Tobías

TOBIAS

1234567891011121314

Tobías

Introducción

El Libro de Tobías es una deliciosa historia, de ésas que la delicadeza de Dios parece haber puesto como cebo para encariñarnos con la lectura de la Sagrada Biblia, río de la gracia divina, que procede del Trono de Dios y del Cordero (Apocalipsis 22, 1), como la llama el Papa Benedicto XV, en pos de San Jerónimo.

Tobías, en griego Tobit, se encuentra cautivo en Nínive, unos setecientos años antes de Jesucristo. Brillan en él extraordinariamente las virtudes de la religión, la fe en las divinas promesas, la firme esperanza en Dios, que le da alegría y fortaleza en las pruebas, y la más tierna caridad para con el prójimo. También su hijo, del mismo nombre, es un modelo de hombre recto, lo mismo que su esposa, la joven Sara, en quien se cumplen las palabras de Proverbios 19, 14: “De los padres vienen la casa y los bienes, más la mujer, prudente la da sólo el Señor.”

El libro de Tobías forma parte de los libros históricos de la Biblia y pertenece a aquellos escritos de los cuales dice el Cardenal Gomá que podrían llamarse “un tratado de moral en forma histórica” (Biblia y Predicación, página 118). De ahí que algunos exégetas propongan incorporarlo a los libros poético-didácticos. La Iglesia no se ha pronunciado sobre este asunto y permite que los escrituristas estudien esta cuestión, como la del carácter histórico de los libros de Judit y Ester, con tal que se atengan a las normas de la Encíclica “Divino Afflante Spiritu”.

En cuanto a la composición, los dos Tobías mismos parecen ser los autores de este libro, ya que en los tres primeros capítulos de los textos griego y siríaco, Tobías habla en primera persona. Esta opinión se funda también en la versión griega que dice en 12, 20 (19): “Escribid en un libro todo lo acaecido.” Sin embargo, creen muchos expositores que el libro, tal como hoy se presenta, fue redactado en el tiempo en que el hebreo había dejado de ser lengua del pueblo.

El texto original hebreo o arameo se ha perdido, por lo cual seguimos en esta edición la versión hecha por San Jerónimo según el texto arameo. Hemos consultado también la traducción griega, que en general es más larga, especialmente la recensión trasmitida en el Codex Sinaiticus.

El Libro de Tobías es el poema incomparable del feliz hogar cristiano: del viejo hogar de los padres y del nuevo hogar de los hijos. Allí se aprende a practicar las obras de misericordia y se entera de que un Ángel presenta a Dios todo lo que hacemos por auténtica caridad

Volver al Indice

Tobías 1

Tobías permanece fiel a la Ley

1 [3172] Tobías, de la tribu y ciudad de Neftalí, situada en la Galilea superior, sobre Naasón, detrás del camino que va hacia el Occidente, teniendo a la izquierda la ciudad de Sefet,

2 [3173] fue llevado cautivo en tiempo de Salmanasar, rey de los asirios pero a pesar de hallarse en cautiverio no abandonó la senda de la verdad,

3 [3174] de suerte que de cuanto tenía, repartía todos los días a los hermanos de su nación, cautivos como él mismo.

4 Aunque siendo el más joven de todos los de la tribu de Neftalí, no había nada pueril en sus acciones;

5 [3175] de manera que cuando todos iban a los becerros de oro que había hecho Jeroboam, rey de Israel, sólo él huía la compañía de todos los demás;

6 y se iba a Jerusalén al Templo del Señor, donde adoraba al Señor Dios de Israel, ofreciendo fielmente todas sus primicias y sus diezmos.

7 [3176] Cada tercer año repartía a los prosélitos y a los forasteros todo el diezmo.

8 Estas y otras cosas semejantes, prescritas por la Ley de Dios, observaba desde jovencito.

9 Hombre ya, se casó con una mujer de su tribu, llamada Ana, de la cual tuvo un hijo, a quien puso su nombre,

10 [3177] y le enseñó desde la niñez a temer a Dios, y a guardarse de todo pecado.

Su amor al prójimo

11 Por eso, cuando fue llevado cautivo con su mujer e hijo y toda su tribu a la ciudad de Nínive,

12 [3178] aunque todos comían de los manjares de los gentiles, Tobías guardó pura su alma, sin contaminarse jamás con sus viandas.

13 Porque se acordaba del Señor con todo su corazón, Dios le hizo grato a los ojos del rey Salmanasar;

14 el cual le dio permiso para ir adonde quisiese, y libertad de hacer cuanto le gustase.

15 Iba, pues, a visitar a todos los que estaban en cautiverio, y les daba consejos saludables.

16 [3179] Llegado que hubo a Rages, ciudad de los medos, con diez talentos de plata, procedentes de las remuneraciones que había recibido del rey, y

17 viendo en necesidad entre la mucha gente de su nación a Gabelo, de su misma tribu, le prestó dicha suma de dinero contra un recibo firmado de su mano.

Conducta heroica de Tobías

18 [3180] Al cabo de mucho tiempo, murió el rey Salmanasar, y reinó en su lugar su hijo Senaquerib, que tenía gran odio contra los hijos de Israel.

19 Visitaba entonces Tobías cada día a los de su parentela, los consolaba; y repartía a cada uno, según podía, una porción de sus bienes.

20 Sustentaba a los hambrientos, vestía a los desnudos, y mostraba gran celo en dar sepultura a los que habían fallecido, o habían sido matados.

21 [3181] Cuando el rey Senaquerib, luego que volvió huyendo de Judea a causa de la plaga con que Dios le había castigado por sus blasfemias, mataba en su furor a muchos de los hijos de Israel, Tobías sepultaba sus cadáveres.

22 Lo que habiendo llegado a noticia del rey, mandó quitarle la vida y le quitó todos sus bienes.

23 [3182] Mas Tobías huyó con su hijo y su mujer, y despojado de todo se escondió, porque tenía muchos amigos.

24 Cuarenta y cinco días después asesinaron al rey sus propios hijos.

25 Entonces Tobías volvió a su casa, y le fueron restituidos todos sus bienes.

Volver al Indice

Tobías 2

Dios prueba a Tobías

1 [3183] Después de esto, un día festivo del Señor, estando preparada una buena comida en casa de Tobías,

2 [3184] dijo éste a su hijo: “Vete y trae acá algunos de nuestra tribu, temerosos de Dios, para que coman con nosotros.”

3 Se fue (el hijo), y cuando volvió, contó cómo uno de los hijos de Israel, que había sido matado, yacía en la plaza. Al instante se levantó (Tobías) de la mesa, y dejada la comida, sin probar bocado, fue adonde estaba el cadáver,

4 [3185] cargó con él y lo llevó secretamente a su casa, para darle sepultura cautelosamente, después de puesto el sol.

5 Ocultado el cadáver, comió el pan entre lágrimas y temblando;

6 [3186] pues se acordaba de aquellas palabras que el Señor había dicho por el profeta Amós:

“Vuestros días festivos se convertirán en lamentos y luto.”

7 Puesto ya el sol, fue y le dio sepultura.

8 Reprendíanle entonces todos sus parientes, diciendo: “Precisamente por esto se dio la orden de quitarte la vida, y apenas escapaste del poder de la muerte; ¿y ahora vas nuevamente a enterrar los cadáveres?”

9 Pero Tobías, temiendo a Dios más qué al rey, robaba los cadáveres de los que habían sido muertos, los escondía en su casa, y a medianoche los enterraba.

Ceguera de Tobías

10 Un día, después de volver a su casa fatigado de enterrar, se echó junto a la pared, y se adormeció.

11 Mientras dormía, le cayó de un nido de golondrinas estiércol caliente sobre los ojos, y se quedó ciego.

12 [3187] El Señor permitió que le sobreviniese esta prueba, para que, como el santo Job, diera a los venideros un ejemplo de paciencia.

13 Pues, como desde su niñez vivió siempre en temor de Dios, guardando sus mandamientos, no se quejó contra Dios por la desgracia de la ceguedad que había venido sobre él;

14 sino que permaneció inquebrantable en el temor de Dios, dándole gracias todos los días de su vida.

15 [3188] Así como los reyes insultaban al santo Job, del mismo modo los parientes y los amigos se burlaban de la conducta de Tobías, diciendo:

16 “¿Dónde está tu esperanza, por la cual hacías limosnas y dabas sepultura a los muertos?”

17 Mas Tobías los reprendía, diciendo: “No habléis de esa manera.

18 [3189] Porque nosotros somos hijos de santos y esperamos aquella vida que Dios ha de dar a los que le sirven fielmente.”

Probidad de Tobías

19 Ana, su mujer, iba todos los días a tejer, y traía el sustento que podía ganar con el trabajo de sus manos;

20 y así sucedió que trajo a casa un cabrito que había recibido.

21 [3190] Su marido, al oír el balido del cabrito, dijo: “Mirad que no sea acaso hurtado; restituidlo a sus dueños; porque no nos es lícito comer cosa robada, ni siquiera tocarla.”

22 A lo que su mujer, irritada, respondió: “Es evidente que ha fracasado tu esperanza; ahora se ve el fruto de tus limosnas.”

