la experiencia, y preguntarse si, mientras está con su mente ocupada en estas cosas, podría dar cabida a la inclinación de pecar, ¿No basta, entonces, para reconocer que éste es el remedio por excelencia para nuestras almas? ¿No es el que la madre usa por instinto, al ocupar la atención del niño con algún objeto llamativo para desviarlo de ver lo que no le conviene? Y así es como la Sabiduría lleva a la humildad, pues el que esto experimenta comprende bien que, si se libró del pecado, no fue por méritos propios, sino por virtud de la Palabra divina que le conquistó el corazón.
Tal es exactamente lo que enseña, desde el Salmo 1° (versículos 1-3), el Profeta David, a quien Dios puso “a fin de llenar de sabiduría a nuestros corazones” (Eclesiastés 45, 31): El contacto asiduo con las Palabras divinas asegura el fruto de nuestra vida. Cf. también Proverbios 4, 23; 22, 17; Eclesiastés 1, 18; 30, 24; 37, 21; 39, 6; 51, 28; Jeremías 24, 7; 30, 21; Baruc 2, 31; Ezequiel 36, 26; Lucas 6, 45; Mateo 15, 19; Hebreos 13, 9.
Mas para probar la eficacia de este remedio sobrenatural, claro está que hay que adoptarlo. Y eso es lo que el Papa acaba de proponer a los Pastores de almas, recordándoles, con San Jerónimo, que si el conocimiento de Cristo es lo único que puede salvar al mundo, ello supone el conocimiento de las Escrituras, porque “ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”.
He aquí lo que el Sumo Pontífice Pío XII se propone al promover con la nueva Encíclica “Divino Afflante Spiritu” el amor a la Biblia, y su enseñanza al pueblo, sin detenerse hasta llegar a darla y comentarla en la prensa.
El libro de la Sabiduría fue escrito en griego y pertenece, por lo tanto, a los Libros deuterocanónicos de la Biblia. Fue compuesto probablemente no en Palestina sino en Egipto, donde había muchos judíos que ya no comprendían el hebreo, y por consiguiente usaban los Libros Santos en lengua griega.
El texto griego señala como autor al rey Salomón; no así la Vulgata, la cual no pone nombre de autor. La opinión de que el Libro fuese escrito por Salomón fue abandonada ya en los primeros siglos, y esto con toda razón. Ahora bien, como Salomón aparece hablando en los capítulos 7, 8 y 9, nada impide que miremos esas palabras como propias del sapientísimo rey y trasmitidas posteriormente. (Véase introducción al Libro del Eclesiastés).
El verdadero autor, desconocido, debió de ser un varón piadoso que buscaba consuelo en la contemplación de los misterios de Dios, y parece que se propuso fortalecer a las víctimas de una persecución, para lo cual el Libro es de una inspiración incomparable.
El tiempo de la composición no ha de fijarse antes del año 300 a. C. Lo más probable es que se escribiera hacia el año 200 a. C. A esta conclusión llegan los exégetas en atención a que el libro fue compuesto en griego y que el autor conoce ideas cuyos orígenes han de buscarse en la escuela filosófica de Alejandría; lo cual no significa en manera alguna que el autor sagrado pague tributo a ellas. Antes por el contrario es éste, por su asunto, uno de los libros más esencialmente sobrenaturales de la Escritura, como vemos por su altísima teología que parece un anticipo del Nuevo Testamento.
Tratándose de un libro deuterocanónico, que no está en la Biblia hebrea, presentamos el texto (corregido) de nuestra edición de la Vulgata (Edit. Guadalupe).
I. La sabiduría: su naturaleza y sus frutos
Sabiduría 1
Exhortación a adquirir la sabiduría
1 [6286] Amad la justicia, vosotros los que juzgáis la tierra.
Sentid bien del Señor, y buscadle con sencillez de corazón.
2 [6287] Porque los que no le tientan le hallan,
y se manifiesta a aquellos que en Él confían.
3 [6288] Pues los pensamientos perversos apartan de Dios,
cuyo poder puesto a prueba redarguye a los necios.
4 Porque la sabiduría no entrará en alma maligna,
ni habitará en el cuerpo sometido al pecado.
5 [6289] El Espíritu Santo que la enseña, huye de las ficciones;
se aparta de los pensamientos desatinados,
y es repelido por la presencia de la iniquidad.
El pecador no puede escapar al castigo
6 [6290] Ciertamente, el Espíritu de la sabiduría es benigno,
y no dejará sin castigo los labios del maldiciente;
porque Dios es testigo de sus afectos interiores,
escudriñador infalible de su corazón, y entendedor de su lenguaje.
7 [6291] Por cuanto el Espíritu del Señor llena el mundo universo;
y El que contiene todas las cosas, tiene conocimiento de lo que se habla.
8 Por eso el que habla cosas malas no puede esconderse,
ni escapará del juicio vengador.
9 Pues se le interrogará al impío sobre sus pensamientos;
y llegarán a los oídos de Dios sus palabras,
para castigo de sus maldades.
10 [6292] Porque el oído celoso de Dios todo lo oye;
ni encubrirse puede el ruido de las murmuraciones.
11 [6293] Guardaos, pues, de la murmuración, la cual de nada aprovecha,
y refrenad la lengua de detracción;
porque ni una palabra dicha a escondidas se irá por el aire;
y la boca mentirosa da muerte al alma.
No es Dios quien hizo la muerte
12 No os afanéis en acarrearos la muerte con el descarrío de vuestra vida;
ni os granjeéis la perdición con las obras de vuestras manos.
13 [6294] Porque no es Dios quien hizo la muerte,
ni se complace en la perdición de los vivientes.
14 Todo lo creó para la vida;
saludables hizo las cosas que nacen en el mundo.
Nada hay en ellas de ponzoñoso ni nocivo,
ni reino del infierno en la tierra.
15 Puesto que la justicia es perpetua e inmortal.
16 [6295] Mas los impíos con las manos y con las palabras llamaron a la muerte;
y reputándola como amiga,
vinieron a corromperse hasta hacer con ella alianza,
como dignos de tal sociedad.
Sabiduría 2
Los impíos niegan la vida eterna
1 [6296] Dijeron entre sí, discurriendo sin juicio:
“Corto y lleno de tedio es el tiempo de nuestra vida;
no hay consuelo en el fin del hombre;
ni se ha conocido nadie que haya vuelto de los infiernos.
2 Hemos nacido de la nada,
y pasado lo presente seremos como si nunca hubiésemos sido.
La respiración de nuestras narices es humo,
y el habla como una chispa, con la cual se mueve nuestro corazón.
3 [6297] Apagada que sea, quedará nuestro cuerpo reducido a ceniza;
y el espíritu se disipará, cual sutil aire.
Se ha de desvanecer nuestra vida; como una nube que pasa;
y desaparecerá, como niebla herida de los rayos del sol y oprimida de su calor.
4 Caerá en olvido con el tiempo nuestro nombre,
sin que quede memoria de nuestras obras.
5 [6298] Porque el tiempo de nuestra vida es una sombra que pasa;
ni hay retorno después de nuestra muerte;
porque queda puesto el sello, y nadie vuelve atrás.
Los impíos corren tras los placeres
6 [6299] Venid y gocemos de los bienes presentes;
apresurémonos a disfrutar de las creaturas, como en la juventud.
7 Llenémonos de vinos exquisitos,
y de olorosos perfumes, y no dejemos pasar la flor de la edad.
8 [6300] Coronémonos de rosas antes que se marchiten;
no haya prado por donde no pase nuestra intemperancia.
9 Ninguno de nosotros deje de tomar parte en nuestra lascivia;
dejemos por todas partes vestigios de nuestro regocijo,
ya que nuestra herencia es ésta, y tal nuestra suerte.
El odio de los impíos al justo
10 [6301] Oprimamos al justo desvalido, no perdonemos a la viuda,
ni respetemos las canas del anciano de muchos días.
11 [6302] Sea nuestra fortaleza la ley de la justicia;
pues lo flaco de nada sirve.
12 [6303] Armemos lazos al justo, visto que él no es de provecho para nosotros,
y que es contrario a nuestras obras.
Nos echa en cara los pecados contra la ley;
y nos desacredita, divulgando nuestra conducta.
13 [6304] Protesta tener la ciencia de Dios,
y se llama a sí mismo hijo de Dios.
14 Se ha hecho el censor de nuestros pensamientos.
15 No podemos sufrir ni aun su vista;
porque no se asemeja su vida a la de los otros,
y sigue una conducta muy diferente.
16 Nos mira como a gente frívola,
se abstiene de nuestros usos como de inmundicias,
prefiere las postrimerías de los justos,
y se gloría de tener a Dios por padre.
17 Veamos ahora si sus palabras son verdaderas;
experimentemos lo que le acontecerá, y veremos cuál será su paradero.
18 [6305] Que si es verdaderamente hijo de Dios, Dios le tomará a su cargo,
y le librará de las manos de los adversarios.
19 [6306] Examinémosle a fuerza de afrentas y tormentos, para conocer su resignación y probar su paciencia.
20 [6307] Condenémosle a la más infame muerte;
pues que según sus palabras será él atendido.”
La muerte obra del diablo
21 Tales cosas idearon, mas desatinaron,
cegados de su propia malicia.
22 No entendieron los misterios de Dios,
ni esperaron la recompensa de la justicia;
ni hicieron caso de la gloria de las almas santas.
23 [6308] Porque Dios creó inmortal al hombre,
y le formó a su imagen y semejanza;
24 [6309] mas por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo;
25 [6310] e imitan al diablo los que son de su bando.
Sabiduría 3
El destino de los justos
1 [6311] Mas las almas de los justos están en la mano de Dios;
y no llegará a ellas el tormento de la muerte.
2 [6312] A los ojos de los insensatos pareció que morían;
y su tránsito se miró como una desgracia,
3 [6313] y como un aniquilamiento su partida de entre nosotros,
mas ellos reposan en paz.
4 Y si delante de los hombres han padecido tormentos,
su esperanza está llena de la inmortalidad.
5 [6314] Su tribulación ha sido ligera, y su galardón será grande,
porque Dios hizo prueba de ellos, y los halló dignos de sí.
6 [6315] Los probó como el oro en el crisol,
y los aceptó como víctima de holocausto,
y a su tiempo se les dará la recompensa.
7 [6316] Brillarán los justos,
y discurrirán como centellas por un cañaveral.
8 [6317] Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos.
El Señor reinará sobre ellos eternamente.
9 [6318] Los que confían en Él, entenderán la verdad;
y los fieles a su amor descansarán en Él,
pues que la gracia y la paz es para sus escogidos.
La desdicha de los impíos
10 Mas los impíos serán castigados a medida de sus pensamientos:
ellos que no hicieron caso de la justicia, y apostataron del Señor.
11 Porque desdichado es quien desecha la sabiduría y la instrucción,
y vana es su esperanza; sin fruto sus trabajos, e inútiles sus obras.
12 Las mujeres de los tales son unas locas,
y perversísimos sus hijos.
13 [6319] Maldita la raza de ellos.
Porque dichosa será la estéril; la sin mancilla,
la que conservó inmaculado su lecho,
ella recibirá la recompensa en la visitación de las almas santas.
14 [6320] Asimismo el eunuco, cuyas manos no han obrado la iniquidad,
ni ha pensado cosas criminales contrarias a Dios;
pues se le dará un don precioso por su fidelidad,
y un destino muy distinguido en el templo de Dios.
15 [6321] Porque glorioso es el fruto de las buenas obras;
y nunca se seca la raíz de la sabiduría.
16 Mas los hijos de los adúlteros jamás alcanzarán madurez,
y extirpada será la raza del tálamo impuro.
17 Y dado que tuvieren larga vida, para nada se contará con ellos,
y su última vejez será sin honra.
18 Si murieron pronto, no tendrán esperanza,
ni quien los consuele en el día de la cuenta.
19 Porque la raza de los malvados tiene un fin nefasto.
Sabiduría 4
Alabanza de la castidad
1 [6322] Oh, ¡cuán bella es la generación casta con claridad!
Inmortal es su memoria, y en honor delante de Dios y de los hombres.
2 Cuando está presente, la imitan;
y cuando se ausenta, la echan de menos;
coronada triunfa eternamente,
ganando el premio en combates inmaculados.
3 Pero la raza de los impíos, aunque multiplicada, de nada servirá;
no echarán hondas raíces los pimpollos bastardos,
ni tendrán una estable consistencia.
4 Que si por algún tiempo brotan sus ramas,
como no están firmes serán sacudidos por el viento,
y desarraigados por la violencia del huracán.
5 Con lo que serán desgajadas sus ramas antes de acabar de formarse;
inútiles y de áspero gusto son sus frutos,
y para nada buenos.
6 [6323] Porque los hijos nacidos de uniones ilícitas,
al preguntárseles de quién son,
vienen a ser testigos que deponen contra la maldad de sus padres.
De la temprana muerte de los justos
7 [6324] Mas el justo, aunque arrebatado de la muerte,
estará en lugar de refrigerio.
8 [6325] Porque no hacen venerable la vejez los muchos días ni los muchos años;
sino que la prudencia del hombre suple las canas,
9 y es edad anciana la vida inmaculada.
10 [6326] Porque agradó a Dios, fue amado de Él;
y cómo vivía entre los pecadores, fue trasladado a otra parte.
11 [6327] Fue arrebatado para que la malicia no alterase su modo de pensar,
ni sedujesen su alma las apariencias.
12 [6328] Pues el hechizo de la vanidad oscurece el bien;
y la inconstancia de la concupiscencia pervierte el ánimo inocente.
13 Con lo poco que vivió, llenó una larga vida.
14 Porque su alma era grata a Dios;
por eso se apresuró Él a sacarle de en medio de los malvados.
Mas viendo las gentes, no entendieron, ni reflexionaron en su corazón:
15 que la gracia de Dios y la misericordia son para sus santos,
y que Él fija su mirada sobre los escogidos.
16 El justo muerto condena a los impíos que viven;
y su juventud presto acabada, la larga vida del pecador.
17 Verán el fin del hombre prudente,
y no comprenderán los designios de Dios sobre él,
ni cómo el Señor le ha puesto en salvo.
18 Le verán, y le mirarán con desprecio,
mas el Señor se burlará de ellos.
El fin tremendo de los impíos
19 [6329] Al cabo vendrán a morir sin honor,
y estarán con eterna infamia entre los muertos;
porque Él hará que hinchados revienten por medio,
sin que osen abrir su boca,
y los desquiciará desde los cimientos.
Serán reducidos a extrema desolación;
quedarán gimiendo, y perecerá su memoria.
20 [6330] Comparecerán llenos de espanto por el remordimiento de sus pecados,
y sus iniquidades se levantarán contra ellos.
Sabiduría 5
Lamento de los condenados
1 [6331] Entonces los justos se presentarán con gran valor,
contra aquellos que los angustiaron y les robaron sus fatigas.
2 [6332] A cuyo aspecto se apoderará de éstos la turbación, y un temor horrendo;
y han de asombrarse de la repentina salvación de ellos, que no esperaban.
3 Arrepentidos, y arrojando gemidos de su angustiado corazón,
dirán dentro de sí:
“Estos son los que en otro tiempo fueron el blanco de nuestros escarnios
y el objeto de oprobio.
4 [6333]
¡Insensatos de nosotros! Su vida nos parecía una necedad,
y su muerte una ignominia.
5 [6334] Mirad cómo son contados en el número de los hijos de Dios,
y cómo su suerte es estar con los santos.
6 [6335] Luego descarriados nos hemos ido del camino de la verdad;
no nos ha alumbrado la luz de la justicia,
ni para nosotros ha nacido el sol de la inteligencia.
7 Nos hemos fatigado en seguir la carrera de la iniquidad y perdición;
andado hemos por senderos fragosos, sin conocer el camino del Señor.
8 ¿De qué nos ha servido la soberbia?
O, ¿qué provecho nos ha traído la ostentación de las riquezas?
El verdadero aspecto de la vida
9 [6336] Pasaron como sombra todas aquellas cosas,
y como mensajero que pasa corriendo;
10 [6337] o cual nave que surca las olas del mar,
de cuyo tránsito no hay que buscar vestigio,
ni la vereda de su quilla en las olas;
11 o como ave que vuela a través del aire,
de cuyo vuelo no queda rastro ninguno,
y solamente se oye el sacudimiento de las alas con que azota al ligero viento y se abre camino rasgando con fuerza la atmósfera; ella bate sus alas y vuela sin dejar detrás de sí señal ninguna de su rumbo.
12 O como una saeta disparada contra el blanco; corta el aire, y luego éste se reúne, sin que se conozca por donde pasó.
13 [6338] Así también nosotros, apenas nacidos, dejamos de ser;
y ninguna señal de virtud pudimos mostrar,
y nos consumimos en nuestra maldad.”
14 [6339] Así discurren en el infierno los pecadores,
15 [6340] porque la esperanza del impío es como la pelusa que arrebata el viento; o cual espuma ligera que la tempestad deshace; o como humo que disipa el viento; o como la memoria del huésped de un día.
La recompensa de los justos y el castigo de los impíos
16 [6341] Mas los justos vivirán eternamente;
su galardón está en el Señor, y el Altísimo tiene cuidado de ellos.
17 [6342] Por tanto, recibirán de la mano del Señor el reino de la gloria,
y una brillante diadema.
Los protegerá con su diestra, y con su santo brazo los defenderá.
18 [6343] Se armará de todo su celo,
y armará las creaturas para tomar venganza en sus enemigos.
19 [6344] Tomará la justicia por coraza, y por yelmo el juicio cierto;
20 embrazará por escudo impenetrable la rectitud;
21 [6345] de su inflexible ira hará una aguda lanza:
y el universo peleará con Él contra los insensatos.
22 [6346] Irán derechamente los tiros de los rayos, los cuales serán lanzados de las nubes, como de un arco bien asestado, y herirán a un punto fijo.
23 [6347] Y de la cólera como de una ballesta lloverán densos granizos.
Se embravecerán contra ellos las olas del mar,
y los ríos todos correrán impetuosamente.
24 Se levantará contra ellos un furioso huracán,
y en torbellino de viento serán destrozados.
Por su iniquidad quedará convertida en un yermo toda la tierra;
y los tronos de los potentados serán derrocados por la maldad.
Sabiduría 6
Los reyes y la sabiduría
1 [6348] Más vale la sabiduría que la fuerza;
y el varón prudente más que el valeroso.
2 Escuchad, pues, oh reyes, y estad atentos;
aprended vosotros, oh jueces de toda la tierra.
3 Dad oídos vosotros que tenéis el gobierno de los pueblos,
y os gloriáis del vasallaje de muchas naciones.
4 [6349] Porque la potestad os la ha dado el Señor;
del Altísimo tenéis esa fuerza;
el cual examinará vuestras obras, y escudriñará los pensamientos.
5 Porque siendo vosotros ministros de su reino,
no juzgasteis con rectitud,
ni observasteis la ley de la justicia,
ni procedisteis conforme a la voluntad de Dios.
6 [6350] Él se os mostrará espantosa y repentinamente;
pues los que ejercen potestad sobre otros,
serán juzgados con extremo rigor.
7 [6351] Porque con los pequeños se usará de compasión;
mas los grandes sufrirán grandes tormentos.
8 [6352] Que no exceptuará Dios persona alguna,
ni respetará la grandeza de nadie;
pues al pequeño y al grande, Él mismo los hizo,
y de todos cuida igualmente;
9 si bien a los más grandes amenaza mayor suplicio.
10 [6353] Por tanto, a vosotros, oh reyes, se dirigen estas mis palabras,
a fin de que aprendáis la sabiduría, y no vengáis a resbalar.
11 Porque los que guardan santamente las cosas santas, serán justificados;
y los que habrán aprendido estas cosas, hallarán con qué defenderse.
12 Codiciad, pues, mis mandamientos; amadlos y seréis instruidos.
Es cosa fácil encontrar la sabiduría
13 [6354] Luminosa es e inmarcesible la sabiduría;
y se deja ver fácilmente de los que la aman, y hallar de los que la buscan.
14 Se anticipa a aquellos que la codician;
poniéndoseles delante ella misma.
15 [6355] Quien madrugare en busca de ella, no tendrá que fatigarse;
pues la hallará sentada en su puerta.
16 El tener, pues, el pensamiento ocupado en ella, es prudencia consumada;
y el que por amor de ella velare, bien presto estará en reposo.
17 Porque ella misma va por todas partes,
buscando a los que son dignos de poseerla;
y por los caminos se les presenta con agrado,
y en todas las ocasiones les sale al encuentro.
La sabiduría asegura los tronos de los reyes
18 [6356] El principio de la sabiduría es un deseo sincerísimo de instrucción.
19 Procurar instruirse es amar (la sabiduría);
amarla es guardar sus leyes;
y la observancia de estas leyes, es la perfecta incorrupción.
