1 – 2 – 3 – 4 – 5 – 6 – 7 – 8 – 9 – 10 – 11 – 12 – 13 – 14 – 15 – 16 – 17 – 18 – 19 – 20 – 21
Jueces
Introducción
El Libro de los Jueces contiene la historia del período transcurrido entre la muerte de Josué y la judicatura de Samuel, o sea, hasta la implantación de la monarquía.
Se llama Libro de los Jueces porque sus protagonistas desempeñaban el careo de jueces, que era idéntico con el cargo de gobernar y reinar, pues en todo el Antiguo Testamento juzgar es sinónimo de reinar. Fueron en realidad los caudillos del pueblo de Israel en el período indicado.
Dios solía llamarlos directamente en tiempos de suma necesidad, para que librasen a su pueblo de sus opresores. Una vez oprimidos los enemigos, seguían desempeñando, por regla general, las funciones de gobernantes, sea en su tribu, sea en todo el pueblo. Por eso, antes de formular juicio u opinión sobre la conducta de los Jueces de Israel, debemos tener muy presente que éstos fueron puestos por Dios, corno se ve en el discurso de San Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hechos de los Apóstoles 13, 20), a fin de abstenernos de condenar lo que el mismo Dios dispuso.
El Libro de los Jueces se divide en tres partes. En la primera (1, 1 – 3, 6) se describe la situación política y religiosa que reinaba inmediatamente antes del período de los Jueces; la segunda parte (3, 7 – 16, 31) contiene la historia de los Jueces; la tercera (11 – 21) narra dos episodios que se refieren a la idolatría de los danitas y la corrupción de los benjaminitas, y que dan saludable idea de los extravíos de que somos capaces los hombres si nos guiamos por nuestros propios impulsos.
No conocemos el nombre del autor del libro. En general se cree que el profeta Samuel le dio la forma literaria que hoy tiene.
No es difícil establecer el tiempo de su composición. El autor da por supuesto el comienzo de la monarquía en Israel, la cual es considerada como un gran beneficio para el pueblo y goza todavía de gran prestigio. Todo esto prueba que el libro fue redactado en los primeros años del reinado de Saúl.
La enseñanza especial que deducimos del libro de los Jueces es demostrar que Dios siempre castiga a su pueblo cuando éste se aparta de su Ley, pero le suscita un libertador cada vez que se convierte o pide auxilio a su Dios.
No se ha aclarado aún la cronología del libro. Si sumamos los años atribuidos a cada Juez, salen como resultado 410 años. Ahora bien, todos los acontecimientos transcurridos entre el Éxodo de Egipto y el comienzo de la edificación del Templo bajo Salomón abarcan 480 años. Si de esos 480 años se quitan los 410 de los Jueces, quedan para los demás acontecimientos sólo 70 años, lo cual es imposible. La solución de esta dificultad consiste en admitir que algunos de los Jueces reinaron simultáneamente en diversas regiones del país.
I. La situación político-religiosa después de la muerte de Josué
Jueces 1
Derrota de Adonibésec
1 [1581] Muerto Josué, los hijos de Israel consultaron a Yahvé, diciendo: “¿Quién de nosotros marchará primero contra el cananeo para combatirlo?” Respondió Yahvé: “Judá; he aquí que he entregado la tierra en sus manos.”
3 Dijo entonces Judá a Simeón, su hermano: “Sube conmigo a la tierra de mi herencia, para hacer guerra contra los cananeos, y también yo iré contigo a la tierra de tu herencia.” Y Simeón le acompañó.
4 Subió Judá, y Yahvé dio en sus manos a los cananeos y fereceos, de los cuales derrotaron en Bésec diez mil hombres.
5 Encontraron en Bésec a Adonibésec, le atacaron y derrotaron a los cananeos y a los fereceos.
6 [1582] Huyó Adonibésec; mas le persiguieron y después de haberle tomado preso le cortaron los pulgares de sus manos y de sus pies.
7 [1583] Entonces dijo Adonibésec: “Setenta reyes que tenían cortados los pulgares de sus manos y de sus pies, recogían las migajas debajo de mi mesa. Como yo hice, así me paga Dios.” Y le llevaron a Jerusalén, donde murió.
8 [1584] Pues los hijos de Judá atacaron a Jerusalén y habiéndola tomado la pasaron a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad.
Conquista de Hebrón y Dabir
9 Después descendieron los hijos de Judá a combatir a los cananeos que habitaban en la montaña, en el Négueb y en la Sefelá.
10 [1585] Y marchó Judá contra los cananeos que habitaban en Hebrón, cuyo nombre antiguo era Kiryat-Arbá, y derrotaron a Sesai, Ahimán y Talmai.
11 De allí marchó contra los habitantes de Dabir, cuyo nombre antiguo era Kiryatséfer.
12 Entonces dijo Caleb: “Al que derrote a Kiryatséfer y la tome, le daré por mujer mi hija Acsá.”
13 Y la tomó Otoniel, hijo de Kenas, hermano menor de Caleb; y éste le dio por mujer su hija Acsá.
14 [1586] Mientras ella se iba (con su marido), éste la instigó a que pidiera a su padre un campo; y como ella se bajó del asno, le preguntó Caleb: “¿Qué te pasa?”
15 Respondió ella: “Dame una bendición; ya que me has dado tierra de secano, dame también fuentes de agua.” Y Caleb le dio fuentes en las regiones superiores y en las inferiores.
16 [1587] Los hijos del Cineo, cuñado de Moisés, subieron juntamente con los hijos de Judá, desde la ciudad de las Palmeras, al desierto de Judá, que está al sur, en Arad; y vinieron a habitar con el pueblo.
17 [1588] Después acompañó Judá a su hermano Simeón y derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat; ejecutaron allí el anatema y fue llamada aquella ciudad Horma.
18 Judá tomó también a Gaza con su territorio, a Ascalón con su territorio y a Acarón con su territorio.
19 Yahvé estuvo con Judá de modo que pudo apoderarse de la montaña, pero no pudo expulsar a los habitantes de los valles, porque tenían carros de hierro.
20 A Caleb se le dio Hebrón, como le había prometido Moisés; y Caleb expulsó de allí a los tres hijos de Enac.
21 [1589] Los hijos de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que habitaban en Jerusalén; y así habitan los jebuseos con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta el día de hoy.
Toma de Betel
22 Los de la casa de José, por su parte, subieron contra Betel, y Yahvé estuvo con ellos.
23 Mientras exploraban Betel, cuyo nombre antiguo era Luz,
24 vieron los centinelas a un hombre que salía de la ciudad, y le dijeron: “Muéstranos, te rogamos, por dónde se puede entrar en la ciudad, y usaremos contigo de misericordia.”
25 Él les mostró por donde se podía entrar en la ciudad, y ellos pasaron la ciudad a filo de espada; mas dejaron salir a aquel hombre con toda su familia,
26 [1590] el cual fue a tierra de los heteos, donde edificó una ciudad, y la llamó Luz. Éste es su nombre hasta el día de hoy.
Resistencia de los cananeos
27 [1591] Manasés no desposeyó a (los habitantes de) Betseán con sus aldeas, ni a los de Taanac con sus aldeas, ni a los habitantes de Dor con sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam con sus aldeas, ni a los habitantes de Megiddó con sus aldeas; por lo cual los cananeos lograron mantenerse en aquel territorio.
28 Cuando Israel cobró fuerza, hizo tributarios a los cananeos, pero no los expulsó por completo.
29 Efraím no expulsó a los cananeos que habitaban en Guécer; y los cananeos siguieron viviendo en medio de ellos en Guécer.
30 Zabulón no expulsó a los habitantes de Ketrón, ni a los habitantes de Nahalol; y los cananeos siguieron viviendo en medio de ellos pero vinieron a ser tributarios.
31 Aser no expulsó a los habitantes de Acó ni a los habitantes de Sidón, Ahalab, Aczib, Helbá, Afee y Rohob;
32 sino que los hijos de Aser vivieron en medio de los cananeos, habitantes del país, pues, no los expulsaron.
33 Neftalí no expulsó a los habitantes de Betsemes, ni a los habitantes de Betanat, sino que habitó en medio de los cananeos, habitantes del país; pero los habitantes de Betsemes y de Betanat vinieron a ser tributarios suyos.
34 [1592] Los amorreos estrecharon a los hijos de Dan en las montañas; pues no les permitían bajar a los valles.
35 Lograron los amorreos habitar en Har-Heres, en Ayalón, y en Saalbim; mas cuando la mano de la casa de José pesó sobre ellos, vinieron a ser tributarios.
36 [1593] El territorio de los amorreos se extendía desde la subida de Acrabim y desde Selá para arriba.
Jueces 2
Yahvé reprende a los israelitas
1 [1594] Subió el Ángel de Yahvé de Gálgala a Boquín, y dijo: “Yo os he sacado de Egipto, y os he introducido en el país que prometí con juramento a vuestros padres. Y dije: Jamás quebrantaré mi alianza con vosotros,
2 si vosotros no hacéis alianza con los habitantes de esta tierra, y si derribáis sus altares. Pero no habéis obedecido mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?
3 [1595] Por eso Yo por mi parte he dicho: No los expulsaré delante de vosotros, sino que quedarán a vuestro lado y sus dioses os serán un lazo”.
4 Al decir el Ángel de Yahvé estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó la voz y se puso a llorar.
5 Por eso llamaron a este lugar Boquín; y ofrecieron allí sacrificios a Yahvé.
Apostasía de Israel
6 Despedido que hubo Josué al pueblo, los hijos de Israel se fueron cada cual a su herencia para tomar posesión de la tierra;
7 y sirvió el pueblo a Yahvé todos los días de Josué, y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que habían visto toda la obra grandiosa que Yahvé había hecho en favor de Israel.
8 Pero murió Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, cuando tenía ciento y diez años;
9 y le sepultaron en el terreno de su propia herencia, en Timnatheres, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaas.
10 También toda aquella generación fue congregada con sus padres; y surgió otra generación después de ellos que no conocía a Yahvé, ni la obra que Él había hecho a favor de Israel.
11 Entonces los hijos de Israel hicieron lo que era malo a los ojos de Yahvé. Sirvieron a los Baales,
12 [1596] y abandonando a Yahvé, el Dios de sus padres, que los había sacado del país de Egipto, anduvieron en pos de otros dioses, de entre los dioses de los pueblos que los rodeaban, y se postraron ante ellos, provocando la ira de Yahvé.
13 [1597] Dejaron a Yahvé, y sirvieron a Baal y a las Astartés.
Castigo de la infidelidad
14 Entonces se encendió la ira de Yahvé contra Israel; por lo cual los entregó en manos de salteadores que los saquearon, y los vendió en manos de sus enemigos que los rodeaban, y no pudieron ya resistir a sus enemigos.
15 Por doquiera que salían, la mano de Yahvé descargaba sobre ellos, para su daño, como Yahvé les había dicho y jurado, con lo que se vieron en muy grande aprieto.
16 [1598] Entonces suscitó Yahvé jueces que los librasen de los saqueadores.
17 Mas ni aun a sus jueces quisieron escuchar, sino que se prostituyeron yéndose tras otros dioses, ante los cuales se postraban. Así se apartaron muy pronto del camino en que anduvieron sus padres, obedeciendo los mandamientos de Yahvé; ellos, empero, no lo hicieron así.
18 Cuando Yahvé les suscitaba un juez, estaba con él, y los salvaba de sus enemigos, todos los días de aquel juez; porque Yahvé les tenía compasión a causa de los gemidos que proferían ante sus opresores y vejadores.
19 Pero al morir el juez, volvían a corromperse más que sus padres y andaban en pos de otros dioses sirviéndolos y dándoles culto. No dejaron éstas sus maldades ni su perverso camino.
20 Por eso se encendió la ira de Yahvé contra Israel, y dijo: “Por cuanto este pueblo viola la alianza que Yo prescribí a sus padres, y no escucha mi voz,
21 tampoco Yo seguiré expulsando de delante de ellos a ninguno de aquellos pueblos que dejó Josué cuando murió,
22 [1599] a fin de probar por medio de ellos a Israel, si pondrán o no su empeño en andar en el camino de Yahvé, como hicieron sus padres.”
23 Y Yahvé dejó a aquellos pueblos sin apresurarse a expulsarlos, como tampoco los había entregado en manos de Josué.
Jueces 3
Los pueblos paganos en medio de Israel
1 [1600] Éstos son los pueblos que Yahvé dejó para probar por medio de ellos a Israel, a cuantos no tenían experiencia de las guerras de los cananeos
2 —con el único fin de instruir a las generaciones de los hijos de Israel y enseñarles la guerra, por lo menos a aquellos que antes no la conocían—,
3 los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte Baalhermón hasta la entrada de Hamat.
4 Servían éstos para probar por medio de ellos a Israel, a fin de saber si obedecería los mandamientos que Yahvé había prescrito a sus padres por boca de Moisés.
5 Así, los hijos de Israel habitaban entre los cananeos, los heteos, los amorreos, los fereceos, los heveos y los jebuseos.
6 Y tomaron las hijas de ellos por mujeres, dando sus hijas a los hijos de ellos y sirviendo a sus dioses.
II. Los Jueces
El juez Otoniel
7 [1601] Los hijos de Israel hicieron lo que era malo a los ojos de Yahvé y, olvidándose de Yahvé, su Dios, sirvieron a los Baales y a las Ascheras.
8 [1602] Y se airó Yahvé contra Israel, y los vendió en manos de Cusan Rasataim, rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan Rasataim ocho años.
9 Entonces clamaron los hijos de Israel a Yahvé, y Yahvé suscitó un libertador para los hijos de Israel que los libró: Otoniel, hijo de Kenas, hermano menor de Caleb.
10 [1603] Vino sobre él el espíritu de Yahvé y juzgó a Israel. Y salió a la guerra, y Yahvé entregó en sus manos a Cusan Rasataim, rey de Aram, y su mano pesó sobre Cusan Rasataim.
11 Así tuvo el país descanso durante cuarenta años. Y murió Otoniel, hijo de Kenas.
El juez Aod
12 Volvieron los hijos de Israel a hacer lo que era malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé hizo prevalecer a Eglón, rey de Moab, contra Israel, por cuanto hacían lo que era malo a los ojos de Yahvé.
13 [1604] Congregando consigo a los hijos de Amón y a Amalec, Eglón se puso en marcha, derrotó a Israel y se apoderó de la Ciudad de las Palmeras.
14 Y los hijos de Israel sirvieron a Eglón, rey de Moab, diez y ocho años.
15 Clamaron entonces los hijos de Israel a Yahvé, y Yahvé les suscitó un libertador: Aod, hijo de Gerá, benjaminita, hombre zurdo. Cuando los hijos de Israel enviaron por mano de él un presente a Eglón, rey de Moab,
16 Aod se hizo una daga de dos filos, de un palmo de largo, que se ciñó debajo de su ropa sobre el muslo derecho;
17 y así llevó el presente a Eglón, rey de Moab, que era un hombre muy gordo.
18 Terminada la entrega del presente, despidió Aod la gente que había traído el presente,
19 y volviéndose desde Pesilim, cerca de Gálgala, dijo: “Oh rey, tengo un mensaje secreto para ti”. El rey dijo: “¡Silencio!”, y salieron de su presencia todos los que con el estaban.
20 Entonces Aod se acercó al rey que estaba sentado en la habitación de verano que tenía reservada para sí solo. Y le dijo Aod: “Tengo para ti un mensaje de parte de Dios.” Se levantó con esto Eglón de la silla,
21 y Aod, alargando su mano izquierda, sacó la daga que llevaba sobre su muslo derecho, y la clavó en el vientre de Eglón.
22 [1605] Entró incluso el mango tras la hoja, y se cerró la grosura sobre la hoja, de modo que no pudo retirar la daga del vientre, del cual salieron los excrementos.
23 Se escapó Aod por la galería, cerrando tras sí la puerta de la habitación y echando el cerrojo.
24 [1606] Salido ya él, llegaron los siervos del rey y miraron, y he aquí que la puerta de la habitación estaba cerrada con cerrojo, por lo cual dijeron: “Sin duda se cubre los pies en la cámara de verano.”
25 Esperaron hasta darles vergüenza; mas he aquí que él no abrió la puerta de la cámara alta; por lo cual tomando la llave abrieron, y vieron a su señor caído en el suelo y muerto.
26 Mientras ellos estaban perplejos Aod huyó, y pasando más allá de Pesilim, se puso a salvo en Seirá.
27 Llegado a casa tocó la trompeta en la montaña de Efraím; y los hijos de Israel bajaron con él de la montaña, llevándole a su frente.
28 Y les dijo: “Seguidme, pues Yahvé ha entregado en vuestras manos a vuestros enemigos, los moabitas.” Bajaron en pos de él, y tomaron los vados del Jordán frente a Moab, sin dejar pasar a nadie.
29 Mataron en aquel tiempo, como diez mil hombres de Moab, todos robustos, y todos hombres valientes. No escapó uno solo.
30 Aquel día fue Moab humillado bajo la mano de Israel, y el país tuvo descanso ochenta años.
El juez Samgar
31 [1607] Después de Aod, Samgar, hijo de Amat, mató a seiscientos hombres de los filisteos con un aguijón de bueyes. También él libertó a Israel.
Jueces 4
Débora y Barac
1 Muerto Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo que era malo a los ojos de Yahvé;
2 [1608] y Yahvé los vendió en manos de Jabín, rey de Canaán, que reinaba en Hasor. El jefe de su ejército era Sísara, el cual habitaba en Haserot-Goím.
3 Clamaron entonces los hijos de Israel a Yahvé; porque tenía Jabín novecientos carros de hierro, y desde hacía veinte años oprimía duramente a los hijos de Israel.
4 En aquel tiempo Débora, profetisa, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel.
5 [1609] Tenía su asiento debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraím; y los hijos de Israel acudían a ella en sus litigios.
6 [1610] Envió ella a llamar a Barac, hijo de Abinoam, de Kedes-Neftalí, y le dijo: “¿No es ésta la orden de Yahvé, el Dios de Israel: Anda y marcha hacia el monte Tabor, y toma contigo diez mil hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón?
7 Yo llevaré hacia ti, hacia el torrente Kisón, a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y con su multitud, y le entregaré en tus manos.”
8 [1611] Barac le contestó: “Si tú vienes conmigo, iré; pero si no vienes conmigo, no iré.”
9 A lo que ella replicó: “Sí, iré contigo; mas no será tuya la gloria de la expedición que vas a emprender; pues en manos de una mujer entregará Yahvé a Sísara.” Y se levantó Débora y fue con Barac a Kedes.
Derrota de Sísara
10 Barac convocó a Zabulón y a Neftalí en Kedes; y subieron en pos de él diez mil hombres. También Débora subió con él.
11 [1612] Ahora bien, Héber, el cineo, que se había separado de los cineos, hijos de Hobab, cuñado de Moisés, había extendido sus tiendas hasta el encinar de Saaraim, cerca de Kedes.
12 Cuando supo Sísara que Barac, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor,
13 [1613] hizo salir de Haserot-Goím al torrente Kisón todos sus carros, novecientos carros de hierro, con toda la gente que tenía.
14 Entonces dijo Débora a Barac: “¡Levántate, que éste es el día en que Yahvé ha entregado a Sísara en tus manos! ¿No va Yahvé delante de ti?” Bajó, entonces, Barac del monte Tabor, y tras él los diez mil hombres.
15 Y Yahvé perturbó a Sísara delante de Barac, entregándolo con todos sus carros y con todo su ejército al filo de la espada. El mismo Sísara, saltando de su carro, huyó a pie.
16 Barac persiguió los carros y el ejército hasta Hasoret-Goím; y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, sin quedar uno solo.
Jael da muerte a Sísara
17 Sísara huyó a pie a la tienda de Jael, mujer de Héber, cineo; porque había paz entre Jabín, rey de Hasor y la casa de Héber cineo.
18 Salió Jael a recibir a Sísara, y le dijo: “Entra, señor mío, entra en mi casa; no tengas temor.” Entró en la tienda de ella, y ella le cubrió con una alfombra.
19 Él le dijo: “Dame de beber, te ruego, un poco de agua, que tengo sed.” Y abrió ella el odre de la leche, le dio de beber y le volvió a cubrir.