23 Con estas y otras semejantes palabras, lo zahería.

Volver al Indice

Tobías 3

Oración de Tobías

1 Entonces, Tobías gimiendo empezó a orar con lágrimas,

2 [3191] y dijo: “Justo eres, Señor, y justos son todos tus juicios; todos tus caminos son misericordia, verdad y justicia.

3 [3192] Ahora Señor, acuérdate de mí, no tomes venganza de mis pecados, y no traigas a tu memoria mis delitos, ni los de mis padres.

4 Por cuanto no hemos obedecido tus mandamientos, por eso hemos sido entregados al saqueo, a la esclavitud y a la muerte, y hemos venido a ser la fábula y el escarnio de todos los pueblos, entre los cuales nos has desparramado.

5 Por eso, son ahora tan grandes tus juicios, oh Señor, porque no hemos obrado según tus preceptos, ni procedido sinceramente delante de Ti.

6 Y ahora, Señor, haz conmigo conforme a tu voluntad; y manda que sea recibido en paz mi espíritu; pues mejor me es morir que vivir.”

Aflicción de Sara

7 [3193] Aquel mismo día aconteció en Rages, ciudad de la Media, que Sara, hija de Ragüel, oyó las injurias de una de las criadas de su padre;

8 porque (Sara) había sido dada en matrimonio a siete maridos, y un demonio llamado Asmodeo les había quitado la vida luego que entraron a ella.

9 Cuando reprendió a la muchacha por una falta, ésta le replicó diciendo: “Nunca jamás veamos sobre la tierra hijo ni hija nacida de ti, homicida que eres de tus maridos.

10 [3194] ¿Por ventura quieres matarme también a mí, como has hecho ya con siete maridos?” Oyendo estas palabras subió Sara al cuarto más alto de su casa, donde pasó tres días y tres noches sin comer y beber.

Oración de Sara

11 Y perseverando en oración suplicaba a Dios con lágrimas que la librase de este oprobio.

12 Al tercer día concluyó su oración, y bendiciendo al Señor,

13 [3195] dijo: “Bendito sea tu nombre, oh Dios de nuestros padres, que después de haberte enojado usas de misericordia, y en tiempo de la tribulación perdonas los pecados a los que te invocan.

14 A Ti, Señor, vuelvo mi rostro, a Ti levanto mis ojos.

15 Te ruego, Señor, que me libres del lazo de este oprobio, o que por lo menos me saques de este mundo.

16 [3196] Tú sabes, Señor, que nunca he codiciado varón y que he conservado mi alma limpia de toda concupiscencia.

17 Jamás estuve con gente frívola, ni tuve trato con los que se portan livianamente.

18 Si consentí en tomar marido, fue en tu temor, y no por un afecto sensual mío.

19 Así que, o yo fui indigna de ellos, o acaso ellos no fueron dignos de mí; porque me has reservado Tú tal vez para otro esposo.

20 Pues tus designios sobrepujan la capacidad de los hombres.

21 [3197] Mas esto es seguro que todo aquel que Te adora y cuya vida ha sido aprobada, será coronado; que en caso de haber sido atribulado será librado, y si el castigo descargare sobre él, podrá acogerse a tu misericordia.

22 Porque Tú no te deleitas en nuestra perdición; puesto que después de la tempestad das la bonanza, y después de las lágrimas y el llanto, infundes la alegría.

23 ¡Oh Dios de Israel, bendito sea tu nombre por los siglos!”

24 Fueron oídas al mismo tiempo las plegarias de ambos en la presencia de la majestad del soberano Dios;

25 [3198] y fue enviado Rafael, el santo ángel del Señor, para que sanase a ambos, cuyas oraciones habían sido presentadas a un tiempo delante del Señor.

Volver al Indice

Tobías 4

Tobías da consejos a su hijo

1 [3199] Creyendo Tobías que Dios había oído su oración en el sentido de que le concediera la muerte, llamó cerca de sí a su hijo Tobías,

2 y le dijo:

“Escucha, hijo mío, las palabras de mi boca, y asiéntalas como fundamento en tu corazón.

3 Luego que Dios recibiere mi alma, entierra mi cuerpo y honrarás a tu madre todos los días de su vida.

4 No te olvides, cuáles y cuántos peligros ella ha soportado por ti llevándote en su seno.

5 Y cuando ella (haya) también acabado el tiempo de su vida, la enterrarás junto a mí.

6 Ten a Dios en tu mente todos los días de tu vida, y guárdate de consentir jamás en pecado y de quebrantar los mandamientos del Señor Dios nuestro.

7 [3200] Da limosna de tus bienes, y no apartes tu rostro de ningún pobre; así conseguirás que tampoco de ti se aparte el rostro del Señor.

8 Usa de misericordia con todas tus fuerzas.

9 Si tienes mucho, da con abundancia; si poco, procura dar de buena gana aun lo poco;

10 pues con eso te atesoras una gran recompensa para el día de la angustia.

11 Porque la limosna libra de todo pecado y de la muerte, y no dejará caer el alma en las tinieblas.

12 La limosna será motivo de gran confianza delante del altísimo Dios para todos los que la hacen.

13 Guárdate, hijo mío, de toda fornicación, y fuera de tu mujer, nunca cometas el delito (de conocer a otra).

14 [3201] No permitas jamás que la soberbia domine en tu corazón o en tus palabras, porque de ella tomó principio toda perdición,

15 [3202] A todo aquel que haya trabajado algo por ti, dale en seguida su jornal, y de ningún modo quede en tu poder el salario de tu jornalero.

16 [3203] No hagas jamás a otro lo que no quieres que otro te haga a ti.

17 Come tu pan con los hambrientos y menesterosos, y con tus vestidos cubre a los desnudos.

18 [3204] Pon tu pan y tu vino sobre el sepulcro del justo, y no comas ni bebas de ello con los pecadores.

19 Pide siempre consejo al hombre sabio.

20 [3205] Alaba al Señor en todo tiempo; y pídele que dirija tus pasos, para que todos tus propósitos tengan en Él su fundamento.

21 Te comunico también, hijo mío, que siendo tú aún niño, presté diez talentos de plata a Gabelo, en Rages, ciudad de los medos, y tengo en mi poder el recibo firmado de su mano.

22 Por tanto procura el modo de ir allá, y de cobrarle dicha suma de dinero, devolviéndole el recibo firmado de su mano.

23 No temas, hijo mío. Es verdad que pasamos una vida pobre, pero tendremos muchos bienes, si apartándonos de todo pecado tememos a Dios y hacemos el bien.”

Volver al Indice

Tobías 5

El ángel Rafael compañero de viaje

1 Entonces respondió Tobías a su padre, y dijo: “Padre, todo lo que me has mandado, lo haré.

2 Pero no sé cómo he de cobrar ese dinero (de Gabelo); pues él no me conoce a mí, ni yo le conozco a él. ¿Qué señal le daré? Ni siquiera conozco el camino para ir allá.”

3 A lo que su padre le contestó, diciendo: “Tengo en mi poder el recibo firmado de su mano; cuando se lo mostrares, te pagará al instante.

4 Mas anda ahora, y búscate algún hombre fiel que vaya contigo, recibiendo en pago un salario correspondiente, para que hagas esta cobranza mientras yo vivo todavía.”

5 [3206] Salió Tobías y encontró un gallardo joven, que estaba ya con el vestido ceñido, y como dispuesto a emprender viaje.

6 Sin saber que era un ángel de Dios, le saludó, y dijo: “¿De dónde eres, buen muchacho?”

7 [3207] El respondió: “De los hijos de Israel.” Tobías le replicó: “¿Sabes el camino que va al país de los medos?”

8 “Sí que lo sé, respondió el otro; muchas veces he recorrido todos aquellos caminos, y me he hospedado en casa de Gabelo, nuestro hermano, que vive en Rages, ciudad de los medos, situada en la montaña de Ecbátana.

9 Tobías le dijo: “Aguárdame, te ruego, que voy a dar aviso de todo esto a mi padre.”

10 Entró entonces Tobías en casa, y se lo dijo todo a su padre. De lo cual admirado el padre, le rogó que entrase en su casa.

11 [3208] Entró y saludó a Tobías, diciendo: “Sea siempre contigo la alegría.”

12 Respondió Tobías: “¿Qué alegría puedo tener yo que vivo en tinieblas y no veo la luz del cielo?”

13 Replicó el joven: “Ten buen ánimo, pronto serás sanado por Dios.”

15 Tobías le preguntó: “¿Podrás acaso llevar a mi hijo a casa de Gabelo, en Rages, ciudad de los medos? Yo te pagaré tu salario cuando vuelvas.”

16 Contestó el ángel: “Yo le llevaré, y te lo volveré a traer acá.”

16 Tobías le dijo: “Dime, te ruego, ¿de qué familia o de qué tribu eres tú?”

17 [3209] Y el ángel le respondió Rafael: “¿Averiguas tú acaso el linaje del jornalero, o la persona del jornalero que ha de ir con tu hijo?

18 [3210] Más por no dejarte en inquietud (te digo): yo soy Azarías, hijo de Ananías el grande.”