20 La incorrupción une con Dios;
21 [6357] luego el deseo de la sabiduría conduce al reino eterno.
22 Ahora bien, oh reyes de los pueblos,
si os complacéis en los tronos y cetros,
amad la sabiduría, a fin de reinar perpetuamente.
23 [6358] Amad la luz de la sabiduría, todos los que estáis al frente de los pueblos.
Exhortación a adquirir la sabiduría
24 [6359] Yo os declararé qué cosa es la sabiduría, y cómo fue engendrada;
no os ocultaré los misterios de Dios;
sino que subiré investigando hasta su primer origen,
y pondré en claro su conocimiento, sin ocultar la verdad.
25 No me acompañaré por cierto con el que se repudre de envidia;
pues un tal no será participante de la sabiduría.
26 [6360] La muchedumbre de sabios es la felicidad del mundo;
y un rey sabio es firme sostén del pueblo.
27 Recibid, pues, la instrucción por medio de mis palabras,
porque os será provechosa.
Sabiduría 7
Igualdad de los hombres
1 [6361] A la verdad, soy también yo mortal, semejante a los demás,
y del linaje de aquel que el primero fue formado de la tierra.
En el vientre de la madre fui modelado en carne;
2 [6362] en el espacio de diez meses fui formado de sangre cuajada,
y de la semilla de un hombre, concurriendo lo apacible del sueño.
3 [6363] Y luego que nací, respiré el común aire,
y caí sobre la misma tierra que todos;
y mi primera voz, como la de todos, fue de llanto.
4 Fui criado entre pañales, y con grandes cuidados.
5 Porque no ha tenido otra manera de nacer que ésta, ninguno de los reyes.
6 [6364] Una misma, pues, es para todos la entrada a la vida,
y semejante es la salida.
Elogio de la sabiduría
7 [6365] Por esto deseé yo la inteligencia, y me fue concedida;
rogué y vino sobre mí el espíritu de sabiduría.
8 La preferí a los reinos y tronos,
y en su comparación tuve por nada las riquezas;
9 ni parangoné con ella las piedras preciosas;
porque todo el oro, respecto de ella, no es más que una menuda arena,
y a su vista la plata será tenida por lodo.
10 [6366] La amé más que la salud y la hermosura;
y propuse tenerla por luz,
porque su resplandor es inextinguible.
11 [6367] Me vinieron, juntamente con ella, todos los bienes,
e innumerables riquezas por medio de ella.
12 [6368] Me gozaba en todas las cosas, porque me guiaba esta sabiduría;
e ignoraba yo que ella fuese madre de todos estos bienes.
13 [6369] La aprendí sin ficción, y la comunico sin envidia, ni encubro su valor.
14 [6370] Pues es un tesoro infinito para los hombres,
que a cuantos se han valido de él,
ha hecho partícipes de la amistad de Dios,
y recomendables por los dones de la doctrina.
La sabiduría divina madre de la sabiduría humana
15 A mí me ha concedido Dios el expresar lo que siento;
y tener pensamientos dignos de los dones recibidos,
porque Él es la guía de la sabiduría, y el que corrige a los sabios;
16 puesto que estamos en sus manos nosotros, y nuestros discursos,
y toda la sabiduría, y la ciencia del obrar, y la disciplina.
17 [6371] Él me dio la verdadera ciencia de las cosas existentes;
para que yo conozca la constitución del mundo,
y las virtudes de los elementos,
18 el principio, fin y medio de los tiempos, las mudanzas de las estaciones,
y las vicisitudes de los tiempos;
19 el curso del año, y las posiciones de las estrellas;
20 la naturaleza de los animales, y la bravura de las fieras;
la violencia de los vientos, y las inclinaciones de los hombres;
la variedad de las plantas, y las virtudes de las raíces.
21 [6372] Aprendí cuantas cosas hay ocultas, y nunca vistas;
pues me instruyó la sabiduría que es el artífice de todas.
Origen y atributos de la sabiduría
22 [6373] Porque en ella tiene su morada el espíritu de inteligencia,
el cual es santo, único, multiforme, sutil, elocuente, ágil, inmaculado,
infalible, suave, amante del bien, perspicaz, irresistible, benéfico,
23 [6374] amador de los hombres, benigno, estable, constante, seguro.
Lo puede todo, todo lo prevé, y abarca todos los espíritus;
es inteligente, puro y sutil.
24 Pues la sabiduría es más ágil que todas las cosas que se mueven,
y alcanza a todas partes, a causa de su pureza;
25 siendo como es una exhalación de la virtud de Dios,
o como una pura emanación, de la gloria de Dios omnipotente;
por eso no tiene lugar en ella cosa manchada;
26 [6375] como que es el resplandor de la luz eterna,
un espejo sin mancilla de la majestad de Dios,
y una imagen de su bondad.
27 [6376] Con ser una sola lo puede todo,
y siendo en sí inmutable todo lo renueva;
se derrama por las naciones, entre las almas santas,
formando amigos de Dios y profetas.
28 [6377] Porque Dios solamente ama al que mora con la sabiduría,
29 [6378] la cual es más hermosa que el sol,
y sobrepuja a todo el orden de las estrellas,
y si se la compara con la luz, le hace muchas ventajas;
30 [6379] visto que a la luz la alcanza la noche;
pero la malicia jamás prevalece contra la sabiduría.
Sabiduría 8
La sabiduría abarca todos los bienes
1 [6380] Ella abarca fuertemente (todas las cosas), de un cabo a otro,
y las ordena todas con suavidad.
2 [6381] A ésta amé yo, y la busqué desde mi juventud,
y procuré tomarla por esposa mía,
y quedé enamorado de su hermosura.
3 [6382] Realza su nobleza la estrecha unión que tiene con Dios;
y además la ama el Señor de todas las cosas;
4 [6383] siendo ella la maestra de la ciencia de Dios,
y la directora de sus obras.
5 [6384] Y si en esta vida se codician las riquezas,
¿qué cosa más rica que la sabiduría, creadora de todas las cosas?
6 Si la industria es la que produce las obras,
¿quién mejor que la sabiduría mostró el arte en estas cosas existentes?
7 [6385] Si alguno ama la justicia,
frutos son de los trabajos de ésta las grandes virtudes,
porque enseña la templanza, y la prudencia, y la justicia, y la fortaleza,
que son las cosas más útiles a los hombres en esta vida.
8 [6386] Si alguno desea el mucho saber,
ella es la que sabe lo pasado, y forma juicio de lo futuro;
conoce los artificios de los discursos, y las soluciones de los argumentos;
adivina los prodigios y maravillas antes, que sucedan,
y los acontecimientos de los tiempos y de los siglos.
La sabiduría compañera de nuestra vida
9 [6387] Propuse traérmela, para vivir en su compañía,
sabiendo que comunicará conmigo sus bienes,
y será el consuelo mío, en mis cuidados y penas.
10 [6388] Por ella seré ilustre entre las gentes;
joven seré honrado de los ancianos.
11 [6389] Me reconocerán por agudo en el juzgar,
seré admirable a los ojos de los grandes,
y los príncipes manifestarán en sus semblantes la admiración que les causo.
12 [6390] Si callo, estarán en expectación,
y si hablo me escucharán atentos;
y cuando me extendiere en mi discurso,
pondrán el dedo en sus labios.
13 Además de esto, por ella adquiriré la inmortalidad,
y dejaré memoria eterna de mí a los venideros.
14 [6391] Gobernaré los pueblos, y se sujetarán a mí las naciones.
15 Temblarán los reyes feroces, al oír mi nombre;
con el pueblo me mostraré benigno, y valiente en la guerra.
16 [6392] Entrando en mi casa tendré con ella mi reposo,
porque su conversación no tiene amargura,
ni tedio su trato, sino consuelo y alegría.
Esfuerzos por adquirir la sabiduría
17 [6393] Considerando yo esto para conmigo,
y revolviendo en mi corazón
cómo en la unión con la sabiduría se halla la inmortalidad,
18 [6394] y un santo placer en su amistad,
e inagotables tesoros en las obras de sus manos,
y la prudencia en el ejercicio de conversar con ella,
y grande gloria en participar de sus razonamientos,
andaba por todas partes, buscando cómo apropiármela.
19 [6395] Ya de niño era yo de buen ingenio,
y me cupo por suerte una buena alma.
20 Creciendo en la bondad vine a un cuerpo incontaminado;
21 [6396] y luego que llegué a entender que no podría ser continente,
si Dios no me lo otorgaba
—y era ya afecto de la sabiduría el saber de quién venía este don—
acudí al Señor, a quien se lo pedí con fervor,
diciendo de todo mi corazón:
Sabiduría 9
Oración de Salomón
1 [6397] “Oh Dios de mis padres, y Señor de misericordia,
que hiciste todas las cosas por medio de tu Palabra,
2 y con tu sabiduría formaste al hombre,
para que fuese señor de las creaturas que Tú hiciste;
3 a fin de que gobernase la redondez de la tierra con equidad y justicia,
y ejerciese el juicio con rectitud de corazón;
4 [6398] dame aquella sabiduría que asiste a tu trono,
y no quieras excluirme de entre tus hijos;
5 ya que soy siervo tuyo e hijo de tu esclava,
hombre flaco, y de corta edad,
y poco idóneo para entender el juicio y las leyes.
6 [6399] Porque aun cuando alguno de entre los hijos de los hombres
fuese consumado,
si se ausentare de él tu sabiduría, no valdría nada
7 Tú me escogiste por rey de tu pueblo,
y por juez de tus hijos e hijas.
8 [6400] Me mandaste edificar el Templo en tu santo monte,
y un altar en la ciudad de tu morada,
a semejanza de tu santo tabernáculo,
que dispusiste desde el principio.
9 Contigo está tu sabiduría, que conoce tus obras,
la cual se hallaba también entonces cuando creabas al mundo,
y sabía lo que era acepto a tus ojos,
y qué cosa era conforme a tus decretos.
10 [6401] Envíala de tus santos cielos y del solio de tu grandeza,
para que esté conmigo, y conmigo trabaje,
a fin de que sepa yo lo que te place.
11 [6402] Porque sabe ella todas las cosas, y todo lo entiende;
me guiará con acierto en mis empresas, y me protegerá con su poder;
12 con lo cual mis obras serán aceptas,
y gobernaré con justicia a tu pueblo,
siendo digno del trono de mi padre.
13 [6403] Pues, ¿quién de los hombres podrá saber los consejos de Dios?
¿O quién podrá averiguar qué es lo que Dios quiere?
14 Porque inseguros son los pensamientos de los mortales,
e inciertas nuestras providencias.
15 [6404] El cuerpo corruptible agrava al alma,
y la morada terrestre deprime la mente, ocupada en muchas cosas.
16 [6405] Difícilmente llegamos a formarnos un concepto de las cosas de la tierra;
y a duras penas entendemos lo que tenemos delante.
¿Quién podrá, pues, investigar lo que está en el cielo?
17 Y ¿quién podrá conocer tu voluntad,
si Tú no le das la sabiduría
y no envías desde lo más alto tu santo Espíritu;
18 con que sean enderezados los caminos de los moradores de la tierra,
y aprendan los hombres lo que te place?
19 [6406] Visto que por la sabiduría fueron salvados, oh Señor,
cuantos desde el principio te fueron aceptos.”
II. Demostración histórica
Sabiduría 10
El papel de la sabiduría en la vida de Adán
1 [6407] Ella guardó al que fue por Dios formado primer padre del mundo, habiendo sido creado él solo;
2 [6408] y ella le sacó de su pecado, y le dio potestad para gobernar todas las cosas.
3 [6409] Luego que apostató de ésta el impío, arrebatado de la ira, se halló perdido por la furia del homicidio fraterno.
Noé
4 [6410] Y cuando por causa de él las aguas anegaron la tierra, la Sabiduría puso nuevamente remedio, conduciendo al justo en un leño despreciable.
Abrahán
5 [6411] Ella, igualmente, cuando las gentes conspiraron a una para obrar mal, distinguió al justo, le conservó irreprensible para Dios, y le mantuvo fuerte contra su ternura por el hijo.
Lot
6 [6412] La (sabiduría) libró al justo, que huía de los impíos, que perecieron cuando cayó el fuego sobre la Pentápolis;
7 [6413] cuya tierra, en testimonio de las maldades de ella, persevera desierta y humeando, y los árboles dan frutos sin sazón; y queda fija la estatua de sal, como monumento de un alma incrédula.
8 Así aquellos que dieron de mano a la sabiduría, no solamente vinieron a desconocer la virtud, sino que dejaron a los hombres memoria de su necedad, por manera que no pudieron encubrir los pecados que cometieron.
9 Al contrario, la sabiduría libró de los dolores a los que la respetaban.
Jacob
10 [6414] Ella condujo por caminos seguros al justo, cuando huía de la ira de su hermano; le mostró el reino de Dios, y le dio la ciencia de los santos; le enriqueció en medio de las fatigas, y recompensó sus trabajos.
11 [6415] Cuando querían sorprenderle con sus fraudes, ella le asistió y le hizo rico.
12 [6416] Le guardó de los enemigos y le defendió de los seductores, e le hizo salir vencedor en la gran lucha, a fin de que conociese que de todas las cosas la más poderosa es la sabiduría.
José
13 [6417] Esta misma no desamparó al justo vendido; antes le libró de los pecadores, y descendió con él a la mazmorra;
14 [6418] ni le desamparó en las prisiones, sino que le dio el bastón del reino, y el poder contra aquellos que le oprimían; convenció de mentirosos a los que le habían infamado, y le procuró una gloria eterna.
La sabiduría libra a los israelitas
15 [6419] Ésta libró al pueblo justo, y al linaje irreprensible, de las naciones que la oprimían;
16 [6420] entrándose en el alma del siervo de Dios, el cual contrastó a reyes formidables, a fuerza de portentos y milagros.
17 [6421] Ésta les dio a los justos el galardón de sus trabajos, y los condujo por sendas maravillosas; les sirvió de toldo durante el día, y de luz de estrellas por la noche.
18 Los pasó por el Mar Rojo a la otra orilla, y los fue guiando entre montañas de aguas.
19 [6422] A sus enemigos los sumergió en el mar, pero a ellos los retiró del profundo abismo.
Así los justos se llevaron los despojos de los impíos;
20 [6423] y celebraron con cánticos, oh Señor, tu santo nombre,
21 [6424] alabando todos a una tu diestra vencedora. Porque la sabiduría abrió la boca de los mudos, e hizo elocuentes las lenguas de los niños.
Sabiduría 11
La sabiduría protegió a Israel en el desierto
1 [6425] La misma dirigió sus pasos bajo el gobierno del santo profeta.
2 Viajaron por desiertos inhabitados, y acamparon en lugares yermos.
3 [6426] Hicieron frente a sus enemigos, y se vengaron de sus contrarios.
4 [6427] Tuvieron sed, y te invocaron, y les fue dada agua de una altísima peña, y refrigerio a su sed de una dura piedra.
Cómo la sabiduría castigó a los egipcios
5 Por tanto, en lo mismo que fueron castigados sus enemigos, cuando les faltó el agua para beber, los hijos de Israel se gozaban por tenerla en abundancia;
6 y por eso cuando a aquéllos les faltó, recibieron éstos tan singular beneficio.
7 [6428] Porque realmente a los malvados les diste a beber sangre humana, en vez de las aguas del perenne río.
8 Y cuando perecían éstos, en pena de haber hecho morir a los niños, diste a los tuyos agua abundante contra toda esperanza;
9 demostrando por la sed, que hubo entonces, cómo ensalzabas a los tuyos, y hacías perecer a sus contrarios.
10 [6429] Pues viéndose ellos puestos a prueba, y afligidos, bien que con misericordia, echaron de ver cómo los impíos eran atormentados y castigados con indignación.
11 [6430] Verdaderamente que a los unos los probaste como padre que amonesta; mas a los otros los pusiste en juicio, y los condenaste como rey inexorable,
12 siendo atormentados igualmente, en ausencia y en presencia.
13 Porque eran castigados con doble pesar y llanto, y con la memoria de las cosas pasadas.
14 Pues al oír que era bien para los otros lo que para ellos había sido tormento, conocieron la mano del Señor, asombrados del éxito de los sucesos.
15 [6431] Así fue que a aquel de quien en aquella inhumana exposición se mofaban, como de un desechado, al fin de los sucesos le miraban con admiración, habiendo ellos padecido una sed, bien diferente de la de los justos.
Castigo de la idolatría de los egipcios
16 [6432] Y en castigo de las ideas locas de su iniquidad, según las cuales algunos, desviados, adoraban mudas serpientes, y viles bestias, Tú enviaste contra ellos para vengarte una muchedumbre de animales estúpidos,
17 [6433] a fin de que conociesen cómo por aquellas cosas en que uno peca, por esas mismas es atormentado.
18 [6434] No porque tu mano omnipotente, que creó al mundo de una materia nunca vista, no pudiera enviar contra ellos multitud de osos y de feroces leones,
19 [6435] o fieras de una nueva especie desconocida, llenas de furor, que respirasen llamas de fuego, o despidiesen una negra humareda, o arrojasen por los ojos espantosas centellas,
20 que no solamente con sus mordeduras hubieran podido exterminarlos, sino aun con la sola vista hacerlos morir de espanto.
21 [6436] Pero aun sin nada de todo esto, con un solo aliento podían ser muertos, perseguidos de sus propios crímenes, y disipados por un soplo de tu potencia; mas Tú dispones todas las cosas con medida, número y peso.
22 Porque Tú solo tienes siempre a mano el sumo poder. ¿Quién puede resistir a la fuerza de tu brazo?
Castigo misericordioso
23 El mundo todo es delante de Ti como un granito en la balanza, y como una gota de rocío que por la mañana desciende sobre la tierra.
24 [6437] Pero Tú tienes misericordia de todos, por lo mismo que todo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres, a fin de que hagan penitencia;
25 [6438] porque Tú amas todo cuanto tiene ser, y nada aborreces de todo lo que has hecho; que si alguna cosa aborrecieras, nunca la hubieras ordenado ni hecho.
26 ¿Cómo podría durar alguna cosa, si Tú no quisieses? ¿Ni cómo conservarse nada sin orden tuya?
27 [6439] Pero Tú eres indulgente para con todas las cosas, porque tuyas son, oh Señor, amador de las almas.
Sabiduría 12
Longanimidad de Dios
1 [6440] ¡Oh, cuan benigno y suave es, oh Señor, tu espíritu en todas las cosas!
2 [6441] De aquí es que a los que andan perdidos Tú los castigas poco a poco; y los amonestas por las faltas que cometen, y les hablas, para que, dejada la malicia, crean en Ti, oh Señor.
Castigo de los cananeos
3 Porque Tú miraste con horror a los antiguos moradores de tu tierra santa;
4 pues hacían obras detestables a tus ojos con hechicerías y sacrificios impíos,
5 [6442] matando sin piedad a sus propios hijos, y comiendo las entrañas humanas, y bebiendo la sangre en medio de tu sagrada tierra.
6 A estos padres, procreadores de aquellas criaturas abandonadas, los quisiste hacer perecer por medio de nuestros padres;
7 a fin de que la tierra, de Ti la más amada de todas, recibiese una digna colonia de hijos de Dios.
8 [6443] Mas aun a éstos, por ser hombres, les tuviste compasión, y les enviaste avispas, a manera de batidores de tu ejército, para que los exterminasen poco a poco.
9 No porque no pudieses someter, a mano armada, los impíos a los justos, o exterminarlos de una vez por medio de bestias feroces, o con una severa palabra;
10 [6444] sino que castigándolos poco a poco, dabas lugar a la penitencia; bien que no ignorabas cuan malvada era su casta, y connatural su malicia, y que no se mudarían jamás sus ideas.
11 [6445] Pues venían de una raza maldita desde el principio; y sin que fuese por temer Tú a nadie, les dabas tregua en sus pecados.
12 [6446] Porque quién te dirá a Ti: ¿Por qué has hecho eso? ¿O quién se opondrá a tus juicios? ¿O quién se presentará ante Ti para defender a hombres malvados? ¿O quién te hará cargos por haber exterminado las naciones que Tú creaste?
13 Porque no hay otro Dios sino Tú; que de todas las cosas tienes cuidado, para demostrar que no hay injusticia en tus juicios.
14 No hay rey ni príncipe delante de Ti que pueda pedirte cuenta de aquellos que Tú has hecho perecer.
15 [6447] Siendo como eres justo, dispones todas las cosas justamente; y crees ajeno de tu poder el condenar a aquel que no merece ser castigado.
La razón de la indulgencia del Señor
16 [6448] Pues tu poder es el principio de la justicia; y por lo mismo que eres el Señor de todas las cosas, eres con todos indulgente.