20 Él le dijo: “Ponte a la puerta de la tienda; y si viene alguno y te pregunta, diciendo: ¿Hay aquí alguien?, le responderás que no.”
21 [1614] Entonces Jael, mujer de Héber, tomó una estaca de la tienda y empuñando con su mano un martillo, se acercó a él calladamente y le hincó en la sien la estaca hasta que penetró en la tierra; porque Sísara estaba demasiado fatigado y había caído en un profundo sueño, Y así murió.
22 Y he aquí que vino Barac que perseguía a Sísara. Salió Jael a recibirle, y le dijo: “Ven, y te mostrare al hombre que estás buscando.” Entró él en la casa, y vio a Sísara tendido y muerto, con el clavo en la sien.
23 En aquel día Dios humilló a Jabín, rey de Canaán, ante los hijos de Israel.
24 Y la mano de los hijos de Israel se hizo cada vez más pesada sobre Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron por completo.
Jueces 5
Cántico de Débora
1 [1615] En aquel día cantaron Débora y Barac, hijo de Abinoam, el siguiente canto:
2 “Los príncipes de Israel al frente,
ofrece el pueblo su vida.
¡Bendecid a Yahvé!
3 Escuchad, reyes; prestad atención, príncipes;
que yo, sí, yo cantaré a Yahvé,
cantaré a Yahvé, el Dios de Israel.
4 [1616] Cuanto Tú, Yahvé, saliste de Seír,
avanzaste desde los campos de Edom,
se estremeció la tierra, los cielos gotearon,
y los nubes se disolvieron en agua.
se derritieron los montes
a la presencia de Yahvé,
aquel Sinaí, a la presencia de Yahvé,
el Dios de Israel.
6 [1617] En los días de Samgar, hijo de Anat,
en los días de Jael,
estaban desiertos los caminos;
y los viajeros caminaban por senderos tortuosos;
7 faltaron en Israel los caudillos,
faltaron hasta que me levanté yo, Débora;
me levanté como madre en Israel.
8 Mientras elegían a nuevos dioses,
la guerra llegó a las puertas;
y no se veía ni escudo ni lanza
entre cuarenta millares de Israel.
9 Mi corazón ama a los príncipes de Israel
a los que se ofrecen de entre el pueblo.
¡Bendecid a Yahvé!
10 [1618] Los que cabalgáis sobre asnas blancas,
los que os sentáis sobre alfombras,
y los que vais por los caminos, cantad.
11 En los abrevaderos,
libres ya del estruendo de los arqueros,
allí se canten las justicias de Yahvé,
las justicias de su imperio en Israel.
Pues entonces pudo bajar
a las puertas el pueblo de Yahvé.
12 ¡Despierta, despierta, Débora!
¡Despierta, despierta, entona el himno!
¡Levántate, Barac, hijo de Abinoam,
toma presos a tus apresadores!
13 En aquel tiempo descendió
el resto de los nobles del pueblo;
Yahvé bajó hacia mí con los valientes.
14 [1619] De Efraím vinieron
los que derrotaron a Amalec;
detrás de ti Benjamín entre tu gente.
De Maquir llegaron los jefes,
de Zabulón los que llevan la vara del mando.
15 [1620] Los príncipes de Isacar bajan con Débora;
Isacar marcha al lado de Barac;
se arrojan al valle en pos de sus pisadas.
Mas en los distritos de Rubén
hubo grandes deliberaciones.
16 ¿Por qué quedaste en tus apriscos
para escuchar los balidos de los rebaños?
En los distritos de Rubén
hubo grandes deliberaciones.
17 GaIaad descansaba allende el Jordán;
y Dan no se separaba de sus navíos.
Aser habitaba en la ribera del mar,
y reposaba junto a sus puertos.
18 [1621] Mas Zabulón es un pueblo
que expone su vida a la muerte,
lo mismo que Neftalí,
sobre las alturas del campo.
19 [1622] Vinieron reyes y dieron batalla;
lucharon entonces los reyes de Canaán
en Taanac, junto a las aguas de Megiddó,
y no tomaron plata por botín.
20 [1623] Desde el cielo lucharon los astros,
de sus órbitas lucharon contra Sísara.
21 [1624] El torrente Kisón los arrastró,
el torrente viejo, el torrente Kisón.
¡Pisa firme, oh alma mía!
22 Se rompieron los cascos de los caballos,
en la veloz huida de sus guerreros.
23 [1625] Maldecid a Meroz,
dice el Ángel de Yahvé;
¡Malditos sus habitantes!
porque no vinieron en socorro de Yahvé,
a socorrer a Yahvé con sus valientes.
24 [1626]
¡Bendita entre las mujeres
sea Jael, mujer de Héber, el cineo!
¡Bendita entre las mujeres
que viven en tiendas!
25 Agua pidió él, y ella dio leche;
en vaso de príncipes le sirvió nata.
26 Tomó su mano el clavo,
y su derecha el pesado martillo,
dio el golpe a Sísara,
le rompió la cabeza,
le machacó y atravesó las sienes.
27 A sus pies él se encorva,
cae y queda tendido.
Se encorva a los pies de ella y cae;
donde se encorva, allí mismo queda muerto.
28 [1627] Por la ventana, tras las celosías
se asoma la madre de Sísara y clama:
¿Por qué tarda en venir su carro?
¿Por qué tan lerda la marcha de sus cuadrigas?
29 Las más sabias de sus damas le contestan,
y ella misma se da la respuesta:
30 Habrán hallado botín
que están repartiendo;
para cada guerrero, una joven, o dos;
vestidos de color para Sísara, como despojo,
vestidos bordados,
de varios colores, como botín;
despojos de diversos colores.
dos veces recamados, para la esposa.
31 ¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahvé!
¡Y los que te aman brillen como el sol
cuando sale con toda su fuerza!”
Y el país tuvo descanso durante cuarenta años.
Jueces 6
Invasión de los madianitas
1 [1628] Los hijos de Israel, hicieron lo malo a los ojos de Yahvé, y los entregó Yahvé en manos de Madián, por siete años.
2 La mano de Madián pesó sobre Israel de tal manera que los hijos de Israel por miedo a los madianitas se hicieron los antros que se hallan en las montañas, las cuevas y los lugares fortificados.
3 Pues cuando Israel había hecho la siembra subían contra ellos Madián y Amalec con los hijos del Oriente.
4 Acampaban frente a ellos y destruían los productos de la tierra hasta la región de Gaza, no dejando a Israel sustento alguno, ni oveja, ni buey, ni asno.
5 Porque llegaban con sus ganados y sus tiendas, numerosos como las langostas; ellos y sus camellos eran innumerables, y venían al país para devastarlo.
6 Con lo que Israel fue muy debilitado por los madianitas, y los hijos de Israel clamaron a Yahvé.
7 Cuando los hijos de Israel clamaron a Yahvé a causa de Madián,
8 envió Yahvé un profeta a los hijos de Israel, que les dijo: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, sacándoos de la casa de la servidumbre;
9 os libré de las manos de los egipcios y de todos los que os oprimieron; los expulsé de delante de vosotros y os di su tierra;
10 y os dije: Yo soy Yahvé, vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; pero no habéis escuchado mi voz.”
Vocación de Gedeón
11 [1629] Vino el Ángel de Yahvé y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que pertenecía a Joás de la familia de Abiéser, cuando Gedeón, su hijo, estaba batiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas.
12 Se le apareció el Ángel de Yahvé y le dijo: “Yahvé está contigo, ¡oh valiente héroe!”
13 [1630] Gedeón contestó: “Ah, señor mío; si Yahvé está con nosotros, ¿cómo es que nos ha sucedido todo esto? ¿Dónde están todos sus prodigios que nos han contado nuestros padres, diciendo: No nos sacó Yahvé de Egipto? Mas ahora Yahvé nos ha abandonado y entregado en manos de Madián.”
14 [1631] Entonces Yahvé se volvió hacia él y dijo: “Anda con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de Madián. ¿No soy Yo quien te envío?”
15 Mas él le dijo: “¡Ah, Señor! ¿Con qué he de salvar yo a Israel? Mira, mi familia es la más pobre en Manasés, y yo soy el más pequeño de la casa de mi padre.”
16 Yahvé le respondió: “Yo estaré contigo; y derrotarás a Madián como si fuese un solo hombre.”
17 Entonces él le dijo: “Si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que me des una señal de que eres Tú quien hablas conmigo.
18 [1632] Y no te retires de aquí hasta que yo vuelva hacia ti y traiga mi ofrenda para ponerla delante de ti.” A lo cual respondió: “Yo me quedaré hasta que vuelvas.”
19 Fue Gedeón y aderezó un cabrito, y con un efa de flor de harina coció ácimos; luego puso la carne en un canasto y echó el caldo en una olla, y los llevó para presentarlos debajo del terebinto.
20 Y le dijo el Ángel de Dios: “Toma la carne y los ácimos, ponlos sobre esta peña y echa sobre ellos el caldo.” Y él lo hizo así.
21 Entonces el Ángel de Yahvé extendió la punta del báculo que tenía en la mano, y tocó la carne y los ácimos; y salió fuego de la peña, que consumió la carne y los ácimos. Luego el Ángel de Yahvé desapareció de su vista.
22 [1633] Viendo Gedeón que era el Ángel de Yahvé, dijo: “Ay de mí, Señor Yahvé, pues yo he visto al Ángel de Yahvé cara a cara.”
23 Yahvé le dijo: “La paz sea contigo; no temas, no morirás.”
24 Gedeón erigió allí un altar a Yahvé, y lo llamó Paz de Yahvé. Este altar está hasta el día de hoy en Ofrá de Abiéser.
Destrucción del altar de Baal
25 [1634] En aquella misma noche dijo Yahvé a Gedeón: “Toma el toro de tu padre, el toro segundo que tiene siete años, y derriba el altar de Baal que pertenece a tu padre, y corta la aschera que está junto a él;
26 y edifica un altar a Yahvé, tu Dios, sobre la cumbre de este peñasco, según lo dispuesto, y tomando aquel segundo toro, lo ofrecerás en holocausto con la madera de la aschera cortada.”
27 Tomó Gedeón diez hombres de entre sus siervos, e hizo lo que Yahvé le había mandado, pero por temor a la casa de su padre y a los hombres de la ciudad no lo hizo de día, sino de noche.
28 Cuando al día siguiente madrugaron los hombres de la ciudad vieron derribado el altar de Baal, cortada la aschera que había junto a él, y el toro segundo ofrecido en holocausto sobre el altar edificado.
29 Se preguntaban entonces unos a otros: “¿Quién ha hecho esto?” Investigaron y buscaron, y se les dijo: “Gedeón, hijo de Joás, ha hecho esto.”
30 Por lo cual los hombres de la ciudad dijeron a Joás: “Saca a tu hijo para que muera; pues ha derribado el altar de Baal, y cortado la aschera que estaba a su lado.”
31 Mas Joás respondió a todos los que estaban delante de él: “¿Queréis acaso combatir por Baal? ¿Pretendéis vosotros salvarle? Quien se atreva luchar por él, que muera antes que llegue la mañana. Si él es Dios que luche por sí mismo contra el que ha derribado su altar.”
32 [1635] En aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, porque decía: “Luche Baal con aquel que ha derribado su altar.”
El milagro del vellocino
33 Todo Madián y Amalec y los hijos del Oriente se coligaron, pasaron (el Jordán) y acamparon en el valle de Jesreel.
34 [1636] Entonces el Espíritu de Yahvé revistió a Gedeón, el cual tocó la trompeta, y se juntaron los de la familia de Abiéser para seguirle.
35 Envió también mensajeros por todo Manasés, y ellos se juntaron para seguirle. Envió, además, mensajeros a Aser, Zabulón y Neftalí, los cuales salieron a su encuentro.
36 [1637] Y dijo Gedeón a Dios: “Si quieres salvar por mi mano a Israel, como has dicho,
37 he aquí que voy a poner un vellocino de lana en la era. Si solamente el vellocino se cubre de rocío, quedando todo el suelo seco, conoceré que salvarás por mi mano a Israel, conforme has prometido.”
38 Así fue; cuando al día siguiente se levantó muy temprano para exprimir el vellocino, sacó del vellocino tanta agua que con ella llenó una taza.
39 Dijo entonces Gedeón a Dios: “No se encienda tu ira contra mí, si hablo una vez más. Permíteme repetir la prueba con el vellocino solamente esta vez. Te ruego quede seco el vellocino, en tanto que en todo el suelo haya rocío.”
40 Y así lo hizo Dios en aquella noche; quedó seco el vellocino solo, y en todo el suelo hubo rocío.
Jueces 7
El pequeño ejército de Gedeón
1 Jerobaal, que es Gedeón, y toda la gente que estaba con él, se levantaron muy temprano y acamparon junto a la fuente de Harod, teniendo el campamento de Madián hacia el norte, en el valle, al pie del collado de Moré.
2 [1638] Dijo entonces Yahvé a Gedeón: “La gente que está contigo es demasiado numerosa para que Yo entregue a Madián en sus manos, no sea que Israel se gloríe contra Mí, diciendo: «Es mi mano la que me ha salvado».
3 [1639] Haz llegar al pueblo esta proclamación: «Los cobardes y medrosos, vuélvanse y se retiren de la montaña de Galaad».” Y se volvieron de la gente veinte y dos mil, quedando solamente diez mil.
4 Mas Yahvé dijo a Gedeón: “Aun es demasiada la gente, hazlos bajar al agua y allí te los probaré. Aquel de quien Yo te dijere que vaya contigo, ése irá contigo; mas todo aquel de quien te dijere que no vaya contigo, ese tal no irá.”
5 Gedeón hizo bajar a la gente al agua, y Yahvé le dijo: “A todos los que lamieren el agua con la lengua, como lame el perro, los pondrás aparte; asimismo a todos los que para beber doblaren las rodillas.”
6 [1640] El número de los que lamieron el agua (llevándola) con la mano a la boca, fue de trescientos hombres; todo el resto del pueblo dobló las rodillas para beber agua.
7 Y dijo Yahvé a Gedeón: “Por medio de los trescientos hombres que toman el agua lamiendo, os salvaré y entregaré a Madián en tus manos. Toda la demás gente vuélvase cada cual a su lugar.”
8 Tomó aquella gente provisiones en su mano, y también sus trompetas; y Gedeón despidió a todos los demás hombres de Israel cada uno a su tienda, reteniendo sólo a los trescientos hombres. El campamento de Madián estaba debajo de él, en el valle.
Dios alienta a Gedeón
9 En aquella noche le dijo Yahvé: “Levántate, baja contra el campamento, pues lo he entregado en tu mano.
10 [1641] Mas si temes atacar, baja tú con tu siervo Purá al campamento,
11 y oirás lo que dicen; después se fortalecerán tus manos para descender contra el campamento. Bajaron él y su siervo hasta la vanguardia de la gente armada que había en el campamento.
12 Madián, Amalec, y todos los hijos del Oriente se habían extendido por el valle, tan numerosos como langostas, y con camellos innumerables, pues como la arena que está a la ribera del mar, así era su multitud.
13 [1642] Gedeón llegó justamente cuando un hombre contaba a su compañero un sueño. Decía: “He tenido un sueño: un pan de cebada venía rodando por el campamento de Madián, llegó a la tienda, la derribó de manera que cayó, la trastornó de arriba abajo, y la tienda quedó derribada.”
14 Su compañero contestó, diciendo: “No es ésta otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, hombre israelita, en cuyas manos Dios ha entregado a Madián y todo el campamento.”
Victoria de Gedeón
15 Al oír Gedeón el relato del sueño y su interpretación, se postró para adorar, volvió al campamento de Israel y dijo: “Levantaos, que Yahvé ha entregado en vuestras manos el campamento de Madián.”
16 Dividió los trescientos hombres en tres compañías, puso trompetas en manos de todos ellos, y cántaros vacíos, con teas encendidas dentro de los cántaros;
17 y les dijo: “Lo que me viereis hacer, haced lo mismo vosotros. Tan pronto como yo llegue al borde del campamento, haréis como hago yo.
18 Cuando yo y todos los que están conmigo toquemos la trompeta, tocaréis también vosotros las trompetas, alrededor de todo el campamento, y gritaréis: ¡Por Yahvé y por Gedeón!”
19 Llegaron Gedeón, y los trescientos hombres que le acompañaban, al borde del campamento, al principio de la vigilia mediana, cuando acababan de relevarse los centinelas; y tocaron las trompetas, y rompieron los cántaros que tenían en la mano.
20 Y a la vez tocaron las trompetas las tres compañías, rompieron los cántaros, y tomando con la mano izquierda las teas encendidas, y con la derecha las trompetas para tocar, gritaron: “¡Espada por Yahvé y por Gedeón!”,
21 manteniéndose parados, cada uno en su puesto alrededor del campamento. Con esto todo el campamento echó a correr, gritar y huir.
22 [1643] Pues cuando tocaron las trescientas trompetas, Yahvé volvió la espada de cada cual contra su compañero, por todo el campamento. Y huyó el ejército hasta Betsitá, en dirección de Sererá, hasta el borde de Abelmeholá, cerca de Tabat.
23 Entonces se reunieron los hombres de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a Madián.
24 [1644] Gedeón envió también mensajeros por toda la montaña de Efraím, para decir a los (efraimitas): “Bajad al encuentro de los madianitas, y ocupad antes que ellos las aguas del Jordán, hasta Betbará.” Se juntaron todos los hombres de Efraím y tomaron las aguas del Jordán, hasta Betbará.
25 [1645] Hicieron prisioneros a los dos príncipes de Madián, Oreb y Zeeb; y mataron a Oreb sobre la peña de Oreb, y a Zeeb le dieron muerte en el lagar de Zeeb, y terminada la persecución de Madián llevaron las cabezas de Oreb y Zeeb a Gedeón, al otro lado del Jordán.
Jueces 8
Celos de Efraím
1 Dijeron los hombres de Efraím a Gedeón: “¿Qué es esto que has hecho con nosotros, eso de no llamarnos cuando saliste a combatir contra Madián?” Y se querellaron reciamente contra él.
2 [1646] Les respondió: “¿Qué he hecho yo que se pueda comparar con lo vuestro? ¿No es mejor la rebusca de Efraím que la vendimia de Abiéser?
3 [1647] En vuestras manos ha entregado Dios a los príncipes de Madián, Oreb y Zeeb. ¿Qué he hecho yo que se pueda comparar con lo vuestro?” Con esta respuesta se calmó la ira que contra él habían concebido.
Nuevos triunfos de Gedeón
4 Gedeón llegó al Jordán, y lo cruzó con los trescientos hombres que tenía consigo, cansados, pero prosiguiendo la persecución.
5 [1648] Y dijo a los hombres de Sucot: “Dadme, por favor, pan para la gente que me sigue, porque están cansados, y estoy persiguiendo a Zébah y Salmaná, reyes de Madián.”
6 Contestaron los jefes de Sucot: “¿Acaso los puños de Zébah y Salmaná están ya en tu mano para que demos pan a tu tropa?”
7 Gedeón respondió: “Por eso, cuando entregue Yahvé a Zébah y a Salmaná en mi mano, azotaré vuestras carnes con espinas del desierto y con cardos.”
8 De allí subió a Fanuel y les habló de la misma manera; mas los hombres de Fanuel le respondieron del mismo modo que los de Sucot.
9 Dijo también a los hombres de Fanuel: “Cuando vuelva yo en paz derribaré esta torre.”
10 Zébah y Salmaná estaban en Carcor, y su ejército con ellos, unos quince mil hombres, el resto de todo aquel ejército de los hijos del Oriente, habiendo perecido ya ciento veinte mil hombres que llevaban espada.
11 Gedeón subió por el camino de los nómadas, al oriente de Noba y Jegbaá, y derrotó el campamento, pues el ejército, no temía peligro.
12 Huyeron Zébah y Salmaná; más él, en la persecución prendió a los dos reyes de Madián, Zébah y Salmaná, e hizo temblar a todo su ejército.
13 Entre tanto, Gedeón, hijo de Joás, volviendo de la batalla por la subida de Heres,
14 prendió a un muchacho de los habitantes de Sucot. Le interrogó, y éste le apuntó los nombres de los jefes de Sucot y sus ancianos, setenta y siete hombres.