19 Dijo entonces Tobías: “Tú eres de noble linaje. Te ruego que no tomes a mal el que haya querido saber tu ascendencia.”

20 El ángel le replicó: “Yo llevaré sano a tu hijo, y sano te lo volveré a traer.”

21 [3211] Respondió Tobías y dijo: “Id en buena hora; Dios bendiga vuestro viaje, y su ángel vaya en vuestra compañía.”

22 Despues de haber preparado todo lo necesario para el viaje, se despidió Tobías de su padre y de su madre, y los dos se pusieron en camino.

Aflicción de la madre

23 Partidos que fueron, la madre comenzó a llorar y decir: “Nos has quitado el báculo de nuestra vejez, enviándolo lejos de nosotros.

24 ¡Ojalá que nunca hubiera habido tal dinero, por el cual lo has enviado!

25 Porque nosotros estábamos contentos en nuestra pobreza, y teníamos por riqueza el ver a nuestro hijo.”

26 Tobías le respondió: “No llores; nuestro hijo llegará salvo, y salvo volverá a nosotros, y tus ojos lo verán;

27 [3212] pues creo que un buen ángel de Dios lo acompaña, disponiendo bien de todo lo que le pase, a fin de que vuelva con gozo a nuestra casa.”

28 A estas palabras cesó la madre de llorar, y se calló.

Volver al Indice

Tobías 6

Tobías es salvado por el ángel

1 Partió Tobías, seguido del perro, e hizo su primera parada junto al río Tigris.

2 [3213] Cuando salió para lavarse los pies, he aquí que un pez enorme se lanzó sobre él para devorarlo.

3 Viéndolo Tobías se asustó y dio un gran grito, diciendo: “¡Señor, que me embiste!”

4 El ángel le dijo: “Agárralo de las agallas, y tíralo hacia ti.” Lo hizo, y arrastrando lo sacó a lo seco, y (el pez) empezó a palpitar a sus pies.

5 Entonces le dijo el ángel: “Desentraña ese pez, y guarda su corazón, la hiel y el hígado; pues estas cosas son necesarias para hacer útiles remedios.”

6 [3214] Hizo así, y asó (parte de) la carne del pez, que llevaron para el camino. Después salaron el resto para que les sirviese hasta llegar a Rages, ciudad de los medos.

7 Entonces Tobías preguntó al ángel diciendo: “Dime, te ruego, hermano mío Azarías, ¿qué virtud curativa tienen estas partes del pez, que me has mandado guardar?”

8 [3215] A lo que respondió el ángel, y le dijo: “Si pones sobre las brasas un pedacito del corazón del pez, su humo ahuyenta todo género de demonios, ya sea del hombre, ya de la mujer, de tal manera que no se acercan más a ellos.

9 La hiel sirve para untar los ojos cubiertos de catarata, y sanarán.”

10 Preguntó Tobías al ángel: “¿Dónde quieres que nos hospedemos?”

11 El ángel le respondió: “Aquí vive un hombre llamado Ragüel, pariente tuyo, de tu tribu, el cual tiene una hija llamada Sara, y no tiene otro hijo ni hija fuera de ella.

12 [3216] A ti te tocan todos sus bienes, y tú debes tomarla por mujer;

13 pídesela, pues, a su padre, y te la dará por mujer.”

Instrucción sobre el matrimonio

14 Entonces Tobías respondió y dijo: “Tengo entendido que ella ha sido dada a siete maridos, y que éstos han fallecido; y aun he oído decir que los ha matado un demonio.

15 Temo que también a mí me suceda lo mismo, y que siendo yo hijo único de mis padres, lleve yo su vejez con dolor al sepulcro.”

16 [3217] Entonces le dijo el ángel Rafael: “Óyeme, y te enseñaré cuáles son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio.

17 Son los que abrazan con tal disposición el matrimonio, que apartan de sí y de su mente a Dios, dejándose llevar de su pasión, como el caballo y el mulo que no tienen entendimiento; ésos son sobre quienes tiene poder el demonio.

18 [3218] Mas tú, cuando la hubieres tomado por mujer, y hayas entrado en el aposento, no llegues a ella en tres días, y no pienses en otra cosa sino en hacer oración en compañía de ella.

19 En la primera noche, quemarás el hígado del pez, y será ahuyentado el demonio.

20 En la segunda noche serás admitido en la unión de los santos patriarcas.

21 En la tercera alcanzarás la bendición para que de vosotros nazcan hijos sanos.

22 Pasada la tercera noche, recibirás la doncella en el temor del Señor, llevado más bien del deseo de tener hijos, que de la pasión, para que consigas en tus hijos la bendición reservada al linaje de Abrahán.”

Volver al Indice

Tobías 7

Tobías en casa de Ragüel

1 Entraron en casa de Ragüel, el cual los recibió con alegría.

2 Y mirando Ragüel a Tobías, dijo a Ana, su mujer: “¡Cuan parecido es este joven a mi primo hermano!”

3 Dicho esto, les preguntó: “¿De dónde sois, oh jóvenes, hermanos nuestros?” Respondieron: “Somos de la tribu de Neftalí, de los cautivos de Nínive.”

4 Ragüel les dijo: “¿Conocéis a Tobías, mi primo hermano?” “Le conocemos”, respondieron ellos.

5 Y mientras (Ragüel) hablaba mucho bueno de (Tobías), el ángel dijo a Ragüel: “Ese Tobías, por quien preguntas, es el padre de éste.”

6 Entonces Ragüel se echó sobre él, le besó con lágrimas; y sollozando sobre su cuello,

7 [3219] dijo: “Bendito seas tú, hijo mío, porque eres hijo de un varón bueno, muy bueno.” Lloraron también Ana, su mujer, y Sara, hija de ambos.

Tobías toma a Sara por esposa

9 Después de hablar así, mandó Ragüel matar un carnero y preparar un convite. Y como les instase a que se sentasen a la mesa,

10 dijo Tobías: “Yo no comeré ni beberé hoy aquí, si antes no me otorgas mi petición y prometes darme a Sara, tu hija.”

11 Al oír estas palabras, se pasmó Ragüel, sabiendo lo que había sucedido a los siete maridos que se habían casado con ella; y comenzó a temer que también a éste sucediera lo mismo. Estando perplejo y sin dar respuesta al que preguntaba,

12 [3220] dijo el ángel a Ragüel: “No temas dársela; porque a éste que teme a Dios debe darse tu hija por mujer; por eso ningún otro ha podido poseerla”

13 Dijo entonces Ragüel: “No dudo que Dios ha admitido mis oraciones y lágrimas en su presencia,

14 [3221] y creo que por esto os ha traído a mi casa, a fin de que ésta reciba esposo de su parentela, según la Ley de Moisés. No tengas, pues, duda de que te la daré.”

Celebración del matrimonio

15 [3222] Y tomando la mano derecha de su hija, la puso en la derecha de Tobías, y dijo: “El Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob sea con vosotros; Él os junte y cumpla en vosotros su bendición.”

16 Luego, tomando papel, hicieron la escritura matrimonial.

17 Después celebraron el convite, bendiciendo a Dios.

18 Luego llamó Ragüel a Ana, su mujer, y le mandó que preparase otro aposento.

19 Ella introdujo allí a su hija Sara, que se puso a llorar.

20 [3223] Mas ella le dijo: “Ten buen ánimo, hija mía El Señor del cielo te llene de gozo, en lugar del disgusto que has sufrido.”

Volver al Indice

Tobías 8

Conjuración del demonio

1 Acabada la cena, condujeron al joven al aposento de la esposa.

2 Entonces Tobías, acordándose de las advertencias del ángel, sacó de su alforja un pedazo del hígado, y lo puso sobre unos carbones encendidos.

3 [3224] Con eso el ángel Rafael apresó al demonio y le confinó en el desierto del Egipto superior.

4 [3225] Tobías, por su parte, exhortó a la doncella, y le dijo: “Levántate, Sara, y hagamos oración a Dios hoy y mañana y pasado mañana; porque estas tres noches nos uniremos con Dios, y pasada la tercera noche haremos vida maridable;

5 [3226] pues somos hijos de santos, y no podemos unirnos a manera de los gentiles, que no conocen a Dios.”

6 Y levantándose juntos, oraban ambos a una, para que les fuese dada salud.

7 Dijo Tobías: “Oh Señor Dios de nuestros padres, te bendigan los cielos y la tierra, el mar, las fuentes, los ríos y todas tus creaturas que hay en ellos.

8 Tú formaste a Adán del lodo de la tierra, y le diste a Eva para que le ayudase.

9 Ahora pues, Señor, Tú sabes que no llevado por lujuria tomo a esta mi hermana por esposa, sino por el solo deseo de tener hijos en los que sea bendito tu nombre por los siglos de los siglos.”

10 También Sara oró: “Ten misericordia de nosotros, oh Señor, ten misericordia de nosotros, para que ambos a dos lleguemos sanos a la vejez.”