17 [6449] Muestras, empero, tu poder, cuando no te creen soberanamente poderoso, y confundes la audacia de aquellos que no te reconocen.
18 Pero como Tú eres el soberano Señor, juzgas sin pasión, y nos gobiernas con moderación suma; teniendo siempre en tu mano el usar del poder cuando quisieres.
19 [6450] Por esta tu conducta has enseñado a tu pueblo que el justo debe también ser humano, y has dado a tus hijos buenas esperanzas, puesto que cuando los juzgas por sus pecados, dejas lugar a la penitencia.
20 [6451] Pues si a los enemigos de tus siervos, y reos de muerte, los castigaste con tanto miramiento, dándoles tiempo y comodidad, para que se arrepintiesen de su malicia;
21 ¿con cuánto cuidado juzgarás a tus hijos, a cuyos padres hiciste grandes promesas con juramentos y pactos?
22 [6452] Así cuando a nosotros nos das alguna corrección, a nuestros enemigos los castigas de mil maneras; para que reflexionando consideremos tu bondad, y cuando nos hagas experimentar tu justicia, esperemos en tu misericordia.
23 [6453] Por la misma razón a esos otros, que vivieron como insensatos e injustos, les hiciste sufrir horribles tormentos por medio de aquellas cosas que adoraban.
24 [6454] Así es que anduvieron largo tiempo extraviados por la senda del error, creyendo dioses a las creaturas más viles entre los animales, y viviendo como niños, sin ningún juicio.
25 Por lo mismo les diste un castigo, a manera de escarnio, como a muchachos sin seso.
26 [6455] Mas los que no se corrigieron con escarnios y reprensiones, vinieron a experimentar un castigo digno de Dios.
27 Porque irritados de lo que padecían, y viéndose atormentados por las mismas cosas que creían dioses, y que ellas eran su ruina, reconocieron ser el verdadero Dios Aquel a quien en otro tiempo negaban conocer. Por lo cual descargó al cabo sobre ellos la condenación final.
Sabiduría 13
Diversas formas de idolatría
1 [6456] Vanidad son ciertamente todos los hombres en quienes no se halla la ciencia de Dios, y que por los bienes visibles no llegaron a conocer a Aquel que es; ni considerando las obras, reconocieron al artífice de ellas;
2 [6457] sino que se figuraron ser el fuego, o el viento, o el aire ligero o las constelaciones de los astros, o la gran mole de las aguas, o el sol y la luna los dioses gobernadores del mundo.
3 [6458] Y si encantados de la belleza de tales cosas las imaginaron dioses, debieron conocer cuánto más hermoso es el dueño de ellas; pues el que creó todas estas cosas es el autor de la hermosura.
4 O si se maravillaron de la virtud e influencia de estas creaturas, entender debían por ellas que Aquel que las creó, las sobrepuja en poder.
5 [6459] Pues de la grandeza y hermosura de las creaturas, se puede a las claras venir al conocimiento de su Creador.
6 [6460] Mas los tales son menos reprensibles; porque yerran tal vez buscando a Dios y esforzándose por encontrarle,
7 [6461] por cuanto le buscan discurriendo sobre sus obras, de las cuales quedan como encantados por la belleza que ven en ellas;
8 aunque ni tampoco a éstos se les debe perdonar.
9 [6462] Porque si pudieron llegar por su sabiduría a conocer el mundo, ¿cómo no echaron de ver más fácilmente al Señor del mismo?
Descripción irónica de la fabricación de un ídolo
10 Pero, malaventurados son, y fundan en cosas muertas sus esperanzas, aquellos que llamaron dioses a las obras de la mano de los hombres, al oro y a la plata, labrados con arte, o a las figuras de los animales, o a una piedra inútil, obra de mano antigua.
11 [6463] Como cuando un artífice hábil corta del bosque un árbol derecho, y diestramente le quita toda la corteza, y valiéndose de su arte fabrica mañosamente un mueble a propósito para el servicio de la vida,
12 y los restos de aquella obra los recoge para cocer la comida;
13 y a uno de estos restos, que para nada sirve, por estar torcido y lleno de nudos, lo cincela diligentemente en ratos desocupados, y con la pericia de su arte va dándole figura, hasta hacer de él la imagen de un hombre,
14 o darle la semejanza de un animal, pintándole de bermellón, y poniéndole la encarnadura, y cubriéndole todas las manchas que hay en él;
15 y haciéndole un nicho conveniente, la coloca en la pared, y la afirma con clavos,
16 [6464] para que no caiga al suelo, usando con ella de esta precaución, porque sabe que no puede valerse por sí misma, puesto que es una mera imagen, la cual ha menester ayuda.
17 Y sin embargo, ofreciéndole votos, le consulta sobre su hacienda, sobre sus hijos, y sobre sus matrimonios. No tiene vergüenza de hablar con aquello que carece de vida.
18 Antes bien suplica por la salud a un inválido, y ruega por la vida a un muerto, e invoca en su ayuda a un inútil.
19 Para hacer un viaje se encomienda a quien no puede menearse, y para sus ganancias y labores, y el buen éxito de todas las cosas hace oración al que es inútil para todo.
Sabiduría 14
Necedad del culto de los ídolos
1 [6465] Asimismo piensa otro en navegar, y estando para surcar las encrespadas olas, invoca un leño más endeble que aquel que le lleva.
2 Este leño lo inventó la codicia de ganar, y lo fabricó el artífice con su saber.
3 [6466] Mas tu providencia, oh Padre, lleva el timón; por cuanto aun en medio del mar le abriste camino, y le diste paso segurísimo por entre las olas;
4 demostrando que eres poderoso para salvar de todo riesgo, aunque alguno sin arte se meta en el mar.
5 [6467] Pero a fin de que no quedasen inútiles las obras de tu sabiduría, por eso los hombres fían sus vidas a un débil leño, y atravesando el mar sobre un barco llegan a salvo.
6 [6468] De esta suerte también al principio, cuando merecieron los soberbios gigantes, una barca fue el refugio de la esperanza de toda la tierra; barca que siendo gobernada por tu mano, transmitió al mundo semilla de posteridad.
Maldito el ídolo y el que lo hace
7 [6469] Porque bendito el leño que sirve a la justicia;
8 pero maldito el leño de un ídolo hecho de mano, tanto él como su artífice; éste porque le fabricó, y aquél porque no siendo más que una cosa frágil recibió el nombre de Dios.
9 [6470] Puesto que a Dios le son igualmente aborrecibles el impío y su impiedad.
10 Por donde así la obra hecha como el hacedor serán castigados.
11 Y por eso no se perdonará a los ídolos de las naciones; por cuanto siendo creaturas de Dios se hicieron abominación, tentación para las almas de los hombres, y lazo para los pies de los insensatos.
Cómo los hombres inventaron los ídolos
12 [6471] Pues la invención de los ídolos fue el origen de la fornicación, y su hallazgo la corrupción de la vida.
13 Porque ni los había al principio, ni los habrá siempre.
14 Fueron introducidos en el mundo por la vanidad de los hombres, y con esto vendrá muy pronto el fin de ellos.
15 [6472] Hallándose un padre traspasado de acerbo dolor por la prematura muerte de su hijo, formó de él un retrato; y al que como hombre acababa de morir, comenzó luego a honrarle como a dios, y estableció entre sus criados ceremonias y sacrificios.
16 [6473] Después con el discurso del tiempo, tomando cuerpo aquella impía costumbre, el error vino a ser observado como ley, y se adoraban los simulacros por mandato de los tiranos.
17 [6474] Y así hacían traer desde lejos los retratos de quiénes no podían los hombres honrar personalmente por estar distantes; y exponían a la vista de todos la imagen del rey, a quien querían tributar honores, a fin de reverenciarle con su culto, como si estuviera presente.
18 La extremada habilidad del artífice atrajo a los ignorantes a este culto;
19 porque deseando complacer al que le hacía trabajar, empleó todos los esfuerzos del arte para sacar más al vivo la imagen.
20 Con eso, embelesado el vulgo con la belleza de la obra, comenzó a calificar por un dios al que poco antes era honrado como un hombre.
Inmoralidad de la idolatría
21 [6475] Y éste fue el error del género humano; pues los hombres, o por satisfacer a un afecto suyo, o a los reyes, dieron a las piedras y leños el nombre incomunicable.
22 Ni se contentaron con errar en orden al conocimiento de Dios, sino que viviendo sumamente arruinados por su ignorancia, dieron el nombre de paz a un sinnúmero de muy grandes males.
23 [6476] Pues ya sacrificando sus propios hijos, ya ofreciendo sacrificios entre tinieblas, o celebrando vigilias llenas de delirios,
24 no respetan las vidas, ni la pureza de los matrimonios, sino que unos a otros se matan por celos, o con sus adulterios se contristan.
25 [6477] Por todas partes se ve efusión de sangre, homicidios, hurtos y engaños, corrupción, infidelidad, alborotos, perjurios, vejación de los buenos,
26 [6478] olvido de Dios, contaminación de las almas, trastorno de la naturaleza, inconstancia de los matrimonios, desórdenes de adulterio y de lascivia;
27 siendo el abominable culto de los ídolos la causa, y el principio y fin de todos los males;
28 porque o hacen locuras en sus fiestas, o a lo menos fingen oráculos falsos, o viven en la injusticia, o perjuran con facilidad;
29 como que confiados en sus ídolos, que son creaturas inanimadas, no temen que por jurar en falso les venga ningún daño.
El justo castigo de los idólatras
30 [6479] Más por entrambas cosas tendrán su justo castigo: porque entregados a sus ídolos sintieron mal de Dios, y porque juraron injustamente y con dolo, menospreciando la justicia.
31 Pues no el poder de aquellos por quienes juran, sino la venganza sobre los pecadores es lo que persigue siempre la prevaricación de los injustos.
Sabiduría 15
Israel fue preservado de la idolatría
1 Mas Tú, oh Dios nuestro, eres benigno, veraz y longánimo, y todo lo gobiernas con misericordia.
2 [6480] Porque si pecamos, tuyos somos, sabiendo como sabemos tu grandeza; y si no pecamos, sabemos que nos cuentas en el número de los tuyos.
3 [6481] Porque conocerte a Ti es la justicia consumada, y conocer tu justicia y poder es la raíz de la inmortalidad.
4 Y así no nos ha inducido a error la humana invención de un arte malo, ni el vano artificio de las sombras de una pintura, ni la efigie entallada y de varios colores,
5 cuya vista excita la concupiscencia del insensato, que ama la compostura de un retrato muerto e inanimado.
6 Dignos son de poner su esperanza en semejantes cosas, aquellos que aman el mal; como también los que las hacen, los que las aman, y los que les dan culto.
Culpabilidad de los que se ocupan de la fabricación de ídolos
7 [6482] Un alfarero, manejando la blanca greda, forma de ella, a costa de su trabajo, toda suerte de vasijas para nuestros usos; y de un mismo barro hace vasos que sirven para cosas limpias, e igualmente otros para cosas que no lo son; siendo el alfarero el árbitro del destino que han de tener los vasos.
8 [6483] Y con vana fatiga forma del mismo barro un dios aquel que poco antes fue formado de la tierra, y que muy en breve volverá a reducirse a ella, obligado a restituir la deuda del alma que tiene.
9 Pero él no se cura del trabajo que le ha de costar, ni de la brevedad de su vida; sino que va a competencia con los artífices de oro y de plata, e imita también a los broncistas, y pone su gloria en formar cosas vanas.
10 Pues su corazón es ceniza, y vil tierra su esperanza, y su vida más despreciable que el barro,
11 como que no conoce al que le ha creado e infundido el alma con que trabaja, y al que le inspiró el espíritu de vida.
12 [6484] Y aún han creído éstos ser nuestra vida un juego, una manera de vivir hecha para ganar, y que conviene el ganar por cualesquiera medios, aunque sean malos.
13 Porque aquel que de materia terrena forma vasijas y simulacros, bien conoce que peca más que todos.
Insensatez de los paganos
14 [6485] Son, pues, necios, desgraciados y soberbios, más que alma nacida, todos los que son enemigos de tu pueblo y que le tienen avasallado;
15 [6486] porque reputaron dioses a todos los ídolos de las naciones; los cuales ni pueden usar de los ojos para ver, ni de las narices para respirar, ni de las orejas para oír, ni de los dedos de las manos para palpar, ni aun sus pies son capaces de menearse.
16 Porque es hombre quien los hizo, y recibió prestado el espíritu quien los formó; ni jamás podrá hombre alguno fabricar un dios semejante a sí;
17 por cuanto, siendo mortal, forma con manos sacrílegas una cosa muerta. El mismo es mejor que aquellos a quienes adora, pues él, aunque mortal, ha obtenido la vida, pero aquéllos nunca vivirán.
18 [6487] Y aún adoran a los más viles animales, que comparados con las demás bestias irracionales, son de peor condición que éstas.
19 [6488] Ni hay quien pueda observar cosa buena en el aspecto de estos animales; como que ahuyentaron de sí la aprobación y bendición de Dios.
Sabiduría 16
La sabiduría interviene a favor de los israelitas
1 [6489] Por eso con semejantes cosas fueron justamente atormentados, y exterminados por una turba de animales.
2 Mas a tu pueblo, en lugar de estos tormentos, le hiciste favores; concediéndole los apetecidos deleites de un nuevo sabor, con traerle por manjar gordas codornices;
3 de manera que cuando los otros, bien que hambrientos, perdían las ganas aun del necesario sustento, por el asco de aquellas cosas que se les ponían delante de los ojos, y les eran enviadas, éstos padeciendo necesidad por un poco de tiempo, lograron un nuevo manjar.
4 Porque convenía que a los que se portaban como tiranos, les sobreviniese irremediable ruina, y a estos otros se les mostrase solamente de qué manera eran exterminados sus enemigos.
5 Así que cuando contra ellos se enfurecieron las bestias crueles, perecían de las mordeduras de venenosas serpientes.
6 [6490] Pero no duró siempre tu enojo, sino que fueron aterrados por un breve tiempo para escarmiento, recibiendo luego una señal de salud, para recuerdo de los mandamientos de tu Ley.
7 A la cual (insignia) quien miraba, quedaba sano; no por virtud del objeto que veía, sino por Ti, oh Salvador de todos.
Lección para los egipcios
8 Con lo que demostraste a nuestros enemigos que Tú eres el que libra de todo mal.
9 Pues ellos perecieron mordidos de las langostas y moscas, sin que se hallase remedio para su vida; porque merecían ser así exterminados.
10 Mas contra tus hijos ni aun los dientes de dragones venenosos pudieron prevalecer, porque acudió a curarlos tu misericordia.
11 Pues eran puestos a prueba, a fin de que se acordasen de tus preceptos; y presto quedaban curados, para que no sucediese que cayendo en un profundo olvido, no pudiesen gozar de tu socorro.
12 [6491] Porque no fue yerba, ni ningún emplasto suave lo que los sanó, sino que fue tu palabra, oh Señor, la cual sana todas las cosas.
13 Tú eres, Señor, el dueño de la vida y de la muerte; conduces hasta las puertas de la muerte y de allí retiras.
14 [6492] Un hombre bien puede matar a otro por malicia; pero salido que haya el espíritu, no volverá, ni hará tornar el alma una vez recogida (allá).
Otra intervención del Señor
15 Mas el huir de tu mano es cosa imposible.
16 [6493] Así los impíos, que negaban conocerte, fueron azotados por tu fuerte brazo, siendo perseguidos de extrañas lluvias, de pedriscos y tempestades, y consumidos por el fuego.
17 Y lo más maravilloso era que el fuego en el agua, que lo apaga todo, tenía mayor actividad; porque el universo venga a los justos.
18 A veces se amansaba el fuego, para no quemar a los animales, enviados contra los impíos; a fin de que viéndolo ellos mismos, acabasen de conocer que por juicio de Dios eran perseguidos.
19 [6494] Otras veces el fuego, contra su natural virtud, ardía en el agua por todas partes, para consumir las producciones de aquella tierra maldita.
El milagroso manjar en el desierto
20 [6495] Al contrario, alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles, y le suministraste del cielo un pan aparejado sin fatiga suya, que contenía en sí todo deleite, y la suavidad de todo sabor.
21 [6496] Y así este tu sustento demostraba cuan dulce eres para con tus hijos; y acomodándose al gusto de cada uno, se trasmutaba en lo que cada cual quería.
22 [6497] La nieve y el hielo resistían a la fuerza del fuego, y no se derretían, para que viesen, cómo arrasaba las cosechas de los enemigos aquel fuego que ardía y relampagueaba en medio del granizo y de la lluvia.
23 Aquí, al contrario, se olvidó el fuego de su misma actividad; para que tuviesen los justos de qué alimentarse.
24 Pues la creatura, sirviéndote a Ti, hacedor suyo, redobla los ardores para atormentar a los injustos, y los mitiga en beneficio de aquellos que en Ti confían.
25 Por eso también entonces, tomando el gusto de todos los manjares, servía a tu gracia, sustentadora de todos, acomodándose al deseo de aquellos que a Ti recurrían;
26 [6498] a fin de que tus hijos, oh Señor, de Ti tan amados, reconociesen que no tanto son los frutos naturales los que alimentan a los hombres, sino que tu palabra sustenta a los que creen en Ti.
27 [6499] Porque lo que no podía ser consumido del fuego, calentado al más leve rayo del sol, luego se deshacía;
28 para que supiesen todos que era necesario adelantarse al sol para obtener tu bendición, y adorarte así que amanece.
29 Porque la esperanza del ingrato se deshace como la escarcha del invierno, y desaparece como agua perdida.
Sabiduría 17
Otros ejemplos del amor de Dios a su pueblo
1 [6500] Grandes son, oh Señor, tus juicios, e inefables tus palabras. Por eso las almas privadas de la ciencia, cayeron en el error.
2 [6501] Pues cuando los inicuos se persuadían poder oprimir al pueblo santo, fueron ligados con cadenas de tinieblas y de una larga noche; y encerrados dentro de sus casas yacían excluidos de la eterna Providencia.
3 [6502] Creyendo estar escondidos con sus negras maldades, fueron separados unos de otros con el velo tenebroso del olvido, llenos de horrendo pavor, y perturbados con grandísimo asombro.
4 [6503] Porque ni las cavernas en que se habían metido los libraban del miedo; sino que el estruendo que bajaba los aterraba, y se les aparecían horrorosos fantasmas, que los llenaban de espanto.
5 No había ya fuego, por grande que fuese, que pudiese alumbrarlos; ni el claro resplandor de las estrellas podía esclarecer aquella horrenda noche.
6 Al mismo tiempo, de repente, les daban en los ojos terribles fuegos; y aturdidos por el temor de aquellos fantasmas, que veían confusamente, se imaginaban más terribles todos los objetos.
7 [6504] Allí fueron escarnecidas las ilusiones del arte mágica, y afrentosamente castigada la jactancia de su sabiduría.
8 Pues los que prometían desterrar de los ánimos abatidos los temores y las perturbaciones, esos mismos llenos de terror estaban con vergüenza suya desmayados.
9 [6505] Porque aunque nada de monstruoso solía espantarlos; aquí despavoridos con el pasar de las bestias, y los silbidos de las serpientes, se morían de miedo, y hubieran elegido no percibir el aire, lo que nadie puede evitar de ningún modo.
10 [6506] Pues la maldad, siendo medrosa, da testimonio de su propia condenación; porque una conciencia agitada presagia siempre cosas atroces.
11 [6507] Que no es otra cosa el temor, sino el pensar que está uno destituido de todo auxilio.
12 Y cuanto menos, dentro de sí espera el hombre, tanto mayor le parece aquella causa desconocida que le atormenta.
Descripción de la plaga de las tinieblas
13 Lo cierto es que los que en aquella noche, verdaderamente intolerable y salida de lo más inferior y profundo del infierno, dormían el mismo sueño,
14 parte eran agitados por el temor de los monstruosos espectros, parte desfallecían de abatimiento, sobresaltados de un terror repentino e inesperado.
15 Y si alguno de ellos llegaba a caer, allí quedaba como preso, encerrado en una cárcel, sin cadenas de hierro.
16 Pues, o bien fuese algún labrador, o un pastor, o jornalero que trabajase en el campo, se hallaba sorprendido, y envuelto en aquella insuperable angustia.
17 [6508] Porque todos quedaban aprisionados con una misma cadena de tinieblas; donde ya el susurro de los vientos, ya el canto suave de las aves entre las frondosas ramas de los árboles, ya el ímpetu de corrientes caudalosas de agua,
18 ya el recio estruendo de peñascos que se desgajaban, ya el correr de los animales, que andaban retozando, y a los cuales no divisaban, ya el fuerte alarido de las bestias que aullaban, ya el eco resonante de los montes altísimos, los hacía desfallecer de espanto.