15 Llegado a los hombres de Sucot dijo Gedeón: “Ved aquí a Zébah y Salmaná con motivo de los cuales me zaheristeis diciendo: «¿Acaso los puños de Zébah y Salmaná están ya en tu mano, para que demos pan a tus hombres cansados?»”
16 [1649] Tomó entonces a los ancianos de la ciudad, y espinas del desierto y cardos, y con éstos dio una lección a los hombres de Sucot.
17 [1650] Arrasó también la torre de Fanuel, y dio muerte a los hombres de la ciudad.
18 A Zébah y a Salmaná les dijo: “¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?” Contestaron: “Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de un rey.”
19 Replicó Gedeón: “Eran mis hermanos, los hijos de mi misma madre. ¡Vive Yahvé, que no os mataría, si les hubieses conservado la vida!”
20 Luego dijo a Jéter, su primogénito: “¡Levántate, mátalos!” Pero el joven no sacó la espada, por temor, siendo como era aún joven.
21 Entonces dijeron Zébah y Salmaná: “Levántate tú y danos el golpe; porque como es el hombre, así es su fuerza.” Se levantó Gedeón y mató a Zébah y a Salmaná y tomó las lunetas que se hallaban al cuello de sus camellos.
Gedeón rechaza la realeza
22 Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: “Reina tú sobre nosotros, tú, tu hijo, y los hijos de tu hijo, ya que nos has librado del poder de Madián.”
23 [1651] Gedeón les respondió: “No reinaré yo sobre vosotros, ni reinará mi hijo sobre vosotros. Yahvé sea quien reine sobre vosotros.”
24 Y les añadió Gedeón: “Voy a pediros una cosa, y es que me dé cada cual un zarcillo de su despojo”; pues (los enemigos) llevaban zarcillos de oro por ser ismaelitas.
25 Ellos respondieron: “Con mucho gusto te lo daremos”. Tendieron pues, un manto, y cada uno echó allí un zarcillo de su botín.
26 [1652] Y fue el peso de los zarcillos de oro que había pedido, de mil setecientos siclos de oro; sin contar las lunetas y pendientes, ni los vestidos de púrpura que los reyes de Madián llevaban, ni los collares que se hallaban al cuello de sus camellos.
27 [1653] De esto hizo Gedeón un efod, y lo depositó en su ciudad, en Ofrá; y todo Israel cometía allí idolatría con ese (efod), lo cual vino a ser un lazo para Gedeón y su casa.
28 Así fue humillado Madián ante los hijos de Israel, y no volvió más a levantar cabeza. Y tuvo el país en los días de Gedeón un descanso de cuarenta años.
Muerte de Gedeón
29 [1654] Partió después Jerobaal, hijo de Joás, y habitó en su casa.
30 [1655] Y tuvo Gedeón setenta hijos, todos nacidos de él, porque tenía muchas mujeres.
31 También una de sus mujeres secundarias que estaba en Siquem, le dio un hijo, al que puso por nombre Abimelec.
32 [1656] Murió Gedeón, hijo de Joás, en buena vejez, y fue enterrado en la sepultura de su padre Joás, en Ofrá de los hijos de Abiéser.
33 [1657] Muerto Gedeón, los hijos de Israel volvieron a fornicar tras los Baales, y pusieron a Baal-Berit por dios suyo.
34 No se acordaron los hijos de Israel de Yahvé su Dios, que los había librado del poder de todos sus enemigos a la redonda.
35 Tampoco usaron de piedad con la casa de Jerobaal-Gedeón, por todo el bien que él había hecho a Israel.
Jueces 9
Abimelec
1 Abimelec, hijo de Jerobaal, se fue a Siquem y habló a los hermanos de su madre, a ellos y a toda la parentela de la casa del padre de su madre, en los siguientes términos:
2 “Decid, os ruego, al oído de todos los vecinos de Siquem: “¿Qué es mejor para vosotros: el que reinen sobre vosotros setenta hombres, hijos todos ellos de Jerobaal, o que reine sobre vosotros uno solo? Acordaos también de que yo soy hueso vuestro y carne vuestra.”
3 Repitieron los hermanos de su madre todas estas palabras referentes a él, de modo que las oyeron todos los vecinos de Siquem, y se inclinó el corazón de ellos hacia Abimelec; pues decían: “Es nuestro hermano.”
4 [1658] Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-Berit, con los cuales Abimelec tomó a sueldo hombres ociosos y aventureros que le siguieron.
5 Y llegó a Ofrá, a la casa de su padre, y mató a sus hermanos, los hijos de Jerobaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo pudo escapar Joatam, el hijo menor de Jerobaal, porque se escondió.
6 [1659] Entonces se reunieron todos los vecinos de Siquem y todos los de Bet-Meló y fueron a proclamar rey a Abimelec, junto al terebinto del santuario que está en Siquem.
La parábola de Joatam
7 [1660] Habiéndolo oído Joatam, se fue y apostándose en la cumbre del monte Garizim, alzó su voz y les dijo a gritos: “Oídme, señores de Siquem, para que os oiga Dios.
8 [1661] Fueron una vez los árboles a ungir un rey que reinase sobre ellos; y dijeron al olivo: «Reina tú sobre nosotros».
9 El olivo les contestó: «¿Puedo acaso yo dejar mi grosura, con la cual se honra a Dios y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?»
10 Entonces dijeron los árboles a la higuera: «Ven tú y reina sobre nosotros».
11 La higuera les respondió: «¿He de dejar acaso mi dulzura y mi excelente fruto, para ir a mecerme sobre los árboles?»
12 Dijeron, pues, los árboles a la vid: «Ven tú y reina sobre nosotros».
13 Mas la vid les respondió: «¿He de dejar acaso mi vino que alegra a Dios y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?»
14 Entonces todos los árboles dijeron a la zarza: «Ven tú y reina sobre nosotros».
15 Respondió la zarza a los árboles: «Si es que en verdad queréis ungirme rey sobre vosotros, venid y refugiaos bajo mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza que devore los cedros del Líbano».
16 Ahora, pues, (preguntaos) si habéis obrado fiel y justamente haciendo rey a Abimelec, y si os habéis portado bien con Jerobaal y su casa, y si le habéis tratado como lo merecía la obra de sus manos;
17 pues mi padre peleó por vosotros, exponiendo su vida a los mayores peligros, y os libró del poder de Madián;
18 pero vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre; habéis matado a sus hijos, setenta hombres, sobre una misma piedra, y habéis puesto a Abimelec, hijo de una esclava suya, por rey sobre los vecinos de Siquem, por ser él vuestro hermano.
19 Si pues en este día habéis obrado fiel y justamente con Jerobaal y con su casa, complaceos en Abimelec, y complázcase él en vosotros.
20 Pero si no, salga fuego de Abimelec, fuego que devore a los vecinos de Siquem y de Bet-Meló, y salga fuego de los vecinos de Siquem y de Bet-Meló, que devore a Abimelec.”
21 Luego Joatam emprendió la huida, y huyendo se fue a Beer donde habitó por temor de su hermano Abimelec.
Sedición de los siquemitas
22 Reinó Abimelec tres años sobre Israel.
23 [1662] Entonces envió Dios un espíritu maligno entre Abimelec y los vecinos de Siquem, y los vecinos de Siquem se portaron pérfidamente con Abimelec;
24 para que se vengase el crimen hecho contra los setenta hijos de Jerobaal, y para que su sangre cayese sobre Abimelec su hermano, que los mató, y también sobre los vecinos de Siquem, que le habían ayudado a matar a sus hermanos.
25 Los vecinos de Siquem le pusieron emboscadas sobre las cimas de las montañas, para despojar a cuantos pasaban por el camino junto a ellos. Esto llegó al conocimiento de Abimelec.
26 Entretanto llegó Gáal, hijo de Ebed, con sus hermanos, y entraron en Siquem, y los siquemitas pusieron en él su confianza.
27 Salieron al campo, vendimiaron sus viñas y pisaron (las uvas), haciendo gran fiesta; luego entraron en la casa de su dios, y mientras comían y bebían, maldecían a Abimelec.
28 [1663] Dijo entonces Gáal, hijo de Ebed: “¿Quién es Abimelec, y quién es Siquem, para que le sirvamos? ¿No es el hijo de Jerobaal, y no es Zebul su lugarteniente? Servid a los hombres de Hemor, padre de Siquem. ¿Por qué hemos de servir nosotros (a Abimelec)?
29 ¡Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mando! Yo expulsaría a Abimelec.” Y envió a decir a Abimelec: “Refuerza tu ejército y sal.”
30 Cuando Zebul, comandante de la ciudad, oyó las palabras de Gáal, hijo de Ebed, montó en cólera,
31 y enviando secretamente mensajeros a Abimelec le dijo: “Mira que Gáal, hijo de Ebed, y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí que ellos están sublevando la ciudad contra ti.
32 Levántate de noche, tú y la gente que tienes contigo, y ponte en emboscada en el campo,
33 y por la mañana, al salir el sol, levántate pronto y cae sobre la ciudad; cuando él y la gente que está con él salgan contra ti, podrás hacer con él según la fuerza de tu mano.
Abimelec sofoca la revolución
34 Abimelec se levantó de noche, él y toda la gente que le acompañaba, y divididos en cuatro compañías se pusieron en emboscada contra Siquem.
35 Y cuando Gáal, Hijo de Ebed, salió y se apostó a la entrada de la puerta de la ciudad, salió Abimelec de la emboscada con la gente que tenía consigo.
36 Viendo Gáal la gente, dijo a Zebul: “He aquí gente que baja de las cimas de los montes.” Zebul le contesto: “Lo que ves es la sombra de los montes, y te parecen hombres.”
37 [1664] Gáal volvió a hablar, diciendo: “Mira que baja gente del ombligo del país y una compañía viene de la encina de los adivinos.”
38 Entonces dijo Zebul: “¿Dónde está ahora tu boca, con que dijiste: Quién es Abimelec, para que le sirvamos? ¿No es ésta la gente que despreciaste? Sal, pues, ahora y pelea contra ellos.
39 Salió Gáal, a la vista de los vecinos de Siquem, y dio batalla a Abimelec.
40 Y Abimelec le persiguió, porque, huyó delante de él, y cayeron muchos traspasados hasta la entrada de la puerta.
41 Abimelec permaneció en Arumá; y Zebul expulsó a Gáal y a sus hermanos de modo que no pudieron quedarse en Siquem.
Destrucción de Siquem
42 Al día siguiente salió el pueblo al campo; de lo cual avisado Abimelec,
43 tomó su gente, la dividió en tres compañías y los puso en emboscada en el campo; y cuando vio que la gente salía de la ciudad, se levantó contra ellos para derrotarlos.
44 Abimelec y el destacamento que le seguía, avanzaron y se apostaron a la entrada de la puerta de la ciudad, en tanto que las otras dos compañías se lanzaron sobre todos los que estaban en el campo y los destrozaron.
45 [1665] Abimelec asaltó la ciudad todo aquel día, la tomó y mató la gente que había en ella. Después arrasó la ciudad, y la sembró de sal.
46 [1666] Al oír esto, todos los hombres de la torre de Siquem se refugiaron en la fortaleza del templo de El-Berit.
47 Cuando Abimelec supo que allí se habían reunido todos los hombres de la torre de Siquem,
48 subió al monte Salmón, él y toda la gente que le seguía; y tomando un hacha en su mano, cortó la rama de un árbol, la alzó, se la puso al hombro y mandó a la gente que le acompañaba: “Lo que me habéis visto hacer, haced pronto igual que yo.”
49 Y cortó también toda la gente cada cual una rama, y siguiendo tras Abimelec, las colocaron sobre la fortaleza, a la cual pegaron fuego, cubriéndolos con llamas, y así murió también toda la gente de la torre de Siquem, unos mil hombres y mujeres.
Muerte de Abimelec
50 Después marchó Abimelec a Tebes, la asedió y la tomó.
51 Mas había en medio de la ciudad una torre fuerte, adonde se habían refugiado todos los hombres y las mujeres, y todos los vecinos de la ciudad; y cerrando tras sí subieron al terrado de la torre.
52 Avanzó Abimelec hasta la torre y la asaltó; mas cuando había llegado ya hasta la puerta de la torre para incendiarla,
53 [1667] arrojó una mujer la piedra superior de un molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo.
54 [1668] Llamó él en seguida al joven, su escudero, y le dijo: “Saca tu espada y mátame, para que no digan de mí: le mató una mujer.” Le traspasó entonces el joven, y así murió.
55 Cuando vieron los hombres de Israel que había muerto Abimelec, se fueron, cada cual a su lugar.
56 Así retribuyó Dios a Abimelec el mal que había hecho contra su padre matando a sus setenta hermanos.
57 También sobre la cabeza de los hombres de Siquem hizo Dios caer todo el mal que habían hecho. Así se cumplió en ellos la maldición de Joatam, hijo de Jerobaal.
Jueces 10
El juez Tolá
1 [1669] Después de Abimelec, se levantó Tolá, hijo de Fuá, hijo de Dodó, varón de Isacar, para salvar a Israel. Habitó en Samir, en la montaña de Efraím,
2 y juzgó a Israel durante veinte y tres años. Murió y fue sepultado en Samir.
El juez Jaír
3 Después de él surgió Jaír galaadita, que juzgó a Israel veinte y dos años.
4 Tenía treinta hijos, que montaban treinta pollinos y poseían treinta ciudades, que se llaman Havot Jaír hasta el día de hoy. Están situadas en el país de Galaad.
5 Murió Jaír y fue sepultado en Camón.
Nueva apostasía y castigo
6 [1670] Los hijos de Israel siguieron haciendo lo que era malo a los ojos de Yahvé; y sirvieron a los Baales y a las Astartés, a los dioses de los sirios, a los dioses de los sidonios, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Ammón y a los dioses de los filisteos; y abandonando a Yahvé no le sirvieron más.
7 [1671] Se encendió entonces la ira de Yahvé contra Israel, y los vendió en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Ammón;
8 los cuales desde aquel año, por espacio de dieciocho años, oprimieron y vejaron a los hijos de Israel que habitaban al otro lado del Jordán, en la tierra de los amorreos, en Galaad.
9 Los hijos de Ammón pasaron también el Jordán para hacer la guerra a Judá, a Benjamín, y a la casa de Efraím, de modo que Israel se vio muy apretado.
10 Clamaron entonces los hijos de Israel a Yahvé, diciendo: “Hemos pecado contra Ti, porque hemos abandonado a nuestro Dios, y hemos servido a los Baales.”
11 Y dijo Yahvé a los hijos de Israel: “¿No soy Yo quien (os libré) de los egipcios, de los amorreos, de los hijos de Ammón y de los filisteos?
12 Y cuando los sidonios, los amalecitas y los maonitas os oprimían, y clamasteis a Mí, ¿no os salvé Yo de sus manos?
13 Pero vosotros me habéis abandonado, sirviendo a otros dioses; por eso no volveré a libraros.
14 Andad y clamad a los dioses que os habéis elegido. ¡Que ellos os salven en el tiempo de vuestra angustia!”
15 Los hijos de Israel respondieron a Yahvé: “Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero líbranos, te rogamos, en este día.”
16 [1672] Y arrojando de en medio de ellos los dioses extraños sirvieron a Yahvé; pues su alma desfallecía a causa de la desdicha de Israel.
17 [1673] Se reunieron entretanto los hijos de Ammón y acamparon en Galaad. Se juntaron también los hijos de Israel y acamparon en Masfá.
18 Entonces el pueblo, los príncipes de Galaad decían unos a otros: “¿Quién es el hombre que comenzará a combatir a los hijos de Ammón? Él será el caudillo de todos los habitantes de Galaad.”
Jueces 11
Vocación de Jefté
1 Jefté de Galaad era un guerrero esforzado, pero hijo de una ramera, y Galaad era su padre.
2 Galaad tuvo también de su esposa hijos, los cuales cuando crecieron expulsaron a Jefté, diciéndole: “Tú no serás heredero en casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.”
3 [1674] Huyó Jefté de sus hermanos y habitó en la tierra de Tob. Allí se allegaron a Jefté hombres pobres que le acompañaban.
4 Ahora bien, cuando, andando el tiempo, los hijos de Ammón atacaron a Israel,
5 sucedió que mientras los hijos de Ammón hacían guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a la tierra de Tob, en busca de Jefté;
6 y dijeron a Jefté: “Ven y sé nuestro jefe, y combatiremos a los hijos de Ammón.”
7 Jefté contestó a los ancianos de Galaad: “¿No sois vosotros los que me habéis odiado y expulsado de la casa de mi padre? ¿Por qué venís ahora a mí cuando os veis apurados?”
8 Entonces los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: “Por eso mismo nos dirigimos hoy a ti. Ven con nosotros y lucha contra los hijos de Ammón, y serás nuestro caudillo, el caudillo de todos los habitantes de Galaad.”
9 Contestó Jefté a los ancianos de Galaad: “Si me lleváis con vosotros para combatir a los hijos de Ammón, y Yahvé los entrega en mis manos, ¿seré vuestro caudillo?”
10 Los ancianos respondieron a Jefté: “Oiga Yahvé lo que hablamos entre nosotros; juramos hacer lo que tú pides.”
11 [1675] Partió entonces Jefté con los ancianos de Galaad; y el pueblo le puso sobre sí como caudillo y jefe. Y Jefté confirmó todas sus promesas delante de Yahvé en Masfá.
Negociaciones con los ammonitas
12 Luego envió Jefté mensajeros al rey de los hijos de Ammón, diciendo: “¿Qué tienes tú conmigo? ¿Por qué has venido a hacerme guerra en mi país?”
13 Contestó el rey de los hijos de Ammón a los mensajeros de Jefté: “Por cuanto Israel cuando subió de Egipto se apoderó de mi país desde el Arnón hasta el Yaboc y hasta el Jordán. Ahora, pues, devuélvemelo pacíficamente.”
14 [1676] Jefté envió nuevos mensajeros al rey de los hijos de Ammón,
15 y le dijo: “Así dice Jefté: Israel no se apoderó del país de Moab, ni del país de los hijos de Ammón.
16 Pues cuando Israel subió de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.
17 Entonces envió Israel mensajeros al rey de Edom, diciendo: Déjame pasar por tu país; mas no quiso escuchar el rey de Edom. También envió mensajeros al rey de Moab que tampoco quiso, de modo que Israel se quedó en Cades.
18 Después de andar por el desierto, dio la vuelta al país de Edom y al país de Moab, y llegó al oriente del país de Moab, y acampó al otro lado de Arnón; pero no entró en el territorio de Moab; puesto que el Arnón es la frontera de Moab.
19 Entonces Israel envió mensajeros a Sehón, rey de los amorreos que reinaba en Hesbón, y le dijo: Déjame pasar por tu país hasta mi lugar.
20 Pero Sehón despreciando a Israel no lo dejó pasar por su territorio; antes reunió a todo su pueblo y acampó en Jahsa para hacer guerra contra Israel.
21 Pero Yahvé, el Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, que los derrotó; y ocupó Israel todo el país de los amorreos que habitaban en aquella región.
22 Conquistaron todo el territorio de los amorreos desde el Arnón hasta el Yaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
23 Ahora que Yahvé, el Dios de Israel desposeyó a los amorreos ante Israel, su pueblo, ¿pretendes tú ser dueño de esa tierra?
24 [1677] ¿No es cierto que tú consideras como tu herencia lo que Camos, tu Dios, te da en posesión? Así también nosotros poseemos todo aquello que Yahvé, nuestro Dios, nos ha dado en posesión por amor a nosotros.
25 ¿Estás tú acaso en mejor condición que Balac, hijo de Sefor, rey de Moab? ¿Peleó él jamás con Israel o le hizo guerra?
26 En los trescientos años que Israel habita en Hesbón y sus aldeas, y en todas las ciudades que hay a orillas del Arnón, ¿por qué no las habéis reivindicado en ese tiempo?
27 Yo no he pecado contra ti, pero tú obras mal conmigo, haciéndome la guerra. Yahvé, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Ammán.”
28 El rey de los hijos de Ammón no escuchó las palabras que Jefté le había enviado a decir.
Voto y victoria de Jefté
29 [1678] Vino entonces el Espíritu de Yahvé sobre Jefté, quien recorrió a Galaad y Manasés; después pasó a Masfá de Galaad, y desde Masfá de Galaad marchó contra los hijos de Ammón.