Salvación milagrosa de los esposos

11 A la hora del canto del gallo Ragüel mandó llamar a sus criados, y fueron con él a abrir una sepultura.

12 Pues se decía: “Le habrá sucedido probablemente lo mismo que a los otros siete maridos que entraron a ella.”

13 Preparada la fosa, volvió Ragüel a casa, y dijo a su mujer:

14 “Envía una de tus criadas a ver si ha muerto, para enterrarlo antes que amanezca.”

15 Envió ella a una de sus criadas; la cual entrando en el aposento, los halló sanos y salvos, durmiendo ambos igualmente.

16 VoIvió a dar la buena noticia, y tanto Ragüel como Ana, su mujer, alabaron a Dios,

17 y dijeron: “Te alabamos, Señor Dios de Israel, porque no ha sucedido lo que pensábamos.

18 Pues nos has mostrado tu misericordia, echando de nosotros al enemigo que nos perseguía.

19 [3227] Has tenido compasión de los dos (hijos) únicos. Haz, Señor, que te bendigan ellos más y más, y te ofrezcan un sacrificio de alabanza por su salud, para que conozca el mundo entero, que Tú solo eres Dios en toda la tierra.”

20 Al instante mandó Ragüel a sus siervos que antes que amaneciese rellenasen la fosa que habían abierto.

El convite de bodas

21 [3228] Y dijo a su mujer que preparase un convite y dispusiese todas las provisiones necesarias como para los que emprenden viaje.

22 Hizo también matar dos vacas gordas y cuatro carneros, y mandó que fuesen convidados todos sus vecinos y todos sus amigos.

23 Y Ragüel hizo jurar a Tobías que se quedaría en su casa dos semanas más.

24 De todo lo que poseía Ragüel dio la mitad a Tobías, e hizo escritura, para que la otra mitad, luego de muertos él y su mujer, fuese propiedad de Tobías.

Volver al Indice

Tobías 9

El ángel va a Rages para cobrar el dinero

1 Entonces Tobías llamó aparte al ángel a quien tenía por un hombre, y le dijo: “Hermano Azarías, te suplico que oigas mis palabras.

2 [3229] Aun cuando yo me diese a ti por esclavo, no podría pagar como debo tu cuidado.

3 [3230] Esto no obstante te ruego que tomes caballerías y criados, para ir a Rages, ciudad de los medos, donde devolverás a Gabelo su recibo recobrando de él el dinero, y le convidarás a venir a mis bodas.

4 Porque bien sabes tú mismo que mi padre está contando los días y si tardo un día más se afligirá su alma.

5 Has visto también cómo me ha hecho jurar Ragüel, cuyo juramento no puedo tener en poco.

6 Entonces Rafael, tomando cuatro criados de Ragüel y dos camellos, se encaminó a Rages, ciudad de los medos, y habiendo hallado a Gabelo le devolvió el recibo, y cobró de él todo el dinero.

7 Y le contó todo lo que había pasado con Tobías, hijo de Tobías; y le llevó consigo (para asistir) a las bodas.

Gabelo en casa de Ragüel

8 [3231] Al llegar (Gabelo) a casa de Ragüel, encontró a Tobías sentado a la mesa; el cual se levantó al punto, y los dos se besaron. Gabelo lloró, y alabando a Dios

9 [3232] dijo: “Te bendiga el Dios de Israel, pues eres hijo de un hombre muy bueno, justo, y temeroso de Dios, y que reparte muchas limosnas.

10 Que esta bendición se extienda sobre tu esposa, y sobre vuestros padres;

11 y que veáis a vuestros hijos y a los hijos de vuestros hijos, hasta la tercera y cuarta generación; y sea vuestra descendencia bendita del Dios de Israel, que reina por los siglos de los siglos.”

12 Y todos respondieron: “Amén”; y se pusieron a la mesa para celebrar con temor de Dios el convite de bodas.

Volver al Indice

Tobías 10

Ansia de los padres de Tobías

1 [3233] Mas como tardase Tobías, por razón de las bodas, estaba su padre Tobías con ansiedades, y decía: “¿Quién sabe por qué tarda mi hijo, o por qué se ha detenido allí?

2 ¿Ha muerto tal vez Gabelo, y no hay quien le devuelva el dinero?”

3 Con esto empezó a afligirse sobremanera, y con él su mujer Ana. Ambos se pusieron a llorar juntamente porque su hijo no volvía a ellos al tiempo señalado.

4 Su madre derramaba sin cesar lágrimas, y decía: “¡Ay, ay de mí, hijo mío! ¿Para qué te hemos enviado a lejanas tierras, lumbrera de nuestros ojos, báculo de nuestra vejez, consuelo de nuestra vida, esperanza de nuestra posteridad?

5 Teniendo en ti sólo todas las cosas juntas, no te debíamos dejar ir de nosotros.”

6 Mas Tobías le decía: “Cálmate y no te inquietes; a nuestro hijo le va bien; es muy fiel el varón aquel con quien le enviamos.”

7 Pero ella no se dejaba consolar, antes saliendo cada día fuera miraba hacia todas partes, y recorría todos los caminos por donde se esperaba que pudiera volver, para verlo venir, si posible fuese, desde lejos.

Tobías se despide de Ragüel

8 Entretanto Ragüel decía a su yerno: “Quédate aquí, que yo enviaré a tu padre Tobías noticias de tu salud.”

9 Tobías le respondió: “Yo sé que mi padre y mi madre están ahora contando los días y que su espíritu se consume en ansiedades.”

10 Y después de haber hecho Ragüel repetidas instancias a Tobías, sin que éste en lo más mínimo oyera sus razones, le entregó a Sara, con la mitad de su hacienda en siervos y siervas, en ganados, en camellos, en vacas, y con una gran cantidad de dinero. Así le dejó ir de su casa, sano y gozoso,

11 [3234] diciendo: “El santo ángel del Señor os acompañe en vuestro viaje, y os conduzca sanos y salvos. Que halléis en próspero estado todas las cosas en casa de vuestros padres, y puedan ver mis ojos, antes que muera, a vuestros hijos.”

12 Y tomando los padres a su hija, la besaron y la dejaron ir;

13 [3235] amonestándola que honrase a sus suegros, amase al marido, cuidase de su familia, gobernase la casa y se portase de un modo irreprensible.

Volver al Indice

Tobías 11

Vuelta de Tobías a sus padres

1 [3236] Regresaron y llegaron en once días a Harán, situada a mitad del camino que va a Nínive.

2 Y dijo el ángel: “Hermano Tobías, bien sabes en qué estado has dejado a tu padre.

3 Por eso, si te parece, adelantémonos y vengan siguiendo poco a poco los criados con tu mujer y los animales.”

4 Le pareció bien caminar así; y Rafael dijo a Tobías: “Toma contigo de la hiel del pez, porque será necesaria.” Tomó Tobías de aquella hiel, y se marcharon.

5 [3237] Entretanto Ana iba todos los días a sentarse cerca del camino, en la cima de una colina, desde donde podía mirar muy lejos.

6 Atalayando una vez desde allí a ver si venía su hijo, lo vio de lejos, y reconociendo inmediatamente que el que venía era su hijo, corrió a dar la noticia a su marido, diciendo: “Mira que viene tu hijo.”

7 [3238] Entonces dijo Rafael a Tobías: “Cuando entrares en tu casa, adora en seguida al Señor, Dios tuyo; y dándole gracias, acércate a tu padre y bésalo;

8 y al instante unge sus ojos con esta hiel del pez, que llevas contigo; pues has de saber que luego se abrirán sus ojos, y verá tu padre la luz del cielo y se alegrará al verte.”

9 [3239] En esto el perro que los había acompañado en el viaje, se adelantó corriendo; y como si viniese a traer una nueva, se alegraba haciendo halagos con su cola.

10 Levantóse entonces el padre ciego y empezó a correr, más tropezando con los pies, dio la mano a un criado y salió a recibir a su hijo.

11 Lo abrazó y lo besó, haciendo lo mismo la madre, y ambos comenzaron a llorar de gozo.

12 Después de haber adorado a Dios y dado gracias se sentaron.

El hijo cura al padre

13 [3240] Entonces Tobías, tomando de la hiel del pez, ungió los ojos de su padre.

14 Estuvo éste esperando casi media hora, cuando he aquí que empezó a desprenderse de sus ojos la catarata, semejante a una membrana de huevo.

15 Tobías la asió y se la sacó de los ojos; y al punto recobró la vista.

16 Y daban gloria a Dios, tanto él como su mujer, y todos sus conocidos.

17 [3241] Tobías decía: “Te bendigo, oh Señor Dios de Israel, porque Tú me has castigado, y Tú me has sanado; y he aquí que yo veo ya a mi hijo Tobías.”

Llegada de Sara

18 [3242] Al cabo de siete días llegó también Sara, mujer de su hijo, con toda la comitiva, en buena salud, y los ganados, los camellos, y el mucho dinero de la mujer, además de la suma cobrada de Gabelo.

19 Y contó (Tobías) a sus padres todos los beneficios recibidos de parte de Dios por medio de aquel varón que le había guiado.

20 [3243] Vinieron después Aquior y Nabat, primos hermanos de Tobías, a alegrarse y congratularse con él por todos los favores que Dios le había hecho.