19 Y entretanto todo el resto del mundo estaba iluminado de clarísima luz, y se ocupaba sin embarazo alguno en sus labores ordinarias.
20 [6509] Solamente sobre ellos reinaba una profunda noche, imagen de aquellas tinieblas, que después los aguardaban; por eso se hacían más insoportables a sí mismos que las tinieblas.
Sabiduría 18
Una columna de fuego alumbra a los israelitas
1 [6510] Mas tus santos gozaban de una grandísima luz; oían la voz de aquéllos pero sin verlos. Y te daban a Ti la gloria de que no padeciesen las mismas angustias,
2 [6511] tributándote gracias porque no eran maltratados, como antes lo habían sido; y te pedían la merced de que subsistiese esta diferencia.
3 [6512] Por lo cual al ir por un camino desconocido tuvieron por guía una luminosa columna de fuego, y les diste un sol que no los incomodaba cuando descansaban.
4 [6513] Bien merecían los otros el quedar privados de la luz, y padecer una cárcel de tinieblas, ya que tenían encarcelados a tus hijos, por cuyo medio había de ser dada al mundo la luz inmaculada de la Ley.
La muerte de los primogénitos egipcios
5 [6514] Cuando resolvieron quitar la vida a los infantes de los justos, y Tú libraste para castigo suyo uno de ellos que había sido expuesto, les quitaste muchísimos de sus hijos; y a ellos mismos los ahogaste en las recias aguas.
6 [6515] Fue aquella noche previamente anunciada a nuestros padres, para que conociendo la verdad de las promesas juradas, a que habían dado crédito, estuviesen más confiados.
7 Y con esto vio tu pueblo, a un mismo tiempo, la salvación de los justos, y el exterminio de los malvados.
8 [6516] Que así como castigaste a los enemigos, así llamándonos a nosotros, nos ensalzaste.
9 [6517] Porque los justos, hijos de los santos, te ofrecían en secreto el sacrificio, y concordes establecieron esta ley de justicia, que los justos se ofrecían a recibir igualmente los bienes como los males, cantando ya los himnos de los patriarcas.
10 Mientras tanto resonaban los desentonados gritos de los enemigos, y se oía el llanto de los que se lamentaban por la muerte de los niños;
11 estando afligidos con la misma pena el esclavo y el amo, y padeciendo el mismo castigo el hombre plebeyo que el rey.
12 [6518] Todos igualmente tenían innumerables muertos, que habían perecido con el mismo género de muerte; ni ya bastaban los vivos para enterrarlos; pues en un momento fue extirpada la más noble porción de su prole.
13 [6519] Entonces los que a ninguna cosa creían, por engaño de los hechiceros, luego que acaeció el exterminio de los primogénitos, reconocieron que aquel era el pueblo de Dios.
El ángel exterminador
14 Cuando un tranquilo silencio ocupaba todas las cosas, y la noche, siguiendo su curso, se hallaba en la mitad del camino,
15 [6520] tu omnipotente palabra, desde el cielo, desde tu real solio, cual terrible campeón, se lanzó en medio de la tierra condenada al exterminio.
16 Llevaba por aguda espada tu irresistible decreto, y a su llegada lo llenó todo de la muerte, y estando sobre la tierra alcanzaba hasta el cielo.
17 Entonces visiones de sueños funestos los llenaron de turbación, y los sobrecogieron imprevistos temores.
18 Y arrojados medio muertos, unos en una parte, otros en otra, mostraban la causa de su muerte.
19 Porque los mismos fantasmas que los habían turbado, los habían antes advertido de esto, a fin de que no muriesen sin saber la causa del mal que padecían.
Aarón aplaca la ira del Señor
20 [6521] También los justos estuvieron un tiempo en peligro de muerte; y la muchedumbre experimentó calamidades en el desierto; pero no duró mucho tu enojo.
21 [6522] Porque acudió a toda prisa un varón irreprensible a interceder por el pueblo. Embrazó el escudo de su ministerio, y presentando la oración con el incienso de la expiación, contrastó a la ira, y puso fin al azote, mostrando ser siervo tuyo.
22 Calmó luego el desorden, y no con las fuerzas del cuerpo, ni con el poder de las armas, sino con la sola palabra desarmó al que le afligía, haciendo presentes los juramentos y alianza hecha con los patriarcas;
23 porque cuando ya caían muertos a montones, unos sobre otros, se puso él de por medio, y cortó la cólera, y le impidió el pasar hacia los vivos.
24 [6523] Por cuanto en la vestidura talar que llevaba, estaba simbolizado todo el mundo; como también los gloriosos nombres de los patriarcas estaban esculpidos en los cuatro órdenes de piedras, y grabada en la tiara de su cabeza tu Majestad.
25 A estas cosas, pues, cedió el exterminador, y las respetó; pues bastaba ya esta sola muestra de ira.
Sabiduría 19
El paso del Mar Rojo
1 Mas sobre los impíos descargó la ira, sin misericordia hasta el fin; como que Él estaba previendo lo que les había de acontecer.
2 [6524] Porque después de haber ellos permitido que los hebreos se marchasen, y aun habiéndoles dado prisa para que saliesen, arrepentidos luego les iban al alcance.
3 De modo que, estando todavía cubiertos de luto, derramando lágrimas sobre los sepulcros de los muertos, tomaron otra resolución de locura, y se pusieron a perseguir como a fugitivos a los que habían hecho marchar con ruegos.
4 A este fin los conducía una necesidad merecida; y perdían la memoria de lo que les había acaecido, para que el castigo pusiese el colmo al resto de sus tormentos;
5 y así tu pueblo pasase milagrosamente, y los otros hallasen un nuevo género de muerte.
6 [6525] Porque las creaturas todas, según su género, obedeciendo a tus preceptos, tomaban una nueva forma a fin de que tus hijos se conservasen ilesos.
7 Así una nube hacía sombra a su campamento; y donde antes había agua, apareció tierra enjuta, un camino sin tropiezo en medio del Mar Rojo, y en el profundo abismo una verdadera pradería,
8 por la cual atravesó todo el pueblo, protegido de tu mano, viendo tus maravillas y portentos.
9 [6526] Pues como caballos bien pacidos, y como corderillos, daban brincos de alegría, engrandeciéndote a Ti, oh Señor, que los libraste.
10 Pues se acordaban todavía de aquellas cosas que habían sucedido allá donde moraron como forasteros; cuando en vez de crías de animales produjo la tierra moscas; y en lugar de peces echó fuera el río muchedumbre de ranas.
11 [6527] Y a la postre vieron una nueva creación de aves, cuando llevados del antojo pidieron viandas delicadas.
12 Porque para contentar su apetito vinieron volando del mar codornices; pero sobre los pecadores vinieron venganzas, precediendo los mismos fenómenos que antes se habían producido por la violencia de los rayos; pues justamente padecían según sus maldades.
Crueldad de los egipcios
13 [6528] Pues su hospitalidad fue muy inhumana, porque si otros no acogieron a unos forasteros desconocidos, los egipcios reducían a la esclavitud a huéspedes bienhechores.
14 Ni es de considerar solamente esto, sino que hay otra diferencia en aquellos que hospedaban de mala gana a unos extraños.
15 Afligían con crudelísimos trabajos a los que habían recibido con alegría, y que vivían bajo las mismas leyes.
16 [6529] Por lo que fueron castigados con la ceguera al modo que lo fueron aquellos otros a la puerta del justo, cuando, envueltos en repentinas tinieblas, buscaban cada uno la puerta de su casa.
17 [6530] Porque los elementos cambiaban entre sí sus propias funciones, como en un salterio varían los sonidos bien que cada cuerda retenga el propio tono. Esto se puede conocer evidentemente por la misma experiencia.
18 A este modo las creaturas terrestres se hacían acuáticas y las que nadaban se pasaban a la tierra.
19 El fuego, excediendo su condición, era activo en medio del agua, y el agua se olvidaba de su natural virtud de apagar.
20 [6531] Al contrario, las llamas no dañaban a los cuerpos de los animales corruptibles, de suyo combustibles, que andaban dentro de ellas, ni derretían aquel delicioso manjar, que se deshacía tan fácilmente como la escarcha. Así que, oh Señor, en todo y por todo engrandeciste a tu pueblo, y le honraste ni te desdeñaste de asistirle en todo tiempo y en todo lugar.
Comentarios de Mons. Straubinger
* 1. Los que juzgáis: los príncipes y gobernantes de los pueblos y todos los superiores. En la Biblia juzgar es sinónimo de gobernar. Cf. el nombre de Jueces que la Biblia da a los caudillos de Israel. Véase también Salmos 71, 2; 95, 10; 109, 6; 100, 2 y siguientes Sentir bien de Dios; cosa mucho más rara de lo que parece, pues aunque no lleguemos a blasfemar ni a rebelarnos abiertamente contra su voluntad, nuestra criterio carnal suele estar muy lejos de mirarlo a Dios como infinitamente santo, insinuándonos a cada paso el descontento, o sea, la idea de que la Providencia pudo arreglar las cosas de otro modo mejor, y entonces nos resulta más natural —aunque no más sobrenatural— alabar a un santo célebre por su bondad como San Antonio o San Vicente de Paúl, sobre todo porque a esos santos no tenemos que decirles como a Dios: “Hágase tu voluntad”. Por lo tanto sentir bien de Dios es un grandísimo acto de adhesión a Dios; es algo que, si lo hacemos de corazón, nos santifica también a nosotros. Ésta es la primera y más alta enseñanza que nos da la Sabiduría. Véase 3, 14. ↑
* 2. Que no le tientan con su desconfianza y falta de fe, es decir, que creen en la palabra de Dios y en la asistencia de su gracia. La obra por excelencia, según Jesús, es dar crédito a las palabras y promesas que Él nos transmite de parte de su Padre (Juan 6, 29; 17, 8). Se manifiesta a aquellos que en Él confían: Jesús curó solamente a los que tenían fe y confianza en Él (cf. Mateo 8, 13; 9. 20-22; 11, 28-30; 15, 28, etc.). Por eso dijo a sus discípulos: “Si tenéis fe y no andáis vacilando, no sólo haréis lo de la higuera, sino que aun cuando digáis a ese monte: Arráncate y arrójate al mar, así lo hará. Y todo cuanto pidiereis en la oración, si tenéis fe, lo alcanzaréis” (Mateo 15, 21 s.). ↑
* 3. El poder de Dios tan manifiesto, convence de necios a los que niegan su Providencia (San Buenaventura). Y nos invita Él mismo a ponerla a prueba (véase Malaquías 3, 10). ↑
* 5. El Espíritu Santo… huye de las ficciones. Crampón (traduciendo del griego) pone más expresivamente: huye de la astucia. Es la solemne condenación de lo que el mundo llama “vivezas”. Las almas “llenas del Espíritu Santo” han sido siempre las sencillas. Estas han comprendido por divina iluminación (Lucas 10, 21) el misterio de la sabiduría (I Corintios 2, 7; 3, 18), la cual consiste, como señala San Agustín, en la contemplación de la verdad y en la expresión de un ánimo lleno de fe, esperanza y caridad. La astucia es propia de la serpiente (Génesis 3, 1). “No habita, el Espíritu Santo en el corazón fingido y doble. No hay finura mejor y más apreciable que la sencillez. La prudencia del mundo y el artificio de la carne son propios de los hijos del siglo. Los hijos de Dios no andan con rodeos ni tienen dobleces en el corazón, como dice el Sabio (Proverbios 10, 9). El que camina con sencillez, camina con confianza. El alma que usa de mentira, doblez y simulación, muestra debilidad y vileza” (San Francisco de Sales, Filotea III, 30). Eclesiastés 1, 36. ↑
* 6. Es benigno: según el griego: es un espíritu que ama a los hombres. ¡Admirable revelación! Más tarde, gracias al Nuevo Testamento, descubrimos que esta Sabiduría amante es el mismo Jesús. Véase Proverbios 1, 2; 3, 19; 8, 4; 9, 4; Salmo 118, 89 y notas. De ahí que ese espíritu de bondadoso amor no pueda soportar la maledicencia y que Jesús sea en esto tan terminante (Mateo 5, 22). ↑
* 7. Cf. 7, 24; 8, 1. El que contiene, es decir, el Espíritu. El traductor latino vertió: “lo que contiene”, conservando así en la Vulgata el neutro del original griego, como si dijera “lo Espíritu” (to pneuma). Es, pues, el Espíritu de Dios, que mantiene todas las cosas en su lugar e impide que recaigan en el caos primitivo (véase Salmo 103, 29 y nota). Texto usado en el Introito de la Misa del Espíritu Santo. San Agustín aprovecha el pasaje para probar la divinidad del Espíritu Santo, del cual dice San Basilio. “Así como el sol no pierde nada de su sustancia iluminando el universo, así también el Espíritu Santo, comunicándonos sus gracias, se queda en su plenitud infinita”. Cf. I Reyes 2, 3 y nota. ↑
* 10. “Las paredes oyen”, no siempre con oídos de hombres, pero siempre con los de Dios cuando se habla contra el prójimo. Véase Lucas 12, 3. ↑
* 11. Leyendo este pasaje, después de habérsele escapado una leve mentira, San Andrés Avelino fue tocado por la gracia, se despidió del mundo y se hizo santo (II Nocturno del Breviario). También de otros santos sabemos. que fueron convertidos por una palabra de la Sagrada Escritura, por ejemplo, San Francisco de Asís, cuando oyó la palabra de Cristo en Mateo 10, 9: “No llevéis oro, ni plata, ni dinero alguno en vuestros cintos, etc.”, o San Agustín, al leer el pasaje de San Pablo sobre la vida decente (Romanos 13, 13), o San Antonio, el padre de los monjes, el cual al entrar en una iglesia oyó las palabras del Evangelio: “Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo” (Mateo 19, 21). ↑
* 13 y siguientes. Dios no hizo la muerte. Esta no entraba en su plan, y sólo es consecuencia del pecado (Romanos 5, 12 y siguientes). En el Paraíso no había nada ponzoñoso ni nocivo (versículo 14); el estado de justicia del primer hombre era de suyo perpetuo, si no hubiera pecado (versículo 15). “Del orgullo de la desobediencia proviene la pena de la naturaleza” (San Agustín). Cf- 2, 14 y nota. Reino del infierno: reino de la muerte. En el lenguaje del Antiguo Testamento infierno (hebreo scheol, griego hades) y muerte son sinónimos. Cf. Job 19, 25 s. y nota. ↑
* 16. Se lee como ironía. Los hombres amaron a la muerte y la llamaron, como fruto de sus pecados, haciéndose dignos de pertenecerle (Romanos 5, 12; 5, 17; 6, 23; I Corintios 15, 56; Proverbios 8. 36). Jesús es la resurrección y la vida (Juan 6, 55; 11, 25 y siguientes). El que se alimenta con la Eucaristía como prenda de inmortalidad, “tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día” (Juan 6, 55). Muchos Padres creen que los justos que vivan en la segunda venida del Señor, no morirán, sino que se librarán de la muerte corporal (los padres griegos y San Jerónimo y Tertuliano). Cf. I Corintios 15, 51 y siguientes y I Tesalonicenses 4, 15 y siguientes Cuando la Sagrada Escritura dice que vendrá como un ladrón, no habla de la muerte, como algunos suponen, sino del Retorno de Jesús. Véase 3, 2; I Tesalonicenses 5, 2; II Pedro 3, 10; Apocalipsis 3, 3; 16, 15; Marcos 13, 32-37; Mateo 24, 36-44; Lucas 12, 37. ↑
* 1 s. Admiremos esta conversación de los impíos, típica de los ateos de todos los tiempos. No hay consuelo, etc. En griego: no hay remedio (contra la muerte). ↑
* 3. Véase Eclesiastés 12, 7 y nota. ↑
* 5. Porque queda puesto el sello: esto es, queda cerrado (Job 14, 17; Daniel 6, 17; Apocalipsis 20, 3). La amargura de todo este lenguaje hiere hasta el fondo el Corazón paternal de Dios (Salmo 102, 13), porque es como decirle que Él no ha sido capaz de darnos cosa mejor; Él, que nos predestinó para ser iguales a su amantísimo Hijo. Véase Romanos 8, 29; Efesios 1, 5. ↑
* 6 y siguientes. Es el “gaudeamus igitur”; consecuencia de la impiedad que no conoce los bienes celestiales. “El sensualismo epicúreo es la consecuencia lógica del materialismo filosófico y del pesimismo existencialista” (Bover-Cantera). Véase Isaías 22, 13; 56, 12; I Corintios 15, 32. ↑
* 8. Coronémonos de rosas: ¿No es éste acaso el sueño pagano con que muchos hemos envenenado nuestra juventud, so capa de cultura? No haya prado, etc. Es el ideal hedonista del don Juan, explotado por tantos poetas: “En todas partes dejé memoria amarga de mi” (Zorrilla). ↑
* 10. Otra consecuencia de la impiedad es el odio a los justos, cuya vida es una constante acusación contra la mala conducta de los impíos. Véase Salmos 34, 16; 36, 12; 111, 9 s. y notas. ↑
* 11. He aquí un antecedente de la “nueva moral” del “Evangelio de la fuerza”, que tiene tantos admiradores y hace tantos estragos entre los pueblos. Véase Salmo 67, 31. ↑
* 12 y siguientes Como observan gran número de los Padres, hay aquí una admirable profecía sobre la Pasión del Justo por excelencia, Jesucristo (Juan 7, 7). Es también un cuadro perfecto de lo que el mundo reprochará siempre a los amigos del Evangelio (Juan 15, 18-21; 16, 1 y siguientes). Oigamos al respecto la voz de un alma piadosa: “Nuestra sola presencia fastidia a los que son del mundo. También ellos son hijos de Dios y llevan en si el soplo de Dios, el alma que aspira a unirse nuevamente con su Creador. También su alma anhela llegar a Dios, pero resisten a la voz que los llama, la hacen callar y viven a su modo, tranquilos, despreocupados. Pero hay una gota amarga en el cáliz de la alegría: la conducta de los justos, hoy diríamos, de los cristianos, es decir, de los verdaderos cristianos, que viven con Cristo. Nuestra conducta despierta en ellos la voz de la conciencia y les enseña cómo deberían ser. De ahí nace el odio del cual ya nos habló Jesús (Juan 15, 18 y 19). Nuestra paciencia los irrita, nuestro silencio los provoca y nuestro amor los confunde. Buscan hacernos caer para verse ellos mismos justificados y desean encontrar en nosotros faltas, las que les servirían de excusa. Instintivamente sienten en nosotros lo sobrenatural que quisieran negar: la vida de Cristo en nosotros. Se sienten humillados por nuestra virtud y por eso nos acusan de soberbia.” ↑
* 13. Véase versículo 15; 9, 7; 12, 19. Cf. Mateo 11, 27; Juan 7, 16; 15, 15; 20, 21, donde Jesús nos descubre que Dios es su Padre.