30 E hizo Jefté un voto a Yahvé, diciendo: “Si Tú de veras entregas a los hijos de Ammón en mi mano,
31 [1679] lo que primero salga de las puertas de mi casa a mi encuentro cuando vuelva yo en paz de los hijos de Ammón, será para Yahvé, y lo ofreceré en holocausto.”
32 Avanzó, entonces, Jefté contra los hijos de Ammón, para pelear contra ellos, y Yahvé los entregó en sus manos.
33 Los derrotó desde Aroer hasta cerca de Minit, veinte ciudades, y hasta Abel Keramim (infligiéndoles) una muy grave derrota. Así fueron humillados los hijos de Ammón ante los hijos de Israel.
La hija de Jefté
34 Luego Jefté volvió a Masfá, a su casa; y he aquí que su hija le salió al encuentro con tímpanos y danzas. Era su única hija; fuera de ella no tenía ni hijo ni hija.
35 Al verla rasgó sus vestidos, y le dijo: “¡Ay, hija mía!, tú me has abatido sobremanera; tú misma eres la que me aflige. Pues yo he dado mi palabra a Yahvé y no puedo volverme atrás.”
36 Ella le respondió: “Padre mío, si has dado tu palabra a Yahvé, haz conmigo conforme a lo que salió de tu boca, ya que Yahvé te ha vengado de tus enemigos, los hijos de Ammón.”
37 Y dijo a su padre: “Hágase conmigo esto: Déjame libre por dos meses, e iré con mis compañeras por las montañas llorando mi virginidad.”
38 Respondió él: “Vete.” Y la dejó ir por dos meses. Se fue ella con sus compañeras, y lloró su virginidad sobre las montañas.
39 Y cuando al cabo de los dos meses volvió a su padre, éste cumplió en ella el voto que había hecho, sin que ella hubiera conocido varón. Por eso se hizo costumbre en Israel
40 que las hijas de Israel fuesen cada año a llorar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días al año.
Jueces 12
Descontento de los efraimitas
1 [1680] Se reunieron los hombres de Efraím, y pasando a Safón dijeron a Jefté: “¿Por qué saliste a hacer la guerra contra los hijos de Ammón, sin llamarnos a nosotros para marchar contigo? Vamos a quemar tu casa sobre tu cabeza.”
2 Jefté les respondió: “Yo y mi pueblo estábamos luchando violentamente con los hijos de Ammón; y llamé a vosotros, pero no me librasteis de sus manos.
3 Mas viendo que no veníais a librarme, tomé mi vida en mi mano y marché contra los hijos de Ammón, y Yahvé les entregó en mi mano. ¿Por qué ahora subís contra mí para hacerme la guerra?”
4 Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, y atacó a Efraím. Y los galaaditas derrotaron a los efraimitas, por cuanto éstos decían: “Vosotros sois fugitivos de Efraím; Galaad está en medio de Efraím y Manasés.”
5 Los galaaditas cortaron a los efraimitas los vados del Jordán; y cuando los fugitivos de Efraím decían: “Quiero pasar”, le preguntaban los galaaditas: “¿Eres tú efraimita?” y cuando respondía: “No”
6 [1681] le decían: “Di: schibólet”; mas él decía: “sibólet”, pues no podía pronunciarlo bien. Entonces lo prendían y le degollaban junto a los vados del Jordán. Así murieron en aquel tiempo cuarenta y dos mil efraimitas.
7 [1682] Jefté juzgó a Israel seis años. Luego murió Jefté galaadita y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.
El juez Abesán
8 Después de él juzgó a Israel Abesán de Betlehem,
9 [1683] el cual tuvo treinta hijos. Casó, además a su treinta hijas con gente de afuera y trajo de fuera treinta hijas para sus hijos. Juzgó a Israel durante siete años.
10 Y murió Abesán y fue sepultado en Betlehem.
El juez Elón
11 Después de él juzgó a Israel Elón de Zabulón, el cual juzgó a Israel por espacio de diez años.
12 Y murió Elón de Zabulón y fue sepultado en Ayalón, en la tierra de Zabulón.
El juez Abdón
13 Después de él juzgó a Israel Abdón, hijo de Hilel de Faratón,
14 el cual tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta pollinos. Juzgó a Israel por espacio de ocho años.
15 Y murió Abdón, hijo de Hilel de Faratón y fue sepultado en Faratón, en la tierra de Efraím, en la montaña de los amalecitas.
Jueces 13
Nacimiento de Sansón
1 [1684] Los hijos de Israel volvieron a hacer lo que era malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé los entregó en manos de los filisteos durante cuarenta años.
2 Vivía entonces en Saraá un hombre de la familia de los danitas, de nombre Manué, cuya mujer era estéril y no tenía hijos.
3 Apareció el Ángel de Yahvé a la mujer y le dijo: “He aquí que eres estéril y no has tenido hijo; pero concebirás y darás a luz un hijo.
4 Ahora guárdate de beber vino o bebida fuerte, y no comas cosa inmunda.
5 [1685] Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo sobre cuya cabeza no ha de pasar navaja, porque este niño será desde su nacimiento nazareo de Dios; y él comenzará a librar a Israel del poder de los filisteos.”
6 Fue la mujer y habló con su marido, diciendo: “Un varón de Dios ha venido a mí, y era su aspecto como el del Ángel de Dios, muy temible, pero no le pregunté de dónde era, ni él me manifestó su nombre.
7 Me dijo: «He aquí que concebirás y darás a luz un hijo. No bebas vino ni bebida fuerte, ni comas de ninguna cosa inmunda; porque el niño será nazareo de Dios, desde su nacimiento hasta el día de su muerte».”
8 Entonces Manué oró a Yahvé, diciendo: “Oh Señor, te ruego que el varón de Dios que enviaste venga otra vez a nosotros y nos enseñe qué debemos hacer con el niño que ha de nacer.”
9 Escuchó Dios el ruego de Manué y vino el Ángel de Dios otra vez a la mujer, cuando estaba sentada en el campo, pero Manué, su marido no se hallaba con ella.
10 Entonces corrió la mujer a toda prisa y avisó a su marido, diciéndole: “He aquí, se me ha aparecido el varón que vino a mí el otro día.”
11 Manué se levantó y siguió a su mujer, y llegado donde estaba el varón, le preguntó: “¿Eres tú el hombre que hablaste con esta mujer?” Respondió él: “Yo soy.”
12 Y dijo Manué: “Cuando se cumpla tu palabra, ¿cuáles son los preceptos que habrá que observar respecto del niño y que ha de hacerse con él?”
13 Contestó el Ángel de Yahvé a Manué: “Que la mujer se abstenga de cuanto le he indicado;
14 que no coma nada de lo que viene de la vid, que no beba vino ni bebida fuerte ni coma cosa inmunda; que ella observe todo cuanto le he mandado.”
15 [1686] Entonces Manué dijo al Ángel: “Permítenos que te retengamos para prepararte un cabrito.”
16 Pero el Ángel de Yahvé dijo a Manué: “Por más que me retengas no comeré de tu alimento; mas si quieres preparar un holocausto, lo has de ofrecer a Yahvé.” Pues Manué no sabía que era el Ángel de Yahvé.
17 Y así preguntó al Ángel de Yahvé: “¿Cuál es tu nombre, para que te honremos cuando se cumpla tu palabra?”
18 [1687] A lo cual respondió el Ángel de Yahvé: “¿Por qué preguntas por mí nombre, siendo él admirable?”
19 Tomó, entonces, Manué un cabrito con la oblación correspondiente, y lo ofreció sobre la peña a Yahvé quien hizo una cosa milagrosa, a la vista de Manué y su mujer.
20 Pues al subir la llama de sobre el altar hacia el cielo, subió también el Ángel de Yahvé con la llama del altar. Viéndolo Manué y su mujer, se postraron en tierra sobre sus rostros.
21 El Ángel de Yahvé no volvió a aparecerse a Manué y su mujer. Entonces conoció Manué que era el Ángel de Yahvé;
22 y dijo Manué a su mujer: “Debemos morir porque hemos visto a Dios.”
23 Pero su mujer le dijo: “Si Yahvé quisiera quitarnos la vida no habría aceptado de nuestras manos holocausto y oblación y no nos habría mostrado todas estas cosas, ni nos habría hecho oír palabras como éstas.”
24 La mujer dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Sansón. Creció el niño y Yahvé le bendijo.
25 [1688] Y el Espíritu de Yahvé comenzó a inspirarle en Mahané-Dan, entre Saraá y Estaol.
Jueces 14
Sansón y los filisteos
1 [1689] Sansón bajó a Timná, donde vio a una mujer de las hijas de los filisteos.
2 Cuando subió (a su casa) habló a su padre y a su madre, diciendo: “He visto en Timná a una mujer de las hijas de los filisteos; ahora pues, tomádmela por mujer.”
3 Dijéronle su padre y su madre: “¿Acaso no hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni entre todo mi pueblo, para que tú vayas a tomar mujer de entre los incircuncisos filisteos?” Pero Sansón contestó a su padre: “Tómame a ésa porque me gusta.”
4 [1690] Su padre y su madre no sabían que esto venía de Yahvé, por cuanto buscaba ocasión contra los filisteos, pues los filisteos dominaban a la sazón a Israel.
Sansón mata a un león
5 Bajó Sansón con su padre y su madre a Timná, y cuando llegaron a las viñas de Timná, he aquí que un leoncillo salió rugiendo a su encuentro.
6 Entonces vino el Espíritu de Yahvé sobre Sansón y sin tener nada a mano, lo desgarró como se desgarra un cabrito; pero no dijo ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.
7 Bajó y habló con la mujer, y ella gustó a Sansón.
8 Pasado algún tiempo volvió para tomarla y se apartó del camino para ver el cuerpo del león; y he aquí que dentro del cuerpo del león había un enjambre de abejas y un panal de miel.
9 Lo tomó en sus manos, y siguiendo el camino comió, y cuando alcanzó a su padre y su madre, les dio y ellos comieron; mas no les dijo que había tomado la miel del cadáver del león.
Bodas de Sansón
10 Luego bajó su padre a casa de la mujer, y Sansón hizo allí un banquete; porque tal era la costumbre de los mozos.
11 [1691] Cuando ellos le vieron le dieron treinta compañeros para acompañarle;
12 a los cuales dijo Sansón: “Voy a proponeros un enigma; si me lo descifráis dentro de los siete días del banquete y encontráis el sentido, os daré treinta túnicas y treinta mudas de ropa.
13 Pero si no podéis descifrármelo me daréis vosotros a mí treinta túnicas y treinta mudas de ropa.” Ellos respondieron: “Propón tu enigma para que lo oigamos.”
14 [1692] Les dijo entonces:
“Del que come salió manjar,
y del fuerte salió dulzura.”
Y no pudieron descifrarle el enigma en tres días.
15 Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: “Persuade a tu marido, para que nos descifre el enigma; de lo contrario te quemaremos a ti y a la casa de tu padre. ¿Acaso nos habéis convidado para robarnos?”
16 Y lloraba la mujer de Sansón delante de él y le decía: “Sólo me odias y no me amas; has propuesto este enigma a los hijos de mi pueblo, sin descifrármelo a mí.” Le contestó: “Mira, no lo he explicado ni a mi padre ni a mi madre. ¿Acaso he de explicártelo a ti?”
17 Mas ella lloraba delante de él los siete días que duró el banquete. Y al séptimo día él le dio la explicación, porque le molestaba mucho, y ella descifró el enigma a los hijos de su pueblo.
18 [1693] Le dijeron los hombres de la ciudad al séptimo día, antes de ponerse el sol:
“¿Qué cosa más dulce que la miel?
¿qué más fuerte que el león?”
Les respondió:
“Si no hubierais arado con mi novilla,
no habríais descifrado mi enigma.”
19 [1694] Y vino el Espíritu de Yahvé sobre él; bajó a Ascalón, mató allí treinta hombres, y quitándoles los despojos, dio las mudas de ropa a los que habían descifrado el enigma; y ardiendo de cólera subió a casa de su padre.
20 Entretanto, la mujer de Sansón fue dada a uno de los compañeros que le había servido de amigo (en las bodas).
Jueces 15
Sansón destruye las mieses de los filisteos
1 Después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, Sansón visitó a su mujer, llevando un cabrito, y dijo: “Me llegaré a mi mujer, en su aposento.” Pero el padre de ella no le dejó entrar.
2 Pues dijo su padre: “Yo pensaba que tú no le tienes más que odio; por tanto se la di a uno de tus compañeros. ¿No es su hermana menor más hermosa que ella? Sea ella tuya, en su lugar.”
3 Pero Sansón les dijo: “Esta vez no pueden quejarse de mí los filisteos, si les hago mal.”
4 [1695] Fue Sansón y tomó trescientas zorras y teas, y atándoles cola con cola, puso una tea entre cada dos colas.
5 Luego, encendiendo las teas, las soltó entre las mieses de los filisteos; y así quemó las gavillas y las mieses en pie, y hasta las viñas y los olivares.
6 Preguntaron los filisteos: “¿Quién ha hecho esto?” Y se les dijo; “Sansón, yerno del Timnateo; por cuanto éste ha tomado su mujer y se la ha dado a uno de sus compañeros.” Subieron los filisteos y quemaron tanto a ella como a su padre.
7 Entonces les dijo Sansón: “Ya que habéis hecho esto, no cesaré hasta que haya tomado venganza de vosotros.”
8 Les dio rudos golpes sobre muslos y lomos haciendo un destrozo grande; luego bajó y habitó en una caverna del peñón de Etam.
Nuevas hazañas de Sansón
9 Entonces subieron los filisteos y acamparon en Judá, desplegando sus fuerzas cerca de Lehí.
10 Preguntaron los hombres de Judá: “¿Por qué habéis subido contra nosotros?” A lo que respondieron: “Hemos subido para atar a Sansón, a fin de hacer con él según él ha hecho con nosotros.”
11 Y bajaron tres mil hombres de Judá a la caverna del peñón de Etam, y dijeron a Sansón: “¿No sabes que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Qué es esto que has hecho?” Él les contestó: “Como ellos hicieron conmigo, así he hecho yo con ellos.”
12 Y le dijeron: “Hemos bajado para atarte, a fin de entregarte en manos de los filisteos.” Sansón les dijo: “Juradme que no me vais a matar.”
13 Ellos le respondieron diciendo: “No, solamente te ataremos y te entregaremos en poder de ellos, pero de ninguna manera te mataremos.” Lo ataron con dos sogas nuevas, y le sacaron del peñón.
14 Cuando llegó a Lehí, los filisteos le salieron al encuentro con grande algazara. Mas el Espíritu de Yahvé vino sobre él; las sogas que tenía sobre sus brazos fueron como hilos de lino que se queman por el fuego, y se deshicieron las ligaduras de sobre sus manos.
15 Y como hallase la quijada de un asno recién muerto, alargó la mano, la agarró y mató con ella a mil hombres.
16 [1696] Dijo entonces Sansón:
“Con la quijada de un asno (maté)
un montón, dos montones;
con la quijada de un asno
he matado mil hombres.”
17 Dicho esto, arrojó la quijada de su mano; y llamó aquel lugar Ramat-Lehí.
18 Y teniendo grandísima sed, clamó a Yahvé, diciendo: “Tú has obrado esta gran liberación por manos de tu siervo; y ahora me muero de sed y caigo en manos de los incircuncisos.”
19 [1697] Entonces hendió Dios la piedra hueca que hay en Lehí, y salió de allí agua. Cuando hubo bebido, se reanimó y recobró sus fuerzas. Por tanto, fue llamado aquella fuente En Hakoré, que es la que hoy todavía existe en Lehí.
20 [1698] Sansón juzgó a Israel en los días de los filisteos durante veinte años.
Jueces 16
Sansón en Gaza
1 [1699] Cuando Sansón llegó a Gaza, vio allí a una prostituta, en cuya casa entró.
2 Se les dijo a los de Gaza: “Sansón ha venido a ésta.” Por lo cual lo cercaron, y estuvieron en acecho toda aquella noche, a la puerta de la ciudad. Y toda la noche quedaron tranquilos, diciendo: “Cuando salga la luz del alba lo mataremos.”
3 Sansón permaneció acostado hasta la medianoche. A medianoche se levantó, y tomando las hojas de la puerta de la ciudad con las dos jambas, las arrancó juntamente con el cerrojo, y echándoselas a cuestas las llevó a la cumbre del monte que mira hacia Hebrón.
Sansón y Dalila
4 Después de esto amó a una mujer que habitaba en el valle de Sorec y que se llamaba Dalila.
5 Vinieron a ellas los príncipes de los filisteos y le dijeron: “Atráelo con halagos para ver en qué consiste su gran fuerza, y cómo podríamos prevalecer contra él para atarlo y sujetarlo, y te daremos cada uno mil cien siclos de plata.”
6 Dijo Dalila a Sansón: “Dime, te ruego, en qué consiste tu gran fuerza y con qué se te debe atar para sujetarte.”
7 Sansón respondió: “Si me atan con siete cuerdas frescas, húmedas aún, quedaré sin fuerzas y vendré a ser como cualquier otro hombre.”
8 Entonces los príncipes de los filisteos le llevaron siete cuerdas frescas, todavía húmedas, y lo ató con ellas.
9 Tenía ella en el aposento gentes en acecho, y le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti.” Mas él rompió las cuerdas, como se rompe un hilo de estopa cuando siente el fuego; de manera que no se descubrió (el secreto de) su fuerza.
10 Entonces dijo Dalila a Sansón: “He aquí que te has burlado de mí, diciéndome mentiras. Ahora dime, te ruego, con qué podrás ser atado.”
11 Él contestó: “Si me atan cien con sogas nuevas, no usadas todavía para otra cosa, quedaré sin fuerzas y vendré a ser como cualquier otro hombre.”
12 Tomó Dalila sogas nuevas, y habiéndolo atado con ellas, le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti”; y estaban efectivamente acechadores apostados en el aposento. Pero él rompió las sogas de sobre sus brazos como un hilo.
13 Luego dijo Dalila a Sansón: “Hasta ahora te has burlado de mí, diciéndome mentiras; dime al fin con qué podrás ser atado.” Y él le dijo: “Entreteje las siete trenzas de mi cabeza con una clavija de tejedor.”
14 Ella las aseguró con una clavija y le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti.” Pero él, despertando de su sueño, arrancó la clavija de tejedor juntamente con la urdimbre.
15 Ella entonces le dijo: “¿Cómo puedes decir: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya tres veces te has burlado de mí, y no me has manifestado en qué consiste tu gran fuerza.”
16 [1700] Y como ella le molestase con sus palabras todos los días y le apremiase, perdió su alma la gana de vivir,
17 y le descubrió todo su corazón, diciendo: Nunca ha pasado navaja por mi cabeza, pues soy nazareo de Dios desde el seno de mi madre. Si yo fuese rapado, perdería mi fuerza, me quedaría débil y vendría a ser como cualquier otro hombre.”
18 Dalila vio que le había descubierto todo su corazón, por lo cual envió a llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: “Subid aún esta vez, porque me ha descubierto todo su corazón.” Subieron los príncipes de los filisteos a la casa de ella, llevando el dinero en su mano.
19 Le hizo entonces dormir sobre sus rodillas; luego llamó al hombre para que le cortara las siete trenzas de la cabeza; entretanto, ella misma comenzó a sujetarlo, y su fuerza se apartó de él.
20 [1701] Y ella le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti.” Él, despertándose de su sueño, se dijo: “Saldré como las demás veces, y me desembarazaré”, pues no sabía que Yahvé se había apartado de él.
21 Los filisteos, después de haberlo prendido, le sacaron los ojos, y lo llevaron a Gaza, donde lo sujetaron con doble cadena de bronce; y en la cárcel tuvo que dar vueltas a la muela.
22 Mas el cabello de su cabeza comenzó a crecer después de haber sido rapado.
Muerte de Sansón
23 Los príncipes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón, su dios, y celebrar fiesta; pues decían:
“Nuestro dios ha entregado en nuestras manos
a Sansón, nuestro enemigo.”
24 También el pueblo, al verle, alabó a su dios, diciendo:
“Nuestro dios ha entregado en nuestras manos
a nuestro enemigo,
que asolaba nuestro país,
matando a nuestra gente.”