21 Tuvieron banquetes por espacio de siete días, y se regocijaron todos con gran alegría.

Volver al Indice

Tobías 12

El ángel se da a conocer

1 Entonces Tobías llamó aparte a su hijo, y le dijo: “¿Qué podemos dar a este santo varón que ha ido contigo?” Respondiendo Tobías, dijo a su padre: “Oh padre, ¿qué salario le daremos? ¿O qué cosa podría considerarse como equivalente de sus beneficios?

3 [3244] Pues él me ha llevado y traído sano, cobró el dinero de Gabelo, me proporcionó esposa y ahuyentó de ella al demonio, causando alegría a sus padres; él me libró del pez que me iba a tragar, a ti te ha hecho ver la luz del cielo, y hemos sido colmados por medio de él de todos los bienes. ¿Qué podremos darle que corresponda a tantos favores?

4 Mas yo te pido, padre mío, que le preguntes si por ventura se dignará tomar para sí la mitad de todo lo que hemos traído.”

5 Llamándolo aparte el padre y el hijo empezaron a rogarle que se dignase aceptar la mitad de todo lo que habían traído.

6 Entonces el ángel, estando solo con ellos, les dijo: “Bendecid al Dios del cielo, y glorificadle delante de todos los vivientes, pues ha mostrado en vosotros su misericordia.

7 [3245] Porque así como es bueno guardar el secreto del rey, así es cosa honorífica revelar y pregonar las obras de Dios.

8 Buena es la oración con el ayuno, y mejor la limosna que acumular tesoros de oro;

9 [3246] porque la limosna libra de la muerte, y es ella que borra pecados y hace hallar misericordia y vida eterna.

10 [3247] Más los que cometen pecado e iniquidad, son enemigos de su propia alma.

11 Por eso voy a manifestaros la verdad, sin encubriros lo que ha estado oculto.

12 Cuando tú orabas con lágrimas y enterrabas a los muertos y dejabas tu comida y escondías de día los muertos en tu casa y los sepultabas de noche, yo presentaba tu oración al Señor.

13 [3248] Y por lo mismo que eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase.

14 Ahora el Señor me envió a sanarte a ti, y a librar del demonio a Sara, mujer de tu hijo.

15 [3249] Porque yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos delante del Señor.”

16 Cuando oyeron estas palabras, quedaron turbados y temblando cayeron en tierra sobre su rostro.

17 Pero el ángel les dijo: “La paz sea con vosotros, no temáis.

18 Pues cuando estaba yo con vosotros, estaba por voluntad de Dios. Bendecid a Él y cantad sus alabanzas.

19 [3250] Vosotros creíais por cierto que yo comía y bebía con vosotros; más yo me sustento de un manjar invisible y de una bebida que no puede ser vista de los hombres.

20 Ya es tiempo de que me vuelva al que me ha enviado; vosotros, empero, bendecid a Dios, y pregonad todas sus maravillas.”

21 Dicho esto desapareció de su vista, y no pudieron ya verlo más.

22 Entonces, postrados sobre su rostro durante tres horas, bendijeron a Dios. Después se levantaron y contaron todas estas maravillas.

Volver al Indice

Tobías 13

Cántico de Tobías

1 [3251] Tobías el anciano abrió su boca, y bendiciendo al Señor dijo:

“Grande eres Tú, oh Señor, por siempre,

y tu reino dura por todos los siglos.

2 Porque Tú castigas y salvas;

Tú conduces al sepulcro, y sacas de él,

y no hay quien escape de tus manos.

3 Bendecid al Señor; hijos de Israel,

y alabadle ante las naciones.

4 [3252] Pues por eso os ha esparcido

entre las gentes que no lo conocen,

para que contéis sus maravillas,

y les enseñéis que fuera de Él

no hay otro Dios todopoderoso.

5 [3253] Él nos ha castigado

por nuestras iniquidades,

y Él nos salvará por su misericordia.

6 Mirad lo que ha hecho por nosotros;

alabadle con temor y temblor,

y glorificad con vuestras obras

al rey de los siglos.

7 Yo le ensalzaré

en la tierra de mi cautiverio,

pues ha manifestado su majestad

sobre una nación pecadora.

8 Convertíos oh pecadores,

y haced lo que es justo ante Dios,

seguros de que os hará misericordia.

9 [3254] En cuanto a mí,

yo y mi alma en Él nos alegraremos.

10 Bendecid al Señor

todos sus escogidos,

celebrad días de alegría y loadle.

11 [3255] Jerusalén, ciudad de Dios,

el Señor te ha castigado

por lo que has hecho.

12 [3256] Glorifica al Señor

con tus buenas obras,

y bendice al Dios de los siglos,

para que reedifique en ti su morada

y te restituya todos los cautivos,

y te goces por todos los siglos de los siglos.

13 [3257] Brillarás con luz esplendorosa,

y todos los países de la tierra

se prosternarán delante de ti.

14 [3258] Vendrán a ti naciones lejanas;

trayendo dones adorarán en ti al Señor,

y tendrán tu tierra por santuario.

15 Porque dentro de ti

invocarán el gran Nombre.

16 [3259] Malditos los que te desprecian;

serán condenados

todos los que te blasfemaren

y benditos los que te reedifiquen.

17 Te regocijarás en tus hijos,

porque todos serán benditos

y se reunirán con el Señor.

18 Dichosos todos los que te aman

y se regocijan por tu paz.

19 [3260] Alma mía, bendice al Señor;

pues Él, el Señor Dios nuestro,

ha librado a Jerusalén, su ciudad,

de todas sus tribulaciones.

20 Dichoso seré yo,

si quedaren reliquias de mi linaje

para ver el esplendor de Jerusalén.

21 [3261] De zafiros y de esmeraldas

se harán las puertas de Jerusalén,

y de piedras preciosas

todo el circuito de sus muros.

22 Con piedras blancas y limpias

serán enlosadas todas sus calles

y en todos sus barrios se cantará Aleluya.

23 Bendito sea el Señor

que la ha ensalzado,

y sea su reino en ella

por los siglos de los siglos. Amén.”

Volver al Indice

Tobías 14

Últimos años de Tobías

1 Así terminó Tobías su cántico.

Cuarenta y dos años vivió Tobías después de recobrada la vista, y viendo a los hijos de sus nietos;

2 cumplió ciento dos años hasta que fue sepultado con honores en Nínive.

3 Porque a los cincuenta y seis años perdió la vista, y a los sesenta la recobró.

4 [3262] Pasó en gozo el resto de su vida; y habiendo hecho grandes progresos en el temor de Dios, vino a descansar en paz.

5 A la hora de su muerte llamó a sí a su hijo Tobías y a los siete jóvenes hijos de éste, nietos suyos, y les dijo:

6 “La ruina de Nínive está cerca; pues la palabra del Señor no dejará de cumplirse; nuestros hermanos que están dispersos fuera de la tierra de Israel, volverán a ella;

7 [3263] será repoblada toda su tierra desierta, y reedificada de nuevo la casa de Dios, que fue allí entregada a las llamas. Volverán allá todos los que temen a Dios;

8 [3264] los gentiles abandonarán sus ídolos y vendrán a Jerusalén para morar en ella.

9 Allí se regocijarán todos los reyes de la tierra, adorando al Rey de Israel.

10 Escuchad, hijos míos, a vuestro padre; servid al Señor en verdad y buscad cómo hacer lo que le es agradable.

11 Encomendad a vuestros hijos que practiquen la justicia y den limosnas; que tengan presente a Dios y le bendigan en todo tiempo sinceramente y con todo esfuerzo.

12 Ahora oídme, hijos míos. No queráis permanecer aquí; el día mismo en que hubiereis sepultado a vuestra madre junto a mí, en la misma sepultura, en ese día disponed vuestro viaje para salir de aquí.

13 Porque yo veo que la iniquidad llevará a esta (ciudad) a la ruina.”

Conclusión

14 En efecto, después de la muerte de su madre, se retiró Tobías (el hijo) de Nínive con su mujer, sus hijos y los hijos de sus hijos, y se volvió a sus suegros;

15 a los cuales halló sanos y salvos, en dichosa vejez. Cuidó de ellos, y el mismo les cerró los ojos. Recibió toda la herencia de la casa de Ragüel, y vio a los hijos de sus hijos hasta la quinta generación.

16 [3265] Después que hubo cumplido noventa y nueve años en el temor del Señor, le sepultaron con alegría.

17 Toda su parentela y todos sus descendientes perseveraron en el bien vivir y en el ejercicio de obras santas; de manera que fueron gratos a Dios y a los hombres, y a todos los habitantes de aquel país.

Volver al Indice

Comentarios de Mons. Straubinger

* 1. El griego llama Tobit al padre, distinguiéndolo de su hijo, que se llama Tobías.

* 2. Es el rey Salmanasar V (727-723 a. C.) Este inició el sitio de Samaria, y su hijo Sargón II (722-705), se apoderó de ella, llevando al cautiverio los restos de la nación. Ya antes el rey Teglatfalasar III (745-727) había capturado la mayor parte de los neftalitas (IV Reyes 15, 29).