16. Gente frívola: Crampón vierte: escoria, esto es, cosa falsa y adulterina. ↑
* 18. Estas mismas palabras usaron contra Cristo los jefes del sacerdocio judío (Mateo 27, 43) y estaban anunciadas en el Salmo 21, 9. ↑
* 19. Véase Isaías 50, 6; 53, 7; Jeremías 11, 19. ↑
* 20. La muerte más infame era la de la cruz, porque equivalía a ser “maldito de Dios” (Deuteronomio 21, 23). ¡Y Jesús aceptó por nosotros esa maldición! (Gálatas 3, 13). ↑
* 23. Dios creó: Véase Génesis 1, 27; 2, 7 y notas. Inmortal: palabra que sale muy pocas veces en el Antiguo Testamento. Hay que ponderarla, porque es un precioso testimonio de la inmortalidad del alma y de la vida eterna. En sentido cristiano la vida no es sino la preparación para la eternidad… “Aunque el tiempo rige nuestras obras, la eternidad debe, sin embargo, hallarse en nuestra intención” (San Gregorio). San Agustín señala los cuatro grados que conducen a la eterna bienaventuranza: la lectura, la meditación la oración y la contemplación. “Unid, dice el gran Santo, vuestro corazón a la eternidad de Dios, y seréis eternos con Él” (In Psalmo XCI). Cf. 3, 4. ↑
* 24. Véase 1, 16 y nota. En Génesis 3, 3 Dios prohibió solamente el fruto que acarreaba la -muerte. El diablo, por envidia, engañó a la mujer y por medio de ésta movió a Adán a que desobedeciese a Dios, y con esto vino la muerte (Romanos 5, 12). Así se explica, además, ese tremendo misterio del poder que Satanás, no obstante ser impotente contra Dios (Juan12, 31; 14, 30; Lucas 10, 18; Apocalipsis 12,7-12), tiene sobre este mundo, al punto de que Cristo le llama “príncipe” del mismo. Hubo una elección; el hombre. puesto entre el Reino del Padre, que le habla dado todo, y el de Satanás, que no le daba nada, prefirió libremente creer a la víbora. Entró así bajo la potestad del diablo, que tiene sobre él un derecho de conquista (Juan 8, 44; Hechos de los Apóstoles 13, 10; II Pedro 2, 19). Desde entonces somos “hijos de ira” (Efesios 2, 3) y Satanás nos reclama como cosa propia (Lucas 22, 31; Job 1, 6 y siguientes). Sólo el divino Padre, mediante la fe en Cristo, puede «librarnos de la potestad de tinieblas y llevarnos al Reino de su Hijo amadísimo, en el cual tenemos redención por su Sangre” (Colosenses 1, 12-14) Cf. Salmo 38, 12 y nota. ↑
* 25. Este versículo dice en el texto griego: la experimentan (la muerte) los que le pertenecen (al diablo). ↑
* 1. Están en las manos de Dios. Son palabras que nos llenan con infinita paz, puesto que nos traen el descanso en Dios. Nos enseñan que todas nuestras inquietudes, nuestras preocupaciones y nuestros temores por la salvación de nuestra alma son innecesarios, ya que nuestra alma está en las manos de Dios, y allá la sabemos cuidada, amparada, guardada. ¿Dónde podría estar más segura? De la muerte: el griego sólo dice tormento. Desde esta vida en Dios el alma piadosa “no teme las malas noticias” (Salmo 111, 7) ni “a los que matan el cuerpo” (Mateo 10, 28). Santa Felicitas, dando a luz en vísperas de su martirio, se quejaba de esos dolores, y un verdugo le decía; “¿Qué será cuando te veas despedazar por las fieras?” Ella contestó: “Ahora soy yo quien padece. Entonces habrá otro que sufra en mí, Jesucristo…” De ahí la muerte jubilosa de tantos ilustres y valientes Mártires. La Liturgia aplica estos versículos en la Misa de ellos. Cf. Romanos 8, 8; II Corintios 4, 17. ↑
* 2. Pareció que morían En esto se oculta el misterio de la inmortalidad que Nuestro Señor prometió muchas veces. Véase Juan 8, 33, 40, 49-52, 59; 11, 25, etc. ↑
* 3. Reposan en paz, es lo que pide la oración litúrgica; Requiescant in pace, esperando la resurrección de sus cuerpos, que será la plenitud de la Redención, el día del prometido retorno de Cristo. Véase Apocalipsis 6, 9-11; Romanos 8, 23; Lucas 21, 28 y Filipenses 3, 20 s., que es el texto citado en el frontispicio del Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires: “Expectamus Dominum”. ↑
* 5. Su tribulación ha sido ligera: ¿Acaso la prueba del justo dura toda su vida? No, por cierto. Apenas es una etapa. El mismo Jesús, varón de dolores, que padeció infinitamente más de cuanto somos capaces de pensar, no estuvo toda su vida clavado en la Cruz. Sus persecuciones, luchas, ingratitudes, duraron tres años; el sumo tormento de la Cruz duró tres horas. Gran lección es esta para recordar lo pasajero de las penas, como también lo fugaz de los goces de aquí abajo, a fin de no alegrarse desmesuradamente por éstos, ni entristecerse por aquéllos. Lo que Dios quiere probar mediante las pruebas es la sinceridad de nuestra fe para premiarla (I Pedro 1, 7 9) y hacerle dar mayor fruto de amor (Juan 15, 2; Gálatas 5, 6). Sobre la prueba del justo, que es el caso de Job, véase Tobías 12, 13; Judit 8, 23; Proverbios 3, 12; 17, 3; Eclesiastés 8, 14; Eclesiastés 2, 1-5; Isaías 48, 10; Mateo 10, 37. ↑
* 6. Ya veis, dice San Bernardo, que las aflicciones de la carne aumentan las fuerzas del espíritu y le dan valor. La fuerza de la carne, al contrario, debilita la del espíritu. Cf. I Pedro 1, 7; Apocalipsis 3, 18. ↑
* 7. En griego: al tiempo de la recompensa Imitarán, etc. Véase el premio máximo según Daniel 12, 3 y Mateo 13, 43. Además, los justos participarán en juzgar a los hombres (véase Mateo 19, 28; I Corintios 6, 2; Daniel 7, 27; Apocalipsis 20, 4), y según San Pablo también a los ángeles (I Corintios 1, 3). ↑
* 8. Reinará sobre ellos: Otros: reinará con ellos. La plena revelación de que reinaremos con Cristo, estaba reservada al Nuevo Testamento. Véase Mateo 19, 28: Apocalipsis 2, 26 s.: 3, 21; 5, 10; 20, 4, etc. La Liturgia de Todos los Santos recuerda este pasaje en la Misa de la Vigilia como para señalar una de las grandes promesas hechas por Dios a sus amigos. Cf. Salmo 149, 5. ↑
* 9. Texto importantísimo en cuanto nos descubre la disposición necesaria para poder entender los misterios de la Revelación (véase 1, 2 y nota). Es lo que San Anselmo expresaba diciendo; “Creo para entender”. 11. Desdichado: porque sus goces son falsos y llenos de agitación. Los impíos, dice Isaías, son como un mar enfurecido que no puede apaciguarse y cuyas olas sólo arrojan fango y espuma (Isaías 57, 20). ↑
* 13. La Ley mosaica prometía a los justos muchos hijos, en tanto que los impíos quedarían estériles. No tener hijos se consideraba, por consiguiente, como castigo (cf. Génesis 30, 23; Jueces 11, 37; Isaías 4, 1; Lucas 1, 25). Llamando dichosa a la estéril, el autor sagrado se eleva aquí sobre sus contemporáneos hacia la altura del Nuevo Testamento (véase 4, 1 y nota). ↑
* 14. Contrarias a Dios: véase 1, 1 y nota. Los eunucos estaban separados del servicio del Templo (Deuteronomio 23, 1; Levítico 21, 20). Se trata aquí de aquellos eunucos de los cuales habla el Señor en Mateo 19, 12 y cuya herencia es para siempre la casa de Dios (véase Isaías 56, 3-5). Se les promete aquí un don precioso por su fidelidad. Scío traduce: el don escogido de la fe. Fidelidad y fe son sinónimos, más aun, la fidelidad es hija de la fe. ↑
* 15. Es decir: si hay cuerpos estériles, el alma nunca lo es. Los hijos de los eunucos son sus buenas obras, fruto de la sabiduría y santidad. ↑
* 1. Oh cuan bella, etc. En griego: más vale la esterilidad virtuosa. Es continuación del capítulo anterior, versículo 13 y siguientes. Este elogio del matrimonio casto y legítimo, y más aún de la virginidad, se aplica en la Liturgia a las Santas Vírgenes. Véase I Corintios, capítulo 7. ↑
* 6. Nótese la trágica elocuencia de este argumento, igualmente aplicable a los divorciados, que dejan sin padres a sus propios hijos. Véase Malaquías 2, 14 y siguientes. Ojalá que todos los hijos de padres cristianos pudieran decir, como el joven Tobías: Somos hijos de santos (Tobías 2, 18). ↑
* 7. Lugar de refrigerio: se refiere al sitio donde se encuentran las almas. (Apocalipsis 6, 9-11), a la espera de la resurrección gloriosa de los cuerpos (3, 3 y nota). ↑
* 8. La plenitud de la vida no está en los muchos años; está en la perfección. “¿Qué importa ser joven, cuando al ímpetu de la juventud no se une la reflexión y la prudencia? y ¿qué aprovecha ser anciano, si el largo rodar de los años no logró acabar con la frivolidad y ligereza?” (Fernández, Flor. Bibl. IX, p. 20 s.). La piedad y sabiduría suplen lo que falta del número de años. Véase Salmo 118, 99 s.; Proverbios I, 4 y nota. Corneille, en El Cid, se vale de este concepto. ↑
* 10. Así el patriarca Henoc fue trasladado a otra parte (Génesis 5, 24 y nota). Véase Eclesiastés 44, 16; Hebreos 11, 5. ↑
* 11 y siguientes. Esta palabra que nos enseña que todo lo hace Dios por misericordia y para nuestro mayor bien (Romanos 8, 28) es un inmenso consuelo para los que pierden en la flor de la juventud a sus seres queridos. No lo olvidemos en nuestras cartas de condolencia. ↑
* 12 s. Es “la fascinación de la bagatela”: Véase Eclesiastés 7, 40; Salmo 13, 1 y notas. La inconstancia de la concupiscencia pervierte el ánimo inocente: “De donde da a entender el Espíritu Santo, que aunque no haya precedido malicia concebida en el entendimiento del alma, sólo la concupiscencia y gozo de éstas basta para hacer en ella este primer grado de este daño, que es el embotamiento de la mente y oscuridad del juicio para entender bien la verdad y juzgar de cada cosa como es” (San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, III, 18). Con lo poco que vivió (versículo 13): Ese mismo Santo nos explica cómo el amor llena los pocos años y suple un largo periodo de vida (cf. I Corintios 13). Es lo que nos descubrió Jesús en la parábola de los obreros de la última hora (Mateo 20, 1 -y siguientes.). ↑
* 19. Perecerá su memoria. Véase Salmo 9b, 6; Proverbios 10,7. ↑
* 20. Los pecados son representados como personas que acusan en el día del juicio a los malvados, de modo que estos no podrán negarlos ni excusarlos. Jesús dice que el juez será la palabra por Él predicada y que no quisieron escuchar (Juan 12, 48). Cf. Romanos 2, 15 y nota. ↑
* 1. Entonces: en el día del juicio. Se presentarán. Literalmente: estarán de pie. Lo mismo dice Jesús en Lucas 21, 36. Nótese el contraste con los impíos según Salmo 1, 5. Les robaron sus fatigas: en griego: despreciaron sus trabajos. Los versículos 1-5 forman la Epístola del Común de Mártires en el Tiempo Pascual. ↑
* 2. Salvación: la de los justos. Véase 2, 10; 2, 12; 2, 19. ↑
* 4. Es lo que se dijo, en 3, 2 s. ↑
* 5. Hijos de Dios: esto es, justos, santos, los que obran impulsados por el espíritu de Dios. Cf. Génesis 6, 2; Deuteronomio 14, 1. ↑
* 6. Tardío lamento como el de Proverbios 5, 12 y siguientes. Sobre el pecar contra la luz véase Job 24, 13 y nota; Efesios 4, 18. ↑
* 9. Como sombra: Imagen frecuente en la Biblia (I Paralipómenos 29, 15; Job 8, 9; Salmo 101, 12; 108, 23; 143, 4). ¡Qué ironía! Los impíos usaban antes la misma imagen (2, 5) para animarse mutuamente a gozar la vida. “Hay, dice San Gregorio, quienes al ver la gloria de otros, la estiman en mucho y anhelan merecerla; pero cuando los ven morir, confiesan ser todo vanidad, y gimiendo exclaman: Ved la nada del hombre. ¡Oh alma carísima! ¿qué son todas las cosas del mundo sino vanos sueños?” (San Buenaventura, Soliloquio, capítulo II), ↑
* 10. Véase Proverbios 20, 18-19; Salmo 89, 5; 102, 16 y notas. ↑
* 13. “Teniendo en cuenta el versículo 8, que precede inmediatamente la serie de imágenes o comparaciones, parecía que el término de las mismas era la soberbia, la riqueza y la jactancia de los impíos. Considerando la conclusión del versículo 13, que sigue a la serie y está unido a ella con la conjunción comparativa así, más bien parece que el término de comparación es la brevedad de la vida: apenas nacidos, dejamos de ser. Se pueden unir, sin embargo, amigablemente los dos términos, pues lo que hace más vanas las riquezas, y consiguientemente la soberbia y jactancia fundadas en ellas, os el breve tiempo que pueden durar” (Cultura Bíblica N° 52, p. 250). ↑
* 14. Este versículo sólo existe en la Vulgata. ↑
* 15. Véase Salmo 1, 4; Proverbios 10, 28; 11, 7. ↑
* 16 s. En el Señor: esto es: El mismo Dios será su recompensa como lo dijo El a Abrahán (Génesis 15, 1). Jesús también prometió traer el premio consigo. Ver Apocalipsis 22, 12; Isaías 40, 10; 62, 11. ↑
* 17. Brillante diadema: la corona de justicia que San Pablo, promete a los que aman Su Venida (II Timoteo 4, 8. La diadema significa que los elegidos serán reyes en el cielo; pues obtendrán el reino de Jesucristo y toda su gloria, como vencedores del mundo, de satanás y de la carne. ↑
* 18. Se armará: figura muy usada en la Biblia, ora sea de Dios o Cristo que se reviste de su poder (Isaías 59, 17), ora del hombre que se cubre con la armadura de la fe (Efesios 6, 13 s.) y recibe el ropaje de la salud (Isaías 61, 10). ↑
* 19. ¡Admirable don que se ofrece al que es recto de corazón! Tendrá un juicio cierto, es decir, una certeza y convicción interior sobre lo que es verdadero, de modo que no puedan engañarlo las tremendas seducciones que rodean a todo hombre. Cf. Mateo 24, 24; II Tesalonicenses 2, 10. ↑
* 21. Sobre la naturaleza como arma en manos de Dios véase 16, 17; 19, 18; Salmo 82, 14. El universo peleará: “En aquel día, dice San Crisóstomo, el cielo, la tierra, el aire, el agua y todo el universo se levantarán contra nosotros, para dar testimonio de nuestros pecados, y nada tendremos que responder.” ↑
* 22. Véase II Reyes 22, 15; Salmo 17, 15; Hababuc 3, 11. ↑
* 23. Véase Éxodo 9, 13-35; Josué 10, 11; Isaías 28, 17; Ezequiel 13, 13; 38, 22; Éxodo 14, 23-31; Jueces 5, 21. ↑
* 1. El primer versículo falta en el griego, pero igual sentencia se halla en Eclesiastés 9, 18; Proverbios 16, 32. Empieza aquí un elogio, mil veces maravilloso, de la sabiduría de la divina palabra, que recuerda a Job 28, Proverbios 8 s., Eclesiastés 24, Baruc 3 s. “Si hay alguna cosa, oh Paula y Eustoquia, que pueda sujetarnos aquí abajo a la sabiduría y que en medio de las tribulaciones y torbellinos del mundo conserve el equilibrio de nuestra alma, yo creo que es ante todo el conocimiento y la meditación de las Escrituras” (San Jerónimo). ↑
* 4. Véase Romanos 13, 1 y siguientes. He aquí el nexo entre lo sobrenatural y lo temporal. Aun en los sistemas no teocráticos, también el gobernar es acto de religión. Recordemos las palabras de un digno Arzobispo: “La vida cristiana y el culto de Dios (en espíritu y en verdad) no están divorciados de las tareas cotidianas o de las urgentes preocupaciones del pueblo. Nada debe poder separarnos de aplicar constantemente, y en todos los terrenos, el universal e inmutable mensaje de amor que es el Evangelio.” ↑
* 6. Esta tremenda responsabilidad de los poderosos es el tema del Salmo 81 (véase también el Salmo 100 y Eclesiastés 7, 4). Ellos fueron los que reprobaron a Cristo (Marcos 8, 31; Lucas 9, 22; 17, 25, etc.). ↑
* 7. Sobre los pequeños véase Proverbios 9, 4 y nota. “Sentaos hermano mío, en el lugar más bajo, para que viniendo otro menor que vos, os manden subir más arriba. ¿En quién pensáis que reposa el Señor y está satisfecho sino en el humilde y quieto y que tiembla de sus palabras? Mirad, al que dan más, mayor cuenta le pedirán. Y así los poderosos serán poderosamente atormentados” (San Jerónimo, A Heliodoro). ↑
* 8. Véase Deuteronomio 10, 17; II-Paralipómenos 19, 7; Eclesiastés 35, 15; Hechos de los Apóstoles 10, 34; Romanos 2, 11; Gálatas 2, 6; Efesios 6, 9; Colosenses 3, 25; I Pedro 1, 17. ↑
* 10. No vengáis o resbalar: He aquí el proceso: Dios nos habla de su divino libro para enseñarnos la sabiduría, y la enseña no como un adorno, sino porque sabe que ella transforma la vida. Véase II Timoteo 3, 16; Hebreos 4, 12. ↑
* 13 y siguientes. De los que la aman: De aquí deduce San Juan Crisóstomo que si alguien dice no entender las palabras de Dios, no es que le falte inteligencia, sino amor. Cf. Proverbios 1, 20 y nota. Amar la sabiduría es ya tenerla. Esta maravillosa revelación que Dios nos hace por medio del Sabio, se confirma y demuestra intensamente a través de toda la divina Escritura. El que desea la sabiduría ya la tiene, pues si la desea es porque el Espíritu Santo ha obrado en él para quitarle el miedo a la sabiduría, ese sentimiento monstruoso de desconfianza que nos hace temer la santidad y aun huir de ella como si la sabiduría no fuese nuestra felicidad sino nuestra desdicha. Lo vemos claramente: si yo no creo que esto es un bien ¿cómo voy a desearlo? Por consiguiente, si lo deseo, ya he descubierto que ello es un bien deseable y ya me he librado de aquel miedo que es la obra maestra del diablo y del cual nadie puede librarme sino el Espíritu Santo, que es el Espíritu de mi Salvador Jesús, y entonces ya soy sabio, pues que deseo lo que hay que desear. Y ahora viene la secunda confirmación de esta maravilla: desear la sabiduría es ya tenerla, porque ella está deseando darse, es decir, que se da a todo el que desea. El que sale a buscarla se hallará con que a la puerta de su propia casa estaba ella esperándolo (versículos 14-15). Y Santiago nos enseña que todo el que necesita sabiduría no tiene más que pedirle a Dios que la da (Santiago 1, 5). La sabiduría personificada es Jesús, encarnación de la Sabiduría del Padre (Proverbios 1, 2; 3, 19; 8, 4; 9, 4; Salmo 118, 89; Job 28, 12; 38, 5). Es Él quien “está a nuestra puerta y. nos llama” a su banquete (Apocalipsis 3, 20). ↑
* 15. Así encontró Tobías a Rafael (Tobías 5, 5). Es imposible leer estas maravillas sin sentirse conquistado por la magnitud de estas promesas. Véase Proverbios 1, 2 y nota. ↑
* 18. Nótese que hay aquí un perfecto silogismo (sorites), que recuerda a Romanos 5, 2-5 y II Pedro 1, 5-7. La admirable conclusión está en el versículo 21. Hay aquí todo un tratado de vida espiritual. ↑
* 21. Al reino eterno: véase Romanos 5, 17; II Timoteo 2, 12; Apocalipsis 5, 10; I Pedro 2, 9; Daniel 7, 27; I Corintios 15, 24 y siguientes. ↑
* 23. Este versículo falta en el griego. ↑
* 24. Engendrada: “y no hecha”, según enseña el Credo. La Sabiduría es el Verbo (versículo 17), que salió de Dios como exhalación de su virtud (7, 25), y es artífice de todas las cosas del mundo (7, 21). Es lo que San Juan nos explica en el Evangelio con que acaba la Misa (1, 1 y siguientes.). ↑
* 26. La muchedumbre de sabios es la felicidad del mundo. Hoy se cree erróneamente que en la multitud de técnicos consiste el bienestar de la humanidad. Pero dada la tecnificación de las ciencias, éstas están, en general, fuera del ámbito de la sabiduría, aunque la palabra sabiduría se usa hoy en sentido de ciencia, lo cual significa, ni más ni menos, negarla. Uno puede ser un hombre de ciencia, el más erudito de su gremio, y sin embargo estar adicto a ideologías perversas, porque le falta la sabiduría; y a la inversa, un hombre sencillo y sin título universitario, puede ser muy sabio, porque se arraiga en Dios y camina por los senderos de la Ley divina. ↑