25 Y en la alegría de su corazón dijeron: “Llamad a Sansón, para que nos divierta.” Llamaron a Sansón de la cárcel y tuvo que divertirlos. Pero Sansón, al cual tenían colocado entre las columnas,
26 [1702] dijo al muchacho que le tenía de la mano: “Déjame tocar las columnas sobre las cuales se sustenta la casa, para apoyarme sobre ellas.”
27 Ahora bien, la casa estaba llena de hombres y mujeres; también todos los príncipes de los filisteos estaban allí, y sobre las azoteas había unos tres mil hombres y mujeres que miraban a Sansón que los divertía.
28 Entonces Sansón invocó a Yahvé, y dijo: “Señor, Yahvé, acuérdate de mí, te ruego, y dame fuerza solamente esta vez, para que de una vez me vengue de los filisteos por mis dos ojos.”
29 [1703] Y agarró Sansón las dos columnas de en medio, sobre las cuales estribaba la casa; y apoyándose sobre ellas, sobre la una con su mano derecha, y sobre la otra con la izquierda,
30 [1704] dijo: “Muera yo con los filisteos”, y dio tan fuertemente (contra las columnas) que la casa cayó sobre los príncipes de los filisteos y sobre todo el pueblo que allí estaba reunido, de modo que los que mató muriendo, fueron más numerosos que los que había muerto en vida.
31 Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron, y levantándolo se lo llevaron. Lo sepultaron entre Saraá y Estaol, en la sepultura de Manué, su padre. Fue juez de Israel por espacio de veinte años.
III. Apéndices
Jueces 17
El ídolo de Micas
1 Vivía un hombre en la montaña de Efraím que se llamaba Micas;
2 el cual dijo a su madre: “Los mil cien siclos de plata que te fueron robados, en cuya ocasión proferiste maldiciones, oyéndolas también yo, mira, ese dinero tengo yo; yo lo tomé.” Y le dijo su madre: “¡Bendito seas de Yahvé, hijo mío!”
3 [1705] Devolvió entonces los mil cien siclos de plata a su madre. Y dijo su madre: “Yo de mi parte destino este dinero para Yahvé en favor de mi hijo, para que se haga una imagen, una estatua de fundición. Y así te lo devuelvo.”
4 Habiendo él devuelto el dinero a su madre tomó ésta doscientos siclos de plata, y los dio al fundidor; el cual hizo una imagen, una estatua de fundición, que quedó en casa de Micas.
5 [1706] Así un hombre como Micas tuvo una casa de Dios; pues hizo también un efod y unos terafim, y consagró a uno de sus hijos que le sirvió de sacerdote.
6 En aquel tiempo no había rey en Israel, sino cada cual hacía lo que mejor le parecía.
El levita de Betlehem
7 [1707] Había un joven de Betlehem de Judá, de la tribu de Judá, que era levita y habitaba allí como forastero.
8 Este hombre partió de la ciudad de Betlehem de Judá, para hallar un lugar donde vivir, y en su viaje llegó a la montaña de Efraím, a casa de Micas.
9 Micas le preguntó: “¿De dónde vienes?” Le contestó: “Soy un levita de Betlehem de Judá, y voy de camino a fin de hallar un lugar dónde vivir.”
10 Le dijo: “Quédate conmigo y sé mi padre y sacerdote. Te daré diez siclos de plata al año, vestido completo y comida.” El levita entró,
11 y consintió en habitar con aquel hombre, para quien el joven era como uno de sus hijos.
12 Micas consagró al levita, y el joven vino a ser su sacerdote y se quedó en casa de Micas.
13 Entonces dijo Micas: “Ahora sé que Yahvé me bendecirá, porque tengo este levita por sacerdote.”
Jueces 18
Los exploradores danitas
1 [1708] En aquel tiempo no había rey en Israel; y en esos mismos días la tribu de los danitas buscaba una posesión donde habitar; porque hasta aquel día no les había tocado posesión entre los hijos de Israel.
2 Enviaron, por lo tanto, los hijos de Dan cinco hombres de su estirpe y de su territorio, hombres valientes, de Saraá y Estaol, para recorrer el país y para explorarlo, diciéndoles: “Id y explorad el país.” Llegaron ellos a la montaña de Efraím, hasta la casa de Micas, donde pasaron la noche.
3 Estando ya cerca de la casa de Micas, reconocieron la voz del joven levita; por lo cual desviándose hacia allá, le dijeron: “¿Quién te ha traído aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Y qué tienes aquí?”
4 Les contestó: “Esto y esto ha hecho Micas por mí, y me tiene asalariado para que sea su sacerdote.”
5 Entonces le rogaron: “Háganos el favor de consultar a Dios, para que sepamos si el viaje que hemos emprendido tendrá buen éxito.”
6 El sacerdote les respondió: “Id en paz. Yahvé os mira en el camino por donde andáis.”
7 [1709] Se fueron los cinco hombres y llegaron a Lais, donde vieron que la gente que había en ella seguía las costumbres de los sidonios, viviendo en seguridad, tranquilos y confiados, porque no había en aquella tierra nadie que les molestara; eran ricos, vivían lejos de los sidonios, y no tenían trato con nadie.
8 Regresaron los exploradores a sus hermanos a Saraá y Estaol. Y les preguntaron sus hermanos: “¿Qué decís?”
9 [1710] Respondieron: “Adelante, subamos contra ellos; pues hemos visto el país; he aquí que es muy bueno. ¡Y vosotros estáis sin hacer nada! No seáis perezosos. Poneos en camino e id a tomar posesión de aquella tierra.
10 Cuando lleguéis, encontraréis un pueblo que vive seguro; la tierra es amplia y Dios la ha entregado en vuestras manos; es un lugar donde no falta nada de cuanto hay en la tierra.”
Los danitas se llevan el ídolo
11 Partieron de allí, de Saraá y Estaol, seiscientos hombres de la tribu de los danitas, armados para la guerra.
12 Y subieron y acamparon en Kiryatyearim, en Judá; por lo cual se llama aquel lugar Mahané-Dan hasta el día de hoy. Ese lugar está al occidente de Kiryatyearim.
13 De allí pasaron a la montaña de Efraím y llegaron a la casa de Micas.
14 [1711] Entonces los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra de Lais, dirigieron a sus hermanos estas palabras: “¿Sabéis que en aquellas casas hay un efod, con terafim, y una imagen, una estatua de fundición? Ved ahora lo que habéis de hacer.”
15 Se desviaron hacia allá, y entraron a la casa del joven levita, la casa de Micas para saludarle.
16 Entretanto, los seiscientos hombres de los hijos de Dan, armados para la guerra, se apostaron a la entrada de la puerta.
17 Entonces los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra, subieron y penetrando allá dentro, tomaron la imagen de talla y el efod, con los terafim, y la imagen de fundición, mientras el sacerdote y los seiscientos hombres ceñidos de armas de guerra estaban a la entrada de la puerta.
18 Cuando aquéllos entraron en la casa de Micas para llevarse la imagen de talla, el efod, los terafim y la imagen de fundición, les preguntó el sacerdote: “¿Qué estáis haciendo?”
19 Ellos le dijeron: “¡Calla! Ponte la mano sobre la boca y ven con nosotros, y senos padre y sacerdote. ¿Qué es mejor: ser sacerdote de la casa de un solo hombre, o ser sacerdote de una tribu y familia en Israel?”
20 Se alegró el corazón del sacerdote, y él mismo tomó el efod, los terafim y la imagen de talla, y se juntó a la gente.
21 Se pusieron en marcha y partieron llevando delante de sí a los niños, los animales y las cosas preciosas.
22 Estaban ya lejos de la casa de Micas, cuando los hombres que estaban en las casas vecinas a la casa de Micas se reunieron y persiguieron a los hijos de Dan.
23 Gritaron a los hijos de Dan, los cuales, volviendo el rostro, preguntaron a Micas: “¿Qué te pasa? ¿Por qué gritas tanto?”
24 [1712] Él contestó: “Os habéis tomado mis dioses, que yo me hice y también al sacerdote, y os habéis marchado. ¿Qué me queda todavía? ¿Cómo podéis decirme: Qué te pasa?”
25 Replicáronle los hijos de Dan: “Guárdate de seguir gritándonos, no sea que se arrojen sobre vosotros algunos hombres irritados y vengas a perecer tú y los de tu casa.”
26 Y los hijos de Dan prosiguieron su camino; y viendo Micas que eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.
Conquista de Lais
27 Ellos se llevaron lo que se había fabricado Micas, y también al sacerdote que tenía, y marcharon contra Lais, un pueblo que vivía tranquilo y confiadamente: y los pasaron a filo de espada y pegaron fuego a la ciudad.
28 No había quien la librase, porque estaba lejos de Sidón, y les faltaban relaciones con otros hombres. La ciudad estaba en el valle que se extiende hacia Bet-Rehob. Y reedificándola habitaron en ella.
29 Llamaron la ciudad Dan, del nombre de su padre Dan que fue hijo de Israel; pero anteriormente la ciudad se llamaba Lais.
30 [1713] Allí los hijos de Dan se erigieron la imagen de talla; y Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de los danitas hasta el tiempo del cautiverio del país.
31 [1714] Así tuvieron la imagen fabricada por Micas todo el tiempo que estuvo la Casa de Dios en Silo.
Jueces 19
El crimen de Gabaá
1 [1715] En aquel tiempo en que no había rey en Israel, habitaba un levita como forastero en la parte extrema de la montaña de Efraím, el cual se había tomado una mujer secundaria de Betlehem de Judá.
2 Pero esa su segunda mujer cometió adulterio contra él, y dejándole se fue a casa de su padre, a Betlehem de Judá, donde permaneció por espacio de cuatro meses.
3 Su marido se levantó y fue en pos de ella, para hablarla al corazón y traérsela consigo. Venía con uno de sus criados y un par de asnos; y ella lo introdujo en la casa de su padre, el cual al verlo lo recibió gozoso.
4 Le instó su suegro, el padre de la joven, y se quedó con él tres días; y comieron y bebieron y se hospedaron allí.
5 Al cuarto día se levantaron muy de mañana, y (el levita) se dispuso a marchar. Pero el padre de la joven dijo a su yerno: “Conforta primero tu corazón con un bocado de pan, después partiréis.”
6 Se sentaron los dos y comieron y bebieron. Y el padre de la joven dijo al marido: “Te ruego consientas en pasar (aquí) también esta noche, y se alegrará tu corazón.”
7 El marido se levantó para marcharse, pero le instó su suegro, de modo que volvió a pasar allí la noche.
8 Al quinto día se levantó muy de mañana para ponerse en camino, pero le dijo el padre de la joven: “Conforta, te ruego, tu corazón, y espera hasta que decline el día”; y comieron ambos.
9 Y cuando el marido se levantó para irse él con su mujer secundaria y su criado, le dijo su suegro, el padre de la joven: “Mira que comienza ya a caer la tarde; os ruego que pernoctéis aquí; ved cómo ya se acaba el día. Pasa aquí la noche, y alégrese tu corazón; mañana os levantareis muy temprano para emprender el viaje, y volverás a tu tienda.”
10 [1716] Mas el marido no quiso pasar allí la noche; se levantó y partió, y llegó hasta enfrente de Jebús, que es Jerusalén, teniendo consigo los dos asnos aparejados y su mujer secundaria.
11 Cuando se acercaron a Jebús, el día estaba ya muy avanzado, por lo cual el criado dijo a su amo: “Vamos, torzamos hacia esta ciudad de los jebuseos, para pasar allí la noche.”
12 [1717] Su amo le contestó: “No torceremos hacia una ciudad de gente extraña, que no es de los hijos de Israel, sino que pasaremos hasta Gabaá.
13 Y dijo a su criado: “Vamos, trataremos de llegar a uno de esos lugares para pasar la noche: Gabaá o Ramá.”
14 Prosiguieron caminando, y se les puso el sol cuando estaban junto a Gabaá, que era de Benjamín.
15 Torcieron hacia allá, para pasar la noche en Gabaá. Entró (el levita) y se sentó en la plaza de la ciudad; y no hubo quien los acogiese en su casa para pasar la noche,
16 cuando he aquí que al anochecer volvió un anciano de su trabajo del campo; era ése natural de los montes de Efraím y moraba como forastero en Gabaá; pues los hombres del lugar eran benjaminitas.
17 Levantando el anciano los ojos, vio al viajero en la plaza de la ciudad; y le dijo: “¿Adónde vas y de dónde vienes?”
18 [1718] Respondió él: “Vamos de Betlehem de Judá a la parte extrema de la montaña de Efraím, de donde soy. Me había ido a Betlehem de Judá, y ahora voy a la casa de Yahvé; pero no hay nadie que me reciba en su casa.
19 Tenemos paja y forraje para nuestros asnos, así como pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que acompaña a tus siervos. No necesitamos nada.”
20 [1719] Dijo entonces el anciano: “¡Paz sea contigo! Deja correr por mi cuenta todas tus necesidades; de ninguna manera podrás pasar la noche en la plaza.”
21 Le llevó a su casa, y dio forraje a los asnos. Y después de lavarse los pies comieron y bebieron.
22 [1720] Cuando ya iban alegrándose sus corazones, he aquí que unos hombres de la ciudad, hijos de Belial, rodearon la casa, y dando fuertes golpes en la puerta, dijeron al anciano, dueño de la casa: “Saca afuera al hombre que vino a tu casa, para que lo conozcamos.”
23 Salió a ellos el dueño de la casa, y les dijo: “Por favor, hermanos míos, no hagáis tal maldad; pues este hombre vino a mi casa, no cometáis cosa tan infame.
24 He aquí a mi hija, que es virgen, y la segunda mujer de ese hombre; a éstas os sacaré, para que abuséis de ellas. Haced con ellas como bien os parezca; mas no hagáis a este hombre semejante infamia.
25 [1721] Pero los hombres no quisieron escucharle; por lo cual tomó el (levita) a su mujer secundaria y la sacó fuera. La conocieron, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, dejándola libre al rayar el alba.
26 Al rayar la mañana vino la mujer y cayó a la puerta de la casa del hombre donde estaba su marido (quedando allí) hasta que fue de día.
27 Cuando a la mañana se levantó su marido y abrió la puerta de la casa, para salir y proseguir su viaje, vio a su mujer secundaria postrada delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.
28 Le dijo: “Levántate, y vámonos.” Pero nadie le dio respuesta. Entonces el marido la cargó sobre el asno, partió y se fue a su lugar.
29 Llegado a su casa, tomó un cuchillo, y echando mano de su mujer secundaria, la partió, con los huesos, en doce trozos, que envió por todo el territorio de Israel.
30 Y todos los que lo vieron decían: “Nunca se ha hecho, ni se ha visto cosa como ésta, desde el día en que los hijos de Israel subieron de Egipto, hasta el día de hoy. Poned vuestra atención sobre esto, deliberad y hablad.”
Jueces 20
La asamblea de Masfá
1 [1722] Entonces salieron todos los hijos de Israel, desde Dan hasta Bersabee, incluso los de la tierra de Galaad, y se reunieron como un solo hombre delante de Yahvé en Masfá.
2 Se presentaron los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, en la asamblea del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie, armados de espada.
3 Los hijos de Benjamín supieron que los hijos de Israel habían subido a Masfá. Preguntaron los hijos de Israel: “¿Podemos saber cómo fue perpetrada esta maldad?”
4 Entonces el levita, marido de la mujer muerta, tomó la palabra y dijo: “Llegué yo con mi mujer secundaria a Gabaá, de Benjamín, para pasar la noche;
5 y se levantaron contra mí los vecinos de Gabaá, me cercaron durante la noche en la casa con intención de matarme, y abusaron de mi mujer secundaria, de modo que murió.
6 Por tanto eché mano de mi segunda mujer, la dividí en trozos, y la envié por todo el país de la herencia de Israel, por cuanto han cometido un crimen y una infamia en Israel.
7 He aquí que todos vosotros sois hijos de Israel; dad vuestro parecer y decidid aquí mismo.”
8 Entonces todo el pueblo se levantó como un solo hombre, y dijo: “Ninguno vuelva a su tienda, ni regrese nadie a su casa.
8 Lo que ahora tenemos que hacer a Gabaá es esto: (Iremos) contra ella por sorteo;
10 tomaremos de entre todas las tribus de Israel diez hombres por cada ciento, ciento por cada mil, y mil por cada diez mil, que busquen víveres para el ejército y cuando ellos vuelvan, hagamos contra Gabaá de Benjamín conforme a la infamia que ha cometido en Israel.”
11 Se juntaron todos los israelitas, contra la ciudad, unidos como un solo hombre.
Guerra entre Israel y Benjamín
12 Luego las tribus de Israel enviaron hombres a todas las familias de Benjamín que dijeran: “¿Qué maldad es esta que se ha cometido entre vosotros?
13 Entregad ahora a aquellos hijos de Belial, que están en Gabaá, para que les demos muerte y así extirpemos el mal de en medio de Israel.” Pero los hijos de Benjamín no quisieron escuchar la voz de sus hermanos, los hijos de Israel;
14 sino que de las (demás) ciudades acudieron a Gabaá, para comenzar la guerra contra los hijos de Israel.
15 [1723] Se contaron en aquel día veinte y seis mil benjaminitas armados de espada que habían venido de sus ciudades, sin contar los habitantes de Gabaá, de los cuales se alistaron setecientos hombres escogidos.
16 Entre toda esta gente había setecientos hombres escogidos, zurdos; todos capaces de tirar piedras con la honda contra un cabello sin errar el blanco.
17 Entre los hijos de Israel, fuera de Benjamín, se contaron cuatrocientos mil hombres armados de espada, todos hombres aguerridos.
Benjamín vence a los israelitas
18 [1724] Se levantaron y subieron a Betel, para consultar a Dios. Preguntaron los hijos de Israel: “¿Quién de nosotros subirá primero para hacer la guerra contra los hijos de Benjamín?” Respondió Yahvé: “Judá será el primero.”
19 Se levantaron entonces los hijos de Israel a la mañana y acamparon frente a Gabaá.
20 Y salieron los hombres de Israel a dar batalla a Benjamín, tomando posición contra ellos cerca de Gabaá.
21 Pero los hombres de Benjamín hicieron una salida desde la ciudad, y derribaron por tierra en aquel día veinte y dos mil hombres de los israelitas.
22 Sin embargo, los hombres de Israel recobraron su vigor y volvieron a ponerse en orden de batalla en el mismo sitio donde se habían ordenado el primer día.
23 [1725] Además, los hijos de Israel subieron y lloraron delante de Yahvé hasta la tarde; y consultaron a Yahvé, diciendo: “¿He de presentarme de nuevo en batalla a los hijos de Benjamín mi hermano?” Respondió Yahvé: “Subid contra él.”
24 Se acercaron los hijos de Israel a los hijos de Benjamín también el segundo día.
25 Pero Benjamín hizo también el segundo día una salida contra ellos desde Gabaá, y derribaron otros diez y ocho mil de los hijos de Israel, todos ellos armados de espada.
26 Por eso todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, subieron y vinieron a Betel, donde permanecieron llorando delante de Yahvé. Ayunaron aquel día hasta la tarde y ofrecieron holocaustos y hostias pacíficas ante Yahvé.
27 Y consultaron los hijos de Israel a Yahvé —pues en aquellos días estaba allí el Arca de la Alianza de Dios,
28 [1726] y Finés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, desempeñaba en aquel tiempo el servicio de Yahvé— diciendo: “¿Marcharé otra vez para dar batalla a los hijos de Benjamín, mi hermano, o cesaré?” Respondió Yahvé: “Sube, que mañana le entregaré en tu mano.”
Derrota de los benjaminitas
29 Entonces Israel puso una emboscada alrededor de Gabaá,
30 y al tercer día subieron los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín, y se pusieron en orden de batalla contra Gabaá, como las otras veces.
31 Los hijos de Benjamín salieron contra el pueblo, y alejados ya de la ciudad, comenzaron a hacer estragos entre el pueblo, como las veces anteriores, en los caminos, de los cuales uno sube a Betel, y el otro a Gabaá. Así dieron muerte en el campo a unos treinta hombres de Israel.
32 Y se decían los hijos de Benjamín: “Están derrotados ante nosotros como anteriormente”, en tanto que los hijos de Israel decían: “Huyamos y alejémoslos de la ciudad hacia estos caminos.”