* 3. Heroica conducta: vivir en la miseria del cautiverio, en una ciudad corrompida (Nínive) que no parecía dar lugar a la virtud, y sin embargo ayudar a los hermanos cautivos como él.

* 5. Véase III Reyes 12, 28 s.

* 7. Véase Deuteronomio 14, 28 s. y 26, 12 s.

* 10. Desde la niñez hay que educar a los hijos, si no, nunca se logra educarlos. “El alma, mientras es todavía tierna y blanda como cera…, debe ser imbuida desde el principio con todas las cosas buenas” (San Basilio).

* 12. Viandas que habían sido sacrificadas a los ídolos y que eran abominación para los judíos. Cf. I Corintios 8, 1 ss.

* 16. Un talento: 58 o 26 kilogramos.

* 18. La palabra “hijo” se toma en la Sagrada Escritura también en un sentido más amplio: nieto, pariente. En realidad era Senaquerib nieto de Salmanasar.

* 21 s. Alusión a la derrota de Senaquerib en Jerusalén (IV Reyes 19, 35 s.; II Paralipómenos 32, 21; Isaías 37, 36 s.). Sepultaba: obra de misericordia sumamente agradable a Dios, como se nos muestra en 12, 12 (cf. II Reyes 21, 14). Nótese que Tobías daba sepultura a sus hermanos a pesar de la sentencia de muerte fulminada contra él. La verdadera caridad no se detiene por los peligros, ni por las amenazas, ni por la muerte.

* 23. No fue una huida cobarde, sino la única manera de salvar la vida, sin ofender las leyes de Dios. Así huyeron Moisés, David, Elías y los mismos apóstoles.

* 1. La fiesta de Pentecostés (según el texto griego).

* 2. A cada paso hay en este libro una lección práctica que imitar. Aquí vemos a quiénes invitar a la mesa. Véase 4, 17; Mateo 5. 46 s.; Lucas 14, 13.

* 4 s. Admirable valentía que no vacila en arriesgar la vida por hacer una obra de misericordia; y que va unida con prudencia, aprovechando la oscuridad de la noche para dar sepultura a un hermano. Véase 1, 21 s. y nota.

* 6. Véase Amós 8, 10; I Macabeos 1, 41.

* 12. Job, cubierto de llagas y acosado de tormentos insoportables resistió a todas las tentaciones de perder la fe en la justicia de Dios. Por eso aquí es llamado santo y el Apóstol Santiago recomienda su conducta ejemplar a los cristianos que sufren (Santiago 5, 11). Las tribulaciones momentáneas de esta vida, sufridas con paciencia, nos dan la seguridad de la gloria eterna. “La paciencia protege la fe, es reina de la paz y sostén de la caridad” (Tertuliano, De Patientia, c. XV). Cf. 12. 13; Eclesiástico 2, 3-5; Romanos 5, 3-5; II Corintios 6, 4 s.; II Tim 2, 12; Hebreos 10, 36; Santiago 1, 3 s. y 12; I Pedro 2, 20; Lucas 21, 19 y todo el Libro de Job. Tobías y Job son dos modelos, dos espejos de paciencia para todos los afligidos, pobres y perseguidos.

* 15. Los tres amigos de Job: Elifaz, Baldad y Sofar, son llamados reyes, por el prestigio que tenían entre sus pueblos.

* 18. Hijos de santos, por ser descendientes de los patriarcas Abrahán. Isaac v Jacob, a los que Dios dio las promesas. (Véase Hebreos 11, 3 ss.)

* 21 ss. ¡Qué delicadeza de conciencia! Tobías pregunta de qué modo hayan sido adquiridos los víveres que se le daban de comer. Lo mismo hacía Santa Isabel en la corte de Turingia. Hoy día tal delicadeza ya no existe, y si uno la practicara, lo tomarían por enfermo mental. Nótese el realismo de este episodio, lo mismo que el de 3, 7-10. “Campea en toda esta escena un realismo tan vigoroso, y son tan naturales y espontáneas las reacciones que lo imprevisto de los acontecimientos produce en cada personaje, que el relato parece ser en su conjunto eco fiel de la tradición oral, conservada con la nativa frescura con que brotara de los labios de los mismos protagonistas” (Prado, Sefarad 1949 p. 34).

* 2. Nada glorifica tanto a Dios como el elogio de su misericordia. Véase todo el Salmo 135; I Paralipómenos 16, 34, etc.

* 3 s. En estas palabras se inspira la antífona de la preparación a la Misa y de los Salmos penitenciales. Tobías en su humildad se siente responsable hasta por los pecados de otros, acto muy grato a Dios, quien quiere que seamos como hijos de una misma familia. Cf. Paralipómenos 9, 6; Dan. 9, 5.

* 7. Rages, una de las más antiguas ciudades de Persia, situada al este de Teherán, era la ciudad de Gabelo (1, 16-17). Aquí se lee mejor con el texto griego: Ecbátana (Paralipómenos 6, 2), y lo mismo siempre que se habla del lugar donde habitaba Ragüel. Ambas poblaciones eran vecinas, según se ve en 5, 8.

* 10. Se retira Sara al cuarto más alto para estar sola con Dios en oraciones y ayuno. El Misericordioso y Justo no tardará en oírla.

* 13. ¡Aun cuando estás irritado usas de misericordia! Véase, en Job 33, 24-27, ampliado este bellísimo concepto sobre el Corazón paternal de Dios. Cf. versículo 22.

* 16 s. ¡Qué elogio para una niña! Véase Éfeso 5, 4; II Timoteo 2, 22. Muchas personas eminentes en virtud han caído en el abominable vicio y han perdido la más hermosa de las virtudes a causa de la falsa seguridad, dice San Jerónimo. Nadie tenga demasiada confianza. Quien es santo, no por esto es impecable. Bien pronto Dios premiará la virtud de Sara (cf. versículo 24).

* 21. Será coronado: “Si el alma, dice San Gregorio, se une fuertemente a Dios, para no ver más que a Él en todo, las amarguras se convierten en dulzura, y toda aflicción es para ella un descanso” (lib. V Moral.).

* 25. Rafael significa en hebreo: Dios sana. San Jerónimo dice, que cuando Dios quiere curar a alguno, envía al santo ángel Rafael, cuyo nombre indica que de Dios nos viene la verdadera medicina y toda salud.

* 1 ss. La versión griega trae varias adiciones a este discurso, que es un incomparable testamento ofrecido como modelo a todos los padres y todos los hijos.

* 7. Véase Eclesiástico 4, 1. Dios nos está mirando siempre con infinito amor. El que esto sabe, no querrá perder esa mirada por no mirar con bondad al pobre. El que da al pobre, se parece al agricultor que no pierde al dejar caer la semilla en los surcos. Por eso dice San Ambrosio: “Sed agricultores espirituales; sembrad lo que puede seros útil. Es sembrar bien poner la limosna en manos de las viudas. Si la tierra os da más de lo que le confiáis, ¡cuánto más os devolverá la caridad! Todo lo que dais al pobre, redunda en vuestro provecho: sembráis en la tierra, y esta simiente germina en el cielo.” Recordemos siempre el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5, 7). Véase 12, 9.

* 14. No le dice que no sienta la soberbia, pues todos la sentimos en nuestra naturaleza caída, sino que la domine. La soberbia es el primero de los pecados capitales, y por tanto, el que Dios más aborrece. Tiende a quitarle la gloria que sólo a Él pertenece. Véase Eclesiástico capítulo 10; Isaías 42, 8; 48, 11; I Timoteo 1. 17; Salmo 148, 13.

* 15. Véase Levítico 19, 13; Deuteronomio 24, 14 s.; Santiago 5, 4 y notas.

* 16. El precepto de Jesús, llamado la regla de oro, sublima esto en sentido positivo (Mateo 7, 12; Lucas 6, 31).

* 18. Se trata de los banquetes fúnebres, acostumbrados entre los gentiles (Jeremías 16, 7). El sentido es: Tobías debe ayudar y consolar a los parientes de los muertos, pero sin participar en costumbres paganas. Los cristianos ofrecemos a los difuntos la limosna de la oración. Véase 2, 2 y nota. Cf. Deuteronomio 26, 14 y nota.

* 20. Al leer y releer estas exhortaciones (versículos 6-20) no encontramos palabras con que expresar el bien que significan para la prosperidad de nuestra vida y para nuestra orientación espiritual. Junto a esta sabiduría palidecen los innumerables consejos de la pura razón y las últimas soluciones de la filosofía. La verdadera sabiduría consiste en conocer a Dios y su santa Ley. “El sabio no se deja quebrantar por el temor, ni se conmueve por el poder, ni se enorgullece por las prosperidades, ni se abate por lo adverso, porque allí donde está la sabiduría, está la fuerza del alma, la constancia y el valor. El sabio permanece perfecto en Jesucristo, fundado en la caridad y arraigado en la fe” (San Ambrosio).

* 5. Así está la Sabiduría esperando a quien la busque. Véase Sabiduría 6, 12-15.

* 7 s. Esto no es mentira, pues no encierra la intención de engañar a Tobías ni a su hijo. Su naturaleza celestial se manifiesta cuando dice que conoce todos los caminos.