* 1. Desde aquí deja el autor hablar a Salomón en primera persona. Su objeto es destacar que semejante sabiduría no se concibe sino en función de Dios (véase la Introducción a los Proverbios) y que ese don no es privilegio de ciertos hombres, sino que todos pueden participar de él, con tal que lo deseen y lo pidan (véase versículos 7 y 15). ↑
* 2. Véase Job 10, 10. Habla de diez meses lunares. Véase Salmo 80, 4 y nota. ↑
* 3. Mi primera voz... fue de llanto: El niño, sin saberlo, dice San Agustín, presiente el dolor; su mirada, como una mirada profética, abraza las mil aflicciones de la vida que tendrá que sufrir y que deplora. Nótese la cruda elocuencia, propia del Eclesiastés, que nos dispone a despreciar lo temporal. Es todo lo contrario del humanismo. ↑
* 6. Véase Job 1, 21. ↑
* 7. Recuerda el capítulo 3 del tercer Libro de los Reyes, donde se relata cómo Salomón pidió a Dios el don de la sabiduría y cómo el Señor accedió a su humilde pedido. Nótese que no sólo la sabiduría sino también su uso es un don de Dios. El sabio, dice San Bernardo, es el que ve las cosas tal como son en sí mismas; es decir, que ve las cosas divinas como divinas, las humanas como humanas, y distingue las eternas de las transitorias. ↑
* 10. He aquí el “amor de preferencia”, piedra de toque de la santidad. Es simplemente el primero de los diez mandamientos. ↑
* 11. Véase Proverbios 24, 4; III Reyes 3, 13; Mateo 6, 33. Nótese el contraste con la ciencia humana en Eclesiastés 1, 18; 2, 13 y notas. ↑
* 12. Me gozaba en todas las cosas: Para el que acepta el don de la sabiduría todas las cosas son motivo de gozo. ¿Puede haber mayor felicidad? ↑
* 13. La comunico: Aquí, como en 6, 24, vemos que no hay nada esotérico u oculto (Proverbios 1, 20). Observemos además la suma audacia de este lenguaje, que sería una impostura si no fuese Dios quien habla. Cf. Proverbios 1, 2 y nota. ↑
* 14. Un tesoro infinito: De ahí que sean ricos interiormente los que renuncian a todas las cosas perecederas. “Es cierto, dice San Bernardo, cuanto menos se desean las riquezas, más libres somos, dueños de nosotros mismos y verdaderamente ricos. Desprendido el hombre de todo, lo posee todo y lo posee plenamente. porque la adversidad, lo mismo que la prosperidad, le está sometida y opera en su favor. El avaro tiene hambre de las cosas de la tierra, y el fiel, por el contrario, las desprecia como dueño. Poseyéndolas, el primero las mendiga; despreciándolas, el segundo las posee” (Sermo XXI in Cantico Canticorum). ↑
* 17 y siguientes. Véase la descripción que los Libros de los Reyes hacen de Salomón, sobre todo III Reyes 3, 16-28; 4, 33; 5, 9-14; 10, 1-9. ↑
* 21. Véase sobre esto Proverbios 30, 4 y su nota. ↑
* 22. El Hijo, o Verbo, Sabiduría eterna del Padre, que “siempre está obrando, lo mismo que el Padre” (Juan 5, 17) y “por quien fueron hechas todas las cosas” (Credo de la Misa), es al mismo tiempo nuestro Instructor (versículo 21) y “único Maestro” (Mateo 23, 10), porque en él está la plenitud del Espíritu Santo (Isaías 11, 2; 61, 1; Lucas 4, 18) que aquí se describe. Tenemos, pues, en este pasaje, una perfecta definición espiritual de Jesús. Podemos ver otras en Isaías 42, 1 y siguientes, citado por Mateo 12, 18-21; 17, 5; Cantar de los Cantares 5, 10-16; Hebreos 1, 3 y I Juan 4, 16. Multiforme: en la variedad de los dones que comunica (I Corintios 12, 4 y siguientes). “Don Septiforme” lo llama la Liturgia (Isaías 11, 1 s.; Apocalipsis 1, 4). Elocuente: en los Profetas, “por cuya boca habla”, y en los creyentes, a quienes inspira (Marcos 13, 11; Lucas 21, 14 s.). “El Espíritu Santo ilumina a todos los hombres para hacerles conocer a Dios, inspira a los profetas, hace sabios a los legisladores, consagra a los sacerdotes…” (San Basilio). ↑
* 23. Amador de los hombres: He aquí lo que nos interesa sobre todas las cosas. Porque es la fe en este Amor lo que nos hace corresponder a Él. Ver 11, 27; Salmos 102, 13; 110, 10 y notas. ↑
* 26. Véase versículo 22 y nota. Demuestra la consubstancialidad del hijo con el Padre. El Verbo Amor es la luz que refleja la bondad del Padre cuya esencia es amor (cf. Introducción). San Pablo y San Juan emplean expresiones casi idénticas. Hebreos 1, 3 parece una cita de este versículo y así la considera Fillión. Sería una de las pocas citas de los Libros deuterocanónicos hechas en el Nuevo Testamento. ↑
* 27. Una sola: Hijo Unigénito. Lo puede todo: “El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus manos” (Juan 3, 35). Formando amigos de Dios: “Nadie viene al Padre sino por Mi” (Juan 14, 6). ↑
* 28. Dios solamente ama al que mora con la sabiduría, es decir, a los que se rigen por la palabra de Dios. La bondad del divino Padre nos ha mostrado por experiencia a muchas almas que así se han acercado a Él mediante la miel escondida en su palabra y que, adquiriendo esa palabra, han gustado el sabor de la Sabiduría que es Jesús (cf. Proverbios 8, 22; Eclesiastés 1, 1), y hallan cada día tesoros de paz, de felicidad y de consuelo en este monumento —el único eterno (Salmo 118, 89)— de un amor compasivo e infinito (cf. Salmo 102, 13; Efesios 2, 4 y notas). Para ello sólo se pide atención, pues claro está que el que no lee no puede saber. Como cebo para esta curiosidad perseverante, se nos brindan aquí todos los misterios del tiempo y de la eternidad. Sólo quedarán excluidos de este banquete los que fuesen tan sabios que no necesitasen aprender; tan buenos, que no necesitasen mejorarse; tan fuertes, que no necesitasen protección. Por eso los fariseos se apartaron de Cristo que buscaba a los pecadores. ¿Cómo iban ellos a contarse entre las “ovejas perdidas”? Por eso el Padre resolvió descubrir a los insignificantes esos misterios que los importantes —así se creían ellos— no quisieron aprender (Mateo 11, 25). Y así llenó de bienes a los hambrientos de luz y dejó vacíos a aquellos “ricos” (Lucas 1, 53). Por eso se llamó a los lisiados al banquete que los normales habían desairado (Lucas 14, 15-24). Y la Sabiduría, desde lo alto de su torre, mandó su pregón diciendo: “El que es pequeño que venga a Mi.” Y a los que no tienen juicio les dijo: “Venid a comer de mi pan y a beber el vino que os tengo preparado” (Proverbios 9, 3-5). ↑
* 29. Más hermosa que el sol: El Padre llama a Jesús “el hermosísimo entre los hijos de los hombres”, véase Salmo 44, 3 y nota: Hebreos 1, 8 s. ↑
* 30. Jamás prevalece: Nótese cómo nuestra fe es triunfal (I Juan 5, 4). Aunque atravesamos el período de prueba (I Pedro 1, 7) y persecución (Juan 16, 1 y siguientes) sabemos que el príncipe de este mundo de tinieblas no tiene poder alguno sobre Cristo (Juan 14, 30), ni prevalecerá contra los que están unidos a Él (Mateo 16, 18); que las tinieblas aunque rechacen la luz, no podrán ocultarla (Juan 1, 5), que nuestro Rey es el vencedor del mundo (Juan 16, 33) y que lo veremos venir en su gloria (Mateo 26, 64; Juan 1, 51; Apocalipsis 1, 7). No es nuestra Religión “la derrota al pie de un Crucifijo”, como escribió una vez impíamente Romain Rolland, ni reconoce una lucha entre dos principios equivalentes del bien y del mal, como Ormuzd y Ahrimán, según los persas. Sólo existe el “misterio de iniquidad” (II .Tesalonicenses 2, 6 s.) hasta que Jesús lo destruya en su Parusía o segunda venida (ibíd. versículo 8; Apocalipsis 19, 15). ↑
* 1. Abarca todas las cosas: “Por Él (por Jesús, oh Padre) todo lo creas, lo santificas, lo vivificas, lo bendices y nos lo das” (Canon de la Misa). Con suavidad: Divino ejemplo que contrasta con nuestra nerviosidad, nuestro celo inquieto, nuestra fiebre de obras. La primera palabra de Jesús es siempre: “La paz sea con vosotros; no se turbe vuestro corazón.” Condición indispensable de la infancia espiritual, que en todo cuenta con la actividad de Dios antes que con la propia. Véase la preciosa revelación que recibe Elías en la cueva (III Reyes 19, 9 y siguientes): No está el Señor en vendavales ni terremotos sino en la suave brisa. Observa el Doctor de Hipona: “La sabiduría hace pacífico como Dios al que la practica; le pone sereno, tranquilo, imperturbable, elevado; le hace andar como un ángel lo mismo en las adversidades como en la prosperidad.” ↑
* 2. Jesús es por excelencia el Esposo, como se ve en el Cantar de los Cantares, y el papel femenino corresponde al alma, porque el varón es cabeza de la mujer (Efesios 5, 23). Así lo es también Él para la Iglesia, con la cual el Cordero celebrará sus Bodas como nos enseña el Apocalipsis 19, 6-9. Salomón habla aquí de la sabiduría como fruto y tesoro cuya posesión íntima codicia el alma. No creemos, sin embargo, que en este pasaje pueda identificarse a la Persona de Jesús con el de una esposa. Él es demasiado rico y nosotros demasiado pobres para tal presunción. Pero es Él, ciertamente, quien nos da su propia sabiduría como compañera nuestra y saludable consejera. ↑
* 3. La unión que tiene con Dios nos la dice Juan: el Verbo era en Dios desde el principio y el Verbo era Dios (Juan 1, 1). De ahí que sea inseparable de Él (véase 7, 25). La ama el Señor: “Este es mi Hijo en quien tengo puesta mi complacencia” (Mateo 3, 17). ↑
* 4. Véase en Proverbios 8, 22-31 cómo el Verbo Eterno acompañó al Padre en la Creación. En cuanto a nosotros, Él es también “la luz verdadera que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre” (Juan 1, 9). ↑
* 5. Creadora de todas las cosas: por donde vemos cuán lejos está de ser ociosidad la adquisición de la sabiduría. Sin ella, en vano querríamos realizar obras que agradasen a Dios. Véase 9, 10 y nota; Eclesiastés 39, 1. ↑
* 7. La Sabiduría es madre de las virtudes, en primer lugar de las cuatro cardinales o fundamentales que aquí se enumeran. De este texto las ha tomado la Teología. ↑
* 8. Nótese aquí el aspecto profético de la Sabiduría. Dios se gloria muchas veces de ser el único que anuncia, desde mucho antes, las cosas que han de suceder (Isaías 46, 10; 42, 9; 44, 26-28). Lo mismo hace Jesús (Juan 16, 4, etc.), y nos dice que también el Espíritu Santo nos revelará lo porvenir (Juan 16, 13), como efectivamente lo hizo en las cartas de los apóstoles San Pedro y San Pablo y en el Apocalipsis de San Juan. De ahí que hemos de cuidarnos de “despreciar las profecías” (I Tesalonicenses 5, 20), cuyo estudio es lo propio del que quiere ser sabio según Dios (Eclesiastés 39, 1). Véase principalmente Mateo 24, que es la profecía más transcendental del Nuevo Testamento. ↑
* 9. Será el consuelo: Es lo que San Pablo llama la “consolación de las Escrituras” (Romanos 15, 4). ↑
* 10. He aquí la ambición legítima, la más alta de un joven. Véase Proverbios 1, 4; Sabiduría 4, 13; Salmo 118, 99 s.; I Corintios 1, 31; Jeremías 9, 24; Daniel 12, 3. ↑
* 11. Y los príncipes… causo: falta en el griego. ↑
* 12. Poner los dedos en los labios es señal de silencio y reverencia. Cf. Tob 21, 6; Proverbios 30, 32. ↑
* 14. Gobernaré los pueblos: Véase 3, 8; 6, 21 y notas. ↑
* 16. Véase versículo 2; Salmo 118, 162 y notas. Es éste un texto ideal para grabar como lema en nuestro gabinete de estudio o en la tapa de nuestra Biblia. Familiarizarse con la sabiduría que se nos manifiesta a través de las páginas de la Sagrada Escritura no puede decirse que sea cosa difícil, pues Dios la facilita a los humildes, a quienes Él descubre lo que oculta a los sabios (Mateo 11, 25). Cosa larga, sí, es; tan larga que nadie le da término en su vida. Pero con la ventaja de que interesa desde el primer- momento, pues cada día vamos descubriendo nuevas maravillas. En eso se distingue de otros estudios, como p. ej. el de un instrumento musical, que no agrada sino cuando se está algo adelantado. Porque quien no busca la erudición vana sino el aprovechamiento espiritual, lo halla inagotablemente en cada Salmo, en cada versículo del Evangelio, de San Pablo, etc. y descubre así con cuánta verdad nos dice aquí la misma Sabiduría que su conversación nos atrae consuelo y alegría. ↑
* 17. Se halla la inmortalidad: Cómo esto se realiza lo dice Jesús en Juan 17, 3: “La vida eterna consiste en que te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo, Enviado tuyo.” ↑
* 18. Conversar con ella: ¿Cómo mejor que meditando la Palabra de Dios? “’Tenemos necesidad de leer la Sagrada Escritura, puesto que por ella aprendemos lo que debemos hacer, lo que hay que dejar y lo que es de apetecer”. (San Bernardo). ↑
* 19 s. “El sentido general es: aun cuando yo era de buena índole, no bastaba esto para alcanzar la sabiduría, que es don de Dios. De ahí el sentido concesivo o adversativo de los versículos 19-20, cuya significación, por tanto, no es lícito forzar o extremar. Más concretamente, en el versículo 20 vine a un cuerpo no significa la preexistencia del alma, sino más bien su procedencia extrínseca, es decir, de la creación de Dios, no de la generación humana. El llamar incontaminado al cuerpo no niega el pecado original, del cual no se habla aquí (cf. 10, 1-2); mas afirma que la materia no es sustancialmente mala” (Bover-Cantera). ↑
* 21. No podría ser continente: Otros traducen: No podría alcanzarla. San Agustín lo refiere a la continencia que consiste en practicar las virtudes, inclusive la castidad, y huir de los vicios; lo que no puede conseguirse sin un particular don de Dios. Cf. Proverbios 2, 16 y nota. Por eso la oración que sigue. ↑
* 1. Esta Palabra es Jesús, el Verbo (Logos) encarnado “por quien fueron hechas todas las cosas” (Juan 1, 3). El autor de esta oración se inspira en III Reyes 3, 5 y siguientes, donde el rey Salomón pide a Dios el don de la sabiduría. Cf. Génesis 1, 1 y nota. ↑
* 4. La Sabiduría asiste al trono del Altísimo porque es igual a Él en esencia. Ahora también con (su Humanidad Santísima, está Jesús “sentado a la diestra del Padre”. De entre tus hijos: véase Juan 15, 15, donde Jesús distingue entre amigos y siervos según que conozcamos o no los secretos de la Sabiduría que Él vino a enseñarnos. ↑
* 6. No valdría nada, “como un globo desinflado”, dice un piadoso autor. En efecto, Jesús enseña que la carne es flaca (Marcos 14, 38) y para nada sirve (Juan 6, 64). El espíritu es lo que da la vida, es decir, el gas que llena el globo para que pueda levantarse. Ese espíritu no es el nuestro, sino el Espíritu de Dios que Él nos comunica por medio de su Palabra Omnipotente, ya que es el Espíritu Santo quien habla en ella, y Jesús nos dice que sus palabras son “espíritu y vida” (Juan 6, 63; Vulgata 6, 64). Hay, pues, que renovar ese gas cada día, a cada instante, porque, en, cuanto lo olvidamos, el globo se desinfla y vuelve a caer. Tal es el sentido de lo que Jesús nos dice en Juan 15, 5. ↑
* 8. La ciudad de tu morada: Jerusalén. Para construir el Templo asistió a Salomón la Sabiduría, inspirándole a él y a los artífices. Véase I Paralipómenos 28, 11, 20. Que dispusiste desde el principio. El Templo de Jerusalén tiene su modelo en el Tabernáculo que Dios ordenó hacer en el desierto (Éxodo 25, 9; 26, 30). Véase Hebreos 8, 2; 9, 11; Apocalipsis 13, 6; 15, 5. ↑
* 10. Nótese que hay aquí una gran luz. Saber en todo momento lo que a Dios le agrada es la suma sabiduría, al mismo tiempo que es la plena claridad de la conciencia y la felicidad del corazón. Cuando alguien se empeña en invitarnos con manjares excesivos o que nos desagradan, no comprende que, pretendiendo obsequiarnos neciamente, nos hace sufrir. Así también es muy fácil que, por no conocer el corazón de Dios tal como Él se ha revelado, creamos complacerlo con cosas que no le gustan, v. gr. con oración a fuerza de palabras (Mateo 6, 7 s.) o de obras que no son según su Espíritu (véase Isaías 1, 11 y siguientes; 66, 3; I Reyes 15, 22; Proverbios 15, 8; Jeremías 6, 19 s.; Oseas 6, 6; Amós 5, 21 s.; Miqueas 6, 6 y siguientes; I Corintios 3, 12 ss.; 13, 1 y siguientes; Marcos 7, 6 y siguientes; Mateo 23, 15; Salmo 49, 8 y siguientes y nota). Podemos comprender bien todo esto sabiendo que Dios no se nos ha revelado como un funcionario, que busque el cumplimiento material de sus ordenanzas, ni menos como una abstracción metafísica, sino como un Padre que tiene corazón de tal (recordemos la parábola del hijo pródigo), por lo cual nuestros obsequios no pueden agradarle sino en la medida del sincero amor y la filial confianza que los inspiren. Véase Eclesiastés 1, 34; Hechos de los Apóstoles 10, 15 y nota. ↑
* 11. Me guiará: El modelo para esto es Jesús, que sabía siempre (versículo 9) lo que al Padre agrada, y lo hacía siempre (Juan 8, 29). ↑
* 13. Véase Isaías 40, 13; Jeremías 23, 18; Romanos 11, 34; I Corintios 2, 16. ¿Quién podrá? Notemos que el hombre no llega al conocimiento perfecto de Dios por investigación propia o especulación a manera de Teosofía, sino que es Dios quien ha tomado la iniciativa de darse a conocer, primero por el Antiguo Testamento y luego más ampliamente por la Encarnación del Hijo (Hebreos 1, 1 s.). ↑
* 15. “Este enlace que tiene con el cuerpo corruptible el alma, le sirve de gran estorbo para entender muchas cosas” (San Bernardo). Véase Romanos 7, 24; II Corintios 4, 7; 5, 4; Efesios 4, 22. ↑
* 16. Véase lo que Jesús dice a Nicodemo en Juan 3, 10 s. “Es una comparación de menor a mayor. Si con mucha dificultad y a costa de mucha fatiga apenas llegamos a entender alguna de las cosas que están acá abajo, ¿cómo podemos llegar a rastrear, y mucho menos sondear las que están en el cielo, tan distantes de nosotros?” (Scío). ↑
* 19. Fueron salvados: “Jesucristo es Redentor por la palabra y por la sangre.” La segunda parte del versículo falta en el original griego. ↑
* 1. En la segunda parte, que comienza con el capítulo 10, se describe la actividad de la Sabiduría en la Historia. Véase Hebreos 11, donde San Pablo atribuye a la fe lo que se dice aquí de la Sabiduría, Para aumentar el interés el autor no pone nombres. ↑
* 2. Habla de Adán. Vemos aquí que él se arrepintió del pecado. Potestad: pero no ya como antes. Compárese Génesis 1, 26 y siguientes; 2, 20, con 3, 16 y siguientes. ↑
* 3. El impío es Caín, que por envidia mató a su hermano Abel (Génesis 4). ↑
* 4. Al justo: Noé, a quien Dios salvó en el Arca (Génesis 6-8). ↑
* 5. Precioso elogio de nuestro Padre espiritual Abrahán. Véase Génesis 22; Romanos 4, 16-25. ↑
* 6. Justo: Lot. Pentápolis: Las cinco ciudades de Sodoma, Gomorra, Adama, Seboím y Segor. Esta última, cuyo nombre significa “pequeña”, fue perdonada por intervención de Lot (Génesis 14, 1-12; 19, 19-23). ↑
* 7. Alusión a la mujer de Lot que, por su apego a la ciudad maldita, fue convertida en una columna de sal (Génesis 19, 26). Jesús recuerda este ejemplo (Lucas 17, 32) para indicar que el cristiano cuyo primer pensamiento, a la venida del Hijo del hombre, se fijase en la seguridad de sus bienes temporales, no sería digno del Reino (Fillion). Cf. Mateo 24, 16-18. ↑