33 [1727] Entonces todos los hombres de Israel levantándose de sus puestos, se ordenaron en batalla en Baaltamar; también los israelitas de la emboscada se lanzaron fuera de sus posiciones, desde la llanura de Gabaá.
34 Vinieron así contra Gabaá diez mil hombres escogidos de todo Israel, y la batalla fue recia, mas (los de Benjamín) no advirtieron que ya les alcanzaba el mal.
35 Así derrotó Yahvé a Benjamín ante Israel, pues los hijos de Israel mataron en aquel día veinte y cinco mil cien hombres de Benjamín, todos armados de espada.
36 Se vieron, pues, derrotados los hijos de Benjamín, porque los hijos de Israel cedieron terreno a Benjamín, fiándose de la emboscada que habían tendido contra Gabaá.
37 Efectivamente los emboscados se arrojaron sobre Gabaá con toda rapidez, y avanzando pasaron toda la ciudad a filo de espada.
38 Habían convenido los hijos de Israel con los de la emboscada en que éstos hiciesen subir desde la ciudad una gran humareda.
39 Así cuando los hombres de Israel volvieron las espaldas en la batalla, y Benjamín hubo comenzado a matar entre los hombres de Israel unos treinta hombres —pues se decían: “están completamente derrotados ante nosotros como en la primera batalla”—
40 empezó a elevarse desde la ciudad la columna de humo; de manera que cuando los benjaminitas miraron hacia atrás, vieron que de toda la ciudad subía fuego al cielo.
41 Entretanto los hombres de Israel les dieron la cara, y los benjaminitas vieron aterrados que les había alcanzado el mal.
42 Volvieron las espaldas ante los hombres de Israel, tomando el camino del desierto; pero la batalla los alcanzó, y los que salían de la ciudad fueron matados, pues estaban encerrados por ambos lados.
43 Cercando a los benjaminitas los persiguieron y los exterminaron en los refugios hasta enfrente de Gabaá, por la parte oriental.
44 Y cayeron de Benjamín diez y ocho mil hombres, todos ellos hombres valientes.
45 Los restantes volvieron las espaldas y huyeron camino del desierto, hacia la peña de Remmón. Mas (los de Israel) hicieron entre ellos una rebusca matando a cinco mil hombres en los caminos. Y siguiendo en su alcance hasta Gidom mataron de ellos dos mil hombres más.
46 [1728] Ascendieron las bajas de Benjamín en aquel día a veinte y cinco mil hombres de guerra, todos ellos hombres valientes.
47 Sólo los seiscientos hombres que habían vuelto las espaldas, lograron escaparse al desierto, a la peña de Remmón, donde permanecieron durante cuatro meses.
38 Luego los hombres de Israel se volvieron contra (el resto de) los hijos de Benjamín, y los pasaron a filo de espada, así las ciudades, hombres y bestias, como todo lo que hallaron. Y pegaron fuego a todas las ciudades que encontraron.
Jueces 21
Duelo en Israel
1 Ahora bien, en Masfá los hombres de Israel habían hecho este juramento: “Nadie de nosotros dará su hija por mujer a uno de Benjamín.”
2 [1729] Y vino el pueblo a Betel, y sentados allí hasta la tarde delante de Dios alzaron la voz y lloraron con grandes alaridos.
3 Decían: “¿Por qué, oh Yahvé, Dios de Israel, ha acontecido esto en Israel, que falte hoy una tribu en Israel?”
4 Al día siguiente, se levantó el pueblo muy temprano; edificaron allí un altar, donde ofrecieron holocaustos y sacrificios pacíficos.
5 Y los hijos de Israel dijeron: “¿Quién hay de entre todas las tribus de Israel, que no haya subido a la asamblea de Yahvé? Porque habían hecho un gran juramento contra aquel que no subiere a Yahvé a Masfá, diciendo: “¡Morirá sin remedio!”
6 Mas ahora los hijos de Israel compadecidos de Benjamín, su hermano, dijeron: “Ha sido cortada hoy una tribu de Israel.
7 ¿Qué haremos para dar mujeres a los que quedan, puesto que hemos jurado por Yahvé no darles por mujeres nuestras hijas?”
Restauración de la tribu de Benjamín
8 [1730] Preguntaron pues: “¿Quién hay de entre todas las tribus de Israel que no haya subido a Yahvé a Masfá?” Y he aquí que de Jabés-Galaad nadie había venido al campamento, a la asamblea.
9 E hicieron un recuento del pueblo y resultó que no se hallaba allí hombre alguno de los habitantes de Jabés-Galaad.
10 [1731] Por lo cual la asamblea envió allá doce mil hombres de entre los valientes, y les dio esta orden: “Andad y pasad a filo de espada a los habitantes de Jabés-Galaad, también a las mujeres y a los niños.
11 Esto es lo que habéis de hacer: Ejecutaréis el anatema en todo varón, y en toda mujer que haya conocido varón.”
12 Y hallaron entre los habitantes de Jabés-Galaad cuatrocientas doncellas vírgenes que no habían conocido varón; y las trajeron al campamento de Silo, que está en el país de Canaán.
13 Entonces toda la asamblea mandó mensajeros que hablaran con los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Remmón, y les anunciasen la paz.
14 [1732] Volvieron en aquel tiempo los benjaminitas y les dieron por mujeres a aquellas de las mujeres de Jabés-Galaad a quienes habían perdonado la vida; mas no hallaron así el número suficiente para ellos.
15 El pueblo tuvo gran pesar a causa de Benjamín, por cuanto Yahvé había abierto una brecha en las tribus de Israel.
16 Dijeron los ancianos de la asamblea: “¿Qué haremos a fin de dar mujeres a los que quedan? porque han sido extirpadas las mujeres de Benjamín.”
17 Y declararon: “Debe haber una herencia para los que han escapado de Benjamín; no sea borrada una tribu de en medio de Israel.
18 Nosotros, empero, no podemos darles por mujeres nuestras hijas.” Pues habían jurado los hijos de Israel, diciendo: “¡Maldito aquel que de mujer a los de Benjamín!”
19 Y dijeron: “He aquí, que todos los años se celebra la fiesta de Yahvé en Silo, situada al norte de Betel, al oriente del camino que sube de Betel a Siquem, y al sur de Leboná.”
20 Por lo cual dieron a los hijos de Benjamín esta orden: “Id y poneos en emboscada en las viñas;
21 y cuando veáis salir a las hijas de Silo a bailar en coro, salid de las viñas, y tomaos cada uno una mujer de las hijas de Silo, y llevadlas a tierra de Benjamín.
22 [1733] Y cuando los padres de ellas, o sus hermanos vengan para reclamárnoslas, les diremos: «Regaládnoslas a nosotros; pues no hemos podido tomar para cada cual una mujer en la guerra; y vosotros no se las habéis dado, pues en este caso os habríais hecho culpables».”
23 Los hijos de Benjamín hicieron así; se llevaron mujeres según el número de ellos, de entre las que danzaban. Las arrebataron y se fueron. Y volvieron a su herencia, reedificaron las ciudades y habitaron en ellas.
24 [1734] Regresaron entonces de allí los hijos de Israel, cada uno a su tribu y a su familia. Volvieron de allí cada uno a su herencia.
25 En aquellos días no había rey en Israel; cada cual hacía lo que mejor le parecía.
Comentarios de Mons. Straubinger
* 1. Simeón tenía su herencia en medio del territorio de Judá, por lo cual era lógico que las dos tribus se ayudasen mutuamente. ↑
* 6. Le cortaron los pulgares: Mutilación destinada a hacer al enemigo incapaz de luchar en la guerra. ↑
* 7. Notable confesión y manifestación de su arrepentimiento. El episodio recuerda los referidos en Mateo 15, 27 y Lucas 16, 21. ↑
* 8. La toma de la ciudad de Jerusalén, que se hallaba en el territorio de Benjamín, o no fue de larga duración, o solamente parcial, como se colige del versículo 21. Cf. 19, 11. ↑
* 10. Véase Números 13, 23; Josué 15, 14. ↑
* 14. Este la instigó. Así la Vulgata. Como ella bajase: Vulgata: como ella diese un suspiro. Cf. Josué 15, 18. ↑
* 16. Cuñado de Moisés: Se refiere a Hobab, hijo de Jetró. Hobab y su familia se hablan incorporado al pueblo israelita (Números 10, 29). De los cineos descendieron los recabitas (Jeremías 35, 2 ss.). Cf. 4, 11; Números 10, 29; 24, 21; IV Reyes 10, 15 ss.; I Paralipómenos 2, 55. Ciudad de las Palmeras: según Deuteronomio 34, 3 y II Paralipómenos 28, 15: Jericó. ↑
* 17. Anatema: Véase Levítico 27, 28 y nota. Horma: Véase Números 14, 45 y nota. ↑
* 21. Los jebuseos se mantuvieron en Jerusalén hasta los tiempos de David (II Reyes 5, 6 ss.). ↑
* 26. A tierra de los heteos, esto es fuera de Palestina. Los heteos habían erigido un gran reino en Asia Menor. ↑
* 27 ss. El autor sagrado pone de relieve la desobediencia que cometieron los israelitas al no extirpar a los cananeos, lo cual fue para ellos, causa de las mayores miserias. El fin del autor es mostrar que los israelitas, siempre que desobedecían a Dios, caían en poder de sus enemigos. ↑
* 34. De ahí la expedición de los danitas que se relata en el capítulo 18. ↑
* 36. Acrabim: Véase Números 34, 4. Selá, más tarde llamada Petra, al sur del Mar Muerto. ↑
* 1. El Ángel de Yahvé, es el mismo que condujo al pueblo a la tierra prometida y apareció a Josué (véase Josué 5, 14). Cf. Éxodo 13, 21 s.; 23, 20 y notas. De Gálgala, donde antes estaba el Arca de la Alianza. ↑
* 3. Quedarán a vuestro lado, como enemigos. Cf. Números 33, 55; Josué 23, 13. Esta es la pedagogía de Dios con su pueblo; prueba, castiga y recompensa tal como lo hace un padre con su hijo. En el Antiguo Testamento Dios castigaba y recompensaba al pueblo colectivamente y con penas y bienes temporales, porque no hay otra posibilidad de retribución para un pueblo, puesto que solamente los individuos tienen vida eterna. La superioridad del Nuevo Testamento sobre el Antiguo consiste especialmente en que en el Nuevo están en primer plano la salud del alma y la vida eterna, a la cual ha de subordinarse todo lo demás. En esta prolongación de la vida hacia la eternidad no cuentan ya los pueblos, sino solamente los individuos. ↑
* 12. He aquí el resumen de toda la historia de Israel: su infidelidad y luego el castigo; su arrepentimiento y después el perdón… hasta la nueva infidelidad. Véase Deuteronomio capítulo 28. ↑
* 13. En lugar de Astartés dice el hebreo Astarot (plural de Astóret). Baal y Astarté eran divinidades cananeas. Baal significa “señor”, “dueño” y representa el principio masculino; Astarté, llamada también Aschera (“Feliz”, “Buena”), es el ídolo femenino. A Baal le erigían los cananeos piedras de culto (massebas); a Astarté, troncos o “árboles frondosos” (ascheras), que colocaban en los “lugares altos” en las cercanías de las ciudades (cf. 10, 6; I Reyes 7, 4; 12, 10, etc.). Con el tiempo hubo muchos Baales: un Baal de Tiro, del Hermón, de Fegor, un Baal-berit (“Baal del pacto”), un Baalzebub (Belcebú), etc. ↑
* 16. Jueces es su nombre, no porque hubiesen establecido tribunales, sino porque libertaron a su pueblo, y así ejecutaron los juicios de Dios. Es de notar que juzgar y reinar significan en la Biblia una misma cosa: gobernar, dirigir los destinos de un pueblo o de una comunidad. Fueron en total 15 o 16 jueces, elegidos casi todos por el mismo Dios (cf. 3, 10; 6, 34; 13, 25). Dada la predilección Suya por los humildes (cf. Lucas 1, 51 ss.), no ha de extrañarnos la humilde condición de la cual procedieron esos tan famosos caudillos. El período de los Jueces duró unos 300 años; según otra cronología apenas 150. ↑
* 22. A fin de probar: Ejemplo que nos muestra que las luchas de la vida terrenal tienen por objeto probarnos. Observa San Agustín: Si los israelitas hubieran permanecido fieles a Dios en medio de los enemigos que dejó para probarlos, la obediencia con que hubieran ejecutado sus órdenes los habría hecho dignos de que los librara de ellos enteramente. Pero las nuevas generaciones olvidaron las maravillas obradas por Dios en tiempos de Moisés y de Josué, y se entregaron a imitar a los paganos. No nos sorprenda esto, pues vemos que hoy, después de veinte siglos de Cristianismo, el mundo ha apostatado en gran parte, volviendo al paganismo, que revivió ya en el mal llamado Renacimiento (cf. II Tesalonicenses 2, 3). ↑
* 1 s. Cf. 2, 22 y nota. Aquí se agrega un nuevo motivo: los cananeos tenían que enseñarles la guerra, ya que los israelitas no tenían experiencia estratégica. ↑
* 7. Ascheras. Véase 2, 13 y nota. ↑
* 8. Cusan Rasataim, tal vez Tuschratta, rey de Mitanni, que tenía su capital en la Mesopotamia septentrional. Dicho rey amenazaba a los israelitas, sea que penetrase en Palestina, o sea que atacase a los israelitas por medio de los residentes de su pueblo en Canaán. Algunos prefieren leer Edom, en vez de Aram, de modo que el nuevo enemigo vendría del sur. ↑
* 10. Vino sobre él el espíritu de Yahvé; es decir, el Espíritu Santo. “En virtud del Espíritu, Otoniel hizo justicia. Gedeón se hizo poderoso frente a los enemigos, Jefté alcanzó la victoria, y Débora, siendo mujer, pudo dirigir la guerra. El mismo Sansón, mientras era bueno y no contristaba al Espíritu Santo, hacía cosas que sobrepujaban a toda tuerza humana” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis XVI). Cf. 6, 34; 11, 29; 13, 25; Números 27, 18 y nota. ↑
* 13. Ciudad de las Palmeras: Jericó. Cf. 1, 16. ↑
* 22. La conducta de Aod se justifica como la de Judit con Holofernes, por la voluntad de Dios que lo había suscitado, según se ve en el versículo 15. Así San Agustín y Santo Tomás. Véase también la expresión: “una palabra de parte de Dios” en versículo 20 y 28. De ninguna manera puede deducirse de aquí que cualquiera tiene derecho a matar a un soberano injusto: tal proposición fue condenada por el Concilio de Constanza. Véase Romanos 13, 1 ss. Estas cosas que en la Sagrada Biblia chocan a nuestro criterio, son pruebas preciosísimas para nuestra fe, la cual necesita ser probada como el oro en el fuego (I Pedro 1, 7). ↑
* 24. Se cubre los pies: eufemismo que quiere decir “purgare ventrem”. ↑
* 31. Con un aguijón de bueyes: La Vulgata vierte: con una reja de arado. El aguijón de bueyes tenía 2-3 metros de largo y remataba en forma de aguijón para acuciar a los bueyes, y en la otra en una azada que servía para limpiar el arado de la tierra que se le pegaba. ↑
* 2. El nuevo opresor vino del norte. Hasor era una ciudad, que estaba al norte de Galilea, cerca del lago de Merom. ↑
* 5. La profetisa Débora tenía su residencia entre Ramá (tribu de Benjamín) y Betel (tribu de Efraím), a 10-15 kilómetros al norte de Jerusalén. En la región de Galilea. Dios llamó simultáneamente, al cargo de juez a Barac, a quien Débora, por orden de Dios, mandó salir al encuentro de Jabín. El hecho de que Dios, encargara a una mujer para desempeñar el papel de juez, es, según los santos Padres, una muestra de cómo Dios elige lo flaco del mundo para confundir a los fuertes (I Corintios 1, 27). Tenemos casos semejantes en II Reyes 14, 2; 20, 16; IV Reyes 22, 14. ↑
* 6. Kedes o Cades, situada en el extremo norte de Galilea. Cf. Josué 12, 22. ↑
* 8. Si tú vienes conmigo, iré: “Barac había contado sagazmente con el efecto moral que semejante mujer produciría sobre las tropas. La mujer ocupa entre los semitas un lugar público muy secundario, pero a veces se adelanta en primera línea, y su eficacia es tanto mayor cuanto más desusada es su preeminencia” (Ricciotti, Historia de Israel, número 310). Los reyes asirios se enorgullecen en sus inscripciones de haber vencido a verdaderas conductoras de tribus. Cf. la historia de la reina de Sabá y de la reina Zenobia de Palmira. ↑
* 11. Los hijos de Hobab vivían en el Sur (1, 16). Aquí se trata de un grupo que se había trasladado al Norte, a la llanura de Esdrelón. de donde extendió sus tiendas hasta la comarca de Jabín. ↑
* 13. El torrente Kisón atraviesa la llanura de Esdrelón, la que separa a Samaría de Galilea. ↑
* 21. Sobre Jael no hemos de juzgar según las leyes de nuestra lógica, pues lo que hizo fue obra de Dios según se ve en el versículo 23. Véase la nota al versículo 22 del capítulo 3 sobre Aod. Véase también el Salmo 82, 10, donde se recuerda este episodio como una hazaña de Dios en favor de su pueblo escogido. Jael es bendecida por el Espíritu Santo en el cántico de Débora (5, 24). San Agustín ve en Jael una figura de la Iglesia, destinada a destruir el reino del pecado por la fe en Jesucristo. ↑
* 1. El cántico de Débora es de los más antiguos de la literatura hebrea, muy apreciado por su incomparable valor poético y como fuente de la historia israelita. Pasa revista a todas las tribus de Israel, menos tres. En los versículos 2-5 la poetisa nos invita a cantar las glorias de Yahvé, que una vez más se dignó salvar a su pueblo. El hombre se pregunta a veces: “¿Para qué esas historias y hazañas bélicas del Antiguo Testamento? Lo que buscamos en la Biblia es la doctrina”. A esta objeción responde el Cardenal Gomá: “La Biblia es el libro de la historia religiosa de la humanidad. Se la ha comparado a las aguas del océano, en las que se halla disuelta la sal en cantidad relativamente pequeña. Las aguas son las historias bíblicas; la sal es la doctrina que contienen. Dios no ha querido dar al hombre la verdad en forma de símbolo o de código dogmático: se ha acomodado más a la naturaleza de las multitudes —que, al fin, son poquísimos los selectos, y tratándose de las verdades de Dios todos somos multitud—. y las multitudes no suelen tener fuerzas de abstracción ni de comprensión para penetrar la verdad religiosa y lograr una visión del sistema que las comprende todas. La historia es como el punto visible que retiene y sensibiliza la verdad invisible; es el molde o turquesa en que se engarza la piedra preciosa de la enseñanza de la religión. Así adquiere mayor relieve, y no corre peligro de extraviarse o perderse” (Biblia y Predicación, página 116 s.). ↑
* 4. Seir o Edom, al sudeste de Palestina. Los versículos 4 y 5 evocan la aparición de Dios en el Sinaí. Cf. Éxodo 19, 1; Deuteronomio 33, 2 y notas. ↑
* 6 ss. Descripción de la opresión; faltaban caudillos que defendiesen al pueblo; y faltaban escudos y lanzas (versículo 8; cf. I Reyes 13, 19 y nota). En esa situación desesperada se levanta Débora “como madre de Israel” y despierta la conciencia y la responsabilidad de los príncipes. ↑
* 10. Asnas blancas: Solamente las personas distinguidas cabalgaban sobre asnas blancas y se sentaban sobre alfombras. ↑
* 14.- Texto oscuro: San Jerónimo vierte: Saliendo de Efraím, los derrotó en Amalec, y después salió de Benjamín contra tus pueblos, oh Amalec. Bover-Cantera: Los de Efraím, que entre Amalec vivían, llegaron, y tras él con sus guerreros Benjamín. Nácar-Colunga: Los de Efraím los exterminaron en el valle. Detrás de ti (oh Débora), iba Benjamín con tu ejército. Crampón: De Efraím vinieron los que tienen su origen en Amalec; detrás de ti, Benjamín se ha unido a tus tropas. Ninguna de estas traducciones satisface plenamente. Débora alaba a las tribus que participaron en la lucha, y censura a los que no prestaron auxilio a sus hermanos, sobre todo a los hijos de Rubén, Gad, Dan y Aser (versículos 16 y 17). Maquir: la tribu de Manasés. ↑