* 11. Saludo digno de un ángel. Fórmula ideal para poner a la entrada de una casa. También el saludo griego expresaba los sentimientos de alegría: jaire (alégrate). Cf. Lucas 1, 28 y nota.

* 17. Como si dijera: ¿Qué te importa la familia ni el linaje del jornalero? expresión de modestia.

* 18 s. Azarías significa: Dios socorre, pues vino para dar socorro a Tobías; Ananías: Dios da gracia (de la cual procede el socorro). Tobías conoce a un Ananías de ilustre linaje y cree que el ángel sea idéntico con aquél. Nótese la bondadosa condescendencia del ángel, no obstante lo dicho en el versículo 17. Recuerda la actitud de Jesús, en Mateo 17, 23-26.

* 21. “¡Su ángel! ¡Cuántas veces Dios obra así, también con nosotros, y no lo vemos porque somos ciegos, como Tobías! Pero éste no era ciego en el alma, porque tenía una inmensa luz de fe: cree que un ángel lo acompaña, como dice más adelante (versículo 27). Y Dios le responde con el hecho invisible pero real. ¿Qué es esto sino lo que enseñó Jesús al decir tantas veces: «Hágase según tu fe»?” (P. de Segor).

* 27. En este pasaje se inspira el “Itinerario”, es decir, la oración eclesiástica que se reza antes de emprender un viaje. También se ve aquí la tradición judaica sobre los ángeles de la guarda, que concuerda con la doctrina de Jesucristo acerca de ellos en Mateo 8, 10; Hechos 12; Hebreos 1, 14. Nos enseña el Salmista: “Dios ha mandado a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos; te llevarán en sus manos, no sea que tropiece tu pie en alguna piedra” (Salmo 90, 11). “¡Cuánta reverencia y reconocimiento deben inspiraros estas palabras! ¡Cuánta confianza deben daros hacia vuestro ángel de la guarda! ¡Cuánto respeto por su presencia, cuánto agradecimiento por su benevolencia y cuánta confianza por sus desvelos! No hagáis delante de él lo que no os atreveríais a hacer delante de mí” (San Bernardo).

* 2. Veremos cuántos bienes saca Dios de este aparente mal. El pez sería el llamado lucio o un esturión. En el Tigris abundan los grandes peces, cuya repentina aparición puede causar espanto.

* 6. Comían el pescado asado tal como lo preparó Jesús en Juan 21, 9-13. En vez de Rages debe leerse con el griego: Ecbátana (véase 3, 7).

* 8. Como a ese humo atribuyó Dios la virtud de ahuyentar a los demonios, así la atribuye, p. e., al agua bendita, sobre la cual la Iglesia invoca la divina bendición. Jesucristo en sus milagros suele servirse de instrumentos materiales, p. e., cuando con un poco de tierra mezclada con su saliva curó al ciego de nacimiento (Marcos 8, 22 ss.). Véase el caso de Naamán (IV Reyes 5, 14) que Jesús cita como milagro (Lucas 4, 23 y 27).

* 12. Según la Ley (Números 36), las hijas cuyo padre no tenía hijos varones, eran herederas de sus bienes, más debían casarse con un pariente de la familia paterna Véase también Rut 4, 4 La poderosa intercesión de San Rafael se invoca para tener acierto, como Tobías, en la elección de esposa. Véase 7, 12.

* 16. El demonio, aquí Asmodeo (3, 8), uno de los muchos demonios. En cambio el diablo es uno solo: Satanás (Apocalipsis 20, 2, etc.).

* 18 ss. No tenía que velar toda la noche, según se ve en 8, 15. Si los contrayentes cristianos consideraran esto, ¿cuántos no ambicionarían conquistar semejantes bendiciones aprovechando la lección del Ángel? ¡Qué unión de espíritu para toda la vida no se labraría en esas tres noches de oración! Véase Mateo 18, 19-20. Cf. I Corintios 7, 5 y nota.

* 7. Los hijos son benditos a causa de sus padres. ¡Qué estímulo para un matrimonio cristiano! Cf. 2, 18; 9, 9.

* 12. A veces se considera como gran desgracia el no poder realizar una unión muy deseada. El tiempo no tarda en mostrar que no era aquélla la persona conveniente, y que por eso Dios la apartó con su poderosa misericordia. De ahí el dicho popular: boda y mortaja, del cielo bajan.

* 14. Véase 6, 12 y nota.

* 15. Este simple rito parece haber sido usado para los matrimonios israelitas, si bien la Biblia lo menciona sólo aquí. La misma ceremonia de juntar las manos de los novios y bendecirlos se observa en el Ritual Romano en la celebración del matrimonio cristiano. “Por este gesto exterior de adhesión y amistad, los jóvenes esposos se dan un mutuo testimonio de unión y cariño, y confirman con las manos lo que ambos acaban de prometerse con los labios. Es una manera de ofrecer el esposo a su consorte el apoyo de su fuerza, y ella a él el apoyo moral de su ternura” (P. Azcárate).

* 20. Hermosa fórmula de caridad para consolar a un afligido. Cuanto más aumentan las aflicciones sufridas por Dios, más grandes y abundantes son los consuelos. Testigo de ello es San Pablo que exclama: “Estoy inundado de consuelo, reboso de gozo en medio de todas mis tribulaciones” (II Corintios 7, 4).

* 3. “Desterrar al demonio, dice San Agustín, no significa otra cosa que impedirle Dios el tentar y seducir a los hombres.” Sobre este pasaje dice Nácar-Colunga: “Estas metáforas tienen, sin duda, un origen anterior. Así, por ejemplo, los egipcios y babilonios decían que los espíritus malos gustaban de morar en los desiertos.” También los judíos creían que el desierto estaba poblado de demonios: los Seirim (cf. Levítico 17, 7; II Paralipómenos 11, 15; Isaías 13, 21; 34, 14) y Asasel (Levítico 16, 8, texto hebreo). El mismo Jesucristo habla de los “lugares áridos”, por los cuales andan los espíritus inmundos (Mateo 12, 43). Cf. Baruc 4, 35; Apocalipsis 18, 2.

* 4. Véase 6, 18 y nota. Hay aquí un ejemplo de tan alta belleza, y un acto de tal valor sobrenatural, que hará meditar a muchos futuros esposos sobre el verdadero privilegio que significaría imitarlo. No es pagar demasiado caro un recuerdo sublime para toda la vida y una verdadera garantía de felicidad conyugal.

* 5 ss. ¡Ojalá puedan decir lo mismo todos los cristianos! La Iglesia tiene una bellísima Misa de Esponsales, en la cual implora sobre los contrayentes las más preciosas bendiciones de Dios para ellos y su posteridad, usando varios textos de este sagrado libro. Desgraciadamente son muy pocos los que aprovechan este privilegio, y prefieren casarse sin misa, por la tarde, o por la noche. En esos actos, sin oración de los contrayentes ni de los demás por ellos, suele profanarse el matrimonio convirtiéndolo en un asunto exclusivamente mundano. ¿Cómo se quiere luego que Dios bendiga los hogares?

* 19. Introito de la Misa de Esponsales. Véase 7, 15; 9, 11.

* 21. Los versículos 21 y 22 no se leen en la versión griega.

* 2. Tal es el concepto que inspira la llamada Esclavitud de María según San Luis María Grignion de Montfort: una entrega total y amorosa de todo nuestro ser que, por medio de Ella, se consagra a Jesucristo, Sabiduría Encarnada, para gloria del Padre.

* 3. Rages es la ciudad de Gabelo. De aquí se infiere que Ragüel vivía en Ecbátana, y no en Rages, como dice la versión latina (3, 7; 6, 6).

* 8. Los versículos 8-12 faltan en el griego.

* 9-11. Vemos aquí un hermoso ejemplo de bendición paterna, hoy día desgraciadamente tan olvidada. “La bendición del padre afirma las casas de los hijos” (Eclesiástico 3, 11). Véase Génesis 27, 28 s.; 49, 1 ss. y notas.

* 1 ss. Pintura llena de vivo realismo. ¿Quién no ha pasado las mismas inquietudes? Pero la fe de Tobías triunfa de ellas.

* 11. Véase 5, 21; 5, 27; Judit 13, 2; Dan. 3, 95; II Macabeos 11, 8-10. Es preciso no perder de vista la presencia del Ángel Custodio que, por orden de Dios, nos guarda en el camino de la vida. Debemos agradecerle por sus desvelos, y no entristecerle con nuestros pecados. Los ángeles de la paz, dice Isaías, llorarán amargamente (Isaías 33, 7).

* 13. Estas pocas palabras son todo un compendio de las obligaciones propias de una mujer casada. (Véase el Catecismo Romano II, 8, 27.)

* 1. El largo viaje debió durar alrededor de 22 días. Harán, o Carán, ciudad distinta de la de Abraham (Génesis 11, 31; 27, 43). Algunos códices traen otro nombre.

* 5. Así nos espera Dios, según lo revela Jesús en Lucas 15, 20. Véase 10, 7.