* 10. Se refiere a Jacob (Génesis 27-32). Le mostró el reino de Dios. Evoca la visión de la misteriosa escala que tuvo Jacob en Betel (Génesis 28, 12 y siguientes). La idea del Reino de Dios no es exclusiva propiedad del Nuevo Testamento. La encontramos desde la primera página del Génesis (cf. las notas a Génesis 1, 28; 2, 16 s.; 12, 1; Salmos 92; 94; 95; 96; 21, 29; 44, 7; 46, 7-9; 144, 10-13; I Paralipómenos 29, 11; Tobías 13, 1-6; Ester 13, 9-14) y especialmente en los profetas. Así, por ejemplo, el profeta Abdías concluye su escrito con las palabras consoladoras: “El imperio será de Yahvé” (21); Zacarías profetiza; “Y reinará Yahvé sobre la tierra toda y Yahvé será único, y único su nombre” (14, 9). Isaías escribe al respecto: “La luna se enrojecerá, el sol palidecerá, cuando Yahvé Sabaot será proclamado rey” (24, 23); y en Daniel leemos: “En tiempo de esos reyes el Dios de los cielos suscitará un reino que no será destruido jamás, y que no pasará a poder de otro pueblo; destruirá y desmenuzará a todos esos reinos, mas Él permanecerá por siempre” (2, 44). También Miqueas prometió el Reino de Dios cuando dijo: “Y a la coja le daré descendencia, y a la descarriada la haré un pueblo poderoso, y Yahvé reinará sobre ellos en el monte Sión desde ahora para siempre” (4, 7). Todo el Antiguo Testamento está lleno de este anhelo que nosotros formulamos todos los días en el Padrenuestro: Venga a nos tu Reino. Le enriqueció: Cf. Génesis 30, 31-43. Recompensó; más exactamente: completó. De todos modos, es la gran revelación de cómo obra activamente Dios, sin el cual no cae un solo pajarillo (Mateo 10, 29). No nos lleva Él, como los sabios del mundo, a buscar en la satisfacción del amor propio “la alegría que es compañera inseparable del acto perfecto” (Aristóteles), sino a obrar como niños confiados en que su Padre añadirá y suplirá lo que falte a nuestra pobre pequeñez y ceguera. Véase Salmo 85, 1 y nota. Los versículos 10-14 forman la Epístola de la primera Misa del Común de Mártires. ↑
* 11. Alusión a Labán y a su familia, que engañaron a Jacob (Génesis 29, 15 y siguientes; 31, 7). ↑
* 12. La gran lucha que Jacob tuvo que sostener con el Ángel (Génesis 32, 25-33). La sabiduría: el griego dice: la piedad (véase I Timoteo 4; 8). ↑
* 13. Recuerda la historia de José, hijo de Jacob, que es un tejido de acontecimientos milagrosos (Génesis 39-41). Los pecadores: los hermanos de José, Putifar y su mujer. ↑
* 14. Convenció de mentirosos: Es el sentido de lo que dice Jesús: “La sabiduría ha sido justificada por sus hijos” (Mateo 11, 19). Porque los que se dejan guiar por ella triunfan al fin siempre, y se ve entonces que ella es la que salva (9, 19). ↑
* 15. Por el pueblo justo ha de entenderse el pueblo de Israel, escogido entre todas las naciones para trasmitir la revelación divina (Éxodo 3, 15). ↑
* 16. Entrándose en el alma: Notemos siempre la eminente actividad de la sabiduría. Basta dejarla entrar, y luego ella es la que obra. El siervo de Dios es Moisés (Éxodo 14, 31; Números 12, 7; Hebreos 3, 5). Reyes formidables: los faraones de Egipto. ↑
* 17. Por el toldo durante el día y la luz durante la noche se entiende la columna maravillosa que guiaba a los israelitas (Éxodo 13, 21 y siguientes; Deuteronomio 8, 2). ↑
* 19. Los retiró: Otra traducción: los lanzó afuera, es decir, a los enemigos. Los despojos de los impíos: los objetos de oro y plata que los israelitas pidieron a los egipcios por orden del mismo Dios (Éxodo 3, 21 y siguientes; 11, 2 s.; 12, 35 s.; Salmo 104, 37). ↑
* 20. Con cánticos: Véase Éxodo 15, 1-21. ↑
* 21. ¡Cuántas veces se nos inculca este consolador misterio! Véase Éxodo 4, 10 y siguientes; Salmo 8, 3; Mateo 11, 25; 21, 16; Lucas 10, 21. etc. ↑
* 1. El santo profeta es Moisés, caudillo del pueblo de Israel durante el viaje por el desierto. ↑
* 3. Alusión a los combates de los israelitas con los amalecitas (Éxodo 17, 8 y siguientes), con el rey de Arad (Números 21, 1-3) y con los amorreos (Números 21, 21-35; Deuteronomio 2, 31 y siguientes). ↑
* 4. Véase Éxodo 17, 1 y siguientes; Números 20, 2 y siguientes ↑
* 7. Los malvados: los egipcios. El perenne rio: el Nilo, cuyas aguas se convirtieron en sangre (Éxodo 7, 17): Los versículos 6 y 7 en griego: “Porque cuando los egipcios en vez de un río perenne, se hallaron conturbados con inmunda sangre, en castigo del decreto matador de los niños, diste agua a los israelitas, etc.” ↑
* 10. Viéndose ellos puestos a prueba: es decir, los israelitas, con privilegio de hijos. Los impíos: los egipcios. ↑
* 11. Los probaste: Cf. Ester 13, 18 y nota; Proverbios 3, 12. ↑
* 15. Le miraban con admiración, al verlo triunfante de su perversa oposición, a aquel Moisés a quien de niño habían expuesto en las aguas del Nilo (Éxodo 2, 3). ↑
* 16 y siguientes. Véase Éxodo 8, 1 y siguientes; 10, 1 y siguientes. Los egipcios adoraban hasta ranas y reptiles inmundos. ↑
* 17. Sobre este concepto véase Proverbios 5, 22 y nota. Cada pecado trae consigo una pena que le es propia. “Todo espíritu desarreglado es el castigo de sí mismo” (San Agustín, Confesiones). “Si el hombre no hace el bien que debe hacer, sufrirá la pena merecida. Así, por una admirable disposición de la Providencia, cuando abandonamos la justicia, nos abandona ella y se venga de cada una de las prevaricaciones de que nos hemos hecho culpables” (San Bernardo, In Cantico Canticorum). ↑
* 18. Materia nunca vista: en griego: materia informe: es el caos de que habla el Génesis 1, 2. ↑
* 19. Saludable enseñanza. Tan poca cosa somos, que moriríamos de espanto a la sola vista de ciertos monstruos. Véase Job 40 y 41 sobre Behemot y Leviatán. ↑
* 21. Tú dispones, etc. Cf. Proverbios 16, 11. ↑
* 24. Tú tienes misericordia de todos. Pareciera que algunas veces olvidamos sus misericordias antiguas. Por eso nos exhorta Santa Teresa: “Atajad el pensamiento de vuestra miseria lo más que pudiereis y ponedle en la misericordia de Dios” (Camino de Perfección XXIX, 3). Cf. III Reyes 8, 46 y. nota. ↑
* 25. Dios, aunque aborrece el pecado, que no es obra suya, ama al mismo tiempo la creatura que Él hizo (San Agustín). Harto ignorado es este dogma inmensamente consolador y propio para inspirar contrición cuando caemos. Todo padre sabe por experiencia que, aunque el hijo le ofenda, su corazón paternal no deja de amarlo, sino que sufre al verle extraviado, precisamente porque sigue amándolo. ¿Acaso el divino Padre no nos ha revelado que su Corazón es así? Véase Salmo 102, 13 s. y nota. Aquí alega, para persuadirnos de ello, la más convincente de las razones; nos ama porque somos cosa suya, no porque seamos amables. Es el mismo argumento que da Jesús como Buen Pastor. Véase Juan 10, 12-15. ↑
* 27. Amador de las almas: Es éste el más consolador de los dogmas que han sido revelados al hombre. Podría, en efecto, el Creador ser poderoso, eterno, omnisciente… y todo eso ya lo vemos por la naturaleza (véase 13, 1 y nota; Romanos 1, 20). Pero ¿qué sería de nosotros sí con todo eso fuera malo y cruel? ¡Mas San Juan nos dice que Él es amor (I Juan 4, 8) y San Pablo no se cansa de destacar ese excesivo amor con que Él nos ama (Efesios 2, 4) y esa infinita bondad que lo llevó hasta dar su Hijo por nosotros (Juan 3, 16) para hacernos semejantes a ese Hijo único (Filipenses 3, 21). Santo Tomás formula el mismo pensamiento diciendo que Dios está más dispuesto a darnos que nosotros a recibir. Esta Buena Nueva de la bondad de Dios nunca hubiera podido ser conocida si Él mismo no nos la hubiese descubierto. En ella reside nuestra suprema felicidad, y nuestra salvación, porque el hombre que no se cree amado y redimido por la gracia de Dios, caerá o en el abismo de la desesperación al ver su miseria propia, o en la soberbia de creerse justificado por sí mismo. Véase Denz. 192-194. ↑
* 1. En griego: porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Quiere decir que Dios no sólo crea sino también mantiene todas las cosas por su poder. Véase Salmo 103, 29 s. y nota. ↑
* 2. He aquí todo un capítulo de vida espiritual que nos descubre la pedagogía de Dios para con nosotros (véase versículos 25 y siguientes). “Las almas inspiradas e iluminadas por el Espíritu Santo se elevan a la espiritualidad, se convierten en templo, en mansión de las gracias del Espíritu Santo, y aún en mansión del mismo Espíritu Santo y hacen descender su gracia sobre los demás” (San Basilio). ↑
* 5. Bover-Cantera, quien traduce del griego, da a este versículo la siguiente versión: por sus homicidios despiadados de sus hijos, banquetes canibalescos de carnes humanas y de sangre, a esos iniciados salidos de en medio de una bacanal. Los cananeos inmolaban a sus propios hijos (Levítico 18, 21; Deuteronomio 12, 31; 18, 10; IV Reyes 3, 27). Dios enseña muchas veces su horror por esas cosas (Jeremías 7, 31; 19, 5; IV Reyes 3, 27; 16, 3; Jueces 11, 35). De ahí que Él mismo ordenó (versículo 6) el exterminio de ésos pueblos (Números 33, 51-56; Deuteronomio 20, 17; Salmo 77, 54). En medio de tu sagrada tierra; literalmente: en medio de tu juramento, es decir, en la tierra que por medio del juramento hecho a Abrahán estaba dedicada al culto Tuyo. ↑
* 8. Véase Éxodo 23, 28; Deuteronomio 7, 20. Josué 24, 12. ↑
* 10. ¡Cuántos acontecimientos de la historia antigua y moderna podrían explicarse a la luz de esta revelación! Cf. I Corintios 5, 5. ↑
* 11. Noé había maldecido a Canaán, hijo de Cam y padre de los cananeos (Génesis 9, 25). De Cam procede, como se cree, también la raza negra, que aún sufre ciertas desventajas. Pero como Dios ama a todos (ver 11, 25) no podemos dudar de que la divina bondad sabe sacar de ello también bienes espirituales, que algún día conoceremos, como puede verse en otros casos de la Escritura (cf. Romanos 8, 28; I Corintios 5. 5; II Corintios 2, 6; I Pedro 3, 20, etc.). ↑
* 12. Recojamos esta saludable lección, sin la cual nuestro natural orgullo pretende juzgar a la sabiduría infinitamente buena y se escandaliza de las Sagradas Escrituras porque la santidad que ellas enseñan no siempre coincide con nuestra opinión. En este sentido nadie produjo mayor escándalo que el Hijo de Dios cuando se hizo hombre. Véase II Corintios 10, 5; I Corintios 1, 19; Isaías 28, 9; 29. 14; 33, 18; Romanos 9, 20; Job 42, 3; Eclesiastés 6, 25 a.; Mateo 11, 6; 24, 10. ↑
* 15. Dios no obra nunca contra la justicia, aunque sí más allá de la justicia, esto es, con misericordia (Santo Tomás). No podemos, pues, decir que sufrimos injustamente, ni aun en las guerras. Es un arcano que sólo Dios conoce. ↑
* 16. No como hombres, los cuales cuando son poderosos suelen violar los derechos del prójimo (versículo 19). ↑
* 17. Que no te reconocen: en griego: que no lo conocen, esto es, que sabiendo tu poder te desobedecen. El primer hemistiquio alude especialmente a los príncipes paganos (Éxodo 5, 2; IV Reyes 18, 35; II Macabeos 9. 4). El segundo a todos nosotros. ↑
* 19. El justo debe ser humano: Profunda meditación para el que se sienta irreprensible como el hermano mayor en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 29 s.), o como el fariseo del Templo (Lucas 19, 9), y en nombre de la moral se muestra implacable con los caídos. Para estos últimos vino especialmente Jesús. Véase Mateo 18, 11; 21, 31; tac. 19, 10. Un dramaturgo moderno ha fustigado bajo el título de “malhechores del bien”, a los que incurren en crueldad so pretexto de beneficencia. ↑
* 20. Sobre esta suavidad de Dios, véase por ejemplo lo que nos revela San Pedro acerca de los que murieron en el diluvio (I Pedro 3, 19 s.; Génesis 8, 21). “Dios, dice San Agustín, ha amado al impío a fin de hacerle justo; ha amado al enfermo a fin de curarle; ha amado al perverso para volverlo a traer al buen camino; ha amado al que había muerto para devolverle la vida.” ↑
* 22. “¡Admiremos este amor que no castiga para vengarse ni para aterrorizar, sino para dar lugar a la misericordia!” Este privilegio de Israel es mayor aún en los cristianos, para quienes Jesús instituyo misericordiosamente el Sacramento de la Penitencia. De ahí la admonición de San Pablo en Romanos 11, 22. ↑
* 23. Por medio de aquellas cosas: De ahí el refrán: In quo quis peccat, in eo punietur. Cf. 11, 17 y nota. ↑
* 24. Alusión a los egipcios, que adoraban cocodrilos, ranas, moscas, etc. que vinieron a convertirse en plagas para Egipto (11, 16; Romanos 1, 23). ↑
* 26 s. Vemos una vez más la preocupación de Dios por evitar castigos (versículo 2). Un castigo digno de Dios: la terrible muerte de los primogénitos y finalmente la destrucción del ejército egipcio en el Mar Rojo. ↑
* 1. En los tres capítulos que siguen, se describen el origen, las formas y la insensatez de la idolatría; primeramente la adoración de la naturaleza y luego la fabricación y el culto de los ídolos. Enseñan y muestran cómo la idolatría es locura, o sea todo lo contrario de la sabiduría. La bellísima verdad de que por las cosas creadas puede el hombre conocer al Creador, al adorable Artífice y sus perfecciones invisibles, está confirmada por San Pablo ampliamente (Romanos 1, 19 y siguientes) al punto de que él declara inexcusables a los paganos que no conocen a Dios. Véase 11, 27 y nota y el Juramento Antimodernista de Pío X (Denz. 2.145). Aquel que es: Equivale en hebreo al nombre de Yahvé. Véase Éxodo 3, 14 y nota. ↑
* 2. Véase Deuteronomio 4, 19; 17, 3. ↑
* 3. Estas divinas palabras deberían estar escritas como un lema en el taller de todos los artistas. ↑
* 5. Véase Salmo 18, 2. A las claras: Crampón vierte: por analogía. La misma Escritura suele valerse de las cosas naturales, el sol, el arco iris, el trueno, etc., como imagen de los divinos atributos. ↑
* 6. Menos reprensibles, en comparación con los idólatras, de los cuales va a tratar en los versículos 10 y siguientes. Nótese la preciosa disculpa: es que buscaron a Dios fuera de sí mismos, y no pretendieron destronar a Dios endiosando las obras propias. Cf. II Tesalonicenses 2, 4; Apocalipsis 13, 14 y siguientes. ↑
* 7. Se nos previene contra el sentimentalismo para que no lo confundamos con lo espiritual. ↑
* 9. No echaron de ver al Señor: Ahí está lo trágico del paganismo. Sin embargo el mundo conoció al principio a Dios (cf. 14, 13), pero lo olvidó. San Pablo no relega a un pasado lejano el conocimiento que los paganos tenían de Dios. Poseían en las creaturas algo así como un espejo en que el Creador se refleja, y el Concilio Vaticano I, apoyándose en San Pablo, definió que Dios puede ser conocido por la sola luz de la razón. Por haber olvidado a Dios los paganos sufrieron el más terrible de los castigos: fueron entregados a sí mismos, a sus pasiones, al espíritu de error y mentira (cf. Romanos 1, 24 y siguientes.); la cual no es otra cosa que una sustracción de la gracia, cuya disminución y falta aumenta necesariamente las caídas y provoca mayores y más severos castigos. Así se explica la gran difusión de la idolatría. El paganismo antiguo no debe confundirse con el neopaganismo. Los antiguos creían demasiado, tenían en cada casa una estatua o un ídolo, ofrecían muchos sacrificios y se sentían en todas las empresas atados a un dios, en tanto que el neopaganismo que entró en el mundo en tiempos del Humanismo, pronto degeneró en racionalismo y ateísmo, que no reconoce ni a Dios ni a dioses. Por eso es el colmo de la apostasía. ↑
* 11 y siguientes. Véase Isaías 14, 9-20; Jeremías 10, 3-5. La necedad de la idolatría se nos manifiesta aquí en un cuadro maestro de ironía que recuerda la estupenda carta de Jeremías en el capítulo 6 de Baruc. Véase también Éxodo 20, 4; Deuteronomio 16, 22; Salmo 105, 19; 113B, 4. La historia muestra que tales locuras han sido pura realidad, y San Pablo vuelve a condenar la idolatría (I Corintios 6, 9; Gálatas 5, 20, etc.) cuyo concepto extiende a la avaricia y a la lujuria (Efesios 5, 5; Colosenses 3, 5). El mundo de hoy, adorador del hombre, no es mejor que aquéllos, y el Apocalipsis (21, 8; 22, 15) habla de los idólatras, no obstante referirse a los últimos tiempos, pues que en ellos se adorará al Anticristo (Apocalipsis 13). ↑
* 16. Véase Baruc 6, 26 y 57; Isaías 46, 2. ↑
* 1. Un leño: un ídolo. Más que el endeble ídolo vale el barco porque fue construido con sabiduría y es capaz de salvar a los hombres con la ayuda de Dios. ↑
* 3 y siguientes. En esta oración de la Sabiduría es de notar la invocación de Dios bajo el nombre de Padre, como Jesús nos enseñara llamarlo en el Nuevo Testamento. Cf. Isaías 63, 16; Jeremías 3, 4 y 9. Sobre la navegación véase Salmo 106, 23-31 y nota. ↑
* 5. Las obras de tu sabiduría: Esto nos hace notar cómo las maravillas de la naturaleza que el hombre descubre, como por ejemplo la radio, etc., no son obra nuestra, sino de Aquel que las puso en la Creación. ↑
* 6. Alude al diluvio. Por la esperanza de toda la tierra se entiende Noé y su familia que fue salvado mientras que los malvados perecieron. Cf. Génesis 7, 21 y nota. ↑
* 7. Los santos Padres ven en esta expresión no solamente el arca sino una alusión profética al leño de la Cruz (Hechos de los Apóstoles 5, 30; Gálatas 3, 13), en la cual Cristo nos mereció la justicia. ↑
* 9. Pero “no desea Dios la muerte del pecador sino que se convierta a Él y viva”, como lo reveló Jesús en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 20). ↑
* 12. Fornicación: en lenguaje bíblico: idolatría (véase Salmo 105, 19 y nota). ↑
* 15. He aquí el culto de los muertos, muy común entre los pueblos antiguos, y aun hoy entre los chinos y japoneses. Entre sus criados: el padre del muerto establece ciertos ritos, según los cuales sus criados han de ofrecer al hijo sacrificios. Aprendemos aquí a no honrar inmoderadamente los retratos y estatuas de los muertos. ↑
* 16. Véase por ejemplo el decreto de Nabucodonosor sobre la adoración de su imagen de oro (Daniel 3). ↑
* 17. Otro origen de la idolatría: el culto de los soberanos: en Roma, por ejemplo, el culto del César provocó la persecución y martirio de los que adoraban a Dios y a su Hijo Jesucristo. Hoy día está en boga el culto de los grandes deportistas y boxeadores. ↑
* 21. El nombre incomunicable: es decir, Yahvé (Aquel que es); nombre de Dios que no puede darse a otro, ni tampoco podía pronunciarse entre los judíos. Véase Éxodo 3, 14 y nota. ↑
* 23. Véase Deuteronomio 18, 10; Jeremías 7, 6. Alusión a los sacrificios hechos a Moloc (ver 12, 5). Sacrificios entre tinieblas: que se hacían durante la noche en cuevas y lugares subterráneos. Alude a los cultos clandestinos de Cibeles. Adonis, etc. Vigilias llenas de delirios: las bacanales, ritos en honor de Baco. ↑