* 15. En los distritos de Rubén hubo grandes deliberaciones, es decir, Rubén no pudo decidirse a socorrer a los hermanos, porque temía con ello descuidar sus rebaños. La falta de idealismo y amor fraternal apresuró la decadencia de la tribu de Rubén, que pronto desaparece de la historia, a pesar de sus riquezas. Cf. Génesis 49, 3; Números 32, 3 y notas. ↑
* 18. Lo mismo que Neftalí, etc. Vulgata: en el País de Merome. ↑
* 19. Comienza a pintar la batalla que tuvo lugar en la llanura de Jesreel (Esdrelón), regada por el rio Kisón, hoy día Nahr el Mukatta. ↑
* 20. Desde el cielo: Alusión a un fenómeno natural, tal vez una tormenta acompañada de relámpagos. Así lo explica Flavio Josefo. Cf. versículo 13; 4, 15. ↑
* 21. El torrente viejo: San Jerónimo: el torrente Cadumim; tal vez otro nombre del Kisón. Nácar-Colunga traduce este versículo: El torrente de Kisón los arrastra; el torrente de Kisón pisa los cadáveres de los fuertes. ↑
* 23. Maldición de una aldea de la tribu de Neftalí, que no quiso ayudar a los combatientes. ↑
* 24 ss. Sobre Jael y su hazaña, véase 4, 21 y nota. “En esta descripción minuciosa se siente vibrar la tierna simpatía de Débora por la valiente beduina; el bélico ardor de su alma; su gozo por la muerte del tirano, que se complace en pintar menudamente con los más vivos colores, relamiéndose en cada uno de los mis insignificantes detalles” (Fernández, Flor. Bibl. XII, 10). ↑
* 28 ss. Describe en tono sarcástico la conversación entre la madre de Sísara y las damas de su casa, las cuales le prometen rico botín en el mismo momento en que Sisara se revolcaba bajo el martillo de una mujer. ↑
* 1. Los madianitas, lo mismo que los amalecitas y los hijos del Oriente (nómades árabes) (versículo 3), invadieron el país desde el este, pasando el Jordán y penetrando hasta la ciudad de Gaza, situada en la costa del Mediterráneo (versículo 4). Respecto de los madianitas véase la nota a 3, 8, donde aludimos a la probable identidad de los madianitas con el gran reino de los Mitanni. Estos tenían el centro de su imperio en el Norte de Mesopotamia y controlaban el comercio entre Mesopotamia y Egipto. El rey Tuschratta de Mitanni casó su hermana Giluchepa y su hija Taduchepa con los Faraones Amenofis III y Amenofis IV de Egipto. ↑
* 11. El Ángel del Señor se llama en los versículos 14, 16 y 23, Dios (Yahvé). Cf. 2, 1; Éxodo 13, 21; 23, 20 y notas. Ofrá, situada en Transjordania, en la tribu de Manasés. ↑
* 13. Si Yahvé está con nosotros: “Esto prueba, o por lo menos parece probar, que el Señor ha abandonado a Israel. ¡Qué diferencia entre el glorioso pasado (sus prodigios) y el presente tan trágico (mas ahora)!” (Fillion). ↑
* 14. Con esta tu fuerza, que en realidad es la que le dará Dios, pues es Él quien lo envía y con él está (versículo 16). Nótese en este episodio la predilección de Dios por los débiles y humildes, que se manifiesta constantemente en la Historia sagrada, particularmente en la vocación de los profetas y caudillos. “Lo débil del mundo ha elegido Dios para confundir a los fuertes” (I Corintios 1, 27). Cf. 2, 16 nota. ↑
* 18. Sublime escena que tiene la sencillez patriarcal de una égloga y la magnificencia de una revelación divina. ↑
* 22. Según opinión común no podía quedar vivo el que había visto a Dios. Véase 13, 22; Génesis 32, 30; Éxodo 33, 20; Deuteronomio 5, 26. ↑
* 25. La aschera: el ídolo de Astarté. Cf. 2, 12 ss. y nota. Como se ve, la idolatría cundía entre los mismos israelitas, incluso el padre de Gedeón, Joás, que tenía un altar dedicado a Baal. ↑
* 32. Jerobaal significa: luche Baal (con Gedeón). ↑
* 34. El Espíritu de Yahvé revistió a Gedeón. Es para que no olvidemos que todo lo verdaderamente grande es obra del divino Espíritu. Cf. 3, 10; Números 27, 18 y notas. La familia de Abiéser: los parientes de Gedeón (versículo 11). ↑
* 36 ss. No hay en Gedeón desconfianza sino prudente humildad, como la de Moisés en Éxodo 3, 11. Así lo enseña San Pablo al citarlo entre los ejemplos de fe (Hebreos 11, 32). Para los santos Padres el vellocino mojado de rocío es una figura de la Encarnación del Verbo Eterno en el purísimo seno de la Santísima Virgen. En el mismo sentido lo toma la Liturgia. En el Salmo 71, 6 el vellocino de Gedeón es imagen de la felicidad del Reino mesiánico. ↑
* 2. No sea que Israel se gloríe: Cf. Deuteronomio 8, 17; I Reyes 14, 6; Isaías 10, 13; I Corintios 1, 29. Es propio del hombre atribuirse a sus propias fuerzas lo que es obra de Dios. El ladrón más vil es el que roba a Dios la gloria. Por eso San Crisóstomo llama a la vanagloria madre del infierno (Homilía 17 in Epístola ad Romanos). ↑
* 3. Los cobardes y medrosos podían eximirse del servicio militar, según Deuteronomio 20, 8. Cf. I Macabeos 3, 56. Asimismo podían retirarse los recién casados y los que acababan de plantar una vida o edificar una casa (Deuteronomio 20, 5-7): ¡Qué proceder tan extraño a nuestro concepto! Es para darnos una idea de la lucha espiritual; pues para combatir a Satanás, debemos desprendernos de nosotros mismos, desconfiar de nuestras fuerzas naturales y esperar el auxilio de la mano del Todopoderoso (Salmo 120, 1-2). La montaña de Galaad: región septentrional de Transjordania. Crampón lee: Gelboé (montaña situada al oeste del Jordán y más cerca del campo de batalla). ↑
* 6. En sentir de muchos autores, este modo de beber el agua, sacándola del río sin doblar las rodillas, es señal de moderación y sobriedad y, por consiguiente, de valentía. Sin embargo, parece más apropiada la explicación de quienes ven en este episodio una manifestación de la predilección de Dios por los flacos y necios a los ojos del mundo (cf. versículo 2; 2, 16; 6, 14; I Corintios 1, 27). Los trescientos son los más inhábiles, que no saben siquiera cómo se bebe el agua. Con estos trescientos inhábiles. Dios quiere derrotar la inmensa multitud de los enemigos para mostrar con toda evidencia que Él es quien da la victoria. Cf. versículo 2 y nota. ↑
* 10. ¡Qué detalle más delicado es esta paternal condescendencia de Dios para con un hombre a quien Él mismo había llamado fortísimo! Es que Él conoce nuestras debilidades y tiene muy presente que somos polvo (Salmo 102, 13-14). ↑
* 13. El pan de cebada, alimento de los pobres, significa al pueblo de Israel despojado y desprovisto de todos los recursos. De esta interpretación del sueño Gedeón pudo deducir que el enemigo estaba amedrentado. La tienda por excelencia, o sea, la del comandante de las tropas. ↑
* 22. “La victoria fue de Dios. Los medios empleados no eran otra cosa sino debilidad e insensatez humana” (cf. versículo 2 y 6 y notas). La trompeta simboliza, según los Padres, la palabra de Dios, lo mismo que las antorchas. Armados con la trompeta y la antorcha de la divina palabra ahuyentamos a Satanás. ↑
* 24. Betbará, situada al Este de Jericó y cerca de la Betania transjordánica, en tiempos de Jesucristo, lugar de bautismo (Juan 1, 28). ↑
* 25. Los dos lugares recibieron su nombre en recuerdo de la acción que aquí se narra. El Salmo 82 menciona en los versículos 10 y 12 estos sucesos de tan estupendo interés dramático y psicológico, que nuestra orgullosa incredulidad tiende a mirar tal vez como cosa ingenua y pueril. ↑
* 2. Abiéser: la familia de Gedeón. Cf. 6, 34 y nota. ↑
* 3. La cólera de los orgullosos efraimitas era motivada por las hazañas de Gedeón, quien pertenecía a la tribu de Manasés. La respuesta de Gedeón reconoce la superioridad de los efraimitas por medio de una comparación halagüeña para ellos. Así evita sabiamente el conflicto, poniendo en práctica lo que nos enseñan los Proverbios: “La respuesta suave quebranta la ira” (Proverbios 15, 1). y San Pablo: “No te dejes vencer por el mal, sino domina al mal con el bien” (Romanos 10, 21). ↑
* 5 ss. Sucot y Fanuel, situadas al margen del rio Yaboc en Transjordania. Torpe respuesta ésta que nos enseña a no contar con los hombres. La gravedad de esta conducta crece inmensamente, dado el carácter divino de la misión de Gedeón, quien había prestado inapreciables servicios a todo el pueblo. ↑
* 16. Este castigo de los traidores de su propio pueblo, por más duro que nos parezca, corresponde a las costumbres de entonces. Cf. Isaías 9, 4. ↑
* 17. El idólatra Jeroboam la reedificó (III Reyes 12, 25). Cf. Génesis 32, 30 s. ↑
* 23. Encontramos aquí la primera tentativa de arrancar a Dios la autoridad de Rey que tenía sobre Israel, reemplazándola por una realeza humana. Gedeón no aceptó, sino que guardando la humilde actitud de un fiel servidor de Dios, dijo a los que le ofrecían la corona: “Sea Yahvé quien reine sobre vosotros”. Cf. I Reyes 8, S ss.; 10, 19; Isaías 33, 22. ↑
* 26. 1.700 siclos: unos 14 kg.; según el patrón pesado, el doble. ↑
* 27. Por este efod parece entenderse un objeto de culto, y no el ornamento sacerdotal, del cual nos habla Éxodo 28, 5 ss. No se dice que Gedeón cometiera idolatría, pero sí que este efod fue poco a poco causa de la ruina de su casa. Muchos interpretes modernos creen que Gedeón sólo se hizo un vestido llamado efod; sin embargo, no puede entrar en un ornamento tanto oro (14 o 28 kg. según versículo 26). ↑
* 29. Jerobaal, hijo de Joás: Gedeón. Cf. 6. 32. ↑
* 30. La explicación de esto la da el mismo Jesús: la monogamia y fidelidad conyugal fue la ley desde el principio, pero Moisés fue tolerante con su pueblo a causa de su dureza de corazón (Mateo 19, 8). Es simplemente uno de los misterios de misericordia, que nos hacen más admirable a Dios en cuanto que El excede en bondad a todo lo que podemos comprender. Así es también en Génesis 8, 21 y en Romanos 8, 21 y 11, 32 ss., lo cual arranca a San Pablo las exclamaciones memorables que allí se leen. ↑
* 32. San Pablo (Hebreos 11, 32) menciona a Gedeón juntamente con los hombres justos del Antiguo Testamento, por lo que no hay duda de que murió santamente. Gedeón es figura de Cristo en lo humilde y oculto de su juventud, en el triunfo sobre todos sus enemigos y en la ingratitud con que le trató su propio pueblo. ↑
* 33. Fornicar tras los Baales es sinónimo de idolatría. Baal-Berit significa Señor de la alianza. Los cananeos lo veneraban como protector de los pactos. ↑
* 4. Baal-Berit: Véase 8, 33 y nota. ↑
* 6. Junto al terebinto del santuario: Vulgata: junto a la encina; Bover-Cantera: junto a la encina de la massebah (piedra de culto); Nácar-Colunga: junto al terebinto de Musab; Crampón: junto al terebinto del monumento. Cf. Josué 24, 26. Lo que Gedeón rechazó (cf. 8, 23 y nota), por ser fiel a Yahvé, aceptó un hijo suyo infiel, Abimelec, bajo la protección de Baal-Berit. Estableció un pequeño reino, con Siquem como capital y Zebul como prefecto (versículo 30), mientras él mismo hacia correrías en el país. Bet-Meló: probablemente un tugar fortificado, el alcázar, la ciudadela. ↑
* 7. Garizim: monte a cuyo pie está Siquem, célebre por la conversación de Jesús con la samaritana (Juan 4). ↑
* 8 ss. He aquí la primera parábola de la Biblia tan rica en este género de literatura. La parábola de la zarza y los árboles, aplicada a Abimelec y los Siquemitas, quiere demostrar la estupidez de éstos. El olivo, la higuera y la vid simbolizan a la gente sensata; la zarza, por el contrario, es imagen del cruel y ambicioso Abimelec, cuya realeza se inspiraba solamente en el orgullo y no era más que una farsa. ↑
* 23. Envió Dios un espíritu maligno: Vulgata: Dios envió un espíritu pésimo. Llama la atención el que Dios envíe un espíritu maligno. Es para enseñarnos que también los ángeles malos son sus instrumentos y le obedecen. Léase al respecto el episodio del profeta Miqueas en III Reyes 12, 20 ss. y el de I Reyes 16, 14, donde vemos a los espíritus malignos en igual misión. Algunos creyeron deber salvar la santidad de Dios agregando a los textos citados algunas palabras justificadoras, pero no es necesario buscar excusas, pues lo que Él hace, es indefectiblemente bueno y recto y si no lo reconocemos, es porque nuestro ojo es malo, y no ve cómo Dios somete los designios de los hombres a Sus designios eternos (Génesis 50, 19-20). Cf. la tentación de Job (1, 12; 2, 6); el endurecimiento del corazón del Faraón (Éxodo 9, 12; 10, 20; 11, 10) y pasajes semejantes, como por ejemplo: Jueces 14, 4 y 19; Éxodo 20, 25, etc. Cf. Éxodo 4, 21 y nota. ↑
* 28. Sobre Hemor, padre de Siquem. véase Génesis 33, 19; 34, 2. Gáal estimula a los orgullosos siquemitas que en otros tiempos desempeñaban un gran papel en la historia del país y ahora se ven tratados como esclavos. ↑
* 37. Del ombligo del país; por tal se entiende quizás el monte Garizim o el monte Ebal, ambos cercanos a Siquem y ambos de cumbre redondeada. La idea del ombligo de la tierra era muy común entre los pueblos antiguos. En América, p. ej. los Incas consideraban como ombligo a la ciudad del Cuzco (Cuzco significa ombligo). ↑
* 45. El sembrar sal sobre las ruinas simboliza la desolación completa, porque la sal destruye toda vegetación. ↑
* 46. El-Berit, es decir, Baal-Berit, el dios de las alianzas. Cf. 8, 33 y nota. ↑
* 53. La piedra superior de un molino: El molino de mano se componía de dos piedras; la inferior era fija, la superior móvil y provista de un asidero para darle vuelta. ↑
* 54. Lo mismo pidió Saúl a su escudero (I Reyes31, 4). ↑
* 1. Hijo de Dodó: Vulgata: tío de Abimelec. “De Tola, originario de Isacar, pero morador de los montes de Efraím, no se cuenta ninguna hazaña guerrera; tal vez fue un hombre bueno e inteligente, que como árbitro administraba justicia, a la manera de Débora, bajo una palmera, entre Betel y Ramá (4. 5)”. Nácar-Colunga. ↑
* 6. Baales y Astartés: Véase 2, 13 y nota. ↑
* 7. Los filisteos habitaban a lo largo del Mediterráneo entre Jafa (Joppe) y Gaza; los ammonitas al otro lado del Jordán en la parte meridional de Transjordania. ↑
* 16. He aquí un resumen de la historia de Dios y de su pueblo: apenas éste demostraba arrepentimiento, el Señor se apresuraba a perdonarlo todo. Tal es el corazón paternal de Dios que Jesús quiso revelarnos en la parábola del Hijo pródigo (Lucas 15, 11 ss.). Véase el caso de David (11 Reyes 12, 13). ↑
* 17. El teatro de esta guerra fue Galaad, país transjordánico, situado entre los ríos Yarmuc y Yaboc. ↑
* 3. La tierra de Tob se halla al norte de Galaad, en la región de las fuentes del Jordán. Jefté se retiró a esa región y se hizo famoso por sus expediciones contra los hijos del desierto. De ahí que los ancianos de la tribu le ofrezcan el cargo de jefe en la guerra contra los ammonitas (versículo 5). ↑
* 11. Delante de Yahvé en Masfá: Parece que en Masfá de Galaad, ciudad de refugio, adscripta a los levitas, se hallaba un santuario del Señor, parecido al que Gedeón tenía en Ofrá. No ha de sorprendemos que en tiempos de los Jueces el culto no estuviera todavía centralizado en un solo santuario como lo mandaba la Ley. Algunos opinan que la expresión: “delante del Señor”, no ha de tomarse en sentido literal, sino que significa solamente el juramento que prestaron ambos partidos. La elección de Jefté fue voluntad del Señor, no obstante lo dispuesto en la Ley sobre los hijos bastardos (Deuteronomio 23, 2). El mismo Dios que puso la ley pudo quitarla, porque Él no está sometido a ninguna norma fuera de su divina y siempre santísima voluntad. Véase 9, 23 y nota; Santiago 4, 12. ↑
* 14 ss. Las razones que Jefté alega para convencer al rey enemigo, están completamente de acuerdo con lo que se relata cómo disposición de Dios en los Libros de Moisés. Fuera de esto, Jefté reclama para su pueblo el título que nace de la prescripción, porque según el testimonio de la historia, el país había estado en poder de los israelitas durante los últimos 300 años (versículo 26). ↑
* 24. Camos, ídolo principal de los moabitas (Números 21, 29; Jeremías 48, 46). ↑
* 29. Vino el Espíritu de Yahvé sobre Jefté: Lo mismo se dice de Otoniel (3, 10); Gedeón (6, 34) y Sansón (13, 15). No eran, pues, aventureros los que libraban a Israel, sino hombres ungidos por el Espíritu Santo, como Josué, Saúl y David. Cf. Números 11, 25 ss.; 27, 18 y notas. ↑
* 31 ss. El voto fue imprudente y “necio” (San Jerónimo). No podemos dudar de la buena intención del voto de Jefté, pues San Pablo alaba su fe en Hebreos 11, 32-33. En cuanto al cumplimiento, nada se dice de que haya consistido en quitarle la vida a su hija. Sin embargo, muchos Padres y expositores modernos opinan que Jefté inmoló realmente a su hija como holocausto al Señor. Contra la interpretación literal se aduce principalmente el versículo 29, que dice que el Espíritu de Dios se derramó sobre Jefté. A este respecto observa Schuster-Holzammer: “El Espíritu del Señor vino sobre él sólo para liberar a su pueblo, y no le preservaba —como no preservó a Gedeón, Sansón. David, etc. — de los pecados personales, de la ignorancia e irreflexión, ni le elevaba sobre las ideas erróneas y costumbres depravadas de aquel tiempo, ni sobre todo aquello que pudo quedarle de los años de merodeador… Acaso se dejara arrastrar inconscientemente por el ejemplo de los pueblos paganos vecinos, los cuales ofrecían a las divinidades los seres más queridos cuando a ellos acudían en demanda de algo importante”. San Agustín ve en este sacrificio una figura de Cristo, ofrecida por el Padre celestial. “Si el padre no puede ser alabado, antes merece vituperio por el voto que ofreció, la hija es digna de loa por la grandeza de ánimo con que lo aceptó” (Fernández, Flor. Bibl. VI, p. 14). Llora, sí, su virginidad, porque en aquel tiempo no sabían valorarla. “Ella sacrificó la vida de los hijos que deseaba tener y a los cuales nunca podría dar a luz. Sacrificó su maternidad, y él sacrificó toda su alegría, todo su consuelo, la perpetuación de su linaje” (Elpis). ↑
* 1. Se repite la queja que los efraimitas habían presentado a Gedeón (8, 1). El motivo del disgusto consistió en que los efraimitas se consideraban los más importantes y reclamaban para sí la prerrogativa del mando. Esta vez irritan a los galaaditas con un insulto, diciendo que no son más que esclavos fugitivos de las dos tribus de José (Efraím y Manasés). La guerra fue inevitable y terminó con la humillación de los altivos hermanos. ↑