* 7. Para Dios las primicias de nuestros sentimientos. La oración del hijo fue premiada con la curación del padre.

* 9. Ni esto faltó en aquel cuadro de envidiable felicidad. Un fresco de las catacumbas representa a Tobías entrando a Nínive con la hiel del pez en la mano y el perro retozando de alegría.

* 13. La hiel del pez se empleaba como medicamento en las enfermedades de los ojos. Aquí, sin embargo, hemos de ver más que una simple curación natural, como explicamos en 6, 8. Bover-Cantera trae el texto del códice B, que difiere de la Vulgata, y en la nota pone la variante del códice S, que dice: “Sopló sobre sus ojos… y echó sobre él la medicina una y otra vez, y desescamó (= quitó las escamas de las cataratas) con entrambas manos de los lagrimales de los ojos.”

* 17. Véase Nehemías 9, 33; Dan. 3, 31; 9, 7 ss., etc.

* 18. “Dios no niega ningún bien a los que caminan en la inocencia”, dice el Salmista (Salmo 83, 13). Lo vemos en la historia de todos los Patriarcas.

* 20. Aquior; en los textos griegos Aciachar y Achicar. Había un Aquior quien ocupaba un puesto importante en la corte asiria. Se apoderó de él la leyenda oriental haciéndole protagonista de una novela. También en el libro de Judit aparece una persona que lleva el nombre de Aquior, y que pronuncia el gran discurso sobre la historia de Israel (Judit 5, 5-25).

* 3. He aquí el oficio del Ángel de la guarda. Lo que San Rafael hizo visiblemente con el hijo de Tobías, eso mismo hacen de una manera invisible con nosotros los Ángeles Custodios (cf. 10, 11 y nota). Como Tobías, vencido por el peso de la misericordia, así el sacerdote, después de recibir en la Misa el supremo don de Dios, su propio Hijo, exclama también: Quid retribuam? ¿Qué podré darte? Y el Padre celestial, que no necesita de nosotros (Salmos 15, 2; 49, 813) nos contesta pidiéndonos lo único que le interesa, lo único que le falta: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23, 26). Hoy podemos retribuir dignamente al Padre, gracias a la ofrenda de su Hijo, que le da una gloria infinita. Tal es lo que hacemos en la Misa, diciéndole, junto con el sacerdote, después de la consagración, que le ofrecemos como sacrificio lo que Él mismo nos dio (de tuis donis ac datis Hostiam). es decir: ese Hijo amadísimo, del cual recibe el Padre “todo honor y gloria”. Véase final del Canon y Mateo 3, 17 y 17, 5.

* 7. Los planes de los reyes necesitan un secreto impenetrable para no ser desbaratados. Las obras de Dios, empero, han de propalarse, porque su gloria consiste en la manifestación de su misericordia y su verdad. Por eso predicar es sinónimo de alabar. Véase Salmos 39, 10-11; 70, 15; 88, 2; 49, 14; Hebreos 13, 15, etcétera.

* 9. Por limosna han de entenderse aquí todas las obras de misericordia. “Así como el fuego del infierno, dice San Cipriano, se apaga con el agua saludable del bautismo, así la llama del pecado se apaga con la limosna y las obras buenas”. “Las limosnas, dice San León Magno, borran los pecados, y preservan de la muerte y del infierno.” Véase 4, 11 Mateo 25. 34 ss.

* 10. Pensamiento que esconde una gran profundidad espiritual, pues muestra que nuestro Padre no nos ha prohibido cosas por hacer alarde de su poder, ni porque Él pierda nada con ellas, sino porque nos hacen daño (Salmo 24, 8-9). Tal es la dolorosísima exclamación que brota del Corazón de Jesús en Juan 5, 41 ss.

* 13. Véase Lucas 24, 26; Juan 15, 2-3; Romanos 5, 3; Hebreos 12, 6 y 8; Santiago 1, 3; I Pedro 1, 7. No hay grandes virtudes sin grandes pruebas. Si queremos triunfar es preciso luchar.

* 15. Uno de los siete: Cf. Apocalipsis 1, 4; 5, 6; 8, 2.

* 19. Este manjar invisible es la visión beatifica de Dios Jueces 13, 16; Salmo 16, 15). En el cielo no habrá comida (Romanos 14, 17) porque ésta es perecedera (1 Corintios 6, 13; Juan 6, 27). Véase también Juan 4, 32-34, y las promesas de Jesús en Mateo 26, 29; Lucas 22, 16 y 18 y 30; 14, 15; Apocalipsis 19, 9.

* 1 ss. No podía faltar en la semblanza de Tobías la inspiración profética, rasgo característico de las figuras cumbres de Israel. Este cántico nos da una idea de la altura moral que alcanzaban los profetas israelitas, cuando “se remontaban sobre la esfera de sus experiencias personales para cantar las divinas alabanzas en nombre de toda la nación y escudriñar los destinos reservados a ésta en el porvenir de los tiempos mesiánicos” (Prado).

* 4. “El viejo Tobías nos explica aquí el sentido de nuestro «destierro», pues todos los que vivimos con Cristo somos semejantes a los desterrados; y destierro siempre significa una infinidad de sufrimientos hasta llegar a la patria celestial. Quedamos materialmente en el mundo aunque espiritualmente estamos separados de él. Quedamos en el mundo aun llevando hábito y viviendo detrás de los muros de un convento. Lo que nos distingue del mundo, es el espíritu, el espíritu de Cristo, el espíritu de amor” (Elpis).

* 5. La misericordia de Dios es ilimitada: “Alabad al Señor porque es bueno y porque es eterna su misericordia” (Salmo 135, 1). Es éste el elogio más repetido en toda la Escritura, por donde vemos que ninguna otra alabanza es más grata a Dios que ésta que se refiere a su Corazón de Padre. “¿Qué es el pecado ante la misericordia de Dios? Una telaraña que desaparece para siempre al soplo del viento” (San Crisóstomo). Véase Santiago 5, 8; I Pedro 4, 8.

* 9. Véase lo que dice María Santísima en Lucas 1, 47. Como el Magníficat y como Jonás 2, 2 ss., este admirable cántico está lleno de textos tomados de los Salmos.

* 11. Te ha castigado: Otra lección: te castigará. Es ésta una profecía que se cumplió cien años después en la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor y en la deportación de los judíos a Babilonia, y sobre todo en su nueva destrucción por Tito (el año 70 después de Cristo). Jesús la profetizó también en Mateo 24, juntamente con su Parusía o segunda venida al fin de los tiempos.

* 12 ss. Otra profecía, que se refiere a la restauración. Sobre ella dice Fillion: “Es notable —y en esto hay otro parecido con el Magníficat— que Tobías habla muy poco del favor personal que él había recibido de lo alto; casi inmediatamente generaliza y, de las misericordias divinas hechas a su propia persona, pasa a aquellas de las que todo Israel debía ser objeto. Este hermoso poema va, pues, mucho más allá del tiempo presente: predice y describe el glorioso futuro del pueblo de Dios, al que la penitencia habrá transformado.” Véase Romanos 11, 25-26. Morada: el templo de Jerusalén.

* 13. Cf. Isaías 60, 1-9; 49, 17-26; Ezequiel 37, 21-28, etc.

* 14. Véase 14, 8-9; Salmos 67, 30; 101, 16-17; Isaías 54, 15; 55, 5; 60, 1-6; 61, 5; Ezequiel 36, 23; 37, 28; Miqueas 4, 2; Zacarías 8. 13 y 22, etc.

* 16. Cf. Génesis 12, 3; 27, 29; Números 24, 9; Salmo 121, 6.

* 19. Habla proféticamente de sucesos futuros como si ya hubieran sucedido. Se refiere al triunfo final de la Misericordia de Dios sobre su pueblo incrédulo, tal como nos lo muestra San Pablo (Romanos 11, 31 ss.).

* 21. Cf. Isaías 54, 11-12. Véase en Apocalipsis 21 la descripción de la Jerusalén celestial.

* 4. Otra versión: “Y cuánto más progresaba en el temor de Dios, más gozaba de la paz.” ¡Qué programa ideal para una ancianidad feliz! Véase el Salmo 70.

* 7. El edicto de Ciro permitió a los judíos reedificar el Templo (Paralipómenos 1, 1), pero volvieron a caer en la iniquidad y el Templo fue nuevamente destruido, quedando sin cumplirse las promesas de los profetas. Cf. 13, 12; Nehemías 9, 36 ss.; Ezequiel 43, 7-9 ss.; 37, 26-28; 20, 40 ss., etc.

* 8 s. Véase 13, 14. Profecía acerca de la vocación de los gentiles y del triunfo final de la Iglesia después de la conversión de Israel (Romanos 11, 25 ss.) y de la destrucción del Anticristo (II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 11 ss.). Sobre esto dice Santo Tomás: “Después de la muerte del Anticristo habrá para la Iglesia doble motivo de consolación, a saber: la paz y la multiplicación de la fe. pues entonces todos los judíos se convertirán a la fe de Cristo.”

* 16. ¡Le sepultaron con alegría! Es el digno coronamiento de esta maravillosa historia de felicidad doméstica.