* 25. Véase San Pablo en Romanos 1, 29 y siguientes; II Corintios 12, 20; I Timoteo 1, 9 y siguientes. ↑
* 26. Trastorno de la naturaleza, es decir, el pecado contra la naturaleza, que reprende San Pablo en los paganos (Romanos 1, 26). El autor sagrado parece trazar un cuadro de los tiempos presentes. ↑
* 30. Sintieron mal de Dios: Véase 1, 1 y nota. Toda forma de idolatría es causa de otros males; porque irrita al amante corazón de Dios, como un adulterio que nos aparta de Él. La bondad de un esposo llega a todo menos a permitir que la esposa se entregue a otro. Por eso en el versículo 31 se habla de venganza. ↑
* 2. Mientras los paganos nada pueden esperar ni temer de parte de sus ídolos impotentes, Israel que teme al Dios verdadero, nunca apostatará del todo, pues sabrá que puede convertirse confiando en la misericordia del Señor. Es lo que enseña San Juan (I Juan 3, 20 s.; cf. Proverbios 24, 12). ↑
* 3. Es, pues, el conocimiento de Dios lo que lleva a una vida pura y a la inmortalidad. Así lo dice Jesús en Juan 17, 3 para mostrar la suprema importancia de conocer al Padre. “El conocimiento de un solo Dios, dice San Jerónimo, es la posesión de todas las virtudes.” Y añade: “Amad la ciencia de las Escrituras, y detestaréis los vicios de la carne.” Véase Salmo 118 y sus notas. ↑
* 7. Parece que el orden del texto se halla un poco alterado (Nácar-Colunga), pues el autor vuelve al tema de la fabricación de los ídolos. No se puede mostrar más vivamente la ridiculez de los ídolos. Véase capítulo 13 y notas; Isaías 45, 9 y siguientes; Jeremías 10, 3 y siguientes, Baruc capítulo 6. Cf. Romanos 9, 20 s.; II Timoteo 2, 20 s. ↑
* 8. La deuda del alma: o sea, de la vida. Profunda expresión para mostrar que no es nuestra, sino que la recibimos con la vida, y que debemos restituirla al Creador. ↑
* 12. Una manera de vivir hecha para ganar: en griego es más vigoroso: la vida como un mercado para ganar. ↑
* 14. Alma nacida: en griego alma pueril (alma de un rapazuelo, dice Bover-Cantera). Le tienen avasallado: San Pablo recuerda, en contraste con la cristiana luz de la conciencia, esta servidumbre que significa el culto de los paganos (I Corintios 12, 1 y siguientes), cuyas religiones “no ofrecían ningún principio para el discernimiento de espíritus” (Buzy). ↑
* 15. Véase las mismas expresiones sarcásticas en Salmo 113 B, 4 y siguientes. Cf. 13, 10 y siguientes; Salmo 105, 9; 134, 17; Isaías 44, 9 y siguientes; Jeremías 10. 3; Hebreos 2, 19. ↑
* 18. Los egipcios adoraban a los animales más abyectos, como ranas y cocodrilos, y representaban a sus dioses con cabeza de gato, vaca, ibis, etc. Véase 12, 24 y nota. De la idolatría babilónica tenemos una descripción en Baruc capítulo 6 y en Daniel capítulo 14. ↑
* 19. Dios en el día de la Creación bendijo a las bestias (Gen, 1, 22). Esta bendición se transforma en maldición cuando se les tributa culto idolátrico. ↑
* 1 y siguientes. Nótese el contraste, que continúa en todo el capítulo: los egipcios castigados con ranas (Éxodo 8, 1 y siguientes) y los israelitas alimentados con aves (Éxodo 16, 2 y siguientes). Véase también Números 11, 31 y siguientes, donde se ve cómo la concupiscencia de Israel fue castigada. ↑
* 6 s. Una señal de salud: la serpiente de bronce, la cual salvó a quienes la miraban (Números 21, 6 y siguientes), no por virtud del objeto (versículo 7), sino por la fe, como figura del Salvador. Jesús lo confirma en Juan 3, 14 s. diciendo a Nicodemo: “Así como Moisés en el desierto levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado (en la Cruz), para que todo el que cree tenga en Él la vida eterna.” Esta admirable enseñanza tiene un alcance universal para que no atribuyamos virtud propia a nada ni a nadie, fuera de “Dios y su Hijo Jesucristo”, pues que, aun los medios más santos que Él mismo pone, sólo obran por la virtud que les va comunicando Él en su actividad incesante (Juan 5, 17), sin la cual toda creatura volvería automáticamente a la nada de donde salió (Salmo 103, 29 s. y nota). De ahí resulta el inmenso valor de la Cruz como imagen sagrada, en contraste con cuanto aquí se enseña sobre las imágenes idolátricas. El rey Ezequías destruyó la serpiente de bronce, sin duda para evitar su culto supersticioso (IV Reyes 18, 4). ↑
* 12. Tu palabra sana todas las cosas: El Primado de la Argentina ha recordado este carácter de la Palabra como remedio, acentuándolo fuertemente, en forma de condición sine qua non: “Volver a la lectura y a la meditación constante del Santo Evangelio, para luego, por medio de las obras, poner en práctica esa doctrina, será el único remedio para tantos males que afligen a la humanidad” (Cardenal Copello). Véase versículo 26; Éxodo 15, 26; Salmo 106, 20; Mateo 8, 8; San Juan Crisóstomo, Homilía 12 sobre el Génesis. ↑
* 14. Una vez recogida: Se refiere al sepulcro (scheol). Véase Job 10, 21; 14, 12; 19, 25 y notas. Cf. Salmo 103. 29 y nota. ↑
* 16 y siguientes. Véase Éxodo 9, 22 y siguientes. Las fuerzas de la naturaleza luchan por Dios obrando en favor de los israelitas (versículo 17) y en contra de los egipcios (versículo 18). Véase versículo 23; 5, 21 y siguientes y nota; 19, 18 y siguientes. ↑
* 19. San Bernardo compara este fuego con la ingratitud humana, la cual es un viento abrasador, “que seca el manantial de la piedad, el rocío de la misericordia, los canales de la gracia”. (Sermo XLI in Cantico Canticorum). ↑
* 20. Manjar de ángeles: el maná, que alimentó a los israelitas en el desierto (Éxodo 16, 31; Números 11, 8; 21, 5), y que es figura de la Eucaristía. Todo deleite, etc.: texto tomado para la antífona Panem de coelo praestitisti eis, omne delectamentum in se habentem. Si el deleite de Cristo consiste en estar con los hijos de los hombres, ¡cuántas han de ser las delicias de éstos al estar con Cristo y al recibirlo en sus corazones! ↑
* 21. Acomodándose al gusto de cada uno: San Agustín, San Gregorio Magno y otros Padres creen que el maná adquiría el gusto que deseaban los israelitas (versículo 25), si éstos eran fieles y lo tomaban con gratitud y ánimo devoto, pero para los otros era cosa común. Véase I Corintios 11, 29, donde el apóstol San Pablo hace análoga distinción respecto de la Sagrada Eucaristía. ↑
* 22. Alude al maná, que tenía la apariencia de nieve y hielo (Éxodo 16, 14), y no se derretía al ser cocido o asado. ↑
* 26. Tu palabra sustenta a los que creen en Ti: En el versículo 12 era remedio; aquí es alimento: comida y bebida, dice San Agustín. Véase Proverbios 9, 5; Jeremías 15, 16 y Deuteronomio 8, 3 que Jesús cita en Mateo 4, 4. De ahí la necesidad de predicar la palabra de Dios, lo cual es, según San Gregorio, el primer oficio del sacerdote. “Desdichado de mí si no predicare el Evangelio” (I Corintios 9, 16). “Así como las aguas de una fuente corren siempre, aunque nadie se aproveche de ellas, así también el predicador debe siempre cumplir su deber y anunciar la palabra de Dios, aun cuando pocas personas le escuchen y se conviertan” (San Crisóstomo, Homilía I de Lázaro). ↑
* 27 y siguientes. Admiremos el milagro y la belleza de toda esta enseñanza. En los capítulos siguientes se narra cómo Dios sigue multiplicando sus maravillas en favor del pueblo amado. ↑
* 1. Tus palabras: El griego sólo habla de los juicios, y los llama grandes e inescrutables- Muestra así que no podemos comprenderlos con el esfuerzo de nuestra inteligencia, sino solamente estudiando la Revelación que Él mismo nos dio. ↑
* 2 y siguientes. Sobre la plaga de las tinieblas véase Éxodo 10, 21-29. ↑
* 3. Negras maldades: Los sortilegios y pecados cometidos en el silencio de la noche fueron castigados con la misma oscuridad en que se escondían. ↑
* 4. Aquí y en lo siguiente, el autor sagrado refiere algunos rasgos que no se hallan en el libro del Éxodo, pero que se transmitían en la tradición judía. ↑
* 7. Los hechiceros egipcios, maestros en el arte mágico, habían intentado imitar los milagros que Moisés hizo por orden de Dios (Éxodo 7, 11 y 22; 8, 19). ↑
* 8. Todos estos cuadros de estupenda elocuencia, son a un tiempo, como se ve, lecciones para mostrar la insensatez de toda soberbia humana. ↑
* 10. Véase Proverbios 28, 1 y nota. ↑
* 11. Es decir, todo miedo sería contra la fe; y en efecto, Jesús nos enseña a no temer ni aún a los que podrían matarnos (Mateo 10, 28), y San Pablo dice: “Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8, 21; Salmo 3, 7; 22, 4; 26, 1; 55, 5; 117, 6, etc.). No se trata, como se ve, del valor estoico, fundado en nuestra suficiencia harto falible, sino de la confianza en la protección indefectible del divino Padre. En griego este texto forma, el versículo 12 y define el miedo como el abandono de los recursos que nos da la reflexión (Bover-Cantera: traición hecha a los socorros de la razón). Es el terror pánico, que enloquece. ↑
* 17. En la vida espiritual la cadena de tinieblas consiste en el hábito, del pecado. “La sugestión del demonio engendra el placer del pensamiento; el placer engendra el consentimiento, el consentimiento la acción; la acción lleva a otra acción; y de ahí viene en seguida el hábito. Luego viene el abandono de Dios, el endurecimiento y la condenación.” ↑
* 20. Alusión a las tinieblas del sepulcro (véase 16, 14). Insoportables a sí mismos: Entre las tribulaciones del alma, ninguna mayor, ni más continua, ni más cruel, que la conciencia de los propios pecados (San Agustín). ↑
* 1. Sigue el contraste de tantos horrores con las bendiciones prodigadas a los israelitas. Según el griego eran los egipcios quienes oían las voces de éstos, y los llamaban felices no obstante la opresión que habían sufrido en Egipto (Éxodo 1). ↑
* 2. En griego son los egipcios quienes agradecen a los israelitas porque, maltratados por ellos, no se vengaron; y les piden perdón de haber sido sus enemigos. ↑
* 3. Porque la misma luminosa columna que los guiaba de noche, les servía de día como sombra. Véase Éxodo 13, 21 s.: 14, .9 s.; 40, 34 s.; Números 9, 15 s. y notas. Un sol que no los incomodaba cuando descansaban: Bover-Cantera (según el griego): y sol inofensivo de pundonorosa emigración. Nácar-Colunga: un sol inofensivo de gloriosa peregrinación. ↑
* 4. Al mundo: Grandioso anuncio de que las revelaciones dadas al pueblo de Israel estaban destinadas a iluminar al mundo entero. Nótese que fue hecho antes de Cristo, y confirmado después de Él (Lucas 2, 32; Romanos 1, 5; II Corintios 3, 14-16). Véase también Salmo 21, 28; 147, 8 s.; Isaías 2, 2 y siguientes; 61, 11; Miqueas 4, 1 y siguientes; Tobías 13, 13 y siguientes; 14, 8 y siguientes. ↑
* 5. Los justos: los israelitas. Uno de ellos: Moisés, que fue expuesto en el Nilo (Éxodo 2, 1-11). Les quitaste… recuerda la muerte de los primogénitos de los egipcios (Éxodo 11 y siguientes). Los ahogaste (a los egipcios) cuando persiguieron a los israelitas (Éxodo 14, 21-31). ↑
* 6. Véase Génesis 22, 16; 26, 3; Éxodo 13, 5; 32, 13; 33, 1. ↑
* 8. Llamándonos: a hacer alianza con Dios. Tan sólo por la salida de Egipto se hizo posible la alianza del Sinaí. ↑
* 9. Evoca el sacrificio del cordero pascual (Éxodo 12, 1-28). A recibir igualmente: Admiren los sociólogos esta solidaridad que une a todos en igual destino (véase Salmo 132, 1 y nota). ¡Cuánto más deberíamos tenerla los que somos miembros del mismo Cuerpo de Cristo! (cf. I Corintios 12, 12 y siguientes). Los himnos: véase Salmo 112 y II Paralipómenos 30, 21; 35, 15. ↑
* 12. Ni bastaban: Véase Números 33, 4; porque los egipcios solían embalsamar a los muertos, procedimiento que exigía mucho tiempo. ↑
* 13. A ninguna cosa creían de cuantas pruebas dieron Moisés y Aarón (Éxodo 7, 8 y siguientes). Pueblo de Dios: en griego: Confesaron que el pueblo de Israel era hijo de Dios. Así lo llama el mismo Dios en Éxodo 4, 22 y siguientes. Véase Jeremías 31, 9 y 20; Oseas 11, 1; Mateo 2, 15. ↑
* 15. Tu omnipotente palabra: Expresión del poder divino. Véase Oseas 6, 5; Salmo 147, 4; I Paralipómenos 21, 16. El Ángel exterminador representado como un guerrero, que alcanza hasta el cielo (versículo 16), en aquella noche dio muerte a los primogénitos de los egipcios (Éxodo 11, 4 s.). En la Liturgia se aplica la palabra en sentido acomodaticio a la Encarnación del Verbo (Introito del Domingo infraoctava de Navidad). Porque también éste vino como un guerrero esforzado a quebrantar el poder de Satanás y unir el cielo con la tierra, pero no para llenar todo de muerte (versículo 16) y de turbación (versículo 17), sino para traernos la vida que es Él mismo (Juan 1, 4; I Juan 4, 9; 5, 12) y la paz que también es Él mismo (Efesios 2, 14) y que anunciaron los ángeles en la noche de Navidad (Lucas 2, 14), tan distinta de aquella terrible noche egipcia. Esta parece más un símbolo de la segunda Venida de Cristo, cuando “juzgará a las naciones” (Salmo 109, 6), así como llenará de felicidad a sus amigos (I Tesalonicenses 4, 16 s.), y a “los que aman su venida” (II Timoteo 4, 8). ↑
* 20. También los justos: los israelitas. Aplicándolo a los cristianos podemos decir con San Crisóstomo; “No son los buques vacíos los que temen a tos piratas, sino los que están cargados de oro, de plata y de piedras preciosas; de la misma manera el demonio no atormenta fácilmente al pecador, sino más bien al justo” (Homilía IV in Isaías). ↑
* 21. s. Un varón irreprensible: Aarón que intercedió por el pueblo pasando por donde las llamas devoraban al pueblo y apagando la ira del exterminador (versículo 25) “con la sola palabra” (versículo 22) de su oración. Véase Números 16, 47 y siguientes. Aarón, a quien Dios generosamente llama aquí irreprensible, había caído antes en la apostasía idolátrica que el mismo Dios llamó “asquerosa abominación” (véase Éxodo 32, 2 y siguientes y 25). Entonces la oración de Moisés le libró de ser destruido por Dios (Deuteronomio 9, 20). Pero sin duda fue grande su contrición junto con la del pueblo (Éxodo 33, 1 y siguientes). El Eclesiástico (45, 7) habla de él y no hace mención de su pecado, si bien, contrastando con el gran elogio de Moisés, se refiere más a la dignidad sacerdotal que a la persona de Aarón. ↑
* 24. El Sumo Sacerdote Aarón llevaba un racional, en el cual estaban grabados los nombres de los doce patriarcas (Éxodo 28, 15-21), y en la tiara una lámina cuya inscripción rezaba: consagrado al Señor (Éxodo 28, 36; 39, 29). En el racional estaban también los Urim y Tummim (Éxodo 28, 30), por cuyo medio el Sumo Sacerdote consultaba al Señor quien había prometido revelarle así su voluntad en los asuntos importantes. Era un especialísimo privilegio divino, que sólo fue ejercido mientras Israel se mantuvo fiel a Dios (Schuster-Holzammer). Véase Esdras 2, 63. Simbolizado todo el mundo: “Aquel pontifical, dice Fray Luis de León, así en la forma de él como en las partes de que se componía, y en todos sus colores y cualidades, era como una representación de la universidad de las cosas; y el sumo sacerdote vestido de él era un mundo universo; y como iba a tratar con Dios por todos, así los llevaba todos sobre sus hombros. Pues de la misma manera Cristo, sumo y verdadero sacerdote, para cuya imagen servía todo el sumo sacerdocio pasado, cuando subió al altar de la cruz a sacrificar por nosotros, fue vestido de nosotros en la forma que dicho es, y sacrificándose a sí y a nosotros en sí, dio fin de este modo a nuestra vieja maldad” (Nombres de Cristo). ↑
* 2 s. Véase Éxodo 12, 31-33; 14, 5. De luto (versículo 3): por los primogénitos (Éxodo 13, 15). ↑
* 6 y siguientes. Tus hijos: Admiremos una vez más el amor de Dios hacia Israel, y esa solicitud que llega hasta alterar en su favor las leyes naturales y a destruir a todos sus enemigos (véase Salmo 77, 13 s.; 104, 28 y siguientes; 105, 8 siguientes y notas; Joel capítulo 3, etc.). Así es como todo este Libro remata en una honda exclamación de reconocimiento (versículo 20). ↑
* 9. Véase en Éxodo 15. 19 el grandioso cántico de alegría que entonaron con Moisés. ↑
* 11. Véase 16, 2; Éxodo 16, 13; Números 11, 13; Salmo 77, 26 y siguientes. ↑
* 13 y siguientes. Paralelo entre los egipcios y los habitantes de Sodoma (Génesis 19), siendo más culpable la conducta de los primeros, porque oprimían a los mismos vecinos (Éxodo 1, 10-14). ↑
* 16. A la puerta del justo: Se refiere a Lot (cf. Génesis 19). ↑
* 17. En griego es el versículo 18 y dice en la versión de Bover-Cantera: Y es así que los elementos naturales permutándose los unos al son de los otros son como los sonidos en el salterio, que cambian el género de ritmo, conservando siempre su propia sonoridad, lo cual se puede colegir puntualmente de la consideración de las cosas acaecidas, pues el milagro no suprime la armonía de las fuerzas de la naturaleza, sino que produce una nueva y maravillosa concordancia de ellas. Nácar-Colunga vierte de otra manera: para ejercer en ellos la justicia se pusieron de acuerdo los elementos, como en el salterio se acuerdan los sonidos en una inalterable armonía, como claramente puede verse por los sucesos: y agrega en la nota: “Para ejercer la justicia divina, los elementos formaron como un salterio, combinando armónicamente su condición. Estos animales acuáticos (versículo 18) han de ser las ranas, que invaden la tierra de Egipto (Éxodo 8, 1-15), el fuego (versículo 19) son los rayos, que, destruyendo los ganados, perdonan a las ranas, como el sol derrite el maná que, por otra parte, era cocido al fuego. Todo sucede para glorificación de Israel (16, 17).” ↑
* 20. Delicioso manjar: el griego dice: alimento celestial. Véase 16, 20 y nota. Como hemos visto, los nueve primeros capítulos nos han presentado a la Sabiduría en sí misma, identificada con la divina Persona del Verbo, que se manifestó más tarde en la Encarnación. Por consiguiente cuando los diez últimos capítulos nos muestran a esa misma Sabiduría-Cristo como el autor de todas las bendiciones recibidas por Israel en la salida de Egipto, nos explicamos el misterioso pasaje de San Judas versículo 5, donde dice que Jesús salvó a su pueblo de la tierra de Egipto, no obstante haber esto ocurrido unos quince siglos antes de la Encarnación (véase Éxodo 14, 19; 23, 20 y siguientes; Números 20, 16; I Corintios 10, 4-9). Porque, como señalamos en la Introducción a este divino Libro, el Padre lo hace todo para la gloria de su Hijo (Hebreos 1, 2), así como el Hijo todo lo hace siempre (y lo hizo cuando, “habitó entre nosotros”), para la gloria de su Padre (Salmo 39, 8; Lucas 2, 19; Juan 8, 49 S-; 14, 13; 17, 1, etc.), en virtud del amor que los une a Ambos y que es el Espíritu Santo: en lo cual consiste el dulcísimo poema del Amor infinito, que llamamos misterio de la Trinidad. A él somos convocados, no sólo para conocerlo, sino también para tomar participación, mediante la invitación al banquete de la Sabiduría (Proverbios 9, 1-6). ↑