* 6. Los efraimitas no podían pronunciar la sh (sch); la pronunciaban como simple s, o, tal vez, como letra intermedia entre s y t (semejante a la thet griega). En las Vísperas Sicilianas la pronunciación de ceci traicionó a los franceses y en la reconquista de Chile el mayor Robles reconoció entre los prisioneros a los chilenos y “godos” por la pronunciación del nombre de Francisco. ↑
* 7. San Pablo cuenta a Jefté entre los ejemplos de fe (Hebreos 11, 32 ss.). ↑
* 9. ss. El gran número de hijos no es extraño en aquel tiempo en que la poligamia era tolerada. De ahí los setenta hijos de Gedeón, los treinta de Jaír, los cuarenta de Abdón. El cabalgar sobre pollinos era costumbre de los nobles. También a Jesús le tocó tal honor cuando le aclamaron rey el día de su entrada triunfante en Jerusalén (Lucas 19, 30 ss.). ↑
* 1. Sansón, el último de los Jueces, tuvo por adversarios en sus empresas a los filisteos. “Todo hacía de los filisteos los enemigos adecuados de Israel desde los primeros momentos: diversidad de raza, de lengua, de religión, de civilización. El filisteo fue para Israel el «incircunciso» por excelencia, es decir, el ser humano inferior, bajo todos los aspectos. Pero sin duda ninguna en los hechos de armas, y probablemente también por lo que se refiere a la organización civil, los filisteos eran en un principio superiores a Israel. Muy expertos en el mar —que siempre desconocieron los israelitas—, de carácter aventurero, su ciencia guerrera, tenía la experiencia heredada de las islas egeas y del Asia Menor, de donde procedían” (Ricciotti, Historia de Israel, p. 263 s.). ↑
* 5. En toda esta narración se ve que Sansón está predestinado a ser un hombre extraordinario, una bendición para su pueblo. Nació de madre estéril y vivió toda su vida en el estado sagrado de nazareo. El nazareato comprendía la consagración de una persona a Dios, ora por un espacio de tiempo, ora para siempre. El nazareo o nazareno tenía que dejar crecer sus cabellos y abstenerse de toda bebida alcohólica y de toda impureza legal. Aquí se formula el voto no por voluntad del nazareo mismo, sino por la madre, por orden del Señor. Cf. el voto de Ana, madre de Samuel, en I Reyes 1, 11. Véase Números 6, 1 ss. ↑
* 15. Un cabrito para agasajo, porque hasta ahora no se ha dado cuenta de que es un Ángel del Señor aquel con quien habla. Después de enterarse de esto le ofreció el cabrito como sacrificio (versículo 19). ↑
* 18. El Ángel es el mismo Señor, como en Génesis 32, 22 ss. Siendo él admirable: Así anunció Isaías (9, 6) a Cristo. Véase lo que San Pablo dice de Él en su segunda venida (II Tesalonicenses 1, 16). Cf. Éxodo 13, 20; 33, 20; Deuteronomio 5, 26; Jueces 6, 22. ↑
* 25. El Espíritu de Yahvé: cf. 3, 10; 11, 29; 14, 4; Números 27, 18 y nota. Sansón estaba dotado de una fuerza extraordinaria que Dios le había concedido bajo la condición de que quedase fiel a las obligaciones del nazareato: no cortarse el cabello ni tomar bebidas embriagadoras. Tan pronto como abandona las obligaciones de su estado lo abandona esa fuerza extraordinaria (véase capítulo 16). ↑
* 1. La figura de Sansón difiere de la de otros Jueces en varios aspectos. “No es el héroe que acaudilla al pueblo y le lleva a la victoria. Es él solo que realiza sus hazañas contra los filisteos, que oprimían a los israelitas del mediodía. Su fuerza extraordinaria estaba ligada a su consagración como nazareo, cuyo signo principal es el no tocar la navaja a la cabeza del consagrado, y la conservación, por tanto, de su cabellera. Cuando perdió ésta, perdió su fuerza. Y la causa de la pérdida fue el amor de las mujeres” (Nácar-Colunga). ↑
* 4. Los matrimonios con los filisteos, aunque no estaban prohibidos explícitamente, no concordaban con el espíritu de la Ley (Éxodo 34, 16; Deuteronomio 7, 1 y 4), pues constituían un peligro para la religión de Israel. Pero, como se ve, en los tiempos de los Jueces muchos no conocían la Ley ni su espíritu. Por lo demás, “esto venía de Yahvé”, como dice el texto, es decir, “el Señor se aprovechaba de aquel capricho de Sansón y le daba ocasión para empezar la obra a que le tenía destinado” (Nácar-Colunga). ↑
* 11. Los compañeros, o como los llama el Evangelio (Mateo 9, 15; Marcos 2, 19), “los amigos del esposo”, solían acompañar al novio en la fiesta nupcial, que entre los ricos duraba toda una semana. Ordinariamente las mujeres se juntaban en la casa de la novia y los hombres en la del novio, mientras cantores elogiaban la belleza de la desposada y las virtudes del novio. Llegada la noche venía el esposo con los compañeros para llevar a la esposa a su hogar. Algunas veces el esposo tardaba en venir, como en la parábola del Evangelio (Mateo 25, 1 ss.), y las amigas de la esposa se adormecían. Despertando del sueño acompañaban a los esposos, y al llegar a la casa del esposo empezaba de nuevo el festín. ↑
* 14. Véase los versículos 8 y 9. Según San Agustín el león simboliza a Cristo, y el enjambre y el panal a la muchedumbre de los fieles. ↑
* 18. Si no hubierais arado, etc.: Refrán, cuyo sentido es: lo que sabéis, no es de vuestra cosecha. Lo sabéis gracias a mis indicaciones. ↑
* 19. Vino el espíritu de Yahvé sobre él, y le dio la fuerza necesaria para hacer ese estrago en las filas de los enemigos. Cf. 9, 23 y 13, 25 y notas. ↑
* 4. Las zorras, lo mismo que los chacales, abundan en Palestina (Cantar de los Cantares 2, 15; Lamentaciones 5, 18; Ezequiel 13, 4; Salmo 62, 11). Dios pudo ponerlas fácilmente al alcance de Sansón. La historia antigua conoce ejemplos semejantes (Ovidio. Fasti 4. 681 ss. y Amiano Marcelino 18, 7). El efecto de la curiosa acción es que los animales asustados llevan el tizón encendido por los campos, incendiando de ese modo las mieses. ↑
* 16. Cf. I Corintios 1, 27 s.; en el texto hebreo hay un juego de palabras entre asno y montón. ↑
* 19. Hendió Dios la piedra hueca que hay en Lehí. La Vulgata vierte: El Señor abrió una muela en la quijada del asno. Esta fuente se veía aún en tiempo de San Jerónimo en las cercanías de Eleuterópolis, ciudad de la llanura filistea. ↑
* 20. Juzgó a Israel; es decir, reinó en Israel, pero no en todo el país, sino solamente en una pequeña parte. ↑
* 1. Lo que arruinó a Sansón no fue la falta de fe, pues nunca la perdió; fue más bien su amor apasionado y su falta de moralidad. El esforzado y valeroso varón, dice San Ambrosio, sofocó a un león, pero no pudo ahogar sus propias pasiones; rompió las ligaduras con que le ataran, mas no supo romper las de sus deseos carnales; pegó fuego a mieses ajenas, pero encendido él mismo en el fuego del falso amor perdió la cosecha de su virtud. ↑
* 16. Este episodio que ha inspirado numerosas obras de arte constituye una elocuente lección moral. Sansón engañaba muchas veces a esa mujer para librarse de ella, pero ella con su diabólica insistencia acaba de vencer al héroe. La Escritura nos previene muchas veces contra la mala mujer, así en Eclesiástico 25, 17 ss.; 26, 10 ss. y elogia, en cambio, a la esposa que comparte, con el marido los cuidados de la familia (Proverbios 31, 10 ss.; Eclesiástico 26, 1 ss.). “Es una suerte dichosa la mujer buena; suerte que tocará al que teme a Dios, y será dada al hombre por sus buenas obras” (Eclesiástico 26, 3). ↑
* 20. El Señor se retiró de Sansón, porque había abandonado el voto de nazareato. Su fortaleza no dependía de su santidad personal, sino de su consagración a Dios, cuya señal externa consistía en no cortarse los cabellos. Cf. 13, 5 y nota. ↑
* 26. Déjame tocar las columnas: Sansón, dice San Agustín, es aquí figura de Cristo, que extendió sus brazos en la Cruz para aplastar a los demonios. ↑
* 29. Los arqueólogos llaman este estilo de casas estilo de Creta, patria de los filisteos. El atrio de este tipo de edificio tenía dos columnas que estaban sobre los cimientos de piedra. Vacilando las columnas se desplomaba toda la casa. ↑
* 30. Sansón recobró su antigua fortaleza no por haberle crecido de nuevo los cabellos, sino por su arrepentimiento y celo por la causa de Dios: “Al fin de su vida triunfó de sí mismo y mostró un valor invencible, despreciando y no temiendo la muerte” (San Ambrosio). Los teólogos, en su mayoría, no califican de suicidio esta última hazaña de Sansón; primero, porque obró con el auxilio de Dios; segundo, porque era juez y vengador de su pueblo; tercero, porque su intención no fue matarse a sí mismo, sino a sus enemigos. Cf. la hazaña de Eleazar en los tiempos de los Macabeos. Sansón, como libertador de su pueblo, es figura de Jesucristo: Ambos se llaman “nazareno” y ambos son anunciados por un ángel; Sansón se casó con una extranjera, Jesús se desposó con la Iglesia de las naciones; Sansón recibió escarnios en su desgracia, como Jesús en su Pasión; y por salvar a Israel entregó su vida extendiendo sus brazos entre dos columnas, como Jesús en la Cruz (Mons. Duguet). ↑
* 3. Bendito seas de Yahvé, dice la piadosa madre, y al mismo tiempo gasta doscientos siclos de plata por una imagen que pronto se convertirá en un símbolo e instrumento de apostasía. Tenemos aquí un ejemplo de la táctica del diablo, que se disfraza como ángel de luz (II Corintios 11, 14) y aprovecha la piedad de la gente buena para inspirarles exageraciones piadosas, que son peores que la apostasía inmediata, pues desplazando el centro de la religión, trastornan la jerarquía de los valores y mezclan la superstición con la adoración del Dios verdadero. “Así veréis algunas personas que no se hartan de añadir imagen a imagen, y que no sino de tal o tal suerte y hechura, y que no estén puestas sino de tal y tal manera, de suerte que deleite al sentido; y la devoción del corazón es muy poca, y tanto asimiento tienen a esto como Micas en sus ídolos, o como Labán… La persona devota en lo invisible principalmente pone su devoción, y pocas imágenes ha menester” (San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, III. 34). ↑
* 5. Consagró; literalmente: le llenó las manos (cf. Éxodo 28, 41 y nota). Esta consagración sacerdotal se hace al margen de toda ley y sin encargo especial de Dios. Véase en Hebreos 1, 5-6, cómo ni el mismo Jesús se atribuyó el sacerdocio, sino que le fue dado por el Padre. El efod es un vestido sacerdotal (cf. Éxodo 28, 6 y nota); los terafim son lares, ídolos domésticos (cf. Génesis 31, 30 ss.). ↑
* 7. Véase 18, 30. donde se indica el nombre y la ascendencia de este joven, que no pertenecía a la tribu de Judá, sino a la de Leví. Sé mi padre: Título que por reverencia quiere dar al levita como hoy se da el título de padre a los sacerdotes. ↑
* 1. Los danitas recibieron en herencia un pequeño territorio al oeste de Efraím, Benjamín y Judá, o sea, una región ocupada por los amorreos y filisteos (Josué 19, 40 ss.), que no lograron conquistar (1, 34). De ahí su emigración a Lais, que se cuenta en este capítulo. ↑
* 7. Lais (Lésem en Josué 19, 47), llamada en adelante Dan, estaba situada al pie del Hermón y pertenecía al país de los sidonios. El nombre moderno de la ciudad es Tell el-Kadi; está muy cerca de Banias (Cesárea de Filipo). ↑
* 9. Adelante, subamos contra ellos: “Estas palabras y lo que hicieron los danitas, uniendo el ardid a la audacia, justifican la profecía de Jacob sobre la tribu de Dan.” Véase Génesis 49, 16 s. (Vigouroux, Polyglotte). ↑
* 14. Cf. 17. 5. Creían sin duda que estas imágenes garantizarían el éxito de la empresa. ↑
* 24. Mis dioses: Señal de que se trataba de verdadera idolatría. Bover-Cantera y Nácar-Colunga traducen: mi Dios. ↑
* 30. Con el santuario de Dan se dio principio a una idolatría que bajo los reyes de Israel se convertiría en un centro de culto del becerro de oro (III Rey, 12, 29; IV Reyes 10, 29). Tan solo el cautiverio asirio puso fin a este escándalo. ↑
* 31. La Vulgata agrega aquí la primera parte del versículo 1 del capítulo siguiente: En aquel tiempo no había rey en Israel; es decir, no había gobierno central que pudiera castigar a los apóstatas. ↑
* 1 ss. Este segundo episodio narrado en los tres últimos capítulos revela aún más la corrupción religiosa y moral que cundía en los tiempos de los Jueces. Esta vez se opusieron las otras tribus y extirparon a los malhechores. Mujer secundaria, o concubina. La Ley de Moisés permitía la poligamia. ↑
* 10. Jebús: Jerusalén. La llama “gente extraña” (versículo 12), sin duda porque los israelitas aún no la habían conquistado definitivamente. Cf. II Reyes 5, 6 ss. ↑
* 12. Gabaá, a 6 kilómetros al norte de Jerusalén. Su nombre actual es Tell el-FuI. ↑
* 18. La casa de Yahvé: El Tabernáculo del Señor se hallaba en aquel tiempo en Silo, en la tribu de Efraím. ↑
* 20. Paz sea contigo: Es la fórmula con que se saludaban los israelitas. Es también el saludo que Jesús usaba en vida, y hasta después de resucitado (Juan 21, 19, 21 y 26), y el que enseñó a sus discípulos (Mateo 10, 12), y sin duda también el que el Ángel dirigió a María (cf. Lucas 1, 28 y nota). Esta fórmula de caridad, que sólo se ha conservado en la Liturgia y se ha perdido en el uso corriente, tiene una promesa de Jesús que le da la eficacia de una verdadera bendición, pues dice que la paz descenderá sobre aquellos a quienes saludemos, si son “hijos de paz”, y que ni aun en caso contrario será perdido nuestro saludo, pues entonces la paz vendrá a nosotros. Cf. Mateo 10, 12. Como expresamos en nuestra nota a ese pasaje del Evangelio, saludar, en lenguaje pagano, es desear la salud, pero en lenguaje cristiano ha de ser más: desear la paz, que es un bien del espíritu, resumen y condición de todos los otros. ↑
* 22. Hijos de Belial: hijos del diablo, hombres malvados. La Vulgata vierte: hombres sin yugo. Se deduce de la conducta de estos malvados que consideraban a los huéspedes como pasta de sus pasiones perversas. Véase un caso semejante en Génesis 19, 5. ↑
* 25. El levita pecó gravísimamente, entregando él mismo a su pobre mujer en manos de los hombres de Gabaá para que la violasen. Para él la mujer era una esclava, si no ya una mercadería que el marido podía vender para salvarse a sí mismo. Si hubiese tenido más confianza en Dios, ¿quién sabe si no se hubiera repetido el milagro de Sodoma, donde Dios castigó con ceguera a los perversos (Génesis 19, 11)? Dios libró a la infeliz mujer de la obligación de seguir viviendo con su brutal marido, el cual, al día siguiente, la encontró muerta con las manos clavadas en el umbral de la casa, donde él mismo comía y bebía a costa de la vida de su mujer. La Sagrada Escritura narra estas cosas perversas para llenarnos de aborrecimiento, y para mostrarnos que el hombre sin moral se convierte en un bruto animal. Nos admiramos de estas cosas en semejante lugar, dice el P. Scío, pero no pensamos en las iguales y tal vez peores que suceden hoy en pleno Nuevo Testamento. Esta miseria humana, que demuestra la necesidad de la Redención, lejos de escandalizarnos produce una humillación saludable que es uno de los más grandes frutos de la lectura de la Sagrada Escritura. Las palabras de Dios son siempre castas como la plata examinada al fuego, probada y siete veces depurada (Salmo 11, 7). ↑
* 1. Desde Dan hasta Bersabee: desde el extremo norte al extremo sur del país. Galaad: parte septentrional de Transjordania. La expresión “delante de Yahvé” no supone necesariamente que el Arca estuviera en aquella ocasión en Masfá, hoy día Tell en-Nasbe, a 12 kilómetros al norte de Jerusalén. Hallábase, ordinariamente, en Silo, hoy día Selún, a 30 kilómetros al norte de la ciudad santa. ↑
* 15. Veinte y seis mil; según la Vulgata solamente veinte y cinco mil. ↑
* 18. A Betel. Vulgata: a la casa de Dios, esto es, a Silo. Cf. versículo 1 nota. ↑
* 23. “El dicho de Dios no era engañoso, porque Él no les había dicho que vencerían, sino que peleasen; porque en estas caídas les quiso Dios castigar cierto descuido y presunción que tuvieron y humillarles así… De esta manera y de otras muchas acaece engañarse las almas acerca de las revelaciones y locuciones de Dios, por tomar la inteligencia de ellas a la letra y corteza” (San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo II, 17). ↑
* 28. El hecho de que Finés estuviera todavía con vida, muestra que esto aconteció poco después de la muerte de Josué. ↑
* 33. Desde la llanura de Gabaá: Bover-Cantera: desde el descampado de Gabaá; Vulgata: avanzando por la parte oriental de la ciudad. ↑
* 46. Veinte y cinco mil: Cifra redonda. Cf. versículo 35, donde el número es más exacto: veinte y cinco mil cien hombres. En esta hecatombe vemos el fruto de la idolatría y del pecado. El abandono de la doctrina y el embrutecimiento moral que es su consecuencia, llevan siempre a la humanidad hacia los grandes desastres. ↑
* 2 ss. Lloraron con grandes alaridos: Se les abrieron los ojos y vieron las horrorosas consecuencias de su ira: la extinción de una tribu de Israel. Arrepentidos de su proceder buscan una salida de la dificultad creada por la guerra y el juramento de no dar mujeres a los benjaminitas. Para reparar el daño se les ofreció una ocasión en la expedición contra la ciudad de Jabés (versículo 8), que fue condenada al anatema por no haber participado en la guerra santa contra Benjamín. Destruyeron la ciudad y a todos sus habitantes, menos las doncellas, que fueron entregadas a los pocos hombres que de la tribu de Benjamín habían quedado. ↑
* 8. Jabés-Galaad, o sea, la ciudad de Jabés, situada en Galaad, en la Transjordania septentrional. ↑
* 10. Doce mil hombres: según la Vulgata solamente diez mil. ↑
* 14. Para comprender, los acontecimientos de Jabés, debe tenerse presente el ambiente y costumbres de la época, el régimen de sumisión de las mujeres y su preocupación por tener descendencia. Cf. 11, 37. Muchos pueblos antiguos miraban el matrimonio como un rapto legal. ↑
* 22. Texto oscuro. San Jerónimo vierte: “Cuando vinieren sus padres y hermanos y comenzaren a querellarse contra vosotros y acusaros, les diremos: Tened piedad de ellos; pues no las robaron por derecho de guerra, ni como vencedores, sino porque después de haberos suplicado que se las dierais, se las negasteis, y así la culpa está en vosotros.” ↑
* 24. El escritor sagrado vuelve a destacar que los crímenes que acaba de narrar, se explican en parte por la falta de un poder central fuerte en aquel país, donde cada uno obraba según su capricho. El cristiano no se sorprenda ante los resultados de este desenfreno, pues ha saber que al hombre, después de la caída original, “no quedó de propio más que la mentira y el pecado” (Canon 22 del Concilio Orange II, Denz. 195). ↑